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Tal y como dijo la señora Weasley, cada uno se fue donde dijo. Hermione dormiría justo en frente de donde dormiría Harry. Antes de meterse en sus respectivas habitaciones, Harry y Hermione se despedían en el pasillo. –Harry, si quieres, le pido a Ginny que duerma con Ron. –le dijo Hermione. –Hermione, no creo que este sea el lugar para eso. Me parecería inapropiado hacerlo después de cómo nos han acogido. –dijo Harry un poco alarmado. –No lo digo por eso, tonto, aunque no podemos negar que sería excitante. Lo decía más bien por si tenías alguna pesadilla. Ron podría asustarse. –le dijo Hermione. –No te preocupes. Estaré bien. No quiero incomodar más a esta gente. –Como quieras. –Hermione no insistió. –Descansa. Se despidieron con un beso en los labios antes de entrar en sus respectivas habitaciones. Ginny esperaba a Hermione en su habitación. –Hermione, estoy enfadada contigo. ¿Cómo puede ser que no me hayas contado que tienes novio? Y lo peor, un novio que está cañón. Aunque lo veo muy serio y callado. Hermione sonrió ante lo que dijo Ginny. Se veía venir una larga charla. –No podía contártelo por el trabajo de Harry. –dijo Hermione. –¿Entonces no me lo ibas a contar nunca? –le dijo Ginny indignada. –Claro que te lo iba a contar. Pero primero se tenían que normalizar las cosas. Pero con todo lo que ha pasado hoy, evidentemente se ha apresurado todo. –Lo que no entiendo es cómo una bibliotecaria como tú ha llegado a esa organización, ¿cómo se llamaba, la Orden del Fénix? –Harry me libró en el supermercado de unos idiotas que no paraban de molestarme y yo quise invitarle a cenar como agradecimiento. –le confesó Hermione. –Está claro que no eres tonta. Reconócelo, al ver a ese bombón lo quisiste atrapar, ¿verdad? –le dijo Ginny. –No, no es eso. Bueno, no voy a negar que está buenísimo y que me llamó mucho la atención, sobretodo la manera en la que se deshizo de aquellos imbéciles, es un maestro de las artes marciales. Pero mi intención era pura, te lo prometo. Sólo quise agradecérselo. Él no quería pero ya sabes que a cabezota no me gana nadie. –¿Entonces lo invitaste a cenar y lo atrapaste? –preguntó Ginny. –En realidad no. Todo iba bien durante la cena. Pero luego se torcieron las cosas porque adiviné su profesión y por algo que pasó relacionado con su pasado. Incluso tuvimos nuestra primera pelea. Yo sabía que había algo que lo atormentaba. Unos días después, sin yo esperarlo se apareció en mi casa y me contó todo. Se abrió a mí en canal. Y ya no le pude dejar ir. Él también me ha atrapado a mí. –Menuda historia. –dijo Ginny. –Y dime, ¿es bueno en la cama? –Para mí es un dios. –dijo Hermione sonrojada. –Lo cierto es que con él, a diferencia de con Víctor, me siento amada. –Me alegro mucho, Hermione. Sobre todo de que te haga olvidar al capullo de Víctor. En la habitación de enfrente, Ron y Harry se encontraban en sus respectivas camas. La habitación estaba llena de pósters decorativos de los Chudley Cannons. Era evidente que era el equipo de fútbol favorito de Ron, aunque Harry nunca había estado muy informado sobre el fútbol. –Me ha sorprendido mucho que Hermione viniera acompañada de todos vosotros, pero sobretodo me ha extrañado que viniera con novio. –confesó Ron. –¿Y por qué te extraña que tenga novio? –preguntó Harry curioso. –Pensé que no querría volver a tener pareja después de lo que le pasó con su ex. Ese imbécil resultó ser un picaflor y Hermione estuvo deprimida un tiempo. Después de eso, no quiso salir con nadie más. Eres el único que ha conseguido esa proeza. –Harry estaba sorprendido. –¿No te lo ha contado? A ver si he metido la pata. –No. Bueno, me dijo que tenía un ex, pero no los motivos de la ruptura. –recordó Harry. –¿Conoces a Crookshanks? Se lo regalé yo para animarla. –Pues acertaste. Le animó mucho. A veces creo que lo quiere más que a mí. –dijo Harry recordando cuando Hermione se negaba a ir a ninguna parte si no dejaba a Crookshanks con alguien de confianza. Ron rio ante esto. –Por cierto, no hace falta que te diga que si le haces daño a Hermione te la tendrás que ver con toda mi familia, ¿verdad? –advirtió Ron. Harry se quedó sin saber qué decir. Ya había podido comprobar la cohesión de esa familia. No le gustaría verlos enfadados. Estaba claro que cada miembro de la familia era sagrado y, aunque Hermione no tenía la misma sangre, la consideraban una más. –¿Sabes? Yo acabé la formación en la academia de policía y fui policía durante unos años –dijo Ron. –¿Fuiste policía? ¿Ya no lo eres? –preguntó Harry. –No. –negó Ron. –¿Por qué? –quiso saber Harry. –Soy muy inseguro. Especialmente después de la muerte de mi hermano Fred. Fred era el gemelo de George. Los dos eran muy bromistas y montaron una tienda de artículos de broma en Londres: Sortilegios Weasley, ¿la conoces? –No. –negó Harry. –Está creciendo mucho y pronto abriremos otra sucursal en Londres. Mi hermano Fred estaría orgulloso. Ahora trabajo con George. Después de la muerte de Fred, él estaba deshecho y yo estaba muy bloqueado cada vez que me ponía el uniforme. Así que me asocié con mi hermano y llevamos el negocio juntos. Eso nos ayudó a sobrellevar la muerte de Fred. Trabajamos bien juntos y nos ha unido, aunque sigo siendo el blanco de sus bromas. Nunca llegaré a tener la misma conexión que con su gemelo, pero tampoco espero eso. –¿Puedo preguntar cómo murió tu hermano? –preguntó Harry. –Fred y George vieron como unos matones atacaban a una pareja homosexual en plena calle. Si hay algo que no soportamos ver en nuestra familia son las injusticias. Nuestros padres nos han educado en la tolerancia. Así que intentaron defender a esos chicos. A mi hermano George le cortaron media oreja, como te habrás fijado, pero mi hermano Fred no corrió con tanta suerte y le apuñalaron, causándole la muerte. Esos imbéciles se fueron de rositas, a pesar de haber sido identificados. Está claro que el nuevo gobierno les protege. Esa injusticia creo que acentuó mi bloqueo cuando era policía. Te juegas la vida deteniendo a cabrones y luego están en la calle como si no hubiera pasado nada. Harry vio como a Ron aun le costaba hablar de eso. Veía como una llama en sus ojos que rogaba porque se hiciera justicia. –Por eso estamos encantados de ayudaros. Sois una esperanza para la familia. –concluyó Ron. –Te juro que acabaré con ellos, Ron. –prometió Harry, chocando sus manos y agarrándola con fuerza como si fueran amigos de toda la vida. Estaba claro que Hermione tenía razón cuando sugirió venir a la Madriguera. Era una familia maravillosa. Continuará…16. La Madriguera
25 de septiembre de 2025, 4:00
Hermione se encontraba muy triste. Era prácticamente imposible que Harry escapara de aquella trampa. Los demás, aunque no lo quisieran admitir, pensaban lo mismo. Unos minutos después, una moto se puso a la altura del conductor. Cuando Hagrid se dio cuenta gritó.
–¡Harry, has escapado!
–¿Lo dudabas, Hagrid? –preguntó Harry.
Los demás, no podían creerlo hasta que no lo vieron. Siguieron un par de horas de camino hasta llegar a Ottery St Catchpole. Cuando llegaron, Hermione se bajó a toda prisa para ir a abrazar a Harry.
–¡Cuánto miedo he pasado! Pensé que ya no te volvería a ver. –reconoció Hermione.
–Te dije que volvería. –tranquilizó Harry.
–Estás herido. –dijo Hermione.
–Son sólo rasguños. Estoy bien, de verdad. – dijo Harry.
De repente, escucharon un carraspeo. Tenían a la Orden del Fénix esperando a que acabara la escenita, aunque se veía a la legua que se lo estaban pasando en grande.
–Parece una peli romántica. ¿Verdad Remus? –dijo Tonks.
–¿Este sitio es la Madriguera? –preguntó Lupin.
–Sí. –afirmó Hermione. –Será mejor que entre yo primero y les ponga en situación. No quiero que se asusten de ver a tanta gente aquí afuera.
No obstante, una señora pelirroja y regordeta salió junto a un señor alto al escuchar ruidos raros. Los dos eran pelirrojos. Después salieron varios pelirrojos más. Allí vieron a un grupo extraño: dos hombres, uno de los cuáles era muy alto y corpulento con una barba poblada, otro hombre corpulento de color, un hombre castaño que parecía muy cansado, una mujer con un color de pelo morado y un chico muy serio. Todos iban con un uniforme azul marino que no habían visto nunca. Al principio se quedaron parados, pero después reconocieron a una cara familiar.
–¡Hermione, cariño!¿Qué haces aquí? –preguntó la mujer.
–Hola, señora Weasley. Hola, señor Weasley. Me alegro de verlos. Quiero presentarles a unos amigos. –señalando a la Orden del Fénix.
–Tienes unos amigos muy raros, Hermione. –dijo la señora Weasley.
–Sí, es un grupo de lo más variopinto. –reconoció el señor Weasley.
–¡Hermione! –gritaron una chica y varios chicos.
–¡Ron!¡Ginny! ¡Me alegro de veros! –abrazando a los que se llamaban Ron y Ginny. – ¿Dónde está Dean? ¿Y Crookshanks?
–Están en Londres, Dean tenía trabajo, pero está en buenas manos. –respondió Ginny.
–Hola, Hermione. –dijo otro pelirrojo.
–Hola, George. –saludó Hermione dirigiéndose a otro pelirrojo que tenía una herida vieja y bastante fea en la oreja.
–¡Bill!¡Fleur! Me alegro de veros. Vaya, ¿de cuánto estás? –le dijo a la única persona que no era pelirroja.
–De cinco meses. Será niña: Dominique. –dijo Fleur.
–Cariño, creo que tendremos que cenar fuera. Somos demasiados Weasleys y Hermione ha traído a demasiados amigos.
–¿Qué hacéis en la Madriguera? Pensaba que estabais en Londres. –preguntó Hermione.
–Hemos venido a pasar el fin de semana. Ya sabes que si no venimos cada dos semanas mi madre nos deshereda. –contestó Ron.
–¿Y tú? ¿Qué haces aquí? –preguntó Ginny. –Me parece que hay algo que no me has contado.
–Sí, es una larga historia. Os presento. El es Hagrid, Kingsley, Remus Lupin, Tonks y Harry. Por cierto, Harry es mi novio.
–¿Qué? –se sorprendió la familia Weasley.
–Hermione, creo que tú y yo vamos a tener una larga charla esta noche. –dijo Ginny.
–¿Sois policías o del ejército? Nunca había visto esos uniformes. –dijo George.
–Algo así. –se limitó a contestar Lupin.
–Bueno, las explicaciones más tarde. Os presento a la familia Weasley: ella es Molly, su marido Arthur, Bill y su mujer Fleur, George, Ron y Ginny. Faltan Charlie y Percy. ¿Dónde están?
–Charlie sigue en Rumanía y Percy ya sabes cómo es con el trabajo. No ha podido venir. –contestó George.
–Bueno, vamos a cenar. Debéis estar muertos de hambre después del viaje. Sobretodo tú –refiriéndose a Harry. –Te veo muy delgado. Hermione, cariño, coge el botiquín y cúrale la cara mientras los demás preparamos la cena. Y que tome una ducha. Parece salido de un incendio. ¡Ron, déjale algo de ropa!
Harry no sabía dónde meterse ante tanta atención. Hermione cogió a Harry de la mano y lo llevó directamente hacia el baño. Parecía conocer muy bien la casa. Harry nunca había estado en un sitio más hogareño que ese. Parecía que le tenían total confianza a Hermione, porque invitaron a todos a cenar sin saber nada de ellos.
–Mejor que tomes primero la ducha antes de curarte. –recomendó Hermione.
Harry se sintió mucho mejor después de tomar la ducha. Aunque la ropa le quedaba algo grande. Ese tal Ron era más alto y corpulento que él. Cuando salió, Hermione le esperaba con el botiquín.
–Ven, siéntate.
Harry obedeció sin chistar y Hermione se puso a curarle las heridas de la cara.
–Me parece que el pómulo lo tendrás morado unos días. –dijo Hermione poniéndole una tirita donde llevaba el roce del disparo. –¿Tienes alguna herida más por el cuerpo?
–No. Sólo alguna magulladura, pero no es nada. –dijo Harry.
–¿Cada vez que has ido a alguna misión acabas así de magullado? –quiso saber Hermione.
–No. A veces acabo incluso peor. –reconoció Harry con una sonrisilla, aunque no era mentira.
–Qué idiota eres. Quiero que dejes esta vida, Harry. Podrías ser un policía común y corriente. No me gusta que estés tan expuesto al peligro. –reconoció Hermione. –No estaría tranquila ni un segundo sabiendo que tu vida está en constante peligro.
–Nadie más que yo quiere una vida normal, Hermione. La diferencia es que no tenía nada que perder. Estaba solo.
–Lo sé.
–Cuando acabe con Voldemort, dejaré toda esta mierda y buscaré un trabajo normal, te lo prometo. –intentó tranquilizar Harry.
–Precisamente lo que más miedo me da es que todo acabe mal. Reconozcamos que nos enfrentamos a todo un sistema.
–Lo sé, pero si destapamos toda la porquería, no podrán mirar para otro lado. Se verán obligados a investigar.
–¡Va, chicos! Dejad de hacer manitas y venid a cenar. –les dijo Ginny. Harry estaba que se moría de vergüenza, lo que a Hermione le hacía gracia.
–No le hagas caso, Harry. –le dijo Hermione.
Durante la cena, los miembros de la Orden del Fénix pusieron al corriente a la familia Weasley. Éstos estaban muy sorprendidos.
–Parece propio de una película. –dijo George intentando asimilar lo que contaban los de la Orden.
–Por eso sugerí La Madriguera, al menos temporalmente. –dijo Hermione.
–Hermione, os podéis quedar todo el tiempo que queráis. –dijo Molly con lágrimas en los ojos. –La pena es que sólo podamos ayudar de esta manera. Pero haremos lo que sea necesario para que se haga justicia con nuestro hijo Fred.
–Muchas gracias, señora Weasley. –dijo Hermione.
–Nosotros también podemos ofrecer el Refugio si necesitáis ayuda. –dijo Bill. –Es nuestra casa, está en el valle de Timworth, en Cornualles.
–Sí, está junto al mar. Si tenéis que cambiar de escondite, también podéis ir allí. –añadió Fleur.
–Gracias. –dijo Lupin.
–Bien. –dijo la señora Weasley. –Hermione, puedes dormir con Ginny, como siempre. Harry, cariño, tú puedes dormir con Ron en su habitación. El señor Lupin puede hacerlo con George y Tonks puede usar la habitación de Percy.
–Me temo que somos muchos. –continuó el señor Weasley –Será mejor que le pidamos ayuda a Xenophilus. ¿Puedo explicarle la situación? No puedo llegar con dos personas sin dar motivos.
A Harry no le hacía gracia que lo supiera tanta gente. No quería implicar a más personas. Lo explicaron a los Weasley porque no tenían más remedio.
–No te preocupes, Harry. El señor Lovegood es de confianza y piensa como nosotros. Además, su hija Luna es una de nuestras mejores amigas. –tranquilizó Ginny.
–Está bien. –accedió Harry.
–Bien, Kingsley, Hagrid, seguidme. La casa del señor Lovegood está en la colina. No está lejos.
–Hora de ir a dormir. –dijo la señora Weasley. –Debéis estar cansados.
–Muchas gracias por la cena, señora Weasley. Es la comida más deliciosa que he probado nunca.
–¿Por qué será que no lo dudo? –dijo la señora Weasley.
–Pues ten cuidado. Porque con mi madre puedes salir rulando de aquí. –dijo George en tono de broma.