ID de la obra: 911

Marizza & Pablo - Tercera temporada (Pablizza)

Het
NC-17
Finalizada
0
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
505 páginas, 191.839 palabras, 31 capítulos
Descripción:
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Capítulo 4

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Pablo se tensó cuando sintió las manos de su novia bajo la ramera, las manos suaves empezaron acariciar su vientre subiendo por su pecho. Marizza no sabía porque tenía la necesidad de tocarle, pero necesitaba sentir el contacto de su piel. Pablo se separó de sus labios levemente y se miraron a los ojos, con sus respiraciones más agitadas de lo normal. Se observaron por un instante, antes de que Pablo volviera a besarla esta vez con más delicadeza. Pero pronto el deseo que poco a poco iba apoderándose de la pareja empezó a manifestarse, aumentando la pasión en sus besos. Marizza metió la lengua en el interior de su boca, mientras siguió acariciando su piel por debajo de la ropa. Pablo seguía sumido en una espiral de pasión y si no estuviera su mente nublada, se hubiera detenido. Pero en ese momento no había nada que le hiciera parar. Se echó sobre ella, besándole con pasión antes de empezar un reguero de besos hacia el cuello de su novia. Marizza llevó su mano a los cabellos rubios de él y los acarició, Pablo estaba besando y lamiendo su cuello. Las manos de Pablo bajaron por su cintura al filo de la ramera, sujetándola con firmeza y empezó a acariciarle cada centímetro de su piel. - ¡MARIZZA! El grito fuerte se escuchó a través de la playa. Ambos se separaron de un salto sin saber que estaba pasando. Miraron a través de la oscuridad para ver a Sonia, Franco y Manuel que se acercaban a ellos con desesperación. Marizza y Pablo suspiraron frustrados y se pusieron en pie justo cuando Sonia llegó a su altura. -Mamá, pero ¿qué pasa?. - ¿Cómo que qué pasa? El susto que nos habéis dado los dos. –Dijo mirando a Pablo. -Solo estábamos paseando. - ¿Paseando? Volvamos al hotel. Vos y yo ya hablaremos. -Pero se puede saber qué te pasa, Sonia. Ahora no puedo ni ir a pasear con mi novio. -¿A estas horas? No podes ir a pasear por la mañana. Nos diste un susto de muerte. Franco observaba la escena desde la distancia, pero también parecía que miraba a Pablo mientras Marizza y Sonia iban delante discutiendo y no precisamente en voz baja. -Intenté calmarlos, pero fue imposible. –Susurró Manuel. -Ya, gracias igual. ¿Cómo se han enterado? -Y no sé, yo fui un momento a ver a Mia, y de repente apareció Sonia diciendo que quería ver a Marizza. Al verme allá pensó que estarían en nuestra habitación solos, pero cuando vieron que no había nadie se puso histérica. Lo siento no pude hacer nada más. -Gracias. **** A la mañana siguiente, cuando Pablo y Manuel entraron en el comedor del hotel para desayunar, rápidamente notaron el ambiente tenso. Marizza aún seguía enojada con su mama, aunque para hacerle sentir más enojada se lanzó a los brazos de su novio y le besó apasionadamente en mitad de todo el salón. Pablo puso distancia entre ellos para ir a desayunar, no sin antes dirigir una mirada a todos sus amigos observándoles. La mirada de Sonia recayó en él y Pablo sintió un poco de miedo. Apartó la mirada y se sentó en el hueco que le habían dejado entre Manuel y Marizza. A diferencia del día anterior, Sonia y Franco estuvieron con los adolescentes todo el día lo que no les permitió estar mucho rato a solas. Como si de una familia se tratase volvieron a la playa donde se la pasaron jugando a las palas, bañándose y jugando a futbol. Todos a excepción de Mia y Sonia, participaron en los juegos. -No doy a más – dijo Marizza estirándose al lado de Mia, mientras observaba a los chicos junto a Lujan jugar al voleibol, mientras Franco y Sonia se daban un baño. Marizza estaba sorprendida de lo bien que se lo estaba pasando en esas vacaciones con su renovada familia. Aunque seguía enojada por el escándalo que montó Sonia la noche anterior. Se sentía frustrada con Sonia porque les había irrumpido la noche anterior. No tenía ni idea de que hubiera sucedido si no hubieran aparecido y desde la noche anterior no paraba de preguntarse si hubieran hecho el amor en la playa. Y sobre todo no dejaba de preguntarse si estaba preparada para dar ese paso. Un cosquilleo inundó su cuerpo ante esa posibilidad. Marizza miró a Pablo, quien saltaba para darle un golpe a la pelota con su mano pasándolo a Manuel, mientras volvió a revivir esos pequeños instantes en los que Pablo besó su cuello y levemente sintió las manos de él en contacto directo en ella. Sin embargo, aunque la noche anterior él parecía muy lanzado, aquella mañana, Pablo parecía muy distanciado de ella. De vez en cuando las miradas entre ambos coincidían y él le dedicaba sonrisas que hacía que le derritiera, pero aun así sentía que algo no iba bien. -Nena, te quedaste tildada. ¿Qué te pasa? –Preguntó Mia levantando sus gafas de sol para observarle. -Nada, nada... -¿Pasa algo con Pablo? Estás re rara. ¿Es porque no pueden compartir la habitación? Marizza miró hacia el fondo de la playa y vio que su madre y Franco seguían aún bañándose. -Puede ser. -¿No podéis esperar a hacer eso... que hacen las parejas – dijo en voz baja evitando que nadie le escuchara – unos días? -Mia se dice sexo. -Shhh, nena que estamos en mitad de la playa. –Mia miró a todos lados para ver si alguien les había escuchado. Marizza elevó los ojos al cielo y dejó la conversación a medias, no le apetecía seguir hablando de esto con Mia. Ella creía que ellos dos habían tenían tenido relaciones y no quería mentirle más. En su día cuando le acompañó al ginecólogo no fue capaz de decirle que ella no había tenido relaciones y ahora no quería volver a mentirle. -Marizza – dijo Mia, levantándose y sentándose en su hamaca con un tono de preocupación. Y debía preocuparle mucho porque era la primera vez en toda la mañana que se levantaba. -¿Qué? -En serio, ¿Qué te pasa? Dale, cóntame. Cuando vio la mirada de Mia supo que realmente estaba preocupada por lo que estaba pasando. -En realidad, Pablo y yo aún no hemos tenido relaciones. –Mia se sorprendió ante su confesión-, y este... ni siquiera sé si él tiene ganas. -¿Me estás cargando? ¿Pablo no tener ganas? -Precisamente por eso Mia, ha estado con tantas chicas y a mí ni me toca, no... no sé. Es como si no le calentara. Ayer en la playa, apenas nos estábamos besando y parecía que la cosa se estaba calentando cuando la histérica de mi vieja nos interrumpió. Y hoy mírale, casi ni me mira. -Para mí que le tiene miedo a Sonia. Pero Marizza, Pablo está muerto con vos. -¡Si vos lo decís! -Lo digo en serio. En ese momento, los demás chicos se acercaron a ellas, y Pablo dijo que iba a pedirse algo para beber y Manu le acompañó. Marizza siguió con la mirada a su novio que estaba pasando entre ellos. A la noche, los jóvenes fueron a un boliche que había cercano al hotel. Los chicos se vistieron para la ocasión, Marizza se vistió con un vestido negro que le quedaba precioso y que le dibujaba toda su figura. Quizá Marizza no se dio cuenta pero Pablo la devoró con la mirada y nada más salieron por la puerta del hotel, Pablo la abrazó por los hombros y fueron en grupo hasta el boliche. -Che, me han dicho que es muy buena. –Sentenció Lujan mientras iban caminando al lugar. -Si también escuche eso del recepcionista del hotel. –Dijo Pablo. El boliche tenía una pista de baile y otra zona para sentarse para tomar algo. Los chicos se sentaron en una mesa, mientras empezaron a hablar y divertirse. Bebieron, rieron e incluso bailaron. Marizza sacó a bailar Pablo sin importare que estuviera la pista llena, Pablo a pesar de lo suyo no era bailar se dejó arrastrar por ella, y bailaron durante un rato. Se rieron y compartieron algunas risas. Marizza se olvidó de las dudas y cuando la canción paso a ser una sensual, ella aprovecho el momento para pegarse a Pablo y empezar a menear sus caderas. Pablo estaba fascinado le encantaba como ella bailaba, realmente no entendía porque Marizza estaba bailando de forma tan sensual, y entonces se percató que lo que Manu le había dicho era quizá verdad. ¿Le estaría provocando? Pero en ese momento, apareció Sonia y Franco quienes prácticamente los arrastró de vuelta al hotel a todos los jóvenes mientras todos se quejaban, incluida Lujan y Mia. Pero Franco y Sonia dijeron que la mañana siguiente debían levantarse pronto porque iban a ir a navegar y por eso no podían estar e Durante los 5 días siguientes apenas pudieron estar juntos, ya que Sonia y Franco estuvieron todo el tiempo detrás de los jóvenes, e hizo que Marizza estuviera tan enojada con su mamá. **** Sonia admiró a su hija y su yerno que se besaban en la piscina del hotel apasionadamente, antes de que Pablo se hundiera en el agua y Marizza se subiera a sus hombros. Nunca le había preocupado los novios de Marizza pero no sabía porque pero desde hacía un tiempo estaba inquieta por ver a la pareja de adolescentes. Escuchó los gritos de Marizza y Lujan quienes estaban luchando para ver quien le tiraba al agua. Lujan estaba encima de Manu, y tras una pelea ardua, Lujan cayó al agua ganando Marizza. -¿Pasa algo Sonia? –Le preguntó Franco. -Nada, voy a llamar a Martín. Sonia se levantó de la hamaca, agarró su celular y marcó el número de Martin. - ¡Hola Martin! Tenés un momento para hablar. -Sonia, ¿Qué tal estás? ¿Cómo anda Marizzita? No sé si te ha comentado que quieren venir ella y Pablo cuando vuelvan de viaje. -De eso te quería hablar. Estoy un poco preocupada. - ¿Por qué? -Vos sabes que están ambos en una edad muy complicada. Y bueno... - ¿Qué pasa Sonia? -Veo a Marizzita muy lanzada y creo que quiere tener relaciones con Pablo. -Sonia, vos sabes que no podemos hacer nada en eso. Solo darle la información para que mantengan relaciones lo más seguras posibles. -Y sí... pero veo que mi nena ya no es mi nena nunca más. Bueno, voy a dejarlos ir, pero prométeme que hablaras con ella y la vigilarás. **** -¿Por qué estás tan enojada con tu mamá? –Preguntó Pablo a Marizza mientras estaban volviendo a Buenos Aires. Durante los últimos días, Pablo había notado que Marizza había estado cada vez más enfadada. Los adolescentes habían pasado mucho tiempo juntos, pero las parejas no habían disfrutado de la intimidad que le hubieran gustado. Marizza cruzó los brazos y miró por un momento a su mamá que estaba en la fila de al lado, mientras miraba su bolso. Marizza se acomodó en el asiento del avión lanzando una mirada de odio a su mamá y después a Pablo quien levantó sus cejas esperando su respuesta. -No nos ha dejado en paz en todo el viaje, no sé qué le pasa. Apenas hemos podido estar a solas. Pablo levantó su brazo derecho para pasarlo por encima del hombro para acercar a su novia a su cuerpo. -No te preocupes porque en unos días nos vamos a ir a ver a Martín y pasaremos más tiempo a solas. Marizza levantó la mirada con una sonrisita y se abrazó a su cuerpo. -Tengo muchas ganas de ver a mi papa y estar con vos. -Bueno, pero debés reconcer que este viaje estuvo muy bueno también. Es cierto que no pudimos estar mucho tiempo a solas, pero estuvimos con Mia, Manu y Lujan. ¿No? -Encima me he tenido que bancar a Mia todo el tiempo. –Dijo Marizza haciéndose la enojada. -Yo sé que en el fondo queres a tu hermanita. -No la vuelvas a nombrar así, Pablo o vos y yo tendremos un problema. –Pablo se rió, volviendo abrazar a su novia, quien se había separado de él. -Dale, admítelo, ha estado bueno el viaje con ellos. –Pablo le miro esperando que su orgullo desapareciera. Marizza le miró y asintió al fin. Era cierto de que a pesar de que no habían podido pasar un tiempo a solas, sus momentos con sus amigos y Pablo habían sido muy buenos y habían reído, bailado y habían disfrutado de todos esos momentos. -Además, me encanto nuestro momento en la playa por la noche. -Sí, antes de que mi vieja viniera como una histérica a joderlo todo. -Bueno, tu mama estaba preocupada. -Nada, es una histérica. -Marizza... -Le regaño Pablo. -Che, no hablemos más de mi vieja. Sabes que, he estado pensando que podemos hacer cuando terminemos el Elite. -Aun queda mucho... -Y sí, pero ¿sabes que? Me gustaría ir a estudiar fuera. ¿A vos no? -No sé... ni lo pensé aún. La pareja siguió hablando sobre los posibles planes futuros que podían hacer cuando acabaran los estudios, aunque ninguno sabía que quería hacer pero tanto Pablo y Marizza sabían que querían dedicarse al arte. Pablo quería seguir cantando o tocando la guitarra, mientras que Marizza quería estar subida a un escenario, aunque no sabía realmente que quería hacer exactamente. ***** -Portaros bien, -Dijo Sonia en la estación de autobuses mirando a los dos adolescentes. -Y sí, mamá... - Marizza levantó los ojos, solo quería subirse al micro y ver a su papa pronto. -Lo digo en serio, Marizzita, Martin nos va a contar todo. -Mi papá es un buchón. –Soltó Marizza cruzándose de brazos. -No se preocupen, nos vamos a portarnos bien. –Respondió Pablo, abrazando a Marizza por los hombros, mirando a Sonia y después a Mora quien también les había ido a despedirse. -Obvio, -dijo Mora, acercándose para darle un beso en la mejilla a su hijo. –¿Nos avisan cuando lleguen? Que apenas me dijiste nada en Cancún, como estabas con tu novia, te olvidaste de decirme nada. –Pablo fue quien le tocó el turno de elevar los ojos, pero acabó sonriendo antes de mirar a Marizza-, ¿Le recordaras de que me escriba? –Dijo Mora esta vez a Marizza. -No te preocupes... yo le avisaré... -le aseguró Marizza. -Tené, aquí tenéis unos juguitos para ustedes, y le he comprado unas combuchas para Martin que sé le gustan. -Mamá tenemos que subir ya. Finalmente, tras varios intentos, Marizza y Pablo pudieron subir al micro y se sentaron en sus asientos, viendo como sus madres se ponían a charlar. Antes de que se pusieran en marcha y se fueran dejando a sus mamas hablando y despidiéndose de ellos. Ambos se quedaron durmiendo en pocos minutos, los últimos días habían sido agotadores y tras muchas horas de viaje, al fin llegaron a Bariloche. Estaban durmiendo cuando Pablo fue quien se despertó primero, cuando sintió que estaban frenando, miró por la ventana y pudo ver a Martin esperándolos abajo. -Mi amor, ya llegamos. –Susurró Pablo a Marizza zarandeándola un poco. -5 minutos más. –Soltó Marizza removiéndose en el asiento sin quererse despertarse. -Dale Marizza, que tu papa te está esperando. Aquello pareció despertar a Marizza del todo y casi de un salto, se levantó de golpe. Pocos minutos después, ambos estaban bajando las escaleras del bondi y Marizza se lanzó a los brazos de su padre. Pablo observó la imagen, mientras se acercaba a ellos y sonrió. -Mi nena, ¿cómo andas? -Dijo Martín abrazando a su hija. –Pablito, vení acá. –Dijo dándole un beso en la mejilla y abrazandolo también. -Te extrañé, pa. –Dijo Marizza aun abrazada a su padre. -Y yo a vos. A ustedes. Martin con su auto los llevó a su departamento. Era pequeño, con apenas con tres habitaciones y un salón decorado al estilo rustico, muy similar a la casa que tenía en Buenos Aires. Pablo observó a la casa de Martin quien tenía un gusto bastante particular. Martín les llevó a un restaurante de la zona mientras Pablo y Marizza les ponían al día con todo lo sucedido en el colegio: el embarazo de Feli, la presencia de Miranda, pero también le contaron sobre lo sucedido con Manuel y su operación, el viaje a Cancún y por supuesto hablaron sobre como Pablo se animó a denunciar a Sergio y la vuelta de su madre. -No lo podía creer cuando lo vi en la televisión. –Dijo Martín mientras bebía un jugo, antes de observar como su hija miraba a su novio entre sonriendo y con algo de arrepentimiento. -Debí hacerlo hace mucho tiempo, pero no me atreví. –Pablo miró a Marizza antes de volver a ver mirar a Martin. -Bueno, traicionar a tu papá no debió ser una decisión fácil de tomar. –Dijo Martin. –Es normal que no lo hicieras antes. -No, es mi papá después de todo. Pero era eso y seguir mis valores o dejarme llevar por él y su locura, y perderlo todo: amigos, colegio, –Pablo miró un momento a Marizza y añadió-. Novia... Marizza bajo la mirada, mientras Martín intuyó que estaba hablando de la ruptura que habían tenido después de que se fuera. Él se había enterado de la ruptura gracias a Sonia y lo mismo cuando habían vuelto de nuevo. -¿Has ido a verle? –Preguntó Martin interesándose por Pablo a quien le tenia un aprecio. -No, y tampoco quiero verle. Algún día tendré que ir, pero por ahora no quiero saber nada de él. Casi bien entrada a la noche, llegaron a casa de Martín donde él les distribuyó en dos habitaciones separadas y esto causo un enfado de Marizza. -¿En serio, pa? ¿Vos también? Tanto tiempo con Sonia te volviste como ella. No pasa nada porque Pablo y yo durmamos juntos. -Puede que no, pero yo no quiero ser responsable de nada de lo que pase aca. Se entera tu mama y me mata. Así que cada uno a su habitación. -Sos un buchón, ¿lo sabias? -Vamos Marizzita cada uno a su habitación. Enojada, Marizza se dirigió a su habitación que consistía en un colchón en el sueño. Por su parte, Pablo fue a la suya, cerró la puerta y empezó a desnudarse, quedándose en ropa interior, antes de sentarse en la que sería su cama, que realmente era un sofá. Se estiró boca arriba, con su mano bajo su cabeza mientras seguía pensando en su papá y en lo que le hubiera gustado tener un papá como Martín. Pero aun así se sentía tan afortunado de que Martín le hiciera sentir como si fuera su hijo y que le trataba tan bien. Estaba absorto en sus pensamientos que cuando escuchó la puerta de la habitación abrirse se sobresaltó y se sentó en el sofá y para ver a su novia traspasar la puerta con su pijama de pantalón corto rosa y una blusa rosa. -Marizza, ¿Qué haces acá? –Dijo él tratando de no hablar demasiado alto. -Quería estar con vos. –Dijo Marizza con voz melosa. –Mi papa seguro que se durmió ya. -Como nos vea... -No te preocupes, lo miré a través de su puerta de su habitación y está dormido. Marizza se acercó a su novio y para su sorpresa, puso sus manos en sus hombros antes de sentarse a horcajadas encima de él. Pablo tragó saliva cuando se apoyó contra el respaldo del sofá y trataba de manejar la situación de la mejor forma que podía. Pero en ese momento, no estaba seguro si iba a poder hacerlo. Sobre todo, cuando Marizza le empezó a besar y su mano se apoyó contra su pecho desnudo y la otra enmarcó su rostro con más fuerza. Ambos cerraron los ojos, llevándose por el placer de sus besos. Las manos de Pablo fueron al cabello corto de Marizza y deslizó sus dedos entre ellos, mientras le invadía el amor y el placer de forma desmesurada. La lengua de Marizza pidió permiso para entrar en la boca del rubio y este le concedió el permiso, abriendo por completo. Se sintío realmente excitado cuando pudo saborear su sabor que le traía loco. Las manos de Marizza volvieron a subir hacia sus cabellos despeinándolos mientras empezaba a sentir algo desconocido para ella, cuando las manos de Pablo bajaron a sus caderas en un intento de atraerla más hacia él. Marizza empezó a mover sus caderas por instinto, lento pero muy decidida. Pablo la oprimió más hacia él. Marizza abandonó su boca para empezar a lamer y besar su garganta mientras empezaba a acariciar sus pectorales desnudos. Marizza dejó un reguero de besos por su cuello para bajar por su pecho desnudo. Un pequeño destello de lucidez apareció en la mente de Pablo. Estaban a escasos metros de Martín. Y ahí estaba Marizza entregándose a él, besándole y acariciándole que estaba a punto de llevarle a la locura. -Marizza, para. –Dijo Pablo, aunando fuerzas de no sabe dónde. La empujo por las caderas, separándole de su cuerpo y alejándose de ella lo más rápido posible para hacer que su cuerpo se calmara. Totalmente decepcionada, Marizza trato de entender porque Pablo le estaba rechazando esta vez. -¿Qué pasa? -Martin esta allá al lado. –Dijo él. -¿Y? -Ya sabes... Marizza, no podemos. -Pues no, Pablo, no sé nada, solo sé que me evitas y no me tocas ni nada. –Dijo levantándose para alejarse de él mientras los ojos se empezaban a llenar de lágrimas. -¿De qué hablas? –Empezó a preguntar cuando vio las lágrimas en sus ojos. -No te hagas el estúpido, es evidente de lo pasa acá. Pero no hace falta que disimules más. Pablo frunció el ceño, tratando de entender lo que le estaba diciendo, pero antes de que pudiera comprender, Marizza salía por la puerta de la habitación de Pablo. -Para, para. No sé de qué hablas. –Dijo Pablo parando los pasos acelerados de Marizza en mitad del pasillo de la casa de Martin. -Déjame, Pablo. –Dijo Marizza zafándose de las manos de su novio, mientras que Pablo vio mucho dolor en su rostro. -Chicos ¿pero qué hacen? –Escucharon a Martin desde la puerta de su habitación. -Nada pa, ya nos íbamos a dormir. -Pero... -Empezó a decir Pablo, tratando de seguir a Marizza cuando ella pasó por su lado enojada y sin mirarlo. -¿Pasa algo Pablo? -No, no... Hasta mañana. Pablo volvió a su habitación tratando de averiguar que estaba pasando y el porqué de las palabras de Marizza. ¿A qué se refería con que no tenía que disimular? ¿Por qué parecía tan dolida? ¿Por qué estaba con los ojos llorosos? Pablo no podía aguantar con esta incertidumbre más, se levantó de nuevo y fue a buscar a Marizza. Era el momento de aclarar todo esto.
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