ID de la obra: 944

CAMBIO —「Last Embryo」

Het
G
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1
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planificada Mini, escritos 130 páginas, 44.722 palabras, 13 capítulos
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Capítulo 8

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Capítulo 8 Senji y Leticia emergieron del portal, y lo primero que captó su atención fue el inmenso árbol que dominaba el horizonte. Su silueta imponente parecía conectarse con el cielo mismo, emanando una energía vibrante que impregnaba el aire. —Árbol de la Vida… —murmuró Senji, con una sonrisa nostálgica mientras observaba la majestuosa del árbol. Leticia lo miró de reojo, notando la expresión en su rostro. —¿Tanto tiempo ha pasado desde la última vez que lo viste? Senji asintió con calma. —He destruido otros Árboles de la Vida en diferentes mitologías —comentó sin darle demasiada importancia—. Pero este es distinto. No pertenece a ningún mito, es el Árbol de la Vida de Little Garden… y por eso sigue en pie. Leticia mantuvo el silencio por un momento, comprendiendo que Senji no decía aquellas palabras a la ligera. Luego, sin más que agregar, continuaron caminando en dirección al pueblo, sin prestar más atención al árbol. A medida que se acercaban, el bullicio de los pueblerinos y el aroma de comida recién preparada flotaban en el aire. —Ahora que lo pienso… tengo hambre —dijo Senji, llevándose una mano al estómago. Leticia soltó una leve risa. —No cambias, ¿verdad? Busquemos algo de comer antes de hacer cualquier otra cosa. Senji caminaba con tranquilidad entre la multitud, sin llamar la atención de nadie. Los pueblerinos seguían con sus actividades diarias, ajenos a la presencia del que alguna vez fue conocido como el 「 Señor Demonio」 Rey Oni Sengo. Nadie sospechaba que la figura que pasaba desapercibida entre ellos era el mismo que había sido dado por muerto. Para todos, el Rey Oni ya no existía, su historia era solo un eco del pasado. Leticia observó a Senji de reojo, notando su expresión relajada. —Parece que nadie te reconoce —murmuró ella con cierta diversión. —Eso es lo mejor —respondió Senji con una leve sonrisa—. Prefiero que las cosas sigan así por ahora. Mientras caminaban, el aroma de comida recién hecha se intensificaba, atrayendo la atención de Senji. —Vamos a comer —dijo con determinación. Leticia suspiró, pero asintió. Senji cortó un trozo de carne con tranquilidad, llevándolo a su boca mientras su mirada recorría el entorno. Los aromas de la comida europea lo envolvían, pero lo que realmente captaba su atención era el ambiente del pueblo. Las calles estaban llenas de risas y conversaciones animadas. Familias caminaban sin preocupaciones, los comerciantes vendían sus productos con entusiasmo, y los niños jugaban sin miedo. Era un contraste marcado con el pasado. La sombra de 「Mal Absoluto」 ya no existía, y con su desaparición, también se había desvanecido el temor que una vez gobernó estas tierras. Leticia, notando su mirada reflexiva, habló con naturalidad: —Es diferente, ¿verdad? Senji dejó su cubierto sobre el plato y asintió levemente. —Sí… ha cambiado bastante. Había paz. Y aunque no lo expresara en palabras, una parte de él reconocía que aquel cambio no era necesariamente malo. Mientras caminaban por las calles adoquinadas del pueblo, disfrutando del ambiente relajado, una pelota salió disparada en dirección a Senji. Sin inmutarse, la atrapó con una sola mano antes de que siquiera se acercara a su rostro. Frente a él, un grupo de niños lo miraba con ojos muy abiertos, claramente nerviosos. —¡Señor, lo sentimos! —exclamaron al unísono, inclinando la cabeza en disculpa. Senji observó la escena con diversión y luego miró la pelota en su mano. La inocencia de los niños le sacó una sonrisa, y sin darle más vueltas, les devolvió el balón con un ligero lanzamiento. —No es nada importante —dijo con calma—, pero deben tener cuidado al patear la pelota. Los niños asintieron de manera exagerada, como si su vida dependiera de ello. Esa reacción exagerada hizo que Senji soltara una pequeña risa. Leticia, a su lado, observó la escena con una expresión de ligera sorpresa antes de sonreír con suavidad. —No esperaba verte interactuar así con los niños —comentó mientras reanudaban su camino. —Solo me recuerdan a alguien —respondió Senji, sin entrar en detalles. Senji y Leticia siguieron caminando por el pueblo, observando los diversos puestos de mercado y las pequeñas tiendas que se alineaban en las calles. El bullicio era animado, con vendedores ofreciendo productos artesanales, frutas frescas y utensilios de todo tipo. Senji, con las manos en los bolsillos, miraba a su alrededor con interés. Aunque había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvo allí, podía notar cuánto había cambiado el pueblo en su ausencia. —Se siente más vivo —comentó Leticia, deteniéndose frente a un puesto de dulces tradicionales. —Sí. Antes solo había tensión y miedo —respondió Senji mientras observaba a los comerciantes sonriendo y a los clientes negociando con tranquilidad—. Es un buen cambio. Leticia tomó un pequeño dulce envuelto en papel y lo miró con curiosidad. —¿Quieres probar uno? Senji la miró con una leve sonrisa. —¿Estás insinuando que debería darme un gusto? —Digo que deberías probar algo distinto —respondió ella, extendiéndole el dulce. Senji tomó el dulce sin discutir demasiado. Mientras lo probaba, el sabor le recordó brevemente un momento lejano de su vida anterior. ❅──────✧❃✧──────❅• Desde el mirador, Senji y Leticia observaron el inmenso lago que rodeaba el Árbol de la Vida. La superficie del agua reflejaba el cielo con un brillo cristalino, y la brisa traía el murmullo de las conversaciones de los espectadores reunidos. En el agua, un grupo de hipocampos—criaturas mitológicas con cuerpos de caballo y cola de pez—se alineaba con sus jinetes, listos para competir en una carrera que atravesaría el extenso lago hasta una meta situada a kilómetros de distancia. Senji escuchó el entusiasmo de la multitud, comentando sobre los jinetes y haciendo apuestas. Algunos confiaban en la experiencia de los competidores más veteranos, mientras que otros apoyaban a los jinetes más ágiles. Su mirada se posó en un jinete de baja estatura. A simple vista, parecía demasiado joven para estar compitiendo contra oponentes más grandes y experimentados. —Interesante… —murmuró con una leve sonrisa. Sin pensarlo demasiado, decidió apostar por aquel jinete, intrigado por la posibilidad de ver una sorpresa en la carrera. —¿Estás seguro? —preguntó Leticia, al notar su elección. —Sí. Será divertido ver cómo se desarrolla esto. El sonido de un cuerno resonó, indicando que la carrera estaba a punto de comenzar. La carrera comenzó con un estruendo cuando los jinetes hicieron avanzar a sus hipocampos a toda velocidad. Desde el mirador, Senji y Leticia seguían con atención el desarrollo de la competencia. —Tu jinete va en último lugar —comentó Leticia con una sonrisa, sin dejar de observar la carrera. —La carrera no ha terminado —respondió Senji con calma, apoyando los codos sobre la baranda mientras miraba con interés. A orillas del lago, la joven jinete sintió la tensión en el aire. Sujetó con firmeza las riendas de su hipocampo, su mejor amigo y el compañero de carreras de su difunto padre. —Sabes que podemos ganar esto —susurró, inclinándose hacia adelante. El hipocampo rechinó con emoción, moviendo su cola con fuerza en el agua. Sus músculos se tensaron, y en un instante, ambos pasaron de ir últimos a comenzar a adelantar a los otros competidores con una velocidad impresionante. Los espectadores en el mirador comenzaron a murmurar con asombro al ver la inesperada remontada. —Vaya, parece que tu jinete ha despertado —comentó Leticia. Senji sonrió de lado, observando cómo la adolescente y su compañero se abrían paso entre la competencia. El agua salpicaba con fuerza mientras el hipocampo aceleraba su ritmo, impulsándose con poderosas brazadas y sacudiendo su cola enérgicamente. La adolescente apretó las riendas, sintiendo la adrenalina recorrer su cuerpo. —¡Pasamos a dos… y con este, tres! —exclamó con emoción, su mirada fija en los cinco competidores que aún quedaban por delante. El hipocampo rechinó de emoción, su fuego competitivo encendiéndose. Sentía la confianza de su jinete y respondía con una velocidad aún mayor, como si cada palabra de ánimo lo impulsara más allá de sus propios límites. —¡Lo vamos a lograr, sigue así, compañero! —le alentó con una sonrisa radiante. Los competidores comenzaron a notar su avance, algunos intentando bloquear su paso, pero ella estaba preparada. Uno de los jinetes, al notar su rápido avance, frunció el ceño y movió las riendas bruscamente, guiando a su hipocampo para bloquear el paso de la adolescente. —No tan rápido, niña —murmuró con una sonrisa torcida, empujando su montura hacia la suya en un intento de desequilibrarla y sacarla de la carrera. Pero la joven jinete no era inexperta. Había entrenado toda su vida con su padre, quien le enseñó no solo a montar, sino a enfrentar este tipo de tretas. —¿Así que quieres jugar sucio? —susurró con una sonrisa confiada. Cuando el otro hipocampo intentó taclearlos, el suyo se mantuvo firme, sus músculos tensándose como acero. El impacto resonó en el agua, pero no se movieron ni un centímetro. —Buen intento —dijo la adolescente, tirando de las riendas en el momento exacto para esquivar otro intento de bloqueo. En un movimiento fluido, aprovechó el impulso para rodear al rival y adelantarse con facilidad. El otro jinete la observó con incredulidad mientras ella se alejaba. —Vamos, compañero, aún quedan dos más —susurró, sintiendo la emoción arder en su pecho. Su hipocampo respondió con un rechinido fuerte, acelerando aún más. El rugido del agua se intensificaba a medida que la adolescente se acercaba al jinete en segundo lugar. Esta vez, no había trucos sucios ni intentos de sabotaje, solo una pura competencia de velocidad y habilidad. El jinete a su lado notó su presencia y le dedicó una sonrisa desafiante. —Así que lograste llegar hasta aquí —comentó con voz firme, inclinándose ligeramente hacia adelante para reducir la resistencia del viento. La adolescente respondió de la misma manera, inclinándose sobre su hipocampo y acariciando su cuello con confianza. —No planeo quedarme atrás ahora. Ambos jinetes dieron la señal a sus hipocampos al mismo tiempo, y en un instante, la verdadera carrera comenzó. Los dos animales se impulsaron con toda su fuerza, cortando el agua con velocidad feroz. El sonido de las apuestas y los gritos de la multitud se desvaneció en el fondo. Ahora solo existían ellos, la línea de meta y la emoción de la competencia. Sus hipocampos nadaban en perfecta sincronía, su fuerza descomunal levantando olas tras cada brazada. Cada segundo contaba, cada respiración marcaba la diferencia. La adolescente sintió la adrenalina recorrer su cuerpo. Sabía que su compañero tenía lo necesario para superar este desafío. —¡Un poco más, compañero! ¡Tú puedes! —gritó, su voz llena de emoción. El hipocampo emitió un potente rechinido, respondiendo a su jinete con una última ráfaga de velocidad. El clamor del público alcanzó su punto máximo cuando ambos jinetes superaron al líder de la carrera. Ahora solo quedaban ellos dos, compitiendo en igualdad de condiciones, empujando a sus hipocampos hasta el límite. La adolescente sintió la fuerza de su mejor amigo respondiendo a cada una de sus palabras de aliento, avanzando con determinación y confianza. Los últimos metros se convirtieron en una batalla de pura resistencia. El agua salpicaba a su alrededor, la tensión era palpable en el aire, y la multitud contenía la respiración mientras los dos competidores se acercaban a la línea de meta. Y entonces, en el último instante, su hipocampo estiró el cuello y cruzó la meta por un margen apenas perceptible. El estallido de vítores fue inmediato. La joven jinete había ganado. Senji, con una sonrisa de diversión en el rostro, observó el desenlace con satisfacción. —Parece que aposté bien. Leticia, a su lado, cruzó los brazos y sonrió con interés. —No esperaba que terminara así, pero fue un gran espectáculo. El anuncio oficial confirmó la victoria de la adolescente de la carrera de hipocampo. Puerta Exterior Número: 2105380 Senji y Leticia avanzaban con paso tranquilo por el sendero que los llevaba a la comunidad No Name. Desde la distancia, podían ver cómo el lugar había cambiado. Las estructuras estaban mejor construidas, los campos eran más verdes y la gente se veía ocupada en sus labores diarias. —Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que estuve aquí —comentó Senji con los ojos afilados, observando cada detalle de la comunidad en crecimiento. —Sí, No Name ha cambiado mucho. Han trabajado duro para recuperarse —respondió Leticia con una ligera sonrisa. Al acercarse a la entrada principal, algunos niños que se encontraba en la puerta se tensaron por un momento, pero al reconocer a Leticia, se relajaron de inmediato. —¡Lady Leticia! —exclamó uno de ellos, inclinando la cabeza en señal de respeto. —Es bueno verlos —respondió ella con naturalidad antes de pasar sin problemas. Senji, por otro lado, recibió algunas miradas curiosas. Aunque pocos lo reconocían de inmediato, su presencia imponía cierto miedo. De repente, antes de que pudieran dar un paso más dentro de la comunidad, un fuerte sonido de algo cortando el viento llamó su atención. —¡Senji! —La voz de Izayoi resonó con fuerza antes de que un puño veloz se dirigiera directamente hacia el rostro de Senji. Sin inmutarse, Senji alzó una mano y atrapó el golpe con facilidad, pero su brazo se movió ligeramente hacia atrás por el impacto. Izayoi mostró una amplia sonrisa. —Hah, parece que aún tienes buenos reflejos. Senji observó su brazo antes de volver a mirar a Izayoi con diversión. —Vaya, has mejorado. Ha pasado bastante tiempo desde la última vez que peleamos, ¿no? Kasukabe Yo, que estaba observando la escena con los brazos cruzados, intervino con tranquilidad. —Casi tres años, para ser exactos. Leticia suspiró con una leve sonrisa. —Algunos nunca cambian. Izayoi chasqueó la lengua, emocionado. —Bueno, ya que estamos aquí, ¿qué te parece si resolvemos esto con una pelea? Senji arqueó una ceja, intrigado. —¿Otra vez? ¿Tan ansioso estás por perder? Izayoi se cruzó de brazos con una expresión de confianza, mientras una sonrisa cargada de emoción aparecía en su rostro. —Esta vez podré pelear contigo sin que nadie se entrometa —exclamó con seguridad—. Mi versión femenina no podrá intervenir esta vez. Senji soltó una carcajada burlona ante esa declaración. —¿Todavía te duele lo que pasó aquella vez? —dijo con una sonrisa desafiante—. Vamos, Izayoi. No es mi culpa que no tuvieras oportunidad de hacerme un verdadero daño. Izayoi chasqueó la lengua, pero no perdió la sonrisa. —No es que no pudiera, es que esa versión femenina mía, Izayoi Saigou, terminó robándome la pelea. Senji inclinó la cabeza levemente, fingiendo meditar al respecto. —Hmmm... No es como si importara mucho. Si ella no hubiera intervenido, el resultado de esa pelea habría sido tu muerte. Las palabras de Senji no eran una simple provocación, sino una afirmación clara y directa. Izayoi, lejos de molestarse, mostró una sonrisa aún más emocionada. —Entonces, ¿qué dices? ¿Nos damos una revancha de una vez por todas? Leticia, que observaba la interacción entre ambos, suspiró y llevó una mano a su frente. —No han cambiado en lo absoluto... Kasukabe Yo, a su lado, asintió con calma. —Siempre terminan así cuando se ven. Senji miró a Izayoi con diversión. —No voy a rechazar una buena pelea... pero dime, Izayoi, ¿estás listo para ver la diferencia entre quien eras hace años y quién soy ahora? Izayoi se estiró los brazos con una risa confiada. —La pregunta es si tú estás listo para ver cuánto he crecido. El ambiente comenzó a llenarse de tensión mientras ambos se miraban fijamente, listos para demostrar quién se había fortalecido más en estos años.
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