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Tonks fue a por Hermione a la habitación de Harry. –¿Qué ha pasado, Tonks? –preguntó Hermione casi sin dejar a Tonks entrar. –Tenemos el control de la Orden. Hemos encerrado a Dumbledore. Hemos conseguido el apoyo de Kingsley y Hagrid, pero Snape ha escapado. –explicó Tonks. –¿Y Harry, dónde está? –Seguramente le esté dando una paliza al saco de boxeo. Suele descargar tensiones de esa manera. –Hermione le miró sorprendida. –Créeme, mejor el sparring que Dumbledore. Si Lupin no lo detiene lo habría matado. –Llévame con él, por favor. –pidió Hermione. Cuando llegaron a la zona de entrenamiento, Hermione vio a Harry con pantalón de deporte, descamisado, sudoroso y dando golpes con mucha rabia a un saco de boxeo. –Harry, ¿estás bien? –preguntó Hermione. Harry continuó dando golpes como si no hubiera un mañana. –¡Harry! ¡Para, por favor! Harry paró ante la petición de Hermione. –Debes calmarte. –No puedo evitarlo. Ahora que nos hemos quitado las caretas, sólo me apetece cargarme a ese viejo. –expresó Harry. –Se supone que ibas a dejar de matar. –le recordó Hermione. –No hasta que acabe todo. Mientras la situación esté así, no puedo asegurarte nada. –¿Y por qué no hablas con él? Quizá así te sientas mejor. –No sé si seré capaz de mantener el control. –Claro que serás capaz, lo has mantenido desde que sabes la verdad. Después de ducharse, Harry fue al calabozo para hablar con Dumbledore. Entró en la celda y se sentó junto a Dumbledore. –Nunca pensé que estaría en esta parte del cuartel. –dijo Dumbledore intentando romper el hielo. –Supongo que querrás una explicación, ¿verdad? –dedujo Dumbledore. –¿Por qué? –se limitó a preguntar Harry. –Por ambición. Siempre me ha gustado tener el control de las cosas. Con la detención del dictador Grindelwald obtuve muchísimo reconocimiento y prestigio dentro del círculo de la seguridad nacional y el espionaje. Saboreé las mieles del éxito. Gracias a la Orden del Fénix, que nació para combatir a Voldemort, también se me achacó su caída, aunque de cara a la sociedad fue obra del gobierno. Simplemente continuó la dinámica. –Ser los matones del gobierno. –dijo Harry. –Bueno, es otra forma de decirlo, pero sí. Me contagié de la prepotencia del gobierno y al igual que ellos, me creí con poder para decidir sobre la vida de los demás. Por eso cuando Hagrid te rescató y te trajo, se me presentó una oportunidad única para jugar a ser dios. Fue así como comenzó el experimento de crear al soldado perfecto. Todo fue bien durante mucho tiempo. El hecho de que Voldemort viviera me servía de gasolina para alimentar tu sed de venganza. –No es usted diferente de Voldemort. –dijo Harry. –Tienes razón. Me he comportado como un ser despreciable. Y hoy me has enseñado una gran lección, que también intentaron darme tus padres. Ellos se sacrificaron por amor. Desde que naciste, tus padres hicieron todo lo posible por dejar la Orden, aunque Voldemort ya los tenía como objetivo. Y si no me equivoco, tú no me has matado por amor. –Créame, amor es lo último que siento hacia usted. –dijo Harry. –No por amor a mí, Harry. Eso es evidente. Sino a esa tal Hermione. Sólo con la mención de su nombre, te has humanizado. ¿Es el verdadero nombre de esa chica, verdad? –Sí. –afirmó Harry. –Espero que consiga deshacer la educación tan negativa que te he proporcionado, Harry. Lo único que puedo decirte es que lo siento y que intentaré ayudar en todo lo que pueda. –¿De qué bando está Snape? –preguntó Harry. –En el nuestro, por supuesto. –contestó Dumbledore. –¿Cómo está tan seguro? Lo ha abandonado a su suerte. –Porque confío en él. Es normal que intente salvar su vida. –Si he aprendido algo en estas semanas es a no confiar en ustedes. –zanjó Harry, saliendo de la celda.00000000
Después de hablar con Dumbledore, Harry reunió a todos en la sala de reuniones. –Os he reunido aquí porque tenemos que planear nuestros próximos movimientos. –dijo Harry. –¿Has hablado con Dumbledore, Harry? –preguntó Kingsley. –Sí. Dice que está dispuesto a colaborar. Piensa que Snape está de nuestra parte. –explicó Harry. –Eso es genial, ¿no, Harry? Sólo se asustó por todo el lío que has montado. –dijo Hagrid. –Yo no me lo creo. –dijo Harry. –No sé si Dumbledore miente, pero no puedo contar con la posibilidad de que Snape esté de nuestra parte. Más bien, debemos ser cautos y barajar la posibilidad de que esté del lado de Voldemort. –Harry tiene razón. No olvidéis que ha sido un espía doble durante muchos años. Y además, conoce la localización del cuartel. Así que debemos buscar una nueva sede de operaciones lo antes posible. Somos susceptibles de ser atacados. –dijo Lupin. –Tonks, prepara todo el equipo informático necesario para trasladarlo a otro lugar. Hagrid, tú te encargarás de preparar el furgón y el helicóptero. Deja todo lo que no nos sirva. Kingsley, prepara las armas necesarias. Lupin, ayudarás a Hagrid, Hermione a Tonks y yo ayudaré a Kingsley. –¿Y tienes pensado de a dónde podemos ir? –preguntó Kingsley. –La verdad es que no. Lo más acuciante es salir de aquí. Después podremos ir a algún lugar abandonado. –¿Un lugar abandonado? ¿No hay más sitios en el mundo más cómodos? –preguntó Hagrid. –¿Tienes una idea mejor? ¿Pensabas que estarías en un hotel de cinco estrellas? –preguntó Harry. –¿Y si vamos a la Madriguera? –sugirió Hermione. –¿La Madriguera? ¿Qué es eso? –preguntó Kingsley. –Está en Ottery St Catchpole, en Devon. Es una zona rural. Allí vive la familia de mi mejor amiga. Aunque como los hijos son mayores y se han independizado, tendremos espacio –explicó Hermione. –Ni hablar, no voy a poner en riesgo a más gente. Además, está demasiado lejos de Londres –dijo Harry. –Piénsalo. Es un lugar seguro e inimaginable para los mortífagos. –intentó convencer Hermione. –Además, los Weasley estarán encantados de ayudar. Ya perdieron a uno de sus hijos por culpa de los mortífagos. Sólo será algo provisional hasta que encontremos un lugar mejor. Todos se miraron pensando que quizá no era tan mala idea. –Hermione tiene razón, puede que sea lo mejor hasta que consigamos armar un plan. –dijo Lupin. Los demás se mostraron de acuerdo con la idea de Hermione. Así que Harry no pudo hacer mucho más. –Harry, Hermione te quita el puesto como nuevo líder de la Orden del Fénix. –chinchó Tonks en tono de broma. –No jodas, Tonks. –dijo Harry. –¡Basta de cháchara, a trabajar! –y salió malhumorado. Hermione se quedó mirando la puerta preocupada, preguntándose si había hecho bien. No quería cuestionar decisiones ni quitarle autoridad a Harry. –No te preocupes Hermione. Harry está nervioso con todo esto. Se le pasará. –intentó tranquilizar Lupin. –Sí, además, viniendo de ti el enfado no le durará mucho. –añadió Tonks.00000000
Los miembros de la Orden del Fénix y Hermione se encontraban recogiendo lo que necesitaban para salir del cuartel. Evidentemente, tendrían que dejar allí la mayor parte del equipamiento. –Remus, pensaba que estabas con los vehículos. –le dijo Tonks. –Están preparados. Hagrid nos espera allí. Asegúrate de echar drones espía –ordenó Lupin. –serán necesarios para contar con más ojos. –No te preocupes Remus, ya lo he hecho. –respondió Tonks. De repente, se escucharon varias explosiones. –¿Qué ha sido eso? –preguntó Hermione. –Me temo que estamos siendo atacados. –contestó Lupin. –¡Rápido, tenemos que ir a la zona de los vehículos si queremos salir con vida de aquí! Los tres empezaron a correr cuando se encontraron con Kingsley y Harry, los cuales llevaban una pistola cada uno. –¡Rápido, debemos ir a los vestuarios del gimnasio y coger el pasadizo que lleva a los garajes! –ordenó Harry, pasándole armas a Tonks, a Remus y a Hermione. Hermione estaba muy asustada. Era la primera vez que sostenía un arma. –Harry, yo no sé usar esto. –dijo Hermione. –Tendrás que hacerlo si tu vida corre peligro. –dijo Harry. –Apuntar y disparar. ¡Va, corred! –ordenó Harry mientras él se giró para ir hacia otro lado. –¿A dónde vas? –preguntó Hermione. –A por Dumbledore. Sabe demasiado. Lo llevaremos con nosotros. No os preocupéis por mí. Si tenéis que salir sin mí, hacedlo. Además, tengo una cuenta pendiente con la mujer que mató a Sirius. –¿Cómo sabes quién es? –preguntó Tonks. –Porque lo está pregonando a gritos por todo el cuartel. Entonces, se escuchaba el eco de una voz de mujer sádica y maligna que se alejaba y que decía: ¡Yo maté a Sirius Black, yo maté a Sirius Black! –Pero Harry. Podrían matarte. No vayas por favor. –suplicó Hermione. –Volveré. Te lo prometo. –prometió Harry, dándole un beso en los labios. El grupo iba camino al vestuario del gimnasio cuando se encontraron con dos mortífagos. Kingsley y Remus no se lo pensaron dos veces y dispararon nada más encontrarse con ellos. Uno de los disparos fue directo al estómago y el otro a la rodilla. Siguieron su camino no sin antes haberlos desarmado. –Bueno, creo que ha quedado claro de qué parte está Snape. Es un chivato. –sentenció Tonks. El grupo consiguió llegar al vestuario y de allí se metieron al pasadizo que los llevaba a los garajes. –Si vienen por aquí estaremos perdidos. –dijo Kingsley. –Snape también conoce estos corredores. Al llegar al final del pasadizo, se encontraron con Hagrid. –¡Hagrid! –lo llamó Lupin. –¡Chicos!¡Me alegro de veros! Me he escondido aquí. Hay un mortífago vigilando la salida del cuartel. Se han cargado el hangar del helicóptero y algunos vehículos más. –informó Hagrid. –Me parece que no quieren deshacerse de la armería. Es un buen arsenal para ellos. Hay otro vigilando en la armería. –¿Y el furgón en el que hemos puesto las armas? –preguntó Kingsley. –No, por suerte no estaba a su alcance y lo tenemos cerca. Un momento. ¿Y Harry? –preguntó Hagrid. –Ha ido por Dumbledore. Debemos llegar hasta el furgón y salir de aquí. –dijo Kingsley. –¡No, ni hablar! ¡No podemos dejarlo aquí! –gritó Hermione. –¿Acaso no has oído lo que ha dicho? –contestó Kingsley. –No lo podemos dejar aquí tirado. –argumentó Hermione. –Hermione, lo comprendemos. Pero Harry sabrá salir de esta. No sería la primera vez que sale de una situación comprometida. Además si nos quedamos aquí, tarde o temprano nos encontrarán. –¡Por favor! –rogó Hermione. Kingsley y Lupin se miraron y se pusieron de acuerdo con la mirada. –Está bien. –aceptó Lupin. –Pero esperaremos sólo 5 minutos. Después nos iremos. –Vale. –se resignó Hermione, deseando que fuera tiempo suficiente para Harry. Mientras el grupo trataba de huir, Harry trataba de seguir a la voz que aseguraba que mató a Black, llevándole hacia los calabozos. Allí se encontró a un mortífago que vigilaba, pero que no fue rival para Harry, ya que le pilló por sorpresa y Harry sabía exactamente qué punto del cuerpo tocar para dejarlo inconsciente. Se escondió, viendo a Snape y a una mujer con el pelo muy negro. Dumbledore le miraba, como diciendo que intentara escapar de allí. –¡Vaya, así que este es el viejo del que tanto nos has hablado! –dijo la mujer. –Severus. –dijo Dumbledore. –Veo que después de todos estos años, has estado trabajando para Voldemort. –¡Oh, Severus! ¿Has engañado a un pobre viejo? –dijo la mujer. –Bellatrix, no es momento para tus impertinencias. ¿Dónde está el resto de la Orden? –preguntó Snape. Harry recordó que Tonks le mencionó que su madre tenía dos hermanas. Narcissa y Bellatrix. –Con el escándalo que habéis armado, yo diría que han escapado, Severus. –contestó Dumbledore. –¿Y dónde han ido? –preguntó Bellatrix. –No lo sé. –contestó Dumbledore. –Está diciendo la verdad. –dijo Snape. –Entonces el viejo ya no nos sirve. Mátalo Severus. Me apetece ver una muerte dramática del fiel compañero que mata a su jefe. –dijo Bellatrix. Entonces cuando Snape apuntó a Dumbledore, éste, que estaba viendo a Harry, negó con la cabeza para que no interviniera. Snape sin pensarlo más, le disparó en la cabeza. –¡Alto!¡Manos arriba! –gritó Harry apuntando a uno y a otro. Bellatrix y Snape se sorprendieron al ver a Harry, pero no lo mostraron. Alzaron sus manos. –Así que este es el famoso Harry Potter. –dijo Bellatrix. –¿Sabes qué? Me produjo un placer inmenso matar a mi primo Sirius. Harry se sentía cada vez más rabioso. –¿Cómo has podido, Snape? –preguntó Harry. –No eres el único que tiene sangre fría, Potter. –contestó Snape. –Me parece que no te conviene matarnos. –¿Ah, no? ¿Y eso por qué? –preguntó Harry. –Nuestro señor quiere conocerte. –dijo Bellatrix. –¿En serio?¿Y por qué quiere conocerme? –dijo sin dejar de apuntarles. –Para ser él el que acabe contigo. –¿Ah, sí? ¿Y por qué no ha venido él mismo a buscarme? ¿Tan cobarde es? –¡No hables así de Voldemort!¡Deberías mostrarle respeto! –gritó Bellatrix desquiciada. –A estas alturas deberías saber que ese infraser no merece ningún respeto. –dijo Harry. –Siempre has querido enfrentarte a él, Potter. Te ofrecemos la oportunidad de llevarte. –ofreció Snape. –Ya. –dijo Harry sin fiarse. –Dame la dirección y ya iré yo. ¿Creéis que me voy a fiar de una loca y un traidor? –Harry cogió unas esposas que había en una mesa y se las pasó a Snape. –Poneos las esposas. –ordenó Harry. Bellatrix cogió las esposas y empezó a abrirlas, pero de repente, se las tiró a Harry, dándole en la mano y desviando el tiro que había perpetrado al ver el movimiento tan raro de Bellatrix. Snape aprovechó para forcejear con Harry, tirando el arma al suelo. Snape dio un puñetazo a Harry que le dejó la cara ensangrentada y Bellatrix cogió el arma y le apuntó. –¡No dispares! Potter es de Voldemort. –ordenó Snape. Pero mientras decía esto, Harry le hizo una llave a Snape, lo inmovilizó y lo puso como escudo humano, de manera que si Bellatrix disparaba, el blanco sería Snape. Fueron saliendo lentamente hacia atrás de los calabozos y cuando Harry ya no tenía a Bellatrix a la vista, rompió el cuello a Snape y se fue corriendo haciendo eses para evitar que Bellatrix le alcanzara con sus disparos. Harry contaba con la gran ventaja de que conocía ese lugar como la palma de su mano. No obstante, cuando llegó al pasillo lo vio lleno de fuego y humo. Sería imposible escapar por ahí. Debería tomar el pasadizo del vestuario para llegar a los garajes. El problema era que corría el riesgo de encontrarse con Bellatrix. Pero debía salir de allí ya que el fuego seguía avanzando. Mientras tanto, el resto del grupo seguía esperando a Harry. –Lo siento mucho, Hermione, pero debemos salir ya de aquí. Vamos, sed sigilosos y montad en el furgón. Una vez montados, Hagrid puso el furgón en marcha y salió del garaje, decidido a llevarse por delante todo lo que hubiera a su paso. Los mortífagos que esperaban fuera disparaban al furgón. Hermione estaba muy asustada. –No te preocupes, Hermione, es un furgón blindado. –dijo Hagrid. Hagrid aceleró, haciendo que los mortífagos se apartaran y consiguiendo salir de allí. –Nunca pensé que vería el cuartel de la Orden en llamas. –comentó Lupin. Harry se volvió, pero escuchó los pasos de Bellatrix. Así que hizo lo único que podía hacer, abrió la ventana que había en el pasillo y se descolgó de ella. Había una altura considerable, y aunque parte de su entrenamiento incluía saber caer de las alturas, podía acabar mal. Harry intentó caer en la zona más frondosa de los arbustos de abajo. Aunque había caído bien, el golpe fue fuerte. Pero no era momento para lamentarse y corrió hacía los garajes. Vio como el furgón blindado se escapaba, y aprovechó ese momento en el que todos estaban pendientes del furgón para entrar en el garaje, y buscar un vehículo. Fue hacia un coche, pero al poner el contacto, vio que no tenía combustible, así que se decidió por la moto. Cogió un par de herramientas que le servirían de arma. Cuando los mortífagos que estaban en el control de la entrada escucharon la moto y se giraron, lo único que vieron fue unas llaves inglesas ir hacia ellos. Harry se las había lanzado para neutralizarlos. De esa manera, se deshizo de dos de los tres mortífagos que custodiaban la entrada de los terrenos de la Orden. Cuando pasó por allí, sacó la pierna para deshacerse del tercer mortífago, aunque su disparo le rozó la cara, dejándole un arañazo. Bellatrix, que vio todo esto cuando se acercaba a ellos gritó indignada. –¡Sois una panda de inútiles!¡Habéis dejado escapar a Potter! Continuará…