ID de la obra: 941

Sangre y fuego y otras magias extrañas

Het
NC-17
Finalizada
1
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579 páginas, 308.987 palabras, 45 capítulos
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Algunas charlas y discusiones

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Maegor las encontró charlando tranquilamente. Su madre tenía una postura sosegada que no era común en ella. Ambas inspeccionaban de cerca al Ladrón de Ovejas. Fue este quien las alertó de que estaba presente con un gruñido bajo en su dirección. Arrastró tras de sí su morral lleno y las dos ovejas que su madre sugirió que buscará. Vio la tensión en los hombros de la muchacha apenas puso sus ojos en él, para que luego soltará un suspiro y tratará de serenarse. Tratará era la palabra clave. ¿De verdad lucía tan aterrador para ella? Sabía que la gente de Rocadragon lo respetaba, ahora empezaba a pensar que puede que fuera más terror abyecto lo que sintieran. Hasta esa misma mañana nunca le preocupo lo que pensarán de él los súbditos de sus padres. Sabía que en la corte lo llamaban el Príncipe de Rocadragon y se había extendido a la plebe. Eso lo enorgullecía: el heredero de su hogar ancestral. Ahora no estaba seguro de nada. Que le temieran estaba bien, pero no le gustaba la idea de ser la criatura oscura, el horror, de los cuentos de miedo. Y tampoco sabía si heredaría el Señorío de la isla. No sabía que creer. Todo el camino de ida y de regreso intentó mantener su mente despejada. Aún así, le pesaba. Él no quería ser el monstruo, el Matasangre. No importa lo que diga el mundo de que nuestros dragones son bestias aterradoras sedientas de sangre. Un dragón no mata sin razón. - le había dicho su madre en ese tono con el que parecía compartir su sabiduría - Quemamos a nuestros enemigos, no a nuestros aliados y nunca a nuestra familia, nuestra propia sangre. Un Targaryen no debe pelear contra un Targaryen. - su madre había explicado. Era su deber como segundo hijo proteger a la familia. Aenys era el primogénito, el heredero. Destinado a gobernar. Mientras que Maegor estaba destinado a destruir a aquellos que se opusieran a su gobierno, los enemigos de la dinastía. ¿Cómo había pasado de ser el guardián al destructor? ¿A ser la amenaza? Quería creer que lo que la chica contaba era mentira. Quería creerlo con todas sus fuerzas. Y aún así no podía negar lo que vio. Ese nivel de pánico ciego, te terror primigenio dirigido a él. Eso no se podía fingir. Lo peor era que sus historias eran un breve resumen. ¿Cómo serían los cuentos verdaderos? ¿Los que probablemente venían con detalles escalofriantes y macabros? Maegor no quería ser así. ¡No quería! ¡No quería! Se suponía que un día se convertiría en un gran caballero, el mejor. No se esperaba menos del hijo de Aegon el Conquistador. Su madre lo había criado para ser el mejor guerrero que pudiera ser. El entrenamiento más riguroso y exhaustivo. El maestro de armas más letal que pudo encontrar. Se miró sus manos, manos de hombre. Siempre había estado orgulloso de su cuerpo. Más grande y más fuerte de lo que debería ser alguien de su edad. Capaz de enfrentarse a hombres adultos y vencerlos. Este año, en un torneo, había participado en una batalla cuerpo a cuerpo. Derribó a caballeros curtidos y reconocidos. Su padre no lo había elogiado por ello. Quizás, pensó, tal vez no siguió las normas de caballería que su padre admiraba para este tipo de enfrentamiento, su madre no las tenía en alta estima. Tal vez había cometido varios errores como para ser celebrado. Un tropiezo aquí, quedó expuesto en un movimiento por allá. En este momento, más bien lo consumía una duda. ¿Acaso su padre sabía que había algo malo dentro de él? ¿Por eso lo mantenía apartado de su lado y del de Aenys? Hubo una vez que Maegor soñó con ser rey. Para demostrarle a su padre que era mejor que su hermano. Aenys, las pocas veces que lo vio, trataba de ser amistoso y amable con él. Pero ese era Aenys con todo el mundo. Por ello era amado tanto por los nobles como por los criados. Mientras tanto, Maegor había pensado que él era demasiado suave. ¿Qué pasa si su padre sabía que Aenys era el rey correcto? ¿Qué gobernaría bien de no ser porque Maegor pondría a la Fé en su contra? Él lo sentía. En verdad, en verdad, no tenía nada en contra de su hermano. Su madre se lo había enseñado bien: Todo lo que hacíamos, debíamos hacerlo por la familia. Él no quería dañar a Aenys, ni siquiera cuando soñó con ser rey. Solo quería probar que era digno. Y al parecer en el futuro, cuando lo hizo, se convirtió no en el líder que había sido su padre sino en un rey de pesadilla. Trataba de no pensar en eso. Trataba de sacarse esas cosas de la cabeza. Pero le seguían dando vueltas y solo quería gritar. Se lo impedía un constante recordatorio con la voz de su madre - Un príncipe mantiene siempre la compostura. Por ello se limitó a apretar los dientes dentro de su boca y saludar con una inclinación reverente tanto a su progenitora como que la nueva jinete. Intentó atar las sogas de las ovejas a una piedra que sobresalía y quedó bastante descontento con el nudo que hizo. Que importa, pensó, el dragón las asaría tan pronto como se lo permitieran. Justo como imaginó, la vista de los corderos atrajo la atención del depredador. Se alejo a una distancia prudente de los carneros solo para que el dragón no hiciera ningún movimiento sobre ellos. La bestia se veía muy centrada en su cena y aún así no se movió. Dracarys. - intentó para convencerlo de acabar con sus presas. El Ladrón de Ovejas solo enfocó su atención en él y resopló. Las personas inferiores que pensaban que sus monturas eran animales sin raciocinio, eran tan estúpidas como el dragón pensaba que él era. No podía asegurarlo todavía, aunque empezaba a sentir que le desagradaba a la feroz criatura. Maegor, - lo llamó Visenya - el dragón no obedecerá ninguno de tus comandos, ni siquiera para comer. - intentó defenderse explicando que solo quería convencerlo de que se comiera a sus refrigerios - No importará Maegor. Su jinete no confía del todo en nosotros por lo que su dragón no confía en nosotros, esa es la naturaleza del vínculo. - y para reforzar lo, convocó a su dragón sin decir palabra. Maegor pudo apreciar como Vaghar se acercaba lentamente, sin prestar atención alguna a los ovinos. El otro dragón siseó ante su acercamiento, aunque ese fue toda la magnitud de su respuesta - Cuando nuestra pequeña ladrona quedó inconsciente no fuimos pasto de las llamas solo porque ella lo había calmado momentos antes. Y lo más importante, cuando cayó, ella quería escapar de nosotros, no destruirnos. De haber tenido la más mínima intensión agresiva habríamos sido calcinados. Ten en cuenta esto la próxima vez que interactúes con su bestia. Esto puso la mente de Maegor en perspectiva. Este no era uno de los dragones Targaryen ue conocía, no importa que descendiera de ellos en un par de generaciones. No podía actuar bajo la presunción de que lo reconocía, e incluso bajo esa consideración, era mejor actuar siempre de forma prudente y a una distancia respetable. La chica sólo lo miró de forma acusadora. ¿Qué pasa? - exigió. La chica sacó de entre su ropa un puñal oculto y degolló a ambos animalitos con una facilidad pasmosa antes de decir - Ibas a hacer que quemará a las ovejas vivas para comerselas. - Sí, así lo hacen en la naturaleza cuando cazan. - Con nosotros presentes no tiene que ser así. Como mínimo podemos ahorrarle el sufrimiento a los animales que tienen que morir para servir de alimento. Podemos ser fríos al respecto pero no crueles. La referencia lo enfureció. Iba a decirle que los Targaryen no tenían que limitarse por tales creencias morales cuando vio a su madre asentir. ¿Lo que dijo la chica era correcto? Viendo el charco de sangre extenderse a su alrededor pensó que hubiera sido más pulcro y eficiente usar su método. Su furia terminó disminuyendo, aunque aún estaba enfadado. Pues no sabía que tenías un cuchillo y no iba a usar mi espada. - su argumento sonó débil y como algo que solo podía salir de un niño enfurruñado. Patético, pensó. Un príncipe siempre debe mantener la dignidad, se reprendió a sí mismo. Si esperaba una contestación de la chica iba a ser decepcionado, pues fue la voz de su madre la que habló - Maegor, - su nombre fue articulado de forma tal que se sentía como un regaño estuviese a punto de ser impartido - hoy has cometido dos veces el mismo error. Por tu propia admisión has consentido que te has saltado una de las reglas más básicas que debe seguir cualquier guerrero. - sintió que iba a enrojecer de vergüenza, demasiado impropio de un príncipe, así que para evitarlo alzó su labio en lo que todos pensaban que era una mueca - ¿Puedes decirme cuál fue? No sé. - intentó sonar firme. Has bajado la guardia en dos ocasiones diferentes y con la misma persona. - no pudo evitar ponerse rígido - Ignoraste que nuestra pequeña pilla acá, por poco amenazante que parezca, podría llevar un arma oculta. Y anteriormente, cuando nuestra pilluela fingió desmayarse caíste directamente en su trampa sin asegurarte de no quedar vulnerable. Bueno, si le estás dando lecciones déjame compartir un poco de sabiduría callejera. - Maegor la miró, impresionado de que su madre aceptará su intromisión en su discurso - Si alguien finge un desmayo, intentará no sufrir aunque no quiera, darse golpes fuertes en la cabeza o en el cuerpo, se deslizan suavemente al suelo para que bajes la guardia y ¡PUM!... Dracarys. - la orden de su madre resaltó el sentido de lo que la muchacha decía mientras llamas bronceadas envolvían a los dos carneros. Una guardia baja significaba una debilidad a punto de ser explotada. Mientras el calor del fuego los bañaba, Vaghar se apropió de una sola oveja y la arrastró para devorar la a su zona correspondiente en la cueva. El Ladrón de Ovejas le dedicó un gruñido bajo pero no hizo movimientos, hasta que la chica le destinó un gesto y se abalanzó sobre su comida. Entonces la muchacha continuó su explicación. - Cuando alguien es herido o cae inconsciente de verdad, no tiene una caída suave como la mía, sino que cae como piedra. Un momento están de pie y el otro en el suelo. Tenlo presente para diferenciar una persona que no está lúcida de otra que solo finge. Visenya se mostró positiva ante este comentario así que él lo guardó en su mente. Si era útil para enfrentarse a enemigos, conocimientos son conocimientos. Este día había adquirido grandes descubrimientos y conocimientos y dudaba que alguna vez olvidará lo que aprendió en la jornada. Por cierto, pequeña ladrona, - la voz de su madre tomó un cariz jovial - no se me ha escapado que tras tantas palabras e intercambios, aún no conocemos tu nombre. Ortiga. - la respuesta fue rápida. ¿Qué clase de nombre es Ortiga? - no pudo evitar burlarse. ¿Qué clase de nombre es Maegor? ¡Apuesto a que viene de maegi! - a la reina Visenya se le acusaba de practicar magia de sangre, así que el nombre tenía sentido. La incipiente discusión fue cortada de raíz por un fuerte revés que Visenya les propinó a ambos en la parte posterior de la cabeza. Ortiga solo se sacudió, pensando que estos bofetones se estaban haciendo costumbre mientras Maegor se hallaba debidamente escarmentado. Maegor viene de Maegon, Señor de Rocadragon y gran erudito. La mayor parte de los libros de medicina que están en el castillo, quitando los traídos por Aenar antes de la Maldición, provienen de su colección personal. - ¿así que la reina guerrera admiraba al lord estudioso? Pensó Ortiga mientras Visenya le lanzaba una reprimenda. Después se centró en Maegor - Te he enseñado mejor que para burlarse del nombre de nuestros invitados. Es cierto que Ortiga no es un nombre valyrio y es algo que tendremos que corregir. Al igual que tendremos que renombrar a su bestia. Me niego que Ladrón de Ovejas sea más que un título para las bestias consideradas el orgullo de la Casa Targaryen. Oiga Señora, - una mirada bastó para regular - Su Gracia. ¿Cómo que me va a cambiar de nombre? ¿Y si me confundo después? - Es algo que tendré que analizar a profundidad. Pero es momento de marcharme. Inventaré algunas escusas para la ausencia de Maegor, no quiero que se hagan suposiciones innecesarias. Y pondré en marcha algunos proyectos necesarios para el logro de nuestros objetivos. ¡Espere! ¿Y el niño? - ¿Cuando hablaba de un niño se referia a él? Maegor se ofendió. Como podía pensar que él era un niño, estaba a punto de casarse y todos admitían que lucía casi como un adulto - No me va a dejar a solas con él ¿verdad? Su madre tranquilamente admitió - Le dije a mi hijo que se preparará para pasar la noche junto a ti. Siendo esencialmente nuestro huésped secreto, no podemos brindarte la hospitalidad del castillo. Lo que no significa que no te brindaremos todas las comodidades posibles. - la diversión apareció en su tono - No te preocupes, mi príncipe será un excelente guardián y sabrá tratar a una jinete de dragón acorde a su posición. Yace tranquila a su lado. - esto último pareció espantar la aún más. Maegor se sentía separado de la discusión. Como silencio faltará una parte que no le permitía entender bien que debatían entre las dos. También espero que mantengas entre nosotros lo que discutimos. He criado a mi príncipe para que sea el mejor combatiente que pueda ser pero no debo seguir siendo ignorante a sus defectos. Pensé que por su posición nunca necesitaría pulir otras cualidades. Hoy comprendo que la ausencia de dichas aptitudes puede ser más perjudicial que beneficioso. Maegor carece de muchas habilidades cortesanas, entre ellas la habilidad de fingir descaradamente y mentir. - Maegor se sentía completamente rígido con sus palabras. Que su madre admitiera que cojeaba en habilidades necesarias era algo que no le gustaba para nada - Es menester a nuestros intereses que él quede en la oscuridad sobre este tema. - la chica se quedó completamente boquiabierta mientras su madre se enfocó en él - Escucha mis palabras, hijo mío. He fallado en muchas ocasiones en proteger tus necesidades. - Maegor quiso negar esto con vehemencia. Si alguien había luchado a su favor no podía ser otra que su madre - Ahora te pido que confíes. Allanaré el camino para evitar el oscuro futuro que nos fue revelado. Pase lo que pasé, tú prosperarás, me encargaré de ello. ¿Confías en tu madre? Solo pudo cabecear hacia arriba y abajo. Su madre era su única constante en su vida. Por mucho que le doliera, su padre no era más que un extraño y aunque intentará ignorarlo, en ocasiones sentía que ni siquiera le importaba. Aenys solo había charlado con él un par de veces. Sin su progenitora, estaba completamente solo. Visenya aceptó su asentimiento mientras la muchacha (Ortiga, se llama Ortiga, se repitió) permaneció en silencio mudo. Su madre acabó dirigiéndose hasta donde descansaba Vaghar en el otro lado de la cueva, completamente tranquila y Maegor la siguió. Ellos no eran de despedida efusivas y no verse durante toda la noche, el tiempo más probable de separación, no justificó el comportamiento de su matrona. Ella tomó su rostro entre sus manos y besó su frente - Escucha bien, mi príncipe. No quiero discusión. A partir de este momento tratarás a la muchacha no como una dama sino como si fuera toda una princesa Targaryen. Él convino - Es una Señora del Dragón verdadera, no importa que haya nacido bastarda. - No. Nada de bastarda. Aunque a nosotros no nos importe, es una mancha tan grande para la gente de este continente que es mejor no poner ese peso sobre sus hombros. - ¿Cómo Orys? Como Orys. - ser bastardo era un estigma tal, que en vez de presumir ante todos que tenía en las venas sangre de dragón, era mejor negarlo, ocultarlo. Como si fuera un motivo de vergüenza - Considerala de nuestro lado. ¿Cómo uno de mis acompañantes? - todos niños de Casa Menores, pues las Grandes Casas preferían enviar a sus hijos con Aenys. No eran realmente sus amigos. Eso lo aprendió pronto. Si podían conseguir una mejor posición se irían bastante rápido. Tampoco es que fuera tan divertido estar a su lado, tuvo que admitir. Con todo lo que sabía, se tuvo que preguntar: ¿Sus compañeros notaban algo malo en él? No. Es nuestra. Compartimos objetivos en común por lo que ella promete fidelidad. Aún así Maegor, debes recordar. La lealtad es difícil de conseguir y fácil de destrozar. Debes aprender a cultivarla con ella, forzarla no servirá de nada. La aplastaría en vez de ganarla de forma completa para nosotros. - No se preocupe madre, entendí. Eres mi razón de ser Maegor. No sabes de lo que sería capaz por ti. - con estas crípticas palabras Visenya lo abandonó. Vaghar lanzó un trino de emoción mientras subía a su silla. Desesperezandose lentamente, la dragona estiró la totalidad de su envergadura y se sacudió. Reflejos verdes y azules brillaron por todo su cuerpo antes de que saltará por la entrada de la caverna. En lugar de girar inmediatamente hacia el castillo, siguiendo el borde de la isla, dirigió su bronceada masa en un vuelo hacia el mar abierto. ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Con el azul infinito extendiéndose ante ella Visenya se relajó. Solamente cuando volaba sola, por encima del mundo, podía aflojar sus extremidades. Su cuerpo siempre se mantenía alerta, buscando el peligro a la vuelta de la esquina. No importa que en ocasiones fuera útil, a su edad el precio que le pasaba a su cuerpo era demasiado alto. El dolor en su cuello y hombros era permanente. Ella por lo general lo achacaba a la flecha que la hirió en los Campos de Fuego, mejor decir que una vieja herida la molestaba que a decir que su mente siempre estaba tensión. La tomarían por una mujer demasiado excitable y se había esforzado demasiado en su vida para ser reducida por esto, en ella no se toleraría la más pequeña debilidad. Al final, nada de esto importaba. Lo cierto era que ya no podía descansar de noche. Su cabeza se negaba a apagarse buscando enemigos en cada sombra. Como último recurso recurrió a las hierbas para dormir. Lo que en esencia la dejaba vulnerable. Lo que la hacía preocuparse. Por lo que su cerebro entraba en un círculo vicioso de falta de sueño y angustia por el estado desvalido que adquiría como resultado de los remedios para dormir. Acá, sobre las nubes, ningún enemigo la alcanzaría jamás. No diría que lo disfrutaba. El placer de volar había sido extirpado de ella hace mucho tiempo. Pero le quitaba la opresión en su pecho y le daba más libertad para pensar. Ya había esbozado el plan a seguir. Eran los pequeños detalles los que había que pulir. Como explicar a la nueva jinete. Como presionar para que se aceptará el matrimonio doble. Como usar a la niña para lograr concesiones a la vez que convencía a Aegon que su utilidad era mayor que su amenaza. Aegon... No pudo evitar contorsionar su cara en una mueca de desagrado. Tenía la persistente creencia de que estaba más involucrado de lo que nadie imaginaría en la usurpación de los derechos de su hijo. Apretó los bordes de la montura. Un gruñido alterado surgió de Vaghar, su dragona sentía su conflicto interno. No pudo detenerse incluso con esto. Ella había luchado por su familia, sangrando por ella. Su orgullo había sido pisoteado una y otra vez en el nombre Targaryen. Si lo que pensaba era cierto, entonces sería la traición definitiva. No quería saber como reaccionaría si lo que sospechaba era verdad. ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Esto es una mierda, pensó Ortiga. Una cosa era planear una alianza matrimonial falsa con Maegor y otra era pasar tiempo con él. A solas. Sin que su maldita madre le advirtiera que no podía hacerle daño. Respiró hondo. No pienses en el problema, piensa en la solución. Bueno, veamos. Hasta que se hizo rey no hizo nada realmente horrible. A menos que cuentes lo del gato. Y la historia del caballo que mató a cuchilladas para luego rajarle la cara al mozo de cuadra que intentó detenerlo. Lo que la dejó pensando ¿Cómo se mata a un caballo con una pequeña cuchilla? Los caballos son animales grandes con estructuras robustas. Para matarlos se necesitaría un esfuerzo considerable y una cantidad de heridas significativas. Más esfuerzo si el corcel se resistía y era obvio que se iba a resistir. Además ¿Por qué carajos nadie intervendría? Cualquier sirviente que se precie sabría que lo más inteligente para hacer cerca de un noble enojado era alejarse en dirección contraria. No meterse en una situación que podría contarle bastante caro. Y los malditos Targaryen destacaban, no podían ser confundidos con otra cosa que realeza. Mmmm ¿lady Ortiga? - la voz a su lado casi le provoca un ataque al pecho. Mirarlo empeoró todo. Una sonrisa antinatural adornaba su boca y tuvo que contenerse para no gritar ¡Misericordia! Trató de calmarse y sonreír antes se responder. Sí, ¿que deseas? - no le importaba que fuera un príncipe, si le pedía algo raro le iba a clavar su navaja en una pierna. Lo suficiente malo para que la dejara en paz y alejado de cualquier punto importante para evitar cualquier daño que provocara que sus papis, los Conquistadores, la persiguieran en venganza. ¿Podríamos prepararnos para el anochecer? Me gustaría encender el fuego y disponer los alimentos, si le place, - ¿Eh? Ah, la reina le había dicho que la tratará como una semejante. ¿De verdad iba a hacerlo? Echándole una ojeada más crítica, el príncipe parecía más incómodo que ella por la situación en la que ambos se encontraban - antes de que nos atrape el anochecer. ¿Cómo va a anochecer si aún es temprano? - dijo Ortiga antes de mirar por la apertura por donde Vaghar había emprendido el vuelo. El orbe rojo ya se encontraba descendiendo en el horizonte - ¡Carajo! ¡Hijo de tu madre! ¿Cuánto tiempo estuve fuera? - eso explicaba porque tenía tanta hambre, aunque la verdad era que siempre tenía hambre. Eh, al menos recordó no maldecir a su madre en su cara. Se encontró... desmayada unas cuantas horas. - posterior a esto intentó aclarar - Mi madre intentó no hacerle demasiado daño cuanto te abalanzaste sobre mí. - cierto, solo porque era "demasiado útil". No, concéntrate, haz amigos no enemigos - Lamento haberte empujado, solo trataba de, como decirlo, salir entera (y viva) de la situación. Hiciste lo correcto, - admitió - cuando te enfrentas a un enemigo desconocido cuyas fuerzas te superan es mejor alejarse para poder pensar un correcto plan de acción. Incuso lograste derribarme, estoy impresionado. - su cara de aprobación era ligeramente mejor a su perpetuo ceño fruncido y en definitiva, superior a la sonrisa macabra que tenía momentos atrás. Estando en mejor posición era hora de empezar a aplicar el plan para hacerse su amiga/ganarse su confianza para si se volvía loco no la matará y/o torturará. Así que mientras él preparaba la hoguera y se ponía a asar algo, mmmm pollo asado, intentó iniciar una conversación. Nada. No le venía a la mente nada. ¿Cómo comienza uno una discusión amistosa con un posible genocida? Hasta aquí llegaron sus legendarias habilidades de conversación. El silencio se extendió, solo interrumpido por el carroñero festín que su dragón se daba a su espalda. Realmente disfruta de las ovejas esa bestia tuya, mi lady. - fue el comentario de dicho príncipe, quien la atrajo hacia un tema bastante atractivo para ella. Ella asintió emocionada - Sí, todos saben que se dedica a asaltar las manadas de corderos desde Marcaderiva hasta las Tierras de la Tormenta. No le interesan mucho las reses o los caballos, no digo que no se los coma, - se le escapó una carcajada - pero prefiere a los carneros y muy de vez en cuando se zampa al perro ovejero lo suficientemente tonto para interponerse en su camino. - otra pequeña risa, aquí un tema de sus favoritos, ella podía hablar sin detenerse de los dragones y más cuando se trataba del suyo, su máximo orgullo - No suele atacar a las personas mientras se mantengan lejos de él y es por eso que los pastores le dan un amplio espacio. Pero si lo provocan pueden ser bastante malhumorado. ¿Sabes que durante la cosecha de Semillas fue el dragón que más muertes provocó? ¿Cómo llegaste a domarlo? - el príncipe escuchaba atentamente todo lo que decía. Sus mejillas se enrojecieron un poco. Le habían repetido en varias ocasiones que así no era como alguien se vinculaba a un dragón. Pues que se fueran al diablo. Lo que valía era que el vínculo estuviera ahí - Le comencé a traer una oveja día tras día. Cada vez confiaba un poco más en mí y me dejaba acercarme un tilín más. Hasta que un día él fue quien se acercó primero. Me dejó tocarlo. Cuando puse mi mano en su cabeza sentí la conexión. Era mío y también yo era suya. - la euforia del recuerdo la recorrió - Bah, que importa los que dicen que engañe al dragón para montarlo. Al final me eligió a mí. - ¿Engañarlo? Sí. Todos iban y se enfrentaban a los dragones y les daban órdenes a ver si obedecían. La mayoría terminaron quemados o muertos. Yo sabía que el Ladrón de Ovejas siempre fue un dragón salvaje. Así que de seguro jamás había obedecido órdenes y viendo que mató más personas que los tres dragones del castillo juntos, decidí que mejor se adaptará a mi poco o poco en vez de ir de frente y convertirme en bastarda asada. Quitando al príncipe Jacaerys, la mayoría lo interpretó como hacer trampa. Lo que solo podría describirse como una sonrisita maliciosa salió de sus labios - Eso es tonto. - dijo - No hay algo como hacer trampa a la hora de domar a un dragón. O te escoge o no. Solo estaban envidiosos de que fuisteis más astutas que ellos. Príncipe cruel o no, sintió que se le hinchaba el pecho. - ¿Quiénes son los tres dragones del castillo, mi señora? Oh, son Bruma, Vermithor y Ala de Plata, todos fueron montados con anterioridad. Bruma era el orgullo de Ser Laenor Velaryon, volaba constantemente con el sobre Marcaderiva cuando era niña. Es un dragón adulto de color gris plateado. Probablemente el más pequeño de los dragones sin jinetes. Imagino que solo competiría en dimensiones con Fantasma Gris, que era uno de los dragones salvajes. Aunque nunca los vi juntos. El Fantasma Gris también era gris solo que del color de la niebla matutina, solo que con un aspecto más delicado, si se le puede llamar delicado a un dragón - él cabeceó entendiendo perfectamente - Era bastante tímido y demasiado escurridizo para estar cerca de otros dragones, por lo que es difícil compararlo. Solo pude observarlo una o dos veces a lo largo de mi vida pescando en la bahía. Y luego están Vermithor y Ala de Plata, nacidos en la cuna del Viejo rey Jaehaerys y la Bondadosa reina Alysanne. Mi dragón se encuentra en tamaño entre ellos dos, siendo Vermithor la Furia Bronce, el dragón más grande de la guerra después de Vaghar. De Ala de Plata podemos decir que es bastante dócil y amigable con extraños mientras que Vermithor no tanto, pero esos dos son bastante unidos, siempren llamándose y arrullándose. Por supuesto, ninguno se compara en ferocidad con el Caníbal, el dragón salvaje más grande, más viejo y probablemente el más peligroso de todos. Se sabe que devoraba dragones jóvenes y sus huevos y que su guarida estaba llena de huesos de aspirantes a jinetes de dragón. - sus manos hacían aspavientos para darle más dramatismo a lo que contaba - Incluso un hombre llamado Denys Argenta, que decía ser hijo de un bastardo del rey Maegor, intentó domar al Ladrón de Ovejas y... - ¿Hijo de un bastardo mío? Eso no tiene sentido. Si estuviera tan desesperado por un hijo y tuviera un bastardo siendo rey ¿porqué no limitarme a reconocerlo? Pues que se yo, habrá nacido de una sirvienta que lo ocultó - lo que no tendría sentido, el rey la hubiera cubierto de regalos - o sería hijo de otro hombre con rasgos Valyrios, pero eso fue lo que dijo. - el colmo de la vida de Ortiga, ella no podía decir que era hija de Daemon por como se veía y era más probable que creyeran que Denys era hijo de un hombre conocido por no tener hijos que que ella había nacido de la semilla del Príncipe Pícaro, el Señor del Lecho de Pulgas. Así era la vida ¿Qué se le iba a hacer? - Volviendo a la historia, el Ladrón de Ovejas le arrancó un brazo a Denys y cuando sus hijos intentaron rescatarlo vino el Caníbal, espantó a mi dragón y se los comió a cada uno de ellos. Nadie se atrevió a intentar montarlo después de eso. Es considerado el dragón más letal y agresivo de todos los que hay. Incluso hay personas que cuentan que vivía en Rocadragon antes de la llegada de los Targaryen, aunque eso lo dudó. Vaghar era mayor que él y... - su rostro se contrajo con un rictus de dolor - Estoy hablando demasiado ¿verdad? - y pensar que estaba preocupada por no tener temas de conversación - Desde siempre he estado media obsesionada con los dragones y cuando comienzo a hablar de ellos es como si no pudiera detenerme No me importa, - aclaró Maegor - me encantan los dragones. Un príncipe debe aplicarse en sus estudios y me gusta mucho estudiar sobre dragones. Sabías que cuando Aenar vino de Valyria trajo cinco dragones con él pero únicamente Balerion, que era una cría prosperó. - ella negó, bastante ilusionada con cuentos de dragones que no conocía - En las décadas siguientes la mayoría falleció y aunque el nacimiento de Meraxes a principios del siglo fue bastante celebrado, pasaron casi cincuenta años para que naciera Vaghar. Esta no se vínculo a ningún jinete hasta mi madre que la montó con apenas nueve años, la jinete más joven de la historia Targaryen y con un dragón salvaje. - mencionó lleno de orgullo, era hijo de un linaje augusto con ambos padres representando el ideal del mismo - Es por ello que la idea de un mundo lleno de dragones es tan extraña. ¿Sabes cuántos dragones hay en tu época? Ella trató de contarlos - Veamos, los Verdes tenían seis, salvajes quedaban dos, los Negros en total tienen... - empezó a sumar y a restar con la mano. - ¿Qué haces? ¿Por qué escondes dedos? - Es una guerra, estoy descontando los que se han muerto. ¿Se han muerto muchos? - sonó medio horrorizado. No pudo contener un gesto de dolor - Pues como cinco. Primero cayó Arrax con el príncipe Lucerys, el segundo hijo de la reina. Como era muy joven lo enviaron de mensajero a Bastión de Tormentas, que quedaba cerca y allá fue atacado por Aemond el Tuerto y Vaghar. La dragona viva más grande de Poniente contra un dragón considerado muy joven - su padre se enfurecía por la sola mención de esto - y es por ello que Aemond es llamado ahora el Matasangre, bueno, era. Luego, la princesa Rhaenys cayó en una trampa contra Vaghar y Fuegosol y con ella murió Meleys, la Reina Roja. Luego fue la Batalla del Gaznate donde luchamos contra las Tres Hijas, - se quedó callada un momento - más bien las Tres Putas. Mira lo bajo que cayó el bando contrario, aliándose con esclavistas conocidos. Sabrán los dioses que prometieron a cambio, si permitir esclavizar parte de la población de la gente pequeña como pago. - un escalofrío la recorrió - Una flota de casi cien barcos saqueó Marcaderiva y atacaron a los barcos que llevaban a los dos pequeños hijos de mi padre con la reina a Pentos. Aegon, el mayor de los dos logró escapar en su cría. Deberías haberla visto Maegor, escamas de color turquesa con cuernos y garras negras, destinada a convertirse en una bestia hermosa y brillante. Pero no sobrevivió, fue capaz de salvar a Aegon pero escorpiones y arqueros lo usaron de diana. - su sangre era hirviente y negra recordó, y echaba humo de sus heridas, cuanto luchó para no morir - Viserys, el menor de los dos niños, solo tenía ocho años y un huevo de dragón, sin manera de escapar compartió la suerte de los cientos de vasallos y criados de los Velaryon. Tanta sangre, tantas vidas. - ¿Perdiste a alguien de tu lado? De las personas que podía considerar mías ya no me quedaba nadie - admitió desganada - y nunca sabré si la familia de mi padre me reconocería como suya. Dime ¿quién querría admitir entre los suyos a la hija bastarda de una puta? - tenía que aceptar de una vez su realidad - Supongo que estoy completamente sola. No estás sola ahora. Madre dijo que eras nuestra y ella aborrece las mentiras. Así que mejor no creas que esas fueron palabras melosas. - como podía pensar de forma tan ingenua mientras tenía un aspecto, en el mejor de los casos adusto fue su primer pensamiento. Los ojos suspicaces y su boca fruncido le daban una apariencia que no generaba confianza en lo que dijo, aunque parecía muy seguro. No pudo evitar darse una bofetada mental. Tenia trece años, sin importar como luciera seguía siendo un niño y con algo de suerte, un niño que podía ser arreglado de la mierda que fuera que lo haya hecho convertirse en la figura que inspiraba el miedo en los infantes de sangre Targaryen - Continúa tu historia, no te detengas. Suspiró - En la misma batalla sufrimos probablemente la perdida más alimentada de toda la guerra. Jacaerys Velaryon, el amado príncipe. Noble y valiente y carismático por naturaleza. Hablar con él te inspiraba a seguirlo. Estaba destinado a superar a Jaehaerys. - solo de pensarlo se le querían saltar las lágrimas, solo dos veces había interactuado con él y se había ganado su eterno aprecio y lealtad - En pleno combate Vermax descendió demasiado bajo, no me preguntes porque, y terminó sumergido. - recordó solo girarse para contemplar con horror como el dragón intentaba salir del agua para luego hundirse por una galera en llamas - El príncipe Jacaerys logró safarse y salir a flote solo para ser acribillado por flechas. - el saber que no pudo haver nada para evitarlo no disminuía su dolor. En un momento todos volaban quemando la flota enemiga y en un parpadeo él estaba muerto. Sin que ella pudiera decirle lo mucho que lo admiraba. Le debía tanto y solo podía observar de lejos como un proyectil tras otro se clavaban en su cuerpo. Cuando pudo reaccionar estalló en ira. Cientos de hombres fueron combustible para el fuego de su dragón. Galera tras galera, barco tras barco. Hasta que el mar completo ardió a su alrededor y el humo invadía sus pulmones. Intentó bloquearlo. La injusticia, la perdida, la deuda que jamás podría ser saldada. Solo para que le siguiera otra pérdida igual de devastadora y reciente. Luego lucharon Aemond y Vaghar contra Daemon y Caraxes sobre el Ojo de los Dioses. Nadie sobrevivió. Ja. Supongo que los Verdes también perdieron un dragón. - dijo sinceramente desanimada - Sabes, ya no tengo ganas de seguir haciendo cuentos. - La cena... ¡Qué no tengo hambre! - tan bien que había comenzado su charla. Se suponía que debía intentar relacionarse con el príncipe, ganar algo de aprecio. Pero no tenía ni las fuerzas ni la voluntad. Demasiadas perdidas en demasiado poco tiempo. Ni siquiera podía seguir luchando contra el otro bando porque no existía el otro bando. No había enemigos ni aliados. De pronto se sintió sola, tan sola y sin rumbo - Me voy a dormir, no molestes. Si al príncipe le molestó que una muchacha común le diera órdenes, no dio señal.
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