ID de la obra: 911

Marizza & Pablo - Tercera temporada (Pablizza)

Het
NC-17
Finalizada
0
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
505 páginas, 191.839 palabras, 31 capítulos
Descripción:
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Capítulo 3

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Marizza se admiraba en el espejo del baño, mientras observaba su cuerpo semi desnudo tapado únicamente con el traje de baño de dos piezas. La parte de abajo, dejaba al aire su trasero, pues era de tanga. No era la primera vez que utilizaba uno de este estilo. En el Vacance Club en 3 año lo había llevado, pero ahora, lo llevaba puesto por un motivo: provocar a Pablo y obtener una reacción de él. Necesitaba saber que realmente le calentaba. Pero ella, por más que se admiraba su reflejo, su cuerpo y sus curvas, Marizza se veía poca cosa. Sentía que ella nunca sería suficiente. Ni para Pablo ni para ningún hombre. Desde que había tenido esa conversación con Pilar sus inseguridades sobre su aspecto físico que durante años había tratado de esconder, habían surgido a flote de nuevo. Se dio la vuelta y admiro su trasero y sintió como un nudo en la garganta se apoderaba de ella. POM, POM, POM... Marizza dio un sobresalto ante los golpes en la puerta. - ¿Se puede saber que estás haciendo allá dentro, nena? –Preguntó Mia volviendo a dar otro golpe. – Llevas media hora. -Ay nena, vos te tiras una hora y nadie te dice nada. – Chilló Marizza, tratando de tragarse sus sentimientos. Se acomodó la parte superior y se ató un pareo encima de su trasero. -Y obvio... Necesito cuidar mi cabello. –Escuchó que decía Mia, a la par que abría la puerta. -Ya estoy. - ¿Estas bien? –Preguntó Mia. -Obvio, ¿nos vamos? – preguntó Marizza a Mia quien ya llevaba puesto un vestido, playero y Lujan la esperaba en la puerta. - ¿No pensás ponerte nada encima? – preguntó Mia mirándola de arriba abajo como solo iba el traje de baño. -Y no... ¿Vamos? – Volvió a preguntar mientras pasó por delante de Lujan quien le miró frunciendo el ceño, sabiendo las intenciones de su amiga. ****** Manuel y Pablo estaban en el hall esperando a que las chicas bajaran de sus habitaciones para pasar el día en la playa. Franco y Sonia ya habían anunciado que les dejaban el día a solas pero que se verían a la hora del almuerzo. Entre los chicos decidieron pasar el día en la playa. -Por cierto, ¿cómo te encontrás? –le preguntó Pablo a Manu. Pablo se sentó en el sofá y se apoyó sus codos a sus rodillas. Manuel le miró y sonrió. -La verdad es que estoy de 10. No tengo ninguna secuela ni nada, y me acuerdo de todo. - ¡Que groso! -Che, nunca te lo agradecí, pero gracias por todo lo que hiciste por mí en el hospital. -Nada. - ¿Cómo que nada? Boludo, estuviste conmigo en esos momentos que no recordaba nada. Y pensar que, al principio de conocerte, pensé que eras un estúpido. -Ah muy bueno, gracias eh – Dijo Pablo riéndose. –Me alegro que hayas cambiado de opinión. -Fíjate que conseguiste que Marizza cambiara de opinión también. -Eso aún no me explico. –Dijo Pablo negando con la cabeza haciendo reír a Manu. -Misterios. –Pablo sonrió. -En serio, hermano, me alegro de tenerte como amigo. No estaría acá sino fuera por todo lo que me ayudaste. Nunca lo olvidaré. -Che, como me sigas diciendo cosas lindas, voy a tener que partirte la boca. –Dijo Pablo bromeando ante sus palabras. - ¿A qué esperas? Vení acá. –Le dijo Manu agarrándole de la ramera y tirando hacia él, haciendo el intento de besarle. -Quita, boludo. –Pablo se separaba de él tratando que Manu no le besara. -Pero ¿qué hacen? Los dos chicos se separaron con rapidez al escuchar la voz de Marizza. Los dos chicos miraron a las tres chicas que les miraban con cara de circunstancias. Mia miraba a su novio con la boca abierta y ofendida, Marizza fruncía el ceño sin entender nada, mientras que Lujan parecía que iba a estallar en una carcajada de un momento a otro. -Nada. Nada. –Dijeron los dos a la vez. Recomponiéndose como si les hubieran pillado haciendo algo que no debían pero no dudaron en compartir una mirada divertida. -Me parece que tanto compartir la misma habitación los estamos perdiendo, eh. ¿Me querés levantar a mi novio, Manuel? ¿Me estás jodiendo? –Dijo Marizza cruzando los brazos - ¿No tenés suficiente con la histérica de Mia? -Nena, que estoy acá. – Dijo Mia ofendida. –Y además mi novio es mío y de nadie más. -Pues avisa a Pablo. –Dijo Marizza, mirando a los ojos de su novio. -Parece que no solo voy a tener que preocuparme por las minas a partir de ahora. Sino también de los pibes... A pesar de que hubo un toque de humor, Pablo intuyo que ahí había algún tipo de advertencia. El rubio se levantó de su asiento y se acercó a su novia y le besó ardientemente sin importar que los demás les observaran. -No hay ninguna mina o pibe del que te tengas preocupar, ¿sí? –Susurró cuando se separó. -Ni Manu. –Preguntó Marizza con seriedad, pero con humor en sus ojos. Lo dijo lo suficientemente alto, para que Mia y Manu le escucharan. Mia puso los ojos en blanco mientras él se reía. -Ni Manu – Recalcó el con una sonrisa. -Eso me dolió, Pablito, yo pensé que lo nuestro era serio. –Dijo Manuel observando a sus amigos besarse de nuevo y sonrió a los dos quienes se reían. -Bueno, podemos ir a la playa. –Masculló Lujan cansada. ******* Caminaron en grupo por la arena buscando un lugar donde poder pasar la mañana. Agarrados de la mano, Marizza y Pablo iban caminando mientras Marizza hablaba con Lujan contándole una anécdota sobre sus vacaciones en Hawái con su mama, y Pablo hablaba con Manuel sobre el estado del agua. -Che parece profunda. –Dijo Manuel, cuando observó con más detenimiento el mar. -Y sí... - Afirmó Pablo desde su posición, sin darse cuenta que Marizza ya estaba estirada en la hamaca de playa. - ¿Pabli me ayudas con la crema para el sol? – Dijo Marizza con voz melosa. La adolescente estiró boca abajo sin esperar a que éste le dijera que sí. Marizza le señalo la crema solar y se deshizo el nudo de la parte superior del bañador para que Pablo pudiera distribuir la crema por su espalda. -Eh, s-sí, claro... -tartamudeo el rubio mientras dio una mirada al cuerpo de su novia, en especial a su trasero, ya que el traje de baño apenas dejaba lugar a la imaginación. Pablo hecho la crema en su mano y después la paso por la espalda de su novia. Sentir su piel sedosa bajo sus manos hizo que una corriente eléctrica se apoderara de su cuerpo. -Ya está. –Dijo de repente de Pablo, sin apenas haber acabado con la crema. –Che, quien se quiere meter al agua... - Preguntó levantándose y casi corriendo hacia el agua. -Te acompaño- dijo Manu. -¿Y a estos dos que les pasa? –Soltó Mia, quien se estaba acomodando en su hamaca. Marizza quien se estaba atando de vuelta el bañador miró como Manuel y Pablo casi corrían hacía el agua. Antes de compartir una mirada con Lujan. De mientras, Pablo zambullía en el agua y Manuel se acercó a él con una sonrisa. - Marizza no te lo está poniendo fácil, ¿eh? –Dijo Manuel riéndose. Pablo le miró y negó con la cabeza. El único motivo por el cual se había separado de ella es que estaba empezando a tener una erección y ¡solo le había puesto crema! No quería imaginar cuando pudiera estar con ella a solas y desnuda. Manuel quien había observado la escena entera supo enseguida cual era el 'problema' de Pablo. -Esta mina me va a volver loco. –Dijo Pablo, mirando desde su posición a su novia, quien empezaba a jugar con Lujan a las raquetas de playa. -Te lo dije, estoy seguro que Marizza quiere algo más. ¿Por qué crees que te ha pedido que le pusiera crema? - Y no sé Manu... - No me jodas, Pablo con lo de canchero que has sido... -Bueno, ya te lo dije, no quiero joderla. Con lo que nos ha costado jugarnos por lo nuestro para que ahora lo venga a joder yo. Minutos más tarde, cuando Pablo volvió, abrazó por detrás a Marizza pegando todo su cuerpo con el suyo y le plantó un beso en el cuello. Ese simple gesto hizo que sus pensamientos sobre Pablo desaparecieran. Aunque Pablo recibió una reprimenda por distraerle y hacer que pierda el punto. Después se dedicaron a hacer un torneo de entre todos, menos Mia, que solo quería broncearse. La adolescente estaba estirada en la hamaca sin levantarse en ningún momento, mientras sus amigos jugaban. Primero jugaron Marizza y Lujan, que ganó esta última y Marizza se enojó con su amiga. Después Manu y Pablo jugaron entre ellos ganando Manu. Pablo y Marizza compitieron también, y ganó Marizza, aunque Manu y Lujan sospechaban que Pablo se había dejado ganar para que su novia ganará, cosa que hizo que Marizza se enojara por haberse dejado ganar. Solo se alegró de ganarle a Manu, aunque tuvieron un ataque de risa cuando en una ocasión, la bola le dio en la cabeza a Mia, quien se quejó y chilló a Manu por darle en la cabeza. Tras competir todos con todos, Lujan fue la vencedora final, seguida de Marizza y después Manu y por último Pablo, quien recibió la burla de Manuel por haberse dejado ganar por su novia. Pablo y Manuel se tumbaron en las hamacas mientras que Lujan y Marizza aprovecharon para darse un baño. De mientras, Mia seguía en su bronceándose bajo el sol, Manu se había tumbado a su lado y tras unos mimos, se puso a hablar con Pablo que estaba en la tumbona de al lado observando a su novia y Lujan en el agua. -Se te cae la baba Pablito. –Se burló Manuel, ya que este no dejaba de mirar a Marizza. -Cállate, boludo. – le dijo Pablo, dándole un golpe en el hombro. – Che, tenes que venir al nuevo apartamento de mi mama. Está buenísimo. Y, además, ya tenemos lugar para ensayar. -Oh sí, aunque debemos encontrar un nuevo representante. Lo bueno de todo es que ya no te tendrás que esconderte más. -Y sí, es un alivio. Aunque mi papa se tirara de los pelos desde la cárcel, pero... -se encogió de hombros. -¿No has ido a verle? –Preguntó Manuel, Pablo le miró y negó con la cabeza. No quería hablar más de su papá. -Nah, no quiero ni verle. ¿Vos crees que será muy difícil de encontrar un nuevo representante? Continuaron hablando sobre la banda, sobre música mientras Mia permanecía al lado escuchando y hablando con ellos. Pocos minutos después, Lujan y Marizza se acercaban a ellos y Marizza pensó que era un buen momento de volver a calentar a su novio. -Me encantaría volver a hacer alguna canción tipo Cosas buenas, estaba buenísima y en los conciertos son las que más llaman la atención. –Escuchó Marizza que decía su novio. Se removió los cabellos delante sus amigos, haciendo que les salpicara, e irrumpiendo la conversación de los chicos. -Nena, tené cuidado. –Soltó Mia -me mojaste los cabellos. -Ay nena, fueron tres gotas. Estaba riquísima. –Dijo la morena, antes de acomodarse encima de las piernas de Pablo. - ¿De que hablaban? Pablo tuvo que reprimir un gemido cuando el trasero de su novia se restregó en sus partes íntimas, al sentir sus nalgas contra él sintió como el deseo se apoderaba de su cuerpo. -Ehm... -empezó a decir Pablo tratando de pensar. -Este...hablábamos de Erreway. –Dijo Manuel observando a la pareja e intuyendo de nuevo las intenciones de su amiga. -Sí, tengo ganas de volver a un escenario. -Soltó Marizza mirando a su novio y después a su amigo. Pablo sentía que iba a tener otra erección y temía que ella se diera cuenta sino ponía distancia de ella. Marizza giró el rostro y le besó en el cuello, mientras escuchaba a su amigo hablar. -Sí. Estábamos hablando de eso Pablo y yo. Tenemos ganas de subir a un escenario. Y mientras Manuel seguía hablando, Pablo empujo suavemente a Marizza para que se levantará de encima suyo. Algo aturdida, Marizza le hizo caso y se levantó dejando que Pablo se pusiera de pie, dejando a su novia algo extrañada por su nuevo distanciamiento. -¿A dónde vas? –Preguntó Marizza a su novio. -Ehm nada, voy a remojarme un poco. –Dijo Pablo yéndose hacia el agua. Ni Mia, ni Manuel le dieron importancia al asunto, pero Marizza sintió ese nuevo momento como un rechazo. -¿Saben lo que podemos hacer? Podemos irnos a un boliche de por acá. –Soltó Lujan de repente mirando a sus amigos, y aunque todos asistieron y les gustó la idea, Marizza era la única que parecía ida. ***** El resto del día lo pasaron paseando en familia con Sonia y Franco, mientras admiraron algunos rincones de los alrededores del hotel. A pesar de que, por un momento, Marizza notó a Pablo algo distante, a los pocos minutos él volvió a ser igual de cariñoso con ella como siempre. Era ya de noche, cuando todos estaban en sus respetivas habitaciones cuando Manuel salió del cuarto de baño. - ¿A dónde vas? –Le preguntó a Pablo quien parecía dispuesto a salir de la habitación. –Es retarde. -Con Marizza, quiero llevarla a la playa. ¿Me cubrís con Sonia y Franco? –Dijo Pablo abriendo la puerta para salir. -Y sí, ¿pero que les digo? Mira que hacer enojar a tu suegra... -No sé, invéntate cualquier cosa. -Pero... - Empezó a decir Manu, pero la puerta se cerró en sus narices. – Que boludo. ***** - ¿No ves nada raro? – Susurró Marizza a Lujan, ya que Mia estaba durmiendo. Lujan se apoyaba su cabeza con su mano, estaba cansada, llevaban un rato discutiendo sobre la actitud de Pablo y ella solo quería dormir. Mientras que Marizza no paraba de decir que le notaba extraño, Lujan decía todo lo contrario. -No, Marizza ya te lo dije. No ha hecho más que estar detrás de vos todo el día. -. Por dios Marizza, Pablo no te ha quitado ojo en toda la mañana. – La voz de Mia resonó en la habitación, y ambas abrieron los ojos sorprendidas- Ha estado todo el día pendiente de vos. Ni ha mirado a otra mina y eso que había miles de minas en toda la playa. Así que, por favor, cállate y duérmete ya, intento dormir. -Pero vos no estabas durmiendo. -Y cómo voy a dormir sino paran de cotorrear. - Nena... -Empezó a decir Marizza. POM, POM. POM Las tres chicas se miraron sin saber quién podía ser, Marizza y Lujan se levantaron para ir hacia la puerta. - ¿Quién es? –Pregunto Marizza. -Soy yo, Pablo. Abrí... Mia elevó los ojos al cielo, aquella noche no le iban a dejar dormir. Marizza abrió la puerta. -Pablo, ¿qué haces? Como mi mama te vea... -Empezó a decir, pero Pablo le agarró del brazo. -Shh, vamos... -Empezó a decirle - ¿A dónde? –preguntó Marizza sin saber a dónde iban. -A pasear por la playa. Dale, ven, antes de que nos vean... -Dijo Pablo mirando a ambos lodos para evitar que Sonia o Franco les vieran. - ¿Nos cubren? –Preguntó a Lujan. -Eh sí... -Y antes de que pudieran decir nada, la puerta se cerró. -Como les pillé mi papá les mata. –Susurró Mia mirando a Lujan quien se encogió de hombros para dirigirse a su cama. - ¿Cómo Marizza puede ser tan tarada de no darse cuenta de que Pablo está muerta por ella? ****** Casi a escondidas, Pablo y Marizza consiguieron salir del hotel sin ser vistos por Franco y Sonia. Sonriendo, la pareja salió por la puerta del hotel en dirección a la playa. - ¿Y esto por qué? –Preguntó Marizza cuando se quitó los zapatos de verano para sentir la arena húmeda bajo sus pies. La luna estaba iluminando el horizonte y era precioso, mientras caminaban para sentarse a la orilla del mar. El sonido hipnótico de las olas les acompañaba en la solitaria playa. -Vení, sientate. –dijo Pablo instándola a sentarse-, Me apetecía estar a solo con vos. No vamos a poder estar mucho tiempo a solas y yo... pensé que este sería un buen momento. –Susurró Pablo mientras le pasó un brazo por los hombros y atrajo hacia él abrazándola. Marizza se dejó abrazar, suspiró sintiendo que todas esas dudas desaparecieron un instante en cuando sintió su cuerpo cerca del suyo. Acomodó su cabeza contra su cuello, mientras las manos de su novio acariciaban su espalda con suavidad y cerró los ojos disfrutando del momento. -Marizza, -susurró Pablo. La adolescente abrió los ojos y le observó a través de la penumbra. -¿estás bien? Sorprendida por la pregunta, Marizza frunció el ceño. -Y sí... ¿Por qué lo preguntás? -No sé, has estado rara todo el día. Aunque no sabía que le pasaba, Pablo había notado que ella estaba diferente: a veces muy cariñosa, inquieta, rozándole, pero a ratos parecía estar enfadada y molesta con él. Quería hablar con ella y se le había ocurrido esa escapada a la playa a solas con su novia y así tratar de descubrir que le estaba pasando. Y si realmente como Manu le decía ella quería dar un paso más. Marizza dudo unos segundos sobre si hablarle sinceramente sobre sus temores y sobre el tema del sexo. Y es que, aunque ella era muy abierta, había una parte en su interior que sentía que no estaba preparada para tener esa conversación aún. Aunque, por otro lado, ella estaba deseando poder hablar con él con sinceridad. Marizza sabía que para hablar de lo que le pasaba debía sacar a relucir sus inseguridades y aunque no era la primera vez que lo hablaban, en aquel momento no quería hacerlo. -Estoy bien, Pablo, de verdad.– Susurró Marizza con una sonrisa. -Está bien. –Le contestó Pablo. –Y si no fuese así me lo dirías ¿verdad? -Insistió él -Y obvio, Pablo, ¿a qué viene esto? –Preguntó Marizza empezando a molestarse. -No te enojes Marizza, pero yo solo quiero saber si realmente confías en mí. -Pablo, ¿Por qué...? –Empezó a preguntar. -Porque Marizza, solo hay una cosa que pude hacer tambalear nuestra relación y es la falta de confianza. Lo que te dije el día que denuncié a mi papa es verdad y sigo pensando lo mismo. Sin confianza no tenemos nada... yo no quiero que eso vuelva a pasar. Por eso si hoy te enojaste por algo que dije o hice, quiero saberlo. Pablo le observaba a través de la oscuridad esperando a que ella le contestará. Marizza por su parte, volvió a sopesar la posibilidad de ser sincera, pero prefirió no comentarle nada por ahora. -No estoy enojada. Solo que me estresan lo viajes. –Mintió. -Esta bien. –Respondió Pablo, aunque intuía que había algo que no le estaba contando. -Y sobre la confianza, debes entender que me mentiste muchas veces y eso ha creado que desconfiará. -Marizza, creo que te he demostrado de mil maneras de que te amo. -Y sí, lo sé y yo confió en vos, lo que sucedido con tu papa me hizo demostrarme que sí que sos capaz de que jugarte por todo. Y sé que te has jugado por mí para que no me echaran del colegio, por Feli, por Manu, por nuestra relación... Lo sé. Y también sé que en ocasiones no he sido justa con vos y te pido perdón. -Marizza, me lastimó mucho que no confiaras en mí cuando lo de mi papá. Yo me sentí muy solo, te necesitaba y no estuviste. Y realmente yo no quería volver con vos, porque me lastimaste mucho. –Marizza intuyo mucho dolor en sus palabras. –Pero bueno, sos mi debilidad, asi que... Marizza no podía creer lo que Pablo le estaba contando y sintió mucha culpa al escuchar sus palabras y su dolor. -Ay, Pablo, perdóname. –Dijo ella, levantando su mano y acariciando los rizos de su nuca. -Nada, yo te perdone. Marizza sonrió y se acercó a él para besar sus labios con un beso tierno intentando remarcar sus palabras en ese beso. - ¿Qué pasa? –pregunto Pablo. -Vos sos consciente que no desconfiaba de vos porque sí, ¿no? Vos sabes que mi motivo para que desconfié de vos fue por todo lo de apuesta. -Y sí, creo que te he pedido disculpas ya mil de veces. No es algo de lo que me sienta orgulloso, Marizza. Me equivoqué. -Lo sé, pero durante mucho tiempo, me dije a mi misma que nada de lo que pasó fue real para vos. -Fue todo real Marizza. Para mí todo lo que vivimos fue real, es cierto que empezó por una maldita apuesta por que era demasiado cobarde para acercarme a vos y bueno, decirte que estaba empezando a sentir algo por vos. Pero lo que sentí por vos, lo que te dije sobre lo que sentía, todo fue real. Puedo entender que no confiaras en mí. Pero después trate de demostrarte que era real, pero vos no me dejaste. Te pusiste esa coraza y ya. - ¿Y que querías que hiciera Pablo? Jugaste conmigo y mis sentimientos. No podía volver con vos, así como así, porque yo realmente te amaba, y no soportaba que me volvieras a engañar. -Lo entiendo... De verdad. Yo no sé qué hubiera hecho si me hubiera sucedido a mí. Y me lo merezco, pero yo lo único que puedo decirte es que lo que sentí por vos, lo que siento por vos, fue y es muy fuerte, fui un cobarde por no afrontar la situación porque tenía miedo a perderte. -¿Más fuerte de lo que sentiste por Paula? –Se atrevió a preguntar Marizza. Pablo le admiró a través de la oscuridad. -Sí... Paula fue... alguien del que yo creí que estaba enamorado, pero no fue así. Fue importante porque bueno... ya sabes... pero ahora lo pienso y no significo nada para mí. Nada parecido a lo que siento por vos. Marizza pareció satisfecha con las palabras y sonrió mirando hacia sus dedos. -¿Te puedo preguntar algo? ¿Sobre Paula? Mi mamá me dijo algo que me dejó pensando. Marizza frunció el ceño sin entender hacia donde se dirigía la conversación. --Me dijo que vos sentías algo por mi cuando estaba con Paula. - ¿En serio querés hablar de esto? -Y bueno sí, me creo curiosidad yo pensé que vos no sentías nada por mí en ese momento. Siempre habías sido tan agresiva conmigo... -Pablo, cuando yo me fui a Italia con Spiritto, yo... no dejé de pensar en vos. –La cara de Pablo mostró sorpresa.– Y al volver solo quería verte. Quizá fue por la despedida que tuvimos en el acoplado, pero... estaba deseando verte. Y sí, empecé a sentir cosas por vos. Pero vos estabas con Paula, me lastimó mucho verte con ella... -No jodas... -Dijo mostrando arrepentimiento. –Si lo hubiera sabido. Yo... -No importa Pablo, es nuestra historia. La historia de dos idiotas orgullosos que no querían reconocer lo que sentían. -Y sí... demasiado orgulloso... Creo que me pasé medio 3 año negando que sentía cosas por vos. Y cuando me di cuenta, era demasiado tarde. - Puedo preguntar desde cuando... - Probablemente desde que fingimos ser novios. Desde que te besé en el aula y dije que solo era para seguir con la farsa de nuestro noviazgo. Pero fui demasiado orgulloso para admitirlo y utilicé una apuesta para acercarme a vos. Marizza acarició los cabellos de Pablo sintiendo que esta conversación era probablemente una de las profundas que habían tenido en su relación. Estaban admitiendo cosas que jamás habían hecho, estaban hablando de sentimientos y de confianza. Y supo que su relación estaba más fuerte que nunca. -Nos ha costado tanto llegar hasta acá... que no quiero volver atrás. –Masculló Marizza mirando a los ojos azules que estaban brillantes y ella sabía que estaban así por ella. -Sé que algunas cosas han sido por mi culpa – Dijo Pablo. -Yo también tengo parte de culpa. –Admitió ella también. -Y si, ambos nos equivocamos... No quiero que nuestra pareja se vuelva a rompen por esto. – Pablo entrelazó sus dedos con los suyos. – Por malentendidos o por la desconfianza. Y ya te lo dije en más de una ocasión, estoy dispuesto a jugarme por esto, sin importarme lo que nadie me diga. Pero yo necesito saber que vos confías en mí. -Sí, Pablo... Confío en vos. –Dijo con suavidad Marizza. –Prometo confiar en vos. Yo te amo demasiado como para dejarte ir. Marizza se acercó sus labios a los suyos, Pablo sonrió y correspondió al beso. Llevó sus manos a su rostro, mientras sus labios acariciaban dulcemente los suyos. Era un beso suave y dulce, mostrando sin palabras lo que ambos sentían. Pablo sentía que su corazón iba a explotar de tanto amor por su novia. Esa conversación había sido tan sincera que se sentía como en una nube. Pablo empujo levemente a Marizza para quedar estirados en la arena, mientras continuaron besándose. Dejando que el amor y la pasión se apoderan de ellos. Y lo que empezó como un beso dulce, se fue trasformando en pasión, en pura desesperación cuando Marizza bajó sus labios hacia el cuello, donde lamió y besó ese punto que hizo jadear a Pablo. Las manos de Marizza fueron por debajo de camisa haciendo que la piel de Pablo se erizara. En el fondo de su mente, Pablo sabía que no debía dejar que esto fuera a más, ¿pero que podía hacer si tenía a su novia besándole de esa forma y acariciándole así? Y entonces, cuando Marizza volvió a besar sus labios con desesperación y escuchó un gemido de su boca, Pablo supo que ya no había vuelta a atrás...
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