ID de la obra: 938

Severus Snape VS El bosque prohibido

Slash
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4
Emparejamientos y personajes:
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planificada Midi, escritos 52 páginas, 28.980 palabras, 8 capítulos
Descripción:
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Capítulo 7: Lily Evans VS Ser un bicho raro.

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Lily Evans no era una chica común. Ella sabía que era guapa, aplicada, lista y con una personalidad agradable, pero esas cosas eran solo parte de su fachada exterior. En su interior habitaban muchas cosas desagradables, y cuando era una niña pensó inocentemente que tal vez eso tuviera que ver con sus dones mágicos. “Todos los magos son así”, le gustaba pensar para sí misma. Conocer a Severus fue como una confirmación: ella no sería un bicho raro en el mundo mágico, porque seguro que todos lo eran. Su fascinación por el fuego inició a los tres años. No sabe si fue magia accidental o si lo hizo a propósito, pero cuando su familia y ella fueron un verano a visitar a sus tíos abuelos al campo e hicieron una fogata para asar malvaviscos, fue la primera vez que pudo contemplar el fuego en todo su esplendor. Las llamas eran hermosas, quiso tocarlas, pero papá la detuvo y le explicó que la lastimarían si se les acercaba. —No todo lo que nos parece hermoso debe ser tocado, Lils —Papá lo dijo con una sonrisa despreocupada. Ella seguía sin entender qué daño haría algo tan hermoso. Al día siguiente fue al granero a esconderse. Petunia y ella jugaban a las escondidas. Actualmente no sabe si fue magia accidental o si tenía algún encendedor con ella, pero el granero se prendió en llamas con ella adentro. El fuego era veloz y arrasaba con todo a su paso. Lily de tres años estaba fascinada, no había nada mejor en el mundo. Pero los gritos y el horror no se hicieron esperar, no de ella, nunca de ella, sino de su familia queriendo sacarla de ahí. El granero no sobrevivió, solo quedaron sus cenizas. Dijeron que el calor del verano, el heno acumulado y el hecho de que fuera una construcción enteramente de madera causaron el incidente. Su padre obtuvo una quemadura en el costado de su brazo por sacarla del granero en llamas; ese fue el único arrepentimiento que sintió ese día. El fuego se volvió su secreto, lo buscaría insaciablemente. Al inicio en el fogón de la cocina con mamá con la excusa de que estaba interesada en la tarea de cocinar, luego en los velones de las iglesias, pero eso no bastó. Empezó a crear fuego propio: en el delantal de mamá, en las cejas de ese chico que la molestaba por su cabello y una vez en los libros de Petunia cuando la hizo enojar. Los regaños iban y venían, sus padres estaban aterrados con su fascinación, los consejeros escolares le hablaban, pero eso solo la hacía ser más cuidadosa, nunca parar. Los niños de su edad, tanto de la escuela como de su calle, la empezaron a aislar. Su presencia era una amenaza; ella era fuego desde su cabeza roja hasta sus palabras que quemaban. Petunia se alejó poco a poco de ella, nunca se lo dijo, pero sabía que le temía; su hermana mayor la consideró también una amenaza. El acoso no se hizo esperar, la aislaban, nadie le hablaba o jugaba con ella a excepción de su hermana obligada por sus padres. Lily no se amedrentó, las zonas públicas como el parque o el bosque son de todos. Los niños empezaron a lanzarle cosas y a llamarla por nombres cada vez que la veían, le decían bruja y loca, decían que era el caso de caridad de los Evans y Petunia nunca lo negaba. Su voluntad flaqueaba a los seis, pero prefería el rechazo a dejar de ser leal a sí misma. Un día, mientras se escondía entre los arbustos en búsqueda de quemar un hormiguero, escuchó un rumor: un niño/niña, una criatura sin definición, usaba vestidos y tenía el cabello largo, los ojos tan oscuros como un monstruo, dientes afilados y cuando le confrontabas te decía que era un niño a pesar de verse claramente como una niña. Lily los obligó a que le dieran el paradero del niño/niña; era un bicho raro, tal como ella, era su amigo destinado. Spinner’s End, estaba a siete calles más abajo de su casa, en la zona más fea deCokeworth (considerando que todo el pueblo era feo en sí). Llegó al parque indicado (después de amenazar con quemar las cejas de esos chicos), debía apresurarse, sus padres y Petunia no estarían contentos de saber que estaba por aquí. Pero no le tomó mucho tiempo su búsqueda. Al llegar al terreno baldío que denominaban parque, estaba él, imponente en un vestido lila que le llegaba a los talones, zapatos negros raídos, el cabello como el carbón hasta la mitad de la espalda y los ojos negros con un tinte inquietante, justo como ella. Lo miró y él la miró a ella. Hubo un reconocimiento mutuo desde el primer momento, aunque eso fue dejado de lado por la simplicidad de sus mentes en ese entonces. No sabe cuánto tiempo se observaron en silencio, pero fue suficiente para que llegara Petunia en su búsqueda con un regaño en la boca. La fascinante criatura (equiparable al fuego) dijo entonces: —¿Eres tú también una bruja? —Su voz era grave para una niña. Y Lily vio rojo. ¿Se creía mejor que ella? ¿Pensaba que si la insultaba como los demás le aceptarían? Fue una traición y Lily respondió físicamente. La primera interacción de Lily Evans y Severus Snape fue una pelea a puños por una pregunta sincera que pareció un insulto. Al día siguiente, Lily volvió exigiendo explicaciones del insulto que no fue insulto. Esta vez escuchó y, con las palabras de lo que ahora sabía que sí era un chico, supo que había un mundo más allá deCokeworth, con gente como ellos dos oculto. El día del escándalo de la supuesta relación entre su hermano del alma y el ridículo de Black, Lily no cabía en sí misma. ¿Cómo pudo Severus ocultarle semejante cosa? ¿Y si en realidad no estaban saliendo, sino que estaba siendo coaccionado? No sería algo extraño; Black ciertamente tenía una rara obsesión con el Slytherin, no paraba de seguirlo y buscarlo. Parecían un perro y un conejo. Entonces, con el mejor manejo de sigilo que su cuerpo podría lograr y los mejores hechizos desilusionadores que conocía, fue tras ellos. Estaban tan frenéticos que no notaron su presencia. Lo escuchó todo. Severus le debía mil explicaciones. Arrinconó a su amigo al ver que el Black mayor se había ido. —¿Qué asuntos tienen Black y tú como para que me ocultes cosas y te tengas que reunir con él después del toque de queda? —La pelirroja no esperó ni un segundo a que el Slytherin alzara sus barreras; estaba agotado y así tendía a hablar más rápido. Severus la vio sorprendido, pillado con las manos en la masa. Su silencio le dijo a Lily que estaba componiendo una media verdad. No lo dejaría. —Habla, Severus, ¿por qué ese idiota tiene el poder de obligarte a fingir ser su pareja? —dijo mientras se acercaba. Los ojos negros temblaron, su resolución caía. —¿Lo vas a defender? ¿Después de todo lo que te hizo? ¿Tanto te gusta? —empezó a cuestionar sin detenerse, con voz fría, desapegándose. —¡NUNCA! —gritó Severus—. Yo no... Mira, Lily, lo malinterpretas todo. Bingo, desestabilizó a su gótico lo suficiente. —¿Entonces? —La cagué, Lily, en grande, en mayúsculas, con capitales y todo —Severus se pasaba las manos por su grasiento cabello, necesitaba una limpieza capilar. —Dímelo, lo solucionaremos, juntos como siempre —Insistió, sin entender por qué por primera vez en diez años de amistad le ocultaba tantas cosas. —Lily, no te quiero involucrar, esto es muy grande —Otra vez sus ojos temblaban—. Si te vuelves cómplice podrías ir a Azkaban. —¿Y? —replicó con hastío—. ¿Cuándo me he echado para atrás cuando la ley está de por medio? No te voy a dejar solo, Severus Snape, así que es mejor que hables tú a que yo lo averigüe. Y eso fue todo. Entonces Severus procedió a explicar lo involucrado que estaba en lo sucedido en el bosque, que al parecer Black también lo estaba y que los centauros estaban pidiendo sangre en compensación. El cómo había terminado con la vida de un grupo de gnomos y que su "relación" con Black sería una fachada para trabajar juntos. Y Lily no le dio opción, como en todo en lo que se involucraba el Slytherin, ella se haría partícipe. Para eso son los amigos, ¿no? Sirius Black reía como un loco. Toda la situación era una mierda, Evans no pudo sintetizarla mejor y, por consiguiente, le hizo mucha gracia. —Ya, Sirius, contrólate, asustas al público —exclamó James, medio en broma, medio en serio. El heredero Black controló un poco su risa y dijo: —¿Público? ¿Qué público, James? Aquí solo hay actores —se limpió una lágrima de la risa mientras se enderezaba, mirando alrededor—. Sí, de esta magnífica obra llamada "Los condenados a Azkaban". Peter soltó un quejido nervioso, Lily lo miró con una mezcla de asco y lástima, Severus solo pudo ver la patética actuación de Black y pensar en cómo podría intervenir para que el hombre ridículo volviera a sus cabales. —Termina esto, Sirius, todos estamos en el mismo barco, no tienes que comportarte como un loco —James volvió a intervenir esta vez con una expresión seria y palabras hirientes. Ante esas palabras, Sirius paró de reír, pero sonrió, esa sonrisa cruel que solo trae problemas. —Claro, Jamey, lo siento, pero no todos los días caes en la ironía de pactar tu magia con la babosa de la escuela, una pirómana, un lobo triste, una rata chismosa y su santidad el caballero de brillante armadura. Remus se levantó de repente. —¡RETIRA LO DICHO! —exclamó. —Sé que no lo dices en serio, Sirius, pero debes disculparte ahora mismo —La voz de James era firme, no había lugar para juegos. —¿O qué? ¿Qué podrían ustedes, grupo de...? —Sus insultos se vieron acabados por el puño de nada más y nada menos que Peter. Peter, quien no se veía conmocionado, como si no fuera la primera vez que tuviera que intervenir ante un arrebato de semejante magnitud del Black. —Basta, Sirius —lo agarró por los hombros, el pelinegro solo callaba y lo miraba conmocionado—. Chicos, creo que otra vez le está dando un achaque. —¡Por Dios, lo que faltaba! —Lupin dijo irritado, pasando sus manos por el cabello color caramelo. Lily y Severus se miraron a los ojos, comunicando lo que pensaban de la situación con tan solo sus miradas. James se quitaba las gafas y masajeaba los ojos cual padre decepcionado. —Peter, permíteme —dijo mientras quitaba de encima de Sirius al regordete y lo tomaba él por los hombros—. Sirius, hermano, no es momento, necesito que te centres, por favor. El conmocionado solo atinó a decir: —¿Qué? —¿Y este es un comportamiento muy constante o...? —preguntó Lily al aire. La expresión de James se volvió aún más sombría, la de Remus se endureció y Peter soltó un suspiro tan fuerte que parecía que dejaba salir su alma. —No, al menos no constantemente —Remus lo miró como si quisiera matarlo y James estaba a punto de soltar a Sirius, que estaba en otro planeta, para soltarle un golpe—. ¿Qué? Se nos vienen más situaciones estresantes, ellos están involucrados. Si se va a poner así cada que tenga un bajón emocional, lo deben de saber. Remus entendió el punto y decidió explicar con más sutileza. —Cuando se desborda emocionalmente, se pierde, esto ha ocurrido antes. La primera vez fue en segundo año, se encerró en el ala norte, incendió y rompió todo lo que tuvo en frente y solo hablaba en francés —hizo una pausa y miró a Lily y Severus con seriedad—. La mente de Sirius es frágil, siente demasiado, se pierde. Severus no lo podía creer, su matón principal desde hace cinco años, la pesadilla de su existencia en Hogwarts, tenía los tornillos más aflojados que los suyos. ¡Por Merlín, si hubiera sabido que era tan fácil incapacitarlo antes! Soltó la mano de Lily y se acercó con paso cauteloso a Black y Potter. James lo miró con advertencia, Sirius seguía en un limbo y miraba a todos como si no supiera en qué idioma hablaban. —Déjame intentar algo, Potter. —Ni hablar, lo vas a a empeorar —James se negaba a moverse. —Como quieras entonces —Severus tomó la cabeza del Black para que lo mirara a los ojos. James iba a intervenir, pero notó cómo su amigo se concentraba en los ojos negros y no en donde sea que lo llevara su mente. Severus se concentró en los ojos grises de Sirius, acariciando sus mejillas. Desde hace un año ha estado estudiando el arte de la oclumancia y legeremancia en secreto, no es un experto, pero se puede decir que es lo suficientemente competente como para desenmarañar lo que sea que pase en la cabeza hueca de Black. La mandíbula de Sirius se destensó, parpadeó rápido y luego fuerte, como quien despierta repentinamente, para luego apartarse a manotazos, como si le hubieran echado un cubo de agua helada encima. —Apártate, Quejicus —exclamó. Potter miró asombrado entre su amigo y Severus. —¿Cómo coño hiciste eso? —preguntó James con recelo. —¿Hacer qué? ¿Qué le dejaron hacer? —Sirius inició confundido y alarmado. Peter se le acercó pasando un brazo por sus hombros intentando consolarlo. —Algunos no nos quedamos solo con lo que nos enseñan en la escuela —respondió Severus de manera altiva—. Solo desenmarañé la marea mental que lo dejó catatónico —dijo sin darle importancia. —¡Sev, eres tan genial! —exclamó Lily mientras abrazaba de sorpresa a su amigo. Este se erizó un momento para luego devolverle el afecto de manera menos efusiva. Potter se puso rojo de los celos. —¿Cuánto duran estos episodios con normalidad? —preguntó repentinamente el Slytherin. James no pensaba responder, entonces lo hizo Remus. —Entre 30 minutos a dos horas, depende de la fuerza del estallido anterior. Se escuchó el jadeo ofendido de Black reclamando que "eso no es así" y Peter consolándolo con un "Sí lo es, chico, sí lo es". —Me encargaré entonces de estos, mmm... —Severus hizo una cara despreciativa—. Episodios, mientras trabajemos juntos. —Nadie te pidió que... —pretendía discutir Sirius. —Sirius, por favor, ya es difícil lidiar contigo así, no pelees con lo que te ayuda —dijo Remus exasperado. —Tiene razón —concordó James. Sirius lo miró como traicionado. —Otra cosa —Las sorpresas no paraban—. Hace poco Damocles Belby lanzó el prototipo de una poción matalobos —Todos lo miraron horrorizados—. NO, no es lo que suena —dijo mientras ponía sus manos al frente en señal de rendición—. Dicen que alivia los síntomas psicológicos de la transformación, serías consciente en luna llena, Lupin. —¿Es eso posible? —La esperanza surgía en Remus. —Sí, estoy realizando una copia, pero no puedo completarla. —¿Qué necesitas? —preguntó Remus con urgencia. —Ingredientes caros —sentenció Severus. Lily posó su mano en su hombro, sabía lo difícil que era para él hablar de dinero—. Las flores de acónito no son baratas, no puedo volver al bosque, Slughorn se dará cuenta si robo más de su arsenal. Remus miró con súplica a las únicas personas con bóvedas lo suficientemente llenas para no presentar inconveniente con semejante compra. Sirius suspiró, sabía a lo que se inscribía al involucrar a Snape. —Está bien, ¿para cuándo las necesitas? —Lo más pronto posible, estará lista la semana antes de la luna llena, entonces, Lupin, la beberás todos los días hasta tu transformación. —Lo tendrás mañana en la noche entonces —aseguró Black. James lo miró con asombro y reticencia. —Estoy cansado, Lily, ya es de madrugada, quiero dormir —Para asombro de los Merodeadores, Snape dijo esas palabras como haciendo un puchero y de manera casi aniñada. —Andando entonces, buenas noches, caballeros —El par de bichos raros se retiraron. Los Merodeadores quedaron solos en silencio contemplativo, hasta que Sirius añadió: —Les dije que sería de ayuda.

A la mañana siguiente, Severus Snape se seguía sintiendo cansado. Había dormido, sí, pero su cuerpo seguía exigiendo descanso después de tantas emociones en tan solo un día. Tendida en su cama, había retrasado al máximo el momento de prepararse y bajar al Gran Comedor. No podía huir más. Se sentó en el borde y observó sus zapatos por un tiempo indefinido. Tenía que levantarse a asearse; que Merlín le diera fuerzas. Después de unos buenos diez minutos de pura reflexión dirigida al calzado escolar, se impulsó hacia el baño en común entre sus compañeros. En momentos como estos, agradecía los rumores acerca de su supuesta falta de higiene, un trabajo en conjunto entre los Merodeadores y sus propios compañeros de casa. Rumores falsos, pero con tintes de verdad. No es que no quisiera conservar su higiene cuando llegó por primera vez a Hogwarts; simplemente le era difícil ponerse al día en cuanto a las formas de vivir comunes, cuando toda su vida había vivido a base de carencias y negligencia. Eso no significa que no haya aprendido con el tiempo y la imitación de sus compañeros. Ciertamente, en estos cinco años ha mejorado sus hábitos de higiene. ¡Ahora se baña todos los días! A la hora que lo sentía necesario, pero TODOS los días. Siguiendo esa lógica, hoy es una de las pocas mañanas en las que siente la necesidad de estar limpio antes de clases. Anoche fue bastante agitado. Las duchas calientes son un gran lujo para él, algo que no había tenido antes de venir a esta escuela y que ciertamente brilla por su ausencia en sus veranos enCokeworth. Terminó, se vistió con su ropa remendada pero limpia y “peinó” o al menos lo intentó. No entendía qué hacía el resto para que sus cabellos estuvieran tan prolijos o al menos secos. El suyo era una bola de grasa por más que lo lavara con jabón. Pero no hay que darle importancia, esos son pensamientos sosos, o eso quiere creer mientras se dirige al Gran Comedor y todos lo miraban, ya sea de reojo o directamente con diferentes niveles de crítica. Al acercarse a la mesa de Slytherin, escuchó un llamado a su nombre, cerró los ojos en frustración; había pensado que podría desayunar en paz antes de que iniciara el show, tal parece que se equivocó. El Black menor lo llamaba, seguro queriendo tener unas palabras con él en base al chisme. Quisiera poder ignorarlo, pero no podría a menos que quisiera estar en peores libros frente a sus compañeros de casa al rechazar a un sangre pura (él un mestizo) y cometer recientemente el pecado de salir con un traidor. —Severus, siéntate con nosotros, por favor —Ese por favor sonaba más a demanda que a petición. —Buen día a ti también, Regulus —respondió mientras se sentaba junto al menor. —Perdona mis modales, creo que me he emocionado de más —dijo mientras tomaba su taza de té con una elegancia impecable, claramente fuera de la liga de Severus—. No hay necesidad de esta tensión entre nosotros. Sabes que seremos formalmente familia más temprano que tarde. Severus lo miró expectante, no esperaba semejante aceptación de un purista de sangre como el que tenía al frente. —Pensé que te opondrías más a esta... relación —mencionó mientras también daba un sorbo a su taza de té, con menos clase y elegancia. —No hay nada a lo que oponerse, eres de las mejores opciones que ha escogido Sirius para ser su pareja —Lo mejor entre lo peor, pensó Severus—. No hay necesidad de preocuparse por lo que dirá el resto de la familia, estoy firmemente de su lado. Tendrán que ceder al ver lo excepcional que eres. Además, uno de tus padres es un mago, sin duda. Lo de limpiar la sangre no se menciona, pero Severus lo siente. —Además, ya viene siendo momento de que Sirius busque un ancla, necesita una guía que le muestre que está a punto de hacer estupideces antes de cometerlas o que por lo menos siente cabeza —soltó la taza en un pequeño plato en la mesa con un poco más de fuerza de lo requerido—. Tú, aunque no hayas nacido entre nuestra estirpe, posees una comprensión y comportamientos dignos de los sagrados 28. Los ancestros agradecerán tu presencia en la vida de Sirius. ¿A dónde quería llegar Regulus? ¿Qué es lo que realmente quiere? —No creo que tus "ancestros" estén muy contentos con mi llegada a su árbol familiar —Tomó un sorbo de su taza—. No solo soy un mestizo, por si no lo recuerdas, también soy un hombre —Cree que su punto es bastante claro. —Eso no es de gran importancia en nuestra sociedad, estimado Severus —replicó, su mirada se volvía más intensa—. A diferencia de las costumbres barbáricas de la sociedadmuggle a la que estás acostumbrado, debes saber que no es inaudito un matrimonio entre dos magos —¡Ya estaba hablando de matrimonio!—. El asunto de los herederos también será arreglado. Severus iba a discutir semejante locura a Regulus; una cosa era fingir una relación y otra era planear un matrimonio e hijos basados en una terrible mentira. Pero el destino no lo quiso así, con una entrada triunfal Sirius Black hizo acto de presencia, mientras se dirigía hacia ellos.
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