Capítulo 8
13 de septiembre de 2025, 16:42
A la mañana siguiente, Pablo y Marizza se levantaron con prisa cuando Mora les picó a la puerta avisándoles de que iban a llegar tarde. Ambos se ducharon y después se dirigieron a la escuela. No tuvieron tiempo de hablar demasiado, ya que iban tarde. Ese año, ambos querían tomarse los estudios muy en serio para poder pasar la secundaria.
Mientras iban en auto, apenas intercambiaron palabras ya que iban hablando con Mora y de una nueva noticia del juicio de Sergio, últimamente estaba siendo noticias por las nuevas informaciones y porque en breve iba a ser el juicio donde finalmente se decidiría cuanto tiempo estaría preso.
En la escuela, las clases dieron su inicio, y los amigos de la pareja se sorprendieron de no verlos cuando la profesora de Literatura entró por la puerta.
-¿Dónde se metió Pablo? – Preguntó Guido a Tomás, éste se encogió de hombros dándose cuenta que Marizza tampoco estaba.
-Estará con Marizza. –Susurró Tomás y ambos pensaron en lo mismo.
A los 10 minutos de empezar la clase, Sofía, la nueva profesora de Literatura hablaba sobre la importancia del lazarillo de tormes. La gran mayoría de alumnos no estaban atendiendo, Guido ya estaba medio adormilado, Mia dibujaba en el cuaderno y se distraía con el celular enviando mensajes a Manuel. Felicitas se acariciaba la panza, y en el momento que la profe empezaba a dictar un nuevo episodio, fue irrumpida por la pareja, debidamente vestidos con el uniforme de la escuela.
-Perdona, profesora. –Se disculpó Pablo, mirando a su novia. –Había mucho tráfico.
La profe les miró y alzo las cejas incrédulas y negó.
-Sin excusas, tienen media falta. – Sentenció.
Pablo y Marizza compartieron una mirada de enojo, pero ninguno de los dos quería un enfrentamiento de nuevo con la profe. Marizza ya había sido expulsada por quejarse y no quería mas amonestaciones. Caminaron hasta sus asientos y empezaron a sacar el libro.
-¿Qué pasó? –Preguntó Tomas. Guido, quien se había despertado de su siesta, prestó atención a las palabras de sus amigos.
-Nos quedamos dormidos. –Contestó Pablo, sin darle mayor importancia. Abrió su carpeta y empezó a escribir, mientras sus amigos compartieron una mirada de complicidad.
-¿Entonces, ya pasó? ¿Ya curtieron? –Preguntó Guido con una sonrisa traviesa.
Pablo levantó la mirada primero hacia Marizza, para asegurarse que no había escuchado nada. Pero ella estaba inmersa en otra conversación con Luján.
-Shhh, cállate, boludo. –Mascullo Pablo con enojo, mirando a su amigo.
-Bustamante, encima que llega tarde se pone a hablar. –Sofia elevó la voz y le señaló. –La próxima vez va fuera.
Pablo negó con la cabeza, antes de dirigir una mirada a su novia quien le miró buscando su apoyó.
-Perdón, profesora.
****
Desde que había sonado el timbre, Pablo estaba lidiando con sus amigos que querían saber todo lo sucedido con Marizza. Por alguna razón, él se negaba y le molestaba tener que hablar a sus amigos sobre lo que sucedía con Marizza en la cama. A diferencia de otras conquistas, que no le importaba en absoluto, con ella era diferente y no sabía definir muy bien porqué.
-¡Son unos chusmas! – se quejó Pablo abriendo la puerta de la cafetería, al tiempo que se chocaba con un alumno que debía de ser de 1 o 2.
-Dale, somos tus amigos. –Suplicó Tomás, mientras se sentaron en la mesa del fondo.
-¿Por qué quieren saber? ¿Qué les importa? - Pablo se cruzó de brazos, cansado de las insistencias de sus amigos.
-Hermano, porque es raro. ¿Cuánto tiempo llegan juntos y nada? –Dijo Guido mirando a Tomás. –Siempre nos lo contás.
-No es raro, quiero esperar a que ella sea la que decidida. –Dijo con contundencia.
-¿Durmieron juntos y no pasó nada? –Se sorprendió Guido. –¿Sos impotente o qué te pasa?
-Cállate, estúpido. –Se cansó Pablo –No es eso, es solo que vamos más lento.
-¿En serio, Pablo? –Volvió a cuestionar Guido.
-Es mi relación con Marizza, ustedes no tienen que opinar. Basta ya del tema, -Guido y Tomás compartieron una mirada- ¿Qué quieren para tomar?
*****
Marizza, Lujan, Pilar y Laura se pasaron el tiempo de descanso hablando sobre la relación de Guido y Laura, quienes recientemente lo habían dejado. Según Laura, durante el verano habían vivido momentos inolvidables. Pero después Guido empezó a no tener tiempo para ella.
Aun así, tanto Marizza como Pilar contemplaron que Guido parecía que realmente le quería, aunque a veces era un estúpido. Cambiaron de tema, cuando Pablo, Tomás y Guido entraron en el aula, y ambos grupos se dirigieron miradas, en el caso de Pablo y Tomás a sus novias, y Guido a su ex.
Pablo admiró como su novia le miraba con una sonrisa tímida, algo poco común en ella y bajó la mirada avergonzada. Ambos no dejaban de pensar en lo sucedido aquella noche.
Los varones se sentaron en sus sitios y empezaron a hablar de pavadas, de cómo les estaba yendo el nuevo laburo de Tomas y Guido. Era en una cafetería y el primer dia había sido un desastre.
-Tenes que venir un día para que veas a Café, es un desastre... -Empezó a decir Tomás, pero se quedó callado cuando notaron la presencia de alguien sentándose en el asiento vacio al lado de Guido.
Jimena, quien había estado pendiente de ellos desde que habían entrado, se sentaba a su lado.
-Hola chicos, -saludó la joven con una sonrisa encantadora, centrando la mirada en todos pero en especial a Pablo - Pablo, ¿me podeés dejar los apuntes de Literatura? Voy fatal y no quiero suspender o mi papá me va a retar.
A pesar de la sorpresa inicial, Pablo solo sonrió y asintió.
-Ehm sí, claro, aunque seguramente Marcos tendrá mejores apuntes que yo. –Dijo Pablo, agarrando la carpeta y cediéndosela.
-Seguro que está perfecta. ¡Gracias me salvaste la vida! –Dijo con exaltación, y una alegría desbordante.
-Nada, me los devolves cuando puedas, que quiero estudiar.
-Claro.
Mientras ocurría esta conversación, tanto Guido como Tomás no habían podido evitar dirigirse miradas, e incluso, Guido le hizo una seña a su amigo para que mirara a las chicas.
Ellas se habían percatado, de todo y Marizza cruzó una mirada con Tomás y supo que estaba en lo cierto, ambos estaban pensando lo mismo.
Una parte de Marizza no quería sentir celos, ¿acaso su novio no iba a poder tener una conversación con otras mujeres? Por supuesto que sí, no quería tener ese tipo de relación. No quería ser ese tipo de novia y ella confía en su relación, en lo que él siente por ella y ella por él.
Pero hay algo en esa chica que no se fía, además es más linda que ella y casi sin evitarlo, siente un poco de inseguridad.
A pesar de todo, ella ve como Pablo le da los apuntes y rápidamente vuelve a centrar la mirada en sus amigos, mientras que Jimena se marcha algo decepcionada de que él apenas le hubiera dado bola.
- ¿Qué pasa? – Preguntó Pablo, al ver la mirada de sus amigos.
-¿No te das cuenta de lo que acaba de pasar? –Preguntó Tomás. – Te está tirando onda.
Pablo entrecerró los ojos, sorprendido. Él no se había percatado de nada de eso.
-Para nada... Solo me ha pedido los apuntes. –Contestó Pablo negando con la cabeza. – Ella sabe que estoy con Marizza.
-¿Y? Tomás tiene razón, Pablo, - intervino Guido. – Yo de vos, tendría cuidado, tu noviecita se ha dado cuenta.
Pablo miró a Marizza quien parecía que estaba sumergida en la conversación con las otras chicas.
-¡Pero yo no hice nada! Solo le dejé lo apuntes, además no me interesa yo con Marizza me sobra y me basta. –Masculló.
-Solo te digo que esa mina quiere algo contigo, -contestó Tomás-, tené cuidado sino quieres joderla.
-Estoy muy tranquilo. No pienso hacer nada. No quiero joderla con Marizza. – Pablo miró a su novia quien, en ese momento, ella le dirigió una mirada rápida y volvió a centrarse en sus amigas.
Dos filas más adelante, las chicas estaban en discusión por el mismo tema.
- ¿Vieron lo que yo?
-Y sí... esa mina está buscando algo con Pablo.
-Solo le han pedido los apuntes. –Soltó Laura.
- ¡Laura despierta del mundo de nubepolandia! Le ha pedido los apuntes a Pablo... ¡A Pablo! No es precisamente el Shakespeare. Podría habernos pedido a nosotras, pero ha ido directa a Pablo. –Comentó Lujan, Pilar asintió mirando a Mariza.
De mientras, Marizza se mantenía callada, escuchando a sus amigas, queriendo calmar sus sentimientos de celos.
-Pero Pablo apenas le dio bola-, contestó Laura.
-Y sí, pero la tipa quiere algo. –Insistió Pilar. –Pero en eso tenés razón, Pablo no le dio ni bola, no te preocupes, Marizza.
-Yo confío en Pablo. –Les aseguró a sus amigas. Justo en el momento que Pablo se acercó a ellas.
-Pilar, ¿Has podido convencer a tu viejo para hacer la fiesta el fin de que viene? – Preguntó Pablo, al mismo tiempo que abrazó a Marizza por los hombros.
Ambos grupos se juntaron y empezaron a planear la fiesta del fin de semana.
*****
El día pasó de lo más aburrido entre clases. Marizza no pensó más en Jimena ya que en el siguiente recreo, Pablo buscó a su novia y se sentaron en el patio mientras le comentaba que Johnny Guzmán había aceptado reunirse con ellos.
-¿Nos estaremos equivocando al volver con él? –Preguntó Marizza cuando se apoyó contra su hombro. -¿Después de todo lo de Sabrina?
-Bueno, nos guste o no, Sabrina es quien nos ha llevado a donde estamos ahora. Nos llevó de gira. Quizá empezamos a trabajar con otro manager que nos ayude más que Sabrina, sería lo ideal.
Marizza asintió, mientras miraba hacia abajo, perdiendo la mirada en el suelo.
-¿Te pasa algo? –Preguntó Pablo, llevando sus dedos a su barbilla y elevó su rostro para mirarle a esos ojos.
-Estaba pensando en mi mamá, no quiero verla y pelearme con ella. ¿me puedo ir a dormir a tu casa de nuevo? –Suplicó Marizza.
-Sabes que me encantaría y más después de lo de ayer. –le dijo con una sonrisa provocativa -. Pero no creo que sea buena idea. Habla con tu mamá y soluciónalo. Dale. Ya habrá más días para estar vos y yo.
-Está bien, tenés razón. –Marizza se abrazó.
-Marizza, sobre lo que pasó ayer... ¿Estás bien? -Ella sonrió. -No hemos podido hablar sob...
Las palabras de Pablo quedaron en el aire cuando Marizza le besó ardientemente. Ella sonrió cuando se separó y miró a los ojos azules que estaban llenos de deseo.
-Estoy bien, Pablo, me gustó mucho lo que pasó ayer y... ¿Y a vos? ¿Lo hice bien? -Preguntó ella con un toque de timidez.
Pablo bajó sus manos a su rostro y la elevó para ver esos ojos marrones que estaban inseguros.
-Te puedo asegurar que fue perfecto. -Marizza sonrió ampliamente y se mordió el labio antes de admitir-:
-Estoy deseando repetirlo. -Susurró con un tono sugerente.
-¡Pará, Marizza, no podés decirme esas cosas acá! Porque no respondo de mí mismo. –Pablo besó sus labios a la misma vez que Marizza se rió ante su comentario, justo en el momento que el sonido indicaba que debían volver a clase.
****
Marizza llegó a casa junto a Mia, Lujan y Manuel. Sabía que iba a ser una tarde intensa porque aún no había hablado con Sonia de lo que había pasado la noche anterior. Por suerte, Sonia no había llegado aún de su ensayo y Franco estaba con los inversores de la fábrica.
Lujan y Marizza se fueron a la habitación de Lujan, mientras Manu y Mia se quedaron en la de Mia.
-Acá Sonia y Franco estaba subiéndose por las paredes. –Le contó Lujan mientras hacían la tarea de matemáticas.
-No entiendo porqué está así.
-¿Entonces, vos y Pablo ya...? –Empezó a preguntar Lujan y Marizza se puso roja.
-No, pero si ha habido tocamientos. Pablo está siendo muy paciente, mucho más de lo que yo pensé. Todo está siendo a mi ritmo y no está insistiendo para nada.
Lujan sonrió ante las palabras de Marizza, realmente estaba viendo que Pablo era otra persona y que quería a su amiga. Ahora entendía que lo había juzgado mal.
-Quien lo iba a decir- dijo Luján.
-Sí... -Dijo sonriendo como una tonta- Dice que yo voy a decidir cuándo va a pasar y que no va a insistir, y lo está cumpliendo. Solo hubo una vez que se zarpó un poco más pero rápidamente se dio cuenta y paró.
-¿Y vos estás preparada para dar ese paso?
-Cada vez tengo más ganas, Luji, y más cuando veo como se está comportando. No creo que tarde mucho, pero... me da un poco de miedo, que no sea como él espera, que le decepcione que me comparé con otras chicas.
- No me creo que vaya a decir esto, pero Pablo te quiere de verdad. Lo puedo ver, todos lo vemos, como te mira... como te trata, creo que no le he visto así con otras minas, no creo que le decepciones... –Dijo Lujan.
Marizza sonrió. Escuchar a Luján decir algo así sobre Pablo a quien hace un tiempo no le bancaba, hacia que aún se sintiera más segura de todo lo que sentía por Pablo. En ese momento, Sonia entró en la habitación debidamente arreglada.
-Hola, mis bellas –Dijo Sonia, mirando a Lujan a quien le dio un beso en la mejilla-. Mi ciela bella, ¿podemos hablar?
Marizza miró a Lujan, quien estaba tumbada con toda la tarea en la cama, y asintió. Madre e hija se fueron a la habitación de Marizza.
-¿Qué querés hablar? ¿De que no puedo acostarme con mi novio?
-Marizzita...
-¿Qué, mamá? Vos siempre has sido abanderada de normalizar la sexualidad y ahora me decís que yo no debo hacerlo. –Sonia miró a su hija y bajó el rostro antes de sentarse en el filo de cama.
Marizza le miraba enojada con los brazos cruzados.
- Sé que no he sido coherente con mis palabras. -Confesó Sonia. –El sexo forma parte de nuestras vidas, es cierto que siempre he tratado de normalizarlo, y debemos aceptarlo como es. Pero es un tema algo complejo a vuestra edad... y cuando se trata de vos, mi ciela, ver que ya eres tan mayor... Y verte tan enamorada con Pablo. Me está costando aceptarlo. Porque te conozco y sé que si va a pasar con alguien es con él. Hasta ahora estaba tranquila, sabía que no darías ese paso con Javier o Diego. Con Pablo es diferente... ¿Verdad?
Marizza bajo la mirada, sabiendo que ella le conocía demasiado.
-No puedo decirte lo que debes o no debes hacer, eres grande ya con respecto a eso. Sé que es algo normal y que en algún momento va a suceder, pero no puedo evitar sentir que ya no eres mi nena.
-Es que ya no soy una nena. Mamá, ¿es que no confías en mí?
-Claro que sí, Marizza, pero siempre intento protegerte y yo sé que no puedo ya. Sé que no lo entendés.
-No me podés proteger. Pero entonces, ¿me puedo quedar a dormir en casa de Pablo? –preguntó Marizza.
-Aquí hay otro asunto, Marizzita, y es que yo no decido sola. Porque si a vos te dejo, Mia y Lujan también pueden irse a fuera a dormir con sus novios y Franco no está de acuerdo en eso.
-¡No me lo puedo creer! –Se levantó enfadada.
-Marizza lo debes entender, yo estoy tratando de hablarlo con él a ver qué podemos hacer. Pero...
-¡Me estás cargando, Mama! Mia y Manuel se fueron a las Galápagos y Franco no parecía preocupado porque durmieran juntos.
-Bueno, Marizza esto es lo que hay. No puedo decidir sola.
-Muy bien, perfecto. –Marizza se sentó enfadada.
-No lo hemos acabado de discutir aún con Franco, pero quizá... voy a intentar que él ceda un poco. Entonces, ¿ya ha sucedido?
Marizza le miró sin saber si quería o no compartir ese detalle con ella después de como se había comportado.
-Marizzita... Si no querés no hace falta que me cuentes nada.
-No, mamá. No hemos llegado aún. –Dijo finalmente Marizza. – Ma, no quería hacer nada con Pablo, yo solo quería estar con él. Y bueno, si pasa, pues pasó... pero entendé que es re difícil poder sacar un poco de tiempo para nosotros últimamente, acá siempre hay alguien, en casa de mora también, la escuela, todo... es complicado. Solo queríamos eso. ¿Tan complicado es de entender?
-No, lo entiendo demasiado. Sé lo complicado que es a vuestra edad, mi ciela – Sonia le acarició el rostro. –También sé que a veces lo único que quieres compartir momentos de intimidad con tu pareja, porque son importantes también. Pero por favor, cuidaros, ¿sí?
Marizza asintió.
-Sos muy joven y quiero que tengas una vida por delante. Y si necesitas cualquier cosa o que te explique qué...
-Mamá, ya sé cómo se hace. No hace falta que me expliques nada.
-No me refiero a eso. Lo que necesites, acá estoy, ¿sí? – Marizza asintió.
-¡Gracias Ma!
*****
Pablo vuelve a casa después pasar la tarde con Guido y Tomás en su departamento para estudiar, aunque hicieron de todo menos eso. Estaba a punto de entrar en el portal de casa cuando una voz le irrumpió.
-¡Pablo! –Un grito de una voz femenina le sobresaltó.
Aturdido, sin saber de quien se trata, Pablo se giró sobre si mismo en busca de la dueña de la voz y entonces la ve. Jimena, aun con el uniforme del Elite, va a hacia él corriendo y haciendo espavientos con la mano para que le vea. En ese momento, Pablo recuerda las palabras de sus amigos y entonces se da cuenta de que probablemente tengan razón.
-Ehm, hola –Dijo Pablo extrañado, cuando ella se acercó a él.
-¡No me puedo creer! Vivís acá, mi casa está a dos cuadras.
-A mira vos. Que bien. Me voy me tengo que ir. – Dijo Pablo queriendo ser lo más educado posible, pero lo único que quería era alejarse de ella.
-No, espera... SI querés te puedo devolver los apuntes de Literatura ahora. Me salvaste la vida, voy fatal, si me dejas agradecértelo te invito a un jugo.
-Este... No puedo. Gracias igual... Pero mi vieja me espera en casa. –Mintió Pablo-. Ya me los devolverás mañana en el cole. Chau.
Pablo se adentró en el portal con una mala sensación sobre Jimena, pero trato de no darle más importancia, aunque por alguna razón no iba a comentárselo a Marizza ni a sus amigos. Ellos tenían razón y parecía que tenía onda con él.
En otra situación, si no hubiera tenido novia, probablemente hubiera aceptado la invitación y le hubiera dado bola, se hubiera ido a tomar algo con ella, pero ahora ni siquiera estaba interesado en ella, por muy buena que estuviese.
*****
Johnny Guzmán los esperaba en la discográfica, aun no estaban seguros si iban o no a seguir con él, después de toda la historia con Sabrina. Habían decidido que querían otro represente y dejar atrás todo lo demás, pero antes de decidir nada, querían darle otra oportunidad a Johnny. Y por fin, después de todo este tiempo, él personalmente se iba a reunir con la banda.
Los cuatro esperaban en la sala de espera mientras Mia se apoya en el hombro de Manuel, Pablo revisaba las revistas de musica, Manuel movía la pierna nervioso y Marizza caminaba de un lado a otro de la sala y se dedicaba a colocar los cuadros que estaban en la pared y estaban ladeados hacia un lado, los ponía bien para que estuvieran rectos.
-Marizza, vení, cálmate un poco- le dijo Pablo. En el momento en que su novia que pasó por su lado para tocar el jarrón, y él aprovechó para agarrarla de mano e instándola para que se sentara a su lado. –Nos estas poniendo nerviosos a todos.
-Si, eso, nena, dejá de tocar todo- Suspiró Mia.
-Es que me pone nerviosa esperar. –Masculló Marizza haciendo caso a su novio sentándose a su lado.
Se quedaron en silencio durante unos minutos, antes de que Marizza volviera a hablar.
-¿Saldrá bien?
-¡Y obvio! Y si no nos quieren, buscamos otro productor y listo. –Habló Manu.
Marizza pareció quedarse satisfecha, pidió una revista a Pablo y se dispuso a mirarla. En ese momento, la puerta se abrió y Johnny los invitó a pasar.
Mia y Pablo se sentaron en las sillas, mientras los demás estaban de pie.
-Así que quieren continuar con nosotros. –Dijo Johnny.
-Ehm sí, queremos continuar con ustedes. Pero con otra manager. –Habló Pablo.
-¿Y porque tendríamos que aceptar la propuesta?
Mia y Pablo se miraron entre sí, antes de que Marizza empezará a hablar.
-Bueno, creo que no hace falta decir que nuestra gira ha sido un éxito. Todas las localidades vendidas en todos y cada uno de los shows. ¿O es mentira?
-No, pero también os recuerdo que se suspendieron algunos shows porque ustedes decidieron.
-Sí, por la muerte. –Comento Mia.
-Esta bien. Voy a ser claro, me interesa que estén con nosotros, pero se acabaron las chiquilinadas. Esto es serio. Nada de shows suspendidos ni nada más. ¿Entendido?
-A excepción de esa situación excepcional hemos muy profesionales.
-Les quiero más, entendido. Por eso les quiero presentar a un nuevo manager.
Johnny apretó el botón del teléfono e indicó a la secretaria que podía pasar. Un joven de unos de 25 años, con barba y bastante lindo se adentró en el despacho.
-Les presento a Bautista, va a ser vuestro nuevo representarte. –los 4 integrantes le miraron y asintieron.
-Un placer conocerles, me ha gustado mucho lo que he visto hasta ahora, pero creo que podemos mejorarlo. Va a haber muchos cambios.
-¿Cómo qué? –Preguntó Pablo curioso.
-Más visibilidad, se acabó lo de esconderse en los afiches. Quiero que les reconozcan, que sepan quienes son. Más voces de Mia y de Marizza en las canciones. - Mia y Marizza se miraron y sonrieron al joven -Tienen voces lindas, y deben sacarlas más. Pero de esto hablaremos en una reunión que quiero tener con ustedes para hacer un plan de los próximos meses.
Los cuatro integrantes salieron la reunión aturdidos pero contentos, daba la sensación que podía salir muy bien y aunque aún les faltaba decidirse, estaban casi convencidos de que iban a probar con Johnny y Bautista.
****
Era sábado, cuando Pablo fue a buscar a Marizza a su casa, para pasar el día juntos, desayunar y almorzar fuera. El día anterior, Pablo había llamado a su novia para preguntarle si quería ir a La Plata a pasar el día, ya que Mora le iba a dejar el auto. Marizza aceptó encantada. Adoraba cuando Pablo le proponía planes así.
Era temprano cuando Pablo hizo sonar el timbre. Luján, aun en pijama, le abrió la puerta. Desde la puerta pudo ver a toda la familia al completo desayunando. Sonia, también en pijama, Franco debidamente arreglado, Hilda, Lujan y Mia. La única que faltaba era su novia.
-Buen día, Marizza aún se está duchando –Informó Lujan, -Anda dentro, que creo que aun tardará.
Pablo avanzó por la casa mientras saludó a toda familia y ellos le saludaron con un buen día.
-Pablito, ¿querés algo mientras esperas a Marizza? – Preguntó Hilda, acercándose a Pablo.
-No, gracias, Hilda. Espero a Marizza.
-Séntate con nosotros, mientras esperas. –Animo Franco.
Pablo se sentó en frente de Sonia y espero mientras la familia desayunaba.
-¿A dónde van a ir? –Preguntó Sonia curiosa a su yerno, untando la mermelada de frutilla en el pan tostado.
-Pensé en ir a La Plata a pasar el día.
Pablo pudo ver como Lujan y Mia le sonrieron cómplices.
-Oh, que lindo. –Masculló Hilda. -Es un lugar hermoso. Pasénlo genial.
-Pablito, tu mamá me llamó para decirme que estará en Londres por un mes. –Pablo asintió – Nos pidió que te echemos un ojo mientras no está. Si necesitas algo, acá estaremos, ¿sí? Sabés que sos de la familia.
-Gracias Sonia... -Comentó Pablo con una sonrisa.
Mientras agradecía a su suegra, Pablo vio como Marizza bajaba por las escaleras y la vio, aun con los cabellos mojados, una ramera roja y unos jeans.
-Nena, nena, ¿Dónde vas con esos cabellos mojados? –Soltó Mia al verla.
-Ay por favor, me pueden dejar en paz. Preocupate de tu mononeurona.
-¡Marizza! -Soltó Franco.
-Encima que me preocupo por ella. -Se quejó Mia.
-No, miita Mia de mi corazón, tiene razón. Marizzita, no podés salir así.
-Me cansé de ustedes. ¿Nos vamos Pabli? –Dijo Marizza mirando a su novio, este se levantó, beso los labios y se fueron hacia la puerta.
-Pórtense bien, sí... -les dijo Sonia.
-Sí, sí...
-Volveremos tarde, no nos esperen para cenar.
******
Pablo manejaba el auto de Mora mientras Marizza, quien estaba de copiloto y se dedicaba a cambiar las canciones de los cd's.
-¿Podés dejar una canción, por favor? Solo una... –Dijo Pablo cansado, cuando Marizza volvió a darle al botón de pasar llevaba más de 10 canciones pasando las canciones y cambiando los cd's para encontrar una canción que le gustará.
-Ay, quiero encontrar una canción. ¡ESTA POR EJEMPLO!
La canción "Vas a salvarte" sonó en el auto, Marizza empezó a cantarla a pleno pulmón mientras Pablo conducía, aunque no podía evitar dirigirle miradas divertidas.
-¡Estás loca! – Masculló Pablo entre risas cuando su novia le puso el puño en su boca, simulando como si de un micrófono se tratase y le incitó a que cantará.
-Dale, que sé que te morís de ganas de cantar... imagina que estamos encima de un escenario.
Finalmente, Pablo se rindió y empezó a cantar con ella. Cantaron juntos canciones de todo, desde Coldplay hasta de Erreway.
-No doy más... -Dijo Marizza dejando rodar la cabeza contra el cabezal del coche– Nos vamos a quedar sin voz. – Rió Marizza al mismo tiempo que levantó la mano para acariciar los cabellos de la nuca de Pablo, mientras él conducía.
Pablo le dirigió una mirada rápida, antes de volver a dirigirla a la carretera, agarró su mano entrelazó sus dedos con los suyos y se la llevó a la boca para besar su mano, en un cariñoso gesto.
-Tengo unas ganas locas de subirme a un escenario de vuelta. –Soltó Pablo. –Ojalá Bautista nos encuentre un show pronto.
Más tarde, agarrados de la mano, Pablo y Marizza paseaban por la Plata, disfrutando de un día juntos, mientras hablaban de la banda, de ellos como pareja, de sus amigos. Realmente, ambos estaban simplemente disfrutando de la compañía del otro.
-Mi vieja se va a ir a Londres durante un mes porque mi hermano Felipe va a ser papá de nuevo. –Informó Pablo y Marizza pudo notar un cierto toque de tristeza.
-¿Y eso te tiene triste?
-No... sé que ahora mi mamá vendrá, me lo ha prometido. Pero la última vez también me lo prometio y no volvió, pero fue por Sergio y ahora no está.
-Pabli, la situación es diferente ahora, entiendo que tengas ese miedo, por lo que viviste en el pasado... pero es tu mamá, se va a quedar con vos ahora. –Pablo asintió.
-Sí, pero, ¿sabías que mi mama tenía una vida ya en Londres? Un trabajo y un novio. Y lo ha dejado todo para volver conmigo.
-¿Tiene novio allá? Eso no me lo contaste... -Comentó Marizza.
-Sí... Y a veces me siento mal, ¿sabes? Cuando le escucho hablar con él. Y están mis hermanos también.
-Escúchame, Pablo. Fue decisión de tu mamá volver. Seguro que encontráis la manera de poder estar todos juntos. -Pablo asintió -. ¿Y a Sergio lo extrañas? –Preguntó Marizza mientras pasaban por un cruce de camino a un restaurant para almorzar.
-No, la verdad. Pero me da pena, es mi papá después de todo. –Ambos se quedaron en silencio-. No sé si debería ir a verlo a la cárcel, aunque creo que no quiere verme... Ahora que se acerca el juicio. Cada vez pienso más en él, sé que tenía que hacer lo que hice. Por mí, no podía seguir en esa espiral, pero...
-Te hubiera destruido, si hubieras seguido.
-Lo sé hubiera perdido todo. Mis amigos, a vos. -Pablo sonrió-. Dejemos de hablar de Sergio. ¿Querés comer algo?
Realmente fue un día hermoso donde los besos, las caricias y las risas colmaron el día. Estaba siendo uno de los mejores días que habían compartido juntos. De repente, el teléfono de Marizza sonó y ella lo atendió mientras Pablo le abrazaba por los hombros y caminaban tras haber almorzado y miraban los escaparates.
-Hola –Saludó Marizza.
-¿Sos Marizza? –Una voz femenina desconocida sonó al otro lado.
-Si, ¿Quién es?
-No importa. Te llamó para advertirte que Pablo se está tranzando a otras minas. –La contundencia de las palabras de esa persona hizo que Marizza parará sus pasos y mirará a su novio quien le miró ante su rostro confundido.
-¿Qué...? ¿Hola? –Preguntó Marizza cuándo el sonido indicaba que la otra persona le había cortado.
Marizza miró el celular, levantó la mirada hacia Pablo quien parecía confuso por la actitud de ella. Pablo ve en la mirada de Marizza dolor, incertidumbre e incredulidad y por cómo le mira sabe que tiene que ver con él.
-¿Quién era? –Pregunta Pablo - ¿Qué pasa?