VEINTITRES
12 de septiembre de 2025, 23:26
Estaban desayunando juntos otra vez.Skye y Zuma hablaban entre ellos de forma animada, mientras él y Rubble se mantenían en silencio.
Marshall miraba su plato, revolviéndolo con la cuchara mientras trataba de pensar.
Rubble estaba a su lado, y aun así, no sabía si debía disculparse o no. Aunque... teniendo en cuenta quién fue el que recibió el golpe, quizá no debería ser él quien lo hiciera.
—Marshall... siento haberte golpeado.Su voz sonó baja. Casi inaudible. Avergonzada.
—¿Mh? Oh. Bueno... sí... está bien. Supongo que lo... lo tenía merecido. No debí haberme comportado así con Zuma.
Rubble asintió.—Y sigo sin comprenderlo... estabas muy alterado. Estabas actuando... fuera de ti. No pude contenerme a golpearte por eso.
Marshall bajó la mirada al suelo, sin saber qué decir.No había justificación.—Yo... no lo sé aún. No puedo... no sé... no... Dios. No importa cómo trate de explicarlo. Sigue sonando tonto.
Soltó una risa seca, casi amarga.Se dio cuenta de que Skye y Zuma habían dejado de hablar entre ellos para escucharlo.
Aun si lo intentaba, no había una respuesta que no sonara hipócrita.Que no sonara llena de odio.
—Marshall... —la voz de Zuma lo hizo sobresaltarse. Seguía afectándole. Giró el rostro con lentitud para mirarlo, pero no pudo sostenerle la mirada más de dos segundos antes de que la imagen de él besándose con otro chico regresara a su mente.
No iba a odiarlo por eso.Pero tampoco quería sentirse obligado a aceptarlo.
—Ya me disculpé. —No pudo controlar cuán a la defensiva había sonado.— Perdóname. Yo...
—Está bien, Marshall... lo... lo entiendo. —La expresión de Zuma fue muy triste.
Lo estaba hiriendo. ¿Verdad?
Marshall se relamió los labios y luego habló:—Zuma... ¿te molesta si en nuestro tiempo libre voy a tu habitación y lo hablamos?
Los ojos de Zuma se iluminaron.
—S-sí.
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Estaban en su clase de defensa personal.Tenían que practicar movimientos de inmovilización... y también técnicas para matar.
No sabía exactamente cuántas clases llevaban hasta ese punto, pero, viendo que todos sus amigos ya tenían un nivel de defensa propia bastante considerable, supuso que pronto sería el final.
El instructor los emparejó con alguien de estatura similar, mismo género y mismo peso.
Le sorprendió no haber sido asignado con Zuma o con Quinn.
Sino con Chase.
Ahí estaba frente a él, sin mirarlo. Actuando como si no existiera.¿Cómo se atrevía? ¿Cómo podía actuar como si él fuera superior? ¿Como se atrevia después de todo lo que le dijo?
Cuando Chase por fin lo miró, se veía indiferente.
Ya no había esa curiosidad en sus ojos.Ya no lo miraba diferente a los demás.
No desde lo que pasó ese día.
Ya no sentía ese respeto que antes venía de Chase... y, aunque no quería admitirlo, le afectaba.
El instructor dio inicio a la pelea. El objetivo: derribar al oponente.
Marshall respiró hondo antes de lanzarse hacia Chase.
Solo tenía tres oportunidades.Y a la primera, Chase lo tiró al suelo.
—¡Wallas gana la primera!
Marshall lo miró desde el suelo, con el dolor vibrando en su espalda por la fuerza del impacto.
—Deja de verme así, presumido. —Habló en voz baja, solo para que Chase lo escuchara mientras se levantaba.
—No te estoy viendo de ninguna manera.
—Claro que sí. Me miras como si me odiaras. —Se puso en posición una vez estuvo de pie.
—No sé por qué te molesta, si el que me odia eres tú. —Frío. Indiferente.Chase estaba actuando justo como él siempre lo había tachado.Y eso... dolía.Porque antes no era así.
Vale, fue su culpa por haberlo golpeado primero.Pero lo había hecho en un momento de debilidad.
—Yo no... no sé de qué hablas. —El segundo round comenzó.
Esta vez duró un poco más. Buscó hacerle una llave o tomarlo desprevenido.
Chase lo esquivó.
—Lo sabes bien, albino. —Logró tomarlo por la cintura para intentar lanzarlo de espaldas.Marshall sujetó su pierna a la de Chase para evitarlo.
Bien.Sí.Lo sabía.
Pero ya no lo odiaba tanto.
—¿Y por qué estás tan... así?
—¿Así cómo? —Chase respiró con fuerza mientras trataba de quitárselo de encima.
—No lo sé...
El impacto contra el suelo lo sintió en el hombro.
Fue un dolor extraño. Uno que activó su rabia.
—Si no lo sabes, entonces no pierdas mi tiempo.
Marshall frotó su hombro mientras se levantaba. Preparándose para el tercer round. Chase limpio el sudor de su rostro con la manga de su camisa sin mirarlo.
—¿Qué te hice ademas del golpe? Se que actúe como un idiota y lo siento. De verdad.
—¿Idiota?
—Imbecil. ¿Bien? Actúe como un imbecil. Pero... estas actuando como si yo fuera mas que eso.
—¿Acaso no lo eres?
Chase lo miró esta vez a los ojos. Marshall tragó saliva con nerviosismo.El moreno tenía una extraña habilidad para ponerlo nervioso.
Pensó en lo que dijo Chase y se sintió ofendido.
—¿Tú crees que soy peor que un imbecil? —Su tono sonó bajo. Otra vez esa sensación de cuando le preguntó si estaba burlándose de él.
—Tú no entiendes nada, ¿verdad?
—¿Qué cosa? ¿Qué se supone que debería entender?
El silbato del instructor los obligó a tomar posición.
—No importa —murmuró Chase. Pero en su tono había una grieta.
Comenzaron.
Marshall atacó. Chase lo detuvo. Lo empujó. Pero no con la misma fuerza de antes.Y en medio del forcejeo, la voz de Chase volvió a colarse, baja, como si la arrastrara desde el fondo del pecho.
—Pensé que eras diferente.
Marshall se detuvo un momento.
—¿Diferente?
No hubo contestación, lo que avivó la rabia de Marshall.
—¡Marshall gana el tercer round!
Siguió el cuarto round.
Marshall atacó primero.No con rabia.Con decisión.
Chase intentó bloquearlo, pero su cuerpo estaba tenso. Las emociones pesaban. Marshall aprovechó la apertura y lo sujetó por el brazo, girándolo con una llave bien aprendida.
—¡Marshall gana el cuarto round!
El empate estaba sobre la mesa.
Por primera vez, Chase lo miró sin rabia. Solo... en silencio.
Se prepararon para el último.
Ambos sabían que el próximo derribe iba a marcar el final.Pero más que eso, iba a decir algo sobre lo que todavía quedaba entre ellos.
Chase lo volteó y casi lo tiró, pero Marshall se sostuvo. Le dio una patada en la pierna para hacerle perder el equilibrio, y ambos cayeron... pero esta vez fue Marshall quien quedó encima.
El instructor lo anunció, pero ni uno ni el otro se movieron de inmediato.Marshall lo miró desde arriba, con el pecho agitado.
—¿Qué es ser diferente para ti? ¿No ser como Quinn o tu bola de retrasados? ¿Ser como tú?
Chase lo miró con algo que no supo explicar. Quizá se pasó con lo que dijo.
Y al darse cuenta de lo que dijo se quitó de encima de Chase, con miedo.
Estaba haciéndolo otra vez.
—Chase... yo- no quise...
Pero Chase ya se estaba incorporando. Se sacudió el uniforme con torpeza no propia de él, sin mirarlo siquiera. Marshall tragó saliva. Su pecho dolía. Y no era por la pelea. Había lastimado din querer a Chase.
—Siempre lo haces —dijo Chase, sin rabia, sin gritos—. Lastimas primero y piensas después. ¿No? Eres experto en eso. Debí haberle hecho caso a Rock cuando me lo dijo.
Marshall abrió la boca. No sabía qué decir. Quería decir que no era cierto, pero sería mentir.Y Chase lo sabía.
—¿Y sabes qué es lo peor? —continuó Chase, sin levantar la voz—. Que yo... yo sí pensé que había algo más en ti. Que, con todo y lo idiota que eres, podrías ser...
Calló. Apretó la mandíbula y respiró hondo. Como si no quisiera decir lo que seguía.
—¿Ser qué...? —preguntó Marshall, con la voz rota.
Chase lo vió por fin. Esa vez sí lo miró. No con rabia. No con superioridad. Sino con algo que parecía decepción y cansancio a la vez.
—Diferente.
Silencio.
Era la misma palabra. ¿Ser diferente de que?
Marshall sintió que algo dentro de él se partía. No supo si fue su orgullo, su fachada o su propia mentira.
Diferente.
Porque podía sentirse diferente a los demás y al final, no lo era.
Él, que llevaba años fingiendo ser fuerte, intocable, duro para no demostrar cuánto le afectaban las cosas.
El instructor gritó que era suficiente. Que todos a las duchas.
Chase se alejó sin decir más. Caminaba con firmeza, pero sus hombros estaban tensos.Y Marshall no se movió. Se quedó ahí, mirando el suelo. Pensando en esa palabra.
Diferente.
¿Tan malo era ser diferente?
La victoria del combate no significaba nada ahora. No si eso significó lastimar con sus propias palabras a Chase.