Capítulo 3: Severus Snape VS doctrinas racistas.
13 de septiembre de 2025, 19:51
Canuto corrió de vuelta al bosque, guiado por su olfato e instinto hacia el estómago del diablo. Si debían digerir a alguien hoy, que fuera él por haber iniciado esta pesadilla en busca de buenas acciones. Se suponía que sus amigos no correrían un riesgo innecesario nuevamente, pero, ya ves, la vida no es como nosotros queremos.
El perro corrió con el corazón acelerado y las patas a toda marcha; debía llegar antes de que una tragedia mayor se desatara. La escena que encontró lo perseguiría en sus pesadillas.
Lunático le gruñía a Cornamenta, mostrando todos sus dientes afilados y garras listas para el zarpazo, mientras que el ciervo se preparaba para embestir.Colagusanoempezaba a trepar en Lunático en busca de sus ojos. Todo a la vista de los centauros que se disponían a deshacerse de los tres intrusos.
¡Merlín fuera grande! Estaba a punto de cometer una locura.
Canuto le pedía que peleara con el lobo y Canis le gritaba que usara la materia gris como novedad.
Pensó rápido (lo cual no significa que bien). Se des-transformó y realizó un hechizo. UnaBombarda (dirigida a los centauros) que terminó incendiando los árboles de alrededor. Los centauros espantados no sabían qué amenaza tratar primero: si a los extranjeros caóticos o el fuego en su tierra. Estos, descoordinados, fueron una amenaza menor al hombre lobo presente.
Sirius volvió a ser Canuto y fue tras el cuello de Lunático, una batalla que al menos podría considerar en igualdad de condiciones. Saltó hacia el cuello de Lunático apretando, mas no desgarrando (no iba a matar a su amigo). Colagusano corrió a la seguridad de su cabeza y Cornamenta le dio en los pulmones al lobo, dejándolo fuera de combate.
Sirius pudo ver una luz al final del túnel.
Se volvió a ser humano, metió la rata en el bolsillo de su túnica y le hizo una seña a su amigo ciervo. Era hora de huir ante la distracción de los centauros. James lo entendió y empezó a arrastrar el cuerpo inerte del lobo junto con Sirius.
Pero no todo era color de rosa, y claramente los centauros, con ahora bastante obvias intenciones asesinas, no los iban a dejar ir impunes. Corrieron y arrastraron a Remus con todas sus fuerzas mientras esquivaban flechas. No sabe si fue la suerte, Merlín o si era cierto aquello de que las estrellas favorecían a quienes portaban la sangre Black, pero llegaron a la Casa de los Gritos con tan solo una flecha en su hombro, un esguince en James y un montón de cortadas.
Merlín había sido bueno.
Se desplomaron dentro de la choza, la adrenalina drenándose de sus cuerpos, dejándolos temblorosos y maltrechos.
Sirius solo pudo reír.
En la vida de Remus había muchas constantes, una de esas no era precisamente el cómo se despertaba después de la luna llena. Su vuelta al mundo de la razón podía variar ampliamente entre confusión hasta terror visceral, desde encontrarse en lugares conocidos hasta perdido en Dios sabe dónde. De todo corazón esperaba que despertarse con el caos entre sus amigos con cada luna llena no se convirtiera en una constante.
—¡MIRA, YO SE QUE ESTO NO PUEDE VOLVER A SUCEDER PERO PARTIRLE LAS PIERNAS CADA LUNA LLENA NO ES UNA OPCIÓN! —gritaba James.
—Yo no veo más soluciones y tú no estás dando opciones racionales, ¿qué carajos es eso de encerrarlo en el sótano de tu casa? ¿Cómo vamos a llegar ahí? —le reclamó Peter con cara de estar peleando con la persona más estúpida en la zona.
—Sigo pensando que las ataduras podrían funcionar —dijo Sirius desde un rincón.
—Cállate, Sirius, por favor, esto fue mayormente tu culpa —señaló James, a lo cual Sirius obedeció.
Remus suspiró, sintiéndose agotado antes incluso de levantarse. La discusión era tan caótica como la noche que acababan de pasar. Se incorporó con dificultad, sus músculos dolían con la familiar agonía post-transformación. La visión de sus amigos, magullados y discutiendo, era a la vez un alivio y una tortura. Estaban vivos. Todos ellos.
—A ver, a ver, ¿por qué discuten? ¿A quién se le debe partir las piernas? —Remus preguntó haciéndose el desentendido para llamar la atención.
—¡De ti, maldición Remus, esta vez sí que perdiste el control! —dijo James—. Hermano, necesitamos encontrar una manera de que Lunático no salga de esta cabaña como en jamás.
Remus sintió que en su estómago cayó una piedra.
—¿Qué pasó? —le salió en un hilo de voz.
—Entraste al bosque otra vez —se atrevió a decir Sirius—. Nos persiguieron los centauros.
Al observarlo mejor Remus vio la flecha que sobresalía sobre su hombro.
—¡Ay! —hizo un gesto de preocupación y desagrado—. Hay que sacarla.
—Sí —confirmó Sirius.
Remus se acercó a Sirius ante la mirada atónita de Peter y James. Su calma los sorprendía y al mismo tiempo les ponía los pelos de punta.
—Está bien enterrada, muy bien. La sacaré y Peter la desinfectará, debemos compartir la esencia de díctamo —Remus empezó a coordinar a sus amigos como si se tratara de una orquesta y él su director.
—Lo siento —Sirius iba a seguir hablando, pero lo interrumpió.
—No hay que lamentarse más, ya fue —dijo mientras analizaba cómo sacar la flecha—. James, métele un trapo en la boca, le va a doler y lo último que necesitamos es una muela rota.
James obedeció, pero con duda preguntó:
—¿No quisieras saber el resto de lo que pasó? —sus palabras dudaban.
Remus hizo una expresión entre hastío y rendición.
—Si lo pudieras resumir lo mayor posible, te lo agradecería —dijo mientras empezaba a sacar la flecha. Sirius arañaba el suelo con tal de no gritar ni moverse.
James miró a Peter y Sirius, respiró profundo y dijo: —Entraste al bosque, esta vez por ti mismo, intentamos detenerte pero no lo logramos, los centauros nos vieron y todo empeoró porque Quejicus estaba ahí...
Ante la mención de Snape, Remus detuvo su relato.
—¿Qué carajos hacía Snape en el bosque?
—Sabrá Merlín —respondió Peter—. La cosa es que Sirius logró ponerlo a salvo, pero lo que siguió creo que nos dejará consecuencias.
James lo fulminó con la mirada, no quería ser tan abrasivo. Remus asintió, su rostro contraído. Sirius temblaba, no sabían si de anticipación o dolor.
—Sirius volvió, debes de entender que estábamos acorralados. Entonces Sirius... —James pausó un momento como pensando cómo decir las cosas— Sirius lanzó un hechizo e incendió parte del Bosque Prohibido, te noqueamos y logramos huir —dijo sin parar entre ninguna palabra.
En ese momento Peter estaba desinfectando la herida del mencionado, el cual gimió ante el ardor. Remus tenía los ojos tan abiertos que sentía que se le podrían salir y James se preparaba para las contra-medidas.
—Abiertamente le declaramos la guerra a los centauros —razonó Remus, llevando sus manos a su cara en señal de estrés.
—Sé que la cagamos a lo grande, Remus, pero podemos... —empezó James, pero Remus en un extraño arrebato lo detuvo.
—¡PODEMOS NADA! ¡NO VEN LO QUE SIGNIFICA! —los otros tres solo pudieron verlo—. Me tengo que ir de esta escuela, seguramente pagaré condena en Azkaban.
—¡NOOOO! —gritaron los tres.
—Una luna más, Remus, dame una luna más y encontraré solución —Sirius hablaba desbocadamente.
Remus solo lo pudo mirar. Ahora, con el sol asomándose, tenían un problema mucho mayor que las heridas: un problema que no podían sanar con pociones ni magia.
El último mes había sido extrañamente tranquilo. La cuartilla de idiotas estaba muy ocupada con lo que sea como para estar detrás de su trasero, lo cual lo llevó a tener mayor libertad de movimiento. Extraño, sí, pero uno no le ve los dientes a caballo regalado. Aprovechó este maravilloso tiempo al máximo: paseaba al aire libre, iba y se quedaba horas en la biblioteca a plena vista, se bañaba en el baño de prefectos durante horas (gracias, Lucius) y lo mejor, quedaba con Lily.
Sus compañeros de casa podrían decir lo que quieran acerca de suamistad con Lily,pero una cosa era cierta e irrefutable: ella era su amiga por algo. Si de verdad se basara en tonterías como crecer juntos en el mundo muggle o un enamoramiento eterno y no correspondido, entonces para estas alturas no serían amigos.
Ambos poseían hasta cierto punto filosofías similares, solo que ambos habían sido expuestos a diferentes ambientes y Lily (gracias a Merlín, Dios o el que sea) era guapísima a diferencia de su espantoso ser. Eso ciertamente facilitaba la vida. Lily podría hablar del sistema corrupto y cómo debían deshacerse de él, y la gente no pestañearía dos veces, pero si él lo hacía lo llamaban mago oscuro. Había aprendido a callar y asentir, como esos muñequitos cabezones en los autos.
Pero con ella era diferente. Cuando estaban solos, sin la escuela encima, sin los rumores, sin los Gryffindors y los Slytherins de por medio, podía simplemente ser. Ella reía con sus comentarios más secos, ambos reían con las bromas crueles del otro y coincidían con los comentarios sardónicos o debatían las opiniones del otro.
Cokeworth no era conocido por su desarrollo educativo, pero paraSeverus la biblioteca del pueblo significó un refugio y una fuente de entretenimiento seguro en su momento. Los libros infantiles se le acabaron demasiado pronto, así que pasó a lo que la bibliotecaria pensaba era la siguiente opción más razonable: filosofía pura y dura. Severus, por primera vez en su vida, pudo cuestionar todo sin dudar; otros ya lo habían hecho y sus pensamientos eran considerados el epítome de la erudición. Con su amistad con Lily ya existente en ese entonces, el siguiente paso era más que obvio: debía compartir la iluminación con ella.
No importaba que tuviera que explicárselo todo. Que al principio ella frunciera el ceño conSócrates o se aburriera con Spinoza.Severus quería que pensaran juntos. Quería que, entre todos los mundos que los separaban, ese fuera uno que los uniera.
Y Lily no lo defraudó. Absorbió el conocimiento como una esponja y retroalimentó a Severus. Sus conversaciones ya no giraban únicamente en magia y en qué se encontrarían una vez en Hogwarts; criticaban la sociedad, el estilo de vida impuesto, la hipocresía que veían en todas partes.
Poco a poco los temas de conversación fueron creciendo. Una vez Lily trajo elManifiesto Comunista y fue como si una bomba le explotara en la cara a Severus. El último cimiento fue puesto cuando puso sus manos enEl Capital deMarx. Los temas escalaron: Feminismo, clasismo, homofobia, control social, libertad religiosa, el ser pensante y aquello que le rozaba más en la actualidad: el racismo.
Actualmente estaban en un callejón sin salida en cuanto a ese tema. Por lo general podrían coincidir en que no coinciden ante opiniones disonantes, pero esta vez parecía que era más personal, especialmente por (según Lily) sus malas juntas. Le dolía un poco el pensamiento de que Lily lo podría considerar un intolerante racista, pero no podía decir que ella no tenía una razón lógica para creerlo.
Esa tarde se encontraban tirados debajo de un árbol cercano al lago negro. Nuevamente sus juntas (Nazis, según Lily) eran el tema.
—Mira, no digo que te les enfrentes, Dios sabe qué podrían hacerte estando en la misma casa —inició ella—. Pero el que te juntes con ellos los valida.
Severus se quedó en silencio, mordiéndose el labio. Sabía a quiénes se refería.Mulciber, Avery, incluso Lucius Malfoy.Gente que hablaba abiertamente de la pureza de la sangre y de la "inferioridad" de los nacidos demuggles. Eran sus compañeros de casa, su única compañía en las mazmorras de Slytherin.
—No los valido... Simplemente es la mentalidad absurda que absorbieron de su crianza —Severus no sabía si estaba justificando o buscando redención en los ojos de Lily—. No puedo simplemente entrar en debates morales en las mazmorras y llevar la contraria, pondría un objetivo más grande en mi espalda.
—Sartredice que el ser humano es absolutamente libre y, por lo tanto, responsable de sus acciones y de la creación de sus propios valores —le dio esa mirada que le decía sin palabras que lo retaba a debatir—. Por consiguiente, la libertad conlleva una responsabilidad absoluta sobre las propias acciones y sus consecuencias, así como sobre la creación de un mundo con significado.
Severus bajó la mirada pensativo, buscando cómo responderle sin iniciar fuego amigo.
—En ese caso hago uso del dualismo, la tensión irresoluble entre el egoísmo ético y el utilitarismo —citó aSidgwick—. Sidgwick dice que existe una contradicción fundamental en nuestra conciencia moral, un dualismo práctico que persiste incluso en el razonamiento moral más riguroso.
Lily lo miró con el ceño fruncido. La filosofía, que solía ser su campo de juego, ahora se sentía como una trinchera.
—Eso no lo hace mejor, Severus. Ven utilidad en ti hoy; el día que les resultes inútil se desharán de ti, ya que, igual que yo, eres su inferior.
La discusión iba a seguir, pero de pronto un perro negro (un puto monstruo parecido a un Grim) se les abalanzó. El ambiente automáticamente perdió toda la tensión.
—¡Mira quién vino! —exclamó Lily emocionada—. ¡EsBob!
Bob, como Lily lo había bautizado, era el perro que lo sacó del Bosque Prohibido la otra noche. Claramente, Severus no podía comentarle a Lily acerca de su primer encuentro con el canino sin tener que contarle cómo casi lo sacan de su estado como ser vivo, así que por agradecimiento y respeto mutuo decidió tolerar la presencia de Bob.
Bob, el Grim que no era Grim AKASirius Black, se sentó entre los dos aspirantes a filósofos.
Sinceramente, Sirius no podía ver qué le veía James a Lily. Estos últimos días, en su búsqueda de cómo involucrar a Quejicus en su plan para salvar a Remus del auto-aislamiento, lo llevaron a ser espectador de los amplios debates de esos dos.
Merlín, ambos eran unos empollones desagradables. A fin de cuentas, en esos días llegó a la realización de por qué eran amigos, y estaba seguro de que a James no le iba a gustar (así como a él). Era insoportable oírlos toda la tarde hablando de lo que decía un montón demuggles con nombres complicados y aires de grandeza. Que si Marx esto, Kant lo otro y lo peor son los conceptos sociales que a su parecer no tenían ni pies ni cabeza ¿qué carajos es la dialéctica?
Todo ese espectáculo mierdoso podía ser soportado gracias a los mimos, gloriosos mimos de Lily y de vez en cuando de Quejicus. Cada que llegaba a interrumpir sus debates, se sentaba al sol en las piernas de ambos, con sus patas traseras en Lily y su cabeza en Quejicus (Eso mantiene contento a Canuto). Cuando este estaba de humor, acariciaba su cabeza y él se sentía en el cielo, le rascaba entre las orejas con dedos largos y callosos que sabían exactamente dónde apretar.
Canuto era un perro muy táctil, para desgracia de Sirius, y siendo él un mendigo del afecto, no podía escoger y ser reticente a la mano que se lo daba. Además, el aroma de Quejicus era una cosa que lo tenía en trance. Sin el terror y la adrenalina de esa noche encima, olía tan bien.Pergamino, hierbas curativas, flores y dulce, lo relajaba totalmente. Al inicio, Quejicus fue..buenoQuejicus y trató de apartarlo de entre sus piernas, pero parece que se acostumbró a Canuto aspirando su aroma e invadiendo su espacio mientras recopilaba información.
Lastimosamente, este par solo hablaba de cosas inentendibles, no sé qué del capitalismo, la estructura opresiva de Hogwarts, y cómo "las casas reproducen la jerarquía mágica en una ilusión meritocrática brutal". O algo por el estilo. Ni idea. Sonaba como un hechizo complicado con más sílabas que sentido.
De vez en cuando también se intercambiaban chismes, pero nada lo suficientemente jugoso que se le haya escapado al chismoso mayor (AKA Peter). Por consiguiente, no tenía material de amenaza para convencer a Quejicus de entrar a su plan.
—Y por eso Marlene no bajó a desayunar —finalizó Lily su análisis informativo (chisme).
—¿Sabes si Potter y sus amiguitos se pelearon? —preguntó Severus, mientras rascaba las orejas de Canuto.
"¿Cómo que Potter y sus amiguitos? Ha sido reducido a mero achichincle. ¡ÉL, Sirius Orion Black! ¿Dónde quedaba su legado como el alma del grupo? ¿El más guapo de los Merodeadores? ¿El cerebro logístico detrás del 80% de las bromas con consecuencias legales?" pensó el can mientras soltaba un bufido que fue interpretado como rascame más por Severus.
Lily hizo un gesto como si la pregunta que le hicieron fuera en base a la unión de la física cuántica y la relatividad, y no acerca de los alborotadores de su casa.
—No lo sé, últimamente están muy callados. Incluso Potter se me ha dejado de insinuar.
—Y Black —añadió Severus, en voz más baja— ha estado ausente. No lo he visto en la biblioteca ni una vez en toda la semana, lo cual, considerando lo que me odia, es bastante raro.
Canuto, ante la mención de odiar a Severus, sintió disgusto y empezó a lamer la mano del chico. Severus hizo una expresión de asco y la apartó.
—Ay, trata de darte amor —exclamó Lily con tono juguetón.
—Amor antihigiénico —dijo Severus con el ceño fruncido.
—Sabes que dicen que se incendió parte del Bosque Prohibido —de repente comentó Lily.
Y Sirius no pudo reprimir la rigidez de su cuerpo, la adrenalina de esa noche pareció volver a correr por su cuerpo canino. Apenas se atrevía a respirar, temiendo que un movimiento en falso delatara su verdadera identidad y el enorme secreto que guardaba.
—¿Crees que el grupo de tontos tenga algo que ver? —preguntó Severus como quien no quiere la cosa.
—No, para empezar no pararían de alardear acerca de ello. Black no se callaría la boca y entre los cuatro solo Remus tiene neuronas y no son suficientes para salir de un embrollo de semejante magnitud —dijo Lily con una voz que dejaba en claro que creía firmemente que la capacidad intelectual de los Merodeadores no les alcanzaba para semejante hazaña.
Sirius no podía sentirse más ofendido, pero al mismo tiempo, tan aliviado. Su intelecto era promedio y su capacidad de pensar era bastante rápida y asertiva, ¡muchas gracias! Además, él sabía guardar secretos, ¿ok? Otra cosa, James era muy listo, solo que no lo demostraba. Remus es un empollón, obviamente parece más listo que todos, pero la inteligencia tiene distintas formas, ¿ok? Y Peter también era listo, no sabía en qué, pero lo era. "¡Deja las tonterías y presta atención!" Canis lo reprendió.
—¿Qué dijo Sprout o el director? —preguntó Severus con interés palpable, sus manos se sintieron más tensas en su pelaje.
—Accidente mágico, unaBombarda que salió mal —respondió la pelirroja con solemnidad—. No tienen culpables, pero dicen que el bosque está hecho un caos. —Paró un momento como para organizar lo que diría—. Dicen que hay una guerra territorial ahora mismo. Los lobos son acusados por algo que dicen no hicieron, los gnomos perdieron su villa y hubo bajas tanto de centauros como gnomos.
Canuto se sentía como un resorte, Canis gritaba por la cantidad de problemas que se le avecinaban y Sirius sentía que iba a estallar, con las manos temblorosas y heladas de Severus en sus orejas.
—¿Crees que haya Mortífagos involucrados? —Severus nuevamente la cuestionó.
Lily lo miró, profundo, buscando algo en él.
—No —dijo tan segura como todas sus respuestas anteriores.
—Entonces nos podemos involucrar —Severus dijo eso como si estuviera hablando de planear una porra para su equipo en el siguiente partido de Quidditch.
Sirius se sorprendió ante la declaración. ¿Se enloqueció? ¿Qué pretendía? ¿De verdad era un supremacista de sangre y quería deshacerse de Evans?
Pero lo que más lo descolocó fue la respuesta de Lily.
—¿Estás seguro? Digo, es solo fuego, no creo que puedas cortar nada —respondió Lily como quien te comenta lo que comió hoy.
—Siempre hay cosas que cortar. Además, será interesante, el bien mayor y todas esas cosas —Quejicus sonrió (una bonita sonrisa real) y Sirius sintió un escalofrío.
Canuto y Canis entraron en disonancia nuevamente. Canis le instaba a huir, los dos estaban locos, eran un peligro. Pero Canuto veía en Quejicus a una pareja cada vez más digna.
Por una vez, decidió tomar el consejo de Canis sin rechistar. Se levantó y se fue, pensando bien en lo que escuchó esa tarde.