ID de la obra: 944

CAMBIO —「Last Embryo」

Het
G
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1
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planificada Mini, escritos 130 páginas, 44.722 palabras, 13 capítulos
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Capítulo 3

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Capítulo 3 Hace seis años… —¿Qué andas leyendo, Senji? La voz de Ai interrumpió la lectura de Senji, quien estaba sumido en un periódico. —Viendo las noticias —respondió Senji, sin apartar la vista del periódico—. Parece que una idol en ascenso que recientemente participó en una novela se suicidó debido a las críticas por su actuación. Es sorprendente cómo las palabras de desconocidos pueden llevar a un final tan trágico. Senji se volvió hacia Ai con una expresión pensativa. —Recuerdo que mencionaste que querías ser actriz… o era una idol. Al final, supongo que no es tan diferente. Ambos roles implican ser figuras públicas, participar en eventos similares y enfrentar críticas del público. Ai lo miró con una mezcla de sorpresa y curiosidad. —Sí, eso es cierto. A veces no se toma en cuenta lo difícil que puede ser lidiar con la presión constante. —respondió Ai con el argumento escuchado de Senji. —Por tu propio bienestar, no te recomendaría convertirte en una idol o actriz, Ai. A veces, la fama atrae a personas peligrosas o fanáticos obsesivos que pueden poner en riesgo tu seguridad. —Senji dijo esto con un tono serio, recordando la gravedad de la noticia que había leído en el periódico. Ai lo miró con sorpresa, sintiendo el peso de sus palabras. —No había pensado en eso... —murmuró Ai, su expresión volviéndose más reflexiva—. Supongo que, además de la presión constante, también hay riesgos que no siempre se consideran. Senji asintió con la cabeza, su rostro mostrando una mezcla de preocupación y cuidado. —Sí, la fama puede ser una carga pesada. Es importante estar consciente de los peligros que vienen con ella. Aunque no pienses en convertirte en una figura pública, es bueno saber qué tipo de riesgos podrían estar asociados. Ai asintió lentamente, agradecida por el consejo de Senji. —Tienes razón, Senji. Gracias por advertirme sobre esto. A veces es fácil dejarse llevar por las fantasías sin pensar en las realidades duras. Senji sonrió, aliviado de ver que Ai estaba tomando en serio su advertencia. —Siempre es mejor estar preparado y consciente, incluso si solo se trata de una broma. Decidieron dejar de lado el tema y conversar de otras cosas. » ━━━━━━ « ♔ » ━━━━━━ « En la mañana siguiente, Ai Hoshino se encontraba en la cocina, sorbiendo un té mientras hojeaba el periódico que había recogido de la entrada. El silencio de la casa la envolvía, pero su mente estaba llena de pensamientos inquietantes. Al pasar las páginas, los titulares capturaron su atención: "Actriz joven encontrada muerta en su apartamento", "Cantante se quita la vida tras una ola de críticas", "El trágico final de una estrella en ascenso". Cada artículo detallaba la vida y muerte de personas que alguna vez fueron veneradas por el público. Ai se detuvo en las imágenes de las celebridades, jóvenes y sonrientes en sus mejores momentos, ahora reducidas a historias trágicas en los medios. Una inquietud se instaló en su pecho. ¿Qué pasaría si ella llegara a ser famosa? ¿Si lograra cumplir su sueño de ser una actriz o idol? Dejó el periódico a un lado y encendió su laptop, la pantalla brillando con la fría luz de la mañana. Empezó a buscar en internet los nombres de aquellas personas cuyos destinos se habían sellado tan trágicamente. Las páginas se llenaban de rumores, teorías, y detalles escabrosos de sus vidas privadas. Fotos de sus hogares, sus familias, sus momentos más íntimos, todo estaba allí, expuesto para que el mundo lo viera. El miedo comenzó a crecer en Ai mientras navegaba por esas páginas. Si ella alcanzaba la fama, ¿sería su vida diseccionada de la misma manera? ¿Serían sus secretos, sus miedos más profundos, revelados al público? La idea de que extraños pudieran hurgar en su vida privada la aterrorizaba. La presión de las expectativas, la crueldad de las críticas, y la implacable curiosidad de la gente común se volvieron reales para ella, más que nunca. —Si me pasara lo mismo… —murmuró Ai, su voz temblando ligeramente—, la gente también buscaría en lo más profundo de mi vida privada… y todo saldría a la luz… No quiero esto. Ai apagó la laptop, todavía sintiendo el nudo en su estómago. No había logrado sacudirse el temor que la idea de la fama había plantado en su mente. Sumida en esos pensamientos, apenas notó cuando su padre entró en la cocina, sosteniendo una taza de café humeante. —Buenos días, Ai —la saludó con una sonrisa mientras se sentaba a la mesa—. ¿Qué haces tan temprano con el periódico? —preguntó, tomando el periódico que Ai había dejado a un lado. Ai, aún algo distraída, le entregó el periódico sin pensarlo dos veces. Su padre la miró con una ligera confusión. —¿Leyendo el periódico? Eso no es algo que suelas hacer. —Notó la seriedad en su rostro y levantó una ceja, curioso—. ¿Hay algo interesante que te haya atrapado? Ai sonrió con una mezcla de nervios y algo de vergüenza. —Bueno, no suelo leerlo, es cierto —admitió, jugando con un mechón de su largo cabello morado—. Pero... Senji me habló mucho sobre los periódicos y los periodistas. Supongo que eso me hizo pensar un poco en lo que se publica, en las historias que la gente cuenta... y en cómo eso afecta a los demás. El padre de Ai la observó, sus pensamientos girando en silencio. Nunca había mostrado interés por los periódicos antes. La idea de que su hija pudiera estar interesándose en algo nuevo, especialmente en algo tan serio como el periodismo, lo sorprendió gratamente. —Así que Senji te metió la idea de los periódicos en la cabeza, ¿eh? —dijo con una sonrisa, mientras hojeaba el periódico—. Es interesante, ¿sabes? El periodismo tiene una forma de cambiar la manera en que vemos el mundo. Y pensar que todo empieza con simples palabras impresas en papel. Hizo una pausa, dejando que sus palabras calaran en Ai antes de continuar. —Oye, ahora que lo pienso... ¿te acuerdas de la cámara digital que dejé de usar? —preguntó, recordando la cámara digital que uso para fotografiar a Ai hace tres meses por su cumpleaños—. Esta guardado cerca del televisor. Tal vez podrías sacarla y tomar algunas fotos... nunca se sabe, podría ser divertido. Y quién sabe, tal vez algún día te interese ser periodista de verdad. Ai negó con la cabeza, sintiéndose un poco abrumada por la conversación. —No sé, papá. No creo que eso sea para mí. No me veo persiguiendo historias o tomando fotos para un periódico. Solo estaba... curioseando un poco. Su padre sonrió con amabilidad, no queriendo presionarla, pero también queriendo que explorara algo nuevo. —No te preocupes, no tienes que decidir nada ahora. Pero ¿por qué no intentas divertirte un poco con la cámara? —dijo en un tono suave, casi persuasivo—. Puede que descubras algo que te guste. A veces, las cosas que menos esperamos son las que más nos sorprenden. Ai lo miró, notando el cariño y la paciencia en sus palabras. Aunque seguía sintiéndose insegura, la idea de experimentar con la cámara no le parecía tan mal. —Está bien, lo intentaré —respondió finalmente, con una pequeña sonrisa—. Pero solo por diversión, no te hagas ilusiones. —Eso es todo lo que te pido. —respondió su padre, satisfecho, antes de volver su atención al periódico. Mientras lo hacía, Ai se quedó en silencio, preguntándose si realmente podría encontrar algo más en ese mundo que tanto la había asustado momentos antes. En la tarde... El sol de la tarde iluminaba suavemente las calles, y Ai Hoshino decidió aprovechar el tiempo libre. Como era fin de semana y no tenía clases, tomó la cámara digital que su padre le había mencionado esa mañana. Aunque al principio no estaba segura de qué hacer con ella, la idea de explorar un poco y capturar imágenes de su entorno comenzó a parecerle más atractiva. Ai salió de casa y se dirigió al parque cercano. El lugar estaba lleno de vida, pero de una manera tranquila y apacible. Se detuvo bajo un árbol y encendió la cámara, enfocando su lente en los pájaros que revoloteaban entre las ramas. Sus pequeños cuerpos se movían con agilidad, y Ai se sorprendió al notar cómo el simple acto de fotografiarlos la hacía sentir más conectada con el mundo que la rodeaba. Caminó un poco más, su curiosidad despertando con cada paso. Unos gatitos jugaban en el césped, persiguiéndose entre risas infantiles y el murmullo de las hojas. Ai se agachó para tomar algunas fotos de ellos, capturando su energía juguetona y la inocencia del momento. Había algo mágico en la capacidad de detener el tiempo en una imagen, pensó. Aunque solo fuera por un instante, podía atrapar una parte de la realidad y conservarla para siempre. Con cada foto que tomaba, Ai se sentía más cómoda con la cámara, explorando diferentes ángulos y enfoques. Lo que comenzó como un simple pasatiempo estaba despertando algo en su interior. La cámara se convirtió en una especie de ventana, una forma de ver el mundo de una manera más profunda y significativa. El día pasó rápidamente mientras Ai se perdía en su nueva actividad. Las pequeñas historias que capturaba con su cámara—un pájaro tomando vuelo, una flor abriéndose al sol, los gatitos jugando—le mostraron que había belleza y significado en los detalles más sencillos. Y, sin darse cuenta, ese mismo día marcó el inicio de un interés más serio por el periodismo, aunque ella aún no lo entendía completamente. De regreso a casa, Ai revisó las fotos que había tomado. Las imágenes no eran perfectas, pero cada una de ellas tenía un valor especial para ella. Sentía una extraña satisfacción al ver el mundo a través de la lente, y no pudo evitar preguntarse si tal vez había algo más en esta simple afición. Mientras apagaba la cámara, Ai sonrió. No sabía si quería ser periodista, pero entendió que había algo poderoso en contar historias, incluso si era solo a través de imágenes. Por primera vez, sintió que tenía una forma de expresarse, de compartir su visión del mundo. Y eso, de alguna manera, la hacía sentir más conectada consigo misma y con los demás. Al día siguiente... El sol de la mañana bañaba el parque con una luz cálida y acogedora. Ai Hoshino regresó al mismo parque donde había pasado la tarde anterior, esta vez con su cámara digital colgada al cuello y una sonrisa entusiasta iluminando su rostro. Se sentó en un banco bajo la sombra de un árbol, revisando las fotos que había tomado el día anterior. Mientras se perdía en sus pensamientos, una voz familiar la sacó de su ensimismamiento. —¡Hey, Ai! ¿Qué haces tan temprano por aquí? Ai levantó la mirada y encontró a Senji acercándose con pasos ligeros. Senji, con su cabello corto rojizo y sus ojos del mismo color, vestía una camiseta blanca con un estampado azul sencillo, pantalones cortos color caqui y zapatillas deportivas negras. Una sonrisa amplia se dibujó en el rostro de Ai al verlo. —¡Senji! No esperaba verte por aquí. —dijo, haciendo espacio en el banco para que se sentara. Senji se sentó a su lado, su atención enfocada en la cámara de Ai. —¿Es nueva? —preguntó, señalando el dispositivo con interés. —Es la cámara de mi papá. Me la prestó ayer, y he estado experimentando un poco con ella. Mira, he tomado algunas fotos que quiero mostrarte. —respondió Ai, emocionada mientras navegaba por las imágenes en la pantalla. Senji observó las fotos de pájaros, gatitos y flores, asintiendo con aprobación. —Tienes buen ojo, Ai. Las fotos están geniales. Ai sonrió ante el elogio. Luego, sin pensarlo mucho, levantó la cámara y tomó una foto rápida de Senji. —¡Hey! —dijo Senji, algo sorprendido, pero no molesto—. ¿Por qué me tomas una foto? Ai se rió suavemente, revisando la imagen en la pantalla. —Simplemente pensé que sería bueno tener una foto tuya también. Eres parte de lo que hace este lugar especial para mí. Senji sonrió, sintiéndose halagado, y permitió que Ai tomara un par de fotos más. Mientras los dos continuaban conversando, el ambiente tranquilo del parque fue interrumpido de repente. Un fuerte ruido metálico resonó en la distancia, seguido por el zumbido de la ciudad que quedaba en silencio. Las luces a su alrededor parpadearon y luego se apagaron por completo. El sonido de un choque brutal llenó el aire, y ambos niños se volvieron hacia la fuente del ruido, alertas y preocupados. —¿Qué fue eso? —preguntó Ai, su corazón acelerándose. Antes de que Senji pudiera responder, un segundo choque se escuchó más cerca. Desde su posición en el parque, ambos pudieron ver cómo un coche se estrellaba violentamente contra otro en la intersección cercana. La situación se tornó aún más inquietante cuando vieron a una figura encapuchada salir del primer coche. El hombre, envuelto en ropa gruesa que ocultaba su identidad, se movía con rapidez, como si supiera exactamente lo que estaba haciendo. Ai, recordando lo que Senji había dicho sobre su buen ojo, instintivamente levantó la cámara y comenzó a tomar fotos. A través de la lente, capturó cada detalle: la postura del hombre, la forma en que se giró hacia el otro coche, y lo más aterrador, el arma de fuego que sacó antes de disparar al conductor atrapado en el vehículo atropellado. Ai contuvo el aliento mientras continuaba tomando fotos, sus manos temblando ligeramente. Sabía que lo que estaba capturando era peligroso, pero también sabía que esas imágenes podían ser importantes. Senji, por su parte, observaba en silencio. Aunque la situación era inquietante, no estaba asustado; formar parte del Clan Muramasa había expuesto a escenarios similares desde hace un par de semanas. Sin embargo, observaba de reojo cómo Ai tomaba fotos de la situación, con una mezcla de curiosidad y cautela. Sabía que lo que estaban presenciando era peligroso, pero también comprendía que, para Ai, esto era algo totalmente diferente, algo que podría cambiar la forma en que ella veía el mundo. En la noche... Ai estaba en casa, sentada frente al televisor mientras las noticias de última hora se transmitían en la pantalla. La reportera estaba en medio de una actualización urgente. —Buenas noches. Les traemos una noticia impactante. Esta mañana, se ha producido un trágico incidente en el centro de la ciudad. Un hombre encapuchado ha sido visto disparando a un conductor atrapado en un accidente de coche. La policía está buscando desesperadamente cualquier evidencia que pueda ayudar a identificar al sospechoso. La reportera continuó hablando, su voz llena de urgencia. —Pedimos a cualquier persona que haya captado fotos o videos del incidente que se comunique con las autoridades. Cualquier evidencia puede ser crucial para la investigación y para atrapar al hombre responsable. Ai sintió un escalofrío mientras escuchaba la noticia. Su mirada se dirigió hacia la cámara digital que había estado usando, y rápidamente recordó las fotos que había tomado durante el incidente. Sabía que sus imágenes podrían ser valiosas para la policía. Decidida a hacer lo correcto, Ai se levantó y comenzó a revisar las fotos en su cámara. Al ver las imágenes del hombre encapuchado, el arma de fuego y el caos de la escena, entendió la importancia de lo que había capturado. Con una mezcla de nervios y determinación, Ai se preparó para contactar a las autoridades y entregar las pruebas que podrían ayudar a resolver el caso. El día siguiente… La mañana comenzó con un aire tenso en la casa de Ai. La televisión estaba encendida en la sala de estar, y la noticia del incidente de la noche anterior era el tema principal. La reportera, con una expresión grave, estaba en medio de un informe en vivo. —Buenas mañanas. Las autoridades han recibido nuevas evidencias relacionadas con el trágico incidente de ayer. Gracias a la colaboración de un testigo que proporcionó fotos cruciales, la policía está ahora más cerca de identificar al sospechoso. Debido a la sensibilidad del caso y para proteger la identidad del testigo, no se revelarán más detalles sobre quién proporcionó esta información. La reportera continuó hablando, pero Ai no podía dejar de pensar en la implicación de la noticia. Sabía que la evidencia mencionada provenía de sus fotos, pero la forma en que la reportera lo presentaba mantenía su identidad en el anonimato. Aunque sentía una mezcla de alivio por haber ayudado y preocupación por el riesgo involucrado, se sentía aliviada de que su nombre no se mencionara. —¿Vas a estar bien, Ai? —preguntó su madre, entrando en la sala con una expresión de preocupación. —Sí, mamá, estoy bien. —respondió Ai, tratando de sonar tranquila mientras se levantaba para prepararse para la escuela. —Toma cuidado en el camino —dijo su padre, mirando la televisión con un gesto de preocupación. —No olvides que hoy tienes una prueba importante. Ai asintió, tomando su mochila y preparándose para salir. —Adiós, papá, mamá. Nos vemos después de la escuela. —¡Cuídate, Ai! —respondió su madre, dándole un abrazo rápido. —Hasta luego. —dijo su padre, mientras Ai se dirigía hacia la puerta. Ai salió de casa, sintiendo el fresco aire de la mañana. Aunque estaba preocupada por la noticia, también estaba decidida a mantener la normalidad en su vida diaria. Caminó hacia la escuela, su mente todavía ocupada con los eventos recientes y la posible reacción de las autoridades frente a la evidencia que había proporcionado. Casa del Clan Muramasa… La mañana estaba tranquila cuando Senji Muramasa caminaba por el pasillo de la casa. El ambiente era sereno, y el único sonido era el leve eco de sus pasos en el suelo de madera. De repente, Sato Yukimura apareció en el pasillo, con un informe en la mano. —Senji-sama —dijo Sato—, he recibido información importante. La policía ha recibido evidencia del incidente de ayer. Ai Hoshino ha entregado fotos del asesino. Senji tomó el informe y lo revisó rápidamente. La noticia no era buena: la evidencia que Ai había proporcionado estaba ahora en manos de las autoridades, lo que significaba que el asesino podría estar buscando a quien lo había delatado. —Esto podría poner a Ai en peligro —dijo Senji, su rostro mostrando preocupación—. Si el asesino descubre que ella fue la que entregó las fotos, podría buscarla. Sato asintió. —Estamos moviendo a nuestros hombres para localizar al asesino y asegurar que no pueda hacerle daño a Ai. También estamos en contacto con nuestras influencias dentro de la policía para asegurarnos de que la situación se maneje de forma discreta. Senji asintió con determinación. —Perfecto. Asegúrate de que todo el equipo esté alerta y cubriendo todas las posibles ubicaciones del asesino. La seguridad de Ai es nuestra prioridad. Sato se dirigió a coordinar las acciones mientras Senji se preparaba para supervisar la operación. El clan Muramasa tenía el control necesario para manejar la situación, y la búsqueda del asesino se convirtió en una misión urgente para proteger a Ai Hoshino. La mañana continuó con un sentido de urgencia, mientras Senji y su equipo se movían para localizar al asesino antes de que pudiera hacer más daño. La seguridad de Ai estaba en juego, y cada minuto contaba. Cerca del parque… El asesino avanzaba por las calles con una expresión de furia contenida. Recibió información de su chivo expiatorio dentro de la comisaría de que una niña con cabello morado y ojos del mismo color había captado el momento del asesinato y entregado las fotos a la policía lo había enfurecido. La frustración lo consumía al saber que su meticuloso plan había sido arruinado por una simple niña de diez años. —¿Cómo pudo una niña estropear todo mi trabajo? —murmuraba con enojo mientras revisaba las calles, sus manos apretando los puños. Sabía que debía actuar rápido. Su objetivo era eliminar a esta niña para vengarse de la interferencia que había estropeado su plan. No había espacio para errores ni para sentimientos de arrepentimiento. La niña debía ser eliminada por venganza. Con unas gafas de sol negras cubriendo parte de su rostro y una vestimenta común que lo hacía parecer un transeúnte ordinario, el asesino recorría las calles cercanas al lugar del incidente. Cada rostro que pasaba era una potencial pista, y su mirada se mantenía fija en la búsqueda de esta niña de cabello y ojos morados. —No puedo permitir que esta niña siga con vida —se decía a sí mismo—. Ella arruinó mi plan y ahora debe pagar por eso. El asesino estaba impulsado únicamente por su deseo de venganza, su mente enfocada en encontrar a Ai. Cada paso que daba estaba cargado de una determinación fría y calculadora, buscando a la niña que, con su simple acto de valentía, había desencadenado su furia. De repente, mientras caminaba, el asesino escuchó las voces de dos niños acercándose. Se detuvo y se volvió en dirección al sonido. A través de la multitud, divisó a Ai y Senji, charlando animadamente. El corazón del asesino se aceleró al reconocer a la niña que había estado buscando. Sigilosamente, el asesino comenzó a seguir a Ai y Senji, asegurándose de no aparentar sospechoso ni llamar la atención. Su mirada se mantenía fija en la niña, y sus pasos eran cuidadosos para no ser descubierto. Sin embargo, mientras seguía a los niños por una calle más tranquila, un carro negro se detuvo repentinamente frente a él, bloqueando su camino. Antes de que pudiera reaccionar, la puerta del lado del copiloto se abrió y un hombre robusto lo agarró por la espalda, empujándolo dentro del carro. El asesino intentó luchar, pero el hombre lo sometió rápidamente. Un arma de fuego se colocó en su cabeza. —Ni intentes gritar —dijo el hombre con voz grave—. Porque de todas formas morirás. El asesino sintió el frío metal del arma en su piel y, aunque su mente estaba en caos, comprendió que había caído en una trampa. Mientras el carro comenzaba a moverse, el asesino se dio cuenta de que su búsqueda había terminado de manera abrupta. Un año después... Ayer ocurrió una tragedia tan grande que el silencio la envolvió por completo. Ningún periódico, ningún noticiero se atrevió a mencionar la destrucción y la muerte de cientos de personas. Nadie hablaba de lo que realmente había sucedido. Todo estaba cubierto por una sombra impenetrable, como si el mundo hubiera decidido cerrar los ojos ante la verdad. Incluso Senji, mi mejor amigo, guardaba un inquietante silencio. La pérdida había sido demasiado cercana para él. Sus padres estaban entre los muertos, al igual que aquellos que habían sido leales a su familia durante generaciones. Yo lo sabía, lo sentía en el peso de su mirada cada vez que nuestros ojos se encontraban, pero no decía nada. Ese muro de silencio que había levantado entre nosotros me dolía más que cualquier palabra. ¿Acaso no éramos amigos? ¿Por qué no podía confiar en mí? Me sentía perdida y herida. No podía soportar más ese vacío. Necesitaba saber qué había ocurrido realmente, por qué Senji se negaba a hablar y, sobre todo, por qué todos los medios habían decidido silenciar una tragedia tan devastadora. Decidí descubrir la verdad por mí misma. Tomé mi cámara digital, la misma que me había regalado mi padre hace tres años, y me puse en marcha. Tenía que documentar lo que quedaba de aquella noche de horror. Empecé con la casa de Senji. Me moví un lugar poco alejado ya que los policías no permitían a nadie acercarse, buscando el ángulo perfecto, la imagen que pudiera capturar no solo la devastación, sino el peso de la historia que esa destrucción albergaba. Desde allí, mi viaje continuó. Tomé el tren bala para llegar a otros lugares, sitios que habían compartido la misma suerte que la casa de Senji o quizás peor. Las ruinas de las otras casas me recibieron con un silencio desolador. Familias enteras habían sido borradas del mapa. Cuatro familias, cada una con su propia historia, cada una con sus propios muertos. Tomé fotos de todo, con el mayor cuidado de no ser atrapada por las autoridades. Con cada clic de la cámara, sentía que me acercaba más a la verdad. Sabía que estas imágenes eran más que simples fotos; eran fragmentos de una verdad enterrada. Pruebas de un desastre que alguien, en algún lugar, quería mantener en secreto. Ahora, esas pruebas están guardadas en mi cámara, esperando el momento adecuado para ser reveladas. Un día, esas fotos verán la luz en el periódico, el mismo periódico que Senji lee todos los días. Y cuando eso suceda, tal vez, solo tal vez, Senji finalmente hablará. Tal vez, entonces, entenderé por qué se niega a compartir su dolor conmigo, por qué guarda silencio sobre lo que ocurrió esa noche fatídica. Hasta entonces, seguiré analizando cada foto, cada detalle, buscando la verdad por mí misma. No me detendré hasta descubrir qué ocurrió realmente esa noche. Cementerio de Tokio… El cielo gris sobre el cementerio de Tokio parecía reflejar el ánimo de los que estaban presentes. El lugar estaba tranquilo, solo perturbado por el suave murmullo del viento entre los árboles y el sonido lejano de las aves. Senji se encontraba de pie frente a las tumbas de sus padres, quienes habían sido las cabezas del Clan Muramasa. A su alrededor, los miembros del clan se mantenían en silencio, algunos con la cabeza inclinada, otros murmurando oraciones para los caídos. Eran hombres y mujeres que habían perdido no solo a sus líderes, sino también a sus compañeros, y el dolor de la pérdida era palpable en el aire. Senji, con el rostro serio y los ojos vacíos, colocó una ofrenda de flores en las tumbas. Permaneció en silencio, sintiendo el peso de su nueva responsabilidad como el único heredero del clan. Ya no era el niño que había sido, y todos los que lo rodeaban esperaban que asumiera el rol que sus padres habían dejado atrás. Después de unos minutos de quietud solemne, Senji dio un paso atrás, inclinando ligeramente la cabeza en señal de respeto final. Luego se volvió, alejándose lentamente de las tumbas. Los miembros del clan se quedaron atrás, susurrando entre ellos, algunos limpiándose las lágrimas, otros observando con respeto al joven que caminaba hacia su nuevo destino. Al salir del cementerio, Senji se encontró con Ai, que lo había estado esperando cerca de la entrada. Ella lo observó con una mezcla de preocupación y determinación en su rostro. —Hablaremos otro día, Senji… ¿verdad? —preguntó Ai, su voz quebrada por la incertidumbre. Senji apenas hizo una pausa antes de responder, su tono era distante. —Lo siento, pero dejaremos de hablar por un largo tiempo. Ahora tengo más responsabilidades que atender. Sin más palabras, se dio la vuelta, alejándose de Ai, sus pasos firmes marcando su distancia. —Bien. —Los ojos en forma de estrella de Ai brillaron con oscuridad—. Supongo que debo buscar una forma de que me busques. Y esa forma sería… publicar el artículo que está conectado con Senji. » ━━━━━━ « ♔ » ━━━━━━ « Tiempo actual… CEO de KYOU SHIMBUN El CEO de Kyou Shimbun, Takashi Yamada, estaba fuera de sí. El artículo que había llegado a la primera plana del periódico había causado un revuelo inesperado y peligroso. —¡Quiero saber quién permitió que esto se publicara! —exclamó, golpeando la mesa con un puño mientras sostenía el periódico con la otra mano. El titular era imposible de ignorar: “¿Qué ocurrió hace cinco años donde murieron más de 600 personas?” —Escrito por Ai Hoshino. Takashi sentía un escalofrío recorrerle la espalda. Sabía que este tipo de artículo no solo podía desencadenar una tormenta mediática, sino que también podía atraer la atención de personas peligrosas, especialmente del Clan Muramasa. En su mundo, la atención negativa no solo afectaba al periódico, sino que podía costarle la vida. —¡Llamen al Editor en Jefe y tráiganme a la periodista que escribió esto! —ordenó, dirigiéndose a su asistente con una mirada llena de furia. El Editor en Jefe, Hiroshi Tanaka, llegó poco después, con el rostro tenso. Sabía que el CEO no estaría contento. —Señor Takashi, estoy investigando cómo este artículo pasó por nuestros controles. Ai Hoshino es una periodista joven, pero nunca había hecho algo como esto antes. Alguien debió haber aprobado el artículo sin consultar conmigo. —¿Investigar? ¡No tenemos tiempo para eso! —rugió Takashi—, quiero una solución ahora. Este tipo de historia puede atraer a los hombres equivocados, y si eso sucede, podríamos estar cavando nuestras propias tumbas. Hiroshi asintió con seriedad, comprendiendo la gravedad de la situación. —Hablaré con Ai de inmediato y averiguaré quién la contrató. También debemos prepararnos para manejar las consecuencias. Si alguien poderoso está involucrado, tendremos que actuar rápido para mitigar el daño. —Hazlo, y rápido —respondió Takashi—, y asegúrate de que esto no vuelva a suceder. Nuestra reputación, y tal vez nuestras vidas, dependen de ello. En otra parte... Ai Hoshino corría por las calles desiertas, su respiración se mezclaba con el eco de sus pisadas rápidas. El brillo tenue de las farolas apenas iluminaba su figura mientras se movía con la agilidad de una sombra, fundiéndose con la oscuridad de la noche. Su cabello largo y morado se agitaba con el viento, y sus ojos del mismo color escaneaban el entorno, buscando una salida. Los vehículos negros que la perseguían rugían en la distancia, sus faros brillando como ojos de bestias al acecho. Ai sabía que no podía permitirse el lujo de detenerse. Vestida con ropa deportiva gris y tenis negros, había elegido su atuendo precisamente para este tipo de situación. La oscuridad era su aliada, y ella estaba decidida a utilizarla a su favor. Desvió su camino por un callejón estrecho, sus músculos tensos mientras se forzaba a mantener el ritmo. Podía escuchar los motores acercándose, el sonido amplificado en las paredes angostas a su alrededor. Ai saltó por encima de una pila de cajas, evitando un charco que podría delatar su posición. Cada movimiento era calculado, cada decisión, crucial. Los recuerdos de su última conversación con Senji parpadearon en su mente. Su determinación de encontrar una manera de que él la buscara la había llevado a este momento, pero ahora se daba cuenta de que había subestimado las consecuencias. El artículo que había escrito desató algo más grande de lo que había anticipado. Y ahora, esos hombres la querían muerta. Mientras corría, Ai divisó una escalera de incendios que descendía por un edificio a su izquierda. Sin pensarlo dos veces, se lanzó hacia ella, agarrándose con fuerza a los escalones de metal frío. Subió con rapidez, ignorando el dolor en sus piernas, y se deslizó hasta el tejado, donde se agachó, escondiéndose detrás de una vieja chimenea. Desde su escondite, pudo ver los vehículos negros detenerse al final del callejón. Los hombres salieron de los autos, revisando el área con linternas que perforaban la oscuridad. Ai contuvo la respiración, sintiendo su corazón golpear con fuerza contra su pecho. “Debo mantenerme tranquila...” pensó, tratando de calmar sus nervios. “Si me encuentran aquí, estoy acabada.” Ai sabía que no podía quedarse mucho tiempo. Tenía que seguir moviéndose, encontrar un lugar seguro donde pudiera planear su siguiente movimiento. Pero por ahora, solo podía esperar, rezando para que la oscuridad la mantuviera oculta un poco más. Mientras se concentraba en escuchar los pasos de estas personas que la perseguía y ocultándose de las linternas, alguien comenzó a hablar. —Señorita Ai Hoshino, no siga escondiéndose. La voz grave del hombre llego fácilmente a sus oídos. —Tenemos ordenes de capturarla viva, así que no se preocupe por temer por su vida, sea amable de salir de su escondite. Ai no iba a creer en las palabras de ese tipo, así que continuo en su escondite esperando que ellos se cansaran y la buscara en otro lugar alejado de donde esta ella. Suspiró. —Llama al Joven Maestro. Y dile que encontramos a la chica. —Eso estoy haciendo —respondió su compañero—, enserio ella está usando lo que aprendió con Senji-sama en su contra. —Eso también me sorprendió, ella no se cansaba al momento de escapar de todos nosotros. Ai escuchando su conversación se sorprendió al momento de que mencionaron a Senji. [¿Ya encontraron a Ai?] Ai saco con cautela la cabeza de su escondite para mirar de reojo cuando escucho la voz de Senji en el teléfono de ellos. —Así es, Senji-sama. [Bien, enserio ella no me dejo de disfrutar mi baño en el onsen. Tráiganla al edificio de Kyou Shimbun.] —Entendido, estaremos ahí en unos pocos minutos. Se escucho el sonido de finalizando llamada. —Ya escuchaste Señorita Ai, es momento de irnos. —¡Ah! Un grito de miedo soltó Ai al momento de ser alzada y sacada de su escondite. Inconscientemente Ai golpeo el rostro del hombre. —Auch, eso dolió un poco por golpear en mi nariz. —¿Lo siento? Ai estaba confundida, pero fue llevada con facilidad al carro sin hacer un movimiento para intentar escaparse, después de todo cumplió su objetivo, aunque no fue como quería, ella iba ir donde se encuentra Senji en el edificio de donde trabaja como periodista del periódico Kyou Shimbun.
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