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Hermione no pudo conciliar el sueño esa noche. No podía dejar de pensar en todo lo que le había contado Harry. A la mañana siguiente, se fue a la universidad e hizo su trabajo, pero decidió aprovechar la pausa de la comida para buscar información en la base de datos de la biblioteca. En el ordenador, empezó a buscar escribiendo “Potter”, pero lo único que salía era Beatrix Potter, la famosa autora de cuentos infantiles. Decidió buscar por otras palabras clave como “Orden del Fénix” o “Dumbledore” pero no encontró nada. Empezó a pensar que era una ilusa. Harry ya le dijo que era una orden secreta, así que no encontraría nada allí así como así. Entonces decidió buscar por “Voldemort”. Encontró varios titulares de la época de su ascenso y lo último que encontró fue que de repente se dejaron de tener noticias del él. Entonces, Hermione vio algo en la pantalla del ordenador: era una foto en el periódico “El Profeta”. En ella aparecía Voldemort, que parecía no notar que le estaban fotografiando y, junto a él, un hombre con cara de rata y algunos seguidores más. En el pie de foto sólo ponía Lord Voldemort. Harry le dijo que en su sueño no le veía la cara, así que pensó que esa foto le podía servir de utilidad y decidió imprimirla. El problema es que no sabía cómo hacérsela llegar.00000000
Tonks, la experta en el mundo cibernético, se sentó con Harry en el ordenador. A Tonks le bastaron sólo unos segundos para encontrar el dueño del coche. –Draco Malfoy, 25 años. Hijo único de Lucius y Narcissa Malfoy. Trabaja con su padre llevando los diferentes negocios de la familia. En otras palabras, un niño de papá. –Entonces, Tonks se quedó callada de repente al ver la foto de Narcissa Malfoy. –¿Qué te pasa? –preguntó Harry. –Nada, sólo que la cara de esa mujer me resulta familiar. –¿La has visto en alguna parte? –Eso creo, pero ahora mismo no sabría decirte dónde. –¿Dónde viven? –Según esto, viven en una mansión a las afueras de Londres. Espera, que lo busco con el satélite. Unos segundos después, apareció una imagen de la mansión. –¡Vaya, que casoplón! Vamos mejorando, cada vez nos rodeamos de gente con más pasta. Cómo se nota que no son ellos los que limpian. Tendrán un séquito trabajando en el servicio, ¿no te parece, Harry? –¿Qué negocios manejan los Malfoy? –preguntó Harry ignorando los comentarios de Tonks. –Oh, Harry, no te tomas nada con humor. A pesar de todo me caes bien. Según esto tienen acciones en un gran número de empresas: construcción, eléctricas, petroleras, medios de comunicación, farmacéuticas, tecnológicas, armas. El tipo de empresa de las que nadie sospecharía nada. –dijo Tonks con ironía. –Gracias, Tonks. –De nada, guapo.00000000
–Todo encaja. Tiene influencia en diferentes ámbitos empresariales, por lo que le es muy fácil actuar como un lobby, comprar a gente e influencias y prepararle el terreno a Voldemort. –dijo Dumbledore cuando Harry le contó el tipo de empresas que manejaban los Malfoy. –Pues tendremos que actuar. –dijo Harry. –Pero seguimos sin tener pruebas. –¿Señor, desde cuándo la orden actúa con pruebas? –Porque al gobierno se le presuponen y si nos dan la orden, actuamos, pero aquí estaríamos actuando por nuestra cuenta Harry. Hay una gran diferencia. –¿Y a qué vamos a esperar, a qué controlen todo esto? Le recuerdo que se están haciendo con el poder. –Harry, comprendo tu postura, pero debemos ser cautelosos y no precipitarnos. Antes de actuar debemos preparar bien un plan. –De acuerdo, sólo espero que cuando se decida no sea demasiado tarde.00000000
Una vez que había dedicado el día a investigar sobre los Malfoy, Harry decidió investigar sobre el “Proyecto Potter”. Para ello necesitaba entrar al despacho de Dumbledore y ver la carpeta que vio o entrar a su ordenador, pero necesitaba neutralizar las cámaras de seguridad con imágenes fijas. De repente, se acordó de lo que en el cuartel llamaban el mapa del merodeador. Se trata de un plano con los corredores secretos que hay en el cuartel y que existían por si necesitaban huir por algún tipo de ataque. Todos los agentes de élite tenían uno. Lo sacó y vio que el despacho de Dumbledore tenía un pasadizo propio que llegaba muy cerca de los garajes. Ese pasadizo también estaba conectado con uno que se encontraba en los vestuarios. Ya armó un plan. Utilizaría ese pasadizo desde los vestuarios para poder entrar al despacho. Era de sobra conocido que algunas noches Harry se dedicaba a entrenar cuando no conseguía conciliar el sueño, así que nadie sospecharía. Esa misma noche, Harry fue al gimnasio. A una hora prudencial en la que sabía que no había nadie, se metió en el vestuario y tocó los azulejos necesarios para abrir el pasadizo. Una vez que llegó al cruce de pasadizos, tomó el que llevaba al despacho de Dumbledore. No le llevó mucho llegar. Una vez allí, se encontró con una pequeña puerta cerrada con llave. Por suerte, Harry fue preparado y con una simple horquilla, abrió la puerta. El despacho de Dumbledore estaba a oscuras, pero se lo sabía de memoria con todas las veces que había estado ahí. Probablemente fuera la persona que mejor conocía el cuartel, puesto que se había criado allí. Llegó a su mesa donde se encontraba el ordenador. Desde ese ordenador podría tener acceso a todos los documentos de la Orden, ya que todo estaba digitalizado, aunque sabía que a Dumbledore le gustaba más manejarse con el papel y no creía que tuviera la carpeta que vio a la vista. Una vez encendido, el ordenador pedía una contraseña. Harry deseó en ese momento tener las habilidades de su madre o de Nymphadora Tonks, la experta en esos menesteres. Estaba seguro que para ellas sería pan comido acceder a cualquier sitio desde cualquier lugar, pero, aunque Tonks le caía bien, no podía mezclarla en esto. La metería en demasiados problemas. En cualquier caso, Harry estuvo probando durante varios minutos, aunque sin éxito. Cuando empezó a pensar que tenía que abortar su misión, se fijó en algo: el cuenco de los caramelos de limón, y decidió probar con eso. Total, no tenía nada que perder. Para sorpresa de Harry, funcionó. Sólo a Dumbledore se le ocurriría poner una contraseña así. Una vez en el escritorio del ordenador, le dio al buscador y escribió “Potter”. Salieron dos carpetas. Harry metió un dispositivo USB y las copió. Unos minutos después, decidió probar con “Voldemort” y con “Mortífagos”. Había dos carpetas. Cuando acabó de copiarse todo, apagó el ordenador y salió por donde había venido hacia los pasadizos que le llevaban al vestuario. Y de allí, como el que no ha roto nunca un plato, se fue a su habitación. Continuará…