ID de la obra: 938

Severus Snape VS El bosque prohibido

Slash
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3
Emparejamientos y personajes:
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planificada Midi, escritos 52 páginas, 28.980 palabras, 8 capítulos
Descripción:
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Capítulo 5: Severus Snape VS el chisme.

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El tiempo de paz en la vida de Severus, como todo en ella, se vio interrumpido con la abrupta intervención de un tercero, esta vez un integrante ya conocido en la tragicomedia que es su recorrido por este plano existencial. Sirius Black queriendo declararle la guerra en público no era una novedad, pero hacerlo con falsas acusaciones que serían material de chisme no era su estilo (el payaso no era tan listo). Severus esperaba que el espectáculo que armó Black solo tuviera contingencias en su reputación y no en su negocio. No le encantaba dar tutorías a los niños ricos de Hogwarts, mucho menos sus trabajos escolares, pero necesitaba el dinero. Esa mañana, cuando salió de las mazmorras y se dirigió al Gran Comedor, notó la peculiaridad de las miradas del resto sobre él. Sin embargo, esa no era la novedad del día. No, era el hecho de que nadie se atrevía a decir o hacer algo al respecto (ni siquiera se le acercaban). Generalmente, a esa hora algún iluso ya había tratado de hechizarlo, pero se agradecía una mañana tranquila antes de la tormenta. Siguió caminando por los pasillos del castillo para llegar a desayunar, pensando que si tenía suerte los problemas escalarían hasta después de la hora de la comida. Pero claramente la señora de la suerte no estaba con Severus. Al frente de él, como esperando para atormentarlo, se encontraba la fuente actual de sus problemas: Sirius Black. —¡Snape! —llamó el auto-proclamado hombre más guapo de la escuela. Severus lo ignoró y siguió su camino, debatiéndose en si valdría la pena el castigo por lanzarle un "Silencio". Al ver que el Slytherin no pararía, Sirius empezó a perseguirlo, llamándolo. Esto claramente tampoco funcionó, así que debía ser más confrontativo, bloqueándole su camino por completo para que lo escuchara. —¡SNAPE! ¡Te estoy hablando! —No eran ni las 9 de la mañana y el Gryffindor ya le iba a armar un escándalo—. Necesito que me escuches. Severus decidió interrumpirlo ahí; tenía hambre. —Mira Black, no tengo que hablarte si no quiero, es legal reservar derecho de admisión en mi vida. Severus se hizo a un lado y siguió su camino hacia el comedor, pero Black no se rindió.

***

Sirius Black, por su parte, despertó como siempre lo hacía: agitado y sin tiempo. Saltó de su cama para encontrarse con la habitación vacía del resto de sus habitantes, se puso su capa, tomó su mochila y corrió a los corredores del castillo. Hoy era el día. Se lo propuso después de su frustrado plan y consiguiente humillación el día anterior (tuvo que dar vueltas en el jardín en forma de Canuto para liberar la frustración). Costara lo que costara, Snape lo escucharía y le ayudaría. Él estaba tan hundido como ellos si algo de lo ocurrido saliera a la luz, usaría eso a su favor. Decidió que lo hostigaría hasta que cediera, entonces sería más fácil de manipular y hacer parte de su plan (Canis decía que esto le podía explotar en la cara, pero a Sirius le daba igual). Los demás ciertamente lo miraban fijamente, pero hoy no meditaría sobre eso (Canuto estaba muy halagado, Canis sabía que algo se gestaba); su mirada estaba en Quejicus y su forma escurridiza. Y su plan funcionó de maravilla porque, con tan solo media hora de insistir y mencionar lo ocurrido en el bosque, Severus aceptó ir a un aula vacía. Esto era excelente, estaba guiando a Quejicus a una de las aulas vacías para convencerlo... ¿convencerlo cómo? Por primera vez en toda la semana se había dado cuenta de que su plan tenía semejante laguna. —Muy bien, ya estoy aquí, Black, ¿qué quieres? —Ciertamente, Quejicus no perdía el tiempo. —Bueno —empezó Sirius, sin tener idea de cómo seguir. —Brillante inicio —murmuró Severus. Merlín le diera paciencia a Sirius con este grasoso. A Canuto le encantaba esa actitud, pero estaba de acuerdo con Canis en que el baboso no conocía su lugar ante un Black. —Sé que con todo lo que hemos vivido en los últimos cinco años no tengo derecho a pedirte nada, pero... Severus no aguantó e interrumpió. —¿Tú crees? —dijo el ojinegro con ironía. —¡Sí, creo! —Sirius no se iba a dejar intimidar—. Mira, esto es como... super mega importante, hasta el Ministerio se va a involucrar y tú estás en esto, quieras o no. —¿Y yo qué tengo que ver en lo que sea que tú y tus amigotes hicieron? —Si estar ofendido fuera un deporte, Severus sería medallista olímpico. —¡Sí que tienes que ver! —Sirius iba a seguir, pero una interacción con Severus sin pelear no era interacción. —No, no lo hago —respondió. —¡QUE SÍ! ¡SÍ LO HACES, CARAJO! —Sirius perdió la paciencia y empezó a gritar y decir las cosas sin orden—. ¡TAMBIÉN ESTABAS EN EL BOSQUE ESA NOCHE! ¡COMETISTE FALTAS GRAVES ANTE LOS CENTAUROS! ¡ELLOS TAMBIÉN QUIEREN TU CABEZA! —¡¿Y TÚ CÓMO SABES TODO ESO?! —replicó a gritos Severus. —¡PORQUE YO TAMBIÉN ESTABA AHÍ! —En ese momento, Sirius se dio cuenta de que lo tocaron como a un violín. La cara de Quejicus era una integración entre satisfacción, preocupación y rabia (una muy fea, por cierto). Al verse jugado tan fácil, la sangre le hirvió a Sirius, pero no tenía más que continuar. —¿Qué hacías ahí? —volvió a interrogar el Slytherin. Sirius se contuvo un momento; esto no estaba yendo como quería. —¿Qué importa lo que hacía ahí? Lo importante ahora es que estamos en un buen lío y sé que si unimos fuerzas podemos salir de esta. —Ya está, esa era su rama de olivo (¡Por favor, Quejicus, tómala!). —Tú incendiaste el bosque —señaló, y el silencio de Sirius fue confirmativo—. Sí, lo hiciste. —Bueno... bueno, sí, pero fue por una emergencia y eso no era lo que quería hacer, ¿ok? —Canis le pedía en su cabeza que respirara y se calmara o la iba a cagar otra vez—. Además, tú eres peor, tú mutilaste a un grupo de gnomos. —Pero, como novedad, Sirius lo ignoró. La cara de Severus perdió color (más) para luego volverse roja de la rabia. Sirius supo que se iba a ir dándole portazos, así que se le adelantó tomándolo de la cintura en un pseudoabrazo. —¡Suéltame! —empezó a luchar el Slytherin. —Por favor, déjame terminar —Sirius miró a Severus a los ojos, y este solo pudo pensar en lo grises y profundos que eran—. He sido grosero contigo todo este tiempo, no tengo derecho a pedirte nada, pero te lo pido porque sé que eres el único con la habilidad suficiente para solucionar esto y si lo logramos... Y así será —tragó saliva mientras respiraba el aroma de Severus—. Saldremos librando tanto tú como nosotros. Es más, te deberé dos, como disculpa de todo este tiempo y por este gran favor, ¿sí? Severus no sabía qué pensar. La gente desesperada a veces hacía promesas que no cumplían. ¿Qué le garantizaba que Black hablara en serio? —Dulces palabras, ¿cómo sabré si es verdad que cumplirás? —Sirius no podía culparlo; él hizo su cama y se acostó en ella. —Lo que tienes que saber es un secreto que no es mío, no confío en ti —Inconscientemente, soltó las manos de la cintura y las puso en la cara del azabache—. Necesitamos un Juramento Inquebrantable, por ti y por nosotros. Ambas partes se verán beneficiadas con la seguridad. —¡Suéltame! —Se apartó Severus, quien miró el suelo unos minutos para luego contestar—: Está bien, ¿cuándo y dónde? Sirius sintió como si un peso se le quitara de encima. —Aquí, a las 22:00. No tardes, tendré todo listo. —Si eso es todo, me retiro al comedor. Severus se fue y Sirius se quedó, pudo ver una salida real por primera vez.

***

Severus volvió al Gran Comedor. Después de semejante escándalo matutino, necesitaba su desayuno de campeones (un vaso de leche, tres salchichas y una tostada). Pero el silencio que hubo al poner un pie dentro lo hizo sospechar. Algo hablaban de él y estaba 90% seguro de que era por el numerito de ayer en la biblioteca, por hoy en los pasillos, o por Sirius Maldito Black en general. Decidió que tomaría el asunto en cuanto terminara de comer, pero cuando se sentó en la mesa de Slytherin, sus compañeros de casa lo empezaron a cuestionar con la mayor absurdes que había escuchado: —¿Es cierto que estás saliendo con Sirius Black? —preguntó sin pelos en la lengua Barty Crouch. —¡¿CÓMO?! —exclamó Severus. —Sí, mira Severus, entendemos que es guapo y tiene estatus, pero debes recordar que es un traidor de sangre, realmente no es un buen partido si quieres ascender en la Causa —Evan Rosier ya tenía una película armada. —Yo no... —Iba a negarlo todo, pero esos pomposos no se callaban. —Se imaginan la cara que pondrá Lucius cuando se entere —reía Mulciber. —¿Ya eligieron quién será el activo? —agregó Avery con una sonrisita asquerosa—. Aunque igual entre ustedes dos... complicado, ¿no? —Avery, esas no son formas de tratar a la pareja de uno de los Sagrados 28 —La calma en la voz de Regulus solo llamaba problemas para Severus— Severus, debemos hablar. ¡Genial! Oficialmente, su desayuno fue arruinado. —¡SEVERUS SNAPE! —gritó Lily mientras se acercaba, y la mañana solo empeoraba—. ¿Qué es todo eso de que sales con Black? ¿Por qué no me dijiste nada? —¿Por qué debería darte explicaciones a ti, sangre sucia? —dijo Mulciber con ironía. —¡No la llames así! —exclamó Severus, levantándose de la mesa. —Ves, que ya se te están pegando cosas del traidor —dijo Evan. Severus iba a responder mordazmente, pero se vio interrumpido por Regulus. —¡SEÑORES! Más respeto. Entiendo que estas compañías no son las mejores, pero les pido que guarden sus comentarios. —Lily iba a replicar, pero Severus tomó su mano. —Ahora, Severus, debemos hablar. Acompáñame. —Él no tiene por qué... —Empezó Lily, siendo interrumpida por Severus. —Bien, pero ella viene conmigo. El Black menor alzó la barbilla altivamente pero no puso objeción, y ambos lo siguieron fuera del comedor.

***

Sirius se dirigía hacia el Gran Comedor con intenciones de tomar un desayuno rápido y luego correr a clases, hasta que se topó con sus tres amigos espiando una conversación tras una pared. Claramente, él debía unirse. —¿Qué estamos espiando? —Fue recibido con las miradas sorprendidas de los tres y un coscorrón de James. —Sirius Black, ¿en qué lío te has metido ahora? —susurraba James—. Todo Hogwarts y sus madres piensan que estás saliendo con Quejicus. —Sí, y tu hermano está interviniendo —señaló Peter. —¿Que yo estoy saliendo con quién? —Sirius quedó mudo un momento por elshock.—No, no, chicos, es un malentendido, solo lo necesito para... —Sabemos que es un malentendido, nos dirías algo así de importante, ¿verdad? —Sirius asintió  a las palabras de Remus, sintiendo un alivio inmenso por la confianza de su amigo.Dulce Remus, su salvador. —¿Entonces por qué lo buscabas con tanta insistencia? —susurró frustrado James. —Porque necesitaba convencerlo de que nos ayudara con lo del bosque —Sus amigos callaron de golpe, y Remus hizo una clara mueca de dolor, sus ojos castaños encontrándose fugazmente con los de Sirius. La gravedad de la situación se cernió sobre ellos de nuevo. James apretó los puños, se tenía que contener de golpear a su hermano de otra madre. Ahora sí que Sirius la había cagado. —¡Sirius, esta vez sí que la cagaste, hermano! ¿Cómo se te ocurre decirle a Quejicus algo tan delicado? ¡Podemos terminar todos en Azkaban! —¿Qué le dijiste exactamente? ¿Cuánto sabe? —intervino alterado Remus. —Nada que no supiera, él también estaba en el bosque, ¿recuerdan? —Se empezó a defender Sirius. —Eso no es justificación para darle una bomba que nos puede llevar a Azkaban a nuestro hater número uno —dijo Peter. Sirius se sintió acorralado por las miradas de sus amigos. Sabía que habían reaccionado exactamente como temía, pero no había tenido otra opción. Se llevó las manos a la cabeza, revolviéndose el pelo. —¡Escuchen! ¡Tenía que hacerlo! ¡Era la única manera de que me escuchara! —Sirius bajó la voz, la desesperación tiñendo sus palabras—. Él está tan metido como nosotros en esto del bosque, ¿recuerdan? Los centauros... él también los ofendió, él también pagaría condena en Azkaban. —¿Y cómo confiaremos que no nos traicionará? ¿Que después de limpiarse las manos no irá de bocota con los aurores? —preguntó enojado James. —Haremos unJuramento Inquebrantable —Todos quedaron atónitos—. Ya lo convencí, lo haremos hoy. Le conté lo básico, que lo del bosque era más grave de lo que parece y que le afectaba. Creo que si todos los involucrados lo realizamos, nos beneficiará, estaremos más seguros. —Chicos, ya se desquició —exclamó Peter. —¡Es un buen plan! Solos no hemos avanzado nada y ya casi estamos a mitad de mes, él será de ayuda. —Sí, tanta que ahora estamos al ojo de todos por los rumores de ustedes saliendo —El enojo se le sentía en la voz a James. Sirius calló, vio al extraño trío en la otra esquina discutiendo y decidió que este pequeño tropiezo también podría ser beneficioso. —Entonces ya lo soluciono. Sirius se alejó de sus amigos, caminando implacable hacia Regulus con un semblante serio, Lily enojada y un Severus regañón. Sus amigos trataron de detenerlo (para que no la cagaran más) pero Sirius era terco como un burro. Llegó hasta los otros tres y plantó cara. —¡Que no! ¡NO ESTOY SALIENDO CON TU HERMANO! —discutía el ojinegro. —Entonces, ¿cómo explicas...? —Regulus no se cansaba de sacar pruebas falsas, pero esta vez lo interrumpieron. —Severus —la voz de Sirius era solemne—. Debemos dejar de mentir. —Black —respondió Severus con desprecio—. Estoy de acuerdo, hay que aclarárselo a todos. —Sí, mi amor, ya no quiero que seamos un secreto. —Severus se quería tirar de la Torre de Astronomía, pero primero se llevaría a Black con él. Ambos (Lily y Regulus) jadearon. Uno con cara de haber ganado la Copa Mundial de Quidditch y el otro con la expresión de aquel al que le dieron la noticia de que el Señor Tenebroso asesinó a toda su familia. —Ya no debemos ocultarnos más, ¿qué importa lo que diga el resto? Tú y yo nos complementamos —Sirius se expresaba dramáticamente, Severus se ponía rojo de la ira—. Sé que hemos tenido nuestras diferencias, que ha sido un camino tortuoso lleno de insultos, exes y sangre, pero... nuestro amor lo puede todo. —¡NO SOY TU "AMOR" NI TU ESTÚPIDO SECRETO! ¡Y TE ASEGURO QUE PREFIERO SER DEVORADO POR UN GRUPO DE GRINDYLOWS EN EL LAGO NEGRO ANTES QUE TENER ALGO CONTIGO, TRAIDOR DE SANGRE ARROGANTE! Severus huyó en ese momento, ya había tenido suficiente de esa mañana con esa manga de locos. —¡BEBÉ, ESPERA, LO PODEMOS SOLUCIONAR! —gritaba Sirius mientras lo perseguía. Ambos dejaron atrás a un Slytherin alegre, una pelirroja dolida y enojada, y un grupo de Gryffindors queriendo encerrar a Sirius en un manicomio.

***

Sirius logró alcanzar a Severus cuando este hizo un mal cálculo y dobló en un callejón sin salida. Sirius, al ver esto, se le lanzó encima inmovilizándolo contra la pared. —Te lo pido por favor, Quejicus —dijo entre jadeos agitados—. Deja de correr, esto tampoco me gusta. Severus empezó a forcejear. Sirius lo agarraba más apretado. —¡Ay! ¡Basta! ¡Basta, baboso! —dijo el más alto mientras le daban codazos. —¡Basta tú! —Severus estaba lívido—. No has hecho más sino atormentarme. —Este rumor es en pro del plan —respondió Sirius, y Severus alcanzó a darle en la cara— ¡Y eso dolió! —¡NO HACES MÁS QUE HUMILLARME! ¡Me haces el haz dereír con tus fantasías enfermas! Tú... Pero la diatriba fue detenida por Sirius, sujetándolo por los hombros. —¡ESCUCHA! ¡ESCUCHAME, CARAJO! —gritó Black, y Severus quedó frío—. Empezaremos a trabajar juntos en un plan para solucionar algo en lo que el Ministerio está involucrado. Si de un día para otro empezamos a colaborar, ¿cómo crees que se vería? Severus no pudo contestar, había perdido su voz ante el susto del grito y el agarre. —Piensa, Snape. Tú y yo, ¿colaborando? ¡Sería un escándalo! Todo el mundo se preguntaría qué demonios estamos tramando. Y lo que estamos tramando es... delicado. Muy delicado. Si la gente cree que estamos... ya sabes, en una de esas relaciones complicadas de las que a todo el mundo le encanta chismear, nadie se detendrá a pensar en lo del bosque. Estarán demasiado ocupados con la idea de que Black y Snape se están... revolcando. Es la distracción perfecta. Nos da espacio para trabajar sin que nadie nos meta las narices. —¿Y esa es tu brillante solución? —Escupió Severus con veneno—. ¿Arrastrarme a una telenovela escolar donde tú eres el protagonista trágico y yo el patético enamorado que niega su verdad? Sirius cerró los ojos con fuerza, apoyando brevemente la frente contra la de Severus; estaba al límite. —No es una telenovela, Quejicus —dijo entre dientes—. Es una cortina de humo. —¡Es un chiste! —Espetó el otro, intentando zafarse de nuevo—. ¡Uno que me pone en la mira de todo el colegio, de los otros Slytherin y de Lily! —¡Es mejor a que todos se enteren de la verdad! Severus detuvo sus movimientos y pensó. Con la ira disipándose, lo que decía Black empezaba a tener cierta lógica. —¿Y tú estás dispuesto a dejar que medio colegio te crea enamorado de mí solo por eso? Sirius ladeó la cabeza, una sonrisa torcida apareciendo en su rostro. —Pienso que la posibilidad de ser lanzados a Azkaban es peor. Severus bufó, ladeando la mirada. —Eres insoportable. —Y tú, insoportablemente útil —respondió Sirius. Se hizo un silencio tenso. El aire entre ellos vibraba con ira no resuelta, incomodidad, y algo más que ninguno de los dos se atrevía a nombrar. —No me vuelvas a dar apodos en público —advirtió Severus con voz baja pero peligrosa. —Está bien, cariño —respondió en tono burlón. —Y como me vuelvas a tocar sin mi consentimiento te voy a maldecir. —Severus se quitó de encima a Black y empezó a caminar hacia su clase, ya llegaba 10 minutos tarde. —Bien, pero ya sabes, a las 22:00 horas, los otros merodeadores también vendrán. Severus no le dignó una respuesta.
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