Capítulo 6
13 de septiembre de 2025, 16:42
Pablo supo que iba a ver problemas en cuanto vio el rostro de su novia.
-Estaba deseando conocerte Marizza, tu papá me hablo mucho de vos. –Dijo la joven con una sonrisa en el rostro.
-A mí no me ha hablado de vos. Quizá porque podrías ser mi hermana. -Soltó de golpe Marizza haciendo hincapié que no le gustaba.
La cara de la mujer se torció ante el ataque, pero permaneció quieta e impasible.
-Marizza. – Dijeron Pablo y Martin a la vez.
-¿Qué? Es la verdad...
-Encantado, yo soy Pablo, el novio de Marizza. – Se adelantó Pablo para evitar que la mujer se sintiera incomoda.
-Pa, nosotros nos vamos a conocer a dar una vuelta por Bariloche, mientras tú te quedas con tu noviecita.
-Marizza, -masculló Martin, pero la pareja desapareció por la puerta. Dejando a Daniela y Martín confundidos.
Marizza arrastró a Pablo hacia la puerta y este se dejó llevar. Quería intentar tener una conversación con ella para evitar que siga siendo injusta con Daniela. Marizza caminaba a lado, con un evidente enfado mientras murmuraba.
-¿Vos te lo podés creer? Venimos acá para estar con él y pretende que estemos como si esto fuera un jardín de infantes, ¡Podría ser mi hermana!
-Dale, Marizza no es para tanto. No parece tan joven.
-¿Necesitas lentes? Le dobla la edad.
-Martín parecía que estaba muy ilusionado. Quizá es feliz con ella.
-¿Feliz con esa yegua?
-No la conocemos.
-Ni quiero conocerla... No quiero hablar más sobre esto. No quiero que me arruine este día, ¿Qué te apetece hacer?
Agarró su mano y disfrutaron el resto del día juntos entre risas y besos. A pesar de todo, Marizza consiguió olvidar el enojo con su papá. Cada vez que pablo trataba de hablar sobre ello, Marizza cambiaba de tema rápidamente.
Cuando el cielo empezó a oscurecerse, la pareja volvió a casa de Martin y como Pablo intuyo, su suegro estaba muy enojado cuando los recibió en la puerta.
-¿Ya se fue? – Masculló Marizza, entrando en la casa de Martín.
-Estoy muy decepcionado con vos Marizza. Pensé que ya no serías una nena de 5 años y no te comportarías como una que no respeta las decisiones de los demás.
-¿Qué quieres que haga? No me gusta se lo digo. No soy careta.
-Entendé de una vez que Sonia y yo nunca vamos a vivir juntos.
Por la reacción de Marizza, Pablo supo que Martin acababa de dar con el motivo real de su comportamiento.
-No es por eso.
-Sí que lo es. Sé que aun tienes la esperanza de que eso ocurra, pero acéptalo de una vez, nunca va a ocurrir, tu mama es feliz con Franco. Y yo también merezco serlo. Con otra persona que no sea tu mamá y Daniela me hace feliz. Y lo siento si a vos no te gusta, pero te la vas a tener que bancar.
-¿Y porque debo hacerlo? –Mascullo Marizza cruzando los brazos contra su pecho.
-Porque soy tu padre y porque igual que yo me banqué a Javier como tu novio, aunque no me gustaba, vos debes haces lo mismo. Respectarme como yo te respeto a vos.
Pablo, quien estaba a un lado escuchando la conversación, solo se cruzó de brazos, sin saber muy bien que hacer. No entendía porque Marizza se había puesto así por la novia de su papa cuando este parecía estar muy contento.
-Así que mañana pasaremos el día con Daniela, vendrá con nosotros y haremos todo lo que pensábamos a hacer el otro día. No quiero ningún comentario y aptitud de niña pequeña. ¿Entendido?
-¿Y si no quiero?
-Pues te podés volver a buenos aires hoy mismo. No es lo que quiero, pero si vos lo deseas, ahí tenés la puerta.
El rubio estaba algo sorprendido por la respuesta, pero sabía que a veces a Marizza era la única manera de frenarle. Marizza miró a su padre, y muy enojada, salió de la habitación hacia la suya dando un sonoro portazo. Pablo miró a Martín, mostrándole con esa mirada apoyo, y se disculpó para ir a hablar con Marizza.
En el suelo, la valija de Marizza estaba a medias y parecía que había empezado a llenar con sus ropas. Pero finalmente había desistido y estaba tumbada en la cama, muy enojada.
-Marizza... - Susurró. – Creo que deberías bajar un cambio con Martín.
Su novia, quien hasta ese momento no le había mirado, levantó la cabeza frunciendo el ceño enojada, viendo como Pablo se sentaba en el borde de la cama. Quiso protestar pero Pablo hablo primero.
-Piensa en cómo se debe sentir. Me dijiste que tu papa siempre estuvo enamorado de Sonia. ¿verdad? Pero Sonia nunca le quiso como pareja. No me quiero imaginar lo duro que ha debido de ser para él. Ver al amor de tu vida con otra persona y no poder olvidarte de ella y verla feliz.
Por las palabras de Pablo supo que no solo estaba hablando de Martin, sino que él estaba hablando de ellos dos. De lo que él sintió cuando la veía junto a Diego, Simón o Javier. Pero ella también recordada ese sentimiento cuando lo veía con Consuelo u otras minitas.
En cuanto Marizza se acomodó en la cama, Pablo supo que había ablandando su corazón.
-Creo que ambos sabemos lo que es eso. ¿O me equivoco? –Marizza negó con la cabeza. – Tu papá parece feliz. Y si realmente ha podido seguir adelante olvidando a tu mamá, se merece que vos le des una oportunidad. Sé que querés a tu papa y no creo que quieras verlo sufrir toda su vida.
Marizza bajo la mirada, dándose cuenta de esa perspectiva, jamás se había percatado como debía estar sufriendo su papá. Solo había pensado en ella.
-Está bien. –Admitió Marizza. –Creo que he sido algo injusta. –Pablo asintió y agarró la mano de Marizza y la instó a levantarse para que se sentará de nuevo encima de sus rodillas. –una parte de mí siempre querrá que mis papas estén juntos. Nunca viví eso. Mis papás juntos como una familia. Nunca tuve familia y siempre fue mi mama y ya.
-Pero ahora tenés una familia. No necesitas que estén juntos. Tu mamá, Franco, Mia, Lujan, Hilda y tu papá. Todos ellos son tu familia. –Dijo Pablo acariciando el cabello de su novia.
-Y vos también sos mi familia. – Añadió Marizza con una media sonrisa.
Pablo sonrió abiertamente, algo halagado por esa afirmación y sonrió, antes de besar sus labios. De repente, él se río contra los labios dulces de ella.
-¿Por qué te reis?
-Es la primera vez que admitís que Mia es de tu familia.
Marizza fingió una mirada de enojo, pero volvió a besarle mientras se reía. ¿A quién carajo pretendía engañar?
-Voy a pedirle disculpas a mi viejo.
Pablo asintió mientras Marizza le devolvió un beso antes de marchar por la puerta. Desde la habitación, el rubio intuyo unas disculpas, unas palabras e incluso lágrimas, mientras sentía orgullo de que su novia hubiera cambiado de opinión y rectificado en su aptitud.
Para sorpresa de Marizza, Daniela era mucho más interesante de lo que ella pensó la inicio. Daniela participaba en varias organizaciones benéficas, era vegetariana y tenía gustos similares.
Martin y Pablo se sintieron tremendamente orgullosos de ver que la relación entre ambas mujeres era mejor de lo pensaron. Y pasaron los siguientes días disfrutando de cada uno de los momentos.
Días después, la pareja volvía a Buenos Aires, a pesar de la tristeza de no saber cuándo volvería a ver a su papá, Marizza estaba contenta de haber hecho ese viaje junto a Pablo.
Porque además sentía que su relación había dado un paso más. Sentía que estaban más consolidados como pareja. Habían hablado de sexo y de esperar al momento oportuno, aunque había algo que aún no le había dicho y que temía hacerlo. No le había dicho que no habían tenido relaciones y que prácticamente era inexperta, tanto que ni siquiera se había masturbado ella nunca.
Una parte de ella, temía que, al no tener experiencia, Pablo le rechazara. Algo absurdo, pero sus novias todas habían tenido mucha más experiencia.
Pablo se durmió apenas se sentó en el colectivo. Estaba durmiendo prácticamente encima suyo; su frente estaba pegada a su cuello y sus brazos le apretaban fuertemente contra él. Marizza beso suavemente su frente, para no despertarle dándose cuenta de cuanto lo iba a extrañar en su vacaciones con Mora y sus hermanos.
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Pablo y Marizza se despidieron con un apasionado beso delante de Sonia y Mora, nada más llegar a la estación de autobuses. Al día siguiente, Pablo se marchaba muy temprano de vacaciones junto a su mama y sus hermanos en Inglaterra. Iban a estar un par de semanas sin verse y ambos se prometieron que hablarían a través de correos.
A pesar de que Pablo no había dado muestras de ello, Pablo estaba nervioso porque su relación con sus hermanos nunca había sido especialmente buena y no sabía como le iban a recibir tras todo lo ocurrido con Sergio. Aunque según le comentaba Mora, ellos parecían estar orgullosos de él.
Pero por su experiencia, Pablo sabía que sus hermanos no siempre eran buenos con él.
Marizza, por su parte, trato de pasar esos días junto a Lujan con quien fueron a visitar a Feli y Lalo, quienes estaban pasando un momento complicado en el embarazo de ella, pero parecía que iba a ir todo bien. También pasaba el tiempo con Mia y sus dramas con Manu.
Pero, aunque quería distraerse, Marizza extrañaba a Pablo. Apenas podía comunicarse, sino era a través de correos electrónicos. Y aquello le frustraba mucho. Así que, trato de pasar el mayor tiempo junto a sus amigos.
E incluso planeo una quedada con sus amigos antes de empezar las clases, Tomás ofreció su casa para que pudieran disfrutar de la pileta. Fueron gran parte de su grupo de amigos: Manu, Mia, Lujan, Marcos, Pili, Tomás, Guido, Laura, Vico y Rocco.
Aquel día se lo paso muy bien a pesar de la ausencia de su novio. Se rio, bailó y bromeó con todos sus amigos, e incluso bailo con Guido, quien a pesar de que en ocasiones no le soportaba, no podía negar que a veces era un cague de risa.
Pero, sobre todo, esos días sin Pablo, lejos de calmar su ansia de estar con él, habían aumentado. Tanto que empezaba a tener ideas y fantasías con él. Había empezado a tocar su cuerpo de forma sexual y a descubrir aquello que llamaban placer.
Todo empezó una noche de verano donde el calor era insoportable y no podía dormir. Por suerte ya no compartía la habitación con Mia y Lujan. El simple recuerdo de los besos y caricias ardientes que había compartido con Pablo en casa de Martin, se convirtió en suficiente para encender algo inusual en su cuerpo. Entre medio de las piernas.
Cerró los ojos y volvió a imaginarse a Pablo, besándola y acariciándola. Rozándole en zonas donde nadie le ha tocado antes.
Instintivamente, llevó su mano derecha bajo su bombacha y se acarició suavemente. Un placer le sucumbió. Se sentía inexperta, pero a la misma vez curiosa porque a pesar de lo zarpada que había sido en su vida nunca se había sentido con esa necesidad de explorar su cuerpo de esa forma, y ahora, era algo que le llamaba la atención.
Siguió con la mano en su bombacha mientras se toca sin saber muy bien que tiene que hacer. Pero sigue su instinto, y se sigue tocando, su intimidad que ya está húmeda y sus pechos mientras siente que la excitación crece más y más. Y entonces toca un punto que le hace suspirar y suelta un gemido.
En su mente, Pablo sigue ahí tocándola, besándola y diciéndole cosas que jamás hubiera imaginado y entonces, todo se vuelve intenso. Tanto que Marizza gime y su cuerpo se estremece de placer.
Los tocamientos a si misma se repitieron durante los siguientes días mientras que Pablo estaba con su madre de vacaciones. En ese tiempo, ella que siempre había sido abanderada de normalizar la sexualidad, ahora se daba cuenta que apenas sabía nada de su cuerpo. Pero cada vez, que empezaba acariciarse descubría algo nuevo.
Cada día se hacía más grande el placer que sentía y tenía ganas de experimentar con Pablo, cosa que con otros novios nunca se le había planteado ni tan siquiera. Aunque aun tiene miedo e inseguridad de no poder ser suficiente para él.
A pesar de que la comunicación con su novio era escasa y solo podía hablar con él a través de correos electrónicos. Pablo le mantenía debidamente informada sobre lo que estaba haciendo en Europa con su mama y sus hermanos y cómo era la relación entre sus hermanos y él.
Y a medida que fueron pasando los días, Marizza extrañaba cada día más a su novio y su deseo y excitación aumentaba cada día más.
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El verano llegó a su fin, que indicaba que debían volver al Elite Way y empezar 5ª año. Por primera vez, el colegio no sería pupilo, aunque algunos alumnos se podían quedar a dormir si las familias querían.
Franco y Sonia habían decidido que no querían que sus hijas durmieran en el colegio, así que Marizza, Lujan y Mia, iban solo a estudiar.
Por otro lado, Guido y Tomás habían decidido rentar un departamento libre para ellos dos, donde lo compartirían. Pablo quien aún estaba de viaje, y aun tardaría unos días en llegar. Pero él seguiría viviendo con su mamá.
Ese primer día de escuela se reunieron los antiguos alumnos, a excepción de Sol, Fernanda, Javier, quienes por un motivo u otro habían dejado la escuela.
Había 3 alumnos nuevos: Raúl, un hijo de un inmigrante español empresario; Jimena, una joven rubia despampanante y Facundo, un joven tímido y poco hablador.
Marizza llegó al Elite acompañada de su renovada familia, pero rápidamente Mia se perdió con Manu, Vicco y Feli quien ya tenía una abultada panza. Lujan y Marizza se fueron a investigar la renovada escuela y se perdieron entre el gentío para ir a su aula buscando a Pilar o Laura con quien tener una conversación. Pilar era una de las pocas que dormía en el Elite, y con Marizza y Lujan fueron a revisar cómo eran las nuevas habitaciones. Todos se sentían entre tristes por el final de las vacaciones e ilusionados por empezar el último que pasarían juntos.
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-Un día, solo un día y ya tenemos una prueba la semana que viene. –Masculló Marizza a Lujan y Laura, mientras hacían tiempo para volver al aula.
-Disculpa, vos sos Marizza, ¿verdad? –les interrumpió Jimena, la nueva alumna, mientras se movía el pelo, en un tic nervioso.
-Eh sí, ¿por?
La joven sonrió, y de repente, se puso muy nerviosa.
-Este... yo soy muy fan de Erreway. Ayer no lo podía creer cuando os vi a Manuel, mía y vos. ¡¡¡Voy al mismo colegio que Erreway!!! – La adolescente hablaba muy rápido que prácticamente no se le entendía. –Me falta por conocer a Pablo. ¡¡Pablo!! Es adorable... pero me han dicho que está de viaje.
Marizza miro a sus amigas y después a la despampanante fan que por alguna extraña razón no le gustaba.
-Sí, está de viaje.
-No me lo puedo creer. –Sin previo aviso, se acercó para abrazar a Marizza. - ¡¡Sos mi idola!!
Marizza abrió los ojos ante ese contacto que no deseaba.
-Nena, nena... ¡No hace falta que me des un abrazo! - dijo, pero ya era demasiado tarde y ella ya se había abalanzado, invadiendo su espacio personal.
Finalmente, Jimena se marchó dejando a las amigas solas.
-Hay algo en ella que no me gusta. –dijo Lujan.
-Tengo la misma sensación.
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Pablo llegó antes de lo esperado de su viaje y lo único que quería era ver a su novia. Su mamá había adelantado el viaje tres días antes y nadie sabía que iba a llegar antes. Aquel día, por extraño que pareciera quería ir al Elite. Quería estar con su novia y con sus amigos.
Los había extrañado más de lo que hubiera imaginado. Compartir el tiempo con su mama y hermanos estaba bien. Pero, al fin y al cabo, Tomas, Guido y Marizza era con las personas que más pasaba el tiempo en su vida. Entró en el Elite Way con ganas de abrazarlos a todos, pero Marcos fue el primero en recibirlo quien iba a dirección a por la lista.
-¡Pablo! Marizza me dijo que vendrías en unos días. –Marcos le abrazo y Pablo sonrió ante el recibimiento.
-Me han adelantado el viaje y Marizza no lo sabe, ¿sabes por dónde está?
-Con las chicas en el aula. Armando bardo. –Por el tono que utilizó Marcos supo que algo estaba pasando.
-¿Ha pasado algo? – Pregunto Pablo-
-La nueva profesora de Literatura, Sofía, es aún peor que Carmen.
-¿No jodas?
-El segundo día expulso a Marizza de la clase porque se quejó de los exámenes que había puesto.
Marcos le actualizaba de cómo Marizza ya había reunido a toda la clase para que echaran a la nueva profesora. Se había reunido con Dunoff y ya estaba haciendo de las suyas. A medida que avanzando por el Elite Way, Pablo observaba que estaba prácticamente igual.
-5 días que no vengo a clases y ya está armando bardo. –Masculló pablo.
Marcos sonrió, mientras fue irrumpido por Manu, Tomas y Guido quienes habían visto a Pablo y venían a darle la bienvenida a Pablo.
-Nos versearte boludo, pensábamos que venias el jueves. –Le dijo Tomás, dándole un golpe en el hombro.
-Cambio de planes. No quería perderme el bardo. – Masculló con una sonrisa.
-Como siempre tu novia nos ha metido en el bardo. Estamos sin recreo largo por su culpa. –Dijo Guido. Pablo negó con la cabeza.
-Voy a verla. ¿Dónde está?
-En el aula.
Pablo se dirigió a la clase, entró dentro y entonces la vio, tan linda como siempre. Su cabello estaba algo más largo, vestida con el uniforme del Elite, con su blusa blanca y su pollera. No sabía porque, pero la veía incluso más atractiva que nunca.
Una sonrisa tonta apareció en el rostro mientras la admiró como hablaba exasperadamente junto a Lujan y Pilar. Parecía enojada. A medida que se acercaba podía escuchar las quejas hacia la profe de literatura que parecía ser la novedad. Ella no se percató de nada.
-Me voy unos días y ya armaste bardo. –Habló Pablo haciendo que todas las mujeres le miraran sorprendidas.
Marizza
-¡PABLO! – Marizza se levantó de su asiento y se colgó de su cuello, besándole apasionadamente.
A pesar de que apenas quedaban alumnos en el interior del aula, entre ellas Jimena, Raúl, Rocco y Vico, todos se quedaron mirando a la pareja. Casi todos con una sonrisa, a excepción de Jimena quien parecía entre sorprendida y enojada.
******
Mora recibió a Marizza con un gran abrazo y se disculpó porque aquel día iba a cenar unos amigos. Aun así, indico a Pablo que tenía unas empanadas (una vegetal que había preparado para ella) en la heladera para ellos. Cenaron con tranquilidad, ellos dos solos, hablando y compartiendo momentos, mientras Pablo le contaba todo lo sucedido con sus hermanos y su mama.
-Se te ve feliz. –Concluyó Marizza una vez que habían acabado de cenar y Pablo de relatar sus aventuras con sus hermanos
-Este... sí. – Pablo se levantó y empezó a limpiar la mesa y Marizza le ayudo. –Pensé que mis hermanos no querían saber nada de mí.
Una vez que acabaron de dejar todo limpio, la pareja se sentó en el modesto sofá, y Marizza se acomodó en el lugar. Antes de seguir preguntando sobre la relación entre su novio y sus hermanos. Nunca había hablado de ellos.
- ¿No te bancaban? – Pablo se encogió de hombros.
-Nunca les preste demasiada atención. Se fueron muy pronto de casa, no hemos tenido una relación estrecha. No soportaban a Sergio. Ha sido una relación extraña, siempre ha estado marcada por Sergio. Ellos eran más mayores y se dieron cuenta de cómo era Sergio antes que yo... Pero mi viejo, siempre me decía que ellos eran los mejores en todo. Ya sabés cómo es y me repetía que era una vergüenza de la familia y que mis hermanos nunca habían hecho eso. Que yo siempre fui una basura comparado con ellos, y durante mucho tiempo, pensé que sí lo era. Pensé que era el malo.
Marizza escuchaba a Pablo con atención, levantó su mano y acarició el cabello suavemente mientras continuaba hablando.
-Cuando mi vieja se fue a Inglaterra, entonces mis hermanos me consideraban traidor por quedarme acá con él. Y por apoyarle a él en vez de a mi mamá. Pero me engaño, nunca pude saber la versión de mi mamá.
Marizza seguía acariciándole, notando la felicidad de su novio y eso hacía que se sintiera muy contenta por él.
-Este viaje me ha hecho sentir que realmente tengo una familia, allá. Hasta ahora, era como si estuviera solo frente a Sergio. Pero ahora sé que están ahí. Y que me apoyan.
-¡Me alegro tanto por vos, mi amor! –Se adelantó para besarle suavemente. aNTes de que Pablo se separara para seguir hablando.
-La próxima vez, vos tenés que venir. Quieren conocerte.
-¿A mí? –Pregunto entre halagada y sorprendida.
-mmm si –Pablo rozó su nariz contra la suya en un gesto cariñoso-, no he podido evitar presumir de novia.
Marizza se rio, aunque su risa quedó aplacada por el beso de Pablo.
-No sabés cuanto te extrañé. –Volvió a susurrar Pablo, dejando un reguero de besos por su boca, mejillas, cuello y su escote.
Marizza suspiro cuando Pablo volvió a buscar sus labios. Su lengua buscó permiso para entrar y él lo concedió con mucho gusto.
El tiempo se deshizo entre besos y susurros apasionados. Las manos de Pablo abrazaron a su novia, atrayéndola hacia él, quedarse a encima suyo, con las piernas entrelazadas. Recostados en el estrecho sofá, se sumergieron en una pasión desenfrenada.
Las caricias empezaban a intensificarse, las manos grandes de él recorrieron la espalda hasta llegar a las nalgas de Marizza. Las apretó suavemente, masajeándolas y después apretó sus caderas contra su cuerpo, sintiendo la presión inequívoca de la erección de Pablo bajo los jeans.
-Marizza... -Gimió contra su cuello.
Él estaba perdido completamente, podía notarlo en sus besos, caricias y en la forma en que susurraba su nombre.
Pablo estaba más zarpado que en otras ocasiones. Marizza sintió un escalofrió cuando la mano de él viaja por debajo de la blusa, acariciándole la panza, el ombligo y sin previo aviso, levantó el corpiño. Ella notó la mano de él tocándole su seno derecho desnudo. Su pezón estaba duro de la excitación y él lo acaricia con sus dedos. Le masajea por primera vez sin una tela que les separé.
Pablo gimió ante tal sensación de sentirle contra su mano por primera vez, y sus besos contra su cuello y boca, se vuelven más ansiosos y desesperados.
Marizza, sin embargo, siente que se está desmadrando. Pablo baja las manos hacia debajo de la pollera, levantándola y acariciando por encima de la tela, hasta que con habilidad él desliza levemente la bombacha, para tocarle en su intimidad. En ese momento, ella entró en pánico.
-Pablo, pablo... Para. –Dijo separando sus labios de los suyos y empujándole levemente por los hombros, poniendo distancia entre ellos.
Aquello hizo despertar a Pablo de su pasión. Rápidamente, él sacó su mano de su pollera, se separó de ella y se acomodó en el sofá.
-Perdóname, yo no... solo dame un segundo. – murmura Pablo sentándose al borde del sofá tratando de calmar su excitación. Se apoyó sus codos contra sus muslos, su cabeza contra sus manos y empezó a respirar profundamente.
Marizza se acomodó sentándose contra el respaldo, se bajó la pollera ocultando la bombacha roja que Pablo había levantado minutos atrás. Pablo pasó unos minutos tratando de tranquilizarse, pues es consciente que si no llega a pararle Marizza probablemente no lo hubiera hecho.
Las lágrimas aparecen en los ojos de ella. Siente culpabilidad por haber hecho que pare. Una parte de parte de ella desea tanto que hubiera continuado pero otra parte, aun siente algo de inseguridad. Y eso le hace sentir mal. Quiere poder ser igual que otras minas, dejarse llevar y hacer el amor con su novio, pero aun siente que no puede darle lo que otras han hecho. Teme ser inferior, y no estar a la altura.
-Lo siento. –Susurra Marizza avergonzada y algo llorosa.
Al notar el tono bajoneado de su novia, él se giró para ver las lágrimas en sus ojos.
-No, no... Mi amor, no llores, yo lo siento, me zarpé un poco. –Dijo Pablo acercándose a ella para acariciarle el rostro. – Perdóname.
Marizza se deja abrazar por Pablo, y puede ver en sus ojos que él también se siente frustrado y a la misma vez culpable por no haber parado a tiempo.
Justo en ese momento, la puerta se abre y la pareja se separó para ver entrar a Mora. Por la actitud de los jóvenes, la mujer sabe que acaba de irrumpir algo, pero no sabe muy bien qué.
*****
Mora se ofrece a llevar a casa a Marizza, así que Marizza saluda a Pablo con un casto beso y se van. El camino en el auto es tranquilo, demasiado silencioso para lo que es Marizza.
-¿Te puedo preguntar algo, Marizza?
-Claro. ¿Pasa algo? – dijo mientras la adolescente retuerce sus dedos del nerviosismo.
-No, nada. Es solo quiero hablar con vos, sobre vuestra relación.
-Supongo que ya lo habrán hablado con tu mamá, pero se están cuidando ¿verdad?
Marizza levanto la mirada algo avergonzada.
-Mora.
-No necesito saber nada, ni les voy a retar. Solo quiero saber que se cuidan y si necesitan cualquier cosa. Pablito no suele hablar conmigo de estas osas.
-No hemos llegado a eso. – Dijo Marizza, porque a pesar de ser la madre de su novio sentía que con ella podría ser sincera.
-Oh, está bien. Cuando ocurra, ¿Se cuidarán verdad?
-Sí.
Más silencio, pero a pesar de todo, Marizza empezaba a sentir que ella podría ayudar a disipar sus dudas. Ni Sonia ni Mia ni siquiera Lujan podría tener este tipo de conversación.
-Mora. –Le llamó cuando ya estaban en la casa de Marizza.
-¿Cuándo sé que es el momento adecuado? Me siento insegura de dar el paso.
-Solo lo sentirás. Pero no lo hagas porque Pablo te lo pida. Solo porque vos querés ¿Pablo te insiste?
-No, él está siendo muy paciente. Mucho más de lo que yo pensé. Pero... vos sabes que Pablo ya tiene experiencia y yo... no tengo ninguna. –Confesó ella – Pablo ha estado con muchas minas que tenían más experiencias. Y aún no he podido decirle que yo no...
- Entiendo lo que querés decir, pero realmente eso no importa-susurró Mora acariciando el pelo de su nuera. – Puede que haya habido chicas con más experiencias. Pero ambas sabemos que a quien quiere es a vos. ¿O sigues dudando de lo que él siente por vos?
Marizza se sonrojó. Mora le sonrió.
-Siempre supe que había algo especial entre ustedes y, ahora solo tengo que mirar a mi hijo a los ojos para ver lo que te quiere. ¿Crees que Pablo te va a querer menos por no tener esa experiencia? –Marizza le miró, en el fondo de su corazón, ella sabía que la repuesta. Y las dudas se fueron diluyendo a medida que escuchaba a Mora hablar.
– Conozco a mi hijo y estoy segura que eso le da igual. Puede que la primera vez sea un desastre o puede que no. Pero si es un desastre, que sepas que eso ocurre hasta con parejas que tienen experiencia. Tendréis que adaptaron el uno al otro, saber qué os gusta y no. Podés tener mucha experiencia, pero si no conoces al otro, te aseguro que puede ser un desastre. Así que no le des importancia a cuanta experiencia hayas tenido. No te pongas presiones de ser como otras minas. No quieras compararte. Solo sé vos. Si tenés que ir despacio o necesitas tiempo, sigue a tu corazón.
Marizza asintió ante las palabras de Mora, escuchando atentamente y dándose cuenta que ella tenía razón.
-Esto no significa que debas hacerlo ya, o Sonia que me va a matar, pero si vas a hacerlo que sea cuidaos mucho.
-Gracias mora. Me has ayudado mucho. –Dijo dándole un gran abrazo.
******
Marizza pensó mucho en lo que había estado a punto de ocurrir y en la posterior conversación que tuvo con Mora, quien ayudo a aliviar el malestar que sentía. En ese momento se dio cuenta que debía hablar y ser sincera del todo con Pablo.
Pablo, también estaba algo pensativo sobre lo ocurrido hacia dos noches con Marizza, estaba un poco preocupado por saber si su novia estaba enojada con él. Pero por la actitud de ella, no parecía estarlo. Es más, los días siguientes estaba más cariñosa de lo habitual, aunque no volvieron a hablar sobre ello.
Marizza estaba tratando de buscar el momento adecuado para tener esa conversación, pero una entrevista de Sergio Bustamante desde la cárcel hizo enturbiar los días siguientes. No dijo nada fuera de lo habitual, llamo traidor a su hijo y como éste había hecho estar en su contra a su exmujer. Incluso hubo alguna amenaza. A pesar de que todos apoyaron a Pablo, aun le lastimaba.
Mora abrazó a su hijo y le prometió que no iba a pasarle nada.
Una tarde, tras salir de la escuela, Marizza propuso ir a pasear por el parque 3 de febrero. Se sentaron en la hierba al filo de uno del os lagos que en ese momento estaba casi desierto.
-Pabli, él no podrá hacerte nada más. Él está en la cárcel. No permitiremos que te haga nada. Ni yo, ni tu mamá. Estoy tan orgullosa de vos. –Marizza acarició su rostro antes de besarle, mientras su novio encantado se inclino para besarle. Las palabras de ella era un aliciente y que ella se sintiera orgullosa de él, se le hinchaba el corazón.
-Cuando me decís cosas así, te haría cosas indecentes, acá mismo. Sin importar donde estuviéramos.
Marizza soltó una carcajada. las palabras de su novio.
-Sos un degenerado. –Compartieron una risa conjunta.
-Soy tu degenerado. Y solo tuyo. –Matizó Pablo levantando las cejas de forma insinuante.
-¿Y se puede saber qué cosas indecentes son esas? –Preguntó ella mordiéndose el labio, incitando a su novio y curiosa por saber esas cosas.
-Mmmm, tengo muchas en mente... pero empezaría por besarte por acá. –Pablo se inclinó para besar el cuello al mismo tiempo que llevaba sus manos bajo la ramera- Te tocaría por encima de tu corpiño... –Acarició la piel desnuda de su panza y llevó su mano encima del corpiño negro. Subió sus labios hasta la oreja dónde le besó y mordió ligeramente
- Y te quitaría toda esa ropa y te haría el amor. –dijo besando el cuello de Marizza y sonriendo mientras escucha la risita de ella. –No sabes las ganas que tengo. - masculló mientras cerró los ojos y suspiró.
Pero, en esa última frase él notó que su cuerpo se tensó bajo sus manos y su risa ha quedado apagada contra su pelo.
-¿Qué pasa? – Murmuró separándose de su rostro para mirarle. Su mirada hay preocupación–. ¿Es por lo que pasó el otro día?
Marizza suspiró, baja la mirada algo avergonzada. Pablo llevó su mano a su barbilla y la subió para que pueda mirar bien a esos ojos que tan enamorado le tienen. Pero ella parece dudar.
-Dale, cóntame. ¿Qué pasa? – La ve avergonzada e incluso, le estaba constando hablar.
-Hay algo que no te he dicho. –Hizo una pausa para ver la expresión de curiosidad de Pablo- Yo... yo nunca me he acostado con nadie. – Titubeó Marizza, nerviosa. Moviendo los dedos nerviosamente. – Por eso me puse nerviosa el otro día cuando vos me tocaste.
Pablo suspiró aliviado porque sus sospechas se verificaron. Él ya lo intuía, aunque nunca se lo hubiera afirmado.
-Lo sabía. –Ante el rostro de Marizza de confusión, él se apresuró a aclarar. –En realidad, lo intuía.
-Entonces, ¿no te importa? –Preguntó ella sorprendida de que él ya lo supiera. Dándose cuenta de que le estaba dando importancia a algo que para Pablo no tenía, mientras ella pensaba día tras día sobre ello.
-Me da igual, Marizza.
-¿Por qué estabas tan seguro? Podría haberme acostado con Simón o con Diego. –Seguía curiosa de saber por qué él estaba tan convencido de que nunca habría ocurrido.
Marizza cruzó las piernas y se abrazó a sí misma, mientras vio la sonrisa de Pablo.
-Pero no les amabas. Vos no tendrías relaciones con alguien a quien no ames. –Comento con tal contundencia que Marizza se sorprendió de cuánto le conocía.
-Bueno, con Joaquín casi me lanzó. –Aseguró Marizza, pero Pablo negó con la cabeza.
-Sé que sos muy impredecible, pero creo que no lo hubieras hecho. O te hubieras arrepentido siempre.
Marizza suspiro ante sus palabras, pues ella sabía que aquello era cierto. Y lo había pensado siempre, ya que era muy probable que se hubiera arrepentido y se hubiera ido antes de que ocurriera.
-¿Cómo me conoces tanto? – Preguntó Marizza mientras Pablo se reía y se encogía de hombros.
-He pasado estos años admirándote y sufriendo tus jodas en silencio. Sé que jamás traicionarías tus valores. –Confesó él, causando la risita de Marizza. De repente, Pablo se quedó un poco más serio y hablo. -Te asuste el otro día, ¿verdad? En mi departamento. –preguntó Pablo.
Marizza le miró sin saber si era miedo, inseguridad o que no quería dar el paso, pero Pablo tomó su falta de respuesta como una afirmación.
-Lo siento... Perdóname. No quise... Yo llevaba tanto tiempo sin besarte o tocarte que perdí la noción. –Pablo le abrazó.
-Quiero que pase – confesó Marizza. –Pero me siento insegura, Pablo. Yo no soy Paula, ni Conchu. No sé qué tengo que hacer, no sé si lo haré bien. No sé si estaré a la altura. Yo apenas sé nada...Lo básico, pero... ya sabes. -Empezó a hablar dejando salir sus miedos, sus inseguridades que había estado reteniendo en esos días.
Pablo la escuchaba y solo quería que se le quitaran esos pensamientos de la cabeza.
-Shh, escúchame. No tienes que estar a la altura de nadie. No tienes que hacer nada bien. Sea como sea, para mi va a estar perfecto. Está bien, aprendernos juntos. Estamos juntos en esto. Y olvídate de Paula y Consuelo, por favor. Con quien quiero estar es con vos y con la única que quiero hacer el amor es con vos, ¿sí?
Marizza asintió sintiendo una vez más que su relación iba a más.
-Y vuelvo a repetirte. Vos vas a dar el paso. El otro día me zarpé, pero no va a volver a ocurrir, hasta que vos seas la que me digas que quieres hacer el amor conmigo.
Mientras Marizza le besaba de nuevo, Pablo la acomodó en la hierba y se besaron hasta que necesitaban respirar. Ella estaba segura que no iba a tardar mucho tiempo más en dar ese gran paso.