Promesa
12 de septiembre de 2025, 21:42
El cielo sobre Wakanda se había cubierto de nubes densas desde hacía días. La atmósfera era espesa, como si el mundo mismo supiera que algo se acercaba. La Torre Kimoyo vibraba con actividad contenida; los escudos se activaban y desactivaban en ciclos, los ingenieros trabajaban sin pausa, y los guerreros afilaban lanzas, preparaban armas, ajustaban armaduras.
T’Challa, Sam y Bucky no dormían bien. No desde que llegaron los primeros informes. No desde que Steve entró a la sala de consejo con el rostro demacrado y dijo:
- Thanos.
Desde entonces, se movían como en espiral. Bucky había vuelto a sostener un arma. Sam patrullaba los cielos como si el enemigo ya estuviera encima. T’Challa mantenía la paz entre los suyos, pero su mirada era cada vez más oscura.
La noche anterior a la batalla, se refugiaron los tres en una sala privada, lejos del bullicio de los preparativos. Habían pasado los últimos días cuidándose mutuamente en silencio: Sam recordaba que Bucky aún tenía una debilidad en el hombro izquierdo; Bucky le advertía a T’Challa cuándo debía descansar, aunque él mismo no lo hiciera; T’Challa coordinaba las patrullas asegurándose de que nunca los separaran.
- Si esto sale mal — dijo Sam, sentado con los codos sobre las rodillas —. Si alguno de nosotros no regresa…
- No digas eso — interrumpió Bucky, seco.
- Déjalo hablar — murmuró T’Challa.
Sam respiró hondo.
- Solo quiero que sepan que no importa cómo termine esta guerra… ustedes son mi hogar.
El silencio que siguió no fue incómodo. Fue pesado. Sincero.
- Nos vamos a buscar si algo pasa — dijo Bucky, tras una pausa —. No importa si toma cinco años. O más. Yo los encuentro.
T’Challa asintió. Su voz fue más baja, más firme.
- Prometemos volver. O quedarnos juntos, donde sea que estemos.
Se tomaron las manos. Por unos segundos, no hubo guerra, ni tronos, ni misiones. Solo una promesa sellada entre ellos.
— — —
La batalla fue brutal. Ráfagas, explosiones, gritos. T’Challa estuvo a punto de caer cuando un embiste lo derribó, pero Sam lo sacó del rango de fuego justo a tiempo. Sam perdió el control en el aire cuando un chitauri lo golpeó desde un costado, pero Bucky lo atrapó antes de que tocara el suelo. Bucky se quedó sin munición, pero T’Challa le lanzó una lanza con puntería perfecta.
Se cubrieron la espalda, siempre.
Y luego, el polvo.
Sam desapareció primero. T’Challa sintió el aire cambiar, volteó y lo vio desvanecerse con los ojos abiertos de terror. No alcanzó a gritar su nombre. Bucky fue el segundo. Extendió la mano hacia T’Challa como si aún pudiera agarrarlo.
- No…
T’Challa cayó de rodillas. Solo.
— — —
Cinco años después, el mundo tembló de nuevo. Los regresados se contaban entre lágrimas. Sam apareció con alas nuevas y una sonrisa rota. Bucky abrazó a T’Challa como si no creyera que estuviera vivo. No hablaban del polvo. Solo de seguir.
Tony no lo logró. Pero no fue él quien se sacrificó. Fue Pepper.
Fue su idea. Su decisión. Su traje. Su último beso.
El funeral se realizó en un rincón del bosque donde las flores silvestres crecían sin permiso. Tony hablaba poco desde entonces, pero mantenía a Morgan cerca, como un escudo vivo. Todos asistieron, de negro, pero no rígidos. Como ella hubiera querido.
T’Challa tomó la mano de Bucky. Sam se acercó a ellos y sin decir nada, los abrazó. No había mucho más que decir.
Se tenían. Habían cumplido su promesa.
A su modo. En pedazos. Remendados. Pero juntos.
Al final del servicio, Morgan se acercó con un dibujo.
- ¿Ustedes tres son una familia? — preguntó, con la inocencia del mundo que apenas comenzaba a conocer.
Sam sonrió.
- Sí.- Y te vamos a cuidar siempre — añadió Bucky.
T’Challa se agachó a su altura.
- Eso también es una promesa.
Morgan asintió. Y con eso, el día terminó.
Pero la historia no.
Porque el amor, incluso en medio del polvo, sobrevivía