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Yamazaki y Tomoyo caminaban por el campus. Cuando iban hacia la cafetería donde se encontraban Sakura y Shaoran, él la detuvo un momento. –Me preguntaba si podíamos hablar los dos solos. –dijo Yamazaki. –Claro. ¿Dónde? –accedió Tomoyo. –¿Por qué no vamos a la cafetería de la salida del campus? –propuso el chico. –Vale. –accedió Tomoyo, antes de darle una última mirada a su amiga Sakura, que hablaba tranquilamente con Shaoran. –Hace tiempo que no veía a Sakura hablar tan animada en lengua de signos. –dijo Tomoyo mientras caminaban hacia la salida. –Hasta que conoció a Shaoran, sus gestos eran contenidos y pensaba que era porque no le gustaba que la gente la viera hablar en lengua de signos. –¿Sus gestos cuando habla? –Sí. –asintió Tomoyo. –Me gustaría saber si esos dos saldrán juntos. –reflexionó Yamazaki. –No lo sé. –dijo Tomoyo. –Sakura tiene miedo de meterse en una relación de ese tipo.00000000
–“¿Tokyo Dream Hotel?” –preguntó Shaoran.Sakura negó y volvió a gesticular. –¡Ahh, “Tokyo Dome Hotel”! –volvió a repetir Shaoran comprendiendo. –¿Lo conoces? –preguntó Sakura. –Claro que lo conozco. Entonces, ¿vas a tocar el piano allí? –Todavía no lo sé, pero me dijeron que me escucharían tocar. –¡Eso es genial! –celebró Shaoran. –Espero que vaya todo muy bien. ¿Cuándo es la prueba? –Mañana. Oye, esto es un secreto, ¿vale? Incluso para Tomoyo y mi madre. No quiero que se preocupen por mí. –Entendido –dijo Shaoran.00000000
Tomoyo se encontraba en el restaurante leyendo el tocho de folios que le había dado Yamazaki, que estaba sentado frente a ella, expectante por el veredicto de la chica. –Es una introducción muy interesante. –opinó Tomoyo. –Sí, es un enfoque diferente. Sí, a mí también me gusta Lawrence[1], he leído muchas de sus obras. –iba comentando Tomoyo, entonces, Yamazako se dio cuenta de algo y se lo quitó. –¡No, lo siento. Esto es mi tesis! –la guardó en su mochila y sacó la interminable carta. –Es esto. Verás, es una carta de amor. Pero, ¡no importa! –dijo Yamazaki nervioso mientras se la arrebataba de las manos. –¡No te preocupes! No hace falta que la leas. –¿Estás seguro? –preguntó ella. –Básicamente, lo que hay aquí escrito es que me gustas. Acabé escribiendo en un montón de páginas lo que te he acabado diciendo en sólo dos palabras. –confesó él. –Pero ya que te has tomado la molestia de escribirla. –dijo Tomoyo intentando coger la carta, pero él la apartó. –¡No, no importa! ¡De verdad! –dijo Yamazaki avergonzado guardando la carta en su mochila. –Me gustas. –volvió a declararse él después de una pausa. –Lo siento mucho. –dijo Tomoyo nerviosa. –Pero no pienso en ti de esa manera. –Lo sé. –interrumpió Yamazaki. –Pero, ¿y si empezamos saliendo como amigos? –propuso nervioso. –Por ejemplo, podríamos ir al Zoo de Ueno; después al Jardín Botánico Jindaiji y también a Odaiba… y luego podríamos ir al Acuario de Kasei Ginkai; después podríamos ir al Observatorio de Roppongi Hills y, poco a poco, después de haber ido a todos esos sitios, quizás podría llegar a gustarte. –al ver la cara de Tomoyo Yamazaki recapacitó. –Supongo que es demasiado rebuscado, pero ¿no crees que quizás, con el tiempo podría llegar a gustarte? –¿Qué iba después del jardín botánico? –preguntó Tomoyo bastante perdida. –Odaiba. –contestó Yamazaki. –Odaiba. –repitió Tomoyo. –¿Estás visualizando cada situación? –¿Qué? –preguntó Tomoyo despistada. –¿Te lo estás imaginando? –volvió a preguntar. –Sí. –afirmó Tomoyo. –También podríamos ir hasta la costa y besarnos. –dijo Yamazaki con la esperanza de que también se imaginara esa situación. A Tomoyo se le escapó la risa. –Lo siento. Cuando lo he pensado me ha dado la risa. –se sinceró Tomoyo. –Lo siento, de verdad. –volvió a disculparse Tomoyo. –No importa. No te preocupes. –dijo él con la cabeza gacha. –Yamazaki. –dijo Tomoyo después de darle un sorbo a su café. –No pasa nada, Tomoyo. Gracias al poder de tu imaginación nos hemos ahorrado unos tres meses. –¿Tres meses? –preguntó Tomoyo. –Pensé que si las cosas iban como yo había pensado habríamos salido durante tres meses antes de tomar una decisión. –explicó Yamazaki. –Pero pensándolo bien, mis esperanzas se habrían incrementado y mis heridas habrían sido tres veces más dolorosas.00000000
–Comprendo. Gracias. –decía Eriol, que hablaba por teléfono, llegando al estudio donde trabajaba. Una vez que colgó, se subió hacia maquillaje y peluquería y dijo a la encargada: –¡Perdone! –¿Sí? –El fotógrafo Iwasaki va un poco atrasado con la sesión anterior, así que vendrá un poco más tarde de lo esperado. –explicó Eriol. –Gracias por avisar. –dijo la responsable de vestuario, mientras que las de peluquería y maquillaje también asentían con la cabeza. Cuando Eriol se disponía a bajar, desde lo alto escuchó su nombre. –¿Hiragizawa? –preguntó un subordinado de su jefe. Ambos entraban en ese momento, ajenos al hecho de que Eriol estaba viendo y escuchando todo. –¿Dices que tiene talento? –No me importa si tiene talento o no. Pero con un asistente tan guapo como ese todas las modelos quieren que las fotografíe yo. –dijo su jefe. –Claro. –dijo el subordinado mientras le preparaba un café. –Parece que los hombres también pueden beneficiarse de su físico al atraer a las modelos. –Eriol apretó el pasamanos de la escalera con todas sus fuerzas al sentirse utilizado. Habían herido su orgullo, sobretodo porque creyó que realmente tenía talento para la fotografía, tal y como le hizo ver su jefe unos días antes.00000000
Sakura estaba en su habitación, indecisa del vestido que debería elegir para la prueba de piano que tenía ese mismo día. No sabía si coger el vestido blanco o el negro. Finalmente cogió el claro y fue a mirar cómo le quedaría en el espejo. Su madre se asomó por el resquicio de la puerta. Después entró para ver los vestidos que tenía en la cama. Sakura se asustó al ver su reflejo por detrás. –¡Me has asustado! –se quejó Sakura. –Lo siento. –se disculpó Nadeshiko. –Creo que este te quedaría muy bien. –dijo sujetando un vestido amarillo pastel. –Es elegante y alegre. –Sakura se lo puso por delante mirándose en el espejo. –¿Vas a salir? ¿Adónde vas tan arreglada? –A pasar un día de campo en el bosque. –dijo Sakura con ironía. –¡Ya sé! Vas a una cita. –aventuró Nadeshiko, consciente de que su hija quería guardar el secreto. –Exacto. Una cita con el Señor Oso. –seguía diciendo Sakura, que no quería que su madre descubriera la verdad. –¡Eres muy cruel! –se quejó Nadeshiko mientras Sakura la empujaba hacia la puerta. –¿Por qué no me lo dices? –preguntó mientras Sakura le decía adiós con la mano y cerraba la puerta.00000000
Eriol limpiaba el atrezzo del plató cuando Kaho Mitzuki bajó hasta él elegantemente vestida con un vestido rosa con el que le habían hecho una sesión de fotos. Llevaba una caja de cartón con algo de comida que había hecho ella misma. –Prueba esto. –ofreció ella. –No, gracias. –rechazó él. –¿Sabes? Al final conseguí el trabajo en el anuncio. –informó Kaho, refiriéndose al día que estuvieron juntos en el hotel. –¿Anuncio? –preguntó Eriol que no se acordaba de qué anuncio hablaba. –Sí, el del tipo con el que me tuve que reunir en el hotel. –¿Vas a volver a acostarte con él? –preguntó Eriol. –Unas cuantas veces. Es bastante bueno. –dijo Kaho sin tapujos. –Oye, ¿estás libre después? –Lo siento. Hoy no me va bien. –rechazó Eriol. –Ohh. Bueno, ¿a quién podría invitar en tu lugar? –se preguntó Kaho marchándose.00000000
La hora de la entrevista de trabajo había llegado. Finalmente había escogido el vestido blanco. El entrevistador tenía su CV en la mano. –Muy bien. –valoró el encargado. –¿Podría tocar algo para mí? –al ver que ella asintió con la cabeza, el hombre se sorprendió. –¿Me has entendido? –cuando ella asintió, le señaló el piano. –Entonces, adelante. –Mientras se dirigía al piano, sacó el móvil de su bolso y buscó un mensaje que había recibido de Shaoran. Ánimo. Hazlo lo mejor que puedas. Respira hondo y toca tranquila como siempre. Shaoran. Sakura se dirigió al piano de cola, dejó el bolso encima y empezó a tocar la pieza que había ensayado con su madre. Al escucharla tocar, el entrevistador y el camarero que le aceptó el CV la primera vez se miraron con una sonrisa cómplice de lo bien que tocaba la chica, sorprendidos de que una persona sorda tocara de esa manera.00000000
Yamazaki se encontraba en su habitación mirando la carta de amor que escribió a Tomoyo y que al final él mismo evitó que leyera porque fue directamente al grano. Después de pensarlo un poco, la tiró al cubo de la basura.00000000
Tomoyo se encontraba en la sala clasificando y preparando un álbum con las fotos del viaje que hicieron todos juntos cuando Eriol apareció por detrás. – Elige sólo en las que salgas porque no voy a pagarlas yo. Si no te saldrán caras. –dijo Eriol. Al ver la mirada que le echó Tomoyo éste añadió mientras se sentaba a su lado. –Solo bromeaba. He quedado para tomar algo. ¿Quieres venir? –No hace falta, estoy bien. –contestó Tomoyo concentrada en el álbum. –¿Por qué no? –quiso saber Eriol. –Porque hablareis de cosas de chicos. –argumentó Tomoyo. –¿Y qué más da? –contestó él. Entonces Tomoyo encontró una foto en la que salía ella muy contenta. No recordaba que Eriol hubiera sacado esa foto, lo que quería decir que la tomó sin que se diera cuenta. –Te la regalo. –¿Qué? –preguntó Tomoyo. –No te preocupes por el dinero. La hice para ti, aunque supongo que no la necesitas. –No, lo que pasa es que en realidad no soy tan guapa, pero tú me has sacado muy bien. –dijo Tomoyo. –No estoy de acuerdo. –negó Eriol levantándose y cogiendo su mochila. –Vamos. –Cuando Eriol iba saliendo, Tomoyo guardó su foto dentro de un pequeño cuaderno, recogió todo y alcanzó al de gafas. Iban caminando por los pasillos vacíos de la facultad cuando de repente, empezaron a escuchar algo de escándalo que procedía de una de las aulas. Con curiosidad, abrieron la puerta y se asomaron por el resquicio de la puerta. Simplemente era una clase llena de alumnos y un profesor que hablaba demasiado fuerte. Al darse cuenta, cerraron rápido y sin saber por qué, empezaron a correr hasta llegar a una zona de taquillas. –¡Oh! Veo que tu tobillo se ha recuperado completamente. –observó Eriol con las manos en los bolsillos, la cual era su típica pose. –Sí, está mucho mejor. –Estaba preocupado. –reconoció él. –Mentira. Te habías olvidado. –¿Qué? –preguntó Eriol confuso. –Has dicho “¡oh!”. Eso significa que te acababas de dar cuenta. –Sólo he fingido que me acababa de dar cuenta porque me daba vergüenza. –se defendió él. –¿Es eso cierto? –preguntó Tomoyo. Pero Eriol no contestó. Hubo un largo silencio que rompió Tomoyo mientras buscaba algo en su bolso. –Por cierto, toma. –le dijo entregándole una bolsita de papel atada con un nudo en la parte de arriba. –¿Qué es? –preguntó tomando el regalo. –Es té. Como sabes, mi ciudad natal está en Shizuoka, así que mis padres me envían té. –dijo explicó Tomoyo mientras Eriol lo olía. –Quería daros un poco a todos los miembros de la Sociedad Naranja. Mi madre sólo me ha enviado tres paquetes, así que los he dividido en cuatro. –¿Tres para cuatro? –preguntó Eriol. –Sí. –¿Y el tuyo? –preguntó él, ya que si las cuentas no le fallaban, ella se quedaría sin té. –Siempre me envían. Puedo tomar cuando quiera. –dijo Tomoyo. –Haces cosas muy adorables. –dijo Eriol sin pensar. Ante la mirada que le echó Tomoyo con el elogio, quiso desviar la atención. –¿Se lo has dado ya a Yamazaki? –¿Qué? –preguntó Tomoyo, que no esperaba la pregunta. –Le gustas. –Lo sé. –dijo Tomoyo. –Pero la persona que me gusta eres tú. –confesó ella. Eriol se quedó mirándola porque no esperaba que confesara aquello tan directamente. –Sin embargo, sé que a ti te gusta aquella modelo. Sólo quería que supieras mis sentimientos. Pero no te preocupes. –y se marchó.00000000
–¿Qué no me preocupe? –dijo Eriol a Shaoran en la barra del restaurante cercano al campus. Estaban picando algo y contándose las novedades después de no haberse visto en todo el día. –Siempre dice la última palabra y se va. Siempre me deja sin la oportunidad para contestar. Agita el corazón de la gente y entonces, desaparece. –A mí me parece que te está castigando. –dijo Shaoran mirando su teléfono. –¿Castigando? –Sí. –dijo Shaoran sin quitarle la vista al móvil. –Has estado todo el tiempo mirando el teléfono. ¿Qué pasa? –preguntó Eriol. –La cobertura no es muy buena aquí. –mintió Shaoran. –Mentiroso. ¿Es que esperas el mensaje de alguna chica? –preguntó Eriol. Unos minutos después, Shaoran fue hasta la puerta del baño. –Podría haber enviado un mensaje para saber cómo le ha ido. –dijo Shaoran para sí, refiriéndose a Sakura.00000000
A la mañana siguiente, Shaoran caminaba por el campus distraído cuando escuchó un pequeño petardazo y vio unas tiras de confeti. Cuando miró, era Sakura, que llevaba una pequeña bolsa de bombetas que sólo hacen ruido cuando los tiras y hacen contacto con el suelo. –Buenos días. –saludó ella. –Buenos días. –respondió Shaoran. –¿Te has asustado? –preguntó Sakura. –¿Qué tramas? –preguntó Shaoran. –Quería llamarte, pero como sabes, no tengo voz. –¿Y por eso me tiras un petardo tan temprano? –preguntó Shaoran. –¿Es el cumpleaños de alguien? –No, pero estoy celebrando. –¿Cómo te fue en la prueba? –preguntó Shaoran algo lento por no asociar la celebración con la prueba. –Como te acabo de decir, estoy de celebración. –¿Te salió bien? –preguntó Shaoran emocionado cuando por fin hizo las conexiones mentales. Sakura sonrió. Después llegaron a la parte de los troncos. Shaoran se sentó mientras que Sakura se quedó de pie. –Quería hacerlo por mí misma sin depender de ti, de Tomoyo o de mi madre. –dijo Sakura. –Ya sabes que mi madre es una reconocida pianista, así que si me hubiera ayudado me habrían aceptado en muchos lugares. Pero pensé que esto lo tenía que hacer yo sola. ¿Shaoran? –preguntó Sakura al ver que el chico se había quedado embobado viendo lo que decía. –Perdona. No estaba mirando tus manos; observaba tu cara, lo bonita que es. –Sakura se puso seria porque no esperaba esa respuesta. –Lo siento. –se disculpó mientras se levantaba. –Pero ¿qué estoy diciendo? –¡Eso! –dijo Sakura. –¡No digas cosas raras de repente! –Iré a verte tocar algún día. –le dijo Shaoran volviendo a sentarse. –¿Era en el Tokyo Dome Hotel, verdad? –No hace falta que vayas. –dijo Sakura, que también se había sentado en un tronco. –Me da vergüenza. No vayas a verme nunca, ¿de acuerdo? –De acuerdo. –le prometió Shaoran sonriendo.00000000
Sakura tocaba el piano en su primera noche de trabajo. Estaba tocando la misma pieza con la que consiguió aquel puesto. Evidentemente, Shaoran rompió su promesa y a pesar de haberle dicho que no iría a verla, se encontraba en una barra que le permitía verla a pesar de todas las botellas que tenía por en medio. Entonces, Sakura lo vio y le sonrió. Shaoran le sonrió de vuelta. Sakura proporcionaba con su piano un ambiente muy tranquilo con el que la gente podía sentarse a charlar tranquilamente. Entonces, En la sala entró un chico joven, alto y moreno vestido elegantemente con un traje gris oscuro con corbata. Atraído por el sonido del piano se quedó parado para ver quién tocaba con ese talento. Shaoran vio como el hombre miraba a Sakura y se puso serio, preguntándose quién era y por qué la miraba de aquella manera. Entonces, Sakura alzó un momento la vista y lo vio, lo que le produjo un momento de distracción. Debido a esa distracción se equivocó pero enseguida se encontró, puesto que no dejó de tocar. El hombre le hacía señas como que se relajara, puesto que después del fallo estaba tocando algo más nerviosa. Sakura así lo hizo. Shaoran había notado que Sakura se había equivocado y que fue justo cuando se dio cuenta de la presencia de aquel hombre. Tras acabar la pieza, hubo algunos aplausos de los asistentes. Sakura se levantó e hizo una reverencia, que más que al público, iba dirigida al hombre que acababa de entrar. Mientras tanto, Shaoran no perdía detalle de lo que allí ocurría. POV Shaoran. Sakura se lo agradeció a ese hombre antes que a mí. Y por primera vez, la vi actuar de manera tan tímida y femenina. Continuará... [1]D.H Lawrence:escritor inglés.