ID de la obra: 941

Sangre y fuego y otras magias extrañas

Het
NC-17
Finalizada
1
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579 páginas, 308.987 palabras, 45 capítulos
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El primer hilo en el tejido de un plan

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Los suaves y un tanto lejanos ruidos que había llegado a asociar con su dragón fueron lo primero que escuchó Ortiga cuando recobró la conciencia. Casi abre los ojos, hasta que recordó lo que había pasado y decidió mantenerlos cerrados y evaluar su situación. Descansaba sobre una manta aunque podía sentir la roca bajo ella. Acostumbrada a la incomodidad como estaba, no la molestó. Gracias a los dioses (no a los Siete porque ya había decidido que si antes no los seguía, ahora menos. Mmmm, tendría que aprender algo sobre los viejos dioses... tal vez) se sentía como si siguiera en la misma gigantesca caverna. No la habían movido de lugar. Aunque el hecho de escuchar a su dragón debió de haber sido pista suficiente. Luego, una vez más, el fuerte olor a menta la invadió. Iba a esperar un rato más para ver cómo reaccionabas. Más sin embargo he decidido no desperdiciar mi tiempo. - la voz suave y metódica no podía ser otra que la de la reina Visenya, la maldita reina Visenya, eso todavía la impactada - Abre los ojos de una vez antes de que regrese mi príncipe, debemos hablar de tu futuro y sus posibles consecuencias. El tono no sonaba del todo peligroso, aunque la amenaza estaba ahí. Ortiga no pudo evitar abrir los párpados asustada. Sobre ella se encontraba la reina guerrera, y si antes creía que era hermosa, ahora la veía como peligrosa y letal. Como ver a un tiburón come hombres en alta mar. Enfrentarse a él en su territorio era la muerte pero no se podía negar la gracia de su forma y sus movimientos. Viendo el fulgor de sus ojos violetas se dio cuenta de su error. Comparar a un escualo con esta mujer era tonto. El animalito era solo una inocente criatura en busca de su cena. La reina era una persona que dejaría un rastro de fuego y destrucción que ningún pez, por aterrador que fuera, podría igualar jamás. ¿Consecuencias? - preguntó renuente. Sí, consecuencias. - afirmó la reina mientras cabeceaba - ¿O creías que una nueva jinete de dragón pasaría desapercibida en los reinos del Ocaso? - Francamente, tenía la esperanza de que esto fuera una horrible, horrible pesadilla de la que simplemente me despertaría. - Y ahora que sabes que no lo es ¿Cuál es tu plan? ¿Regresar de alguna forma? - dudosa, se arriesgó - Sabe usted acaso, alguna manera de volver al futuro? - había quienes rumoreaban que la reina Visenya era una bruja, que practicaba artes oscuras y magia de sangre, así que si alguien debía saber algo probablemente fuera ella. La dama Valyria negó con la cabeza - Hasta el momento en que aparecistes, jamás escuché un atisbo de mención de ir hacia atrás y hacia delante con el paso de los años. ¿Y por qué desperdiciar la oportunidad cuando los dioses han dejado caer en mi regazo una herramienta tan útil? - el último comentario dejó a Ortiga llena de pánico. No como el miedo ciego que sintió en primer lugar cuando se dio cuenta de quienes eran los personajes que la rodeaban. Esta vez, decidió ser inteligente antes que precipitarse, si había que escapar hacerlo de manera más efectiva. El Valle seguía donde mismo, al fin y al cabo. Sabes, lo veo en tus ojos, la misma mirada de susto cuando derribaste a mi hijo. Impresionante, por cierto. - Mencionó con voz divertida - Pero escapar no es una idea muy brillante en estos momentos. Ortiga no pudo evitar fruncir el ceño. Piénsalo, mi pequeña ladronzuela. Mi príncipe me ha contado todo lo que le contaste a él. Sobre la gran cantidad de dragones que tenían aquellos a los que llamas "los Verdes". ¿Es correcto asumir que el bando contrario posee un número semejante o superior? - un asentimiento fue su respuesta - Así que las personas de Poniente pueden estar, por así decirlo, más acostumbradas a ver dragones sobrevolando sus cielos y es probable que los vean con respeto y admiración. - solo pudo volver a asentir - ¿Puedes decirme cuánto tiempo ha pasado desde la Conquista? - pesé a sonar interrogante, esto parecía más como una lección a punto de ser impartida. Más de un siglo, mi reina. - una vida de estar debajo de las botas de los demás le enseñó a Ortiga a mantener la deferencia. Se estremeció al recordar cómo se atrevió a dirigirse a dicha señora y todavía se olvidaba de ello durante su conversación. A su defensa, por lo general las personas como ella no le dirigían a conversaciones tan largas y los dos príncipes que lo hicieron, no buscaban más que confianza y en ningún momento le echaron a la cara su diferencia de estatus. Eso fue en aquel entonces y con dos personas a las que nunca en su vida volvería a ver. Lo cual era un recordatorio de que aunque tuviera un dragón, era mejor mantener la humildad. Pronto chocaría con gente que no solo se verían a su mismos por encima de ella, sino que algunos serían verdaderas leyendas. Así que ha pasado suficiente tiempo. - la reina parecía dirigirse hacia sí misma aunque atrajo a Ortiga de vuelta a la discusión - Dime querida ¿Qué crees que piensan los habitantes de Poniente de los dragones en estos momentos? - ella iba a responder que debían sentir lo mismo, respecto y admiración, luego lo pensó mejor. La Conquista era reciente, y anterior a eso el continente no se había enfrentado a los dragones. La mayoría de los reinos habían caído bajo su fuego. Así que tenía un montón de gente quemada y varios reyes que habían perdido sus coronas. Reyes y príncipes degradados a nobles de Grandes Casas, pensó con una mueca, pero degradados igual. Ah, veo que no careces de astucia, cada vez mejor. - Visenya lució satisfecha. Para la mayoría de las personas de este continente, - comenzó su monólogo - los Targaryen y nuestros dragones somos poco más que extranjeros montados sobre monstruos. De costumbres aborrecibles que quemamos sus tierras y nos hicimos con el poder la fuerza. Eso es en gran medida cierto. - admitió - Por ahora, es el miedo lo que los mantiene a raya. Pero eventualmente lo superarán o probarán sus límites contra alguien que parezca más débil, como hicieron con el hijo de mi esposo ¿no? - como la mujer se las arreglaba para lucir sensual al levantar una ceja interrogante era un misterio para Ortiga - Por lo que cualquier movimiento que hagas no pasará desapercibido. Si decides escapar debes recordar que no es fácil ocultar del todo a un dragón, querida, y más cuando son considerados una rareza en el cielo para la gente común. Los rumores corren y las palabras se comparten. Sí no estas con los Targaryen, cualquiera del pueblo llano que halla perdido a alguien por nuestras llamas te consideraría un blanco más fácil para sus resentimientos. Y no les importará si eres culpable o no. Representas lo mismo que un Targaryen pero sin todo su poder. Sí, tienes un dragón, pero no tienes a personas que te protejan cuando no estés pegada a dicho dragón. Supongo que no deseas vivir en la naturaleza sin interactuar jamás con otro humano y tener acceso a los productos más básicos como pan, cerveza o ropa ¿verdad? Ortiga solo pudo negar. Vivir como salvaje solo empeoraba con el paso de los días y eso que solo lo había probado a medias y por un breve tiempo. Quizás lo resolviera, solo que sería miserable todo el rato. También están los nobles, - recalcó Visenya - habría quienes no les importaría tener tanto tu cabeza como la de tu dragón. Habría quienes venderían tu localización a otros por monedas. Y habría quienes les interesaría formar alianzas contigo para enfrentarse a los Targaryen. - se detuvo - No cometas el error de pensar que puedes desafiarnos y sobrevivir. Ni se me ocurriría. - respondió sin analizar sus palabras. Y sin necesitarlo tampoco. ¿Enfrentarse a Aegon el Conquistador y a su hermana-esposa Visenya Targaryen? ¿A Maegor el Cruel, incluso antes de ser Maegor el Cruel? Podría ser inculta y analfabeta pero no suicida. Se lo dejó en claro a la reina. Bien, - aceptó su respuesta - porque incluso con la remota posibilidad de que pudieras vencernos. ¿Cuánto tiempo crees que te mantendrían con vida? Algunos querían usarte para mantener o incrementar su poder, mientras que la mayoría consideraría que dejarte respirar es una amenaza a sus intereses. - Ortiga no lo dudaba. Si algo conocía bien era el lado oscuro de la codicia humana. Siempre puedo huir a Essos. - a cada instante que pasaba la idea le sonaba mejor. La reina sonrió con frialdad, como si fuera la respuesta que estuviera esperando. Essos sería la solución perfecta para aquellos que no tienen nada que los ate a esta tierra. Un continente nuevo, con muchas ciudades, culturas y rarezas por descubrir. Tierras lejanas y prácticamente desconocidas por explorar, si no te importa adaptarte a nuevos entornos y costumbres. - ella podría hacer eso, pensó. Alejarse de los conflictos a cambio de una vida de vagabundeo y aventura. Ese pensamiento se volvió cada parpadeo más tentador - Eso por supuesto, para las personas que no saben mucho del pasado y no entienden lo peligroso que puede ser tener un dragón en aquellas tierras. ¿Por qué tener un dragón sería peligroso? - no pudo evitar preguntar dudosa y horrorizada. Visenya la miró para luego ampliar lentamente su sonrisa. Más que tranquilizador, se sintió como si una fiera le enseñará los dientes. Déjame darte un breve resumen de nuestra historia. ¿No te has preguntado porque los Targaryen somos los únicos Señores Dragón que quedan? - la pregunta la descolocó. - Daenys la Soñadora predijo la destrucción de Valyria y por eso los Targaryen escaparon de la Maldición ¿no? En parte sí, Daenys soñó con el cataclismo. Así que doce años antes de la Maldición, su padre Aenar el Exiliado, vendió todas sus propiedades en Valyria y partió a Rocadragon con todas sus mujeres, hijos, familiares, dragones y esclavos. Pero ese no es el punto. - Visenya se detuvo y la miró fijamente a los ojos - ¿No te extraña que en un imperio con cientos de dragones, repartidos en amplios territorios, todas las bestias perecieran en el desastre? Eso... - dudó - eso no tiene sentido. No tiene sentido porque no es correcto. Fueron varios los Señores del Dragón los que sobrevivieron al desastre junto a sus monturas. - Ortiga sentía que esto terminaría con un final que no le gustaría - Los cronistas afirman que tanto ellos como sus dragones perecieron asesinados en la agitación política subsiguiente. Aquellos que temían a su poder se deshicieron de ellos. La mayoría de las veces con artificios, engaños y bebidas ponzoñosas. ¿Qué se puede esperar de un continente donde no se cree en las leyes sagradas de la hospitalidad? ¿Donde ser envenenador es un oficio respetado? ¿Donde la hechicería no es algo extraño, sino que es conocida y poco repudiada? - Aunque Visenya no tenía grandes problemas con esto no estaría mal usar algunos miedos contra la muchacha. - Una tierra llena de magia, quimeras y bestias aterradoras y ciudades malditas donde no brilla el sol ni nacen niños. Ortiga apretó los dientes. Entendía que la mujer intentaba asustarla, lo que no quitaba que tuviera razón. - Eso por supuesto, si también ignoramos a Volantis. - ¿Volantis? Volantis. - concedió Visenya - La más antigua de las Ciudades Libres y la primera colonia del Feudo Franco. Se consideran a si mismos los legítimos herederos del imperio y tras su Muralla Negra viven los descendientes de la Antigua Sangre. Los nobles que pueden rastrear su linaje hasta los Señores Dragón de Valyria. Hijos de las más ilustres de las cuarenta familias nobles que lideraban la mayor civilización que el mundo haya conocido. ¿Sabías que los Targaryen estábamos bastante debajo en esa cadena? - Ortiga solo pudo negar con la cabeza. Si una familia con varios dragones era poco poderosa ¿Qué tanto poder tenían las familias de la cima? - Cuando nuestra familia abandonó el Feudo, se nos tachó de cobardes y fuimos la burla de la nobleza. Concluido el Siglo de Sangre, los cien años de caos posteriores a la caída de Valyria, la aristocracia volentina se considera de mayor alcurnia y abolengo que nosotros. Para la mayoría de ellos es casi una ofensa que conservaramos nuestros dragones mientras ellos perdieron los suyos. - Visenya le lanzó una mirada profunda - Incluso una vez requirieron la ayuda de Aegon e insinuaron que deberíamos compartir con ellos nuestros huevos de dragón, los que les correspondían para reclamar "nuestros ancestrales señoríos". - un bufido salió de su boca - Como si les fuéramos a confiar nuestra mayor arma. Lo cierto es que no han podido hacer nada contra nuestro linaje por miedo a la retribución. Si dañas a un Targaryen habrá otro para vengar su sangre, especialmente si es un intento de robar nuestras monturas. Aunque puede que ni siquiera sea posible que puedan controlar a un dragón de otra línea de sangre. No les importará. Mientras tanto, un jinete solitario... Ortiga no perdió la implicación. Ella sería vista solo como una presa fácil para cualquiera que pensará que al deshacerse de ella le daría la oportunidad de montar al Ladrón de Ovejas. Y si los Targaryen eran vilipendiados como inferiores ¿qué pensarían de una jinete mestiza y bastarda sin rasgos Valyrios? ¿Entonces qué quieres que haga? - no pudo sacar el tono de enojo de su voz como tampoco pudo negar que fuera muy probable que la reina tuviera razón - No se me pasó que me llamaste herramienta así que quieres usarme para algo. ¿Cómo? ¿Qué garantizará que no sufra yo una de las cosas que mencionaste en tus manos? Las herramientas pierden su utilidad o se rompen y luego se desechan. Es más que probable que usted me haría algo peor. - Chica lista. Un día me harás sentir muy orgullosa. Aunque no debes preocuparte. Una jinete de dragón es demasiado valiosa para ser desechada. Al grano, mi reina. - no pudo evitar sentir un poco de rencor ante su situación. No aprecio el tono. - con el regaño, Ortiga se sintió castigada. Una no llegaba a su edad sin saber que hablarle así es a la nobleza podría atraer como mínimo un castigo bastante horrible para una chica común. Tenía un dragón pero seguía recordando quien era antes. Tenía que mejorar en el control de sus emociones - ¿Supongo que tu vínculo con tu dragón es reciente? - Depende de que consideras reciente, no llevó más de medio año con él. Mmmm, implicaremos que tu comportamiento se debe a la brevedad de tu lado a cualquiera que pregunte. - ¿quién iba a preguntar? - Pero volviendo al grano como me pediste, quiero que te unas a nuestro bando. Ortiga quedó amedentrada - ¿Unirme a usted y a Maegor en la búsqueda del trono? La mirada que le envió podría arrancarle la carne de los huesos - A pesar de que el futuro que nos cuentas es estremecedor. Me niego a aceptar que el anhelo de poder, ya sea el mío o el de mi hijo, nos llevará a arrasar a la mayor parte de nuestra familia. No cuando todo lo que hacemos es por ellos. En su defensa, creo que comenzaron bien. La Fé Militante amenazaba con destruir todo lo que conquistaron así que ustedes se dedicaron a asolarlos. Y a todos los que se les unieron o de los que sospechaban que los apoyaban. Cargarse a la Fé estuvo bien, debían ser eliminados. Solo que no supieron cuando detenerse con los demás. Cuando castigas y castigas, hagan lo que hagan, eventualmente se revelarán. Si de todas formas van a recibir golpes, mejor hacerlo por algo que si hicieron. O eso dice mi padre. - Visenya meditó esto - Ya sabes, tenderles la mano. Convertir enemigos en amigos, o aliados para el caso. Yo no confiaría del todo en ellos. El problema fue que empezaron a brutalizar a cualquiera que vieran como un peligro para su derecho al trono. Que no es que no entienda de lejos, muy muy de lejos, el atractivo del poder. Lo que no lo veo como un incentivo tan grande como para torturar y matar a los míos por la silla más incómoda jamás creada. Eso le valió una carcajada de la reina. Bueno, al menos no carecía de sentido del humor. Recuperándose de su comentario, la reina continuó - La cuestión permanece en pie. ¿Unirás tus esfuerzos a los Targaryen o no? Bueno, eso no es tan complicado. - argumentó Ortiga - Si es algo de jinetes de dragón contra el mundo la elección no es difícil. - tratando de lucir más útil para la reina, concluyó - No temo luchar con mi dragón y mi bautizo de fuego fue en la Batalla del Gaznate contra la flota de las Tres Hermanas, si te sirve de algo. No es mucha experiencia en combate pero es mejor que nada. Visenya aprobó esto. Su primer combate en dragón también había sido contra una flota de barcos. Luego esclareció - No es mi pretensión que te nos unas como jinete de dragón, deseo incluirte como una Targaryen. ¿Me van a legitimar? - preguntó Ortiga. Presentía que eso sería medio complicado. Ante la negativa de la reina prosiguió - ¿Entonces qué? ¿Una ceremonia? No tengo problemas con jurar lealtad. La reina Visenya desestimó esto - Prefiero el camino más antiguo y menos dificultoso. Matrimonio. ¿Cuál es la maldita obsesión de las reinas Targaryen conmigo y con las bodas? - sus palabras salieron disparadas, para que luego su cerebro la alertará rápidamente de un problema de mayor relevancia - ¿Con quién? Lo que solo pudo describirse como una mueca de alegría se extendió por el rostro cincelado de la reina - Con mi hijo, por supuesto. La virulenta maldición que salió de sus labios en cualquier otra mujer noble hubiera provocado como mínimo un sonrojo. La guerrera ante ella se limitó a alzar una ceja poco impresionada. - ¿Está loca? Señora, estoy tratando de sobrevivir. No me amenace con su hijo. - No fue una amenaza, querida. ¿Cómo que no? Acaso se le olvidó que terminó con cuatro esposas muertas de seis y solo porque no le dio tiempo de acabar con las otras dos. - recalcó Ortiga - El continente extranjero lleno de personas que potencialmente buscan mi muerte empieza a soñar más seguro a cada instante. Espera. ¿Qué Maegor no se casaba bastante joven con su esposa Hightower? - El compromiso de Maegor se planeó para consumarse seis lunas después de su décimo tercer día del nombre y ocurrirá en pocos días. Ves, - celebró Ortiga - ya esta prometido. Es muy pronto para buscar problemas con los Hightower y la Fé buscando romper el compromiso a pocos días de la boda. Un momento. Me estás diciendo que ese cabrón tiene solo trece años. ¿Cuánto va a medir cuando termine de crecer? - horrorizada era poco para describir como se sentía. El engendro del demonio un día se convertiría en un demonio completamente crecido y ella no quería estar ahí para verlo, considerando que en la actualidad debía medir un dedo o dos menos que ella. Nunca dije nada de detener la boda o romper el compromiso con los Hightower. - ante su mirada interrogante se limitó a responder - Si Aegon pensó que un Targaryen podía tener dos esposas, no veo porque lo mismo no aplicaría para mi príncipe. - Los Hightower no lo aceptarán. Los Hightower y la Fé aceptarán lo que mi esposo exija o arderán bajo nuestro estandarte. - aunque el concepto de acabar con esa familia antes de que se convirtieran en un peligro sonaba atrayendo, su maldita conciencia no le permitió seguir con este juicio. Para comenzar, si Antigua caía bajo el fuego Targaryen, miles de vidas inocentes perecerían durante el conflicto. Para concluir, estos Hightower no eran responsables de nada relacionado con los otros Hightower, aparte de ser sus antepasados. Hora de cambiar el plan de asalto. - Señora, mireme ¿le parezco a usted la novia de un príncipe Targaryen? No pudo evitar la sonrisa que se posó en sus labios cuando la reina se detuvo antes su razonamiento. Cuando se detuvo a inspeccionar la a profundidad sabía claramente lo que iba a ver. Cabello negro, rebelde y erizado. Una piel morena y cetrina, víctima de una vida de no esconderse del sol y una pésima alimentación que solo empezó a mejorar en los últimos tiempos. Ojos marrones de lo más comunes. Una amplia cicatriz horizontal que le cruzaba la nariz de un lado a otro, clara señal que la marcaba como ladrona. Dientes delanteros con sus esquinas del centro fracturadas por un puñetazo que le propinaron en la infancia, lo que les daba un aspecto de mal colocados. Pensándolo bien, oculto su sonrisa. Todos siempre alababan lo sana y blanca que era su dentadura. Estatura no muy alta pero tampoco precisamente baja, un poco por encima de la media. Un peso que se negaba a subir comiera lo que comiera. Si observaba mejor vería cayos en sus palmas y cicatrices en sus manos. - Ves, no luzco para nada como debería lucir una princesa. - terminando de pronunciar sus palabras se escuchó el retumbante sonido que producía su dragón. Visenya desvió su vista hacia la cabeza de la bestia que se había asomado buscándola. Sin quitar los ojos del animal sentenció: - Tu dragón es todo lo que necesitas para ser considerada una princesa Targaryen. Los rasgos Valyrios son bellos, sí, pero los buscamos no por su aspecto físico atractivo, sino porque son indicativos necesarios que marcan la pureza de su sangre, cosa que buscamos mantener. El hecho de la existencia de tu vínculo con tu montura es una prueba de linaje superior a meramente tener un par de ojos púrpuras. - Soy bastarda. - Hija de un Targaryen, que viene de una estirpe fuerte, y sin nadie que conozca a ninguno de tus padres, no se puede asegurar tu legitimidad ni tu ilegitimidad. - Soy plebeya, poco educada y analfabeta. A duras penas se contar y sumar. - Mitad plebeya, que una vez más, nadie puede probar. Y de tu educación me encargaré yo. A Ortiga se le acababan las escusas, lo que parecía divertir enormemente a la reina. - Vamos, deben haber otras opciones para el matrimonio entonces, además de su hijo. El rostro de la reina se tornó pétreo - Existen solo tres hombres Targaryen sobre esta tierra. Uno está a punto de casarse mientras los otros dos ya están casados. Unirte a alguien a inicios de un matrimonio te permitirá establecer las bases sobre las que se desarrollará tu relación. También será más inmensamente fácil que inmiscuirse en un matrimonio ya establecido. Aenys es feliz con su novia, la cual lo tienen envuelto en sus delicados deditos. Si se le ordena casarse obedecerá, pero no esperes que te defienda o haga nada por ti o por los hijos que tendrás contra esa familia política suya. - ignoró totalmente que también eran su familia en parte - Los Velaryon están muy satisfechos con su posición como familia emparentada con el próximo rey, como para dejarte existir en paz siendo tú y tú descendencia un obstáculo para su poder. Con respecto a mi esposo Aegon, - la mirada que le envió le dejó en claro que elegir una muerte rápida sería mejor opción - aún llora la perdida de mi amada hermana y teniendo una sucesión asegurada, estará menos interesado en una nueva mujer y menos aún en sus niños. Si logras sacar alguno de él. - el último comentario fue dicho de manera bastante despectiva. Queda Maegor, - ante su evidente pánico no se detuvo - que para empezar te preferirá a ti sobre su novia ándala a la que aún no conoce. Como ya mencioné, tiene trece años por lo que aún se puede moldear y corregir los defectos en su comportamiento. Cosa de la que me encargaré personalmente - Te das cuenta de que el Maegor que sembró caos y destrucción en mis historias fue criado por ti ¿verdad? En lugar de enfadarse lució pensativa, antes de darle la razón - Tienes un punto válido. Tal vez te usé como palanca para conseguir que Aegon se involucré por una vez en su crianza. Mi príncipe lo idolatra y seguirá sus enseñanzas al pie de la letra. Quería usarla de palanca contra Aegon. El Maldito. Conquistador. Ja. Estaba muerta. Mejor saltaba por un precipicio y se ahorraba la mierda que se le venía encima. Deteniéndose en lo que dijo: ¿Aegon no estaba involucrado en la educación de su hijo? Extraño abandonar al hijo de repuesto de esa forma, nada garantizaba que el primogénito viviera siempre para heredar las cosas. Eso también podría explicar como un rey tan efectivo en su gobierno tuvo un hijo que no sabía nada de diplomacia. Aunque seguía sin explicar como Aenys era un completo inútil con respecto a la política y la guerra. Volviendo a Maegor y a su formación, esto le brindó una idea a Ortiga. Ella ya era una adulta de dieciséis años y el príncipe futuro rey cruel todavía era un niño. Ella podía influir en su instrucción y tal vez corregirlo antes de que cometiera sus peores crímenes. Puede que incluso se ganará un poco de su respeto, y aún si se volvía un monstruo despiadado y sanguinario, le ahorrará un poco de su brutalidad. Si las cosas se ponían feas siempre podía escapar. No era una cobarde pero este era el condenado Maegor, que un día montaría al Terror Negro y ella no tenía la habilidad de Daemon para enfrentarse a una criatura así. No ahora al menos. No obstante, si se quedaba un tiempo, incluso si el niño se convertía en el Cruel, podría reunir suficientes recursos e información para fugarse a un lugar seguro. Se comenzaba a formar un plan. Luces como si comenzarás a aceptar tu fortuna. - las palabras de la soberana la sacaron de sus cavilaciones. Solo pudo encogerse de hombros - Soy una rata callejera, o te adaptas o no sobrevives. Debo suponer que basaste tu vida en ese ideal hasta ahora. Sin embargo, eso se detiene. A partir de tu boda serás reconocida como una princesa Targaryen, y no hablarás mal de ti ni denigrarás tu estirpe. - Ortiga no estaba segura de lo que decía la reina. A pesar de que seguía llamándola princesa, juraría que las damas que se casaban en la realeza (excepto las reinas), preservaban su nombre y el título con el que nacieron. Considerando que Ortiga carecía de título y de nombre, e incluso de apellido porque con sus rasgos nadie creería que ella era una bastarda Targaryen, estaba jodida. Y hablando de joder.   ¿Qué pasa con los niños? - cuestionó. ¿Los niños? - la pregunta de la reina sonó dubitativa por única vez, de lo que se recuperó bastante rápido - No creo que necesite aclararte cómo se producen los herederos. Señora, yo le iba a preguntar cuál era el plan para tener hijos. Ya sabes, si la Hightower es infértil como en la historia. Esta es mi idea: en vez de que se casé con cuanta mujer crea que le dará hijos, se busca una amante y la deja embarazada. Si tiene un niño sano los casamos y decimos que se casaron antes y que el niño es legítimo. Yo me ofrezco como testigo. - dijo con toda sinceridad. Visenya no pudo evitar burlarse del plan - Tenía planeado controlar a Ceryse. Buscar que no bebiera ningún abortivo ya sea con intención o a propósito, pues tal vez ella o alguien de su séquito mantuvieran la intención de que su sangre no se ligara con la nuestra, llena de perversiones endogámicas. - en un movimiento juvenil que no esperaba de ella, Visenya entorno los ojos - Lo que no imaginaba fuera que te descartaras a ti misma de toda la búsqueda de descendencia. - ¿Por qué carajos querría yo meterme en ese problema? ¿Sí sabes que la mayoría de los matrimonios se concertan con el objetivo de tener hijos? - Visenya se mantuvo divertida con el debate, cosa que Ortiga agradeció. Los matrimonios se forjan buscando muchas cosas, no solo herederos. Nosotros en el pueblo llano... Ya no hay nosotros y pueblo llano, - Visenya corrigió - eres de la nobleza y de tu boca no saldrá lo contrario. El pueblo llano se casa en ocasiones por amor, pero también para unir familias y recursos, conseguir mano de obra y mayor seguridad monetaria. No creo que la nobleza sea distinta. - ante la aprobación de la reina continuó - Los matrimonios nobles se usan para hacer pactos, conseguir dotes, establecer alianzas. Lo mismo pero con más plata. - si la reina Targaryen decía que ella era demasiado valiosa entonces era hora de empezar a explotarlo. Este mundo consumía a los débiles y los que se dejaban aplastar, Ortiga se aseguraría de no volver a caer en esa categoría - Yo ofrezco una alianza, un dragón y lealtad. No me pueden pedir un hijo. Primero, no me acuesto con niños. Segundo, no soy material de madre. Y tercero, si soy tan útil ¿Cómo me vas a arriesgar a que muera teniendo niños - dragón? ¿Y si luego su hijo me mata por no darle niños sanos? ¿Eh? La dama mayor suspiró profundamente - Tu historia me preocupa de múltiples formas en ese sentido, pequeña ladrona. Por un lado me dices que mi hijo declaró a su esposa Ceryse es estéril. A cualquier otra esposa la habrían podido dejar de lado pero los Hightower no lo permitirían y cuentan con el apoyo de la Fé. Sospecho que eso fue lo que motivó a mi hijo a tomar una segunda esposa. Contigo me aseguraré de que esos patanes religiosos sienten el precedente del matrimonio múltiple legal en los Targaryen dentro de la Fé de los Siete. Luego, cuentas que durante el tiempo que estuvo exiliado tampoco tuvo hijos. Pero tampoco sabes si conoció a la esposa que reconocían como bruja al inicio de dicho exilio o al final. Solo sabes que tres de sus esposas quedaron embarazadas y dieron a luz a niños prematuros con partes de dragón ¿correcto? - asintió - Así que la bruja no salió embarazada y fue acusada de envenenar a dichos niños. Mientras tanto, Rhaena que tenía sangre de dragón no quedó embarazada, - un cabeceó negativo - ella evitó probablemente el embarazo. Nada que el té de luna no resolviera. La chica de sangre de dragón que pudo haber dado un resultado diferente. Tengo una teoría diferente al envenenamiento o maldición de los bebés. Sospecho que hice a un hijo de sangre demasiado fuerte. - Entonces ¿es cierto que hiciste a Maegor con magia oscura? La bofetada que le dio en la parte posterior de la cabeza fue más inesperada que dolorosa. Se tocó el área solo para sentir un pequeño bulto, era el posible resultado del golpe que la dejó inconsciente. Mientras tanto, la ojeada que le lanzó la reina prometía retribución por cualquier otro comentario como ese - No puedo negar que uno de los factores que influye en mi deseo de casarte con mi hijo es que espero ligar tu linaje al mío. La hija de Alyssa es de sangre fuerte, lo suficiente atractiva para que yo pidiera su mano para Maegor, pero me lo negaron. Ahora tomaré tu línea y la uniré a la mía. Pero una buena reina no se niega a las negociaciones ni a brindarles favores a sus aliados, así que estoy dispuesta a ofrecerte un trato. Palabras mágicas que obtuvieron toda la atención de Ortiga, luego de que esta se distrajera al ponerse a apreciar el lento acercamiento de su dragón, cansado de esperar por ella. Es obvio que temes a mi hijo. - la sub estimación del siglo - Yo me aseguraré de que no te ponga un dedo encima si va en contra de tu voluntad, incluyendo el lecho matrimonial. Pero exijo lealtad absoluta. A partir de tu boda no solo serás una esposa, serás considerada familia. Lucharás para y por Maegor. Sin trampas. Sin engaños. Sin favorecer a alguien más por encima de él o hacerlo de menos. - cosa extraña de decir - Valorabas el lazo que compartías con la hija de tu padre solo por lealtad al vínculo familiar y eso es algo que admiro. Así que esta es mi promesa: Acepta mis condiciones y juraré ante los dioses por mi vida, que no solo te trataré como una hija sino que te consideraré como una. Bueno ¡maldición! Tenemos un trato - le apretó la mano mientras la cabeza de su dragón la empujaba en dirección a Visenya, acercando la - Por cierto, el truco ese que usaste para llamar a tu dragón te lo estoy robando.
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