ID de la obra: 888

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Mezcla
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planificada Mini, escritos 267 páginas, 72.620 palabras, 58 capítulos
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VEINTISEIS

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—Apóyate en la pared, Chase. —Estoy bien. No me trates como a un inútil. —Chase actuaba como si su orgullo estuviera siendo herido. Eso hizo molestar a Marshall. —Que te quedes en espera a que te saquen la puta bala del brazo no te hace un maldito inútil. —Su voz sonó brusca, rabiosa—. El que te quejes por tu jodido orgullo es insoportable. Casi morimos ahí afuera. ¡Miles murieron! ¡Otros cientos están heridos aquí, y eso no los hace inútiles! Marshall agarró a Chase del cuello de la camisa. Quería golpearlo. Quería romperle la maldita cara. Pero no pudo. Porque eso haría más daño que bien. Seguía pensando en el cadete que vio junto al cuerpo de su amigo. Fue duro, frío y cruel. Fue crudo.Y el que estuviera herido, o cualquiera ahí, no los volvía inútiles. —Lo siento, Marshall. Chase lo sacó de sus pensamientos. Lo soltó al instante y se alejó un poco. —No actúes como el imbécil. Se supone que entre los dos yo lo soy. No tú. Chase suavizó su rostro. No supo en qué momento lo había tensado tanto, pero ya podía relajarse un poco más. —Estaré bien, Marshall. —Marshall no lo comprendió hasta que Chase continuó—. Ve y busca a tus amigos. No tuvo que decir más, pero, inseguro y viéndolo una vez más, se encaminó en busca de sus compañeros. No se sentía bien dejando a Chase, pero tampoco quería quedarse con la duda de si sus amigos estaban vivos o muertos. Caminó por donde le era posible el paso, observando. Buscando cualquier cosa que le fuera remotamente familiar.Más pronto que tarde, ayudando a los heridos, vio a Skye. Estaba vendando la cabeza de un cadete que sangraba mucho. —Skye. Dijo al estar lo suficientemente cerca de su amiga. Skye detuvo sus manos y luego continuó lo que estaba haciendo hasta terminar. Al darle el visto bueno al cadete, volteó rápidamente a ver a Marshall. Ahí estaba. Vivo. Corrió hacia él y lo abrazó. Tan fuerte que el albino tuvo que pedirle respirar. —¡Idiota! Pensé... pensé que no sobrevivirías. La mujer se permitió quebrarse frente a él. Como si solo hubiera estado esperando la señal para dejar ir su angustia. Marshall la tomó del rostro mientras Skye lo abrazaba por la cintura. Ambos se veían. Marshall buscaba cualquier herida en su rostro. —¿Cómo estás? —Ilesa. Pero no puedo decir lo mismo de los demás. Marshall la soltó suavemente. —¿Zuma...? ¿Rubble? Tuvo miedo de preguntar, y ella se separó. —Zuma está con Rocky... lo hirieron. Y... Rubble... Rubble está afuera. Se quedó arriba para ayudar a los que vienen. Lo debiste haber visto. —No lo hice... creo que estaba muy desorientado. —Entiendo. Al menos estás bien. —Sí... no puedo decir lo mismo de Chase. El idiota fue disparado. —Apuntó en su dirección. Skye se fijó en esa dirección. El moreno descansaba en la pared, dormido. —Me alegra que estén bien... que no estés muerto. —A mí también... ahora... iré a ver a Zuma. Skye apuntó hacia donde estaba Zuma. Marshall agradeció y caminó en esa dirección.El camino al otro lado del gran sótano fue una tortura. La gente sufría a su alrededor y él no podía hacer nada. Logró divisar a Zuma acostado en una camilla y a Rocky a su lado.Marshall hizo una mueca de incomodidad, pero trató de disimularla antes de llegar. —Marshall... —La voz de Zuma sonó suave, como si el simple hecho de pronunciar alguna palabra le doliera. —Zuma. Dios mío. ¿Estás bien? ¿Qué fue lo que pasó? —Se acercó a él rápidamente para tomarlo de la mano e ignoró al peligris. —Me... me dispararon. —Marshall volteó a ver hacia abajo. Estaba vendado del pecho y abdomen—. No es tan grave... sobreviviré. Marshall sintió cómo el nudo comenzaba a formarse en su garganta. Dolía saber que pudo haber perdido a su amigo sin hacer las paces. —Zuma... Zuma, perdóname. Lo siento... lo siento... —Se lamentó y rogó—. Perdón. —¿Por qué te disculpas? —Porque... porque no entendí nunca que eres importante para mí... —Marshall ocultó su rostro entre sus manos sujetas a la de Zuma. —¿Marshall? —He sido un imbécil. Así que déjame hablar. —Zuma no dijo nada más, así que continuó—. Creí... creí que lo que hacías era más importante que tu vida... pero hoy... hoy temí no volver a verte. Supe que no era verdad. No importa a quién quieras, jamás querré verte muerto... —Creo que debemos hablar sobre lo que viste, Marshall... —Zuma le hizo un gesto a Rocky para que se fuera. Marshall asintió y esperó. —Se que... se que lo que hay entre Rocky y yo... no es algo muy normal. —Marshall asintió. —Pero... no le hacemos daño a nadie. No busco que me entiendas... sino que solo lo respetes. —Marshall hizo una mueca. —Se que es difícil para ti. Y para todos. Pero... yo no puedo elegir quien me gusta Marshall. —¿Pero tiene que ser un hombre? —Durante muchos años me aferré a la idea de casarme con una mujer... —Marshall lo miró. No comprendía. —No importaba cuanto intentara amar a una mujer, no podía verla... atrayente. Jamás me llamaron la atención. Lo intenté... lo intenté mucho... pero no se sentía correcto. No sé sentía como si fuera yo. Marshall sintió como la sangre de su cuerpo de helaba. —¿A que te refieres con que no sentías que eras tú? —Era como... ponerme unos zapatos que no encajaba bien. Como... tener que fingir. Marshall soltó a Zuma. Afectado por las sensaciones descritas. El sentía lo mismo. Pero siempre creyó que era normal. Que eso significaba gustar de alguien. —¿Marshall? ¿Estás bien? Te ves... pálido. —Yo... yo... si... continua. —Bueno... pues si soy un fenómeno Marshall. Pero... así soy libre. Soy feliz. —¿Qué piensan tus padres? Esa pregunta tomó desprevenido al chico de tez oscura. Su expresión se volvió deprimente. —Ellos... ellos dicen que es un error y que solo traigo vergüenza a la familia. —Marshall asintió. Lo comprendía. —Por eso estoy aquí. Para llevarles el orgullo que te dije antes. ¿No? Para... para que puedan tener un hijo del que sentirse orgullosos aunque sea diferente. —Por orgullo... lo recuerdo... serás el primero en ir a la universidad de tu familia ¿no? —Exacto. Dejare de ser la deshonra y los hare sentirse orgullosos de su hijo, de que aunque provenimos de una familia de esclavos y yo soy... uhm... diferente. Los beneficios son muchos también, ya sabes, médicos y económicos. Aun si eso significa recibir un disparo. —Zuma se rio pero tuvo que parar al sentir el dolor en su estómago. —Mejor descansa Zuma. El albino estuvo por irse. —Marshall. —¿Si? —Gracias por escucharme. —Me alegra que estés vivo. Mantente así... por favor.
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