TRES
12 de septiembre de 2025, 23:26
Su entrenamiento cambió.
Por primera vez desde que llegó, su rutina fue distinta. Inició más temprano y, en lugar de ir con su brigada, se quedó con una pequeña sección apartada.
Allí estaban los que no encajaban con los estándares del ejército... y quizá tampoco con los de la sociedad.
El grupo lo conformaban una mujer de baja estatura, un chico robusto que no parecía tener más de 18 años, y un joven delgado, de piel morena. A todos los había visto el primer día, con cinturones rojos.
Cinturones que simbolizaban que no estaban listos para el entrenamiento regular.
Ahora, él también llevaba uno.
Marshall suspiró, molesto. No era lo que había imaginado, pero sabía que tendría que esforzarse el doble si quería salir de allí.
—¡Hey! ¿Eres nuevo aquí? No te habíamos visto antes... Bueno, sí, pero no aquí. Con nosotros —dijo el chico robusto, algo incómodo—. En fin. Soy Rupert Carey, pero todos me llaman Rubble —le extendió la mano con una sonrisa.
—Marshall Byce...
—Ven, te presentaré al grupo. Como ya sabrás, somos los que estuvimos cerca de pasar... pero no fue suficiente. Nos toca un entrenamiento físico más intensivo para ponernos al nivel.
Rubble lo guió hasta donde los otros dos conversaban animadamente. Al verlos acercarse, se quedaron en silencio.
—Ella es Skyla, pero le decimos Skye. Y él es Zuma.
—Un gusto... —dijo Marshall, aunque en el fondo no sentía que debía relacionarse con ellos.
—Ahora que los conoces, debes saber que aquí realmente no hacemos mucho. Supuestamente estamos en entrenamiento intensivo... pero no hay ningún sargento a cargo.
Marshall echó un vistazo a su alrededor.
Estaban en una sala de pesas. Había suficiente equipo como para ocupar el espacio, pero claramente los habían dejado ahí sin supervisión, esperando que hicieran algo por su cuenta.
Suspiró. No tenía otra opción.
—Rubble... ¿puedo preguntar por qué no fueron aptos?
Los tres se miraron entre sí. Luego volvieron la mirada hacia Marshall.
—Yo no pude mantener el paso durante los kilómetros —dijo Rubble, encogiéndose de hombros, como si no le importara—. Tampoco pude cargar el peso requerido...
Zuma dudó unos segundos, pero finalmente habló:
—Tampoco cumplí con el mínimo de peso... y no sé nadar —desvió la mirada, avergonzado—. Cuando se enteraron, me enviaron aquí.
Finalmente, Skye intervino:
—En la carrera de obstáculos no pude subir las paredes más altas. Muchas veces me quedé abajo y caí en el barro.
Eran fallos reales. Problemas importantes. Cosas que afectaban directamente su capacidad de sobrevivir al entrenamiento.
Si se quedaban ahí, su camino militar sería mucho más largo.
—¿Y tú, Marshall?
—Soy muy torpe... —respondió, bajando la voz.
Se cubrió los brazos de forma inconsciente con las mangas del uniforme, ocultando los hematomas que empezaban a aparecer.
—Pues siéntete cómodo —dijo Zuma—. Quizá nos quedemos aquí un buen rato.
Marshall notó el desánimo en los rostros de todos.
No se veían como soldados.No se veían como personas que se entrenaban para algo real.
Quizá porque, en el fondo, sabían que nadie iba a venir a verlos.
Que no eran vistos.