ID de la obra: 833

Liberarme para amarte (Nygmobblepot/Hattercrow)

Slash
NC-21
Finalizada
1
Fandom:
Tamaño:
83 páginas, 22.139 palabras, 21 capítulos
Descripción:
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¿Por qué has regresado?

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Narra Edward Me enjuagué las gotas de sudor que corrían por mi cara. Me encontraba plantado frente a la escalinata de piedra que conducía hasta la puerta de la mansión y, en aquel momento, con el gran ramo de rosas rojas entre mis manos, estaba al borde del desmayo. Un gran nerviosismo recorría todo mi cuerpo y temblaba sin control.  Inhale con fuerza por la nariz y retuve el aire en mis pulmones durante un par de segundos antes de expulsarlo con mayor delicadeza por mi boca, relajando todo mi cuerpo.  Ya algo más calmado, levanté la vista y miré fijamente la puerta de madera por la que debería cruzar para encontrarme con Oswald. Oswald. Cuando su nombre retumbó contra las paredes de mi cráneo, un impulso instintivo me empujó a subir las escaleras. Pronto me encontré frente a aquella puerta y, sin pensarlo, golpeé la madera (quizá con excesiva fuerza…). Al cabo de unos pocos minutos escuche pasos que se acercaban apresuradamente. Al fin, la puerta se abrió con un sonoro chirrido. La emoción era tan grande que ni siquiera me detuve a averiguar quién me había abierto y entre rápidamente, dispuesto a subir las escaleras.  Cuando apenas me quedaban unos cuantos pasos para llegar hasta ellas, un fuerte golpe en la cabeza me hizo caer. Las rosas cayeron, esparciéndose por el suelo, formando una especie de lluvia rojiza que contrastaba con el morado de la alfombra y que, por un momento, me recordó a una salpicón de sangre. — ¡Ay!  — gemí de dolor, arrodillado en el suelo y agarrándome la cabeza tratando de aliviar el dolor. Cuando iba a girarme para ver a mi agresor una fuerte patada en mi espalda me hizo caer de bruces, consiguiendo que en la caída me mordiera el labio y empezara a sangrar en abundancia. — ¡Pero qué demoni…! Una sonora carcajada me interrumpió. Me di la vuelta y ante mi asombro vi ante mí a Jerome. — ¡TÚ! — grité con rabia. — ¡YO!  JAJAJAJA — rio. — ¡Ay! — exclamé, masajeándome el labio herido. — Oww, ¿Qué pasa Enigma? ¿Te has hecho daño al caer? — dijo, burlonamente, poniéndose en cuclillas para ponerse a la altura de mis ojos —. Que pena. Esto apenas está comenzando. — ¿¡QUÉ ESTÁS HACIENDO AQUÍ!? Jerome apretó la palanca con la me había golpeado contra mi pecho. — Oh, es todo parte de un maravilloso plan del que tú — golpeó con su dedo índice la punta de mi nariz — formas parte. Acto seguido, se incorporó, levantó la palanca de nuevo y lanzó un fuerte golpe contra mi cabeza. — NOOO — pude gritar, antes de sentir el frío metal golpeándome. Con la oscuridad nublando mi visión aún podía escuchar la fuerte risa de Jerome taladrando mis tímpanos, hasta que finalmente no pude ver nada.
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