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Yamazaki se estaba tomando una cerveza de manera preocupada en el sofá de su pequeño apartamento debido a la cita que le había concertado Eriol. En su cabeza, no paraba de visualizar su cita. –Transporte. Necesito transporte para ir mañana al parque de atracciones. Podemos ir a tomar algo, montar en la noria, lo que queramos. –No aguantando más sentado, se levantó. –Cuando ella baje, le puedo extender mi mano y entonces ella dirá: “Oh, gracias” –dijo poniendo voz aguda. –Oh, sólo de pensarlo me da vergüenza. –Yamazaki se dejó caer en su cama. –Ha pasado mucho tiempo. Cuatro años en la universidad y por fin voy a conseguir una novia. Salvado en el último momento. Es tan guapa. Estoy tan emocionado. –dijo Yamazaki de manera soñadora y hablando solo. Entonces, su teléfono empezó a sonar. –Moshi moshi. –El teléfono no suena. –era Shaoran, refiriéndose a que no le llamaban de ningún trabajo. Shaoran llamaba mientras tomaba un baño en el ofuro. –¿Quieres que cuelgue porque estás esperando una llamada de tu “novia”? –preguntó Shaoran bromeando, al ver que Yamazaki no decía nada. –¿Qué clase de pregunta es esa? –y colgó. –Oh, no tengo amigos. –se quejó Shaoran al ver que no se podría desahogar con Yamazaki. Enseguida su teléfono empezó a sonar. –¿Para qué me cuelga si ahora me vuelve a llamar? –¿Qué me pongo mañana? ¿La cazadora roja de Beams o la marrón? –¿Qué clase de pregunta es esa? – y colgó, al igual que había hecho con él.00000000
Al día siguiente, Eriol y Yamazaki estaban sentados en el hall de la facultad. Finalmente Yamazaki se había puesto la cazadora roja de Beams. –¿Qué? ¿No puede oír? –preguntó Yamazaki. –Exacto. –lo confirmó Eriol. –Por lo visto es sorda. –Sólo la había visto de lejos, no sabía que fuera sorda. –dijo Yamazaki. –Por eso no habla. –dijo Eriol como el que dice que no hace sol. –¿Qué?¿No habla? –preguntó Yamazaki bastante agobiado. –Bueno, no sé si puede o no, pero se comunica con lenguaje de signos. –¿Y te esperas ahora para decírmelo?¿Y qué puedo hacer?¿Cómo se supone que voy a salir con ella? –preguntó Yamazaki. –Cuando se trata de un hombre y una mujer, no necesitas palabras. –dijo Eriol. –Cuando llegue el momento, ¡hazlo! –¿Qué clase de conversación es esta de buena mañana? –apareció Shaoran. –La típica de universitarios. –dijo Eriol. –Eh, hoy tienes la gran cita. –le dijo Shaoran a Yamazaki. Aunque este estaba con la cara desencajada. Ya en clase, mientras el profesor aburría hasta a las ovejas, Yamazaki le preguntaba en voz baja a Shaoran y Eriol si podían ir con él a la cita en un intento desesperado porque lo acompañaran. –¿Vendréis conmigo? –No. –dijeron a la vez. –Entonces, ¿por qué no vamos a mi casa? –preguntó intentando librarse de la cita intimidado por lo que le dijo Eriol de la chica. –Tengo que trabajar. –dijo Eriol. –¿Vienes? –dirigiéndose a Shaoran, que se encontraba tomando apuntes. –No. Eres tú el que quería la cita. –respondió Shaoran. –Pero eres tú el que trata con esa clase de personas. No soy bueno saliendo con chicas. ¿O acaso no recuerdas cuando estaba en primero y me olvidé mi libro de francés y no pude hablar con aquellas francesas? –Olvídate de eso. –dijo Shaoran. –Te lo ruego, por favor. –insistió Yamazaki. –Apáñatelas tú solo. –zanjó Shaoran. Después de clase se fueron a la sala. Shaoran se sacó algo de beber mientras Yamazaki hablaba por teléfono. –Sí, sí. Iré. –dijo Yamazaki. Una vez sentados dijo: –Estoy perdido. No sé qué hacer. Mi senpai, el que se graduó el año pasado me ha pedido quedar. –¿Te refieres a hoy? –preguntó Shaoran. –Si no puedo ir, no puedo ir. –dijo Yamazaki –Y no podemos poner triste a la chica, ¿verdad? Así que cuento contigo, Eriol. Nos vemos. –y salió corriendo. –¡Eh, espera! –intentó detenerlo Shaoran. –Te pido que vayas en su lugar. –pidió Eriol a Shaoran sin darle opción. –Tengo que trabajar. Reúnete con ella a la una en la entrada del parque de atracciones. –¡Eh, no pienso ir! –dijo éste viendo que le habían dejado el marrón a él.00000000
A pesar de que había dicho que no iría, a la una, Shaoran esperaba puntual a la cita de Yamazaki apoyado en un árbol. Llevaba un vaquero negro, una camiseta gris, una chaqueta blanca, deportivas oscuras y una mochila. Entonces vio aparecer con su bicicleta roja a la chica del violín. Después de aparcar la bicicleta, la chica se dispuso a acercarse a la entrada del parque a esperar. Llevaba una falda blanca y una camiseta rosada, unas botas claras que le llegaban casi a la rodilla y una chaqueta vaquera azul, un bolso y una cesta de picnic. Entonces, vio a Shaoran apoyado en el árbol y se detuvo. Al ver que la chica estaba sola, Shaoran intuyó que se trataba de la cita de de su amigo. –No me puedo creer que esté haciendo esto. –dijo Shaoran para sí. Shaoran se acercó a ella. –Soy el sustituto de Takashi Yamazaki. –Entonces recordó que Yamazaki le dijo que era sorda. –Espera. – y se puso a buscar algo en su mochila. Sacó una libreta y empezó a escribir lo que quería decir. Entonces, ella le tocó el brazo y señaló sus labios y sus ojos. –¿Puedes leer los labios? –preguntó Shaoran. Ella asintió con la cabeza. –Ya veo. La persona que te invitó no ha podido venir. Le ha surgido un asunto urgente. –le dijo Shaoran mirándola de frente y hablando despacio. Sakura asintió con la cabeza. Sakura se giró para irse, pero Shaoran la detuvo cuando llegaba a su bicicleta. –¡Espera!¡Espera! ¿No has preparado ese almuerzo para la cita? –preguntó señalando la cesta. Volvió a repetir la pregunta utilizando lenguaje de signos. Sakura se quedó sorprendida de que supiera hablar el lenguaje de las personas sordas. –¿Puedes hablar en signos? –preguntó Sakura, evidentemente, en lenguaje de signos. (Nota de autora: cada vez que Sakura se comunique o alguien hable con Sakura, será en lengua de signos, a no ser que especifique otra cosa. Los personajes oyentes suelen acompañar el lenguaje de signos con el verbal). –Un poquito. –dijo Shaoran. –Vamos a comer. –sugirió Shaoran. Sakura se lo pensó un poco, pero ya que se había tomado la molestia de ir, decidió aceptar. Una vez dentro del parque de atracciones, se sentaron en una mesa para comer. –Está delicioso. –alabó Shaoran. Sakura no le estaba mirando. Tan sólo se encendió un cigarro. Shaoran se quedó sorprendido de que una chica como ella fumara. No había probado nada. Shaoran llamó la atención de Sakura con su mano. –Eh, esto te ha llevado tiempo cocinarlo, ¿verdad? –preguntó Shaoran. –Deberías comer un poco. –dijo ofreciéndole comida. Sakura hizo algunos signos. –¿Lo ha hecho la asistenta? ¿De verdad? Tienes una gran asistenta. –Por supuesto que no. –dijo Sakura. Sakura hizo unos cuantos gestos más aclarando a Shaoran lo que había dicho. –Ah, ¿tu madre? –preguntó Shaoran. –¿Está el pulpo bueno? –preguntó Sakura. –El tiempo límite para apreciarlo ha terminado. Shaoran se quedó parado y dejó los palillos. –¿Entiendes lo que estoy signando ahora? –preguntó Sakura. –Aprendí lenguaje de signos en el departamento de literatura de la universidad. Voy a graduarme en asistencia social. El lenguaje de signos es una asignatura obligatoria. –explicó Shaoran en signos y hablando. –Ya veo. –dijo Sakura. –También fui voluntario en una escuela para personas sordas. –añadió Shaoran. –Entonces ¿has venido aquí como voluntario? –preguntó Sakura. –No. Después de comer, Sakura y Shaoran iban caminando por el parque de atracciones. La chica por fin se había soltado y charlaba con Shaoran. Sin saber cómo, habían empezado a hablar de citas. –¿Qué? ¿Todos? –preguntó Shaoran. –Sí, todos lo intentan una vez. Pero cuando ven que soy sorda me abandonan. –explicó Sakura. Sakura empezó a signar lo mismo otra vez pensando que Shaoran no lo entendió, pero éste puso sus manos sobre las suyas deteniéndola. –Lo entiendo perfectamente. –Sakura siguió andando y Shaoran la tocó para detenerla. –No creo que tu sordera sea el problema. –Shaoran volvió a signar otra vez lo mismo pensando que Sakura no le entendía. Pero igual que hizo él antes, le interrumpió. –¡Lo entiendo perfectamente! –Sakura echó a andar otra vez. Shaoran la volvió a detener. –No es tu culpa. Sin embargo, más que tus oídos, es tu actitud lo que deberías mejorar, ¿no crees? –Ante esto, Sakura se le quedó mirando unos segundos y entonces, le dio una patada en la pierna para seguir caminando. –¡Ouch! ¡Eso duele! ¿Vas pateando a la gente normalmente? –preguntó Shaoran. –¿Qué clase de mujer eres? –pero Sakura iba demasiado adelantada para leerle los labios. Ella tenía una cara preciosa, unos dedos bonitos, una bonita manera de hablar lenguaje de signos y cosas interesantes de las que hablar. Me habló de que se dice que la prostitución es la profesión más antigua de la humanidad. O que al menos se remonta a la Antigua Roma, ya que en Pompeya pintaron un fresco que todavía se conserva. También, me enseñó a expresar agradecimiento en el dialecto de Kansai, tal y como lo diría la Yakuza, que vendría a ser algo como “¿qué estás haciendo, idiota? Evidentemente, en lenguaje de signos. Tras haber estado charlando, estuvieron un rato jugando al mole. –¡Mira cuántos he conseguido! –celebró Shaoran. Pero Sakura se había ido a otro juego de encestar bolas. Shaoran se unió a ella. Al verlo, Sakura empezó a tirarle bolas a él. –¡Se supone que tienes que lanzarlas allí! –dijo Shaoran mientras le lanzaba una bola a ella. Tras pasarlo bien en los juegos, se dirigieron a la montaña rusa, pero Sakura se detuvo. –¿Quieres montar? –preguntó Shaoran. –Vamos, subamos. Ya que estamos aquí. –Cuando el tren paró frente a ellos, Sakura no parecía muy decidida en montar. Shaoran se dio cuenta. –¿Qué pasa? –preguntó él. Tras hacer signos él dijo –¿No has vuelto a montar desde que perdiste la audición? –Sakura asintió con la cabeza. –Me da miedo. –dijo Sakura. –Ya veo. –comprendió él. –Los siguientes. –dijo la encargada de la montaña rusa. –Oh, lo siento. Es que hemos decidido no subir. –explicó Shaoran. Pero Sakura lo detuvo y le señaló para subir. –¿Estás segura? Una vez en la montaña rusa, mientras el tren cogía altura, Shaoran le pregunto si realmente se encontraba bien al verla un poco nerviosa. Ella asintió con la cabeza. Cuando empezaron a bajar, ella se agarró fuerte y al principio no se atrevía a abrir los ojos. No obstante, cuando los abrió, empezó a disfrutar de las bajadas y los loopers y no podía quitar su sonrisa de la cara. Cuando llegaron otra vez a una subida, Sakura hizo el gesto de que levantaran las manos en la caída. Al bajar de la atracción, Sakura estaba muy contenta. –Ha sido divertido. Gracias. No pensé que fuera capaz de volver a montar. Pero ha estado bien. Cada vez me gustaba más. –decía Sakura emocionada. –¿Has montado en la Fujiyama en Fujikyuu Highlands y la White Canyon en Yomiuri? –Espera, espera. Signas demasiado rápido. –dijo Shaoran. –Lo siento. –se disculpó Sakura. Al llegar a la salida de la atracción, un empleado les ofreció comprar la foto que realizan mientras están subidos en la montaña rusa. –Miren, si la quieren, pueden imprimirla en aquel puesto. –dijo el empleado enseñándoles una foto. –Dice que si queremos la foto la revelan allí. –explicó Shaoran. Para ello tenían que esperar su número. Pero tenían el número 27 y todavía les llevaría tiempo. Así que se sentaron en una mesa a esperar. –Parece que falta un rato. –le explicó Shaoran. –¿Cuándo dejaste de oír? –preguntó Shaoran curioso. Pero al ver que no contestaba, pensó que quizá no debería haber preguntado eso. –Lo siento, olvídalo. –Hace cuatro años. –contestó Sakura. –¿Pero por qué piensas que antes podía oír? –Lo dijiste antes de subir a la montaña rusa. Y también, la primera vez que nos vimos, estabas tocando el violín. –Ya veo. –recordó Sakura. –Cuando podía oír se me daba mucho mejor. De hecho voy a vender el violín a un alumno de la Universidad de Touto. –Yo creo que tocabas genial. –la alabó Shaoran. Pero Sakura negó con la cabeza. Se quedó mirando un cuervo que había en la rama de un árbol. –A pesar de que perdí mi oído hace cuatro años, todavía no me acostumbro a ello. Es como cuando veo un pájaro. Es como si no fuera yo la extraña, sino el pájaro. Me pregunto por qué no canta, dónde ha dejado su voz. ¿Se le olvidó antes de venir? Sin embargo, no es el pájaro, soy yo. –se sinceró Sakura mientras observaba un pequeño cuervo en la rama de un árbol cercano. Shaoran se quedó impresionado con lo que le estaba contando, pero su móvil rompió ese momento. –Perdona un momento. –le dijo Shaoran mostrándole el teléfono. Se levantó y fue a hablar a un lugar más privado por costumbre, ya que la castaña no escucharía nada. –¿Qué pasa? –preguntó Shaoran. –Quería saber cómo va. –dijo Yamazaki. –¿El qué? –preguntó Shaoran. –¿El qué?¡La chica! ¡No me digas que no has ido! –Por supuesto que he venido. Estoy con ella ahora mismo. –Menos mal. Sabía que no me dejarías tirado. –¿Qué tal con tu senpai? –preguntó Shaoran. –Bien. Me ha dicho que iba por algo de beber. Estoy esperando fuera. –No bebas demasiado. Ya sabes que cuando lo haces no duermes bien. Nos vemos. –se despidió Shaoran. –Lo siento. –se disculpó Shaoran cuando volvió donde estaba Sakura. –¿Ocurre algo? –preguntó Shaoran al verla ensimismada en el pájaro de la rama. –Sólo pensaba en cómo sonará la voz que emite el cuervo. –¿La voz del cuervo? –Shaoran sacó un papel de publicidad del parque de atracciones de su mochila que le habían dado a la entrada y en un espacio en blanco escribió kaa, kaa. Sakura le quitó el bolígrafo y escribió: por supuesto. –¿Qué quieres decir con eso? –preguntó riendo. Pero no hubo respuesta. Al darle la vuelta al papel, vieron que a las 18:30 había un espectáculo de fuegos artificiales frente al autobús amarillo del parque de atracciones. –Ah, por cierto. La llamada era de mi amigo Yamazaki, la persona con la que tenías la cita. Me ha dicho que acaba de terminar el asunto urgente. Estaba preocupado y me ha dicho que lo siente mucho. –Gracias por lo de hoy. –agradeció Sakura. –Por pasar tiempo conmigo. Te lo agradezco mucho. –El placer ha sido mío. –dijo Shaoran sonriendo. Entonces, el móvil volvió a interrumpir. –Perdona. Compraré algo para beber. Espera aquí hasta que nos toque el número de la foto. –cogió su mochila y se fue. Cuando Shaoran se apartó de la mesa contestó al teléfono. –Moshi moshi. –¿Hablo con Shaoran Li? –preguntó la voz detrás del teléfono. –Me llamo Surenaga, de la compañía de Relojes Alpha. Nos gustaría verle de nuevo. –¿En serio? Pensé que me habían descartado. –Queremos concertar una última entrevista con usted. –¿Una última entrevista? Muy bien. Estoy deseando trabajar con ustedes. –Ya concertaremos la hora de la entrevista con usted. –Gracias. Adiós. –después de colgar Shaoran estaba muy contento. –¡Sí! –Decidió entonces llamar a Meiling, que estaba en la universidad. Al escuchar el teléfono, se salió de donde estaba para no molestar. –¿Te han llamado? –preguntó Meiling. –¡Eso es genial!¡Me alegro! Mientras tanto, Sakura seguía esperando sentada. Todavía iban por el número 22. Tras colgar, Shaoran se fue a hacer cola a la cafetería mientras poco a poco iba oscureciendo.00000000
Después de llamar a Shaoran, Yamazaki, que no se sentía bien consigo mismo por haberle dado plantón a su cita, decidió llamar a Eriol para ver si podía aligerar su carga de conciencia. –Me pregunto si está mal que me presentara ahora. –¿Y qué harías si fueras? –le preguntó Eriol, que seguía en el trabajo. –Disculparme. –No te preocupes por eso. –Me disculparé mañana o pasado en la universidad. –decidió Yamazaki. –¿De verdad estás interesado en salir con ella? ¿Con una chica sorda? –preguntó Eriol. –Pues… –Por eso es mejor que no vayas. –intentó convencerle Eriol. –“Perdona por dejarte tirada el otro día. No tengo interés en salir contigo”. No le puedes decir eso. –Ya veo. Soy un inútil ¿verdad? –dijo Yamazaki desanimado. –Me siento mal por estar haciendo esto. –Perdona, me llaman. Tengo que irme. –y colgó al oír que le requerían. –¡Hiragizawa, trae ese paraguas para proteger la cámara! –ordenó el jefe. –¡Enseguida!00000000
Cuando Shaoran consiguió salir de la cafetería tras lo que le pareció una cola interminable, se encontró con que afuera estaba lloviendo bastante. Cuando llegó a la mesa en la que estaban antes, vio que allí ya no había nadie. Por megafonía llamaban al cliente de las fotos número 33. –Oh, es verdad. Ella no podía escuchar el anuncio. –dijo Shaoran para sí. Cuando llegó a la mesa, vio la ficha con el número 27 encima de la mesa, decidido que a pesar de haber perdido el turno, conseguiría la foto de la montaña rusa. Sakura estaba refugiada en la tienda del parque de atracciones, donde un mogollón de gente estaba comprando paraguas al haberles pillado la lluvia de improviso. Pero se sentía inútil y salió hacia la entrada del parque de atracciones. Mientras tanto, Shaoran se acercó a la tienda a comprar dos paraguas. Tras comprarlos, salió corriendo con uno de los paraguas abiertos. Buscó a Sakura en el salón de recreativos en los que habían estado durante la tarde. Por megafonía anunciaron que debido a la lluvia, el espectáculo de fuegos artificiales quedaba suspendido. Al escuchar el anuncio, a Shaoran se le ocurrió buscar a Sakura frente al autobús amarillo donde iban a ser los fuegos. Pero no había ni rastro de la castaña. Sakura se había refugiado junto con más gente en un techado, hasta que decidió salir corriendo. Ya había oscurecido por completo.00000000
–Eriol, si ya has vuelto, ayúdame a recoger la ropa. –ordenó Nakuru a su hermano. –No quiero. No soy el chico de la lavandería. –dijo haciendo enfadar a su hermana mientras bebía un refresco tranquilamente. –¿De qué vas? –preguntó Nakuru. Entonces sonó el timbre de la puerta. Nakuru fue a abrir con su evidente cojera mientras su hermano, sin saber por qué, se escondía en el cuarto, haciéndole saber a su hermana de que él no estaba en casa. Al abrir se encontró con una joven mujer muy bella con ropa cara y que no encajaba nada con la humilde casa en la que vivían los hermanos. –Buenas tardes. ¿Está tu hermano en casa? –preguntó la mujer. –No, lo siento. –dijo Nakuru. –No pasa nada. Muchas gracias. –y sin más se fue. Una vez que la mujer se fue, los hermanos empezaron a revisar qué prendas se habían secado y cuáles estaban húmedas. –Esto todavía está mojado. –dijo Eriol apartando un pantalón. –¿No vas a ver a esa mujer? –preguntó Nakuru. –Sería Alisa, es una pesada. –¿Alisa? –preguntó Nakuru. –Sí. Ese es su nombre. No estoy seguro de si querer ir en serio o no. –No, no se llama así. La he visto en una revista. Todo el mundo la estaba viendo en clase. –informó Nakuru. –Estoy segura que es una modelo que se llama Kaho Mitzuki. –Eriol se quedó mirándola. –¿Era ella? –preguntó Eriol. –Sí, es famosa. No puedo creer que una famosa haya venido a casa. –dijo Nakuru emocionada. –Tendrías que habérmelo dicho antes. –dijo él mientras se ponía una chaqueta para salir. –Salgo un momento. –¡Eriol! –le gritó Nakuru, pero éste ya había salido de casa.00000000
Shaoran seguía esperando a Sakura en la salida del parque. Las luces del parque empezaron a apagarse. –Lo siento, pero estamos cerrando. –dijo un empleado del parque. –¿Espera a alguien? No queda nadie dentro. Al salir, Shaoran se dio cuenta que la bicicleta roja de Sakura seguía en el mismo lugar en el que la dejó cuando llegó. Se acercó a la bicicleta, pero su dueña parecía desaparecida.00000000
Eriol se dirigió a la estación de tren más próxima a su casa. Pero perdió la esperanza de verla. Seguramente ya habría cogido el tren. Sin esperarlo, por detrás, apareció Kaho Mitzuki, que se había entretenido comprando un pastel en una pastelería de la estación. –Eriol. –llamó la modelo al joven. –Llegas a tiempo. No he podido evitar ir a comprar un pastel. Sujétalo. –Eriol lo cogió. Cuando ella se disponía a meter una moneda para sacar su billete de tren, el joven puso la mano en la ranura para que no lo hiciera. –¿Puedo preguntarte dónde has estado? –preguntó Eriol. –¿No te lo dije? –dijo Kaho. –¿Has estado en mi casa? –le preguntó Eriol mientras apartaba el pelo húmedo por la lluvia de ella detrás de la oreja y le pegaba contra la pared. –Lo olvidé. –dijo Kaho. –¿Lo olvidaste? –poniendo ahora las dos manos en su cara y pegando sus frentes. –No, pero tu hermana estaba en casa. –Entonces se abrazaron con deseo. –¿Vamos? –preguntó Eriol mientras seguían abrazados. –Tu hermana sigue en casa. –dijo Kaho. –Hay un hotel por aquí cerca. –sugirió el de gafas. –Aunque está sucio. –añadió susurrando. Kaho no pudo evitar sonreír. –A veces me pregunto si lo que hacemos está bien.00000000
Sakura se secaba el pelo en casa. Ya se había cambiado y puesto cómoda. Mientras tanto, su madre, la reconocida pianista Nadeshiko Kinomoto se encontraba tocando una pieza tranquila al piano llamada “Preludio de Gotas de Lluvia en Re bemol menor op. 28 número 15” de Chopin. Sakura salió de su cuarto y se dirigió a la cocina, donde tuvo que apagar el fuego de lo que se estaba cocinando. Por lo visto, como solía ocurrir, su madre se había abstraído demasiado con el piano y no se había dado cuenta. Se dirigió hacia su madre y la interrumpió en su interpretación. –La cazuela estaba hirviendo. –le hizo saber Sakura a su madre. Unos minutos después, Sakura y su madre se pusieron a cenar. –¿Qué tal está? –preguntó Nadeshiko. –¿Diferente? –preguntó tras las señas de Sakura. –Está bien. No es que no me lo pueda comer. –Mañana es mi recital. Estoy un poco nerviosa. –dijo Nadeshiko.Después de cenar, Nadeshiko miró por la ventana. –Oh, sigue lloviendo. Si sigue lloviendo me pregunto si mañana acudirán los invitados al recital. Por cierto, ¿cómo has llegado a casa? –En taxi. –dijo Sakura. –¿Y tu bicicleta? –La dejé allí de momento. La recogeré mañana. –Muy bien. Mientras madre e hija tomaban un té bien calentito, Sakura se quedó ensimismada porque en la barra de la cocina vio la naranja que Shaoran le dio el día que se conocieron. Después de cenar, Sakura se puso a fregar los platos. Su madre se acercó y le tocó el hombro para que la mirara. –¿Qué te pasa? Estás un poco rara. –dijo Nadeshiko. Sakura paró de lavar los platos. –Tengo que salir un momento. –Sakura no sabía por qué, pero desde que vio la naranja sentía que debía volver. Cogió un taxi y se dirigió al parque de atracciones. Ya no llovía tanto como antes. Cuando el taxi llegó, abrió su paraguas y fue hacia la entrada del parque. Cuando llegó por fin dejó de llover y cerró su paraguas. Se dirigió a la entrada pero no vio a nadie. Después se dirigió hacia donde estaba su bicicleta. Se quedó sorprendida con lo que vio. Encontró un paraguas atado y abierto sobre su sillín para que no se mojara. Pero lo que vio después todavía la dejó más sorprendida. Sakura giró la cabeza y encontró a Shaoran sentado en su mochila. Parecía estar durmiendo con la cabeza gacha y un paraguas abierto sobre él y apoyando su espalda en la caseta donde se compran las entradas al parque de atracciones. ¿La había estado esperando durante todo aquel tiempo? Habían pasado unas dos horas y media y él seguía allí. Sin poderlo evitar, Sakura se acercó a él y se agachó. En un dedo de su mano colgaba un llavero con la foto de ellos en la montaña rusa. Al tocar el llavero, Shaoran despertó un poco atontado, encontrándose con la cara de Sakura. Al verla le pareció ver a un ángel y Shaoran le sonrió. –Estás aquí después de todo. –dijo Shaoran. –Han cancelado los fuegos artificiales. A Shaoran se le fue borrando la sonrisa al ver que ella no cambiaba de expresión. Simplemente acortó distancias con él y lo besó en los labios. Después de aquel beso después de la lluvia, empezó todo para nosotros. Continuará…