ID de la obra: 911

Marizza & Pablo - Tercera temporada (Pablizza)

Het
NC-17
Finalizada
0
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
505 páginas, 191.839 palabras, 31 capítulos
Descripción:
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Capítulo 7

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En la cafetería, los miembros de la banda se reunieron sin darse cuenta de que su fan estaba en la mesa de al lado, nerviosa pero atenta a su conversación. -Che, ¡pueden parar! –Se quejó Marizza, separando las cabezas de sus amigos quienes estaban demasiado ocupados besándose. – No hemos venido a verlos besarse. ¡Qué asco! -Ay, nena... No me toques. –Mia arreglándose el cabello, mientras Manuel y Pablo intercambiaban una mirada divertida – Ustedes estuvieron toda la gira del año pasado comiéndose y no dijimos nada. –Volvió a decir Mia con enojo. Marizza abrió la boca para responder, pero la mano de su novio en su muslo la detuvo. -Basta, no empiecen a discutir, ¿sí? – Intervino Pablo dirigiendo la mirada a Marizza y a Mia. –Hablemos de la banda. Los cuatro miembros sonrieron y se acercaron a la mesa. - Sí, tengo muchas ganas de cantar. –Dijo Marizza, emocionada. Mia compartió una mirada a su medio hermana y sonrió, también ansiosa por cantar. -¿Qué vamos a hacer? -No lo sé, pero tenemos que buscar productor nuevo. No quiero perder la oportunidad de poder cantar sin que Sergio pueda molestarme. – dijo Pablo jugueteando con la pajita de su jugo de naranja. -Es la primera vez que podemos subirnos a un escenario sin preocuparnos de nada, ni de mi viejo, ni de la escuela. -Además puede que sea nuestro último año juntos. –Dijo Marizza apenada. Sus compañeros le miraron sin entender y se apresuró a aclarar. –Es nuestro último año acá, el año que viene estaremos estudiando en diferentes universidades, es posible que no podamos continuar. -O sí, Marizza. No sabemos qué pasará. –Comentó Manuel, haciendo que Pablo y Mia asintieran. – De todas formas, centrémonos en este año y ya miramos al año siguiente. Pablo, sin embargo, notó algo en la expresión de Marizza y le dirigió una mirada. -Entonces, ¿Qué hacemos con la discográfica? –Cambió de tema Manuel. –Ustedes creen que si hablamos con Johnny Guzmán, quizá podamos seguir trabajando con él. -Yo no quiero volver a trabajar con Sabrina. –Saltó Marizza mirando a Mia, quien a su vez miró a su novio -No, quiero decir, lo último que sabemos es que Sabrina ya no está trabajando en la discográfica. Me gustaría saber qué nos puede ofrecer Johnny, si quiere seguir trabajando con nosotros o si podemos trabajar con otro represente. -A mi parece bien, nunca pudimos hablar con él directamente. –Se pronunció Pablo-, ¿ustedes qué opinan? –Preguntó mirando a las mujeres. Las dos se miraron y asintieron. Ambas estaban seguras que no querían trabajar con Sabrina. Marizza le preguntó con la mirada a Mia y ella se apresuró a decir. -Esta bien, podemos probar a ver que nos puede ofrecer. -Estoy con Mia. -¡Genial! –Exclamó Pablo-. Pues, si tienen el número de teléfono llamare para concertar una reunión. – Manu sacó su celular y se lo pasó a Pablo para que copiara el número de la discográfica. -Mientras tanto, podríamos reunirnos para ensayar. Necesito cantar. –Sugirió Marizza emocionada. -Puedo preguntar a mi vieja, quizá nos deja. –Propuso Pablo devolviendo el celular a Manu. -O en nuestra casa. – Dijo Mia señalando a Marizza y a ella. -No sé si tu papá nos dejará... -Bueno, lo consultan y decidimos. –Dijo Manu dando por finalizada la reunión y todos los asintieron. - ¡Oficialmente vuelve Erreway! Marizza aplaudió emocionada, y Mia y Manuel se besaron ardientemente. -ahg, otra vez –Se quejó Marizza, ante los afectos de la pareja y Pablo se rió, antes de pasar un brazo por encima de los hombros de su novia. -Vos sos igual de cariñosa, aunque no quieras aceptarlo. –Le dijo Pablo en un susurro. -Cállate, -susurró Marizza con una sonrisa. –Ahí os dejamos, - se despidió de la parejita. -Después os decimos- masculló Pablo, quien recibió una mirada de Manu y Mia, antes de volver a besarse. Pablo y Marizza se levantaron de sus asientos, saliendo de la cafetería abrazados. -Admítelo, te gusta más verlos juntos. –Dijo Pablo cuando Marizza apoyó su cabeza contra su hombro e iban caminando por los pasillos, medio abrazados. -Y obvio, no sabes cómo me dejaba la cabeza Mia, cuando estaban peleados. Puff... Al menos ahora quien se la tiene que bancar es Manu. – Pablo negó con la cabeza. –Pero nosotros no somos así de puagg... Pablo volvió a reírse. -Si querés podemos serlo. –Dijo parando sus movimientos de Marizza, la empujó suavemente contra una de las columnas de los pasillos, mientras Marizza se reía, enmarcó su rostro, junto su frente y la besó. Un beso suave pero intenso, algunos de los alumnos que pasaban por alrededor se los miraron y elevaron los ojos. -Ahí está el cabezón- Se escuchó a lo lejos. -Pablo, Pablo –Guido le llamó mientras se acercaba medio corriendo. La pareja se separó, ambos molestos por la interrupción. -¡Porque no os matáis! –Masculló Marizza enojada con los amigos de su novio. -¿Se puede saber que queréis? –Pregunto su amigo frustrado. -Uy, perdón, -Masculló Tomás al darse cuenta de que les había interrumpido. -Nena, Pablo también tiene amigos –Le contestó Guido a Marizza quien había cruzado los brazos enojada. -Y también tiene novia, pero vos no sabes lo que es eso, porque no podés mantener una novia ni 1 mes seguido. –Soltó Marizza haciendo referencia a Laura. Guido le miró enojado y después miró a Pablo, quien sabia que estaba a punto de presenciar una pelea entre ellos. Marizza vio la mirada de advertencia de su novio y entonces, decidió dejarlo estar. -Está bien, te dejo con tus amiguitos, me voy a buscar a Luji y Laura. –Marizza se elevó y besó a Pablo en los labios. – te veo después. –añadió. Pablo asintió. -¿Qué quieren? –preguntó a sus amigos. -¡¡Tenemos laburo nuevo!! **** Sentados en uno de los bancos de la escuela, los tres amigos charlaban sobre el nuevo laburo de Guido y Tomás, que les permitiría rentar el apartamento que compartían. Pablo ya no tenía problemas económicos, ya que su madre le ayudaba en todo. Aunque él quería tener su propio dinero para poder empezar a independizarse en cuanto pudiera. -Pablo. –Una voz femenina y temblorosa lo llamó. Los tres amigos levantaron la vista para ver a su nueva compañera de clase, su cabello rubio y una sonrisa encantadora. -Sí... - dijo Pablo extrañado. -Hola... Soy Jimena, soy nueva. –Anunció la mujer. Pablo miró por un momento a sus amigos, tratando de entender por qué esa chica se dirigía a él – Soy muy fan de Erreway, acabo de verlos reunidos en la cafetería y wow, ¿van a volver? -No está decidido, pero es lo que queremos. Lo más seguro que sí. –Respondió Pablo. -¿Me avisaran? No me quiero perder ni un concierto. –Dijo Jimena emocionada.- Te puedo pedir que me firmes el disco. – Añadió, sacando el disco de "tiempo" de su bolsa y dándoselo a Pablo. -Claro. –Pablo, quien aun no estaba acostumbrado a esto, aceptó sin problema. Con una lapicera negra hizo un garabato al lado de su fotografía y se lo devolvió. - ¡Gracias! –Exclamo Jimena, abalanzándose y plantándole un beso en la mejilla a Pablo. Pablo abrió los ojos sorprendido ante ese contacto no deseado y vio cómo Jimena se marchaba corriendo entre los alumnos. -¿Qué ha sido eso? –preguntó Guido sonriendo y riéndose. -Ha sido raro, ¿no? –Cuestionó Tomás. –Por un momento pensé que te iba a comerte la boca. – agregó con una sonrisa traviesa. Pablo lo miró extrañado. -¿Qué decís? Solo es una fan. - comentó, tratando de convencerse de que era algo normal, solo que la pobre estaba algo nerviosa. -Hermano, creo que se te va pegar. – advirtió Guido dándole una palmada en la espalda. -Ay no, déjate, no quiero saber nada. –Dijo Pablo llevándose las manos a la cara viendo cómo iba a tener otro quilombo con Marizza por una mina. -Bueno, contarnos novedades de la banda. –intervino Tomás para cambiar de conversación. **** -Marizza... -Le llamó Pablo, mientras caminaban agarrados de la mano en las calles de camino al departamento de Mora. Marizza, que estaba disfrutando de un helado de dulce de leche, le miró al escuchar su nombre, pasó la lengua por el helado y esperó a que su novio hablara. -¿Qué pasa?- respondió, curiosa. -Hoy en la reunión con Erreway dijiste que no estabas segura si el año que viene pudiéramos continuar con la banda. ¿Tenés algo pensado? –Cuestionó Pablo con cierta intuición de que Marizza ya tenía algo en mente para su futuro. -No del todo. Pero sí tengo alguna idea. Algo loca quizá. –respondió Marizza, haciendo fruncir el ceño a Pablo. Sabía que sus ideas locas solían ser realmente locas. -Eso seguro – Soltó Pablo, Marizza le miró entrecerrando los ojos.- Dale cóntame. -Me gustaría ir a estudiar a otro país-, reveló Marizza. Dando otro lenguetazo al helado. Por un momento, el corazón de Pablo le dio un vuelco al sentir que podría perderla. Y Marizza vio la preocupación en su rostro, y se apresuró a aclarar. -No lo tengo decidido, aún no sé si quiero hacerlo. Pero es una idea loca que tengo. Pablo asintió y trato de mostrarse lo más normal posible no quería ser un inconveniente en la decisión de Marizza, pero la información la dejó algo aturdido. Sabía que si ella se proponía algo, lo llevaría a cabo. Por otra parte, Marizza había dudado de esta decisión debido a todas las implicaciones de irse a estudiar al extranjero: estar lejos de su familia, de su novio y de sus amigas. No estaba segura de sí estaba preparada para eso. Aunque otra opción era que ellos se fueran con ella, pero no quería arrastrar a todos. -Bueno, es un poco loca. –Dijo Pablo cuando finalmente pudo hablar-, pero si es lo que querés, yo te apoyaré. A pesar de sus palabras, su expresión y su tono no parecía nada convencido. Marizza notó su indecisión y se acercó a él, deteniendo sus movimientos y fijando la mirada en sus ojos. -Pabli, no lo he decidido, es algo que me gustaría hacer, pero no sé si voy a ser capaz. La idea de estar lejos de mi familia... o de vos... ahora que estamos tan bien me rompe el alma. –Dijo Marizza, acariciando la mejilla de Pablo. -Sinceramente, Marizza, no soportaría estar lejos de vos ahora mismo. –Susurró Pablo. Marizza suspiró y le besó. -No importa, no vamos a pensar en eso ahora mismo, disfrutemos este año y ya veremos como lo hacemos. Pero vamos a estar juntos. Te lo prometo, mi amor. –Le dijo Marizza, abrazándolo. ***** Pablo y Marizza decidieron ir a casa de Mora para comenzar a componer. Saludaron a Mora y se dirigieron a la habitación de Pablo. Marizza admiró la habitación desordenada, notando un jean en el suelo, la guitarra sobre la cama y unas hojas esparcidas por ella. -¿Has estado componiendo? – preguntó Marizza mientras se acercaba a la cama y examinaba las partituras. -Ehm sí... -Respondió Pablo olvidando de que había dejado las partituras ahí, - estuve repasando las últimas canciones que había compuesto. Marizza se sumergió en la lectura de las letras y rápidamente se dio cuenta de algo. Las letras de las canciones eran todas muy tristes, con tintes de dolor, desamor y rabia. -Pabli, son todas muy tristes. –Dijo Marizza con preocupación. -Ehm... - Pablo se rascó la cabeza, avergonzado. – Sí. Las escribí cuando vos me dejaste por lo de mi papá. Desde entonces no he tenido tiempo de poder componer de nuevo. Marizza asintió ante sus palabras mientras seguía leyendo todo lo que él había escrito. A pesar de que ella era consciente que ambos lo habían pasado mal en ese momento, leer sus emociones y el dolor expresado de esa forma le hizo sentirse mal. -Ya sé que no son buenas... -Empezó a decir Pablo con inseguridad, mientras se sentó al filo de la cama y miraba a Marizza quien seguía inmersa en leer las letras. -No, no es eso. Las letras están muy bien, este... -Marizza centró la mirada en él y se sentó encima de sus piernas. –Me gustan. Marizza dejó los papeles esparcidos por la cama de nuevo y acarició el cabello de Pablo. -Yo... Lo siento, lo siento tanto haberte lastimado así. –Masculló Marizza apenada. A veces no era consciente del dolor que causaba a los demás. Pablo le sonrió y acarició el rostro, llevando sus cabellos ya más largos detrás de la oreja. -Ya te he perdonado. –Susurró Pablo. Pablo se inclinó, besándole suavemente, en un beso dulce. Pablo le rodeó sus manos a su esbelta cintura, le acarició la espalda levemente, mientras las lenguas empezaron a jugar entre sí. Pablo dio un reguero de besos desde su boca hasta el cuello, mientras Marizza, soltó un pequeño gemido. Las manos de él recorrían lentamente la cintura y fue bajando por sus caderas, bajo hacia su cola y le dio un apretón por debajo de la pollera. Los besos se intensificaron cuando Marizza volvió a buscar sus labios y los mordió suavemente. Aquello encendió la pasión en su novio, quien metió la mano bajo la ramera y la estrechó más fuerte contra su cuerpo. Acarició la piel de su cintura, espalda a su gusto. Marizza se separó de él y les miró a los ojos azules que estaban más oscuros de la pasión. Él estaba con la respiración acelerada, y ella empezaba a notar la dureza bajo sus jeans. Pero aquello empezaba a quedarse corto. Necesitaba mucho más contacto, para ambos. El ruido del celular de Mora al otro lado de la casa les hizo despertar de su ensoñación. Se separaron bruscamente y Marizza se levantó de sus piernas poniendo distancia entre ellos. Se habían olvidado completamente de Mora, quien hablaba en ingles con alguien a través del celular. -Sera mejor que... -Empezó a decir Marizza – compongamos. -Pues si... -Dijo Pablo completamente frustrado. Marizza notó su frustración y una parte de ella empezó a sentirse mal. Realmente quería estar con Pablo a solas, cada vez lo necesitaba más. Por otro lado, Pablo estaba frustrado de no poder tener estar a solas con su novia debido a las constantes interrupciones. Siempre estaban irrumpiéndoles. En su apartamento, Mora estaba siempre; en casa de los Colucci-Rey eran tantos que nunca podían estar a solas; en el colegio era imposible. Últimamente había pensado en pedirle a Tomas y Guido que les dejara su depa para poder estar a solas con Marizza. Extrañaba poder estar con ella, sin tener que dar explicaciones a nadie. No para curtir, simplemente para estar a solas, sin tener que preocuparse de interrupciones. Marizza lo vio ofuscado mientras ordenaban las partituras y decidían que tipo de canciones querían hacer. -Pablo... -Le llamó en un momento determinado que Pablo acaba de escribir la melodía de una posible canción. Él levantó la mirada ante el tono de ella. -Me gustaría pasar la noche con vos. –Pablo entrecerró los ojos y por un momento se le iluminaron al pensar que era para curtir-. No, no para lo que estás pensando, pero... –Se apresuró a aclarar. - Yo... solo quiero estar con vos. Sin interrupciones sin tener que estar buscándonos un lugar para estar a solas. En mi casa siempre hay alguien y acá con Mora. Extraño poder estar a solas. Pablo sonrió al ver que ella había pensado lo mismo. -Yo también estaba pensado en eso. ¿Pero vos crees que Sonia te va a dejar quedarte acá? ¿Y mi mamá? -Me da igual, ya somos grandes. Somos una pareja, ya saben lo que va a pasar... Aunque estaba de acuerdo con Marizza, Pablo sabía que eso solo causaría más problemas. -Y no sé Marizza, mira en el viaje. No nos dejaron. -¡Nos tienen que dejar! –Masculló enfadada. – Podemos hablar con Mora, quizá ella pueda convencer a Sonia. -O podemos ir al depa de Guido y Tomas, tienen una habitación libre. Sé que no les importará que nos quedemos allá - ¿Con tus amigos? preguntó Marizza con cierta reticencia. -¿Porque no? Pilar y Tomás duermen muchas veces. -Dirás que van a curtir. –Matizó Marizza. -Bueno... y sí. Supongo. No lo sé. Pero nosotros ya sabes que no vamos a eso. A no ser que vos quieras, pero si queremos estar solos, les puedo pedir el depa. Ellos no dirán nada. –Propuso Pablo. -No, déjalo. No quiero que tus amigos piensen que vamos para curtir. Además, son unos buchones. ¿Vos crees que tu vieja nos dejará quedarnos acá hoy? -Vamos a averiguarlo. –Concluyó Pablo, agarrándola de la mano. ******* Mora resulto ser más comprensiva de lo que esperaban y llamó a Sonia para tratar de decirle que Marizza se quedaría a dormir. Pero entonces, la vedette puso el grito en el cielo. Tanto que se presentó en el departamento y tuvieron una discusión de las más grandes que habían tenido. -Mamá acéptalo. Soy mayor y si quiero quedarme a dormir con mi novio, lo haré. -declaró Marizza con determinación. -Te recuerdo que vives bajo mi techo. No podés decidir... -replicó Sonia. -¿Quién te pensás que sos? Sos mi mamá, pero no podés decidir por mi cuando ya tengo edad más que suficiente. Y si quiero, puedo venirme a vivir acá con Mora y Pablo. contraatacó Marizza Madre e hijo se miraron ante la proposición de Marizza. -No. Marizza. dijo Sonia firmemente -No me puedes obligar. Si no me dejas quedarme acá, no piso tu casa. -Sonia-, intervino Pablo tratando de calmar el asunto-. No va a pasar nada, te lo juro. Solo queremos pasar más tiempo juntos. -No, Pablo. Somos grandes. Y en algún momento va a pasar y nos vamos a acostar. Hoy no, pero va a pasar por mucho que te moleste. –Contestó Marizza, contundente, sorprendiendo a todos. – Y cuando pasé no tengo que darte ninguna explicación, mamá. -Por supuesto que sí, soy tu mamá. - insistió Sonia. -¿¡Que te pasa!? Desde que estás con Franco te volviste una estirada. Acaso no curtías cuando eras joven... -espetó Marizza. -¡Marizza! - Exclamó Sonia. -Sonia, ¿me permites, puedo hablar con vos en privado? –Intervino Mora por primera vez. Sonia miró a Mora con cariño y respeto y ambas mujeres se encerraron en la cocina ante la atenta mirada de sus hijos. - Entiendo por lo que estás pasando, yo lo viví con los hermanos de Pablo. Sé que solo quieres protegerla, pero no podemos hacer nada. Tienen 18 años, tarde o temprano va a pasar, por mucho que tratemos de evitarlo. Vos sabes lo que es tener su edad y tener un novio. -Precisamente por eso. Sé lo que ocurre. Y confió en Pablo y en mi Marizzita, pero... -Respondió Sonia -Ya sé. Yo también tengo miedo. Pero prohibirlo solo vamos a conseguir que se vayan a un telo o algo así... No sé vos, Sonia, pero yo prefiero que, si tiene que pasar que pase acá, que no en cualquier otro lado –Dijo Mora. –Solo podemos intentar que se cuiden lo mejor posible. -Está bien. Ambas mujeres salieron de la cocina, aunque Sonia no parecía demasiado convencida. Aun así se plantó delante de su hija y le miró casi enojada. -Por esta noche, te podés quedar, pero ya hablaremos sobre esto. Marizza vio cómo su mamá se marchó de casa de Mora, algo enojada. Y la joven también estaba enfadada con ella, pues no entendía muy bien el comportamiento de su madre. **** Horas más tarde, tras haber cenado los 3, Pablo se acercó a la cocina donde Mora estaba arreglando antes de irse a dormir, después de la cena que compartieron. -Gracias Mamá –Le dijo Pablo, - por bancarnos. -Entiendo a Sonia, es complicado ver como os hacéis mayores y cuesta aceptarlo. Sobre todo, si Marizza es su única hija. Solo quiere protegerla. Pero lo aceptará. –Pablo sonrió-. Por favor, Pablito, cuidaros, ¿sí? Pablo asintió ante sus palabras, le dio un beso en la mejilla y se despidió para ir a dormir. El joven se acercó a Marizza quien estaba en el sofá haciendo zapping y le dijo que iba a darse una ducha. Cuando salió del baño, se encontró a Marizza apoyada en la baranda del balcón del apartamento de Pablo y Mora. El aire fresco le chocaba las mejillas y a pesar del frio, ella se perdía admiraba las estrellas. Marizza llevaba una ramera de pablo como pijama, que le quedaba por mitad de los muslos. -¿Estás bien? –pregunta Pablo al verla, cuando entró en el salón secándose los cabellos con una toalla y con solo la ropa interior. -No entiendo que le pasa. –Susurró Marizza, Pablo se acercó a ella y le dio un beso en la frente. -Amor, estás helada. Vení, vamos dentro. –Dijo Pablo antes de cerrar el ventanal –Mi vieja cree que le cuesta aceptar que no seas su niña ya. -Es que ya no lo soy. No soy una niña. respondió Marizza con un tono serio. -No te calentés, vamos a disfrutar esta noche, vos y yo. Mañana lo hablas con ella. Marizza asintió, justo cuando recibió un llamado de Lujan preguntándole qué había pasado y porque Sonia estaba enfadada con ella. Pablo se quedó se quedó en el sofá mientras Marizza se movía de un lado a otro hablado con Lujan y honestamente no podía dejar de mirar a Marizza con su ramera, que le quedaba tremendamente sexy. Cuando colgó finalmente, Marizza le informó de que Sonia estaba muy enfadada. -Según Luji, Sonia esta montando un quilombo en casa. No quiero ni im... Las palabras se quedaron en el aire cuando Pablo se levantó fue hacia ella, enmarcó su rostro y le besó apasionadamente, callándola. –Pablo... -susurró Marizza, cuando se separaron con una sonrisa tonta en el rostro. -Perdóname, no me he podido resistir – Se disculpó por el beso y por callarla – Pero estás tremendamente sexy con mi ramera. –dijo repasando sus manos por su espalda hasta su cola, donde le dio un apretón con ambas manos. -Vamos a tu habitación. –Susurró Marizza besando los labios de Pablo una vez más. Pablo la miró fijamente, sorprendido, pero a la misma vez excitado por la situación. Asiente, apaga todas las luces del salón y se dirigen a la habitación agarrados de la mano y cerraron la puerta tras de sí. Se abrazaron antes de volver a besarse de nuevo, mientras fueron poco a poco a la cama y sin separar sus labios y se tumbaron el uno al lado de otro. La noción del tiempo se perdió mientras se dedicaron a besarse, acariciarse, rozarse... En un momento dado, Marizza agarró la mano de Pablo y la llevó bajo la ramera directamente a su bombacha negra que Pablo ha visto de refilón mientras ella estaba apoyada en el balcón. Pablo se separó de sus besos, para mirarle fijamente a los ojos, cuando siente a dónde quiere llegar. -Marizza... ¿qué? –preguntó Pablo, confundido. -Tócame. Solo eso. –Confirmó con voz temblorosa Marizza. Pablo tragó saliva, antes de tomar iniciativa y arrastrar los dedos por encima de la fina tela de la bombacha. Rozando el exterior de la prenda, donde rápidamente notó la humedad de su excitación en sus dedos. Marizza gimió ligeramente e instintivamente abrió sus piernas un poco más amplias, mientras él aumentó la presión de sus dedos, acariciando con dos de ellos de arriba y abajo, sintiendo como la piel de debajo de la prenda se separaba bajo su tacto. Marizza tragó saliva cuando él encontró un punto de su anatomía que le hizo jadear. Pablo sonrió satisfecho al notar el cambio de su cuerpo, y siguió acariciando el clítoris, admirando la reacción de su novia a sus caricias. - ¿Te gusta? –Preguntó Pablo, besando la sien. -Si... -Respondió en un gemido, mientras se mordió el labio. Pablo observaba detenidamente a los ojos castaños de su novia, para verificar que todo estaba bien. A pesar del nerviosismo, percibe fuego y pasión en sus ojos y en la forma en que se mueve contra sus dedos. Es lo que hace que siga arrastrando sus dedos por la zona más íntima de Marizza, notando como la humedad se hace más evidente en la tela. Sin dejar de observarle a su rostro, Pablo busca el filo de la ropa interior, y mete su mano bajo la bombacha acariciando la piel desnuda. Fue lento, avanzando con cuidado hasta llegar tocarla sin tela. Deslizó sus dedos por la humedad y en ese momento, Pablo se tuvo que contener ya que pensó que iba a acabar solo de sentirla contra sus dedos. Estaba muy húmeda. No quería imaginar cómo debía ser cuando pudiera adentrarse en ella. Marizza apoyó la cabeza contra la almohada, cerrando los ojos, cuando Pablo encontró de nuevo su clítoris y lo acarició sin ropa. Antes de volver a bajar sus dedos por toda hendidura y llevándose la humedad en sus dedos. Marizza gimió de nuevo, antes de buscar los labios de su novio para besarlos desesperadamente. -pablo – gime ella, contra los labios de él. - ¿Quieres que pare? – pregunta él. Pablo dejó de mover sus dedos, cuando Marizza tarda en responder. -No... -Dice Marizza con cierto nerviosismo. La sonrisa se escapa de los labios de Pablo. Animándose un poco más. Pablo movió su mano más abajo y encontró su hendidura, poco a poco empezó a hundir un dedo en su interior. Mariza abrió la boca en un grito sordo y soltó un suspiró mientras sentía el dedo largo de é entrar en ella por primera vez. Pablo hundió su dedo hasta los nudillos y se quedó admirado la reacción de su novia. Sus ojos coincidieron y sin decirse ni una palabra, Marizza dio a entender que podía continuar. Pablo tomo su asentimiento para empezar a deslizar su dedo dentro y afuera de su novia, lentamente. Aprovechó para besar sus mejillas mientras escuchaba la respiración y los gemidos de Marizza. Marizza cerró los ojos, y empezó a mover sus caderas contra él por puro instinto, mientras va soltando gemidos cada vez más altos. Pablo la observa y planta besos en su rostro, nariz, mejilla, boca, frente... a medida que va masturbándola. Adora verla así y no solo eso, le excita de una manera que no puede explicar. Su erección se estira aún más al verla así. Aprovecha para introducir un segundo dedo y los enterró en su interior. -Oh, dios Pablo. Marizza se siente en la gloria, siente que su respiración se acelera mientras deja que su cuerpo le domina, sus caderas se mueven solas mientras él mueve sus dedos dentro ella. Cuando abre los ojos ve a Pablo observándola con un gesto de placer, mientras sus manos le proporcionan algo que nunca ha sentido antes. Marizza lleva sus manos a los hombros de Pablo, arañando su piel y le incita a besarle a los labios. Pablo accede mientras mueve sus dedos más y más rápido. Hasta que Pablo lleva su otra mano también bajo la bombacha tocándole circularmente contra su clítoris mientras sigue penetrándole con su otra mano. La fricción causada por la combinación de ambas caricias hizo que la respiración de Marizza aumentara y empezará a gemir más alto. -Mi amor, déjate llevar – susurra Pablo dándole un beso en su oreja. Pablo repitió sus movimientos, mientras se separó para mirarle a los ojos. Ella comenzó a temblar, su cuerpo se convulsiono sin dejar de observar los ojos cielo que la miraban con tanto fuego. Él le sonrió con una sonrisa chulesca, pero a la misma vez de orgullo y satisfacción por haber llevado a su novia al orgasmo. La ve recuperarse, mientras ella se acerca a él para besarle nuevo. Pablo no sabe qué hacer, él esta excitado y realmente lo único que quiere es acabar, desnudar a su novia y hacerle el amor. Pero a pesar de que su instinto le dice eso, él sabe que no debe hacerlo. Sabe que debe esperar. Pablo se convence que debe esperar, así que la envuelve con sus brazos. Marizza, quién aún está tratando de recuperar el aliento, apoyó su cabeza contra su hombro desnudo sintiendo como su novio le acaricia los cabellos con suavidad. No sabe ni que decir. No tiene palabras. Marizza se acurrucó más contra él mientras se siente extasiada y embriaga por lo que acaba de sentir. Y en ese momento, se percató por primera vez de la gran erección bajo la fina tela del bóxer azul cielo, que es grande y no la pueda ocultar. Por un momento, se quedó paralizada. Indecisa, se mordió los labios mientras meditaba sobre si debe hacer algo para ayudarle a él. Quizá es por todas esas emociones tan fuertes que aun retumba en su cuerpo, pero quiere hacerlo. Ella se sintió insegura, sabe lo que debe hacer, pero nunca lo ha hecho. No sabe si lo hará bien o no. Marizza levantó su rostro para mirarle. Él la observó, quien parece cauteloso pero su mirada y su rostro está marcado por el deseo. Marizza escaló su cuerpo para besarle suavemente sus labios. No tardó en bajar sus labios hacia su cuello, donde Pablo se estremeció, y siguió dando un reguero de besos por sus pectorales. Mientras las manos indecisas de ella empezaron a recorrer su estómago hasta el filo de la ropa interior de Pablo. Pablo se sobresaltó cuando una mano le acarició por encima de la ropa interior. Marizza lo notó duro y sintió excitación por verle así. Cuando trato de seguir con sus caricias en el miembro de su novio, la mano de Pablo le agarró la muñeca, parando sus movimientos. Confundida, Marizza levantó su rostro para mirar a esos ojos llenos de deseo, sin entender nada. Llenándose de inseguridades, empezó a sentirse mal, ya que quizá había algo que ha hecho mal. -Mariza, no tienes por qué hacerlo. -Susurró Pablo. Por dentro, Pablo se muere porque ella le diga que sí que quiere continuar. Pero quiere estar seguro que ella realmente quiere hacerlo. Marizza no dijo nada, siguió con la mirada fija en sus ojos, se soltó del agarre de su mano y volvió de nuevo hacia el bulto, tocándole de vuelta. Pablo dejó caer su cabeza contra la almohada, extasiado y gimió. Pablo cree que no va a durar demasiado cuando Marizza empieza acariciarlo por encima de la ropa, pero se queda sin aliento cuando ella mete la mano bajo la ropa interior y lo deja libre. Por primera vez, lo vio desnudo, erguido, duro e impone. En esta ocasión, Marizza no duda y lo envuelve con su mano pequeña. Un gemido se escapó de los labios de él, mientras Pablo aprovechó para mover sus manos para acariciar la cola de su novia. Poco a poco, Marizza empezó a deslizar su mano hacia arriba y abajo, pero no sabe si lo está haciendo bien. -Dime cómo... Susurra Marizza algo indecisa. Pablo nota su indecisión, su inseguridad y lleva su mano encima de la suya y le guía a cómo hacerlo. Ella imita sus movimientos, apretando levemente contra su erección. Pablo empieza a mover sus caderas contra sus movimientos. Y entonces, él deja que Marizza tomé el control, Pablo quita la mano y deja que sea ella quien le acaricie, que experimente. A medida que toma seguridad, Marizza mueve su mano más rápido y entonces, le besa en el cuello, mientras las manos de él no se han quedado quietas en ningún momento. Le tocan la cola, los pechos, los muslos; lejos de molestarle, Marizza estaba encantada. -Oh, sí. Eres muy buena... Oh así, más rápido... -susurra Pablo, cerrando los ojos, gimiendo. Casi con desesperación, Pablo busca los labios de su novia y le besa con la boca abierta sabiendo que estaba al borde del abismo. Cuando Marizza acelera sus movimientos y le da un mordisquito en su labio inferior, es suficiente para que él gima fuertemente y se deje llevar. ***** Pablo aún siente que está en otra dimensión cuando vuelve a la cama tras haber ido al baño a limpiarse. Marizza, parece indecisa mientras lo espera en la cama y lo observa con una media sonrisa, pero con cierta vulnerabilidad sin saber si lo ha hecho bien. Pablo intuye que está buscando su aprobación, pero él está demasiado extasiado para expresar nada. Solo se arrastra para volver a su lado, le acaricia su nariz con la suya y le besa con ternura. -Eres preciosa, - susurra él contra sus labios y Marizza siente que su corazón se derrite. –Gracias por esto. Agotado y extasiado, se abraza a ella, dejando caer su cabeza contra el pecho de su novia, solo tiene fuerzas para tapar a ambos con la colcha y quedarse profundamente dormido. Marizza le acaricia los cabellos rubios con ternura mientras escucha su respiración más profunda, y entonces ella se duerme.
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