ID de la obra: 837

31 Maneras De Decir Te Amo

Slash
G
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Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 93 páginas, 29.833 palabras, 31 capítulos
Descripción:
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Primer beso

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A mitad del cruce   Después del simulacro, cada uno volvió a su rutina con la sensación extraña de haber vivido algo íntimo con dos desconocidos. Habían intercambiado nombres reales al final, sí, pero no teléfonos, ni redes, ni promesas concretas. Solo risas incómodas y la tibieza de una conexión que ninguno supo explicar del todo. T’Challa pensaba en ello mientras hojeaba un cuaderno de notas en la terraza de su cafetería habitual. El sol filtraba sombras redondas sobre la mesa, y el café se enfriaba lentamente en su taza. No esperaba a nadie, pero una voz conocida rompió el murmullo del lugar. —¿Tú eres el tipo del baño compartido? —bromeó Sam, apoyándose en el borde de la silla vacía. T’Challa levantó la vista. Sonrió con los ojos primero, luego con la boca. Asintió. —El mismo. Y tú eres el que discutía conmigo por dónde guardar el detergente. Sam se sentó sin esperar invitación. Venía con una bolsa de panecillos recién horneados. Se notaba que había salido apurado, con el cabello algo revuelto y las mangas subidas sin cuidado. No pasaron cinco minutos antes de que llegara Bucky, caminando desde la esquina contraria, con expresión de quien no estaba seguro de si debía acercarse. Llevaba los auriculares colgando del cuello y un libro bajo el brazo. —Pensé que eran ustedes —dijo, sin sentarse todavía. Sam lo miró, luego a T’Challa. La silla entre ambos seguía vacía. T’Challa la empujó con el pie. —Ya sería demasiada coincidencia ignorarla —murmuró. Bucky se sentó. Nadie preguntó por qué estaba allí ni cómo los había encontrado. Tampoco hicieron falta saludos largos. La conversación fue torpe al principio, girando alrededor del clima, del café, de un anuncio que pasaba por la radio. Pero pronto, la calidez de la risa compartida volvió, esa que ya habían sentido en el ejercicio de simulación. Solo que ahora no había reglas, ni roles, ni guiones. Solo ellos. El plan surgió sin mucha lógica: acompañar a Sam a una feria comunitaria a unas cuadras, donde él debía entregar unos folletos. Caminaron juntos por veredas anchas, con los hombros a veces rozándose, sin apuro. En un punto, el semáforo cambió de rojo a verde, y los tres cruzaron la calle. El sol bajaba entre los edificios, dorando los bordes de todo. Y justo a mitad del cruce, con los autos detenidos y la ciudad vibrando en su rutina, Sam dijo“Si volvemos a cruzarnos así de casual otra vez… voy a empezar a creer que el universo quiere algo.” y T’Challa se rió, y Bucky también. Fue entonces que sucedió. No había prisa, pero tampoco control. Sus cuerpos se detuvieron a mitad del cruce, y en ese instante extraño de sincronía, los tres se inclinaron casi al mismo tiempo. Sus labios se rozaron entre dudas y miradas que no supieron esquivar. La ciudad parecía haber empujado ese instante hacia adelante. El beso no fue planeado. Ni grande. Ni perfecto. Fue un roce breve, torpe.T’Challa apenas alcanzó a cerrar los ojos. Sam tembló un poco al contacto, sorprendido, pero no se apartó. Bucky, entre ellos, dejó que el impulso lo guiara, girando apenas para rozar primero la comisura de Sam, luego la de T’Challa, como si no pudiera, ni quisiera, elegir.Nadie retrocedió. No hubo música, ni palabras, ni drama. Solo una proximidad inevitable, compartida, breve… y suficiente para cambiar algo en el aire.   No hablaron del beso. No ahí. No entonces. Solo cruzaron la calle hasta la otra acera, en silencio. Pero algo había cambiado. En la forma de caminar. En cómo se miraban.Y esta vez, nadie quiso despedirse del todo.
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