Capítulo 9
13 de septiembre de 2025, 16:42
Marizza miraba el celular mientras sentía el impulso de creer en las palabras que esa mujer desconocida le había dicho. Pero por primera vez, siente más seguridad en lo que tiene con Pablo y lo que él siente por ella. No obstante, por un momento pensó en Manuel y Mia, quien parecía que se querían mucho pero después se acostó con Sabrina.
Pablo está a su lado, sin entender nada, ve que su novia está pensativa y le mira extrañada.
-Marizza, ¿Qué pasa? ¿Me estás asustando? ¿Quién era?
-No lo sé... -Responde Marizza centrando la mirada confusa en su novio -. Era una mina que me ha dicho que vos te estás tranzando a otras minas.
Marizza pudo ver como el rostro de Pablo le miro extrañado.
-¿Qué? –Preguntó Pablo incrédulo, mientras observaba a su novia. Y cuándo vio el rostro de Marizza sintió un puñal en el estómago-. Es mentira. No te lo creerás, ¿verdad? ¿Marizza?
Pablo pudo ver la desconfianza en ella y empezó a sentir el dolor por notar otra vez que ella no le creía.
- Seguís sin confiar en mí. –Afirmó él mostrando el dolor en sus palabras.
Pablo negó con la cabeza y empezando a caminar alejándose de ella. Esta demasiado lastimado.
-Pablo...
Ella tiene una lucha interna entre creer o no creer a Pablo. Y aunque una parte de ella confía en su novio, otra se deja llevar por sus inseguridades. A veces pensaba que ella solo era la figurita difícil y que cuando se cansará le dejaría, se iría con otras minas y se las tranzaría a todas.
Esa llamada había atacado directamente a la inseguridad de pleno. Pero, por otra parte, todo lo que han vivido en los últimos meses, le hacen pensar que eso es solo alguna mina que quiere separarlos e incluso, podría ser Sergio que haya contactado con alguien desde la cárcel. Incluso su intuición le dice que Pablo no le haría eso, la forma en que la mira y por cómo se comporta con ella, siente que jamás le haría nada así.
Por primera vez, ella elige confiar en su instinto y dejar los miedos al lado.
-Creo que será mejor que volvamos a Buenos Aires. –Dijo de repente, Pablo, quien estaba muy lastimado, por ver como su novia parecía creer otra vez a otras personas antes que a él.
Solo quería era irse a casa y ya no quería seguir estando con ella. Su gran día se había acabado.
-Para, Pablo. –Dijo Marizza, deteniendo los pasos de su novio.
-No quiero discutir Marizza, ¿sí? Te conozco, sé que, si vos crees eso, no voy a poder quitártelo de la cabeza. Así que seguí pensando que te pongo lo cuernos porque una persona que no sabemos ni quien es te ha lo ha dicho... Seguí sin confiar en mí. –Empezó a decir, Pablo entre dolido y enojado.
Caminó de camino al auto entre medio de la gente.
-Para, Pablo... Déjame hablar. –Dijo Marizza, moviéndose para ponerse enfrente de él y parando los pasos desesperados de su novio-. Te creo.
Pablo entrecerró los ojos y le miró sorprendido.
-¿De verdad? –Preguntó incrédulo.
-Sí, de verdad. Estoy un poco molesta por quien haya querido hacernos esto, y no te voy a negar que por un momento he dudado. Pero hay algo dentro de mí que me dice que vos no me harías eso.
-Jamás te pondré los cuernos. Te lo juro –Dijo Pablo, agarrando el rostro de su novia y besándola. - No haría nada que pudiera peligrar lo nuestro. –Susurró antes de abrazarla – Gracias por confiar en mí.
Marizza sonrió, mientras seguía abrazándole fuertemente y se sentía tan bien que algo le decía que no se había equivocado y que podía confiar en él.
-No me interesan otras minas. De verdad, quiero estar con vos y solo con vos... -Repitió Pablo mientras seguía abrazándole.
-Lo que no entiendo es quien quiere hacernos esto. -Se preguntó Marizza cuando volvían a caminar abrazados mientras reflexionaba sobre lo qué había pasado.
-No sé, yo tampoco lo entiendo... ¿no pudiste ver el numero?
-Era numero oculto. ¿Puede ser cosa de tu papá, desde la cárcel?
-No creo, no tiene tanto poder como antes. Aunque sino, ¿Quién más querría separarnos? –Pensó en voz alta-, quizá tenés razón y es cosa de mi papá... Pero sabes qué, no le demos más bola por hoy, ¿si? Disfrutemos del día de hoy y mañana tratamos de descubrir quién era.
Ambos siguieron paseando, y trataron de cambiar de conversación, pero Marizza volvía a pensar sobre lo sucedido, mientras compartían un helado sentados en un banco de la plata.
-Pablo. Cuando he escuchado eso, una parte de mí ha creído eso, porque yo siempre he pensado que vos te cansarías de mí, cuando ya me tuvieras.
-Lo sé ya me lo dijiste alguna vez.
-Pero después te veo y sé que me querés. Lo sé y lo noto, siempre ha sido muy fuerte lo que hay entre nosotros. Hay algo dentro de mí que me dice que vos jamás me harías eso. –Afirmó Marizza. –Y quiero creer que eso es suficiente, pero después pienso en lo que paso con Mia y Manuel. Ellos se querían, Manu quiere a Mia y, aun así, se acostó con Sabrina.
Pablo entendió perfectamente lo que quería decir Marizza.
-Entiendo lo que quieres decir... jamás pensé que Manu pudiera acostarse con otra, todos veíamos relación como perfecta... pero te das cuenta que no y que Manu cometió un error.
-Su amor era muy grande, pero él prefirió el sexo. –Masculló Marizza. –A veces temo que vos también... aunque me quieras...
-No... Marizza. –Pablo miró a Marizza de forma contundente y negó con la cabeza-. Mira, entiendo a Manu, porqué obviamente quien no tiene ganas de tener sexo. Pero creo que Manu tomó demasiado y no pensó, seguramente el no poder curtir con Mia o no sé qué pasó, pero... si algo estoy seguro es que jamás voy a hacer nada para arriesgar lo nuestro por una noche de sexo con una mina.
Marizza asintió y vio mucha verdad en sus palabras. Ella sonrió y apoyó su cabeza en él.
-Además, desde que estoy con vos, no me interesan las demás minas. Solo quiero hacer el amor con vos.
Marizza le miró a los ojos y sintió el deseo en ellos. Ella bajó la mirada avergonzada.
-Yo no podría perdonarte.
-Ni yo tampoco. Me imagino a vos poniendo el cuerno y no creo que pueda soportarlo.
-Pero ambos estuvimos ayudarlos para que reconciliarse... ¿Te acordás? En ese momento estaba de acuerdo en que el amor que sentían era muy fuerte y que lo podía todo... Que debían luchar por ello y a veces creo que es así. Pero vos tenías razón. El amor no alcanza. La confianza y el respecto en la relación es fundamental. –comentó Marizza mirando a su novio. Él miro y asintió a sus palabras. –Sin eso, no vale nada.
-Yo también pensé que el amor lo era todo, pero... tiene que a ver mucho más. Entiendo que debe ser difícil para Mia, perdonar algo así y más de alguien a quien quiere tanto. Si vos me hicieras eso, yo no sé si pudiera volver con vos... pero a la misma vez, lo que siento por vos es tan grande, que no sé...
Ambos se quedaron callados pensando en esa situación y ambos no podían soportar la idea.
-¿Me podés prometer algo? –Empezó a decir Marizza mirando a su novio, quien estaba curioso por lo que iba a decir. Pablo lamió el helado y asintió.
-Prométeme que siempre vamos a ser sinceros. –Continuó Marizza-. Por muy doloroso que sea, si alguna vez pasa...
-No va a pasar. –Aseguro Pablo irrumpiendo a Marizza.
-Pero si alguna vez pasará o si dejamos de querernos o si pasa algo, nos lo contaremos. –Dijo Marizza mirando a los ojos azules de su novio-. Prefiero la sinceridad antes que nada... Que tengamos confianza para decirnos lo que sentimos y lo que nos molesta, e incluso si estamos sintiendo diferente.
-Sí, te lo prometo, pero jamás haría algo así, no a vos... Y no creo que deje de sentir lo que siento por vos. Es demasiado intenso.
-¿Cómo un hongo, no? –preguntó Marizza.
-Si, como un hongo... -Pablo le miró con diversión y se rio antes de continuar. –En serio, Marizza, no voy a hacer nada para perder lo que tenemos y que nos ha costado tanto llegar hasta acá para perderlo por una tranza. Lo nuestro es importante para mí.
-Y para mí también, Pablo. -Marizza se abalanzó y le besó de nuevo.
*****
Pablo dejó a Marizza en casa bien entrada la noche, se despidieron en el coche con un flor de beso tan intenso, que ambos no querían despegarse el uno del otro. A excepción de ese momento de confusión sobre esa llamada, el día había sido tan increíble. El domingo lo pasaron separados, debido a que Pablo lo pasaría con su mamá antes de irse a Londres. Marizza estuvo con las chicas, Lujan y Pilar, quien últimamente estaba muy unidas a ellas.
A la noche Marizza no podía dormir, estaba cómoda tumbada en la hamaca del jardín mirando las estrellas mientras todos en su casa dormía. Al día siguiente había escuela y sabía que iba a estar como un zombi, pero se sentía inquieta.
En ese instante escuchó bajar a alguien por las escaleras.
-¡Mia! Como podes ir con esos cabellos. –La llamó y ella se sobresaltó. Mia se toco los cabellos.
-¡Ay! Nena, ¿qué hacés? Me asustaste, tarada... –Marizza se rió justo cuando Mia se acercaba a ella.
-No sabés la cara que pusiste – Siguió riendo. Mia negó con la cabeza.
-¿Qué haces acá? No te podés dormir. –Preguntó la rubia sentándose a los pies de la tumbona.
-Y no... últimamente, pienso en que pasará cuando terminemos el Elite. Que pasara con la banda, con Pablo...
-¿Están bien Pablo y vos? –Preguntó Mia.
-Y si, mejor que nunca. Yo jamás pensé estar así con él -dijo sonriendo –Después de todo lo nos pasó.
-Como me alegro por ustedes...
Marizza pudo ver que la alegría era realmente genuina y que, a pesar de todo, ella estaba muy contenta porque la relación entre ambos iba tan bien.
-Aunque ayer pasó algo raro. –Mia frunció el ceño y espero a que Marizza continuara hablando. –Recibí un llamado con numero oculto de una mina diciéndome que Pablo se estaba tranzando a otras minas.
-¿Qué? ¿Y quién era?
-No sé.
-¿Y vos le creíste?
-Hubo un momento que sí, pero después pensé que Pablo no me haría eso.
-Marizza, conozco a Pablo desde hace muchos años y jamás le vi cómo está con vos. Te reama y solo tiene ojos para vos.
-Gracias, Mia. Yo también veo que Pablo se comporta conmigo diferente que con otras minas... Y sé que me quiere. ¿Pero quién quiere hacernos esto? No lo entiendo.
- Y no sé... quizá hay alguien que quiere separarlos, como Sabrina trato de hacer conmigo y Manuel.
-Ya... ¿Y vos con Manuel como estais? –Pegunto Marizza, acomodándose mejor en la hamaca para ver el rostro de Mia que se torció ligeramente.
-Está siendo difícil. Porque a veces siento que él me puede volver a, ya sabes, a engañar... quiero confiar en él y quiero que funcioné. Y él, está haciendo de todo para volver a tener la relación que teníamos antes. Pero no es fácil...
-Es difícil volver a confiar cuando te han lastimado tanto.
Mia asintió a las palabras de Marizza. Ambas habían sufrido eso y sabían de lo que hablaban.
-Me da miedo dar ese paso, Marizza. – Confesó Mia.
-¿Y lo has hablado con él?
-No. Me da vergüenza.
Mia sentía que a pesar de que eran muy diferentes, habían llegado al punto de poder entenderse y de ayudarse en estos momentos.
-Mia, mi relación con Pablo mejoró muchísimo cuando empezamos a ser sinceros el uno con el otro, cuando le conté mis miedos, mis inseguridades y él los suyos. –Aconsejó Marizza-. Sé sincera con él de lo que te está pasando. Decírselo, cuéntale todo. De verdad, eso será bueno.
-Pero, ¿y si no me entiende? –Cuestionó Mia.
-Sé que es complicado al inicio, pero si te quiere, hará por entenderte.
Marizza vio que ella parecía indecisa sobre preguntar o no.
-Y sobre eso, ¿también hablan? –Empezó a decir Mia con inseguridad.
-¿Sobre sexo? –le preguntó Marizza, mientras Mia parecía algo abrumada porque ella lo hubiera dicho en algo.
-Sí, Mia. Es re importante que hablen de sexo también. Que le digas si estas insegura o si no querés hacerlo aún.
Mia se mordió el labio, aún más indecisa
-¿Qué pasa Mia? –Pregunto. – Dale, cuéntame.
-¿Duele mucho la primera vez? –Preguntó Mia.
Marizza se quedó en silencio sin saber que responderle. Nunca había podido ser sincera con ella. Y ahora que estaba ahí pendiente de su respuesta.
-Mia, yo no lo sé si duele o no. Nunca he tenido relaciones.
-¿Qué? Me mentiste, me hiciste que creer que vos ya lo hiciste- Mia parecía sorprendida.
-Lo sé y perdóname, pero fui estúpida por querer de mostrarte algo que no había pasado.
Mia admiro a su medio hermana, algo sorprendida porque le hubiera dicho algo que no era verdad. Pero aun así le entendía.
-Está bien. Te perdono por mentirme... ¿Y por eso aún no tuvieron relaciones con Pablo? ¿No?
-No, aun no me siento preparada. Pero te soy sincera, cada día que pasa me siento mucho más. Y tengo ganas de dar el paso. Pero es porque Pablo me está ayudando mucho a eso. Nos lo tomamos con calma y dejamos que surja cuando deba surgir. Pero es porque hablamos sobre ello y Pablo sabe en todo momento hasta donde quiero o no quiero llegar.
-No te presiones, ¿sí? Y no dejes que Manu te presione y si lo hace, dímelo y le meto una piña. –Mia sonrió-. En serio, Mia, habla con Manuel, que no te vergüenza, y pídele que vaya con calma. Pueden hacer otras cosas, hasta que vos te sientas segura y tranquila.
-¿Otras cosas?
-Si, tóquense, sin llegar a hacer el amor. Te aseguro que eso te ayudará a vos a estar más tranquila. Y te ayudara a saber qué es lo que te gusta.
Mia admiró a Marizza y pareció que aquello le estaba ayudando mucho. Casi sin esperarlo, Mia se abrazó a Marizza, ella no le rechazo ni hizo un comentario sobre su abrazo.
-Gracias de verdad, me ayuda mucho hablar con vos.
Marizza sintió una satisfacción de poder ayudar a Mia en su relación con Manuel.
*****
La semana pasó y los chicos en lo único en que pensaban era en la fiesta del sábado. Pablo despidió a su madre, sabiendo que la iba a extrañar, pero estaba tranquilo porque sabía que iba a volver.
Pero Pablo y sus compañeros estaban muy ansiosos porque llegará la fiesta que habían preparado los de 5 año. Dunoff les había dejado finalmente, pero con la condición de nada de alcohol y se comportaran.
Los alumnos empezaron a llenar el patio donde se iba a celebrar, igual que cuando celebraron la fiesta de las elecciones, y donde habían pagado a un dj para que ambientará la fiesta.
Pablo llegó junto con sus amigos, Guido y Tomás. Pablo se había vestido bastante informal, unos jeans y camisa azul. Se adentraron entre la gente y se pusieron a un lado mientras la música de Bon Jovi "Its my live", y fueron a tomar unos jugos, mientras hablaban.
-Che, esto es muy aburrido, quizá le podríamos añadir algo de esto, –Soltó Guido enseñando una botella de Vodka.
-Boludo, ¿Qué haces? –Le dijo Pablo-, si Dunoff nos pilla nos mata.
-No se va a enterar. Dale, vamos a pasarlo bien. –Insistió Guido.
-No, Pilar se la jugó para que Dunoff nos permitiera hacer la fiesta. Si pasa algo
-Bueno, está bien, al menos nosotros sí que podemos disfrutarla.
-Nah, yo paso.
-Hermano, desde que estás con Marizza te volviste de un embole...
Mientras hablaba Guido, Pablo pudo ver a Marizza adentrarse en el lugar junto con Lujan y Marcos. Se le veia tan feliz y radiante que tuvo el impulso de ir con ella para darle un beso, aunque hacia unas horas que le había visto.
-Ahora vuelvo-les dijo a sus amigos.
-¡Qué pollerudo!
Pablo se adentró entre el gentío para ir en dirección a su novia. Él la observó de arriba abajo, Marizza llevaba un vestido azul claro de tirantes y muy de su estilo. Aunque dejaba ver algo de escote. En ese momento, ella estaba hablando con Lujan y Marcos cuando se dio cuenta de la presencia de su novio. Se abalanzó sobre él y le dio un beso.
-Estás muy linda-, susurró Pablo, antes de darle otro beso.
-Gracias, Pabli. -Marizza sonrió e incluso, sintió algo de vergüenza ante las palabras. Pablo no solía alabarle de esa forma.
Pilar los irrumpió saludando a todos y los instó a que se pusieran a bailar. La pareja se separó y se dispusieron a bailar. Pablo se fue con sus amigos quienes seguían peleándose por el alcohol.
Durante bastante tiempo Marizza, Lujan, Laura y Pilar estuvieron disfrutando de bailes y riéndose y pasándola de joda. Mientras que los chicos también estuvieron pasándolo bien, aunque Guido empezó a hablar sobre Laura y sobre si debía o no intentar de nuevo conquistarla. Tanto Tomas como Pablo le animaron a que así fuera pero que intentara no cagarla de nuevo.
Pablo aprovechó para ir al baño cuando sus amigos empezaban a discutir de nuevo. Pablo camino por los pasillos donde retumbaba la música del patio mientras iba pensando que en algún momento de la noche quería bailar con su novia.
-Pablo. –escucho por detrás.
Pablo se giró y pudo ver a Jimena que se acercaba a él, vestida con un vestido que no dejaba lugar a dudas de sus encantos.
-¿Te aburriste de la fiesta? –Preguntó Jimena con un tono insinuante.
-No, no... solo vuelvo del baño. Está siendo muy buena.
-Bueno, si te aburrís podemos disfrutar de una fiesta más privada con alcohol incluido.
Pablo entrecerró los ojos sin saber si lo que él estaba interpretando era verdad o no. Quizá solo estaba malinterpretando, pero decidió dejar las cosas claras.
-No, gracias, me voy, me espera mi novia. -Tras decir eso, se giró y dejo a la joven plantada en mitad del pasillo.
A pesar de todo, Pablo no quiso darle mayor importancia a lo sucedido con Jimena.
Tan rápido como pudo, volvió a la fiesta y buscó a su novia que en esta ocasión estaba junto con Lujan y Pilar mirando al centro de la pista. Miro en esa dirección y vio como Guido y Laura, estaban hablando y muy cerca.
Pablo se acercó a las chicas, pasó un brazo por encima de los hombros de Marizza y Lujan. Ambas chicas miraron a Pablo, sobre todo Lujan quien él no solía tener demasiado contacto con ella. Pilar le dirigió una mirada a Pablo.
-¿Qué pasa? – preguntó Pablo.
-Tu amiguito Guido está intentando levantarse a Laura de nuevo, pero después de como la jodió la última vez espero que no le de otra oportunidad.
Los 4 se quedaron en silencio, cuando Laura parecía tener un acercamiento hacia Guido.
-Ustedes dicen que les gusta chusmear, pero aquí están chusmeando –Dijo Pablo con una sonrisa.
Las tres mujeres le miraron molestas por lo que acaba de decir Pablo
-No chumeamos, solo nos preocupamos por nuestra amiga- Habló Marizza con malestar mirando a su novio.
-Eso, eso – afirmaron tanto Lujan como Pilar.
Pablo se rio por la actitud de las chicas, pero siguió hablando.
-Dale, ¿pueden darle una oportunidad? Es buen pibe, de verdad se lo digo. –Trato de defenderle Pablo.
-Sigue siendo Guido. –habló Pilar.
-En serio, yo no había visto así a Guido con ninguna otra mina. Creo que de verdad le gusta Laura.
Las tres chicas miraron a Pablo sin saber si llegar a creerle o no.
-Pues bien que lo demostró en verano. –Dijo finalmente Marizza.
-Bueno, quien no se ha equivocado alguna vez. Todos hemos hecho cosas en nuestras relaciones de las que nos arrepentimos. Pero eso no significa que no le quiera. –Dijo Pablo con contundencia.
Las chicas le miraron primero a él y después entre sí, sabiendo que era cierto.
-Bueno, puede ser...
-Dale, dejenlos. Voy a buscar algo para tomar, ¿les traigo algo a ustedes?
-Sí, un jugo para mí, -Comento Marizza.
-Yo otro. –Dijo Lujan.
Pablo se adentró entre el gentío y agarró 4 jugos con cuidado de que no se le cayesen y volvió con las chicas ofreciéndoles los jugos a las tres. Ellas seguían hablando de Guido y Laura.
-Me voy y las dejo chusmear tranquilas.
-Pablo...
-¡Nosotras no chusmeamos! –Soltó Lujan con enojo.
Él se rio por la reacción de las chicas, se acercó a Marizza y la besó, delante de Lujan y Pilar.
-Antes de que acabe la noche, quiero bailar con vos, ¿sí? –Dijo con contundencia Pablo.
Marizza asintió, antes de que él se girara sobre sí mismo y se fue hacia Tomas, Francisco, Vico y Rocco quienes bailaban y reían. Lujan miro a Marizza, viendo como ésta miraba a Pablo embobada.
-Durante mucho tiempo nos equivocamos con Pablo quizá nos estamos equivando con Guido.
Pasaron unos minutos hasta que Laura y Guido se separaron, y ambos grupitos se pusieron a hablar sobre lo ocurrido. Pero no pudieron hablar más, porque Manu fue avisando a Marizza y Pablo que era el momento de cantar.
Erreway canto en directo varias canciones, mientras sus compañeros, incluida Jimena junto con Belén y Agustina, cantaban y se divertían.
Cuando acabaron de cantar, Pablo volvió junto a Guido y Tomás, quienes estaban discutiendo.
- Pero, ¿qué os pasa? –Preguntó Pablo cuando se acercó a sus amigos.
-Nada, quilombo con Pilar por culpa de este idiota. –Dijo señalando a Guido.
-¿Otra vez?
-Pilar ha visto como Guido casi pone alcohol en los jugos y se ha enfado conmigo y con este idiota.
Ambos se pusieron a hablar de sus novias y sus peleas, y cuando llevaban una media hora hablando de sus problemas, Pablo no dejaba de mirar a Marizza quien es estaba bailando con Lujan ahora, aunque ella bailaba con todos; con Manu, con Marcos, Pilar, etc... realmente se lo estaba pasando rebien.
-Chicos, hagan lo que quieran, pero yo me voy a pasarlo con mi novia, así que ahí les dejo...
- ¿En serio?
-Y obvio, en vez de estar acá hablando de boludeces entre ustedes, agarra a Pilar y háblalo y vos... Guido, agarra el toro por los cuernos y ves con Laura. ¡Dale!
Y tras esto, Pablo fue directo hacia la pista de baile y agarró a Marizza de la cintura. Ella se asustó ligeramente antes de que se calmará al ver que era Pablo, estuvieron bailando juntos, riéndose y disfrutando de esos momentos. Hasta Manuel y Pablo compartieron algunos bailes, ante la risa de todos.
-Boludo, no sabes bailar, ¿o qué? –Soltó Pablo, mientras le intentaba enseñar unos pases de baile.
-Mira quien fue a hablar, vos bailas peor que yo. Todo descoordinado sin dar ni una.
Mia los escuchaba y se reía.
Marizza estaba con Lujan riéndose cuando la música cambio y empezó a sonar Dije adiós. Pablo, quien estaba junto a Mia y Manu, miró a Marizza a lo lejos y se acercó a ella. Mia y Manuel compartieron una sonrisa, sabiendo las intenciones de su amigo, antes de que ellos se pusieran a bailar también.
Marizza no se percató de la presencia de Pablo, hasta que Lujan le hizo una seña con su rostro a su amiga y ella se giró para ver a su novio acercándose a ella con una sonrisa en sus labios.
-¿Bailas conmigo Marizza? –susurró Pablo tendiéndole la mano.
Marizza compartió una mirada de diversión con su amiga, antes aceptar el ofrecimiento. Se rio encantada cuando Pablo elevó la mano y le obligó a dar una vuelta sobre si misma antes de atraerla a él.
Ella envolvió sus brazos alrededor de sus hombros, mientras dejaba que las palabras de la melodía encontraran sus oídos, mientras dejaba caer su cabeza suavemente sobre el pecho de Pablo y él tiro de ella envolviéndola con sus brazos.
No quiero llorar por ti
Hace rato te perdí
Ni cuando cierro mis ojos
Siempre amor estás aquí
Pablo llevó su mano hacia el cabello de Marizza en una caricia, mientras se movían lentamente al ritmo de la música. Marizza disfrutaba del momento mientras cerraba los ojos.
Cada lugar que recorro
Tiene contigo que ver
A cada paso hay testigos
De ese amor que se nos fue
- ¿Te acordas? –Susurró Pablo contra su oreja.
Marizza se alejó levemente para mirarle a los ojos y ver que ambos estaban pensando en el momento del acoplado.
-Sí, me acuerdo, la despedida que me hiciste antes de irme a Italia.
Pablo sonrió antes de inclinarse, darle un beso suave y amoroso en el cabello, mientras siguieron moviéndose al ritmo de la música. Marizza se separó ligeramente para mirar fijamente sus ojos y entonces besarlo suave y amorosamente. Pablo le correspondió el beso con ternura.
Dije adiós
Fue el final
Y nada quedó entre los dos
Solo el sol, nuestro sol
Y el dolor y este adiós
Y te vas y me voy
Y nadie dijo perdón
Lloras tú, lloro yo
Nuestro sol se apagó
La música les invadió los oídos, mientras se movían con lentitud. Marizza sentía que solo quiere estar con él, y fue en ese momento que se dio cuenta de que ha llegado el momento.
-Pablo... -Susurró Marizza.
- mmm – Dijo él con sus labios sobre sus cabellos.
- Quiero irme de acá. – Pablo frunció el ceño sin llegar a entender a qué se refería. Apenas llevaban una hora en la fiesta.
- ¿Ahora? –Pregunta mirándole a los ojos.
-Sí, quiero irme ahora... solo quiero estar con vos.
- Está bien. - sonrió Pablo. Le agarró de la mano, le beso en ella y arrastro entre el gentío hacia la puerta.
Aunque le pareció extraña la actitud de Marizza, Pablo sabia que no era la primera vez que se iban de una fiesta para estar a solas. La primera vez que se pusieron de novios, Pablo y ella se fueron a pasear. Salieron por la puerta del Elite Way, agarrados de los hombros.
-¿A dónde querés ir? Podemos ir a pasear por... –Preguntó Pablo, pero ella le irrumpió
-¿Podemos ir a tu departamento?
Se fueren en el auto, Pablo hablaba sobre Laura y Guido, pero parecía que Marizza no estaba por la labor de seguir en la conversación. Contestaba con monosílabos. Por suerte el trayecto era corto, y en breve llegaron a casa de Mora.
Cuando entraron en el departamento, Pablo estaba confundido por la aptitud de su novia. Y pensaba que quizá había hecho o dicho algo que le molestara. La vió entrar en el departamento, dejar su buzo en el sofá y observar la casa que estaba algo desordenada, debido a la ausencia de Mora.
-Está un poco desordenado –Dijo Pablo, pero Marizza solo asintió y sonrió dirigiéndose al balcón y observando el cielo de Buenos aires.
Al ver que ella sigue sin decir nada, se acerca a ella, la agarra de los hombros y la gira para enfrentar sus ojos a los suyos.
-¿Estás bien, Marizza? –pregunta Pablo, mientras levanta el rostro de Marizza y ve que ella está debatiendo internamente con algo-. Estás muy callada, no es habitual en ti.
Marizza se dio cuenta de que él no había captado lo que realmente quería. Asintió a su pregunta, se elevó para buscar sus labios y besarlos suavemente. Pablo no cuestionó nada y le correspondió sin pensar, el beso se intensificó y entonces, ella mordió el labio provocativamente.
Tanto que sintió como su deseo fue directo a entre sus pantalones.
Pablo se separó de ella, tratando de adivinar lo que estaba pasando, ya que la aptitud de su novia desde que habían salido del Elite le estaba desconcertando. Pero cuando Marizza le agarró de la mano y lo dirigió hacia su habitación, supo que era lo que estaba pasando. La mirada de Marizza era intensa, sin dejar dudas a lo quería.
-Marizza, ¿Qué...?- preguntó él con urgencia cuando entraron en la habitación y ella le empujo a mitad de esta para volver a besarle. - ¿Estás segura? No... tenemos por-por que hacerlo. – Pablo titubeaba sin saber muy bien porque estaba tan nervioso.
Aunque sí que lo sabía. Para él no iba a ser su primera vez pero sí para su novia y una parte de él no quería defraudarle o hacerle daño. De alguna forma, si que iba a ser su primera vez también.
-Estoy segura. Quiero hacer el amor con vos, Pablo.