ID de la obra: 888

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Mezcla
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planificada Mini, escritos 267 páginas, 72.620 palabras, 58 capítulos
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CATORCE

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Las pruebas habían sido pausadas. Llevaban quizá más de quince minutos parados en formación. Todo el batallón estaba reunido. Marshall había regresado junto a su escuadrón del almuerzo, y ver de pronto cómo sus sargentos los interceptaron a gritos le hizo temer que algo malo había sucedido. No se equivocó cuando comenzaron a gritarles acerca de un pequeño incendio. Hablaron de cuán irresponsables eran por actuar como niños que no sabían apagar una simple fogata. Todos fueron castigados con limpiar el comedor después de que toda la brigada terminara de comer. No sonaba como la gran cosa, pero teniendo en cuenta que cada brigada tenía entre tres mil y cinco mil soldados... sí, no era nada divertido.Tampoco sería tan malo si eso reemplazara el resto de pruebas físicas, pero no. Primero terminarían lo establecido, y luego, después de la cena, usarían la noche para cumplir con el castigo del batallón. Marshall escuchó a los sargentos repetir esa frase que ya se les estaba quedando grabada en la cabeza:"Si un soldado comete un error, todos pagan." Injusto, para cualquiera que no estuviera acostumbrado a un ambiente como ese. Pero era parte del aprendizaje.Una regla así les enseñaba el verdadero significado del compañerismo. No el de las sonrisas y chistes, sino el real. El crudo. Ese que dice que, si alguien falla en el campo, alguien muere.Y no solo compañeros. También padres. Hermanos. Hijos. Esposos. Las siguientes pruebas físicas continuaron. Y aunque todos estaban agotados, su escuadrón logró salir bien parado. Incluso Skye, que destacaba cada vez más entre las demás mujeres. La última prueba fue dada, y los resultados finales llegaron. Marshall quedó en cuarto lugar.Solo por detrás de Quinn, ese tal Rocky, y Chase. Los mejores del grupo eran ellos cuatro.Y entre esos tres, Marshall era el único que no pertenecía al mismo grupo social. Quizá al inicio le habría importado eso. Quizá, en otra vida, le habría interesado ganarse un espacio en el círculo de Chase y sus matones.Pero ahora... no. Su amistad con Skye, Rubble y Zuma había llegado al punto de no intercambiable. Cuando escuchó su nombre por el altavoz y varios cadetes lo voltearon a ver con respeto, no supo cómo reaccionar.Una parte de él quería agachar la cabeza, como siempre.La otra, más nueva, más fuerte... quería sostener la mirada. —¡Marshall! —llamo su atención Rubble, con una sonrisa. —¡Eso es asombroso! Sabíamos que podías hacerlo. Marshall sonrió, aún con la respiración pesada.—No fue tanto chicos... Zuma comenzo a hacer bromas a la par que Skye le dedicaba una mirada y sonrisa suaves. A pesar de ese pequeño logro no sentía que fuese merecedor del reconocimiento de sus amigos. Había algo que le decía: "Por mamá, no la cagues ahora" Era solo el incio, tenia que regresar tan pronto como pudiera a su hogar. Con su mamá y abuela. ___________________________ La noche cayó rápidamente.Después de las últimas pruebas y cena, el castigo comenzó. El comedor apestaba a hombres que no se bañaron en la mañana y que tras las pruebas sudaron horriblemente. Las mesas estaban cubiertas de restos comida y basura de los demás cadetes que, tras conocer el castigo de su batallón decidieron dejar mas desastre. El escuadrón de Marshall, junto a los demás cadetes del batallón, habían sido distribuido por zonas.Skye y Zuma limpiando platos, Rubble moviendo mesas para hacer la limoieza mas accesible y Marshall… fue puesto a limpiar el piso. Con una escoba que era inútil por lo desgastada y dobladas que tenía las cuerdas. Empujaba la mugre acumulada mientras esquivaba charcos de sopa que harían mas batidero si las barría. Mientras limpiaba se acercó uno de los cadetes del grupito de Chase, Quinn. Caminando de manera soberbia, hombros alzados y mirada egocéntrica. —Mira nada más… el líder de los inadaptados limpiando el suelo. —Su voz era baja, pero venenosa. Marshall lo ignoró, suficientemente cansado como para querer discutir. —¿Te crees especial por quedar en cuarto? —preguntó Quinn, esta vez más cerca, invadiendo su espacio personal en un indicio de querer intimidar, hacerle retroceder. —No me creo nada. Solo estoy limpiando. Así que agarra tus humos y lárgate. —No te hagas el humilde. Todos te vieron. Todos escucharon tu nombre. Y tú ahí, como si no te importara. Marshall se detuvo por un segundo.No entendía por qué Quinn le hablaba así. No había hecho nada más que esforzarse.Algo en los ojos del otro chico lo incomodaba. Estaban oscuros, cargados de rabia hacia su persona. —Quinn, no estoy buscando problemas. Solo quiero terminar esto e irme a dormir. Hazme un favor y desaparecete. Quinn se vio ofendido oor la manera en la que le habló.—Ese es tu problema. Eres tan blando y al mismo tiempo tan engreído. Todos aquí buscan subir, ganar respeto. Pero tú... tú solo te tropiezas con suerte. No te mereces estar entre los primeros. No se siquiera como saliste de la cinta roja. Tú y tu grupido debieron quedarse en la cueva de los inútiles. Marshall apretó la escoba con fuerza. Podía insultarlo a el pero que dijera eso de sus amigos le encabronaba. —No fue suerte —dijo, firme. Tratando de mantener su paciencia. —¿No? ¿Y entonces qué fue? ¿Tu cara de bebé? ¿Tú amigo lloron? ¿Ñoño? ¿La marimacha? —Soltó una risa áspera—. Ustedes son una broma. ¿Sabes cuántos han caído para que inútiles como ustedes anden aquí queriendo fingir ser hombres? Marshall dio un paso hacia él, sin pensar. Impactó el rostro de Quinn con su puño. —No tienes idea de por que estoy aquí. O cualquiera de ellos. Así que cállate. Cierra tu puto hocico o juro que no respondo. Por un segundo, se hizo un silencio tenso. Quinn se acercó más, apenas a centímetros, sujetando la parte afectada de su rostro con su mano. —¿No respondes? ¿¡No respondes!? ¡Soy yo quien no responde, fenómeno! —le susurró de manera fuerte, con una sonrisa torcida—. Te lo haré pagar. Un codazo sutil pero intencional empujó a Marshall hacia el charco de sopa. Perdió el equilibrio y cayó de espalda, mojándose los pantalones y su camisa. —¡Marshall! —gritó Rubble desde el fondo—. ¿Qué pasó? ¿Estás bien? —Corrió en su dirección, asustado. Marshall se incorporó, empapado, los puños cerrados y su mandíbula tensa. Pero no dijo nada. Quinn ya se había alejado, fingiendo estar ocupado en otra zona junto a sus amigos, quienes reían. Zuma y Skye se acercaron a él en cuanto pudieron, y aunque Marshall insistió en que estaba bien, su rostro decía lo contrario. Mientras se limpiaba los restos de sopa con un trapo sucio, alzó la vista. Y lo vió. Junto a Quinn y su bola de tarados estaba Chase.No hacía nada. Solo observaba.La mirada fija. Una expresión neutra, imposible de leer.Como si no le importara. Marshall sintió algo desagradable en el estómago.No era solo vergüenza por que probablemente Chase vio todo. Sentia rabia. Esa forma en la que Chase miraba, como si él estuviera por encima de todos. Incluso de Quinn. Marshall sintió que Quinn y Chase eran iguales. Uno era un imbecil retorcido. El otro, un imbecil presumido. Apartó la vista.No quería darle el gusto de parecer afectado. Pero el enojo ya se le había clavado en lo mas profundo de si mismo. Esa noche, mientras seguían limpiando, Marshall solo podía pensar en que no confiaba en Chase.   Y que nunca lo haría.
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