ID de la obra: 837

31 Maneras De Decir Te Amo

Slash
G
En progreso
0
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 93 páginas, 29.833 palabras, 31 capítulos
Descripción:
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Error de identidades

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Rol asignado   El centro comunitario olía a desinfectante barato y café recalentado. Era sábado por la mañana y el lugar bullía de gente que venía por las clases de yoga, la feria artesanal o el nuevo programa de simulación emocional que ofrecía la municipalidad.T’Challa Udaku, ingeniero de estructuras urbanas sostenibles, había llegado temprano. Llevaba una camisa de lino oscuro y su expresión de calma habitual. Había leído sobre el experimento social y lo había considerado útil para observar dinámicas humanas en situaciones cotidianas. Según la recepcionista, su compañero de simulación ya estaba adentro. Le asignaron el nombre Sam Wilson.   —Bien —murmuró, alisando su manga—. Vamos a ver qué tan funcional es esto.   Mientras tanto, dentro de la sala virtual, Sam Wilson se encontraba ajustándose los lentes de realidad aumentada. Trabajaba como orientador comunitario en programas de integración emocional”. Un asistente le había dicho que haría el ejercicio con un “jefe evaluador” presente: alguien que lo observaría en una dinámica de convivencia simulada. Cuando vio aparecer a un hombre de andar elegante y mirada atenta, asumió que ese debía ser el evaluador. Sonrió con nerviosismo y se puso recto, como si estuviera en una entrevista.   —Buen día, señor —saludó, serio pero amable. De verdad que era lindo. ¿habria problemas si lo invitaba a tomar un cafe luego?—¿Señor? —T’Challa alzó una ceja, confundido—. ¿No se supone que somos pareja en esta simulación?   Sam se quedó quieto, con media sonrisa congelada.   —¿Pareja…? —repitió.   Antes de que alguno pudiera aclararlo, la puerta se abrió de nuevo. Bucky entró luciendo una chaqueta arrugada y cara de haber sido arrastrado ahí contra su voluntad. trabaja en logística y mantenimiento de sistemas automatizados. Según su hoja de inscripción, debía simular una convivencia con un “orientador emocional” y un compañero de piso. Cuando vio a T’Challa parado en el centro de la sala, pensó que ese era el coordinador del taller. Y por la forma en que lo miraba —con una mezcla de evaluación y sospecha—, asumió que ya lo estaba juzgando.   - No me pidas que medite, ni que hable de mi infancia —dijo en voz alta, mientras dejaba su mochila en el suelo—. Estoy aquí por los puntos extra para el taller de resolución de conflictos, no porque me interese mejorar como ser humano.T’Challa lo miró sin comprender del todo. —¿Es parte del personaje o ya empezamos mal?—¿Personaje? —Bucky lo miró—. ¿No eres tú el que reparte los roles?—¿Yo?   Sam, en medio de ambos, levantó las manos.   —Un segundo. ¿Alguien sabe qué estamos haciendo acá?   La sala virtual se activó con un zumbido suave. Las paredes se transformaron en una versión simplificada de un departamento de dos ambientes. Había una cocina, un baño, una sala con tres sofás incompatibles y una voz digital que anunciaba:“Bienvenidos a su hogar compartido. En la siguiente hora deberán convivir como si se conocieran de toda la vida. Cooperen o perderán puntos de convivencia. Su primer reto: diseñar un calendario de limpieza y organizar la decoración de su sala de estar. ¡Suerte!”Los tres se quedaron en silencio. Luego se miraron con resignación.   —Yo propongo colores neutros —dijo T’Challa, en tono diplomático.—A mí no me gustan los colores —replicó Bucky, mientras se dejaba caer en un sillón que parecía diseñado para torturar espaldas.—¿Eso significa que prefieres vivir en la oscuridad absoluta? —preguntó Sam.—Significa que me da igual, mientras no tenga que compartir baño.   La siguiente hora fue un desfile de microdiscusiones y malentendidos. T’Challa intentaba ser amable con Sam, creyendo que actuaban como una pareja que debía superar diferencias domésticas. Le ofreció una taza de té simulado y se refirió a él como “querido” al menos tres veces, lo que ponía a Sam al borde de un cortocircuito.Sam, por su parte, trataba de impresionar a Bucky con ideas para mejorar la dinámica grupal, convencido de que él era su jefe en la simulación. Lo invitó a hacer ejercicios de respiración y hasta le sugirió una playlist de jazz suave.Bucky simplemente gruñía y murmuraba cosas como “esto es una secta” o “todo esto es una trampa”.   En un momento, la voz virtual anunció:“¡Felicitaciones! Han sobrevivido su primera convivencia. Ahora pasarán a la evaluación final.”   Las paredes se disolvieron y el entorno digital desapareció, revelando nuevamente la sala blanca del centro comunitario. Una pantalla flotante mostró los roles reales de cada participante. Silencio. Sam leyó la información, parpadeando.   —¿Tú no eras mi jefe?—¿Tú no eras mi pareja? —insistió T’Challa.—¿Ustedes dos no trabajaban acá? —intervino Bucky, incrédulo.   Se miraron. Luego, como si se tratara de un guion mal escrito, los tres rompieron a reír. Primero Sam, con una risa limpia; luego T’Challa, más contenido; y por último Bucky, con una carcajada rasposa que sacudió el aire.   —Supongo que funcionamos… aunque nadie sabía qué demonios estaba haciendo —dijo Sam.—No lo digas muy alto, podríamos terminar como instructores —agregó Bucky, sacando su chaqueta del suelo.   T’Challa los observó un segundo. Algo en esa hora compartida, con sus torpezas, tensiones y malentendidos, había dejado un eco cálido en el pecho.   —¿Café? —preguntó—. Sin roles, sin pantallas. Solo café.   Los otros dos asintieron. Afuera, la ciudad seguía latiendo como siempre, indiferente. Pero en esa esquina del centro comunitario, algo había cambiado.
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