ID de la obra: 951

Orange Days

Het
G
Finalizada
0
Tamaño:
167 páginas, 77.050 palabras, 22 capítulos
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
0 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

5. Tus lágrimas I

Ajustes de texto
Sakura se sentía acorralada debido a la trola que acababa de soltar y que Shaoran había desmontado fácilmente. –¡Hey! –dijo Eriol por detrás, el cual salía del restaurante. –¿Qué pasa? –Dice que ha olvidado su bolso, pero lo lleva en la mano. –dijo Meiling. –La cartera. –Intentó signar Sakura, pretendiendo ver que lo que había dicho era un malentendido. El bolso lo llevaba encima, pero la cartera no la podían ver, así que Sakura intentó volver a mentir. –Dice que ha olvidado la cartera. –corrigió Meiling a Eriol. –Ah. Está dentro. En el restaurante dicen que han encontrado una. –mintió Eriol salvándola del apuro mientras sonreía. Sakura no entendía por qué lo hacía. –Iré con ella. –¿Qué? –preguntó Shaoran. –No os preocupéis. Vete a casa y descansa, que después de la pelea lo necesitas. –dijo Eriol. –Está bien. Gracias. ¿Nos vamos? –preguntó Shaoran a Meiling, que simplemente asintió con la cabeza. Sakura no dejó de mirar a Shaoran hasta que tanto la pareja como el coche desaparecieron de su campo visual. –¿Nos vamos nosotros también? –preguntó Eriol. –Tu cartera está ahí dentro, ¿verdad? –dijo señalando al bolso. –Has vuelto para ver a Shaoran. –Sakura sentía que a Eriol no le iba a engañar. Era demasiado perspicaz. –Es por mi culpa que le hayan pegado. Estaba preocupada. –admitió Sakura. Al ver que Eriol no parecía entender los gestos, sacó una libreta de su bolso, pero el chico la detuvo. –Está bien. No te preocupes. Entiendo un poco. Sé lo que intentas decir. Vamos, te acompañaré a la estación. –Ambos cogieron rumbo a la estación. –¿Tienes frío? –empezó a quitarse su chaqueta, pero Sakura le detuvo con la mano. –¿Eso también es lengua de signos? ¿Cómo se dice “estoy bien” en lengua de signos? –Sakura puso la mano a la altura de las cejas, con los dedos apuntando hacia los ojos y desplazó la mano de manera que el pulgar quedara para adentro en un movimiento rápido. –¿Así? –Touya intentó hacerlo imitando los movimientos de Sakura, pero ésta le cogió la mano y la puso a más altura, ya que Touya lo había hecho a la altura del cuello. –Estoy bien. –repitió Eriol tanto hablando como signando. Entonces sonrió. Eso de la lengua de signos parecía divertido. Eriol se dispuso a seguir el camino hacia la estación, pero Sakura lo detuvo y sacó su libretita, donde ponía si le podía preguntar algo. –¿Qué? –accedió él. Eriol se acercó a Sakura para leer la pregunta: ¿Cuánto tiempo llevan esos dos saliendo? –¿Te refieres a Meiling y Shaoran? –Sakura asintió. Eriol le cogió la libreta y el bolígrafo y escribió la respuesta.

00000000

–No es propio de ti pelearte con la gente. –dejó caer Meiling mientras conducía para dejar a Shaoran en su apartamento. –Lo sé. –reconoció Shaoran. –Ten cuidado. Pronto empezarás a trabajar. No puedes ir con un ojo morado. –le dijo Meiling, pensando en que pronto sería un adulto y debía comportarse como tal.

00000000

Sakura estaba sentada en la estación esperando el metro. Sacó la libreta y empezó a leer la respuesta a la pregunta que le hizo a Eriol. Tres años.

00000000

Un par de días después, Yamazaki estaba en clase escribiendo una carta mientras llegaba el profesor. En la mesa, había varios folios arrugados, muestra de los intentos fallidos de carta. –Desde entonces, sólo puedo pensar en ti…–leía Yamazaki. –Quizá sea demasiado. –dijo para sí. –¿Qué escribes? –preguntó Eriol cuando llegó a clase. Sin que Yamazaki se lo esperara, Eriol le quitó el folio y se dio la vuelta andando. –Déjame ver. –¡Devuélvemela! –ordenó Yamazaki mientras perseguía a su amigo . –La riquísima ensalada que me diste.–leía Eriol mientras Yamazaki le agarraba por detrás. –No puedo olvidar su sabor. –¡Déjalo! –decía Yamazaki forcejeando con Eriol. –¿Para quién es esto? –preguntó Eriol. –¿Para Kinomoto? –¡No! –respondió Yamazaki cuando consiguió la carta. O más bien, cuando Eriol permitió que se la quitara. –Es para Daidouji. –¿Quién? –preguntó Eriol. –Ya sabes. Tomoyo Daidouji, la amiga de Sakura. –dijo Yamazaki volviendo a sentarse en su sitio. –Ah, la que es un poco lenta. –dijo el de gafas. –Es bonita, amable y es como una diosa. –dijo Yamazaki soñador. –No es para tanto. Sólo compartió un poco de ensalada contigo. –dijo Eriol mientras se sentaba en el sitio de delante de Yamazaki mientras miraba para atrás. –Tú no lo entiendes. Todo empieza con pequeñas cosas como esas. El amor es así. –¿Desde cuándo? –¿Qué? –Tú amas por naturaleza, eso es todo. ¿Desde cuándo te pasa esto? –Desde ya. Mi amor empieza ya. –dijo Yamazaki con seguridad.

00000000

–¡Buenos días! –saludó Shaoran contento a Sakura, a la que había encontrado en el campus. Ésta le miraba seria. Ignorándolo, Sakura siguió su camino, dejando a Shaoran ojiplático. Se dio la vuelta y la siguió. –Eh, espera. ¡Buenos días! –volvió a repetir Shaoran con signos. –¿Puedes dejar de estar tan animado por las mañanas? Eres como esos que hacen tablas de ejercicios en la tele. Soy hipotensa. Sólo mirarte me cansa. –dijo Sakura de mal humor. –Tengo buenas noticias. –dijo Shaoran. –¿Me das un cigarro? –preguntó Sakura sin hacer caso de las noticias que le tenía. –¿Cigarro? Dame un segundo. –Shaoran hizo ademán de buscar un cigarro, pero enseguida dijo –Deja eso ahora, no es importante. Primero las buenas noticias. –dijo Shaoran arrastrando a Sakura a un banco del campus. –El Profesor Amamiya me ha dicho que en ocasiones, la Orquesta Liberté ensaya en nuestra universidad. ¿Lo sabías? Es una orquesta compuesta por alumnos semiprofesionales. Dan conciertos e incluso venden CDs. –Claro que los conozco. –admitió Sakura algo más relajada. –El director dijo que te escucharía tocar el violín, –dijo Shaoran mientras Sakura abría los ojos de la sorpresa. –y si le gusta te dejarán unirte al grupo. –¿De verdad? –Sí. El Profesor me puso en contacto con el director y cuando le hablé de ti, reconoció tu nombre. Sakura Kinomoto, la joven ganadora del Concurso Internacional de Yokohama. –Pero, no estoy segura de poder hacerlo. No puedo escuchar nada. No sé si podré tocar con los demás. –dijo Sakura. –Inténtalo. –le animó Shaoran. –Beethoven tampoco podía oír y tocaba el piano. –¡No me compares con ese viejo! No me pongas al mismo nivel que al viejo del pelo raro. –le riñó Sakura mientras se levantaba y dejando a Shaoran. –Parece que se enfada cuando la comparas con Beethoven. –dijo Shaoran para sí. –¿Él no llevaba peluca? –yendo tras tras ella. –¡Hey, para, para! Espera, él llevaba peluca, ¿verdad? Meiling, desde la distancia, había presenciado todo y se entristeció. No se explicaba cómo esos dos se trataban con tanta naturalidad. Lo que tenía claro, es que había una conexión especial entre ellos.

00000000

Ya había oscurecido en Tokio. Meiling se encontraba en un puente en pleno centro de la ciudad. Miraba al horizonte mientras se fumaba un cigarro y miraba la hora cuando por fin lo vio llegar. –¡Yue! –gritó Meiling avisando a la persona que esperaba. Cuando éste la vio, sonrió y se dirigió hacia ella. Yue era un hombre guapo, con buena planta y con el pelo largo plateado. Iba elegantemente vestido con un traje caro y llevando un maletín. No parecía mucho más mayor que Meiling. Juntos se fueron a tomar un trago a un bar bastante estiloso. –No lo estoy haciendo bien. –dijo Meiling. –¿Con tu joven novio? –preguntó Yue con su voz grave. –Tengo una rival. –confesó Meiling. –Ahora entiendo. –dijo Yue. –Me preguntaba por qué me habías invitado a cenar tan de repente. –No tengo a nadie con quien hablar. –dijo Meiling. –Bien. Pues te escucho. –accedió Yue. –Esta noche invito yo. –dijo Meiling más animada. –Pero ¿qué dices? Ahora tengo trabajo. Yo pago. –se ofreció Yue. –¿Qué pasa? –preguntó Yue al ver que Meiling no le quitaba la vista de encima. –Pareces más adulto. –dijo Meiling. Al escucharlo, Yue se sonrió.

00000000

El solo número 3 en Mi de la “Partita para violín” de J.S Bach sonaba en la residencia de las Kinomoto. Sakura lo ensayaba con ahínco para la audición para entrar en la Orquesta Liberté. Era la misma melodía que tocó para despedirse de su violín cuando conoció a Shaoran por primera vez. Así que, decidió tocar la misma melodía como una especie de homenaje por ayudarla no sólo a recuperar su violín, sino también por ayudarla a tocarlo en una orquesta que estuviera más a su altura para que pudiera brillar como en otros tiempos. –Perdón por molestar cuando estás tan concentrada. –se disculpó su madre dejando una bandeja tazas en la mesa. –¿Quieres café? –Huele bien. –dijo Sakura. –Es café en grano. –dijo Nadeshiko. –Delicioso. –dijo Sakura una vez sentadas en la mesa y tomándolo tranquilamente. –Te ha ocurrido algo, ¿verdad? –afirmó Nadeshiko. –Hacía tiempo que no escuchaba tu violín. Te apetece tocar. ¿Por quién estás de humor para tocar? Además, vas a tener las agallas para tocar con una orquesta. ¿Por quién? –Sakura estaba sorprendida de que su madre la leyera tan bien y diera por hecho de que era por alguien. Sakura hizo un gesto con la mano. –¿Bee? –preguntó su madre dudosa al leer lo que signaba su hija. –Beethoven. Por él. –contestó Sakura. Nadeshiko la miró sin saber si creérselo o no. –Tocaba el piano y componía incluso después de quedarse sordo. Tenía alma. Creo que podría aprender de él. –explicó Sakura. –No importa. Lo importante es que estás tocando de nuevo. –dijo su madre sin creerse la explicación de Sakura. –Me hace muy feliz.

00000000

–Me da la impresión de que a veces paso el rato con estudiantes universitarios para retrasar la madurez. –dijo Meiling a Yue todavía en la barra del bar. –Eso no es forma de vivir. –Te envidio. –dijo Yue, que se estaba fumando un cigarro. –En cambio, yo tengo que trabajar duro y ser cortés con mi jefe para sobrevivir. –Pero vivir en sociedad trata de eso, ¿no? Yo creo que está bien. –dijo Meiling. –Bueno, si lo quieres ver así. –dijo Yue. –Me gustaría ser como ella. Ser capaz de reír, gritar y llorar. –dijo Meiling pensativa. –¿Ser como esa chica, Kinomoto? –preguntó Yue mientras Meiling asentía con la cabeza. –¿Y por qué no lo haces? Gritar y llorar. –Ya no puedo. Ser una hermana mayor para todos me ha convertido en una persona incapaz de mostrar mis verdaderas emociones.

00000000

Tu sonrisa es tan perfecta como la crin de un caballo de color miel, que galopa con el viento de primavera que sopla en las praderas. –Yamazaki leía en voz alta la carta que seguía intentando escribir mientras caminaba por su apartamento. El suelo, lleno de bolas de papel, evidenciaba los intentos infructuosos que había tenido. –No está mal. –dijo contento, pero en seguida, su cara se puso seria otra vez. –No tiene sentido. –Se volvió a sentar y empezó a escribir. –Tu crin es…¡No, no es un caballo! –dijo enfadado ante otro intento fallido. Pero debía escribir esa carta. Tomoyo se le había colado en su mente como nunca antes lo había hecho otra chica.

00000000

Tomoyo iba caminando por los pasillos de la facultad con un libro en la mano. Cuando pasó por al lado de la puerta abierta de unos vestuarios escuchó como algo caía. Era un sonido fuerte y metálico. Se paró delante de la puerta ante el ruido. Pero no veía nada Los vestuarios estaban a oscuras. Dentro, Eriol estaba dándose el lote con Kaho Mitzuki. Se besaban apasionadamente, hasta el punto que llegaron a tirar una silla que estaba subida en la mesa donde fueron a apoyarse. Cuando la chica intuyó que la cosa iba a pasar a mayores detuvo a Eriol. –Ya seguiremos otro día. No pongas esa cara. –dijo al ver la cara de decepción de Eriol. –Siento haber venido de repente. –No importa. Aunque me ha sorprendido. –admitió él. –Quería hacer esto aunque fuera una vez. En los vestuarios o en la biblioteca. –confesó Kaho. –Pues hagámoslo. –la animó Eriol. –Por eso seguiremos otro día. –dijo Kaho. –Podrías encontrarte con un ratón. –dijo Kaho con guasa dejando a Eriol con la miel en los labios. Parecía que la modelo lo había hecho para propiciar que su próximo encuentro fuera apoteósico. –Adiós. Sin saber por qué, Tomoyo se paró frente a unos paneles de anuncios que había en el pasillo justo al lado de los vestuarios masculinos, fingiendo que leía algo de su interés, cuando vio salir a la misma chica que en el restaurante y se quedó mirándola, no esperando encontrarla. –Vaya, un ratón. –dijo Eriol bromeando a sus espaldas, el cual salía de los vestuarios. –¿Qué? –preguntó Tomoyo incómoda y girándose para marcharse. No hacía falta ser muy inteligente para saber qué había pasado ahí dentro. –Espera. –dijo Eriol deteniéndola cogiéndola de un brazo. –Me odias, ¿verdad? –Te odie o no, ¿qué más da? –¿En serio? Porque siempre pones esa cara de problemas cuando me ves, así que pensé que te gustaba. –dijo Eriol como el que suma dos más dos. –Esa cara es por ser siempre tan horrible. –dijo Tomoyo marchándose. –Eso es verdad. –dijo Eriol para sí. Después la siguió. Cuando estaban saliendo del edificio Eriol preguntó –Oye, ¿has reconocido a la persona que salió del vestuario? No se lo digas a nadie. –Ni idea. –dijo Tomoyo. –Embustera. Sabes bien que es una modelo famosa. –Muy bien. Sales con ese tipo de personas. ¿Y? –dijo Tomoyo llegando a esa conclusión. –En realidad no. –negó Eriol. –Sólo son nuestros cuerpos los que coinciden. En cualquier caso, no lo entenderías. –Lo entiendo muy bien. –dijo Tomoyo deteniéndose. –¿Qué? –preguntó Eriol deteniéndose también. –Es mentira. No sé lo que es. Sé que hay gente que hace esas cosas pero… –¿Quieres probar? –se ofreció él. –No. Sólo haría esa clase de cosas con alguien a quien ame. No voy a rebajarme tanto. –y se marchó. –Ya veo. –dijo Eriol mientras miraba cómo Tomoyo se perdía en la oscuridad del campus.

00000000

–Gracias por la cena y las copas. –agradeció Meiling a Yue mientras salían del bar y caminaban tranquilamente por la ciudad. –No tiene importancia. –dijo Yue. –¿Sabes? Conmigo puedes llorar o enfadarte. –¿En serio? ¿Y qué más? –preguntó Meiling en tono de broma. –Reír, a veces volverte loca. Puedes hacerte la coqueta. Conmigo no eres una hermana mayor. –¿Qué soy? –La chica más guapa del seminario Sakaida. En aquel seminario le gustabas a todo el mundo. –recordando un seminario al que asistieron juntos, donde se conocieron y que significó el comienzo de su amistad. –¿A ti también? –Por supuesto. –Oye, si sigues diciendo cosas como esas voy a acabar enamorándome de ti. –dijo Meiling en tono de broma. –Tendría mucha suerte, entonces. –confesó Yue. Entonces, Meiling se puso seria al ver que no era broma. –No te preocupes por lo que digo. –intentando quitarle hierro al asunto al ver la reacción de la chica. Era consciente de que la morena tenía novio y no pretendía ponerla en una situación incómoda. Pero sabía que Meiling había comenzado a librar una batalla contra ella misma, y sólo ella debía decidir. –Está bien ser tu amigo, compañero de copas o lo que sea que necesites de mí. Salgamos a comer de vez en cuando. –Claro. –aceptó Meiling. –Nos vemos. –se despidió Yue. –Adiós. –se despidió Meiling, pensando en lo bien que se había sentido con Yue.

00000000

Llegó el día de la audición y para que Sakura no pasara aquel trance sola, Shaoran se encontraba en las butacas del pequeño auditorio donde la castaña iba a tocar el violín para entrar en la Orquesta Liberté. Unas filas más abajo, se encontraban algunos músicos de la orquesta y el director de la misma. Sakura sacó su violín del estuche, se colocó en el centro y comenzó a tocar. Shaoran no entendía mucho de música, pero de alguna manera sabía que lo estaba haciendo genial. Enseguida reconoció esa melodía, puesto que era la misma que escuchó la primera vez que vio a Sakura. Cuando hubo terminado, hubo un silencio y después los miembros de la orquesta empezaron a aplaudir. Era increíble que una persona que no podía escuchar tocara de esa manera y consiguiera sacar ese sonido al violín. El director de la orquesta se levantó y se dirigió hacia Sakura. –Creo que Kinomoto debería unirse a nosotros en el próximo ensayo. –dijo el director mirando al resto de miembros de la orquesta. Cuando el director dio su veredicto, todos empezaron a aplaudir. Sakura parecía no haber entendido nada de lo que dijo el director, por lo que desvió la mirada hacia Shaoran. Con sólo mirarla, supo que la violinista estaba perdida, por lo que lo había conseguido. Sakura no pudo evitar sacar una de las mayores sonrisas que Shaoran le había visto desde que la conoció. Al salir del auditorio, Shaoran y Sakura iban caminando por el campus mientras charlaban. –“¿Concentración de la percepción?” –intentó traducir Shaoran los signos de Sakura, sin saber bien a qué se refería la chica. –“En mi corazón creo melodías. ¿Seguir las olas?” –siguió traduciendo Shaoran a lo que le decía la chica. –Sí, como surfear. –continuó Sakura, intentando explicar cómo se manejaba con el violín. –Así no cometo errores. –entonces Sakura paró a Shaoran. –Muchas gracias. –No tienes que ser tan formal. –dijo Shaoran, contento de ver a Sakura tan alegre. –Ahora mismo estoy súper feliz. Estoy tan feliz que quiero darte la mitad de mi alegría. –dijo Sakura. –Yo también estoy muy contento. –dijo Shaoran. –¿Podemos darnos un apretón de manos? –preguntó Sakura. –¿Qué? –preguntó Shaoran extrañado. –Quiero darte la mano, ¿está bien? –volvió a repetir Sakura mientras extendía la mano. –Sí. –cuando Shaoran fue a darle la mano, Sakura la apartó. –Para ser sincera, lo que necesito es un abrazo. ¿Puedo darte un abrazo? –¿Qué? ¿Aquí? –preguntó Shaoran todavía más extrañado que antes. –Quiero abrazarte porque estoy muy contenta. –aclaró Sakura. –Sí, no me importa, pero… –Shaoran no llegó a terminar la frase porque Sakura se abalanzó sobre él dándole un gran abrazo mientras saltaba y giraba con él. –Sakura. Yamazaki y Eriol, que yacían tirados en un pequeño montículo de césped se quedaron boquiabiertos al ver la escena y quién la protagonizaba. –¿Eso está bien? –preguntó Yamazaki dudoso. –No. –respondió Eriol, aunque su sonrisa no decía lo mismo.

00000000

Un rato después, Eriol y Yamazaki llevaban a Shaoran a rastras hacia la sala. Cada uno le tenía agarrado por un brazo. –Fue un malentendido. –intentaba defenderse Shaoran mientras era arrastrado por haber sido pillado abrazando a Sakura. –Como si lo hubieras rechazado. –dijo Yamazaki mientras el resto de estudiantes de la universidad les miraban extrañados. –Así que ahora me tienes que pagar un café. –dijo Eriol. –No es lo que estáis pensando. –seguía defendiéndose Shaoran. –Voy a decírselo a Meiling. –amenazó Yamazaki, aunque en tono de broma. –¿Qué? –Ya en la sala, Eriol y Yamazaki se sentaron en una mesa frente a Shaoran y la llenaron de papeles con apuntes. –Ha sido bastante atrevido. Justo en el centro de nuestro sagrado campus. –dijo Eriol fingiendo indignación. –Fue algo repentino. No pude evitarlo. –razonó Shaoran. –¿Tuviste intención de evitarlo? –volvió a atacar Eriol con ironía. Shaoran se quedó callado. –Parece que eso es difícil de contestar. –dijo Yamazaki riendo al ver que Shaoran no respondía. –Vale, pero no es amor ni nada parecido. ¿Cómo lo puedo explicar? Es como Ann Sullivan y Helen Keller. –¿Quiénes? –preguntaron ambos a la vez. –Keller era una chica sordo-ciega. Sullivan fue su maestra y la ayudó a comunicarse y a comprender su entorno. –explicó Shaoran. –Así que se supone que tú eres la señorita Sullivan. –resumió Eriol. –¿Ha dicho ya “aaaaaguaaa”? –preguntó Yamazaki con guasa. –No, todavía no. Pero tengo que estar hasta que lo diga. Ese es mi rol, mi misión. –dijo Shaoran. –¿Rol? –preguntó Yamazaki. –¿Misión? –Preguntó Eriol seguidamente. –Hace mucho tiempo tuve un perro. Era un bestia. –dijo Shaoran mientras Sakura que estaba por detrás, saludaba a los chicos. –Nadie quería hacerse cargo de él pero yo seguí dándole de comer. Ella es como ese perro. –decía Shaoran abstraído mientras los chicos saludaban a Sakura con la mano y ella se acercaba. Entonces, Sakura le dio dos toques en el hombro. Al no girarse, Sakura volvió a darle dos toques más fuertes. Cuando giró la cabeza al lado, Sakura se asomó inclinándose y se puso hablar en signos mientras sonreía. –¿De qué estáis hablando? –preguntó Sakura curiosa. –Bueno, verás… –comenzó a decir Shaoran, pensando como decir algo cuando en realidad la estaba comparando con un perro. Por suerte, debido a su hándicap Sakura no se había enterado de nada. –Parece que mi clase va a empezar. –dijo Eriol mientras recogía los apuntes. –También la mía. –se le unió Yamazaki. –Tengo que irme. –Sakura dio un golpe en la mesa e hizo unos gestos mientras se sentaba junto a Shaoran. –Dice que tenemos tiempo. Así que nos ordena que nos sentemos –tradujo Yamazaki. –¿Comprendes la lengua de signos? –preguntó Eriol sorprendido. –No, pero seguro que es lo que ha dicho. –dijo Yamazaki mientras ambos volvían a sentarse. No había más que ver la actitud de la castaña. Sakura volvió a hacer unos cuantos gestos. Era evidente de que se percató de las miradas de esos dos cuando abrazó a Shaoran. –Venga, traduce. –ordenó Sakura a Shaoran. –Dice: “No hay nada entre él y yo. En primer lugar, no es mi tipo. No tiene perspectivas de futuro”. –tradujo Shaoran mientras iba frunciendo el ceño. –Una historia muy interesante, ¿verdad Yamazaki? –dijo Eriol divertido ante los zascas hacia Shaoran y que él mismo debía traducir. –Sí, ja, ja, ja. –rióYamazaki. Sakura continuó hablando en gestos. –¿Qué dice? –ordenaron los chicos a Shaoran. –“Es un buen chico pero es tan normal que es aburrido”. –tradujo Shaoran mientras Sakura lo veía traducir divertida. Los chicos no pudieron evitar una carcajada. Shaoran sentía cómo si se diera puñaladas a sí mismo. –¡Va, parad ya! –ordenó Shaoran. –¿Qué es esto, una nueva clase de tortura? –Te comprendo muy bien. –le dijo Yamazaki a Sakura. –Shaoran me ha dicho que has empezado a tocar el violín otra vez. –le dijo Eriol a Sakura y dándole un respiro al pobre Shaoran. –Es genial estar en la Orquesta Liberté. Incluso yo conozco esa orquesta. –añadió Yamazaki. Sakura asintió sonriendo y después señaló su reloj. –¿Tienes que ir a ensayar ahora? –preguntó Yamazaki. La chica asintió, se despidieron y se fue. –Si pudiera hablar le habría dado un puñetazo. –dijo Shaoran una vez que la chica se fue. –¿Qué dices? Es adorable. –dijo Eriol disfrutando de la escena vivida con Sakura. –Si todas las salvajes fueran tan adorables no me importaría… –Para. –le interrumpió Shaoran sin querer saber cómo continuaría la frase. –¿Qué? –preguntó Eriol extrañado por el cambio de actitud de Shaoran. –No le pongas ni un dedo encima. –amenazó Shaoran, conocedor del éxito que tenía su amigo entre el público femenino. –Sólo es una broma. –dijo Yamazaki intentando poner paz. –No lo haría. –dijo Eriol. –Ella es tuya, ¿no? –Ni hablar. –dijo Shaoran distraído. –Tengo que irme. Os cojo esto prestado. –cogiendo algunos apuntes. –El examen es el viernes, así que los necesito para el miércoles. –dijo Eriol antes de que se fuera. –Bien. Nos vemos. –se despidió Shaoran. –Adiós. –dijeron los otros dos. Cuando Shaoran se dirigía a clase y llegó al descansillo de unas escaleras, vio por la cristalera algo que le llamaba la atención. Cuando se acercó a la cristalera, vio a Sakura que le saludaba alegremente desde afuera. Cuando la chica captó su atención, Sakura empezó a signar. –“Olvidé decírtelo antes”. –empezó a traducir Shaoran. POV Shaoran. Ella está sacando a relucir mis puntos débiles. Está enumerando mis defectos sin fin. Dice que no hay signos de peligro, nada de feromonas y una ausencia total de carisma masculino. A veces cierro los ojos en vez de taparme los oídos para no ver lo que me dice. Entonces todo se vuelve oscuro. De repente, comprendo su soledad. Desde la distancia Sakura seguía enumerando defectos de Shaoran en lengua de signos, pero al ver que el chico había cerrado los ojos, se detuvo. Cuando los abrió, vio a Sakura seria y le dijo en signos mientras sonreía: –Es la hora de tu primer ensayo con la orquesta. Ánimo. –signó Shaoran. Sakura sonrió y vio cómo el chico se perdía por la escalera. Después, Sakura dijo en signos: –Pero, me gustas. Continuará…
0 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)