00000000
Yamazaki estaba en su apartamento cantando emocionado “Sanghai Honey”, la misma canción que cantaron en el coche la última vez, vestido con una camisa hawaiana y un sombrero de playa en la mano. En su apartamento tenía un par de balones de playa y un flotador grande. Sería una buena oportunidad de volver a cantarla en lengua de signos. –Nos divertimos tanto la última vez. –dijo Yamazaki para él mientras se miraba en un espejo para ver cómo le quedaba el sombrero. Entonces le sonó el teléfono. –Hey, Eriol. Salgo enseguida. –dijo al ver quién llamaba. –¡¿Qué?! –Me han llamado para trabajar. –dijo Eriol. –Bueno, ¿qué se le va a hacer? –dijo Yamazaki resignado. –Ya lo pasaremos bien los demás. –Sí, eso pensábamos, pero Tomoyo no se encuentra muy bien, así que habíamos pensado en cancelar el plan para ir otro día. –decía Eriol mientras Tomoyo miraba expectante. –¡¿Qué?! –gritó Yamazaki, que estaba muy desilusionado por las ganas que tenía de ir. –Bueno, supongo que no se puede hacer nada. –dijo resignado.00000000
Shaoran ya había subido y enganchado la bicicleta de Sakura en la baca del todoterreno que había alquilado. Estaban esperando pacientemente a Tomoyo y Eriol sin hablar. Shaoran ni miraba a Sakura. Entonces, sonó el teléfono del chico. –Eriol, ¿cómo está Tomoyo? –preguntó Shaoran. –Sólo es un poco de estreñimiento. –dijo Eriol mientras Tomoyo miraba por la esquina de la calle escondidos. –¡Ouch! –se quejó Eriol del golpe que recibió de Tomoyo al escuchar el diagnóstico. –Dice que se quedará en casa. –Entiendo. –dijo Shaoran. –Y yo voy a cuidarla. –añadió asomándose junto a Tomoyo. –¿Qué? –preguntó Shaoran extrañado. –Es que me preocupa y un caballero decente la acompañaría a casa a cuidarla. –dijo Eriol. –Pero podéis ir vosotros dos y pasarlo bien. –¿Y Yamazaki? –preguntó Shaoran. –Dice que al final se quedará en casa. –dijo Eriol escondiéndose rápido con Tomoyo al pensar que le vería después de que Shaoran se hubiera girado. –¿Por qué? –preguntó Shaoran. –No lo sé, es lo que dice. ¡Adiós! –dijo colgando antes de que Shaoran ahondara más. –¡Oye, oye! –pero Eriol había colgado. Entonces Sakura se acercó a él. –¿Qué ha dicho? –preguntó la chica. –No vamos. Nadie puede ir. –dijo Shaoran de forma oral. –Te llevaré a casa. –dijo mientras se dirigía al coche. Ya en el coche, Sakura miró al asiento de atrás, donde llevaban las cestas de picnic y los fuegos artificiales. –Es una pena después de que alquilaras el coche. –dijo Sakura ya dentro del coche. –No puedo hacer nada. –dijo Shaoran fríamente. –¿Por qué no utilizas hoy la lengua de signos? –preguntó Sakura. –¿Cómo voy a hacerlo mientras conduzco? –preguntó Shaoran. –No, desde antes de montarnos en el coche. –dijo Sakura. –Porque estoy enfadado contigo. –dijo Shaoran cortante. –¿O acaso no recuerdas que sólo me siento bien cuando soy “amable con aquellos a los que considero inferior”? Es lo que me dijiste la última vez. Fue como describiste nuestra relación. Si hay alguien que no se enfade al escuchar algo así, me gustaría conocerle. –dijo Shaoran. –No puedo leerte los labios. –dijo Sakura, ya que sólo veía a Shaoran de perfil. Entonces Shaoran paró el coche en un lado. –He perdido la esperanza contigo. –dijo Shaoran para que pudiera leerle los labios. Entonces sonó el teléfono de Shaoran. –Moshi moshi. ¿Estás bien? –preguntó Shaoran a Tomoyo. –Sí, mucho mejor. –informó Tomoyo. –Genial. –dijo Shaoran serio. –Escucha Shaoran. Sakura no pretendía decirte todas esas cosas. –dijo Tomoyo, que llamó intuyendo que los castaños volverían a casa al estar enfadados. –A veces dice cosas horribles que realmente no siente. Tiene miedo de que al final no le gustes, por eso dice cosas que hacen que realmente no te guste. Así que, en vez de entender sus palabras, intenta a entender a Sakura. –Me pides demasiado. No puedo hacerlo. –dijo Shaoran. –De verdad que le gustas, Shaoran. –dijo Tomoyo. –Voy a entrar en la autopista. Tengo que colgar. –dijo Shaoran, que no quería hablar más del tema. Cuando colgó, se quedó pensando unos segundos. Miró a Sakura y le preguntó con gestos y oralmente: –¿Derecha o izquierda? –¿Mi casa? –preguntó Sakura. –No, la costa. –dijo Shaoran. –Derecha. –dijo Sakura. Shaoran metió la marcha y condujo por la derecha.00000000
Tomoyo y Eriol se fueron al cine. Después de haber urdido el plan, tenían todo el día libre, así que decidieron ir a ver una película. De repente, Tomoyo sintió que Eriol le agarraba de la mano y sonrió. Pero cuando lo miró, estaba dando una cabezada. Así que le tiró la mano a su asiento. Ya fuera del cine, Eriol hablaba por teléfono sentado en una barandilla. –Sí, lo siento…Sí. No creo que pueda hacerlo más. Gracias por todo. –¿Quién era? –preguntó Tomoyo curiosa. –Un compañero de trabajo. –Lo que me recuerda que hace tiempo que no te pasas por tu trabajo. –comentó Tomoyo echando a andar detrás de Eriol. –Sí, he decidido dejarlo. –admitió él. Mientras bajaban unas escaleras, Eriol la cogió de la manga para apartarla mientras subían unos tipos que no traían muy buenas pintas. –¿Por qué? –preguntó Tomoyo. –¿Por qué?...Eso quisiera saber yo también. –dijo Eriol. –Quizás no esté hecho para eso. Por lo visto no tengo el talento necesario. –¿Talento? –Sí. Ver a Sakura me da envidia. Sabe lo que quiere hacer y además tiene talento para ello. Incluso con sus problemas de oído. –dijo Eriol apoyando su espalda en una reja que cercaba una obra de la construcción. –Supongo que se requiere fuerza de voluntad. Quizás algún día se convierta en una famosa pianista y gane un montón de dinero. Aparta. –dijo mientras la apartaba hacia un lado al ver que una pandilla pasaba por ahí sin cuidado ninguno. Entonces, Tomoyo le cogió la mano y la estampó contra la reja, escuchándose un crujido. –¡No actúes como si lo supieras todo! –le gritó Tomoyo enfadada. Eriol se quejaba de su mano. –¡¿Tienes idea de lo duro que ha sido para Sakura superar su pérdida de audición?!¡¿Acaso sabes con qué tipo de sentimientos ha tenido que lidiar desde entonces?! –Lo siento. –se disculpó él. –¡Si eres su amigo, si realmente conoces a Sakura, no digas cosas así! –riñó Tomoyo. –Lo siento. –volvió a disculparse. –No quería que sonara así. No era mi intención. –Entonces apoyó su mano en la baranda y pegó un grito de dolor mientras se cogía la mano izquierda, que era la que Tomoyo había estampado contra la baranda. –¡Ouch!¡Duele! –¿Qué? –preguntó Tomoyo. –El golpe.00000000
Sakura y Shaoran llevaban la canción de “Sanghai Honey” puesta en el coche a petición de la castaña. Sakura la cantaba en lengua de signos y Shaoran la cantaba oral, pero ni mucho menos, con el entusiasmo con la que la cantaron cuando fueron todos al campo. Ambos tenían la cara seria. –Para de cantar. Supongo que no es tan divertido con sólo nosotros dos. –dijo Sakura. –Fue mucho más divertido cuando lo hicimos todos juntos. –Bueno, han sido ellos los que nos han hecho esta encerrona. –dijo Shaoran. –¿Encerrona? –preguntó Sakura. –Para que nos viniéramos nosotros solos a la costa. –¿Lo dices en serio? –preguntó Sakura ojiplática. –Sí. Es todo demasiado raro. De repente ese dolor de estómago… –¡Para! –ordenó Sakura después de caer en la cuenta de que Shaoran tenía razón. ¿Cómo podía haber sido tan inocente de no darse cuenta? –¿Qué? –preguntó Shaoran. –¡Que pares el coche ya! –ordenó Sakura impetuosa intentando coger el volante. –¡¿Pero qué haces?!¡Es peligroso! –dijo Shaoran intentando controlar el coche después del volantazo que habían dado con la intromisión de Sakura en la conducción. Shaoran consiguió parar en un lado de la carretera. Sakura se bajó del coche airada. Shaoran la siguió y la detuvo. –¡Sakura!¿Qué pretendes? –preguntó Shaoran. –¡Me voy a casa!¡No voy a ir a una cita para la que he sido engañada! –dijo Sakura. –¿Qué quieres decir con ir a casa? Ya estamos en la costa. –entonces, Sakura miró a su lado, y efectivamente, desde allí arriba se veía el mar, y aunque ella no las podía oír, las gaviotas formaban su banda sonora.00000000
–¡Ouch! –se quejó Eriol con dolor mientras una doctora intentaba curarle el dedo lesionado. –¡Duele un montón! –¡Eres un tío!¡No seas tan delicado! –le gritó la doctora con malos humos. –Sí, señora. –dijo Eriol, que no se atrevía a responder a esa doctora con cara de ogro. –¿Y esa ropa que llevas? –preguntó la sanitaria refiriéndose a la camiseta estampada de flores que llevaba Eriol. –¿Qué tiene que ver la ropa con esto? –preguntó él. –Aquí tiene, doctora. –dijo un enfermero dándole las radiografías a la doctora. –Gracias. –dijo ésta. –Me duele. –le dijo Tomoyo mientras se frotaba la mano derecha. Por lo visto también se había golpeado cuando le apartó la mano contra la valla. –¿Qué?¿Te duele? –preguntó el chico. –Me duele. –repitió Tomoyo. –¿Tú también? –preguntó la doctora. –Está bien, primero examinaré al de las flores. –dijo mientras ponía las radiografías a la luz. –Tienes una fractura. –¡¿Qué?! –preguntó Eriol. –No es gran cosa. –le quitó importancia la doctora. –Tu turno, Miss Pink. Siéntese. –¡Ouch! –gritó Tomoyo en cuanto la tocó la doctora. –¿Qué habéis estado haciendo? –preguntó la doctora. –¿Una pelea de pareja? –preguntó mientras Eriol y Tomoyo se miraban. –¡No! –dijeron a coro.00000000
Finalmente, Sakura cedió y decidieron darse una tregua e intentar disfrutar de la costa. Shaoran y Sakura jugaban con la arena. Todavía hacía frío para bañarse y no había demasiada gente. Después de haber estado jugando con la arena, haciendo alguna montañita, Shaoran fue a un puesto de la playa a comprar un par de mazorcas de maíz. Cuando volvía, vio a Sakura jugando con un perrito que la perseguía. Sonrió al verla con esa cara de felicidad, como si fuera una niña pequeña.00000000
–Ahora mismo Sakura y Shaoran deben estar pasándoselo genial. –le dijo Eriol a Tomoyo. Ambos caminaban con sus respectivas manos vendadas y un par de dedos con férula. –Sí, no es justo. –se quejó Tomoyo, a pesar de que habían sido ellos los que habían planeado la encerrona. –Y nosotros aquí con los dedos fracturados. Mira por dónde al final sí que hemos acabado en el hospital. –dijo levantando la mano hasta la altura de sus ojos, mientras que Eriol hacía lo mismo. Ante la imagen de ir los dos con las manos y varios dedos liados, no pudieron evitar reírse. –¿Tienes hambre? –preguntó Eriol. –¡Sí! –dijo Tomoyo entusiasmada. –¿Pensabas que iba a invitarte? No tengo dinero, así que tendremos que ir a un restaurante familiar. Tras dar un pequeño paseo, se sentaron en un restaurante. –Comes mucho para haberte fracturado un dedo. –Mira quién habla. –dijo Tomoyo con ironía. –¿Sabes? Creo que lo entiendo. –¿El qué? –La forma en la que envidias a Sakura. Sakura tiene talento y sabe lo que quiere hacer. A veces brilla tanto que ciega. –explicó Tomoyo. –Yo no encuentro nada que quiera hacer. Y cuanto más busco, menos encuentro. –dijo Eriol. –Mi futuro está borroso. Sólo lo pospongo y mientras tanto desperdicio mi vida. –Parece que me estoy oyendo a mí misma. –dijo Tomoyo. –¿Por qué? Tú ya has encontrado trabajo para cuando te gradúes. –Sí, pero a veces pienso que no tengo nada. Que tan sólo me pagarán un buen sueldo. –explicó Tomoyo. –Es una empresa conocida y la formación está bien. Escogí el trabajo teniendo en cuenta esas cosas. Por eso cuando veo a Sakura me entra la prisa. –Pero puede que te guste. –animó Eriol. –Sí, es verdad. Gracias. –¿Sabes? –dijo Eriol mirándose la mano lesionada. –Desde que me has fracturado el dedo, me gustas incluso más. –Tomoyo casi se atraganta de la risa. –No digas esas cosas. –dijo Tomoyo. –¡Perdona! –dijo Eriol sonriendo mientras Tomoyo bebía agua.00000000
Después de haber estado en la playa, Sakura disfrutaba de la vista sentada descalza en un rompeolas. Shaoran se aproximó a ella y se puso en cuclillas. –Dame tu mano. –dijo él mostrándole su palma. Mientras ella se negaba con su dedo. Al verlo, le recordó que seguía enfadada. Entonces, él le cogió la mano y le dio algo. Ella abrió su mano y vio una pequeña concha. Shaoran se sentó junto a ella. Juntos, se quedaron mirando el horizonte en silencio.00000000
–Muchas gracias. –dijo Tomoyo al llegar a la puerta del bloque donde ella tenía su apartamento. –De nada. –Nos vemos. –se despidió Tomoyo. Cuando se giró para irse, Tomoyo se detuvo. –¿Quieres entrar? –¿Qué? –preguntó Eriol. –¿Quieres pasar la noche aquí? –Eres muy atrevida. –dijo Eriol. –Pero hoy me iré a casa. –Entiendo. –dijo Tomoyo. –Necesito resolver algo antes de tener una relación contigo. –explicó él. –No puedo comportarme de la forma que lo he estado haciendo. Tengo que enderezar mi vida y tranquilizarme. Hasta entonces, espérame. –Lo haré. –dijo Tomoyo sonriendo, contenta de que por fin su relación fuera a avanzar de la manera correcta.00000000
Sakura y Shaoran volvieron a la playa. Shaoran encendió una de las bengalas que daba vueltas y que parecía un ratón. Sakura saltaba intentando apartarse del petardo mientras que Shaoran la agarró para que no se escapara. Shaoran fue a por otro paquete que tenía en una bolsa. Desde la distancia le dijo: –¡Encendamos estos ahora! –dijo señalando el paquete. –¡El siguiente debe ser el del dragón! –dijo Sakura. –¿Ahora? –preguntó Shaoran sólo con signos. –¡Deberíamos dejar ese para el último! –¡Cállate!¡Cuando era pequeña, después de los ratones siempre encendíamos el dragón! –le contestó Sakura. La gente que había en la playa se les quedaba mirando extrañada y riendo de lo que hacían al ver tanto gesto con las manos. Los niños, con su inocencia, los señalaban impudorosos mientras que unos surfistas que salían del agua se reían. –¡¿De qué lugar raro vienes?! –preguntó Shaoran. Sakura se acercó a él. –De todas formas, todavía hay luz, deberíamos esperar a que estuviera más oscuro. –dijo él también acercándose. Pero Sakura se acercó agarrándole de los brazos, puesto que se había dado cuenta de las miradas de la gente. –¡Para de gesticular! –ordenó Sakura incomodada. –¿Qué? –preguntó Shaoran extrañado. –También pensarán que no puedes oír. –dijo Sakura. Shaoran miró a su alrededor. –Todos murmuran. –Que digan lo que quieran. –dijo Shaoran sin darle mayor importancia. –No, no está bien. –insistió Sakura. –No me importa. –dijo Shaoran. –La razón por la que no te importa es porque puedes oír. Por eso no deberías salir conmigo. También se reirán de ti. –argumentó Sakura. –¡No me importa que se rían de mí! –insistió Shaoran. –¡No me gusta! –opinó Sakura. –¡No quiero que por mi culpa se rían de ti! Además, si lo pienso, no eres mi tipo. –dijo Sakura. –Y no deberías salir con alguien tan patética como yo. Alguien que ni oye ni habla. –¡No entiendo qué quieres decir! –dijo Shaoran. –¡Tú y yo somos diferentes!¡Tenemos que dejar de fingir que nos llevamos bien! –dijo Sakura. –¡Gracias por soportarme hasta ahora! –Tras darle las gracias, Sakura se fue. Shaoran se giró viendo cómo se marchaba. La gente miraba curiosa lo que ocurría. –¡¡¡SAKURA!!! –gritó Shaoran con todas sus fuerzas. –¡SAKURA KINOMOTO!!!¡¡¡ERES UNA BOCAZAS!!!¡¡¡TU PERSONALIDAD ES LO PEOR!!!¡¡¡PUEDE QUE TU CARA SEA MUY BONITA PERO ERES HORRIBLE!!! –Sakura seguía caminando ya que estaba de espaldas a Shaoran y tampoco escuchaba nada. –¡¡¡PERO TE AMO!!!¡¡¡TE AMO!!! –entonces Sakura se giró al notar que la gente seguía riéndose incluso con más impetuosidad, sobretodo la gente joven que estaba allí. –¡¡¡TE AMO!!! –Sakura vio cómo del esfuerzo del grito se le marcaban las venas del cuello y se quedó estática al leerle los labios. –¡¡¡¿QUÉ ME DICES?!!!¡¡¡TÚ NO HABLAS PERO YO ME ESTOY QUEDANDO SIN AIRE!!!¡¡¡QUIZÁS NO PAREZCAS GUAY POR NO PODER HABLAR, PERO YO TAMPOCO LO SOY!!!¡¡¡QUE LOS SEPA TODO EL MUNDO!!! –entonces Sakura empezó a correr hacia él. –¡LO DIRÉ LAS VECES QUE HAGA FALTA! ¡¡¡SAKURA KINOMOTO, TE AMO!!! –entonces Sakura llegó hasta él y lo tiró en la arena. Ella se quedó de rodillas junto a él. –¡Para ya! –dijo ella. –Me has sorprendido. –Shaoran se incorporó, quedándose sentado en la arena y prácticamente sin aire. –Dilo una vez más. –¿El qué? –preguntó Shaoran. –Esa parte. –dijo Sakura. –¿Qué parte? –preguntó él sonriendo. –La parte del “te amo”. –¿Te ha costado, eh? –dijo Shaoran. –Te amo. –dijo tras una pausa mirándola a los ojos. –Te amo. –volvió a repetir. Sakura se abrazó a él. Todavía abrazados, juntaron sus frentes y se besaron al atardecer sobre la arena.00000000
Sakura juntó los dedos índices y pulgares de sus dos manos, uniéndolos, como si formaran el eslabón de una cadena. Se encontraban acostados en la cama de Shaoran. Después de haberse besado al atardecer, decidieron volver a Tokio. Como llegaron muy tarde, Sakura se quedó en el apartamento de Shaoran. Él le acariciaba la cabeza. Esa noche se demostraron físicamente cuánto se amaban. No habrían podido pedir mejor reconciliación que esa. Ambos permanecían desnudos, sólo cubiertos por la sábana de la cama. –Siempre he tenido miedo de la oscuridad del silencio. –dijo ella. –Hubiera gritado para que alguien encendiera la luz, pero no podía hacerlo. –¿Se ha encendido la luz? –preguntó Shaoran. –Sólo es una pequeña bombilla de cinco vatios, pero está encendida. –dijo Sakura juguetona. –Nunca la apagaré. –dijo Shaoran. Entonces, se incorporó un poco como si fuera a atraparla. –Te quiero. –Sakura sonrió. –Me alegro haber vivido hasta este punto. –dijo Sakura. –Me alegro de haber nacido, porque así he podido conocerte. –dijo Sakura tocándole la punta de la nariz a Shaoran. Shaoran sonrió, se besaron y se quedaron abrazados toda la noche. A la mañana siguiente, Sakura cogió su bicicleta para marcharse a casa. –¿Estás segura que no quieres que te acompañe a casa? –preguntó él. –Estoy bien. –dijo ella. Se montó en la bicicleta. –Hasta luego. –Shaoran se despidió con la mano y una sonrisa. Se quedó mirándola mientras se iba y entonces vio que hizo un movimiento extraño con la bicicleta, como si hubiera perdido el control. La rueda delantera chocó con un bloque pequeño de hormigón que actuaba de bolardo. Como Sakura iba muy despacio porque no había cogido nada de velocidad, permanecía en la bicicleta con los pies en el suelo, llevándose la mano al oído izquierdo. Shaoran fue corriendo hacia ella. –¿Qué ha pasado? –preguntó preocupado. –Sólo me he mareado un poco. –contestó ella. –¿Estás bien? –preguntó él. –Sí. En cuanto llegue a casa te mandaré un mensaje. –dijo restándole importancia. Sakura retomó su camino dejando a Shaoran preocupado. POV de Shaoran: En ese entonces, no tenía ni idea de lo que pronto ocurriría con nosotros. No sabía qué era, pero tenía un sentimiento de inquietud. Continuará…