ID de la obra: 911

Marizza & Pablo - Tercera temporada (Pablizza)

Het
NC-17
Finalizada
0
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
505 páginas, 191.839 palabras, 31 capítulos
Descripción:
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Capítulo 5

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Pablo abrió la puerta con cuidado para salir de su habitación y vio a Martín esperando en su puerta como si supiera que no le iban a hacer caso. -¿A dónde vas? -Quiero ir a hablar con Marizza hemos discutido y necesito aclarar lo que ha pasado. – Dijo finalmente Pablo. -Me siento como si fuera un profesor de nuevo vigilándoos. –Suspiró Martin cansado. –Está bien, anda hablar con Marizza. Pero Pablo... Vos sabes que yo te quiero mucho, pero compórtate, ¿sí? –Por la mirada de él supo de que estaba hablando. -No te preocupes, Martin. No va a ocurrir nada de lo que estás pensando. -Está bien. Pero cuando termines de aclarar eso que tenéis que aclarar cada uno a su cama. ¿Me lo prometes? -Sí. Gracias – dijo dirigiéndose hacia la habitación en la estaba su novia La habitación era pequeña, la cama que estaba en el suelo contra la pared, estaba justo debajo de la ventana y la poca luz de la luna entraba a través de ella, pero a pesar de eso, pudo percibir su rostro lloroso. Marizza quien escuchó el crujir del sonido de la puerta, supo enseguida que era su novio y se giró dándole la espalda para que evitar que le viera. -Marizza. –Susurró Pablo, al mismo tiempo que prendió la luz para poder tener una conversación con ella. - ¿Qué haces acá? – Preguntó ella sin girarse y tratando de ocultar las lágrimas que estaban rodando por sus mejillas, mientras se convence una y otra vez de que ella no es linda y que su novio no la desea. -Vengo a hablar con vos. –Admitió Pablo, acercándose a la cama y arrodillándose para estar a su altura. -No quiero hablar. –Masculló Marizza con su voz ronca. -Dale, Marizza, debemos que hablar. Dijimos que íbamos a ser sinceros y tener confianza para que nuestra pareja funcione. –Susurró Pablo llevando una mano hacia sus cabellos para tratar de acariciarla, - ¿De qué quieres hablar? Es evidente lo que pasa... -Empezó a decir, mientras sintió que a cada palabra que decía el dolor era mayor. - La verdad, Marizza no lo sé. Con rapidez, Marizza se sentó en la cama y le miró. Pablo pudo ver sus ojos llorosos y el dolor en ellos. Verla así le destrozaba, y más cuando no llegaba a comprender porque estaba así le lastimaba a él también. -¿No? ¿Seguro? Vos no me deseas, Pablo. Pablo ahogó un "Qué" y se rio incrédulo por lo que acababa de escuchar, aunque parecía que ella realmente creía en sus palabras por como su rostro mostró una mueca de dolor. -No sé porque estas de novio conmigo, Pablo. No me tocás, no te caliento. Solo nos besamos y cuando parece que va a más, me rechazás... Pero no debería sorprenderme, ya me lo dejaste claro el año pasado cuando me rechazaste y no quisiste curtir conmigo. Pablo frunció el ceño recordando el video de Rocco y Marizza que le había hecho quedar como un boludo delante de todos. -Marizza, no es así... -Empezó a decir Pablo pero sus palabras se quedaron en el aire cuando Marizza se levantó enfadada y dolida, sintiéndose cada vez peor. - ¿No es así? ¿Cuántas minas te curtiste? Has sido el macho de Elite curtiéndote a tantas minas y no es así... ¿Por qué con Conchu sí y conmigo no? ¿O Paula o esas 50 minas? Admítelo. Yo no te caliento. Ellas son lindas, tienen más pechos que yo... son hermosas y yo no. No hace falta que digas nada más. Marizza estaba empezando a llorar cada vez más fuerte y todas sus inseguridades empezaban a salir a flote a medida que hablaban. Pablo se puso en pie tratando de frenar la espiral en la que Marizza estaba metida. - Para un poco, Marizza, no es así... ¿Me podés escuchar? – Le dijo Pablo agarrándola de los hombros mientras trataba de mirarle a los ojos que sabía que estaban llenos de lágrimas. Pablo empezaba a entender lo que estaba pasando y por qué de sus actitudes durante todo el viaje. Y no solo eso, recordó las conversaciones que había tenido con Marizza con respecto a su madre que reflejaban su inseguridad y sintiéndose tan inferior a ella u otras minas. Siempre había intuido que su actitud agresiva y de querer llamar la atención era por un poco de inseguridad, pero ahora empezaba a entenderlo todo. Ella era mucho más insegura de lo que pudiera parecer, así que supo que era el momento de ser sincero con todo lo que pensaba y sentía con respecto a tener sexo con ella. -No, Pablo no quiero escuchar nada... -Para, un poco... –Marizza no tuvo más remedio que escucharle ya que él le agarró y frenó su huida. –Si no he dado el paso antes es porque no quería que pensarás que solo estoy con vos para curtir. –Dijo con rapidez para que ella no le cortara de nuevo. Y tuvo efecto porque ella levantó la mirada empapada de lágrimas, pero sorprendida. Mariza no esperaba para nada esta respuesta. Pablo notó como ella se relajó visiblemente ante su respuesta. Y entonces continúo hablando. -Mira... yo... -titubeo nervioso – Nuestra relación es muy importante para mí, y lo último que quiero es joderlo con esto. Te amo, Marizza, y quiero hacer las cosas bien y no me importa esperar el tiempo necesario hasta que llegue ese momento. No pienso presionarte y vas a ser vos quien decida en que momento va a suceder. Pero eso no significa que no me calentás, lo hacés y mucho, además. –Pablo repasó la mirada por su cuerpo y entonces, Marizza vio deseo en ellos. – Y si querés que sea sincero y permíteme que sea explicito, Marizza, me muero de ganas por estar con vos, no sabes cuánto. Tanto que solo pienso en vos todas las noches... Marizza frunció el ceño durante un instante tratando de entender que le estaba queriendo decir. Y entonces entendió la referencia: ¿Le estaba diciendo que se masturba pensando en ella todas las noches? Sí. Le estaba diciendo que se masturba pensando en ella. -Oh. –Respondió Marizza ante su confesión y por un momento sintió extraña al saber ese detalle. -Y todas esas minas que decís, lo primero no fueron tantas, y lo segundo es que realmente fueron eso: curtir nada más. Pero nunca quise que fuera así con vos. Nunca has sido como las demás, Marizza. –Confesó Pablo haciendo que se sorprendiera aún más por sus palabras. -Entonces porque me rechazaste Pablo el año pasado. Pablo suspiró, caminó por su lado y se sentó en la cama de Marizza, su novia le imitó y acomodó a su lado esperando a que le respondiera. -Yo estaba tratando de sacarte de mi cabeza, Marizza –Dijo elevando la mirada para coincidir sus ojos con los suyos-, y... con otras minas puedo acostarme y olvidarme de ellas, pero sé que con vos hubiera sido imposible. Yo no puedo hacer el amor con vos y al día siguiente volver a pelearnos como dos enemigos. No podía. No puedo. Sabía que, si teníamos relaciones, ya no podría ocultar lo que siento por vos. Marizza miró a Pablo sorprendida por su discurso, pero en especial por haberse referido a hacer el amor con ella, en vez de curtir o acostarse. Era la primera vez que él utilizaba ese término para referirse a tener relaciones. Y parecía que él no se había dado cuenta de esto, pero Marizza sí que se había percatado. E incluso, podía ver la vulnerabilidad en sus ojos que le miraban con tanta sinceridad, estaba siendo tan honesto que Marizza tuvo ganas de volver a llorar por sentirse tan amada. Ella levantó su mano derecha y acarició su mejilla. -Creo que me hubiera pasado lo mismo. –Dijo Marizza mirándole a los ojos y Pablo sonrió. -Aunque te zarpaste con el video, ¿eh? Marizza elevó los ojos al cielo y admitió al fin que sí que probablemente no se había comportado como debía. -Marizza, es cierto que he estado poniendo distancia ente nosotros, pero es que vos tampoco me lo pones fácil, besándome en momentos que no tocan o rozándome demasiado. -Marizza le miró y Pablo pudo ver un cierto toque de humor en sus ojos. –Aunque conociéndote sé que has hecho a consciencia para provocarme. -Yo solo quería saber si me deseabas. –Se justificó Marizza ante su acusación y se encogió de hombros. -Pero no me podés hacer eso con Sonia o Franco o Martin a escasos metros de nosotros. A vos como te da igual todo, pero a mí me pones en una situación muy comprometida, vas a conseguir que tu mama y tu papa me tomen como un degenerado. Marizza se río ante su comentario. -Está bien, prometo comportarme bien. –Dijo Marizza resignándose -Che, compórtate bien solo cuando estemos acompañados, pero cuando estemos solos podés hacer lo que querrás conmigo. –Dijo Pablo insinuándose y hablándole con voz seductora. -Viste, si es que en realidad sos un degenerado. Pablo soltó una carcajada y enmarcó su rostro para besarle, pero se separó cuando percibió que Marizza quería hablar. -Yo... aprecio mucho esto, Pablo. No sabes cuánto. Pero si lo que necesitas es el permiso para tocarme, lo tenés. Eso no significa que vayamos a hacerlo ya, pero sí que podemos hacer... no sé... otras cosas. Sugirió Marizza haciendo que Pablo elevará las cejas curioso por saber que podían ser esas cosas. Él tenía en mente algunas, pero ya lo descubriría. -Anda, vení. – Le animó Pablo para que se sentara encima de sus piernas. Llevó su mano a su rostro y le limpió los restos de la lagrimas de sus mejillas con el pulgar. –La próxima vez que pensés algo así, cuéntamelo, ¿sí? Dijimos que íbamos a hablar de todo. Marizza asintió y sonrió. Pablo se inclinó hacia adelante para besarla suavemente. - ¿Cómo pudiste pensar que no sos linda? –Marizza se encogió de hombros. Pablo sabía e intuía que una parte de ella siempre se había sentido inferior a las demás mujeres e incluso con su propia madre, pero realmente pensó que eso ya estaba superado. Nunca más habían hablado del tema, pero ahora volvía a florecer. -Sos hermosa mi amor, me encantás. –Dijo él mientras le miraba a los ojos, y entonces hizo algo que hasta ese momento no se había atrevido hacer por temor a que se enojara con él. Bajó la mirada por su cuerpo repasándola y sinriendo por él, en especial por sus pechos donde podía ver el escote. –Y tenés un cuerpo que me fascina. Marizza sintió un sentimiento extraño ante su mirada. -Venga ya... -Es la verdad y en cuando pueda te lo demostrare. Posó sus manos en su rostro mientras se miraron a los ojos, él acarició con el pulgar su mejilla, sonrió y le besó. Era un beso apasionado, casi con desesperación. Marizza respondió enseguida ante él. No supieron cuánto rato estuvieron así, explorándose con sus lenguas. Ella se levantó, dejando a Pablo sin saber que iba a hacer. Y entonces La vio cómo se acomodarse encima de él como unos minutos atrás en su habitación. Se miraron a los ojos y Marizza pudo ver como Pablo tragó saliva e incluso parecía nervioso. -Si querés podes tocarme. –sugirió Marizza llevando sus manos a su cintura. -Lo sé. Las manos de Pablo abandonaron sus caderas , pasaron por su espalda acariciándole y las deslizo hacía su trasero. Marizza dejó su boca y fue besando su rostro hasta su oreja donde mordió con suavidad el lóbulo. Pablo la apretó contra su cuerpo y entonces por primera vez Marizza notó contra su cuerpo la erección fuerte y dura de él bajo los calzoncillos. Marizza volvió a besarle con más intensidad, mientras él seguía acariciándole el trasero. Un gemido sordo de ella salió de su boca y Pablo fue el momento en el que se dio cuenta de que tenía que parar. -Marizza, no podemos seguir, le prometí a tu papá que en cuanto aclaráramos todo, me iría a mi habitación. No quiero decepcionar a Martin. Marizza suspiró frustrada dejando caer su frente contra la suya, mientras Pablo volvió a llevar sus manos hacia sus caderas. -Está bien. –Dijo con resignación. Se separó de él dejando que Pablo se levantará y pudo ver e intuir su erección bajo la delgada ropa. Marizza se mordió el labio sin realmente saber qué hacer cuando Pablo se dirigió a la puerta para salir de la habitación. Pero antes de abrirla, Pablo se giró, volvió hacia su novia y besó a Marizza de forma tan apasionada que cuando se separó estaban ambos con la respiración acelerada. -Me voy, -Dijo Pablo juntando su frente con la suya, suspiro completamente frustrado, cuando lo único que quería era seguir partiéndole la boca a su novia, desnudarla y hacerle el amor ahí mismo. Pero reunió las fuerzas que le quedaban para girarse para dirigirse a la puerta. –Hasta mañana. La puerta se cerró mientras Marizza se quedó allí en mitad de la habitación con una sensación de deseo en su cuerpo que no había sentido jamás, a la misma vez que se daba cuenta que todas las dudas que había tenido durante los días anteriores se habían disipado por completo. Y con una gran sonrisa en la cara se acomodó en la cama y trató de dormir, aunque le costó un poco ignorar el deseo que en ese momento sucumbía su cuerpo. Marizza cerró los ojos y se recreó en la sensación del cuerpo de su novio contra el suyo, sus labios, su cuerpo parecía responder solo y sus manos fueron hacia sus propios pechos y se acarició por encima de su pijama mientras se imagina que eran las manos de Pablo quien le tocaba. Era probablemente la primera vez que hacia esto, pero se sentía tan bien, que solo siguió imaginándose a Pablo quien le tocaba. A escasos metros de ahí, en la habitación de Pablo, él también pensaba en ella, mientras su grande mano iba acariciándose imaginándose como le hacia el amor a su novia para pocos minutos después quedarse dormido para volver a soñar con ella. **** A la mañana siguiente, Pablo estaba ayudando a Martin a preparar el almuerzo mientras Marizza se duchaba. -Pablito... Puedo hacerte una pregunta. -Sí, claro –Dijo mientras dejaba el jugo de naranja encima de la mesa de madera. -Vos y Marizza, ¿ya han tenido relaciones? Pablo levantó la mirada algo sorprendido por la pregunta. Aunque quería mucho a Martin siempre le había visto como una especie de padre y hablar de estos temas con él le causaba un poco de reparo. Sobre todo, porque era el padre de su novia. -Este... no... no ha sucedido nada entre nosotros. Podéis estar tranquilos. –Dijo mientras bajo la mirada hacia la mesa y puso las servilletas. Martín asintió mientras le observaba a su yerno quien parecía avergonzado. -Bien... ¿Vos sabes lo que debéis hacer para cuidarse? –Preguntó de nuevo. -Martin... eh... Si...Sí... -Dijo totalmente incomodo sin saber cómo salir de esa conversación. En ese momento, Marizza apareció en la puerta. -Buen día, -dijo Marizza con una sonrisa en los labios y se acercó a su novio – hola-, dijo con voz melosa y le beso en los labios delante de su papá. -Bueno, bueno, bueno... -dijo separando a su hija de su novio. –Ustedes saben que yo estoy encantado de que estén juntos, pero tengan cuidado, ¿sí? –Marizza le miró con las cejas levantadas incrédula, sabiendo por donde iba a ir la conversación, porque había escuchado parte de la que había tenido con Pablo hace unos segundos. -En serio pa, me vas a hablar de sexo, vos y mi vieja que me engendraron en una montaña. –Marizza dijo aun abrazando a su novio por la cintura. –No son el mejor ejemplo. -Marizza, lo digo en serio. - ¡Que sí, pa! Nos cuidamos cada vez que curtimos, ¿te sirve? –Dijo mirando a su padre tratando de finalizar la conversación, mientras Pablo se sentía cada vez más incómodo. Martin miró a su hija y suspiró sabiendo que quizá no era el mejor momento de mantener esta conversación. -Está bien, confió en ustedes y si necesitan cualquier cosa díganmelo. -Los dos adolescentes se miraron entre sí, tratando de evitar que la conversación continuara. -Che, vamos a desayunar, me muero de hambre. ¿Pabli, pásame el café. – Le pidió Marizza, mientras él le sonrió cuando se lo dejo a su lado. -¿Qué vamos a hacer hoy, pa? -Eh, en realidad he pensado que... -Irrumpiendo las palabras de Martin, el timbre retumbó en la casa de madera de Martin y el hombre supo que el día iba a ponerse más difícil. Martin fue a la puerta y la abrió encontrándose con una mujer rubia de la edad del hombre al otro lado de la puerta. -¿Quién es? –Preguntó Marizza mirando a su novio, quien parecía igual de sorprendido que ella. -No sé- Susurró. Y en ese momento los ojos de Pablo se abrieron cuando Martin le dio un beso en los labios. -Marizzita, Pablito, os quiero presentar a Daniela, mi novia.
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