ID de la obra: 837

31 Maneras De Decir Te Amo

Slash
G
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Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 93 páginas, 29.833 palabras, 31 capítulos
Descripción:
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Celos

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El campus se cubría de hojas secas mientras la tarde caía con esa luz dorada que hacía que todo pareciera más sereno de lo que realmente era. El aula magna del edificio de Ciencias Sociales estaba llena de estudiantes y docentes, y entre ellos, destacaba Bucky Barnes, omega invitado a dar una ponencia sobre historia de los conflictos armados y su impacto social.Lucía impecable. Su cabello recogido en una coleta baja, la camisa blanca remangada, y los lentes que usaba para leer con detalle le daban un aire aún más serio. Y atractivo. Muy atractivo.Demasiado atractivo. — ¿Por qué Hank lo sentó tan cerca del profesor Leclair? — preguntó Sam en voz baja, mientras se acomodaba en las butacas superiores.— Porque Hank no sabe que ese alfa tiene antecedentes coquetos con omegas ajenos — respondió T’Challa, con el ceño levemente fruncido.   Bucky hablaba con seguridad, explicaba fechas, conectaba eventos, usaba su puntero con calma. Pero Leclair, un académico joven del departamento de Relaciones Internacionales, no dejaba de sonreírle como si esperara una invitación a algo más que una conversación intelectual. — Está demasiado inclinado — gruñó T’Challa.— Solo lo mira — añadió Sam.— Lo mira como si quisiera lamérselo — corrigió el rey con un tono de advertencia tan suave como peligroso. Bucky, ajeno a la tormenta que se cocinaba en el fondo del aula, seguía respondiendo preguntas, una de las cuales fue acompañada por un toque breve en su antebrazo. Leclair había osado tocarlo. Su rastro hormonal, aunque disimulado por inhibidores académicos, se intensificó levemente por la incomodidad.Sam lo notó.T’Challa se levantó. — No — dijo Sam, sujetándole del brazo —. No ahora. Esperá a que termine la ponencia. T’Challa no respondió, pero su mandíbula estaba tensa. Aquel omega no era solo su pareja. Era su esposo. Y que un alfa lo mirara como si fuera una invitación abierta, era algo que su instinto encontraba inaceptable.Cuando terminó la exposición, Jean Grey se acercó con Ororo Munroe para felicitar a Bucky. T’Challa aprovechó el momento para acercarse, sin dejar de irradiar control y dominio. Sam caminó detrás de él con pasos pausados, sonriendo a todos, como si no fuera parte del operativo “Cierra ese hocico, Leclair”. — Mi amor, excelente exposición — dijo T’Challa, besando la mejilla de Bucky con una calma medida que, sin embargo, olía fuertemente a “territorio marcado”.— Lo hiciste increíble, cariño — añadió Sam, pasándole un brazo por la espalda con naturalidad. Bucky enrojeció hasta las orejas. Estaba acostumbrado a las muestras de afecto de sus alfas y beta en privado, pero en el contexto académico aún le resultaba difícil.Leclair parpadeó, sorprendido. — ¿Entonces… ustedes tres están…?— Casados — respondió Sam con una sonrisa radiante —. Y felices. Muy felices.— Comprometidos en todos los sentidos — añadió T’Challa, apretando levemente la mano de Bucky.— Ah, claro… no lo sabía… disculpen si fui muy informal antes… — balbuceó el profesor, ya retrocediendo con una taza de café entre las manos. Ororo sonrió de lado. Jean se cruzó de brazos. — No sabías porque no preguntaste. Hay formas más éticas de admirar una presentación — dijo Jean con voz suave, pero firme. Leclair se retiró con un murmullo de disculpas, y Bucky se giró hacia sus dos compañeros con expresión entre divertida y exasperada. — ¿Era necesario marcar tanto el territorio?— Sí — dijeron ambos al mismo tiempo. Sam le besó la sien. T’Challa le acomodó el cuello de la camisa. Los tres salieron del aula bajo la mirada curiosa de algunos estudiantes, los pasos sincronizados y el lazo invisible entre ellos más fuerte que cualquier mirada imprudente.Esa noche, mientras compartían té y mantas en su apartamento cercano al campus, Bucky susurró: — ¿Siempre van a ponerse así si alguien me coquetea?— Siempre — respondió T’Challa.— Sí, pero con estilo — añadió Sam. Bucky sonrió. Era agotador ser omega en un mundo que aún dudaba de sus límites. Pero con ellos, nunca se sentía menos. Solo amado. Solo cuidado. Solo suyo.Y esa vez, eso bastaba.
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