CUARENTA Y SEIS
12 de septiembre de 2025, 23:26
La ceremonia de graduación concluyó tras dos largas horas. Todos estaban formales, uniformados con el traje de gala azul. Las familias rodeaban a los cadetes convertidos en soldados, observando orgullosas cómo habían completado (casi ilesos) su entrenamiento básico.
Durante la ceremonia, se hizo una conmemoración especial para los cadetes y soldados caídos en los ataques a Fort Jackson y Fort Vent.
Se guardó un minuto de silencio en modo de respeto.
Luego, se procedió a la entrega de medallas.
Los soldados que participaron activamente en combate y dispararon contra el enemigo recibieron la Insignia de Acción en Combate. Chase fue incluido en esa categoría.
Por su servicio médico improvisado y eficaz durante los ataques, Marshall y Skye fueron condecorados con la Medalla de Encomio del Ejército.
A Chase también se le otorgó la Medalla al Logro del Ejército, por haber demostrado liderazgo en condiciones extremas, tomar decisiones tácticas clave y proteger a sus compañeros en medio del caos.
Pero no fue la única que recibió.
Por su valentía al organizar la defensa, cubrir a sus compañeros y ser una de las razones por las que el enemigo terminó por retirarse, Chase fue reconocido con la Medalla de Encomio del Ejército con Distintivo de Valor.
Y finalmente, la Medalla del Corazón Púrpura fue entregada a todos los soldados y cadetes que resultaron heridos por fuego enemigo durante los ataques en ambas bases: Zuma, Chase, Marshall, y muchos otros cuyos nombres se recordarán por lo que resistieron.
Al finalizar la ceremonia, todos tuvieron la oportunidad de reunirse con sus familias. Las risas, los abrazos y las lágrimas era lo único que se podia ver en aquel gran salón.
Marshall se quedó de pie, apartado en una esquina.
Su abuela no había podido asistir por el delicado estado de salud de su madre. Sí, estaba triste.Le hubiera gustado compartir ese momento con ellas.Pero no había nada que pudiera hacer al respecto.
Especialmente al ver a Skye fundirse en abrazos con sus padres y hermanos. O a Rubble, rodeado por los brazos cálidos de su madre, que no paraba de besarlo y sonreírle.
El único que, además de él, no había recibido ninguna visita era Zuma.Aunque al menos él no estaba solo. Estaba junto a Rocky, charlando. Sonrió ante esto. Eran tan obvios que no se sorprendería si alguien mas ademas de él y Chase supiera lo que hay entre esos dos.
Marshall bebía agua de una botella.Sus pies dolían por haber estado de pie tanto tiempo por los largos discursos de los instructores. Claro que hubo sillas en las que se sentaron pero gran parte de la ceremonia consistió de ellos manteniéndose de pie.
A lo lejos, algo llamó su atención.
Chase, parado junto a sus padres.Una mujer muy bajita (seguramente su madre) le sostenía el rostro con ambas manos, hablándole con ternura. Chase se veía avergonzado, pero le sonreía con suavidad. Con cariño.
Jo-der.
Una escena que merecía ser prohibida para corazones sensibles.
No sabía qué le estaban diciendo, pero por la expresión de Chase, parecía algo bueno.
Marshall tragó saliva.
Quería estar con su familia.Quería verlas.Pero todavía le quedaban dieciséis semanas de entrenamiento especializado antes de poder siquiera pensar en regresar a casa.
Lo único bueno era que, ahora, oficialmente podía incluir a su madre y a su abuela en su seguro médico. Y por fin empezar a mandarles dinero.
Su madre recibiría tratamiento.De verdad.Por fin.
Pensó en retirarse de ese salón.
Habia demasiado amor flotando en el aire que le daba náuseas.Sarcásticamente hablando, claro.
Salió del salón de eventos sin hacer ruido, caminando por los pasillos en dirección a los dormitorios. Buscaba su ropa normal.Ese día sería libre, para convivir con las familias. Pero él usaría ese tiempo para lo suyo: preparar su mochila, organizar su equipo. Pensar.
Sí.Pronto serían enviados a distintas bases.Ahora que el entrenamiento básico había terminado, lo que seguía era instrucción especializada, de acuerdo con lo que firmaron en su contrato.
En su caso, serían dieciséis semanas enfocadas en medicina militar.Quizás menos, considerando su experiencia reciente en el campo de batalla.
Después de guardar todo con orden dentro de su mochila táctica, su mirada se posó en la cama de Chase.
Impecable, como siempre.
Se acercó y pasó la mano por encima, lento, casi sin pensar.Le vino un pensamiento fugaz.
¿Tendría su olor?
Parecía un loco, lo sabía.Pero aún así se recostó sobre la cama.
La esencia de Chase seguía ahí.Tan suave e imposible de explicar.
Y entonces, sin querer, se quedó dormido.No sabía si era por el agotamiento acumulado......o por la extraña paz que esa esencia le provocaba.Como si, por un momento, todo estuviera bien.
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Había pasado aproximadamente una hora y media cuando Chase regresó.
Y se encontró con una escena inesperada:Marshall, dormido en su cama.
—De todos los lugares...
Soltó un suspiro. No lo entendía... pero no le molestaba.Después de todo, compartir espacio con Marshall se había vuelto casi una costumbre.
Tras dudar un poco, se sentó a su lado.
Tan tranquilo... tan en paz.
Sus manos le picaban, y no pudo resistirse. Las deslizó con suavidad por el cabello corto de Marshall.Estaba limpio. Seguro se había duchado, porque no llevaba el uniforme ni gel en el pelo.
Tragó saliva, sintiendo cómo algo se apretaba en su pecho.Verlo ahí, tan cerca, durmiendo con tanta calma, le provocaba una extraña sensación de serenidad.
Su mano se movió sola, del cabello al rostro.Con el dedo índice recorrió la línea de sus pómulos, luego las mejillas, deslizándose con cuidado sobre sus pecas.
Antes de llegar a los dormitorios, Chase había pasado por la oficina del instructor.Le entregaron una carta con la información sobre la base a la que sería enviado para estudiar su especialización.También le dieron la carta dirigida a Marshall, con el mismo propósito.
Recordaba que "médico de combate" y "policía militar", aunque eran especializaciones distintas, a veces trabajaban juntos.Tal vez podrían verse de vez en cuando.
Pero... ¿sería suficiente?¿Qué pasaría si atacaban otra base?¿Qué ocurriría si algo le sucedía a Marshall y él no estaba ahí para evitarlo?
—¿...Chase...?
La mano del moreno se detuvo al instante sobre su cabello, alejándola de inmediato.
—Despertaste.
—Creí que te quedarías más tiempo con tus padres.
Chase negó con la cabeza.
—Tú sabes cómo es mi padre. Empezó a ponerse difícil y preferí irme.
—¿Y tu mamá?
Chase alzó los hombros, indiferente.
—Ya sabe cómo somos.
Marshall asintió, incorporándose en la cama.
—Te robé tu barraca.
—Sí. Lo noté. ¿Y eso? ¿Qué haces aquí?
—Uh... —Su rostro se sonrojó ligeramente—. Es que vi tu cama tan ordenada... y me dieron ganas de acostarme solo para desacomodarla y fastidiarte.
Chase alzó una ceja.
—¿En serio? —Estaba por decir algo más hasta que notó cómo Marshall se fijaba en los sobres que llevaba en las manos—. Ah... sí. Estas son las cartas con la ubicación y la información sobre nuestra especialidad y los lugares a los que seremos desplegados.
Marshall frunció el ceño.
—¿Significa que nos vamos a separar...?
—Eso creo. Deberías ver en qué base te tocó. Quizá no esté tan lejos de la mía.
—¿Dónde te tocó a ti?
—Fort Monroe.
Marshall asintió, tomó su carta y la abrió para leerla.Tras unos segundos, miró a Chase con una expresión de decepción.
—¿Marshall? —Chase se preocupó. Tal vez le había tocado una base muy lejana, o una que ni conocía—. ¿Qué pasó? ¿Dónde es?
—Chase...
—Marshall. No importa dónde te tocó. Puedo hablar con mi padre para hacer arreglos y-
—¿Arreglos? Chase, no me digas que eres capaz de eso. —El ceño fruncido de Marshall fue casi una amenaza.
—Bueno... ¿qué quieres que haga?
—Aguantarme.
Chase parpadeó, confundido.
—¿Aguantarte?
—Sí. Porque de mí no te deshaces tan fácil.
Su expresión cambió de decepción a euforia en un segundo. Estaba tan contento que terminó abalanzándose sobre Chase para darle un abrazo.
Un abrazo.
Chase sonrió con las mejillas encendidas, mientras lo sentía reírse contra su pecho. Lo tomó de los brazos para separarlo un poco.
—Sigo sin entender... ¿eso quiere decir que tu base no está tan lejos?
—Chase. Estoy en la misma base que tú.
Se quedó perplejo.
—¿Qué?
—También seré desplegado a Fort Monroe.
Chase sonrió. Soltó una risa breve, mezcla de emoción y confusión.
—Eso es fantástico.
—Lo sé. Pero no lo entiendo. ¿No se supone que cada especialidad tiene una base distinta?
—Mm... sí, pero creo que puede ser un centro de entrenamiento multiespecialidad. Muchos se abren en momentos de crisis política o guerra. —Se quedó pensando—. Quizá los ataques a Fort Jackson y Fort Vent provocaron eso.
Marshall asintió, comprendiendo. Y de pronto, se dio cuenta de que estaba peligrosamente cerca de Chase. Se apartó antes de que el moreno lo notara.
—Bueno. —Se levantó de la cama—. Tomé una siesta, así que no tengo sueño. No nos desplegarán hasta mañana en la madrugada, y como el entrenamiento ya terminó, estamos libres. —Se fijó en el reloj. Eran las 6:40 p.m.—. Mm... tengo dos horas para hacer nada.
—¿Por qué no llamas a tu familia?
Sugirió Chase. Marshall se tensó.
—Uh... bueno... no les he marcado desde que llegué aquí.
—¿Qué? ¿Por qué no? —La confusión de Chase era genuina.
—Es que... no sé. Cuando me fui no quedamos en muy buenos términos mi mamá y yo. Quiero esperar hasta terminar mi entrenamiento para verla.
—Marshall... eso no es bueno.
—Lo sé, lo sé. Y antes de que empieces a regañarme: he contestado sus cartas. Solo... no quiero verla. No quiero ver qué tan mal se ve.
Le dio la espalda. No quería que lo mirara a la cara. Sabía que si Chase lo veía, sería capaz de convencerlo.
—Sería aceptar que esto... pronto llegará a su fin.
Como no recibió respuesta, se giró. Chase ya no estaba sentado en su cama, sino justo detrás de él. Sus rostros casi chocaron cuando volteó.
Aun así, ninguno se apartó.
—Yo te entiendo. Pero podrías arrepentirte si algo pasa.
—¿No sería esa mi decisión?
—Sí, lo es. Solo que... no querrás cargar con una culpa así. Créeme.
Marshall tragó saliva. Estaba perdiéndose de la conversación por observar los labios de Chase. Tan atrayentes.¿Su sabor sería dulce? ¿O amargo como el café que toma por las mañanas?
—Chase... ¿alguna vez...?
Antes siquiera de poder acercarse más, fueron interrumpidos por golpes fuertes en la puerta.Se separaron tan rápido que hasta ellos mismos se sorprendieron.
—¿Chaser? ¿Estás?
Era una voz algo gruesa.
—Es Robert.
—¿Quién?
—Rock.
—Otra vez.
—Rocky. Evans.
—Ah~ el novio de Zuma.
—Sí. El novio de- ¿Qué? ¿Ya son novios?
—Eso creo. La última vez que hablé con Zuma me dijo que lo que sentía por ese idiota era real.
Chase asintió.
—Ya.
Marshall fue a sentarse en su cama. Y entonces le cayó el veinte como una cubetada de agua fría.
¿Qué mierda estuvo a punto de pasar entre él y Chase?
¿Acaso... estuvieron por besarse?
No.
NO.
Él no es maricón.Y menos Chase....Bien. Quizá él mismo se esté volviendo un poco maricón, pero... ¿Chase?
No.No era posible.