TRECE (Entre mas me la mamas, mas me crece) [Mexican Joke]
12 de septiembre de 2025, 23:26
El segundo día comenzó con lo que, sin duda, sería la prueba más sencilla de las tres… o al menos eso parecía. Se trataba de una evaluación de fuerza física: peso muerto. Cada cadete debía demostrar cuánto era capaz de levantar. A pesar de su simplicidad aparente, esta prueba era crucial: definiría la posición base de cada uno en la clasificación general.
Marshall y Skye estaban bastante preocupados por Zuma. Sabían que, de los tres, el más fuerte en este aspecto era, sin duda, Rubble.
Después vendría la prueba de resistencia muscular: flexiones, dominadas y abdominales. Tal vez ahí él y Zuma podrían destacar. Y por último, cerrarían con la prueba de potencia muscular: salto de longitud. En esa no sabían quién destacaría… pero mientras lograran pasar las más importantes, estarían bien.
El primer evento dio inicio.
Uno a uno, los cadetes fueron pasando. Algunos levantaban pesos de hasta 100 kg, entre gritos y ovaciones.La fila avanzaba rápido, lo que solo lograba disparar su ansiedad. La suya… y la de su equipo, que trataba de disimularla con una charla ligera. Marshall lo notaba en cómo Zuma movía su pie derecho sin parar, o en cómo Skye se tocaba el cabello cada pocos segundos, como si intentara anclar sus pensamientos a tierra.
Él volvió a mirar al frente. Los números seguían subiendo, los récords cayendo.Y entonces lo vio.
Ese cabello castaño. Esa postura tan… tranquila.
Chase.
Estaba al otro lado de la fila, casi al final. Esperaba su turno con los brazos cruzados, como si todo esto fuera rutina. No mostraba ni ansiedad ni impaciencia. Casi parecía aburrido.
Marshall sintió que algo se retorcía en su estómago.Frunció el ceño.
No entendía por qué, por qué su vista siempre terminaba en él. ¡Era absurdo!Lo único bueno que podía decir sobre ese tipo era que era alto. Y... tal vez —ojo— tal vez no tan feo.Y bueno, también estaba el hecho de que todo se le daba malditamente bien.
Finalmente, la fila avanzó y llegó su turno. Le tocó con un cadete al que no conocía. Iniciaron con 50 kg, como todos. La carga aumentaba progresivamente si lograban levantarla correctamente.
Su oponente alcanzó 75 kg.Marshall lo superó con 98 kg.
No fue fácil, pero lo logró.Cuando terminó, se quedó para apoyar a Zuma, quien levantó 70. Luego ambos animaron a Skye, que logró 65.Y entonces llegó el momento esperado.
Rubble subía al escenario.
Y su oponente… era Chase.
Marshall contuvo el aliento sin querer.
Ambos se miraron brevemente antes de posicionarse.Esa clase de mirada que no decía nada, pero decía todo.
En cuestión de minutos, una multitud se formó alrededor. Todos querían ver al prodigio del batallón. La mayoría apostaba por Chase. Para ellos era impensable que alguien como Rubble —al que apodaban despectivamente "bola de manteca"— pudiera siquiera hacerle competencia.
Qué equivocados estaban.
La prueba avanzó con precisión. Los discos se apilaban. La tensión crecía.
Cuando el total en la barra alcanzó los 125 kg, la respiración del público se volvió contenida. Ambos cadetes estaban agotados, el sudor les recorría el rostro, los músculos temblaban bajo el esfuerzo.
Los gritos los envolvían.
Y entonces… sonó el silbato.
Solo uno levantó la barra.
Un murmullo recorrió la multitud. Algunos se miraron entre sí, sorprendidos, con los ojos bien abiertos.
Chase Wallas logró alzarla unos centímetros. Pero apenas sostuvo el peso, sus brazos cedieron y lo dejó caer.
Rubble, en cambio, la sostuvo.Varios segundos. Firme, cerca de su cadera.Y entonces, con control, la soltó.
El silencio se rompió en un estallido de asombro.
Rubble era oficialmente el más fuerte de toda la brigada.
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Marshall estaba allí, mirando en silencio a Chase. Estaba sentado con su grupo habitual —los matones de siempre— y por sus risas descontroladas era evidente que se burlaban de alguien. Probablemente de lo que había pasado en la prueba. Chase, sin embargo, solo comía. Sin sonreír. Sin decir una sola palabra.
Era difícil saber si le causaban gracia o si simplemente estaba aguantando el momento.
Ahora se encontraban en el descanso del almuerzo, cada quien con su MRE (Meal, Ready-to-Eat) por sus siglas en ingles que significaban, "Comida, lista para comer", esos paquetes cafés con comida lista para calentar con agua. No eran exactamente gourmet, pero después de horas de esfuerzo físico, sabían a gloria. Bueno… más o menos.La cantidad absurda de proteína en esos sobres había sido una tortura para su estómago los primeros tres días que llegó.
—Marshall. Tierra llamando a Marshall…
La voz de Zuma lo sacó de su ensoñación.
—¿Eh? ¿Qué?
—¿Todo bien? —insistió Skye—. Llevas rato viendo a esos idiotas.
Marshall abrió la boca para responder, pero no tuvo tiempo.
—No me digas que estás pensando en pelearte con ellos —añadió ella, con las cejas fruncidas. Su actitud cambiando rápidamente.
—¿Qué? ¡No! Claro que no —respondió, quizás demasiado rápido.
De pronto, un brazo pesado se enroscó sobre su cuello. Rubble soltó una risita sospechosamente suave.
—Déjalo, Skye. Seguro está pensando en su enamorada…
Marshall lo miró con incredulidad.¿De dónde coño había sacado eso? ¿Del culo, quizá?
—¿Qué? ¿Qué estás diciendo?
—Oh, no sé… Estás ido, distraído, medio soñador —dijo Rubble, encogiéndose de hombros—. Pensé que era porque estás enamorado. Digo, casi todos aquí se comprometieron o al menos salían con alguien antes de venir. Pensé que tú también.
Marshall parpadeó.Eso…
No es que no lo hubiera intentado. Pero nunca se dio el tiempo. Había estado demasiado ocupado preocupándose por ganarse la vida, cuidando a su abuela, pagando medicamentos para su madre. Y tampoco es que… se le antojara tanto.
No había salido con nadie. Nunca conectó con alguna chica. Y cuando pensaba en enamorarse, en casarse, en formar una familia… algo en su interior se tensaba. Como si estuviera caminando con zapatos que no le quedaban.
—No hay ninguna mujer —respondió al fin. Su voz salió más fría de lo que esperaba.
Y por alguna razón, decirlo en voz alta lo incomodó.
Debía haber alguna mujer.
Rubble siguió lanzando sus bromas. Zuma y Skye rieron un poco, pero Marshall apenas si los escuchaba. Fingía prestar atención, pero su mente se había ido a otro lado.A la mesa donde Chase seguía comiendo en silencio.
Y entonces… lo sintió.
Esa mirada.
No era cualquiera. Era fija. Casi punzante.
Se giró disimuladamente. Nadie parecía observarlo. Hasta que se topó con los ojos de Zuma.
Lo miraba en silencio, sin juzgarlo. Pero con una expresión… distinta.
¿Sospecha?¿Curiosidad?¿Duda?
No podía decirlo.Pero lo hizo sentir expuesto.