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El violín de Sakura se escuchaba por el campus con “Aire”, de la “Suite número 3” de J.S Bach. Shaoran la miraba desde la distancia. Era una pieza preciosa y triste al mismo tiempo que reflejaba el estado de ánimo de Shaoran. Shaoran empezó a acercarse y se detuvo a unos tres metros de ella. Cuando ella percibió movimiento le miró. –Hey, me has asustado. –dijo Sakura. –Pensé que ibas a darme otra naranja. –dijo Sakura, rememorando que la primera vez que se vieron fue en circunstancias similares. –¿Qué? –preguntó Shaoran, que estaba demasiado ensimismado con lo que le tenía que contar. –Como la primera vez que nos vimos. –aclaró Sakura. Shaoran le sonrió al recordarlo, pero cuando vio que Sakura se puso a guardar el violín volvió a ponerse serio. –Durante el verano hay un periodo de actuaciones. Si quieres puedes venir. –Sakura. –empezó a decir Shaoran. –Tengo que irme. –dijo Sakura interrumpiendo a Shaoran. –¿Ibas a decirme algo? –preguntó Sakura. Después se colgó el violín a la espalda y el bolso. –No, nada. –negó Shaoran, incapaz de borrarle la sonrisa a Sakura. Verla de buen humor no era algo demasiado frecuente y en aquel momento no encontró el valor para estropearle el día. Tras despedirse, Sakura se marchó al ensayo de la orquesta. El conjunto comenzó a tocar la misma pieza que Sakura había estado practicando unos momentos antes en el césped del campus. Lo que Sakura no notaba era que en ciertos fragmentos un violín sonaba desafinado. Conscientes de ellos, algunos miembros de la orquesta empezaron a mirar a Sakura y progresivamente los músicos dejaron de tocar. Al percibir menos movimientos de brazos, Sakura también paró de tocar y miró las caras de sus compañeros. Aunque la mayoría bajaban la cabeza con pena, otros la miraban como si fuera un estorbo que les hacía perder el tiempo. –Tomemos un descanso. –dijo el director. Cuando los músicos se levantaron, Sakura se dirigió al director y se señaló a sí misma. Al ver que iba a ser difícil comunicarse con el director, decidió preguntárselo con una libreta. –¿Es culpa mía? –Tu sonido está desubicado. Cuando empezaste a tocar la primera vez no lo notamos porque estabas tocando sola, pero definitivamente tu afinación está fuera de lugar. A decir verdad, cuando nos presentaron, estaba interesado en tu fama. Ya destacabas durante el instituto. Si alguien como tú se unía a nuestra orquesta nos daría publicidad. Por supuesto, tienes una gran habilidad con el violín, pero puede ser que el sonido que resuena en tu cabeza sea distinto al de la realidad. Lo siento. –explicó el director. Eso fue un jarro de agua fría que la castaña no esperaba. No entendió todo lo que dijo, pero leyéndole los labios captó lo esencial del mensaje y se le vino el mundo encima. Una vez fuera y sabiendo la verdad, Sakura caminó triste y ausente por el campus hasta que llegó a un banco. POV Sakura. Para mí es imposible escuchar el sonido de este mundo. ¿Cómo suena el viento? ¿Cómo suenan los zapatos al caminar?¿Qué tono de voz sale con la risa?¿Cómo es la voz de mi madre?¿Y la de Tomoyo?¿Por qué sólo mi mundo ha perdido el sonido? –Sakura. –dijo Meiling pasándole la mano por delante de los ojos para llamar su atención. –Hola. –saludó Meiling mientras Sakura la saludaba con una reverencia con la cabeza. –¿Tienes un momento? –cuando Sakura asintió, Meiling se sentó en el banco con ella. –Me ha dicho Shaoran que has entrado en una orquesta. Felicidades. –la felicitó Meiling ajena a las novedades. –Más o menos. –dijo Sakura sin querer entrar en detalles para no recordar lo ocurrido. –¿Sabes? He estado pensando en cómo ayudarte. ¿Por qué no pruebas a hablar? –sugirió Meiling. –Vamos a hablar. Tú puedes hablar, ¿verdad? Hablabas hasta hace unos años. Si hablas creo que tu mundo se ampliará. Te vendrá bien con los ensayos en la orquesta… –Meiling dejó de hablar al ver a Sakura levantarse. –No te preocupes más por mí. –le dijo Sakura. –¿Qué? –preguntó Meiling, que no sabía a qué venía esa reacción. –Gracias por cuidar de mí. –se inclinó mostrando su respeto, cogió el violín y se fue, dejando a Meiling con mil dudas en la cabeza.00000000
Shaoran estaba en clase tomando apuntes aunque su concentración se vino abajo y dejó de escuchar al profesor cuando Sakura se le vino a la cabeza. No dejaba de recordar su sonrisa, lo feliz e ilusionada que había estado Sakura al conseguir entrar en la orquesta, o cuando lo abrazó cuando lo consiguió. Mientras el profesor seguía explicando, Shaoran se sacó el móvil al sentirlo vibrar en su bolsillo. Era un mensaje de Tomoyo. ¿Puedes venir a la sala? Es urgente. Unos minutos después, Shaoran se encontró en la sala con Tomoyo y Meiling. –¿Qué es tan urgente? –preguntó Shaoran a Meiling, pero Meiling no dijo nada, tan sólo permanecía sentada. –Estamos preocupadas por Sakura. –contestó Tomoyo. –Fui a recogerla después del ensayo y no estaba allí. Es como si pensara que molesta a todo el mundo, como si no encajara allí. Después, se encontró con Meiling… –Le sugerí que por qué no intentaba hablar. –dijo Meiling interrumpiendo a Tomoyo. –La razón por la que Sakura no habla es porque ya lo intentó y se rieron de ella. Decían que hablaba raro. Ella es muy orgullosa. Le hicieron daño. –explicó Tomoyo. Entonces, Shaoran también se sentó junto a Tomoyo, enfrente de Meiling. –¿Por qué le dijiste eso? Te dije que necesita su espacio. –le recriminó Shaoran a Meiling. –Sí, se reirán de ella al principio. Suele pasar. Pero llega el momento de superarlo. Todos los sordos deben hacerlo. –se justificó Meiling. –No la llames sorda. –le riñó Shaoran. –Decir algo como eso no es discriminatorio. ¿O acaso lo es? –dijo Meiling alzando un poco la voz. –¡No estamos hablando de discriminación! –dijo Shaoran enfadándose. Tomoyo les miraba triste –Da igual, iré a hablar con ella. –Se levantó, y poniéndose la mochila al hombro, se disponía a irse, cuando Meiling preguntó de repente: –¿Por qué tienes que ir tú? –Shaoran se paró en seco. –No vayas. –Pero ¿qué dices? –preguntó Shaoran con incredulidad. –Esa chica tiene amigos, familia y quizá novio. ¿Por qué cuando ocurre cualquier cosa tienes que ir tú? –preguntó Meiling sin poder aguantar más mientras Shaoran le miraba fijamente. –Chicos, ya vale. Iré yo. –se ofreció Tomoyo poniéndose el bolso en el hombro e intentando rebajar la tensión. –Lo siento. Yo también estoy asustada. Hasta el punto de avisar a Shaoran. –Espera un segundo. –la detuvo Shaoran cogiéndola del brazo. Shaoran puso su mochila en la mesa, la abrió y sacó unos apuntes. –Perdóname, pero ¿puedes llevar estos apuntes a casa de Eriol? –le pidió Shaoran. –Tiene un examen y tengo que devolvérselos hoy. Te dibujaré un mapa. –mientras Shaoran cogía algo para dibujar, Tomoyo miró a Meiling como diciendo “a mí esto también me ha pillado por sorpresa”.00000000
En casa de los Hiragizawa, los hermanos estaban preparando los ingredientes para cenar sukiyaki. –No sale, no hay gas. –dijo Eriol agitando el mechero, ya que iban a cocinarlo en el fogón de gas portátil. –Hermano, normalmente le pones ternera al sukiyaki, pero esto es cerdo. –se quejó Nakuru. –No tenemos dinero para ternera, así que esto es lo que hay. –dijo él. –Pues vaya, hoy que viene Shaoran a cenar. Vamos a quedar fatal. –se quejó Nakuru. –Tus labios están rojos. –dijo Eriol. –Te los has pintado, ¿a que sí? –le dijo Eriol con una sonrisa burlona. –La colada. –dijo Nakuru levantándose e intentando librarse del tercer grado de su hermano. –No te preocupes. Ya lo haré yo. Busca otro mechero. –se ofreció Eriol. Cuando éste se levanto a por la colada, sonó el timbre. Nakuru fue a abrir. –¡Voy! ¡Perdón por hacerte esperar, Shaoran! –pero cuando abrió la puerta no se esperaba la visita de una desconocida. –Perdón. ¿Es esta la casa de Eriol Hiragizawa? –preguntó Tomoyo. –Sí. –asintió Nakuru. –¡Nakuru! –se escuchó la voz de Eriol por el fondo. –Te dije que lavaras estos bóxer en una red. –dijo Eriol dirigiéndose hacia ella, parándose en seco con un puñado de ropa en una mano y unos bóxers en la otra. Eriol no se esperaba esa visita. Entonces, como pudo, escondió los bóxers apresuradamente dentro del montón de ropa. –¿Qué haces aquí?00000000
Cuando Nadeshiko fue a abrir la puerta de casa al escuchar el timbre, vio a un joven castaño que no conocía. –Buenas tardes, soy Shaoran Li. –dijo Shaoran haciendo una reverencia con la cabeza. Nadeshiko hizo otra reverencia y dijo: –Pasa, por favor. –Perdón por molestar. –dijo mientras entraba.00000000
–Perdona por haberte llamado. –se disculpó Meiling mientras conducía por la ciudad con Yue de copiloto. –¿Ha ocurrido algo? –preguntó Yue tras encenderse un cigarro. –Quiero que vengas conmigo. –dijo Meiling. Yue la miró. –No quiero estar sola ni irme a casa. –Muy bien. Iré contigo. –accedió Yue.00000000
Nadeshiko ofreció té y pastel a Shaoran, dejándolo en una mesilla del salón. Shaoran estaba sentado en el sofá, frente a Sakura, que lucía triste. –Este es el pastel favorito de Sakura. –dijo Nadeshiko, que estaba en otro sofá –Debería irme. –No, quédese con nosotros. –dijo Shaoran. –Sakura. Me he enterado de lo de la orquesta. Pensaba hacer de intermediario pero… –Shaoran se detuvo al ver que Sakura agachó la cabeza. –Sakura. –la llamó intentando llamar su atención. –Sakura. –Sakura. –lo intentó también Nadeshiko. –Sakura, no seas maleducada. –cuando Sakura volvió a alzar la cabeza, Shaoran continuó. –Se lo he contado a tu madre. El director de la orquesta habló conmigo. Si no puedes afinar, quizás puedas tocar un instrumento de percusión. –¿Me estás sugiriendo que toque los platillos? –preguntó Sakura. –Puede que sea un poco conservador, pero creo que también puede tener su encanto. –intentó explicar Shaoran. –Mamá. –dijo Sakura dirigiéndose a su madre. –Él se llama Shaoran Li. Nos conocimos en la universidad. Es muy buena persona. No tiene mal aspecto, ¿verdad? Es guapo, ¿a qué sí? Pero no entiendo lo que dice. No puedo oír su voz. No importa lo fuerte que hable. No le oigo. –entonces, su madre empezó a llorar y Sakura se levantó. –¡Tú eres mi madre! ¡Haz que pueda comprender!¡Haz que tu hija pueda oír! ¿Qué clase de voz tiene? –Al ver que Sakura perdía los nervios progresivamente producto de la frustración, Shaoran se levantó y la detuvo. –¡Para!¡Tu madre está llorando! –avisó Shaoran. –¡¿Por qué? ¡Dímelo!¡¿Qué clase de voz tiene?! –insistió Sakura. –¡Te lo diré! –gritó Shaoran deteniéndola otra vez. –¡Mejor que la de una rana pero no tan buena como la de Freddie Mercury!¡Esa es mi voz, una voz común! –Entonces –dijo Sakura –¿cómo suena esto? –cogiendo una cucharilla de té y golpeando la mesa una y otra vez. –¡Déjalo! –la agarró Shaoran. –¿Y esto? –cogió un plato de pastel y lo tiró al suelo haciéndolo añicos. –¡Sakura!¡Cálmate! –intentó agarrarla Shaoran. Con el forcejeo, Sakura tiró una maceta. Después intentó soltarse de Shaoran empujándolo. –¿Por qué? –preguntó Sakura llorando y agotada del esfuerzo. –¿Por qué me merezco esto? –Sakura, ya he escuchado eso antes. ¿Vas a vivir toda tu vida preguntándote por qué sólo tú tienes problemas? ¿Piensas pasarte la vida contándole a la gente tu historia? Eres realmente egoísta. –dijo tras una pausa. Nadeshiko estaba en el sofá con lágrimas en los ojos incapaz de reaccionar mientras Sakura le miraba con una mezcla de dolor y enfado. –¿Egoísta? –preguntó Sakura sin dar crédito a lo que le decía Shaoran. –Exacto. Meiling solo pensaba en ayudarte, por eso te animó a que hablaras. Entiendo tu rabia, pero siempre estás pensando sólo en ti misma. ¡Los demás también sienten y tienen sus propios problemas! ¡Todos tenemos vidas difíciles, no sólo tú! –Shaoran hizo una pausa y señalo a Nadeshiko algo más calmado. –Tu madre ha estado ahí para apoyarte. Discúlpate. –Estoy bien. –dijo Nadeshiko todavía llorosa. –Creo que también es mi culpa. –¡Se equivoca! –dijo Shaoran. –No es culpa suya. No es culpa de nadie. –dijo tras una pausa y con voz más baja. Shaoran se giró y se agachó para recoger los pedazos rotos del plato. Entonces Sakura fue donde estaba Shaoran y le hizo unos gestos. A continuación, se fue del salón dando un portazo a la puerta. La madre de Sakura se levantó del sofá y fue hacia él. –¿Qué ha dicho? –preguntó Nadeshiko, que al estar de espaldas no pudo ver bien qué signó Sakura. –Que la deje sola.00000000
–He perdido la confianza. –le dijo Meiling a Yue. La morena había parado el coche para hablar de manera más tranquila. –¿Está mal todo lo que hago?00000000
El enfado de Sakura no duró mucho. Nada más entrar en su habitación se había arrepentido y avergonzado por cómo había reaccionado. Por lo que una vez más tranquila, volvió al salón, donde Shaoran, de rodillas recogía los pedazos del plato que había tirado durante la discusión. –¿Dónde está mi madre? –preguntó Sakura, extrañada de que lo hubiera dejado solo recogiendo los destrozos, ya que ni siquiera era su casa. –Estaba cansada. Ha ido a echarse un rato. –explicó Shaoran. –Siento mucho lo de antes. –se disculpó Sakura. –Yo también. He hablado demasiado. –Me disculparé con mi madre más tarde. –informó Sakura. Después, se arrodilló junto a él para ayudarle a recoger los destrozos, pero Shaoran la detuvo antes de tocar nada. –Será mejor que no lo toques. Podrías cortarte con los trozos. Sería horrible que te hicieras daño en esas manos tan bonitas. –dijo Shaoran. –¿Y qué más da? Ya no volveré a tocar el violín. –dijo Sakura. –Eso no importa. Seguiría siendo horrible que te hicieras daño. –dijo Shaoran. Seguidamente continuó limpiando los destrozos. Entonces Sakura le tocó en el hombro. –¿Sí? –Lo dijiste antes. El motivo por el que me he convertido en una persona así no tiene nada que ver con nadie. Pero entonces, ¿cuál es el mensaje? –¿El mensaje? –Sí. El mensaje que explica por qué me ha pasado esto a mí. –explicó Sakura. Tras un silencio, Shaoran contestó: –No hay ningún mensaje. Sólo es una desgracia. Pero tengo un plan. –¿Un plan? –Te salvaré de la oscuridad del silencio. –a Sakura se le pusieron los ojos llorosos de verle decir eso y sin poder resistirlo más, se abrazó a él llorando. Tras unos segundos, Sakura se acomodó en el pecho de él y dijo: –¿Estoy llorando con una voz rara? –preguntó Sakura. –En absoluto. –contestó Shaoran. –¿Mejor que la de una rana pero peor que la de Maaya Sakamoto[1]? –preguntó Sakura. Shaoran apoyó si barbilla sobre la cabeza de Sakura sin poder evitar sonreír ante la ocurrencia de Sakura. –¿Puedo seguir llorando? –pidió Sakura. –Claro. –dijo Shaoran. Sakura se aferró más a él mientras Shaoran le acariciaba la cabeza, haciéndole ver a Sakura que él la apoyaría en todo. Continuará…