ID de la obra: 951

Orange Days

Het
G
Finalizada
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167 páginas, 77.050 palabras, 22 capítulos
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3. El principio del amor

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Pese a la pena que le daba desprenderse de él, Sakura siguió adelante con la venta de su violín porque ya no le serviría de nada. La última vez rechazó la oferta porque todavía no se sentía preparada para deshacerse de él. Por eso, cuando un alumno de la Universidad de Touto le envió un mensaje para quedar y tras echarle un vistazo y probarlo unos minutos, quedó convencido y le dio un sobre con el dinero acordado. Tras la compra, Sakura miraba con pena cómo el comprador se alejaba con el que había sido su instrumento, aunque más que un instrumento, para ella era como dejar ir a un compañero o un hijo. Le dolía demasiado deshacerse del instrumento. Era un gran violín.

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–¿Ha vendido su violín? –preguntó Yamazaki al escuchar lo que le dijo Shaoran mientras caminaban hacia el campus. –Solía tocar, pero desde que perdió el oído no es lo que era. Por eso me dijo que se lo iba a vender a alguien de la universidad de Touto. –Entonces, ¿antes podía oír? –preguntó el moreno, que llevaba su moto de la mano. –Sí. Dijo que empezó a perder el oído hace cuatro años. Pero incluso así, parece que es capaz de escuchar muy poquito de vez en cuando. No está completamente sorda. –explicó Shaoran. –¿Habla? –No articula ni una sola palabra.

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El Profesor Fujitaka Amamiya era un hombre muy comprensivo con sus alumnos. No sólo daba clases, sino que formaba parte del Departamento de Asesoramiento Estudiantil. Se dedicaba a orientar y asesorar a los alumnos con sus carreras y les ponía en contacto con empresas. También les gestionaba la ayuda cuando tenían alguna necesidad especial al formar parte del Programa de Accesibilidad a los estudios de personas con algún tipo de discapacidad. Era un profesor muy admirado y querido por sus alumnos. Así que el club de lengua de signos le venía de perlas con Sakura. Debido a las responsabilidades del profesor, el contacto con Meiling, que era clave en el Club de Lengua de Signos era muy frecuente. –¿No puede hablar nada? –preguntó Meiling al profesor Amamiya, que había sido citada en su despacho. –Si es capaz de hablar o no, no lo demuestra. Hablaba hasta hace dos años. Pero creo que no está muy por la labor. Parece que utiliza el lenguaje de signos todo el tiempo. Pero no te preocupes, no es tu primera vez, conoces la lengua de signos, estarás bien. Ve a clase con ella y transcribe todo lo que diga el profesor con el ordenador portátil. Trabaja con ella y ayúdala a adaptarse a la vida universitaria. –Lo haré lo mejor posible. –aceptó Meiling.

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Mientras Sakura veía cómo su querido violín se alejaba, Meiling apareció por detrás de ella y le dio una palmadita en el hombro para que se girara. Empezaron a hablar en lengua de signos. –Hola. ¿Eres Sakura Kinomoto? –preguntó Meiling. –Vengo del Club de Lengua de Signos. El profesor Fujitaka Amamiya me ha hablado de ti. De ahora en adelante, seré tu alumna de apoyo. Estaré encantada de trabajar contigo. –Sakura sólo se quedó mirándola. Entonces, Meiling vio a su novio, que iba caminando con Yamazaki. –Oh, Shaoran. ¡Shaoran! –le llamó agitando la mano. –Buenos días. –contestó Shaoran. –Perdona. –se disculpó Meiling yendo hacia su novio. Entonces, Sakura se giró y sus miradas se cruzaron. –Ayer te estuve llamando. ¿Por qué no me contestaste? –Oh, verás… Me quedé dormido. Lo siento. –contestó Shaoran un tanto incómodo al ver con quien estaba su novia. Sakura, por detrás le daba los buenos días en lengua de signos. –¡Buenos días! –dijo Shaoran, devolviéndole el saludo a Sakura. Shaoran no pudo evitar recordar el beso que le dio cuando esperaba por ella. Entonces, Sakura recogió su mochila y se acercó a ellos. –¿Os conocéis? –preguntó Meiling. –Estoy en problemas. –le susurró Shaoran a Yamazaki girándose un poco. –¿De qué os conocéis? –volvió a preguntar Meiling. –Bueno, verás… –empezó Shaoran titubeando. –En realidad…, –interrumpió Yamazaki rescatando a Shaoran del apuro, aunque estaba bastante nervioso –yo le pedí un favor. ¡Ahh! ¡Van a empezar las clases! –dijo intentando cambiar de tema. –Es cierto. –dijo Meiling. –Tienes clase de Antropología Cultural, ¿verdad? –preguntó Meiling dirigiéndose a Sakura. Sakura asintió con la cabeza. –Voy a ser su estudiante de apoyo. –¿Qué? –se sorprendió Shaoran. –Llegamos tarde, ¿vamos? –sugirió Meiling. Sakura sólo asintió. –Nos vemos. –se despidió y se fueron. –Hasta luego. –se despidió Yamazaki. –Ahh, qué estrés. –se quejó Shaoran. –¿Por qué estabas tan nervioso? –preguntó Yamazaki. –¿Qué? ¿Y a ti que más te da? –respondió Shaoran. De repente, alguien le arrastraba del brazo. Era Sakura, que había vuelto un momento tras decirle a Meiling que se adelantara. Le apartó un poco de Yamazaki y le dio algo que tenía en la mano. –¿Es tuyo, verdad? –preguntó Sakura, dándole el amuleto que perdió el otro día. –¿Por qué lo tienes tú? –preguntó Shaoran. –Lo encontré. ¿Te lo dio Meiling? –preguntó Sakura. –Pues… –No te preocupes. No le diré lo del beso. –dijo Sakura. Al no decir nada, Sakura pensaba que Shaoran no entendía lo que estaba signando, así que volvió a repetir con gestos, haciendo hincapié en la palabra “beso”. Pero enseguida él la detuvo. –Fuiste tú la que me besó. –le recriminó Shaoran. –Fue como si alguien atacara a otra persona mientras duerme. –pero esto último lo dijo sin gestos, pero Sakura, que era capaz de leer los labios, no sabía si había entendido bien. –¿Qué? –Nada. –¿Qué has dicho? –volvió a insistir Sakura. –He dicho que nada. –volvió a insistir Shaoran. Yamazaki que estaba un poco atrás y no perdió detalle de cómo era una discusión en lengua de signos, decidió intervenir, devolviéndole la mochila a Shaoran, que se le había caído cuando Sakura lo arrastró. –Perdón por la interrupción. ¿Está bien si me disculpo ahora por lo de la cita? –preguntó Yamazaki. –Ah, vale. –aceptó Shaoran. –Este es Takashi Yamazaki. Es el que tenía que salir contigo ayer. Quiere disculparse por no haber podido ir. –dijo Shaoran dirigiéndose a Sakura. Después se dirigió a su amigo. –Puede leer los labios. Adelante. –Yo…lo siento. –comenzó Yamazaki nervioso. –Lo siento muchísimo. –dijo inclinándose, hasta tal punto que su cabeza casi toca la punta de sus pies. Entonces, Sakura empezó a gesticular. Eran unos gestos fuertes y bruscos, como si estuviera enfadada. A Shaoran se le escapaba una sonrisilla. –Traduciendo, –dijo Shaoran dirigiéndose a Yamazaki– eres un cobarde, idiota, patético, inútil. También ha dicho otras cosas, ¿quieres oírlas? –Creo que paso. Ya estoy bastante asustado. –rechazó Yamazaki con la cabeza baja. Entonces Sakura empezó a gesticular de nuevo. Shaoran no podía evitar sonreír. –Dice que estaba bromeando. Que no te preocupes. –tradujo Shaoran. Yamazaki sonrió relajado aunque todavía un poco asustado. Sakura se despidió y se fue a su clase. –No es como me la había imaginado. Es difícil de describir, pero con un disfraz de criada, sería como una belleza fría de los Alpes. –confesó Yamazaki. –Es mejor que no pienses en ella de esa manera. –le aconsejó Shaoran mientras se daban la vuelta y empezaron a caminar al escuchar el sonido de la campana. –Es admirable. –admitió el moreno. –Sin embargo, es impaciente. –dijo Shaoran. –¿Por cierto, qué significa esto? –preguntó Yamazaki curioso mientras gesticulaba el gesto del beso que había utilizado antes Sakura. Al verlo, Shaoran se apresuró a detenerlo. –No hagas eso. –riñó a su amigo apurado. –¿Por qué? ¿Qué es? –insistió Yamazaki. –No es nada. –intentó zanjar Shaoran. –Es el topo de los recreativos. – mintió Shaoran para que le dejara en paz.

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Tal y como le pidió Fujitaka, Meiling comenzó a ayudar a Sakura en sus clases, aunque no podría hacerlo siempre. Mientras Meiling no paraba de teclear en el ordenador las partes importantes de lo que decía el profesor, Sakura comenzó a sentirse incómoda al ver que los alumnos no paraban de dirigir su mirada hacia ella molestos por el sonido del tecleo del ordenador. Aunque Meiling los ignoraba, Sakura sí se sintió mal porque era consciente de que podía ser un ruido que podía poner nervioso a cualquiera. De lo que sí que se percató Meiling fue de la incomodidad que comenzó a sentir la castaña, por lo que decidió tranquilizarla. –Todo estará bien. No te preocupes. –Sakura sólo dio una sonrisa un poco triste. Después de clase, las dos chicas salieron afuera. Meiling le dio unos folletos sobre unos perros. –¿Conoces los perros lazarillos para personas sordas? También se llaman perros señal. Son como los perros lazarillos para invidentes, pero para sordos. Nuestro club ha solicitado uno y lo han aprobado. –informó Meiling.

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Shaoran se preguntaba para qué lo habría citado el Profesor Amamiya, por lo que cuando llegó, y éste le dio permiso para entrar, no se esperaba ver también a Meiling, que le sonrió cuando lo vio aparecer.

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–¿Un perro? –Sakura le contaba las novedades a Tomoyo durante un descanso en la cafetería de la facultad. –Sí. Un perro lazarillo. –aclaró Sakura. –Ah, un perro lazarillo. –repitió Tomoyo. –¿Por qué un perro tiene que pasearme por todas partes? No soy Saigo Takamori. Piénsalo, en el Parque Ueno todos los perros se mean allí. –Tomoyo empezó a reír. –¿Qué es tan gracioso? No es divertido. Por alguna razón yo y los perros somos incompatibles.

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–Es un poco diferente. No se abre fácilmente. –explicó Meiling a Shaoran. –He intentado hablar con ella sobre el perro de asistencia pero... –¿Un perro de asistencia? –preguntó Shaoran. –Sí. –asintió Meiling. –Estará disponible para el final del verano. –Shaoran no estaba muy convencido de que el perro lazarillo fuera una buena idea. Al menos no con Sakura. –¿Qué piensas Shaoran? –preguntó el profesor al ver las dudas del joven. –Meiling quiere que nos ayudes a trabajar con ella. –¿Qué? –preguntó Shaoran sorprendido. –No hace falta que seas su amigo. Tan sólo que la ayudes de vez en cuando. ¿Qué dices?

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Tras la reunión con Meiling y Fujitaka, Shaoran se fue hacia la cafetería, donde encontró a Sakura y su amiga Tomoyo, por lo que se dirigió hacia ellas, dejando sólo un sitio por en medio libre. –¿Qué pasa? –preguntó Sakura. –¿Por qué te sientas aquí? –Tengo algo que hablar con alguien. –admitió Shaoran. –¿Con quién? –volvió a preguntar Sakura. –No hay nadie aquí y ni siquiera conozco a esta chica. –contestó Shaoran señalando a Tomoyo. –Oh, es la primera vez que nos vemos, ¿verdad? –haciendo caso omiso a Sakura y dirigiéndose a Tomoyo. –Me llamo Shaoran Li. Estoy a punto de graduarme en Asistencia y Psicología Social. –Encantada Li. Yo soy Tomoyo Daidouji. También estoy en el último año. –se presentó Tomoyo. –Estudio Cultura Japonesa. –¿En serio? En ese caso creo que compartimos alguna clase. –dijo Shaoran, sentándose en la silla que había dejado libre junto a Sakura. –¿Estás en la clase de lengua de los lunes? –¿La del profesor Terada? Creo que la tengo los martes. –dijo Tomoyo. –¡Qué suerte! El lunes es demasiado pronto. –dijo Shaoran resignado. –Sí. Lo cierto es que no son divertidas. Debe ser duro despertarse para ir a esa clase. –admitió Tomoyo. Mientras tanto, Sakura se sentía fuera de lugar, puesto que no escuchaba nada y estaban hablando demasiado rápido como para poder leer los labios. Harta de la situación, dio un par de golpes en la mesa. –¡Si queréis hablar, no habléis en voz alta. Id a los jardines del palacio imperial de Shinshuku, a un bosque milenario o a Disneyland! –dijo Sakura. –La Princesa está enfadada. –dijo Shaoran sonriendo y apoyando su cara en su mano. –¡¿Quién es la Princesa?! –replicó Sakura. –Princesa, ¿ya has pensado un nombre para el perro? –preguntó Shaoran haciendo caso omiso y riéndose. Entonces, Sakura dio un golpe fuerte y seco en la mesa mostrando su enfado. –¡Si vuelves a hablar de ello, tú serás mi perro lazarillo! –Tomoyo empezó a traducirle lo que había dicho. –Te ha dicho que tú serás su perro asistente. –Oh, no te preocupes. Comprendo la lengua de signos. –informó a Tomoyo. –Será mejor que siga a la Princesa. Tomoyo siguió a Sakura hasta que llegaron a la bicicleta de la castaña. –Es simpático, ¿verdad? Li también puede estar contigo. Conoce la lengua de signos. –dijo Tomoyo. –No me importa si viene o no con nosotras. –dicho esto, Sakura se puso quitar el candado de su bicicleta. –Sakura. ¿De verdad has vendido el violín? –preguntó Tomoyo. Sakura sólo asintió con la cabeza. –¿Estás segura de que es lo mejor? –Ya no lo necesito. –admitió Sakura con tristeza. –Estoy bien, de verdad. –Cuando Sakura se fue con la bici, Tomoyo se quedó mirándola con preocupación. Shaoran apareció por detrás. –Si buscas a Sakura, acaba de irse. –se apresuró a decir Tomoyo. –No. Hay algo que quiero preguntarte. –Tomoyo y Shaoran fueron al restaurante cerca del campus para hablar tranquilamente de Sakura. –Con su esfuerzo, Sakura consiguió renombre en el mundo de la música. Cuando iba al instituto su participación en la Competición Internacional de Yokohama deslumbró. La conocí cuando tocaba en la Escuela de Música Avanzada YTC. –Vaya. No entiendo mucho de eso, pero suena impresionante. –admitió Shaoran antes de darle un sorbo a su té. –Es un gran hito que te dejen tocar allí. Creo que Sakura entró a la edad más joven posible. –¿Tú también estabas allí? –preguntó mientras Tomoyo bebía su té. Al escuchar la pregunta casi se atraganta. –¿Yo? Por supuesto que no. Sólo fuimos juntas al instituto. Hemos sido amigas desde entonces. No tengo ningún talento especial como ella. Sakura no sólo toca el violín. También es fantástica con el piano. Su madre es Nadeshiko Kinomoto, una gran pianista. A veces incluso sale en la televisión y otros medios. ¿La conoces? –Tomoyo explicó todo esto con gran emoción. Todo lo relacionado con su amiga le emocionaba mucho. –Bueno, no estoy muy familiarizado con ese tipo de cosas. –admitió Shaoran sin querer sonar grosero por no conocer a una pianista que por lo visto, era muy renombrada. –En cualquier caso, –prosiguió Tomoyo –estuvo tocando con una orquesta. Incluso era la concertino, hacía los solos. He ido muchas veces a escucharla y siempre estuvo genial. Y además tiene la presencia adecuada. Es tan guapa. Incluso tenía muchos fans. –¿Su personalidad es así desde entonces? –preguntó Shaoran. –Así es como es ahora. Los rasgos de su cara eran todavía más dulces y hablaba mucho. –dijo Tomoyo riendo. –Con ese talento, una persona llamada Rika Sasaki la descubrió y en el último año de instituto se fue a la Escuela de Música Julliard de Nueva York, una de las más prestigiosas del mundo. Allí también lo hizo muy bien. No importaba dónde fuera. Siempre conseguía ser el centro de atención. Como una gran rosa. –Pero como las espinas, también puede hacer daño. –añadió Shaoran. Tomoyo asintió con la cabeza. –Aquel año fuimos a Nueva York durante las vacaciones de verano. Tocó el violín para mí y fue fantástico. – Tomoyo comenzó a recordar con nostalgia y se entristeció. Tras una pausa, continuó explicando la historia de Sakura –Entonces empezó a decir cosas extrañas. “Qué raro suena”, “no suena” “no lo escuchas, ¿verdad?”. Pero yo sí podía escucharlo. Desde entonces, su oído ha ido perdiendo la audición podo a poco. Me daba pena. –¿No mejorará? –preguntó Shaoran. –Ha acudido a varios hospitales pero a día de hoy no hay solución. Volvió aquí y descansó una temporada. Después resurgió física y espiritualmente. Sólo está recuperada desde este año. –Entiendo. –dijo Shaoran. –En realidad puede hacer cualquier cosa. Es muy buena tocando el violín y siempre ha tenido buen ánimo. Para mí es una princesa. También es una gran persona. –retomó Tomoyo después de una pausa. –Lo sé. –asintió Shaoran sonriendo.

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Después de comer, Shaoran se fue a la biblioteca de la universidad. En la mesa tenía un montón de revistas especializadas en música. Estuvo ojeando cada revista hasta que por fin encontró información sobre Sakura. En una de las revistas, aparecía una foto de ella sosteniendo el violín. No sabía por qué, pero necesitaba saber más de ella.

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Esa tarde, la universidad había organizado un acto llamado “Superar obstáculos. Mi vida en el campus”, orientado al gran esfuerzo que dedicaban los alumnos con algún tipo de discapacidad. Una de las representantes de esos alumnos era Sakura. No obstante, no parecía estar demasiado contenta con ello. Había accedido porque el Profesor Fujitaka Amamiya se estaba portando muy bien con ella y era una forma de agradecerle el favor. En el escenario había una pizarra en el centro y una mesa para los oradores en un costado. Sakura estaba sentada en el escenario junto a un chico ciego. Ellos ya habían recibido su medalla en forma de flor. El siguiente en recibir su medalla fue un chico en silla de ruedas, que se dirigía hacia donde estaba el chico ciego y Sakura. –Muchas gracias Yukata Kida. –dijo la presentadora del acto mientras el público aplaudía. –Esta persona ha participado activamente en el equipo de baloncesto en silla de ruedas. En uno de los bastidores del escenario aparecieron Meiling y Shaoran. –Algunos de los discapacitados hablarán en este acto. Dijo que lo comprendía y que lo intentaría. –informó Meiling a Shaoran. –No puedo creer que aceptara hacer algo así. –dijo Shaoran escéptico. Una azafata hizo saber a Sakura que era su turno. Ésta se levantó y se dirigió al centro del escenario, donde había un micrófono, aunque ella no lo iba a necesitar. Antes de comunicar nada, la presentadora empezó a contar un resumen de su historia. –Hace cuatro años, su vida se complicó debido a una enfermedad incurable. –mientras la presentadora contaba su historia, una azafata traducía en lengua de signos en un costado del escenario. –Kinomoto ha perdido la capacidad para oír. Sin embargo, está aquí, esforzándose al máximo. Una vez presentada, Sakura vio como la gente aplaudía, aunque ella no escuchaba nada. Cuando el público se detuvo, supo que esa era la señal que le indicaba que era su turno de hablar en signos. Hizo una reverencia al público para mostrar su respeto. De repente se giró y empezó a escribir en la pizarra con unas letras enormes. Cuando acabó de escribir, la gente soltó a coro un ¡Ohhh! de sorpresa. En la pizarra ponía FUCK YOU! A continuación se dirigió de nuevo al centro del escenario y les hizo un corte de mangas, haciendo bien visible el dedo corazón. Seguidamente, Sakura se giró y se fue por el bastidor contrario al que estaban Meiling y Shaoran. Shaoran al ver esto tan sorprendido como el público, que no paraba de comentar lo que había pasado, se dirigió al centro del escenario. –Disculpen esto de la pizarra. –dijo apuntando a la pizarra –Significa “Ánimo”. –Rápidamente se puso a borrar la pizarra mientras la gente seguía comentando lo que había pasado. Al acabar de borrar la pizarra, Shaoran se puso en el centro del escenario y enseñó el mismo dedo que Sakura. –Y esto significa “seguiré esforzándome”. –dijo improvisando. –Ánimo. –dijo despidiéndose. Tras haber dado unas explicaciones que no convencían a nadie y que mucho no se creía ni él, se fue corriendo.

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Al día siguiente, Sakura había sido citada por Meiling en del despacho de Fujitaka Amamiya, aunque éste no estaba allí. Sakura pensó que iba a ser reprendida por el espectáculo que montó al día anterior, pero para su sorpresa, no fue así. Supuso que Fujitaka, que parecía comprenderla bien, convenció a Meiling para que no le diera la menor importancia. Fujitaka intuía que el mal humor de la castaña se debía a la venta de su querido violín, tal y como le había comentado Shaoran. Meiling puso en la mesa un estuche con un violín que Sakura abrió. –¿Has vendido tu propio violín, verdad? –preguntó Meiling. –Éste no es un violín caro, pero puedes tocarlo mientras vengas a la universidad. Le pregunté a una chica y me lo ha prestado para ti. Me dijo que es el que tocaba cuando estaba en su club del instituto. He encontrado un lugar donde puedes tocar. Ante aquello, Sakura no pudo más que agradecer el detalle que tuvo la morena.

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Shaoran iba corriendo con prisa hasta llegar al hall de uno de los edificios de la universidad. –Perdone. –dijo dirigiéndose al recepcionista. –Me han dicho que hay un ensayo del Club de Música Clásica hoy. –Si lo hay, debe de estar escrito en la pizarra de la entrada. –dijo el recepcionista indicando una pizarra blanca que había a la entrada. –Oh, bien, perdone. –dijo Shaoran dirigiéndose a la pizarra. Entonces, Meiling apareció por un pasillo por detrás. –¡Shaoran! –llamó ésta. –¿Dónde está Sakura? –preguntó Shaoran. –Por ahí. –dijo señalando las escaleras de su derecha. –Dijo que estaría bien sola. Shaoran asintió y se dirigió hacia la sala de ensayo. En la sala de ensayo, algunos músicos estaban calentando el instrumento mientras que otros estaban hablando. Sakura estaba sentada en su sitio esperando para empezar. Cuando Shaoran llegó, ya estaban ensayando. No eran muchos y se notaba que eran principiantes porque no tocaban demasiado bien y desafinaban. Aquello, más que una orquesta parecía un coro de gatos. –¡Lo siento, me he equivocado! –dijo una señora con una viola, interrumpiendo el ensayo. Sakura siguió tocando al no percatarse que la orquesta se había detenido. Aunque no tuviera un gran violín, en las manos de Sakura sonaba genial. Los músicos estaban impresionados de lo bien que tocaba. Entonces, Sakura se dio cuenta de que sus compañeros se habían detenido. Paró un momento y después siguió tocando. No le gustaba dejar las piezas a medias. Cuando acabó se escuchó a la misma mujer de antes. –¡Es fantástico! –dijo aplaudiendo. Sakura dejó el violín en el estuche, se dirigió hacia el lugar del director y empezó a hacer gestos. –¡No lo estáis haciendo bien!¡Tocáis fatal! –se giró y fue a recoger el violín. –¡Perdón! –intervino Shaoran. –Se ha disculpado. Ha dicho que tiene problemas auditivos y que no puede ayudaros. Lo siento. –Entonces Sakura salió de la sala de muy mal humor dándole un empujón por detrás a Shaoran. –¡Ouch! –se quejó éste. Después salió corriendo tras ella, que se metió en un aula oscura que parecía ser de tecnología, al haber varias herramientas. Shaoran dejó la puerta medio abierta para que entrara algo más de luz. –¿Estás bien? –al ver que no obtenía respuesta, Shaoran dijo –Perdona a Meiling. Todavía hay muchas cosas de ti que no sabe. –¡Eso no me importa! –dijo Sakura enfadada. –¡Ese no es el problema! –Entonces le dio un empujón a Shaoran. –¿Entonces cuál es? –preguntó Shaoran. –“¡Para!¡No puedes cambiar mis signos a palabras!¡No puedes transformar los signos en un discurso!” “No puedes cambiar a una lengua que habla todo el mundo”. “¡Para de hablar!¡No puedes hablar!¡No puedes oír!”. Siempre hay alguien que me lo está recordando. –dijo Sakura frustrada. –Lo siento. –se disculpó Sakura después de sentarse en un taburete. –Me siento como si apagara la luz y me quedara en penumbras. No podría comunicarme. ¿Por qué…? ¿Por qué yo? –decía Sakura empezando a llorar. –¿Por qué me han fallado los oídos? Con toda la gente que hay, ¿por qué me ha tenido que ocurrir a mí? Yo, tocando un violín patético aquí. No es lugar para mí. Solía tocar en lugares llenos de luz. –Sakura hizo una pausa. –Estoy diciendo cosas que no debería, ¿verdad? Probablemente pienses que soy una persona horrible. Shaoran, que seguía parado delante de ella y viendo atentamente cada gesto negó con la cabeza. –Quiero ayudarte a cambiar eso. –dijo Shaoran. Sakura ladeó la cabeza sin esperar una respuesta así. –¿Eres tonto? –preguntó Sakura. –Si pudiéramos escuchar el violín que tocabas cuando nos vimos la primera vez todo el mundo pensará lo mismo y seguro que te sentirás mejor. –Shaoran se sentó frente a ella. –Volvamos a esos días dónde tocabas bajo esas luces. –Eso es imposible. –negó Sakura. –¿Por qué?¿Lo has intentado? –Sakura negó con la cabeza. –Vamos a intentarlo. –le animó Shaoran. –Significa mucho para ti, ¿verdad? POV Shaoran. En ese entonces, con las luces apagadas y Sakura incapaz de hablar, quise abrazarla. Pero no podía. Porque mis sentimientos eran diferentes al amor o al odio.

Continuará…
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