ID de la obra: 888

BOOTCAMP

Mezcla
R
En progreso
0
autor
Fandom:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 267 páginas, 72.620 palabras, 58 capítulos
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
0 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

VEINTICUATRO

Ajustes de texto
Ese día, todo se sentía, quizá, demasiado tranquilo. Los instructores les habían dado un día libre. Nada de entrenamientos ni gritos. Nada, después del saludo matutino a la bandera. Marshall tenía un muy mal presentimiento con todo eso. No porque no disfrutara un día sin golpes, gritos, caídas o cosas por lanzar... sino porque, por más que intentara localizar a algún sargento o instructor, no había nadie. Había tensión en el aire. En la base. Al menos, él podía sentirla. Los demás no parecían notarlo. Los cadetes reían, algunos bebían si tenían edad suficiente, otros jugaban retas de básquet. Y a pesar de todo eso... quizá era una oportunidad. Una oportunidad para hablar con Zuma. O con Chase. Por alguna razón, hablar con el segundo se sentía más urgente. Había dicho cosas que no debía haber dicho, y no estuvo bien. Había sido grosero e hiriente. Otra vez. Le dijo a sus amigos que tenía que hablar con Chase y que luego los alcanzaría. Se extrañaron al principio, pero él les aseguró que estaría bien. Caminó por el sendero marcado, observando cómo las hojas de los árboles empezaban a volverse amarillas y rojas. El otoño se aproximaba. Lo anunciaban sin decir nada, como siempre. Siguió caminando hasta encontrar el lugar más apartado de la base. Ahí estaba. Sentado bajo un árbol, con un libro entre las manos. Cliché. Sí. Pero también... sonaba justo como algo que haría Chase. Se acercó con cuidado, sin invadir su espacio, pero lo suficiente como para que notara su presencia. Chase bajó el libro, aunque no alzó la mirada. —¿No estás muy lejos de tus amigos, albino? Su voz era fría. No cortante. No tajante. Solo... seria. —Creí... creí que te encontraría aquí —Marshall jugueteó con sus manos, nervioso. —Ajá. Ahora sabes por dónde irte. Marshall tragó saliva. Sabía que no iba a ser sencillo. Pero, rayos... tampoco esperaba tener que estar rogando como idiota. —Me iré. Solo creí que debía venir a disculparme contigo. Hizo todo lo posible para que su voz sonara firme, no temblorosa ni débil. Chase finalmente lo miró. Intrigado. —¿Disculparte? ¿Quién dijo que quería una disculpa? Marshall casi se acobarda al ver el ceño fruncido del otro. Pero decidió ser valiente. Por una maldita vez en su vida. —Perdóname por lo que te dije durante el entrenamiento ayer, Chase. No fue correcto. Ni justo. Y no es algo que... sea verdad. En un acto de puro valor, giró el rostro. No podía mirarlo. —Pero tú sentiste lo que dijiste, ¿no? No entiendo por qué tienes que venir a mí con falsedades. Ugh. Iba a ahorcarlo. ¿Por qué no podía simplemente hacerlo más fácil? ¿De verdad tenía que discutir? —Nada de lo que dije ayer lo sentía. Solo quería ganar la discusión... siendo hiriente. —Siendo un idiota. —Siendo un idiota. Sí. —Y un imbécil. —Uh... sí. Imbécil. —Cabrón. —...Cabrón. —Inmaduro. Marshall lo miró, ceño fruncido. ¿No era ya mucho ataque personal? Chase solo sonrió. Burlándose. —¿Entonces me vas a perdonar o no? Porque esto ya parece más una dinámica de insultos que una disculpa. —Es divertido insultarte. —Bueno... solo quería que supieras que lamento todo lo que dije ayer. Supongo que todo lo que tú dijiste —y sabes de mí— es cierto. Alzó los hombros, como si intentara restarle importancia. —¿Qué, exactamente? —Soy un cobarde. Y sí, no soy distinto a los otros. Lo cual es irónico, pero bueno... —Eso no hace que me caigas mejor. —Lo sé, lo sé. Pero déjame terminar. Sé que no soy la mejor persona del mundo, pero... creo que no quiero seguir siendo así. Empezó a caminar en círculos alrededor de Chase, intentando liberar sus nervios. —¿Seguir siendo tan mierda? —Sí. No quiero seguir lastimando a mis amigos. —¿Por qué me dices esto, Marshall? No creo que sea solo porque sí. Chase cerró su libro y se puso de pie. —Creo que... el primer error lo cometí contigo. Se detuvo. Luego lo miró. —¿Conmigo? —Yo te odio. —el silencio que siguió fue incómodo—. O eso creo. Más bien, te odiaba. No soportaba estar cerca de ti. —Me estás haciendo cuestionarme si eres perdonable. O escuchable. Marshall no pudo evitar soltar una risa. —Lo sé, suena mal. Pero... hoy puedo decir que no solo Zuma salió de mi molde preestablecido. Tú también. Creía que eras creído, egocéntrico. Y ciertamente lo eres. Pero... no eres tan malo como pensé. Chase alzó una ceja. —Creo que no te voy a perdonar. Adiós. Se dio la vuelta, caminando en dirección contraria. Marshall, al ver que se alejaba, intentó seguirlo... pero tropezó con una piedra y terminó cayendo justo encima de él, arrastrándolo al suelo con él. Chase quedó al lado de Marshall, ambos con la mirada puesta en el cielo. Azul, con unas pocas nubes adornándolo. Ninguno se movió. Sentían que aún quedaba algo por decir. —Chase... —Primero me insultas y luego me tiras al suelo... —Perdóname. —¿Por tirarme al suelo? —Sí... y por haber dicho esas cosas. No lo merecías. No cuando tú has estado ayudándome tanto estos días. —Yo no te he ayudado. —Eres un mentiroso. Me ayudaste en la cámara de gas, después del gas pimienta... te preocupaste por mis heridas y... estuviste ahí cuando terminé la simulación. En ese momento tuve... tuve miedo. Chase se quedó en silencio. No esperaba un agradecimiento. Y tal vez, Marshall no era tan cobarde después de todo. —Te perdono. Pero si vuelves a ser un imbécil, te devuelvo el golpe que me diste aquella vez. —Me parece justo. Ambos se quedaron ahí, sin moverse. Disfrutando del extraño momento. —Marshall. ¿Escuchas eso? —¿Qué cosa? Chase se incorporó de inmediato, casi por instinto. Alzó la mirada al cielo, que seguía despejado. De pronto se levantó y tomó a Marshall de la mano para jalarlo hacia el árbol. —¿Chase? ¿Qué ocurre? —Agáchate. —Había un tronco caído. Lo usaron para cubrirse detrás de él. —Chase... —Esos no suenan como nuestros aviones, Marshall. —Yo no escucho na... —Un fuerte zumbido, como algo aproximándose a toda velocidad, lo interrumpió. —...da... Encima de ellos pasaron varios aviones de color gris. Tan rápidos como ruidosos. Y entonces empezaron las explosiones en la base. Miles de balas estallaron contra los edificios.
0 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)