ID de la obra: 950

El títere

Het
NC-17
Finalizada
3
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
109 páginas, 49.404 palabras, 26 capítulos
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
3 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

12. Remus Lupin

Ajustes de texto
Un par de días después de que Hermione se hiciera pasar por periodista, se encontraban los tres en el apartamento de Tonks. Esperaban a Remus Lupin. Hermione y Tonks sentadas en el sofá y Harry dando vueltas por el salón. –¿Le has dicho al profesor Lupin que venga? –le preguntó Harry a Tonks. Harry lo consideraba un maestro, y por eso todavía lo llamaba profesor. –Sí. –contestó Tonks. –¿Y por qué tarda tanto? –preguntó Harry nervioso. –¿Cómo quieres que lo sepa, Harry? No te preocupes, ya vendrá. Pero quizá cuando venga no te encuentre aquí porque si no paras, del agujero que habrás hecho en el suelo caerás al piso de abajo. –Harry, cariño. Tonks tiene razón. Debes tranquilizarte. –¡No puedo! El tiempo corre en nuestra contra y si no actuamos pronto todo el trabajo no habrá servido para nada. –Pero mi piso no tiene culpa, Harry. –le recriminó Tonks. –¿No puedes dejar de hacer comentarios que están fuera de lugar, Tonks? –le riñó Harry. –Es que me lo pones muy fácil, cariño. –dijo Tonks guiñándole un ojo. –Ah, vete a la mierda. Entonces sonó el timbre. Tonks fue a abrir. En la puerta se encontraba un hombre castaño pero que tenía la piel pálida. Pese a haber sido un agente activo dentro de la orden, sus funciones se habían ido limitando los últimos años a la formación de nuevos agentes y a la coordinación de alguna misión debido al síndrome de fatiga crónica que padecía desde poco antes de nacer Harry. –Hola Tonks. He traído una botella de vino para la velada. –dijo Lupin con timidez. –Es una grata sorpresa, Remus. Muchas gracias, pero, aunque me siento halagada, creo que te has confundido. –¿No te gusta este vino? –Oh, no. El vino es genial. Remus, y estoy segura de que lo podremos tomar en una velada de verdad, –dijo Tonks con voz sensual –pero no te he dicho que vengas por una cita. –Ah, vale. –dijo con desilusión – ¿Entonces para que me has hecho venir aquí? –Será mejor que entres. Una vez dentro, Lupin vio a Harry mirando por la ventana y a una chica castaña sentada en el sofá. –¿Harry? –preguntó Lupin –¿Qué haces aquí? –Remus, déjame que te presente a Hermione Granger. Es la novia de Harry. –¿Novia? –Remus estaba muy confundido. –Encantada señor Lupin. –dijo Hermione. –Vale. ¿Alguien me explica todo esto? Entre los tres le fueron explicando todo a Lupin. Cuando acabaron se quedó pensativo. –Vamos a ver. ¿Me estáis diciendo que habéis actuado a espaldas de Albus Dumbledore y encima habéis implicado a una civil? –Joder, profesor Lupin. De todo lo que le hemos contado ¿lo que más le molesta es eso? –Todo lo que habéis dicho y hecho es muy grave, Harry. –Tenemos pruebas de que lo que le hemos contado es cierto. Lo del proyecto y de la entrevista con Sirius. Lupin le echó un ojo a los documentos del “Proyecto Potter: el niño que sobrevivió” del ordenador de Tonks y después le pusieron el video con la entrevista a Sirius grabada por el dron. –¿Por qué no me habéis dicho nada hasta ahora? –preguntó Lupin. –¿Nos habría creído o apoyado? –preguntó Harry. –Tienes razón, probablemente no. Pero no puedo creer que Sirius sea inocente. –Lupin se pasó las manos por la cara –He sido un amigo horrible. No fui a visitarlo ni una vez para preguntar por su versión. Creí que era algo tan atroz que yo también necesitaba un culpable. Y encima he colaborado en el “Proyecto Potter”. –Pero usted no lo sabía, señor Lupin. –intervino Hermione. –Siempre he tenido una confianza ciega en Dumbledore, y me cuesta creer que haya hecho eso contigo, aunque parece que no le ha funcionado muy bien si te estás revelando de esta manera. Harry, debes abortar esta misión que llevas por tu cuenta. Es una misión suicida. –No puedo, profesor. ¿Es que acaso no le importa que haya un hombre inocente pudriéndose en la cárcel? ¡Es su amigo! –¿Y qué sugieres? –Que nos hagamos con el control de la Orden del Fénix. –¿Te has vuelto loco? ¿Cómo vamos hacer eso? Nos podrían condenar por eso. –He estado condenado toda mi vida, profesor. Y si no hacemos nada, será el país el que esté condenado. Ante eso, Lupin no pudo decir nada.

00000000

Bartemius Crouch era el director de seguridad del gobierno. Recibió en su despacho a Albert Runcorn, director de la Prisión Azkaban, no muy alentado, puesto que se disponía a escuchar el mismo informe pedante de cada mes. No obstante, a pesar de la leyenda negra que rondaba la prisión, el que no hubieran noticias de la prisión, eran buenas noticias para él, puesto que significaba que todo estaba tranquilo y bajo control. –Buenos días, señor Crouch. –saludó Runcorn. –Buenos días, señor Runcorn. Dígame. ¿Cuántos presos han ingresado este mes? –dijo Crouch yendo al grano. –Han entrado 6 presos nuevos, señor. Todos delitos menores. No ha salido ninguno. –¿Algo destacable durante este mes? –Bueno, la única novedad ha sido una periodista que quería hacer un reportaje sobre la prisión. –Supongo que se habrá negado, ¿no? –Pues lo cierto es que no. Pero no se preocupe, por lo que me dijo, se le veía bastante partidaria de las ideas del gobierno. Además, esta prisión tiene mala fama por su trato a los presos, así que vi una oportunidad de hacernos buena publicidad. –¿Es usted estúpido? ¿En qué estaba pensando? –Señor, no publicará sin mi visto bueno, así que no hay problema. –Idiota. ¿Cómo se llama la periodista y para qué medio trabaja? –Rita Skeeter. Es periodista freelance. –Supongo que tendrán todos sus datos. –Por supuesto, señor. –¿Con quién habló? –preguntó Crouch. –Conmigo y con tres presos. –¿Qué presos? –No tiene importancia, están lo suficientemente locos para no articular dos palabras juntas. –pero ante la mirada de Crouch, se apresuró a decir –Stan Shunpike, Gilderoy Lockhart y Sirius Black. –¿Sirius Black? ¿Pero cómo se le ocurre? –Crouch no daba crédito a lo que estaba oyendo. –¿Qué guardias estaban custodiando durante la entrevista? –En realidad ninguno, insistió en hacerlo sin guardias para que los entrevistados no se sintieran coaccionados. Pero firmó un papel haciéndose responsable de todo lo que pudiera ocurrir. –Serás estúpido. Quiero que me mandes inmediatamente todas las cintas de seguridad de aquel día y los documentos que rellenó. –Sí, señor. –dijo Runcorn. –Siempre te he tomado por un trabajador muy eficiente, Runcorn, pero esta vez la has cagado bien. Agradece que no te despida. –Lo siento, señor. Enseguida le mandaré las cintas. Continuará…
3 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)