ID de la obra: 940

La llave

Femslash
NC-17
En progreso
2
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 36 páginas, 11.657 palabras, 8 capítulos
Descripción:
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Capítulo 5

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—Vas a estar bien. El hombre estaba herido. La sangre bajaba desde su cabeza, manchando un lado de su cara. Intentaba enmascarar con una sonrisa falsa la masacre que ocurría detrás. Las personas luchaban a muerte, el humo le dificultaba la visión y el calor de las llamas consumían todo a su paso. El hombre le beso la cabeza y de repente volvía a estar en el agua, hundiéndose. Zora despertó bañada en sudor. No era la primera vez que tenía esa pesadilla. De pequeña tuvo un gran problema de terrores nocturnos que más o menos fue superando con los años. Aunque los sueños se repetían cada cierto tiempo, podía dormir la mayoría de noches. Volvían en situaciones de estrés, por ello había aprendido a regularse con prácticas algo más relajantes, dónde Sonia había ayudado mucho últimamente. Ada no estaba por ninguna parte y aunque cabía la posibilidad de que estuviera en el baño, la conocía suficiente cómo para saber que la opción simple nunca iba con ella. No se molestó en ponerse un pantalón cuando salió a toda velocidad por la puerta del dormitorio en su búsqueda. Tras no encontrarla en el piso de arriba, bajó las escaleras de dos en dos hasta llegar a la cocina, dónde Lina estaba tomándose una infusión mientras leía un libro. —Buenos días cariño, ¿quieres que te prepare algo para desayunar? —¿Dónde está Ada? —Estaba claramente agitada pero Lina no reflejaba su nerviosismo. Marcó la página por la que iba y dejó el libro sobre la mesa. —La escuché marcharse con mi hijo esta mañana, creo que no quiso despertarte. —Tenía ganas de matarla por irse sola unas horas después de prometerle que tendría cuidado. —Iré a buscarla. —No, no, no… —Lina se puso en pie y la detuvo antes de salir a la calle. —Primero de todo, no sé en tu mundo pero en el nuestro no está bien salir en ropa interior a la calle —Señaló sus piernas al descubierto y notó cómo el rubor le tiñó las mejillas. —Segundo tienes que comer algo, tu amiga está totalmente a salvo, no necesitas correr. Y tercero pero más importante de todo, tenemos que ocultar tu pelo antes de que lo vean. —La acompañó hasta la mesa y empezó a preparar algo para desayunar. —¿Por qué es tan importante lo de mi pelo? —Este pueblo ya no es lo que era hace unos años. Sospechamos que hay espías entre nosotros, pero sin pruebas no hemos podido hacer nada. El consejo querrá guardar en secreto vuestra llegada, y con Ada será fácil, pero tu pelo nos delatará. —Entiendo… ¿Después de cambiarme y todo eso, me puedes decir cómo encontrarla? —Por supuesto. La comida de Lina era el mejor desayuno que había probado en bastante tiempo. Le costaba coincidir por las mañanas con sus padres y siempre salía de casa con prisa, por lo que acababa tomando un simple café. Cuando terminaron la acompañó arriba, le dio utensilios de aseo y la ayudó a elegir la ropa que mejor le quedaba. Llevaba unos pantalones marrones bombacho dentro de unas botas militares parecidas a las que solía usar normalmente. La camiseta era beige ajustada y dejaba ver una fina línea de piel de su barriga. La combinaba con una capa a modo de abrigo. Sólo le faltaba ver cómo ocultar su pelo. —No me va a caber en un gorro y no pienso cortármelo —Advirtió. —No te lo pediría, lo tienes precioso. También me encanta el pelo largo así que sé manejarlo, déjamelo a mi. Lina comenzó a trenzar su pelo y se sintió como una niña pequeña nuevamente. Su madre nunca había sido muy habilidosa, por lo que prefirió cortarle el pelo durante gran parte de su infancia. Cuando por fin le permitieron dejárselo crecer, optó por llevarlo siempre suelto, era feliz con sus largas ondas al viento. Había algo reconfortante en esa nueva sensación, como de hogar, pero no quiso indagar. Le hizo dos trenzas de espiga que se unían a la altura de la nuca para terminar unificadas. Con la capucha de la capa puesta no se asomaba ningún pelo. Lina tenía que hacer la compra ahora que eran más bocas en casa. Acompañó a Zora la mayor parte del camino, enseñándole un poco la zona y cómo se abastecían. Vivían escondidos del mundo, en una zona que el príncipe Eron sabía que sería segura durante el tiempo necesario, de difícil acceso y rodeado de criaturas peligrosas. Se separaron en la entrada al pueblo. Lina le explicó que camino debía seguir para llegar hasta los establos, dónde imaginaba que estaban los otros. De día no daba miedo. Se escuchaba el sonido de los pájaros y el movimiento de las hojas de los árboles con el viento. Aunque hacía frío, el sol iluminaba un cielo azul totalmente despejado. Zora andó durante aproximadamente media hora antes de empezar a escuchar voces. Pudo diferenciar a lo lejos a Ada y la pelirroja. Le pareció que estaban discutiendo por lo que aceleró el paso. Estaba a tan solo unos metros cuando la chica pelirroja, más alta y fuerte que Ada, la agarró por los tirantes del peto y la levantó para gritarle a centímetros de la cara. Echó a correr hacia ellas, no iba a permitir que le hiciera daño. Cuando estaba a punto de alcanzarlas, lanzó a su amiga al suelo. La escuchó quejarse al caer y se agachó para comprobar su estado. —¡Ada! ¡¿Estás bien?! —parecía que sólo se había hecho un rasguño en el codo con una piedra del suelo. —Tranquila, no es nada. —No le hizo caso. Zora se levantó roja de la rabia y agarró a la otra chica por la camiseta con una mano, para lanzarle un puñetazo con la otra. Dio de lleno debajo de su ojo izquierdo y la tumbó al suelo. Se abalanzó sobre ella, con las rodillas a cada una de sus caderas, pero cuando intentó volver a arremeter la pelirroja la frenó sujetándole ambas manos. —¡Enya! ¡Zora! ¡¿Qué cojones hacéis?! —Escuchó la voz de Aion cada vez más cerca. Enya tenía más fuerza y habilidad que Zora. Consiguió tumbarla hacia un lado e inmovilizarla contra la hierba. —¡Me atacó de la nada! —¡Zora, para! Estoy bien, estábamos entrenando, mírame. —Le pareció que su amiga estaba diciendo la verdad y dejó de forcejear. Enya la soltó y se apartó de ella despacio. —¿Entrenando para qué? —Para manifestar mis poderes. —¡¿Pegándote?! —Haciéndola enfadar. En realidad solo la estaba insultando, la herida del codo fue un daño colateral. —Enya lo dijo como si justificara de alguna manera sus actos. —Al parecer la magia elemental está ligada a las emociones. Estamos intentando hacer que despierten pero por ahora no hemos tenido suerte, no suelto ni una llamita. Zora decidió dejarlo estar, pero no por ello le gustaban las prácticas de Enya. Era la primera vez que la veía de cerca. Igual de alta que ella, una larga melena que pasaba de muy roja en las raíces, a algo más anaranjada en las puntas. Sus ojos eran verdes oscuros y tenía pecas que le bañaban toda la carne visible. Era realmente preciosa, pero su cara de haber olfateado mierda de perro mataba todo su encanto. Le dio la espalda y habló tan sólo a su amiga. —Creo que deberíamos volver. Este mundo es peligroso y no les debes nada. —Zora, no puedo dejarlos así. No sabes toda la historia pero cuando te la cuente entenderás… —No me importa —la interrumpió —No necesito saberla. Pidámosle a Aion que nos devuelva en el mismo momento que nos trajo. —Tomó su mano y entrelazó los dedos. Le estaba rogando con la mirada que se fueran. —Tú puedes irte. —Enya aún estaba a su espalda. Zora se dio la vuelta cuando la escuchó hablar. —Solo la necesitamos a ella, te puedes marchar. No eres nadie. —No pienso dejarla con vosotros. —A lo mejor es buena idea... —Las palabras de Ada fueron como un puñal —No tienes por qué pasar por esto si lo estás llevando mal. Si nos devuelve a ambas al mismo momento ni si quiera notarás que nos separamos. —Y si no apareces. —También sabrás que pasó y al menos sabré que estarás a salvo. —Quieres que me vaya, no me quieres contigo… —Si lo dices así suena fatal —Ada agarró la mano de Zora con más fuerza para evitar que la retirara —solo quiero protegerte. Con un último tirón se deshizo de su agarre, le dió la espalda y se marchó más enfadada con Ada de lo que recordaba haber estado nunca antes.
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