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Cuando Harry y Hermione llegaron al cuartel, Hermione parecía muy sorprendida por el lugar. Nunca pensaría que ese lugar que no parecía tener nada especial fuera la sede de una organización secreta, aunque pensándolo bien, tenía sentido, puesto que así no llamaría la atención de nadie. –Me temo que voy a tener que esposarte y vendarte los ojos. Para no levantar sospechas. En la sala te lo quitaré –dijo Harry. –De acuerdo. –dijo Hermione. –¿Pero la venda en los ojos por qué? –Se le pone a los detenidos para que no sepan dónde está ubicado el cuartel. Cuando llegaron dentro, Harry la llevó directamente a la sala de interrogatorios y le quitó la venda de los ojos. Allí había dos sillas, una mesa, cámaras de seguridad y un espejo grande que no engañaba a nadie. Todo el mundo sabe de verlo en las películas que ese espejo estaba ahí para que pudieran ver lo que decían los sospechosos desde un cuarto contiguo, donde entró Harry. Allí se encontraba Dumbledore, Snape y Lupin. –Tu turno Snape. –dijo Dumbledore. Snape salió hacia la sala de interrogatorios. Cuando salió, Harry cogió su arma y apuntó a Albus. Dumbledore abrió los ojos como platos. –Ni una palabra, señor. –advirtió Harry. –Quédese sentado. Lupin esposó a Dumbledore. –¿Qué significa esto? –preguntó Dumbledore. –De ahora en adelante, las preguntas las hago yo, señor. Pero antes veamos qué es lo que nos tiene que decir la señorita Skeeter. Ajena a lo que pasaba en el cuarto de al lado, Hermione vio entrar a un hombre con una piel muy blanca y un pelo negro grasiento. Tenía cara de pocos amigos y se veía de lejos que no había que bromear con él. –¿Me puede decir qué pasa? ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué lugar es este? –dijo Hermione alterada. –No le he dado permiso para hablar. Hablará sólo cuando se le pregunte. –le dijo Snape de manera cortante. –Primero creo que merezco una explicación. Se me aparecen en casa y me traen aquí sin decirme por qué. –dijo Hermione indignada. –¿Cómo se llama? –preguntó Snape. –¿Me traen aquí y no saben a quién traen? ¿Se trata de una broma? –Limítese a contestar las preguntas. –riñó Snape. –Rita Skeeter. –¿Profesión? –Periodista. –¿Fue usted el martes y el miércoles de la semana pasada a la prisión de Azkaban? –¿Se trata de eso? Oiga, firmé todos los permisos. Todo lo que me pidieron. –Limítese a contestar. –Sí. –admitió Hermione. –¿Con qué intención? –Ya se lo dije al director de la prisión. Simplemente quería vender un buen reportaje. –Dígame la verdad –dijo Snape. –Ya se lo he dicho. ¿Qué otra cosa podría hacer yo allí? –¿Le dice algo el nombre de Sirius Black? –preguntó Snape. –Fue uno de los presos que entrevisté. –¿Y por qué solicitó hablar precisamente con él? –No sólo hablé con él. También hablé con otros presos. –Responda. –Simplemente pedí hablar con el preso más peligroso o el que hubiera cometido el crimen más atroz porque de esa manera me resulta más fácil vender mi reportaje. El director aceptó. –se justificó Hermione. –¿Qué le dijo Black? –Pues que era inocente, que le han encerrado por un crimen que él no cometió. –¿Qué sabe de su muerte? –Sólo lo que escuché en las noticias. ¿No pensarán que su muerte ha sido cosa mía? –Lo que pensemos o dejemos de pensar no es de su incumbencia. ¿Dónde está su reportaje? –Todavía no lo he elaborado. Tengo otras obligaciones que me piden diferentes medios. Ese reportaje ha sido iniciativa propia para ascender en mi carrera, pero lo debo de hacer en ratos libres. Snape se levantó y caminó hacia la puerta. –¡Oiga! ¿Qué va a pasar conmigo? ¡No me deje aquí! –gritó Hermione. Pero Snape hizo caso omiso y salió hacia el cuarto contiguo. Cuando entró, percibió algo raro. Vio a Dumbledore sentado con los brazos hacia atrás y Lupin detrás de Dumbledore. Entonces, Snape sintió algo frío en su cabeza. Era una pistola. Harry, que estaba escondido detrás de la puerta, le apuntaba por detrás. –¿Qué significa esto? –preguntó Snape. –Significa que ahora estoy yo al mando de la Orden del Fénix –contestó Harry.00000000
Tonks apareció en la sala de interrogatorios y le quitó las esposas a Hermione. A continuación, la llevó a la habitación de Harry. –Lo has hecho muy bien, Hermione. –alagó Tonks. –Permanece aquí hasta que tengamos la situación controlada. –Me gustaría ayudar. –pidió Hermione. –Yo creo que has ayudado bastante. Por nuestra culpa estás en esta situación. Además, Harry me matará si te exponemos más. –No creo que pueda estar más expuesta de lo que estoy ya. –Te sorprenderías de cómo pueden cambiar las tornas. Mejor no tentemos a la suerte. Ahora debo buscar a Kingsley y a Hagrid. A Hermione no le quedó de otra que aceptar. Pero le mataba no poder hacer nada. Mientras tanto, Dumbledore y Snape trataban de comprender lo que había pasado. –¿A qué viene todo esto, Harry? –preguntó Dumbledore. –Viene a que estoy harto de ser su títere. –¿Por qué piensas que eres un títere? –Porque habéis controlado mi vida como se os ha antojado. –Creo que no estás siendo razonable. –Pues yo creo que quien no ha sido razonable ha sido usted, porque me han manejado como han querido. ¿No le dice nada el “Proyecto Potter: el niño que sobrevivió”? Dumbledore y Snape se miraron como diciendo “nos han pillado”. –¿Por eso ha estado tan raro últimamente, Potter? –preguntó Snape. –¿De dónde has sacado esa información, Harry? –preguntó Dumbledore. –Es evidente que de usted no. Pero eso ya da igual, porque se acabó el ser una marioneta. Ahora, seré yo el que tenga el control. –Remus, ¿qué tienes que ver en esto? –preguntó Dumbledore. –La verdad es que me resistí a creer en muchas cosas por la situación acomodada en la que estaba. Pero Harry me ha aportado demasiadas pruebas y no puedo permanecer impasible con lo que le ha hecho la Orden. –explicó Remus. –También sabemos que Black era inocente. –¿Black? ¿Entonces todo este numerito de la periodista ha sido cosa vuestra? –preguntó Snape. –Alguien tenía que investigar. Nadie se tomó la molestia de hacer una investigación en condiciones. Así que la realicé yo mismo. –Te dije que te ayudaría, Harry. –dijo Dumbledore. –No, se equivoca. Fingió que me ayudaría para tenerme contento y controlado. Pero no fue así. La ayuda que he recibido no ha venido de usted, precisamente. –Harry, ¿has mezclado a esa civil con la Orden del Fénix? –preguntó Dumbledore. –Esa civil ha hecho más por mí en pocas semanas que usted en toda una vida. –dijo Harry, sin quitarle la mirada a Dumbledore. –¿Se ha echado esa noviecita, Potter? –dijo Snape. –Ahora resulta que el pequeño Potter se ha enamorado. Por eso cuestionaba tanto nuestras órdenes, ¿verdad? –Cállese o le vuelo la cabeza. Tengo mucha práctica en eso, por si se le ha olvidado. –amenazó Harry. En otra parte del cuartel, Tonks reunió a Kingsley y a Hagrid. –¿Qué pasa, Tonks? Te veo un poco acelerada. –dijo Hagrid. –Veréis, esto es complicado de explicar, pero ahora mismo, Dumbledore ha dejado de ser el jefe de la Orden del Fénix. –resumió Tonks. Hagrid y Kingsley se miraron con cara de no entender nada. Un rato después, cuando Tonks terminó de explicar todo lo que pasaba, las caras de Kingsley y de Hagrid seguían a cuadros. –No es posible que haya hecho eso. Estamos hablando de Albus Dumbledore, Tonks. –dijo Hagrid. –Os estoy diciendo la verdad, tenemos pruebas. –intentó convencer Tonks. –¿Es qué no habéis notado nada raro? –Lo cierto es que es difícil de creer. –dijo Kingsley. –¿Qué pretendes contándonos todo esto? –Que os unáis a Harry, a Lupin y a mí para hacer justicia y evitar el nuevo régimen de terror. –explicó Tonks. –¡No puedo creerlo, Tonks! Necesito ver a Dumbledore. –dijo Hagrid. Entonces, Kingsley y Hagrid salieron en busca de Dumbledore. Tonks intentó detenerles, pero fue inútil. Unos minutos después, Hagrid y Kingsley entraron de manera brusca donde estaban Lupin, Dumbledore, Snape y Harry. Con el alboroto que armó, Snape aprovechó la sorpresa para dar un codazo a Harry en el estómago, quitarle el arma y huir. En cuanto Harry se medio recuperó, echó a correr detrás de Snape, pero estaba fuera de su alcance visual. Harry percibió que Kingsley y Hagrid le seguían. Harry no sabía qué camino había tomado. Después de dar varias vueltas y registrar el cuartel de arriba abajo, no encontraron ni rastro de Snape. Seguro que había escapado. Después volvieron donde Lupin tenía retenido a Dumbledore. –Señor Dumbledore, ¿qué significa todo esto? Dígame que lo de Black y lo del proyecto ese no es cierto. –pidió Hagrid. –Lo del Proyecto Potter sí es cierto, Hagrid. Lo de Black no puedo asegurarlo a ciencia cierta porque no he visto la investigación, pero me temo que con las molestias que se ha tomado Harry en saber la verdad, no me extrañaría que fuera cierto. –dijo Dumbledore avergonzado. –Siento haberte decepcionado, Hagrid. –Pero señor, ¿cómo ha podido hacer eso? Usted era mi modelo a seguir, el mejor miembro de la Orden del Fénix. –dijo Hagrid. –Me parece que hace mucho tiempo dejé de merecer ese título. Ese título lo merece Harry. Siento mucho todo el dolor que te he causado, Harry. –¿Cree que puede enmendar todos estos años de sufrimiento con un “lo siento”? –preguntó Harry. –Puedo comprender que no me quieras perdonar. Ahora mismo estoy siendo víctima del monstruo que yo mismo he creado. Acaba conmigo, es lo que merezco. Será mi última orden –pidió Dumbledore. Harry se acercó a Dumbledore como hipnotizado para matarlo. Tenía demasiada ira contenida y sentía el deseo de sacarla con el responsable de todo. –¡Harry! –gritó Lupin –Déjale con vida. A Hermione no le gustaría que lo hicieras. Con la mención de Hermione, Harry volvió a la realidad y miró a Lupin. –Está bien. Llévalo al calabozo. –ordenó Harry, después de pensarlo unos segundos. –No puedes hacer eso, Harry. –dijo Hagrid. –¿Prefieres acompañarlo? –preguntó Harry enfadado. –No, pero a pesar de todo el daño que te ha causado, también te ha cuidado. –dijo Hagrid. –No intentes liarme, Hagrid. ¿Vais a ayudarnos o no? Kingsley y Hagrid se miraron. –¿Tenemos otra opción? –preguntó Kingsley. –Aunque me cueste admitirlo, el tiempo de Dumbledore ha pasado y en el gobierno todo se complica. Creo que si no hacemos nada, todo irá a peor. Cuenta conmigo, Harry. Harry se lo agradeció con la mirada. –¿Y tú, Hagrid? –después de unos momentos de silencio, Hagrid aceptó. Continuará…