Olvido
12 de septiembre de 2025, 21:42
Modo despisteAquel viernes se arrastraba como si el tiempo mismo estuviera cansado. El calor urbano trepaba por las paredes de concreto, y el tránsito sonaba como una sinfonía lejana mientras T’Challa dejaba caer la cabeza contra el respaldo del asiento del auto. Sam conducía con una mano apoyada en la ventana, los lentes de sol algo torcidos por el apuro con el que había salido del consultorio. Bucky, desde el asiento trasero, mascaba chicle sin ganas.
—¿Qué olvidamos ahora? —preguntó Sam con tono resignado.
—Mi portátil. Está en la mesa del desayuno —contestó T’Challa, cerrando los ojos un segundo.
—Yo dejé el uniforme del taller en la lavandería… y tenía que usarlo mañana —agregó Bucky con un suspiro.
—Y yo… olvidé que hoy tenía la sesión con el capitán Harris —murmuró Sam, golpeando suavemente el volante con la palma.
Durante unos segundos hubo silencio.
Y luego, como si fuera un disparo suave en la tensión, los tres empezaron a reír.
No fue una risa escandalosa, sino de esas que vienen con el cansancio, con el alivio de no tener que fingir que todo va bien. Una risa compartida que soltaba presión y tejía complicidad.
—Estamos perdidos —dijo Bucky.
—Somos adultos funcionales, según el gobierno —añadió Sam, haciendo una seña para detenerse en una esquina.
Allí, al borde de una gasolinera con una carretilla vieja que vendía helados artesanales, estacionaron sin hablar mucho. Bajaron como si aquello hubiese sido planeado y no fruto del caos acumulado.
Pidieron sabores al azar: maracuyá, chocolate amargo, frutilla con menta. Se sentaron en la sombra de una caseta metálica, piernas estiradas y el helado derritiéndose entre risas flojas.
—¿Esto cuenta como cita? —preguntó Bucky, con un poco de helado en la barba.
—Cuenta como todo lo que necesitemos —respondió T’Challa, limpiándole con una servilleta.
Sam no dijo nada. Solo los miró y pensó que en medio de los olvidos, habían recordado lo importante: ellos.