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Severus encontró una extraña nota entre sus cosas esa mañana; era críptica, carente de elegancia y parecía más una amenaza. No sabría decir con seguridad quién podría ser el remitente; últimamente se estaba ganando una particular cantidad de enemigos. Quien sea que buscara amenazarle en privado tendría que buscar un mejor método porque él no asistiría, en especial porque hoy martes era su reunión semanal de estudio con Regulus Black. Regulus era, a mejor decir, una incógnita para él. No le parecía un mal chico (a diferencia de su hermano) y tendía a presentar un comportamiento incómodo y contradictorio, como si quisiera conectar con los demás pero al mismo tiempo no, como si algo se lo impidiera. Pero bueno, esas eran conclusiones que no eran de su interés; el chico pagaba bien por sus tutorías y era fácil lidiar con él, eso era un ganar-ganar en sus casillas. Hoy estaba más raro que nunca. Ambos se reunieron en la biblioteca, tomaron asiento y empezaron su sesión. Mientras revisaba el ensayo de pociones de Regulus por tercera vez, pensó en que tal vez deberían aplazar este encuentro para otro día, uno en donde el menor no tuviera la cabeza en las nubes. —Hoy estás increíblemente distraído, Regulus —inició con tacto Severus. Al mencionarlo, el chico se tensó un poco, pero tan rápido como vino se fue. Simplemente siguió inspeccionando los errores en su pergamino. —Estoy pensativo, ya sabes... Asuntos de la familia. Severus lo miró juzgónamente. Sus asuntos familiares siempre escalaban a acciones violentas y, por lo general, estaban relacionadas con el supuesto Señor Oscuro en ciernes. En cierta forma sentía pena y empatía por Regulus; él también provenía de un hogar maltrecho y abusivo, entendía lo difícil que es expresar en palabras lo que sentía o le preocupaba sin temor a que los demás lo juzgaran o lo utilizaran en su contra. —No debes dejar que esas cosas intervengan en tus estudios —dijo el mestizo—. Los errores en la preparación de pociones como un Brebaje de floripondio, los efectos podrían ser bastante desagradables. Regulus lo miró, con esos ojos grises siempre dolidos, dudando si debería o no comentar lo que daba vueltas en su cabeza. Parecía un gatito pateado y eso removió algo en el interior de Severus. Posó una mano en su hombro y le preguntó: —¿Qué pasa? Regulus lo volvió a mirar (ojitos grandes de gatito) y con la cabeza corriendo como una máquina en las fábricas de su pueblo. —Últimamente la línea entre lo que es correcto y lo que es esperado de ti se hace cada vez más separativa —hizo una pausa, pero luego agregó—: El deber se me hace más pesado día con día. Decir que le sorprendió la apertura de pensamiento del Black menor era quedarse corto. Para nadie era secreto que los Black eran puristas de sangre y que el único en esa familia en llevar la contraria era Sirius Orion Black. Severus simplemente había asumido que Regulus tendría la misma opinión desinformada y sin rastro de dudas de los demás Slytherin de las Veintiocho Sagradas. —No existe una definición real de lo que está mal o bien, Regulus —Severus continuó—. Tu problema está en elser y el deber ser. —El silencio que cayó fue incómodo. Olvidó que Regulus no es Lily—. ¿Regulus Black es cruel o Regulus Blackdebe ser cruel? No me malinterpretes, es un ejemplo. —Hizo una pausa, que agradeció no fuera interrumpida—. Se supone que el deber nos debe dar la línea definitoria entre el bien y el mal. Lo que nos beneficie como sociedad es visto como bueno y lo que no, pues, ya sabes. Pero he de decirte, Regulus, no todo el tiempo el deber es ético o moral. Somos nosotros quienes le debemos dar sentido como animales pensantes que somos, también teniendo en cuenta que al estar en un flujo constante de cambio a lo largo de nuestras vidas el bien y el mal algunas veces se podría entrecruzar e incluso intercambiar. Regulus bajó la vista y se removió en la silla. Los engranajes en su cabeza giraban tanto que figurativamente Severus los podría escuchar. —Últimamente ha habido muchas habladurías acerca de lo sucedido en el Bosque Prohibido, me preocupan uno de los posibles involucrados.... Esa declaración fue como si invocara al mismísimo demonio. Sirius Black llegó hasta ellos con toda su arrogancia y mal humor a flor de piel. —¡No fuiste a nuestra reunión por estar con Regulus! —exclamó Black, enojado. Severus de verdad le gustaría saber qué estaba sucediendo. Sirius estaba que no cabía en sí mismo por la ansiedad. La noche anterior en la Torre de Gryffindor la pasó prácticamente en vilo porque no podía dormir. Irritó tanto a James que intentó ahogarlo con su almohada. Pensó durante todo el día lo que le diría a Quejicus, se imaginaba escenario tras escenario, cómo rebatir, amenazar, sobornar, hasta convencer a su enemigo a unirse a su cruzada por un bien mayor. Media hora antes de la hora acordada, Sirius ya estaba esperando, no fuera a ser que el grasoso no lo viera y se fuera. Llegó la hora y su enemigo no apareció. Había intentado parecer casual, pero había fallado. A las 19:10, su desesperación se transformó en furia. A las 19:20, en paranoia. A las 19:30, ya había escrito tres nuevas versiones del PAIAR con insultos encubiertos hacia Quejicus en el encabezado. Para las 20:00 se había rendido. Se fue mascullando acerca de la impuntualidad y las personas irresponsables, hasta que en su camino se topó con una imagen que no esperaba ver nunca. Quejicus y su hermano, juntos. Quejicus y su hermano, juntos, y Quejicus lo tocaba. Quejicus y su hermano, juntos, Quejicus lo tocaba y Reg se dejaba. Sinceramente, vio rojo. —Me dejaste esperando como un idiota duranteUNA HORA —Sirius estaba muy alterado—. Tengo que decirte algo importante, llevo días intentando decírtelo y tú —señaló a Quejicus con el dedo—, solo me ignoras y te escondes con mi hermano. El escándalo que estaba armando Sirius era tan grande que había gente que se reunía alrededor. Madam Pince no tardaría en venir y Severus aún no sabía de qué le hablaba el loco. —¿Qué necesito hacer para que me pongas atención? A Regulus se le desencajó la mandíbula ante semejante escena. No podía creer lo que sus ojos y oídos presenciaban, no esperaba esto de Sirius y Severus. Su acto para ocultarlo todo era realmente magnífico. Su corazón perdió un poco de peso al llegar a la realización de que su hermano en realidad pasaba por algo similar a él. —No entiendo por qué me estás diciendo todo esto —Severus se empezó a defender—. Yo tengo todo el derecho de no querer verte la cara a ti. —¡Claro que sí! ¡Claro que tienes derecho, Quejicus! Porque tú siempre estás en la posición moral para decidir a quién ves y a quién no, ¿no? —dio un paso al frente—. ¡Pero si dejaras de ser tan malditamente cerrado por un segundo, si dejaras de huir de mí...! Severus retrocedió medio paso, más por cautela que por miedo. —¿Cerrado? —se burló Severus, alzando las cejas—. ¿Esto viene de ti? ¿Del príncipe de las explosiones emocionales? La multitud estaba expectante, los chismes empezaron a correr, Madam Pince llegó. —Vamos, tenemos que hablar —Sirius tomó el brazo de Severus mientras trataba de llevarlo con él. —¡Suéltame, Black, SUÉLTAME! —¡Sirius, por favor! —trató (al fin) de intervenir Regulus. —¿QUÉ ESTÁ PASADO AQUÍ?—Al fin llegó la autoridad, Madam Pince, a imponer orden—. ¡50 puntos menos para Gryffindor y Slytherin! Sirius pareció volver a razonar soltando a Severus, el cual decidió huir al instante. Regulus solo pudo pensar en la trágica historia de amor de su hermano y su casi-amigo.***
El rumor se extendió por todo Hogwarts como una Bombarda mal hecha en los árboles del bosque, y pronto era oficial: Sirius Black y Severus Snape son pareja. La historia no tardó en llegar a los pasillos, al Gran Comedor y a las salas comunes, distorsionándose con cada narrador. Las exageraciones no se hicieron esperar: desde Sirius Black derramando lágrimas hasta Severus y Regulus besándose y siendo encontrados por el Black mayor. Cuando James llegó la mañana siguiente al Gran Comedor, no esperaba encontrar a todos tan vibrantes de emoción. Sinceramente, pensó que era un jueves normal. Sirius había decidido (como novedad) dormir un poco más, pues dormía como una roca, mientras que Remus y Peter se fueron a desayunar. Al entrar con Remus, el murmullo de las conversaciones bajó de volumen, y cientos de cabezas giraron para mirarlos. Las risitas ahogadas y los susurros se hicieron más intensos. James frunció el ceño, preguntándose si su pelo estaba más desordenado de lo habitual. Peter, por otro lado, puso un pie en el Gran Comedor y supo inmediatamente que había un chisme nuevo. Como recopilador de información de los Merodeadores, era su deber averiguar todo lo relacionado con el tema. —Algo se cuece, chicos. Debo informarme —dijo Peter mientras se alejaba de sus dos amigos y se dirigía a la otra punta de la mesa Gryffindor con su fuente más confiable: las chicas. —Merlín, de verdad tiene un radar de chismes —exclamó James a modo de broma. Remus soltó una pequeña risa. Eso lo alegró un poco; últimamente su amigo parecía un prisionero esperando la horca a fin de mes y ellos aún no daban solución para su conflicto. —Sentémonos, Jamey, ya sabremos qué causa tanto alboroto —Remus se empezó a sentar en su puesto en la mesa Gryffindor con James a su lado. Todo estaba como de costumbre (excepto que todos los veían expectantes) hasta que Lily Evans se acercaba con una actitud un tanto agresiva a donde se encontraban. No malinterpreten a James: cualquier interacción o atención de parte de Lily sería recibida con los brazos abiertos, pero le gustaría saber por qué los miraba como si hubieran asesinado a alguien. —¡James Potter! —empezó la pelirroja hostil. Luego, su tono se suavizó ligeramente para Remus—: Remus. —¡Lily, querida! Te ves hermosa hoy, a qué se debe esta interven... —Lily interrumpió la elocuente galantería de James (o sus "momentos cringe", como los llamaba Remus). —¡Lo sabían, lo sabían y siguieron molestándolo, porque no bastaba con que Sev tenga mal gusto, y no lo pueden negar porque sé que su burro no puede callarse la boca! —La chica los apuntaba con el dedo acusador y soltaba una perorata que, con gran sinceridad, ni James ni Remus entendían. James solo pudo pensar en a qué burro se refería, porque hasta ahora no tenía conocimiento de poseer ninguno. Gracias al todo poderoso, quien iba a intervenir primero fue Remus y no él. —Lily, nos encantaría ayudarte, pero no creo que estemos entendiendo —dijo Remus con calma. La pelirroja lo miró tan ofendida que dio miedo. No sabían si se preparaba para una perorata aún más grande o si les lanzaría un hechizo punzante. —¡Lily, por favor! —llegó Marlene McKinnon a salvar sus traseros mientras la tomaba por los hombros—. Dijiste que esperarías a lo que te dijera tu amigo y luego decidirías. Lily la miró frunciendo el ceño, bastante ofendida. Dorcas Meadowes se acercó también como para implantar apoyo, pero eso solo puso más errática a Lily. —¡No, ustedes no lo entienden! ¡Si todo este tiempo estuvieron juntos, todo lo ocurrido hasta ahora toma una crueldad diez veces peor! —exclamó la pelirroja, queriendo que Marlene la soltara. —Nena, lo sé, es un hijo de perra y que se de buena fuente también le puso el cuerno, pero debemos escuchar todas las versiones —Marlene miró a los ojos a su amiga como queriendo que sus palabras tocaran su razón. —Pero, ¿de qué están hablando? ¿Y cómo estamos nosotros involucrados? —exclamó James, ya irritado de estar pagando platos rotos de quién sabe quién. —¿Que no lo saben? —preguntó Dorcas extrañada. —Nosotros... —iba a empezar Remus. —¡CLARO QUE LO SABEN, SOLO SE HACEN LOS DESENTENDIDOS! —lo interrumpió Lily. (James pensó en lo guapa que se veía enojada). —¿Peter no se los contó? —Marlene estaba extrañada, ¿cómo se le había pasado semejante chisme al rey del chisme? —Está en eso ahora mismo —James comentó, y todos voltearon a ver dónde Peter entrenaba para ser periodista de guerra con ocho chicas de casas distintas, dos Ravenclaws y tres Hufflepuff masculinos, mientras anotaba comentarios en un pergamino. Las chicas y James iban a seguir discutiendo, pero Remus, ante todo este drama mañanero, se desesperó. Aún no había tomado su chocolate con café y ya tenía que imponer el orden. —¡YA, YA, TODOS! —alzó la voz mientras agitaba las manos al aire—. Van a hablar por turnos. Lily, ¿qué pasó? ¿Y cómo nos involucra? Lily iba a empezar su relato cuando Peter llegó corriendo al grupo con cara de ser 25 de Diciembre y descubrir que todos los obsequios bajo el árbol eran para él. —¡Chicos, no lo van a creer! ¡Esto es enorme! —Peter estaba supremamente emocionado, era un niño en navidad. James y Remus se miraron, expectantes—. ¡Sirius y Quejicus, son pareja! —La expresión de James era digna de un retrato, mientras Remus cerraba sus ojos y masajeaba sus cejas en decepción—. ¡Pero chicos, eso no es lo mejor! —los ojos le brillaban, la sonrisa no la podía contener—. Ayer Sirius fue visto en la biblioteca gritándoles a Quejicus y su hermano. Se dice que usó frases comprometedoras como —preparó su garganta para imitar a Sirius—: “¿Qué necesito hacer para que me pongas atención?” Y “si dejaras de huir de mí”, entonces Sirius procedió a querer llevarse a Quejicus de la biblioteca y este se negaba. —¡Ven! ¡Eso es lo que les digo! —interrumpió Lily. Peter la miró por sobre el hombro, como diciendo “¿cómo te atreves a interrumpirme?”. —Pido por favor que no se me interrumpa mientras informo —Ciertamente, la profesionalidad de Peter ante el chisme era tomada totalmente en serio. Al ver esto, Lily sintió la necesidad de disculparse, pero mejor se calló. —Procedo a enumerar los rumores más coherentes, desde el más sonado hasta el que posee menos apoyo de las masas —empezó a en listar lo escrito en su pergamino—. El rumor central es queSirius Black y Severus Snape han estado saliendo en secreto desde hace meses. Lo descubrieron porque Sirius le armó una escena de celos público a Severus cuando lo vio con Regulus, con quien presuntamente lo cuernea. James se puso de todos los colores del arcoíris, las cejas de Remus se querían salir de su frente, pero Peter siguió. —Le sigue: Sirius Black y Severus Snape se besaban en las mazmorras y Regulus Black los encontró, cito a Snape en la bibliotecapara confrontarlo interrumpiendo una cita importante con su hermano mayor”. —Consultó su pergamino—. Siguiente: Regulus también sale con Snape y Sirius no lo tomó bien. Hasta Lily parecía sorprendida de la cantidad de información que les estaba llegando. —Luego está esa en donde Sirius se le declaró a Snape con una carta de amor de siete rollos de pergamino, pero el susodicho le rechazó y Sirius fue a la biblioteca a rogarle por una oportunidad. Por último, pero no menos importante —Peter hizo una pausa dramática—:Están prometidos, pero Regulus no lo sabía y está enamorado de Snape. Snape solo lo ve como un amigo, pero finge corresponderle para no herirlo, lo que ha puesto a Sirius en modo tragedia griega. James iba a hacer un comentario, pero el rey del chisme lo detuvo. —Espera, hay más. —¡¿CÓMO QUE HAY MÁS?! —exclamó Remus. —Sí, pero esto es más un comentario por falta de coherencia. Los Hufflepuff dicen que todo es un plan de Sirius para infiltrarse entre los Slytherin y recopilar información para Gryffindor usando el método romántico. —Pero ¿Sirius no es tan listo? —dijo Marlene, y esas palabras invocaron al diablo. Las puertas del comedor se abrieron, dejando entrar una discusión que calló a todo aquel que estaba presente en el lugar y conocía los rumores. —¡Ya te dije que me dejes en paz, Black! —se quejaba Severus. —Te lo estoy pidiendo por favor, solo necesito minutos de tu tiempo, sé que te interesa —Sirius estaba detrás de él y tomó su mano para no dejarle avanzar. —¡Suéltame ya! —El ojinegro tensó la voz, como una bomba a punto de estallar. —Solo escúchame un momento, Queji... Snape —Sirius casi termina de ponerse un clavo en su propio ataúd. —No tengo nada que hablar contigo —Severus seguía negándose y empezaba a jalar sus manos de Sirius. El heredero de los Black se desesperó, usaría su última carta. —Es acerca de esa noche —Severus se tensó. Sirius se acercó tanto a él que sentía su aliento, pero era necesario o todos escucharían—: En el bosque, sé que estás involucrado. Severus dio un jalón y liberó sus manos, el corazón le latía a mil. —¿Y tú qué sabes? —Lo suficiente, vamos —Sirius empezó a salir del comedor y Severus lo siguió. El Gran Comedor quedó en silencio un minuto, para volver al jolgorio multiplicado al instante. Mientras el grupo de Gryffindors estaba en shock. —Bueno, si de verdad salen, eso explicaría unas cuantas cosas —señaló Dorcas.