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Hermione se desilusionó porque esperaba celebrar la vuelta a casa de otra forma, pero comprendía que Harry todavía estaba convaleciente y que necesitaba reposo. Pero una cosa era estar cansado y otra era la actitud que estaba mostrando desde que volvieron. A mitad de la noche, Harry despertó alterado. –¿Estás bien? –preguntó Hermione encendiendo la luz de la mesita de noche. –Pensé que después de acabar con Voldemort las pesadillas también lo harían. –dijo Harry. –Es normal, han sido muchos años y al fin y al cabo, lo que has vivido no cambia tu pasado. –¿Me estás diciendo que esto no va acabar nunca? –No sé si acabará o no, pero realmente pienso que cada vez serán menos frecuentes. Son recuerdos negativos muy fuertes que dejan huella. –Harry no parecía muy alentado con la respuesta de Hermione, así que ésta añadió. –Quizá la forma de que las pesadillas desaparezcan es creando recuerdos felices que cada vez estén más presentes en tu vida. –No sé si habrá algo lo suficientemente positivo. –dijo Harry desanimado. –¿Para ti no es positivo estar conmigo? –preguntó Hermione indignada después del humor que estaba teniendo Harry durante todo el día. –Sí, no me malinterpretes, pero siempre hay algo que lo jode todo. –¿Qué quieres decir? –preguntó Hermione. –Ya no sé ni lo que digo. No me hagas caso. Me duelen las heridas y estoy cansado. –intentó zanjar el tema. –¿Sabes qué creo que te pasa? No sabes cómo enfrentarte a esta nueva vida. ¿Me equivoco? –¿Y qué quieres? No he hecho otra cosa en mi vida salvo acabar con gente. Es para lo único que sirvo. –contestó Harry irritado al ver que Hermione había dado en el clavo. –Pero eso ya es agua pasada. Y déjame decirte que no sólo sirves para acabar con vidas, también para crearlas. Y nosotros te ayudaremos a crear esos recuerdos felices. –¿Qué quieres decir con que sirvo para crear vidas? ¿Nosotros, quién? –preguntó Harry. –Harry, estoy embarazada. Vamos a ser padres. –soltó Hermione. Harry se quedó paralizado. –¿Padre? –repitió Harry, mientras Hermione asentía con la cabeza. –Pero creí que… –¿Tomábamos precauciones? –acabó de decir Hermione. –Sí. Yo también me quedé sorprendida, pero luego recordé que quizá nos olvidamos por completo en alguna ocasión. Harry seguía en shock. –Espero que añadas este momento a la lista de recuerdos felices. No todos los días le dicen a uno que va a ser padre. Supongo que debes asimilar la noticia. Buenas noches –dijo Hermione dándole un beso en la cara al ver que Harry no daba muestras ni de alegría ni de tristeza. A la mañana siguiente, Hermione se levantó temprano y se preparó para irse al trabajo. Harry seguía en la cama, aunque estaba despierto. No había conseguido pegar ojo en toda la noche. Harry se levantó mientras Hermione acaba su desayuno. –Harry, me voy al trabajo. Te he dejado unos libros encima de la mesa para que no te aburras. También te he dejado el desayuno y las medicinas. Tómatelas. –Gracias. –dijo Harry. –Cuando vuelva iremos a comprarte algo de ropa ¿vale? Harry no dijo nada, se limitó a recibir el beso de despedida de Hermione. A la hora de la comida, Hermione había quedado con Ginny en un restaurante cercano a la universidad y le contó todo lo sucedido. –¿Entonces no mostró nada cuando le dijiste que sería padre? –preguntó Ginny. –Nada. ¿Y si él no quería tener hijos? Lo cierto es que no podemos negar que se ha dado todo muy rápido. –No, no creo que sea eso. Pero piénsalo. Tú misma se lo dijiste anoche. No sabe cómo enfrentar su nueva vida. Está descolocado. Si ahora mismo no sabe cómo llevar las riendas de su vida, ¿cómo lo va a hacer con un bebé? –¿Tú crees? –preguntó Hermione. –Estoy casi segura. Debe de estar flipando. Es normal que esté asustado. Lo que no sé es cómo no le ha explotado la cabeza con todo lo que ha tenido encima. Necesita tiempo, cariño y apoyo. No te preocupes por nada. Seguro que en cuanto lo asimile, se vuelca contigo y con el bebé. –Eso espero. Harry estaba en casa sin saber qué hacer. Por sus heridas no podía entrenar y se sentía un completo inútil sin hacer nada. Harry pensó que en vez de un gato, Hermione tenía dos. –¿Y tú qué miras? –preguntó a Crookshanks de mal humor. Como se lo llevaban los demonios, Harry se puso a fregar los cacharros del desayuno y después intentó limpiar, pero perdió el equilibrio y cayó al suelo haciéndose daño en la pierna mala. –¡Mierda! –despotricó Harry viendo cómo Crookshanks parecía reírse de él por su torpeza. –Al menos yo intentó colaborar. Después encendió la tele, lo que aprovechó Crookshanks para ponerse encima suya. –Aprovechado. –le dijo Harry mientras le acariciaba las orejas. –Ahora sí que me quieres. –le reprochó Harry. La programación de la tele era bastante aburrida, así que la apagó y cogió uno de los libros que le dejó Hermione, pero a pesar de ser una lectura interesante, después de leer un rato, su vista estaba cansada y decidió parar. Aunque le costó levantarse del sofá, primero por tener al gato y segundo por su pierna, lo hizo con gran esfuerzo y se dirigió hacia la ventana. Allí se puso a pensar en lo que le dijo Hermione. ¿Cómo iba él a ser padre? Eso era imposible. Harry escuchó el sonido de la puerta. Pero hizo caso omiso y siguió mirando el horizonte por la ventana. –Hola, Crookshanks, ¿qué tal el día? –preguntó Hermione, mientras le acariciaba las orejas. Hermione entró y vio a Harry parado en la ventana. Había algo raro en el ambiente. Se dirigió hacia él y le dio un beso. –¿Has limpiado? –preguntó Hermione. –¿Por qué lo has hecho? Deberías de estar en reposo. –Tenía que hacerlo después del fiestón que nos hemos montado Crookshanks y yo. –dijo Harry. –Harry, ya sé que es aburrido, pero ahora mismo necesitas reposo. ¿No te habrás hecho daño? –El silencio lo delató. –¿Es que no podías estarte quieto? –Sólo me he caído, pero estoy bien. ¿Por qué consigues sacármelo todo? –preguntó Harry irritado. –No lo sé, me sale. Así que más vale que hagas caso, porque de una forma u otra lo voy a saber. –sentenció Hermione como una madre que regaña a su hijo. Hermione fue a su habitación para cambiarse. Cuando se puso cómoda y volvió Harry seguía en la ventana. –Antes de venir he tenido que hacer unas compras para la cena y se me ha hecho un poco tarde, mejor vamos a comprarte ropa mañana, ¿de acuerdo? –Sí. –dijo Harry aburrido. –Siéntate. Tenemos que hablar. –ordenó Hermione. Harry, con su cojera y su muleta se sentó en el sofá esperando a ser regañado por no sabía qué. –Estoy preocupada. Estás arisco todo el tiempo. –analizó Hermione. –Pues como siempre. –Harry, ¿de qué sirve todo lo que has conseguido si sigues con tu dolor? –No es fácil lidiar con mi pasado y con tanta muerte. Tú no eres una asesina. –Eso es cierto. Sé que es difícil, pero ahora tienes la oportunidad de cambiar toda esa energía negativa. Entiendo que antes no pudieras porque habían demasiados asuntos pendientes, pero ahora eres tú mismo el que te lo impides. –Herms, yo no sé hacer otra cosa salvo matar. No tengo nada que ofrecerte. Y encima me sales con la noticia de que estás embarazada. No es que le rechace, pero esto me ha pillado con el pie cambiado. –Lo sé. Pero no estoy de acuerdo. Tienes muchas cosas que ofrecerme. –dijo Hermione acariciando la mejilla de Harry. –También sirves para salvar vidas. Tú me salvaste, ¿recuerdas? Sirves para darme amor. Y de ese amor hay una vida que seguro que estará deseando conocerte. Te echo de menos. No pudieron aguantar más y por fin redujeron la distancia que había habido entre ellos durante esos días, no sólo la física. Se besaron y lo disfrutaron como el primer día. Pero querían más, necesitaban amarse y descargar toda la tensión acumulada que habían tenido desde el asalto a la mansión Malfoy. Harry se quejó con algún movimiento que hizo al intentar llevar la iniciativa. –Déjame a mí. No hagas esfuerzos. –ordenó Hermione. Le quitó la camiseta a Harry y después se quitó su parte de arriba, dejando al aire sus pechos excitados. En el pantalón de Harry también se notaba la urgencia que tenía su miembro por salir, así que Hermione no le hizo esperar más y con cuidado le bajó el pantalón y los calzoncillos, liberando su pene. Hermione se puso a masturbarlo mientras besaba los labios de Harry y éste le tocaba los pechos. Después, Hermione cambió de posición para chupársela a Harry, dejándole extasiado. Unos minutos después, Hermione se levantó, se quitó su pantalón y sus bragas y se colocó a horcajadas sobre Harry, uniéndose en uno sólo. Hermione brincaba sobre Harry, haciendo que sus pechos dieran botes que volvían loco a Harry. Siguieron amándose hasta que por fin, ambos llegaron al clímax. Tras el orgasmo, permanecieron unidos y abrazados durante unos minutos. –Te amo, Hermione. Gracias. –le dijo Harry. –Yo también te amo, Harry. Eres un novio estupendo y serás un gran padre, ya lo verás. Continuará…23. Por fin en casa
29 de septiembre de 2025, 6:00
Al día siguiente, Harry recibió la visita de la doctora, que le dijo que sus heridas evolucionaban favorablemente, aunque todavía le llevaría un tiempo levantarse de la cama.
–Hermione, ¿por qué no vas a casa a descansar? Estás pálida y he escuchado ruidos extraños cuando has ido al baño.
–Estoy bien, Harry. No te preocupes.
Por la tarde, llegaron a visitarle los miembros de la Orden del Fénix.
–Harry, ¿cómo estás, muchacho? –preguntó Hagrid.
–No paso por mi mejor momento, pero por lo menos estoy despierto. –dijo Harry.
–La verdad es que pensamos que no salías de esta. –reconoció Kingsley.
–¿Qué ha pasado con los mortífagos y el gobierno? –preguntó Harry.
–Fueron detenidos. Algunos políticos declararon que fueron chantajeados por las coacciones de los mortífagos y los han tenido que dejar en libertad por falta de pruebas.
–Son como cucarachas. No hay quien se deshaga de ellos. –dijo Hagrid.
–Sí, pero pese a todo, este golpe ha supuesto su tumba política, y también la de algunos empresarios. El gobierno se ha visto obligado a dimitir en bloque y se han convocado elecciones. Ha sido un escándalo –informó Kingsley.
–Nosotros también tuvimos que declarar sobre la Orden del Fénix y la operación de la mansión Malfoy. –dijo Hagrid.
–¿Y Sirius? ¿Se ha limpiado su nombre? –preguntó Harry.
–Sí. Todavía hay quien duda, pero las pruebas son abrumadoras.
–¿Y ahora que la Orden del Fénix ya no tiene razón de ser, qué vais a hacer? –preguntó Hermione.
–Lo primero, tomarnos unas merecidas vacaciones. –contestó Hagrid.
–Como sabes, la Orden era como un cuerpo de élite de la policía, así que nos van a recolocar en otros puestos. Hagrid ha solicitado su admisión dentro de la unidad canina, que es lo que realmente le gusta; Tonks seguirá dejándose las pestañas con el cibercrimen, Kingsley estará al mando de las operaciones especiales y yo me encargaré del departamento de formación de nuevos policías. –contestó Lupin.
Un par de semanas después, Harry se encontraba mucho mejor. Su herida del hombro estaba prácticamente curada, aunque todavía había movimientos que no podía hacer. La herida de la rodilla le llevaría algo más de tiempo y rehabilitación. Ese día le darían el alta y esperaba muy aburrido a que Hermione llegara del trabajo para ir los dos a casa. Pese a que le daban el alta, Harry se encontraba muy serio.
–Bienvenido a casa. –dijo Hermione al entrar en el apartamento. Harry, que iba con muletas, le siguió.
–Gracias. Hola, Crookshanks. –saludó Harry al gato que estaba acostado en su cojín. Al ver quién había llegado, volvió a reposar la cabeza en el cojín.
–Menuda falta de interés tiene tu gato. Es un vago. –dijo Harry.
–Bah, déjalo, está cansado.
–Sí, de tanta actividad. –contestó Harry con ironía.
El gato volvió a levantar la cabeza como si supiera que estaban hablando de él.
–No le hagas caso, Crookshanks. Sólo está celoso porque ahora que está aquí, tendré que dividir mi atención entre los dos.
Harry estuvo muy callado el resto de la tarde. Se limitó a mirar por la ventana. Hermione lo veía preocupada.
–El sábado iremos a casa de mis padres. Te los presentaré. Así que una tarde de esta semana tenemos que ir a comprarte ropa, no puedes estar dependiendo de la ropa de Ron. –intentó darle conversación. –Y el domingo la señora Weasley nos ha invitado para celebrar que todo ha salido bien y tu vuelta a casa.
Pero Harry seguía sin decir nada. Hermione decidió dejarlo tranquilo.
–La cena está lista. –informó Hermione un rato más tarde.
Ambos cenaron en silencio, pero a Harry no se le veía con mucho apetito.
–¿No te gusta? –preguntó Hermione.
–Sí, está muy bueno. Pero tengo el estómago cerrado. Gracias por la cena. Me voy a la cama, estoy cansado.