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Durante la mañana, Harry le estuvo enseñando a Ron, Ginny, Hermione, Bill y George algunos movimientos de karate, haciendo tiempo hasta hubieran noticias de Percy. A la hora de comer, Molly les dijo que iría para la cena. –Mamá, ¿cómo lo has conseguido? –preguntó Ron. –Muy fácil, le dije que necesitamos asesoramiento legal por un asunto. A Percy le encantan las leyes, no podía negarse. –explicó Molly. –Mamá, eres una crack. –dijo George.00000000
Harry sentía que se había detenido el tiempo, las horas no pasaban. Aunque estaba muy agradecido y le caían bien los Weasley, estaba desesperado por acabar con todo aquello. Por eso se pasaba las horas entrenando sólo, para ver si de esa manera su noción del tiempo iba más rápido. Hermione notó la desesperación de Harry, pero no sabía qué hacer para tranquilizarle. Por fin, a las siete de la tarde llegó otro hombre pelirrojo con cara de estirado. –¡Percy, cariño! Por fin has llegado. –dijo Molly. –Vaya, no me esperaba un comité de bienvenida tan grande. –dijo Percy al ver a tanta gente allí metida. –¿Percy bromeando? Eso sí que no nos lo esperábamos nosotros. –dijo George. Los Weasley y Hermione rieron ante la ocurrencia. –¿Qué es eso tan importante, mamá? Me has dejado muy preocupado. Cuando le explicaron todo a Percy éste se quedó pensativo. –Pienso que es una locura lo que queréis hacer, pero es evidente que si lo hacéis, es mejor hacerlo con una autorización judicial. –dijo Percy. –Necesitamos saber si conoces algún juez honrado y de confianza para esto. –preguntó Lupin. –Es evidente que las cosas están mucho más difíciles con el nuevo gobierno y si lo conseguís deberán modificar casi todos los jueces. –divagó Percy. –Percy, por favor, ¿Puedes ir al grano? –rogó Ginny. –Creo que este tema tan peliagudo lo podría llevar Amelia Bones. Es una jueza justa, con criterio y no comulga mucho con las ideas del nuevo gobierno. Me consta que ha estado recibiendo presiones en algunos juicios, pero por suerte se ha mantenido firme. –Bien, entonces ya tenemos jueza. –dijo Fleur. –Todavía no. Amelia Bones no va autorizar nada si no es con pruebas contundentes. –dijo Percy. –¿Qué más prueba quiere que la del nuevo gobierno? Tú mismo dices que recibe presiones. Esas presiones se podrían convertir en amenazas si no cede a sus deseos –dijo Harry. –¿Y si le mostramos toda la información recabada? Sé que es del pasado de Harry, pero al final está todo relacionado. –preguntó Tonks. –Estoy de acuerdo, y lo que mejor la puede convencer es la foto en la que aparece Voldemort y Pettigrew. Al fin y al cabo, ese era el detalle que no cuadraba en la acusación a Sirius. –sugirió Hermione. –Sería arriesgarse. No os puedo decir nada más. La decisión que tome la jueza Bones no depende de mí. –dijo Percy. –¿Podrías concertar una cita con ella? –preguntó Harry. –Creo que no debería implicarme más. Esto podría afectar a mi carrera y a mi familia. –dijo Percy. –¡No seas egoísta, Percy! –le gritó Ron. –Si no actuamos, con este gobierno puede que te quedes sin carrera y sin familia. No podemos quedarnos sin hacer nada. –¡Mira de lo que le sirvió a Fred actuar! –le gritó Percy. –Por eso mismo, Percy. Precisamente debes hacerlo por Fred. Eres abogado. Se supone que quieres que haya justicia, ¿o acaso sólo aceptas casos ganadores? –dijo George. –Vamos precisamente contra los asesinos de Fred, para que no se vayan de rositas. –Además, sólo te hemos pedido que conciertes una cita con esa jueza y les pongas en contacto con la Orden del Fénix, no que te arranques los ojos. –le dijo Ginny. –Está bien. –aceptó Percy. –Hijo, procura que sea cuanto antes. –le pidió Arthur.00000000
La Orden del Fénix estaba reunida en la Madriguera para planificar el asalto a la mansión Malfoy. –Tal y como muestra la imagen del satélite, la mansión está rodeada por muros de cuatro metros de altura. En la entrada hay una caseta de control con un guardia. El exterior también está custodiado por cámaras de seguridad. –dijo Tonks. –Entrar ahí sin que se den cuenta va a ser casi imposible. –dijo Hagrid. –En algún momento se darán cuenta Hagrid, pero debe ser en el momento idóneo, cuando tengamos la situación controlada. –dijo Kingsley. –¿Puedes hackear las cámaras desde aquí para que no nos descubran? –preguntó Lupin. –Sí, lo puedo intentar. –contestó Tonks. –Para no llamar la atención, creo que el momento adecuado para introducirnos en la mansión sin ser vistos es en el cambio de turno del guardia que custodia la entrada. –dijo Harry. –¿Y cómo vamos a saber eso? - preguntó Lupin. –Iré y vigilaré durante un día la entrada. Miraré las horas en los que se producen los cambios de guardia. –se ofreció Kingsley. –¿Estás seguro? Para hacer eso podríamos utilizar los drones. –dijo Hagrid. –Creo que deberíamos reservarlos para el asalto. –opinó Lupin. –Cuantos más ojos tengamos ese día, mejor. No nos arriesgaremos a perder drones. –Sinceramente, Lupin, creo que sería más grave perder a Kingsley que a un mosquito espía. –dijo Hagrid. –Entiendo tu preocupación, pero estoy de acuerdo con Lupin, Hagrid. No te preocupes, estaré bien. –dijo Kingsley. –Podría ir en la moto. –La idea sería entrar por al menos dos sitios distintos. Yo podría entrar por un costado y los demás por la entrada principal una vez tengamos el control del guarda. –dijo Harry. –¿Cómo vas a salvar el muro? –preguntó Kingsley. –Hagrid puede impulsarme para escalar el muro mientras Kingsley toma el control de la caseta. Enseguida Hagrid volverá a la entrada principal y entrareis. Lo demás, será improvisar. Lupin se quedará aquí a dirigir la misión con Tonks, que estará a cargo del equipo de drones y las comunicaciones. –dijo Harry. –Harry, estoy bien, puedo luchar. –dijo Lupin. –Lupin, con tu fatiga crónica te cansarás antes de llegar al furgón. Que estés aquí no quiere decir que no estés luchando. Tu papel es fundamental. Seréis nuestros ojos allí dentro –dijo Harry. –Lo sé, pero quedándonos dos personas aquí, sólo seréis tres. –dijo Lupin. –Yo quiero luchar. –dijo Ron. –Yo también –le siguió George. –Yo también podría ir. –dijo Bill. –Yo no me voy a quedar de brazos cruzados, también me apunto. –dijo Ginny. –Y yo. –se apuntó Hermione. –Yo me apuntaría si no fuera por mi embarazo –añadió Fleur. –Ni hablar. No os voy a exponer. Esa gente es profesional. Bill, tú vas a tener un bebé. No quiero ser el responsable de que esa criatura crezca sin padre. George, Ron, tenéis una tienda que atender. Y los demás, con lo que estáis haciendo ya estáis ayudando más de lo que imagináis. Tenéis una vida encarrilada, no quiero que por mi culpa todo eso se trunque. –No puedes decidir por nosotros, Harry. –dijo George. –Tenemos a Lee Jordan, y Angelina también podría hacernos el favor. –Yo estoy al mando de esta misión, ¿entendido? Así que sí que puedo decidir. –dijo Harry de manera firme. –Harry, entiendo que no dejes ir a los demás, pero yo tengo formación como policía, puedo ser útil. –dijo Ron. –Y nosotros también podemos ser útiles, aunque sea para esperar fuera con coches para salir huyendo. –dijo George. –Está bien. Cuando tengamos el control de la caseta, tú serás el nuevo guarda, George. –ordenó a George. –De acuerdo. –dijo George. –Ron, tu irás cubriendo a Kingsley. –indicó a Ron. –Hecho. –aceptó Ron. –Bill, esperarás en el vehículo por si tenemos que huir. –le dijo a Bill. –¿Y nosotras? –preguntó Hermione. –¿Cuántos drones tenemos, Tonks? –preguntó Harry ignorando a Hermione. –Tres. –dijo Tonks. –Vosotras ayudareis a Tonks y Lupin en lo que necesiten. Cuantos más ojos seáis, mejor controlaremos lo que se cuece dentro. –Ni hablar, Harry. Hermione, te has echado un novio machista. ¿Piensas que por ser mujeres no podemos hacer nada? –dijo Ginny indignada. –Ya os he encargado una tarea. –se defendió Harry. –Harry, deja de tratarnos como a imbéciles. Nos has encargado eso para no ponernos en peligro, pero sabes tan bien como nosotras que Tonks y Lupin se bastan para esa tarea. –dijo Hermione. –Sí. A Bill, George y Ron le has dado roles importantes. –dijo Ginny. –En realidad, chicas, por si no os habéis dado cuenta, aunque es peligroso, Harry también intenta mantenerlos al margen. Bill esperará fuera con el furgón. George se hará pasar por uno de ellos en una caseta en la que estará él solo. Ron será el que corra más peligro, pero es por su preparación como policía. No es por ser mujeres. –dijo Lupin. –Pero en algo podremos ayudar, ¿no? –intentó insistir Ginny. –Si permanecéis aquí, estaremos todos más tranquilos. –intervino Arthur. –Ginny, ya perdimos a Fred, no queremos perder a nuestra única hija también. Además, Dean te espera en Londres. Y Hermione, Harry se concentrará mejor si permaneces aquí sana y salva. –Pero…–intentó argumentar Hermione. –Hermione. –la interrumpió Harry. –Tú has sido clave en toda esta historia. Si no hubiera sido por ti, jamás habríamos relacionado a Voldemort y Pettigrew ni sabríamos la verdad de Sirius. No pienses que te menosprecio. Precisamente por lo valiosa que eres para mí quiero que te quedes. –Está bien, tú ganas. –se rindió Hermione. –Pero más vale que vuelvas sano y salvo. Si no, te mataré. –Bien, chicos, siento romper este momento, pero para tener una mejor visión, estaría bien conseguir varios monitores. Sólo cuento con una pantalla, y partiendo la pantalla tendríamos una visión muy reducida. ¿Podemos coger la pantalla de la tele? –dijo Tonks. –Por supuesto. –dijo Arthur. –También podemos usar el monitor de mi ordenador portátil. –dijo Ginny intentando sentirse útil. –También podemos usar el de mi ordenador. –dijo George. –Perfecto. Así tendremos una pantalla para cada dron, más mi monitor para mis cosas. –dijo Tonks. –Me pondré en marcha para vigilar la entrada de la mansión. –dijo Kingsley. –Volveré en un día. –Chicos, acaba de llamar Percy. Os espera mañana a las 10 de la mañana para ir al despacho de la jueza Bones. –avistó la señora Weasley. –No podremos ir con el furgón. Sería demasiado llamativo. –dijo Lupin. –Podéis llevaros el Ford Anglia. –ofreció Arthur. –Sinceramente, creo que el Ford Anglia llamaría todavía más la atención. Mejor que os llevéis uno de nuestros coches. –dijo George. Continuará…