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–Ya estoy en casa. –anunció Eriol entrando al apartamento. Su hermana Nakuru veía la tele mientras comía unas patatas fritas de bolsa. –¿Qué pasa? –¿Por? –preguntó Nakuru seria. –¿Me estás ignorando? –preguntó tomando una patata al ver la actitud extraña de su hermana, ya que ella solía ser mucho más alegre. –Sólo finjo no verte después de haber pasado la noche en casa de una chica. –dijo Nakuru seria. –Eso ya ha ocurrido en otras ocasiones. ¿Cuál es la diferencia? –Hoy tienes un aura diferente. Como si hubieras estado en un campo de flores. –respondió ella más alegre. Entonces Eriol empezó a toser, como si se hubiera atragantado con la patata que se había comido. –Sólo bromeaba, pero supongo que he dado en el clavo. El teléfono de Eriol empezó a sonar con guitarras eléctricas. Vio que le llamaban del estudio “Iwasaki Photography”. –Moshi, moshi…Hola jefe, sí hace tiempo que no hablamos.00000000
–¿Al Tíbet? Eriol había sido citado por su jefe en una cafetería del centro, a pesar de que no hacía acto de presencia en bastante tiempo. Ambos, con sus respectivas tazas de café en la mesa, hablaban sobre su futuro mientras sonaba música de jazz de fondo. –Sí. –contestó su jefe. –Viajaremos por Nepal y después atravesaremos Camboya. Serán unos tres meses. He estado pensando en volver allí desde que volví a Japón. ¿Qué me dices?¿Te interesa? Vas a graduarte pronto, ¿verdad? –Jefe. –empezó a hablar Eriol, que decidió sincerarse por la razón por la que estaba molesto. –¿Sí? –Una vez le oí hablar de que la única razón por la que me contrató fue porque le gusto a las modelos. –Al jefe le hizo gracia lo que dijo. –¿Realmente piensa que no tengo talento? –No digo que no lo tengas. A ver cómo lo explico. Lo que intento decirte es que ahora mismo eres un cero. Estás en el punto de partida. Eres como un papel en blanco. Sin embargo, haces todo lo que se te dice sin protestar, eres muy obediente, aprendes rápido y siempre lo haces todo a tiempo. Confío en ti en lo fundamental. Bueno o malo así son las cosas. Pero ¿sabes? Un cero puede convertirse en un uno o un dos en cualquier momento. Todo depende de ti. Eso es lo que pienso de ti.00000000
El día del concurso de piano llegó. Una de las pianistas participantes, acabada su actuación, se dirigió al centro del escenario y se inclinó para saludar al tribunal y agradecer al público sus aplausos. –La siguiente concursante es la número 22: Sakura Kinomoto, de la Universidad Heisei. –introdujo la presentadora por megafonía. Eriol, Tomoyo, Yamazaki y Shaoran se encontraban expectantes entre el público. –La pieza escogida será la “Sexta Polonesa de Chopin, Opus 53”. Mientras la presentadora introducía a Sakura, Nadeshiko, entre bastidores, animaba a su hija con Yukito detrás. –Estate tranquila. Toca como lo haces siempre. –dijo Nadeshiko. Sakura asintió y mostró a Sakura que ya era su turno. Sakura salió dirigiéndose hacia el piano llevando un elegante vestido largo de color negro. Cuando saludó al público, empezaron a aplaudir. Se sentó al piano, y comenzó una interpretación magistral. La introducción de la pieza le salió perfecta, también el tema principal iba muy bien, pero llegó un momento en el que algo dejó de funcionar. Sakura dejó de tocar “La Polonesa” y se dedicó a tocar de manera repetida una nota aguda. La gente empezó a cuchichear mientras seguía tocando la nota aguda. Sakura se dio por vencida. Nadeshiko salió de entre bastidores hacia su hija, que seguía sentada al piano y la abrazó mirándola a la cara. –¡Lo siento mucho!¡Una vez más, por favor! –pidió Nadeshiko al tribunal dirigiéndose al centro del escenario. –¡Una vez más, por favor! –Los miembros del tribunal se miraron entre sí y accedieron. Después de todo, se lo pedía la gran y respetable pianista Nadeshiko Kinomoto. La mujer volvió a dirigirse nerviosa hacia su hija. –¡Puedes tocar una vez más, hija! –Pero Sakura no hacía nada. Nadeshiko colocó las manos de su hija en las teclas del piano. –¡Toca otra vez, Sakura!¡Desde el principio, Sakura!¡Venga! –insistía Nadeshiko desesperada. Shaoran se levantó de entre el público y se dirigió hacia el escenario mientras Nadeshiko insistía e insistía en que su hija tocara. –¡Sakura!¿Qué pasa? –preguntó Nadeshiko con desesperación. –¡Señora Kinomoto! ¡Déjelo! –pidió Shaoran. Después se acercó a Sakura por el otro lado. –Sakura, vámonos. –le dijo mientras la ayudaba a salir de allí, puesto que Sakura estaba como ensimismada. Shaoran ayudó a Sakura a dirigirse a unos sofás que se encontraban en la entrada del patio de butacas. Desde allí, Shaoran podía escuchar como otro participante tocaba la “Polonesa” que Sakura no pudo terminar. La chica tenía su cabeza apoyada en el hombro del chico. –Hey. –dijo Sakura triste. –¿Qué? –preguntó Shaoran sin hablar. –Tú estabas en contra de que participara porque sabías que algo así podía ocurrir, ¿verdad? –preguntó Sakura, que desde que le contó lo del concurso, percibió que Shaoran no estaba demasiado de acuerdo. –¿En contra? –preguntó Shaoran, esta vez hablando también. –Sí. No parecías muy entusiasmado con la idea de que me presentara al concurso. –Honestamente, pensé que sufrirías si las cosas no iban bien. –confesó Shaoran mientras el pianista que estaba tocando en ese momento acabó su interpretación y la gente aplaudía. Las puertas del patio de butacas se abrieron y salieron tres personas comentado lo que le había gustado el último pianista mientras el público de dentro seguía aplaudiendo. –Hey. –dijo Shaoran. –Te invito a un chocolate caliente. Shaoran se levantó y le tendió la mano. Sakura la cogió y se dirigieron a una cafetería cercana. Ya en la cafetería, Sakura dio un sorbo a su chocolate y después miró a Shaoran. –¿Es este el sitio que decías que tiene un chocolate caliente muy bueno? –preguntó Sakura recordando una de sus tantas conversaciones, con la que se enteró que Shaoran era un gran amante del chocolate. –Es bueno, ¿a que sí? –dijo Shaoran. –Sí. –dijo Sakura sonriendo a Shaoran. Después dejó su taza. –Fue repentino. –empezó a explicar Sakura con cara seria. –Fue como si de repente no pudiese oír más. Normalmente no oigo la mayoría de las cosas, pero puedo oír algo los tonos agudos, sólo un poco. Es difícil de explicar, pero es como estar debajo del agua y escuchar a la gente hablar en la superficie. Es como tocar el piano bajo el agua. Así es como oigo las cosas. Es muy vago pero hay sonido. Sin embargo, en ese momento, lo perdí todo, incluso ese leve sonido. Ha sido la primera vez que me ocurre algo así. Por eso me entró el pánico. No lo hago bien cuando más lo necesito. Me pongo nerviosa. Siento que he fallado.00000000
–Sólo quería verla sonreír. –decía Nadeshiko a Yukito. –Quería devolverle su confianza. –Lo entiendo. –dijo Yukito, que miraba por la ventana. –¡Soy un monstruo! –dijo Nadeshiko llorando sintiéndose culpable. –Sakura no piensa eso. –intentó tranquilizar Yukito yendo hacia la mujer. –¡Quiero que me devuelvan a mi hija! ¿Dónde está la niña que reía a carcajadas, la niña que hablaba conmigo? –se derrumbó Nadeshiko poniendo sus manos en su cara.00000000
–¿Qué pasa? –preguntó Shaoran después de que Sakura bebiera agua y se pusiera a buscar algo en su bolso. –Me he dejado las partituras en el auditorio. Dame un minuto. –dijo Sakura. –Voy contigo. –dijo Shaoran. –Estaré bien. Es aquí al lado. –dijo Sakura ya levantada. –¿Segura? –preguntó Shaoran. –Segura. –dijo Sakura. La chica salió de la cafetería y llegó a la entrada del auditorio, donde vio a un señor quitando el cartel del concurso de piano que acababa de finalizar. Subió las escaleras y entró a la sala que le habían asignado durante el concurso. Efectivamente, las partituras estaban encima de una mesa. Las cogió y ojeó por dentro, viendo todas las anotaciones que le había hecho Yukito durante los ensayos. Después, se dirigió hacia el escenario por los bastidores. En el escenario había una luz tenue. Dejó sus cosas encima del piano, saludó a un público ausente, imaginando los aplausos, abrió la tapa y empezó a tocar. Necesitaba terminar lo que había empezado. Mientras tanto, Shaoran pagaba lo que habían tomado y se dirigió al auditorio al ver que Sakura tardaba. De alguna manera, intuía lo que quería hacer Sakura cuando había vuelto al auditorio. Cuando llegó a las puertas del patio de butacas, escuchó un piano, abrió la puerta y efectivamente, se encontró a Sakura tocando la pieza que no logró acabar durante el concurso. Después de estar unos segundos de pie, se sentó en un asiento junto al pasillo. Cuando Sakura terminó la pieza, Shaoran empezó a aplaudir mientras se levantaba. Cuando Sakura se levantó e iba a saludar de nuevo al auditorio vacío, vio al chico aplaudiendo. Sakura se inclinó agradeciendo los aplausos. Después de los aplausos, Shaoran empezó a gesticular sin hablar. POV de Sakura: “Si yo fuera del jurado, te llevarías el primer premio”. Eso fue lo que me dijo desde su butaca. “Tú eres la elegida”. Después, mientras volvían, pasaron por donde se encontraba el naranjo del que a veces arrancaban alguna naranja. Shaoran saltaba intentando alcanzar una, pero no llegaba. –Una vez más. –pidió Sakura. –¿Qué, otra vez? –preguntó Shaoran cansado de saltar. –Quiero esa naranja cueste lo que cueste. –dijo Sakura. –Como cuando me diste aquella cuando me escuchaste tocar el violín cuando nos conocimos. –Entendido. –dijo Shaoran. Era como si la tuviera que compensar con la naranja cada vez que la escucha tocar, como la primera vez. –Aparta. –dijo Shaoran cogiendo carrerilla. Entonces saltó y consiguió la naranja, aunque como consecuencia cayó al suelo al perder el equilibrio con el salto. –¡Ouch! –¿Estás bien? –preguntó Sakura preocupada agachándose. –Sí. Parece que es buena. –dijo Shaoran dándole la naranja. –¡Me refiero a ti, no a la naranja! –dijo Sakura, al ver que Shaoran no había acabado de entender lo que había signado. –Estoy bien. –dijo Shaoran levantándose mientras ella le limpiaba un poco el pantalón con la mano. –Dime la verdad. –pidió Shaoran una vez que se Sakura se irguió. –No es la primera vez que pierdes tu oído completamente, ¿verdad?00000000
–Según estos datos, está perdiendo el poco oído que le queda de manera gradual. –dijo el otorrino consultando unos informes de unas pruebas que le habían hecho a Sakura unos días después del concurso de piano. Shaoran había insistido en que se hiciera unas pruebas. Al ver la preocupación en su mirada, Sakura accedió. Shaoran empezó a traducirle a Sakura lo que le decía el médico. –Si continúa así, me temo que dejará de oír completamente. Entonces Shaoran paró de traducir ante lo que dijo el doctor. –No puede ser. Todavía puede escuchar un poco, ¿no? –preguntó Shaoran que se resistía a la idea de que su novia perdiera la audición completamente. –¿No hay manera de conservar lo que le queda? –La única manera es la cirugía. –informó el otorrino. –No puedo asegurar que recupere la audición completamente, pero si la operación va bien, recobrará una parte. –¿Y si no sale bien? –preguntó Shaoran levantándose e interponiéndose entre Sakura y el médico para que ésta no pudiera leer los labios del médico al temerse la respuesta. –Perderá la audición completamente. –informó el médico. Cuando salieron del hospital, iban caminando lentamente. –Conozco la opción de la cirugía. –dijo Sakura. –Normalmente, no es una operación tan complicada. Sin embargo, en mi caso, anteriormente los médicos me dijeron que la forma de mi oído no es normal y que las posibilidades de éxito son del 60%. Seis de diez. ¿Entiendes? –Sakura, ¿por qué no te operas? –preguntó Shaoran. –Si todo sale bien, será más sencillo tocar el piano. Las posibilidades en tu vida diaria también se ampliarían. –Tengo miedo. –dijo Sakura antes de sentarse en un banco del exterior del hospital. Shaoran se sentó a su lado. –Pero dicen que dios sólo da problemas a los que sabe que pueden superarlos. –intentó convencer Shaoran. –Dios tiene demasiada confianza en mí. –Sakura siguió gesticulando. –¿Dices que te ha sobrevalorado? –preguntó Shaoran intentando captar lo que ella decía. Sakura asintió con la cabeza. –Pero yo estoy aquí. Yo también estoy aquí para ti. ¿Qué me dices? –Gracias.00000000
Después de la visita al hospital, Sakura cogió su bicicleta y se marchó al trabajo. Después de haber amenizado la velada a los presentes con el piano, se cambió y volvió a coger la bicicleta para volver a casa. Ya había oscurecido. Al girar un callejón, la castaña volvió a sentir lo mismo que en el concurso de piano. Su oído volvía a fallar y se detuvo. De sobras sabía que el equilibrio dependía del oído. Una motocicleta avisaba con el pito que se apartara, ya que no le daría tiempo a frenar después de haber aparecido de repente por el callejón. Sakura, al percibir la luz de la moto, miró hacia atrás, pero a la moto no le dio tiempo de frenar.00000000
–¡Oh, maldición! –se quejó Nadeshiko al equivocarse marcando un número de teléfono con el teléfono de su casa. –Ya lo haré yo. –se ofreció Yukito. –No, está bien. –dijo Nadeshiko, que estaba nerviosa. –3,…35. –dijo marcando. –Moshi, moshi. –saludó Tomoyo al teléfono mientras con la otra mano intentaba ordenar un poco su habitación. –Oh, hola señora Kinomoto. ¿Ocurre algo? –Es Sakura. Todavía no ha vuelto a casa.00000000
–¿Todavía no ha vuelto a casa? –preguntó Shaoran desde el restaurante cercano al campus, donde estaba cenando con Eriol y Yamazaki. –Me ha dicho que llamaron al hotel donde trabaja y les han dicho que salió hace un rato. –explicaba Tomoyo a Shaoran por teléfono. –¿Qué pasa? –preguntó Eriol al ver la cara de preocupación de su amigo. –Dice que Sakura ha desaparecido. –informó Shaoran a sus amigos. –¡¿Qué?!00000000
Tomoyo y Nadeshiko estaban sentadas en el sofá de la residencia Kinomoto mirando un teléfono móvil. –He estado enviándole mensajes de texto al móvil pero no contesta. –dijo Nadeshiko mientras Tomoyo la abrazaba con un brazo mostrándole su apoyo. Entonces entró Yukito seguido de Eriol, Yamazaki y Shaoran, que acababan de llegar. –Perdón por la intromisión. –se disculpó Shaoran. –Sentimos venir tantos. –se disculpó Eriol. –Pensamos que podemos ayudar. –Shaoran, ¿tienes idea de dónde puede estar? –preguntó Tomoyo dirigiéndose hacia él. –Bueno, esta mañana fuimos juntos al hospital. –explicó Shaoran. –¿Al hospital? –preguntó Nadeshiko. –Por lo de su oído. –dijo Shaoran. –No tenía ni idea de esto. ¿De qué habéis hablado? –preguntó la madre de Sakura. –Hablamos sobre la posibilidad de operarse. –contestó Shaoran. –¿Qué? –preguntó Nadeshiko indignada. –Le dije que considerara operarse. –¡¿Cómo te atreves a decirle eso?! –preguntó Nadeshiko enfadada. –¿Qué? –preguntó Shaoran sin saber qué había hecho algo malo en opinión de Nadeshiko. –¡¿Cómo un extraño puede decirle eso tan a la ligera?! –preguntó Nadeshiko. –Pero el médico dice que mejoraría con la operación. –argumentó Shaoran dolido por considerarlo un extraño. –¡Con una probabilidad de 6 de 10! ¡Si se queda fuera de esa probabilidad perderá el sentido del oído completamente! –¡Pero existe la posibilidad de que esté dentro del porcentaje con éxito! –intentó Shaoran darle la vuelta al argumento de Nadeshiko. –¿Sabes? La dolencia de Sakura es algo que se da en una de cada diez mil personas. Para mí eso ya ha sido tener demasiada mala suerte. Así que, después de eso, para mí es difícil creer que vaya a estar en ese 60% de éxito. ¡Me da miedo que todo falle! ¡Puede que lo que oiga ahora sea poco y vago, pero hay muchas cosas que puede hacer así!¡Puede tocar el piano y puede sentir a la gente acercarse!¡No importa la oscuridad que haya en su vida, porque si hay una pequeña luz, puede vivir!¡Pero si pierde eso después de la operación, ¿qué esperanza tendrá para vivir?!¡Para ella, lo poco que puede oír es su única esperanza! –Pero ahora también está perdiendo el poco oído que le queda. –informó Shaoran a Nadeshiko. –¿Qué? –preguntó Nadeshiko atónita. –Lo poco que le queda va a perderlo. –¿Es eso cierto, Shaoran? –preguntó Tomoyo. –Sí. Nos lo dijo el médico esta mañana. –confirmó Shaoran. Entonces sonó el teléfono y la luz de la casa empezó a parpadear. Esa luz solía avisar a Sakura de que el teléfono estaba sonando. –Ya lo cojo yo. –dijo Yukito, puesto que Nadeshiko todavía no había digerido lo que le dijo Shaoran. –Moshi, moshi…Sí…Entiendo. ¿Hospital Yamashita? Sí, ya vamos. –¿Qué ha pasado? –preguntó Nadeshiko nerviosa al escuchar la palabra hospital. –Sakura ha tenido un accidente con una moto. –informó Yukito. Tras enterarse, Tomoyo, Eriol y Yamazaki tomaron un taxi, mientras que Nadeshiko, Yukito y Shaoran, con caras de preocupación, tomaron otro hacia el hospital Yamashita. Continuará…