ID de la obra: 950

El títere

Het
NC-17
Finalizada
3
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
109 páginas, 49.404 palabras, 26 capítulos
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
3 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

5. Caramelos de limón

Ajustes de texto
Al día siguiente, Harry dedicó la mañana a instalarse en el cuartel. Mientras lo hacía, pensaba en si debía contarle a Dumbledore que tenía pistas sobre el asesino de sus padres. Ya no sabía si debía fiarse de él, porque estaba seguro de que le ocultaban algo y quería averiguar qué era. No obstante, decidió que era mejor contárselo. Cuando acabó de instalarse, Harry se dirigió al despacho de Dumbledore y tocó la puerta. –Adelante –dijo Dumbledore. Harry entró al despacho y vio a Snape. Dumbledore le ofreció asiento. –¿Qué se te ofrece, Harry? –Tengo una pista por la que empezar a investigar. –¿Una pista? –Harry le enseñó la foto del coche, que había imprimido previamente. –¿De quién es ese coche? –De un mortífago. –¿Y se puede saber cómo ha llegado a esa conclusión, Potter? –preguntó Snape. –Porque le vi la marca tenebrosa en su antebrazo. –Harry, ¿no te habrás infiltrado? Te lo prohibí. –No. –interrumpió Harry. –En realidad fue algo casual. Me encontraba en el baño de un restaurante y el tipo empezó a lavarse las manos. Le vi el tatuaje y decidí seguirle, pero no tenía vehículo, así que me conformé sacándole una foto. –¿Qué aspecto tenía? –preguntó Snape. –Era un tipo como de mi edad. Cabello rubio y con cara de superioridad y prepotencia. Parecía tener pasta por el coche que llevaba y por la pose distinguida. Iba acompañado de una mujer que casi le doblaba su edad, así que podría ser su madre. Se traían cierto aire. –Por lo que me dices podría ser el hijo de Lucius Malfoy, pero no podemos sacar conclusiones precipitadas. –Dumbledore cogió el teléfono y dijo –Dile a Tonks que venga. –¿Quién es Lucius Malfoy? –Un hombre de negocios reconvertido a político. Durante el auge de Voldemort nunca ocultó sus simpatías, pero tampoco había pruebas de nada. Eso casi supone su ruina, pero desde hace unos años, ha conseguido volver a levantar sus negocios y sentarse en el Parlamento y aunque no ofrece una cara abiertamente fascista, está claro con quien le gustaría bailar. Y como sabemos, cada vez esas ideas gozan de más simpatías, y por tanto, son peligrosas. –Ahora entiendo por qué han cerrado el caso de Voldemort. –¿A qué te refieres, Harry? –A que ese tipo se ha colocado ahí para comprar voluntades y darle vía libre a Voldemort. Conforme compra voluntades, va obteniendo más poder. Malfoy prepara el terreno y su plan es gobernar por medio de otros, desde las sombras. –Esa suposición es brillante, Harry. Veo que te hemos entrenado bien. Probablemente sea eso lo que pase. Anteriormente lo hacía haciendo mucho ruido y matando. ¿Qué opinión te merece esto, Severus? –Que la suposición no está mal para venir de un Potter. Tiene sentido. Voldemort sabe que no puede tomar el poder de la misma forma que en el pasado, llamaría demasiado la atención, así que lo hace como un virus que se va introduciendo poco a poco en el organismo hasta pudrirlo desde dentro. –Muy gráfico e instructivo, pero yo no lo podría haber explicado mejor, Severus. –Pero hay un problema. No tenemos pruebas. –dijo Snape. Entonces, alguien llamó a la puerta. –Adelante. –dijo Dumbledore. –¿Me llamaba señor? –una mujer unos pocos años más mayor que Harry apareció. Tenía el pelo morado y parecía bastante despreocupada. –Sí, Tonks. Quiero que vayas con Harry y averigües de quién es el coche de la foto. Tonks miró el coche. –¡Vaya! Qué cochazo, ¿no? Seguro que vuela y todo. Bueno, será pan comido. Así podremos preguntarle después si nos deja dar una vuelta en esta maravilla. Severus puso cara de esta chica no tiene remedio, pero a Dumbledore le divertía mucho la actitud de Tonks.

00000000

Hermione no pudo conciliar el sueño esa noche. No podía dejar de pensar en todo lo que le había contado Harry. A la mañana siguiente, se fue a la universidad e hizo su trabajo, pero decidió aprovechar la pausa de la comida para buscar información en la base de datos de la biblioteca. En el ordenador, empezó a buscar escribiendo “Potter”, pero lo único que salía era Beatrix Potter, la famosa autora de cuentos infantiles. Decidió buscar por otras palabras clave como “Orden del Fénix” o “Dumbledore” pero no encontró nada. Empezó a pensar que era una ilusa. Harry ya le dijo que era una orden secreta, así que no encontraría nada allí así como así. Entonces decidió buscar por “Voldemort”. Encontró varios titulares de la época de su ascenso y lo último que encontró fue que de repente se dejaron de tener noticias del él. Entonces, Hermione vio algo en la pantalla del ordenador: era una foto en el periódico “El Profeta”. En ella aparecía Voldemort, que parecía no notar que le estaban fotografiando y, junto a él, un hombre con cara de rata y algunos seguidores más. En el pie de foto sólo ponía Lord Voldemort. Harry le dijo que en su sueño no le veía la cara, así que pensó que esa foto le podía servir de utilidad y decidió imprimirla. El problema es que no sabía cómo hacérsela llegar.

00000000

Tonks, la experta en el mundo cibernético, se sentó con Harry en el ordenador. A Tonks le bastaron sólo unos segundos para encontrar el dueño del coche. –Draco Malfoy, 25 años. Hijo único de Lucius y Narcissa Malfoy. Trabaja con su padre llevando los diferentes negocios de la familia. En otras palabras, un niño de papá. –Entonces, Tonks se quedó callada de repente al ver la foto de Narcissa Malfoy. –¿Qué te pasa? –preguntó Harry. –Nada, sólo que la cara de esa mujer me resulta familiar. –¿La has visto en alguna parte? –Eso creo, pero ahora mismo no sabría decirte dónde. –¿Dónde viven? –Según esto, viven en una mansión a las afueras de Londres. Espera, que lo busco con el satélite. Unos segundos después, apareció una imagen de la mansión. –¡Vaya, que casoplón! Vamos mejorando, cada vez nos rodeamos de gente con más pasta. Cómo se nota que no son ellos los que limpian. Tendrán un séquito trabajando en el servicio, ¿no te parece, Harry? –¿Qué negocios manejan los Malfoy? –preguntó Harry ignorando los comentarios de Tonks. –Oh, Harry, no te tomas nada con humor. A pesar de todo me caes bien. Según esto tienen acciones en un gran número de empresas: construcción, eléctricas, petroleras, medios de comunicación, farmacéuticas, tecnológicas, armas. El tipo de empresa de las que nadie sospecharía nada. –dijo Tonks con ironía. –Gracias, Tonks. –De nada, guapo.

00000000

–Todo encaja. Tiene influencia en diferentes ámbitos empresariales, por lo que le es muy fácil actuar como un lobby, comprar a gente e influencias y prepararle el terreno a Voldemort. –dijo Dumbledore cuando Harry le contó el tipo de empresas que manejaban los Malfoy. –Pues tendremos que actuar. –dijo Harry. –Pero seguimos sin tener pruebas. –¿Señor, desde cuándo la orden actúa con pruebas? –Porque al gobierno se le presuponen y si nos dan la orden, actuamos, pero aquí estaríamos actuando por nuestra cuenta Harry. Hay una gran diferencia. –¿Y a qué vamos a esperar, a qué controlen todo esto? Le recuerdo que se están haciendo con el poder. –Harry, comprendo tu postura, pero debemos ser cautelosos y no precipitarnos. Antes de actuar debemos preparar bien un plan. –De acuerdo, sólo espero que cuando se decida no sea demasiado tarde.

00000000

Una vez que había dedicado el día a investigar sobre los Malfoy, Harry decidió investigar sobre el “Proyecto Potter”. Para ello necesitaba entrar al despacho de Dumbledore y ver la carpeta que vio o entrar a su ordenador, pero necesitaba neutralizar las cámaras de seguridad con imágenes fijas. De repente, se acordó de lo que en el cuartel llamaban el mapa del merodeador. Se trata de un plano con los corredores secretos que hay en el cuartel y que existían por si necesitaban huir por algún tipo de ataque. Todos los agentes de élite tenían uno. Lo sacó y vio que el despacho de Dumbledore tenía un pasadizo propio que llegaba muy cerca de los garajes. Ese pasadizo también estaba conectado con uno que se encontraba en los vestuarios. Ya armó un plan. Utilizaría ese pasadizo desde los vestuarios para poder entrar al despacho. Era de sobra conocido que algunas noches Harry se dedicaba a entrenar cuando no conseguía conciliar el sueño, así que nadie sospecharía. Esa misma noche, Harry fue al gimnasio. A una hora prudencial en la que sabía que no había nadie, se metió en el vestuario y tocó los azulejos necesarios para abrir el pasadizo. Una vez que llegó al cruce de pasadizos, tomó el que llevaba al despacho de Dumbledore. No le llevó mucho llegar. Una vez allí, se encontró con una pequeña puerta cerrada con llave. Por suerte, Harry fue preparado y con una simple horquilla, abrió la puerta. El despacho de Dumbledore estaba a oscuras, pero se lo sabía de memoria con todas las veces que había estado ahí. Probablemente fuera la persona que mejor conocía el cuartel, puesto que se había criado allí. Llegó a su mesa donde se encontraba el ordenador. Desde ese ordenador podría tener acceso a todos los documentos de la Orden, ya que todo estaba digitalizado, aunque sabía que a Dumbledore le gustaba más manejarse con el papel y no creía que tuviera la carpeta que vio a la vista. Una vez encendido, el ordenador pedía una contraseña. Harry deseó en ese momento tener las habilidades de su madre o de Nymphadora Tonks, la experta en esos menesteres. Estaba seguro que para ellas sería pan comido acceder a cualquier sitio desde cualquier lugar, pero, aunque Tonks le caía bien, no podía mezclarla en esto. La metería en demasiados problemas. En cualquier caso, Harry estuvo probando durante varios minutos, aunque sin éxito. Cuando empezó a pensar que tenía que abortar su misión, se fijó en algo: el cuenco de los caramelos de limón, y decidió probar con eso. Total, no tenía nada que perder. Para sorpresa de Harry, funcionó. Sólo a Dumbledore se le ocurriría poner una contraseña así. Una vez en el escritorio del ordenador, le dio al buscador y escribió “Potter”. Salieron dos carpetas. Harry metió un dispositivo USB y las copió. Unos minutos después, decidió probar con “Voldemort” y con “Mortífagos”. Había dos carpetas. Cuando acabó de copiarse todo, apagó el ordenador y salió por donde había venido hacia los pasadizos que le llevaban al vestuario. Y de allí, como el que no ha roto nunca un plato, se fue a su habitación. Continuará…
3 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)