ID de la obra: 951

Orange Days

Het
G
Finalizada
0
Tamaño:
167 páginas, 77.050 palabras, 22 capítulos
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
0 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

19. No estás aquí I

Ajustes de texto
Cuando Nadeshiko, Yukito y los miembros de la Sociedad Naranja despertaron por la mañana jamás se imaginaron que acabarían el día corriendo por los pasillos del hospital en busca del área donde les habían dicho que atendían a Sakura. Cuando obtuvieron permiso para entrar, abrieron la puerta que daba acceso a una sala con un montón de camas en la que no había demasiados pacientes. Nada más entrar, el aire les volvió a los pulmones al ver a Sakura sentada en una de las camas, con las piernas colgando de un lado de la cama tan tranquila. Tan sólo llevaba el pie derecho vendado y por su expresión, parecía que no había sido nada. –¿Ocurre algo? –preguntó Sakura tan tranquila, como si el hecho de estar allí fuera algo cotidiano. –¿Por qué estáis todos aquí? –¿Estás bien? ¿Estás herida –preguntó Nadeshiko agachándose para ver el pie herido. –No es nada. Sólo ha sido un rasguño. –dijo Sakura. Cuando dijo eso, todos suspiraron aliviados. –Dejad de mirarme así, me siento incómoda. –Han venido porque estaban preocupados por ti. –dijo su madre. –Lo menos que podrías hacer es disculparte. –¿Por qué tengo que disculparme? –preguntó Sakura. Pero ante el silencio y las miradas que hubo. Sakura accedió, se levantó y se inclinó. –Lo siento. Cuando volvió a ponerse erecta, sonrió. Aunque intentó hacer ver que aquello no era nada, en realidad le reconfortó ver a tanta gente interesada por su bienestar.

00000000

Ya en casa, Yukito, madre e hija se encontraban en un sofá cada uno. Aunque lo del accidente no fue nada, había un asunto más serio que debían tratar, por lo que Sakura les mostró los nuevos informes médicos relativos a su estado auditivo. –¿Por qué no me dijiste que tu oído está empeorando? –preguntó Nadeshiko. –Quería decírtelo. Planeaba decírtelo, pero… –Sakura. –interrumpió su madre. –Tienes que operarte. Si esto continúa así, al final no podrás oír nada. En Alemania hay un médico muy bueno. Un amigo de Yukito tuvo la misma enfermedad que tú y se operó allí. –Mi amigo recuperó su oído, aunque no completamente –explicó Yukito para intentar convencerla. Sakura no sabía qué decir. –Si te sientes más cómoda en Tokio, si tienes miedo de ir allí, puedes operarte aquí. –dijo Nadeshiko. –¿Y qué pasa con la oferta de ir a Alemania? –preguntó Sakura. –¿De qué hablas? –preguntó Nadeshiko. –Si te quedas en Tokio, yo me quedaré contigo. –No, ni hablar. –dijo Sakura. –Tu sueño es pertenecer a la Escuela Internacional de Música Klaus. –Para mí, tú eres mucho más importante que mi sueño, Sakura. –dijo su madre, que estaba dispuesta a renunciar a todo por ella.

00000000

Shaoran llegaba tarde a su cita con Sakura. Después de subir las escaleras del metro, encontró a la castaña esperándole. –Lo siento. ¿Has esperado mucho? –se disculpó Shaoran. –No. No te preocupes. –dijo Sakura echando a andar. –¿Ha intentado algún chico ligar contigo? –preguntó Shaoran en tono de broma. Sakura le enseñó tres dedos. –¿Tres tíos? –preguntó Shaoran. –Sí. –contestó Sakura. –¿Tres tíos en diez minutos? Hoy no han sido muchos. –bromeó Shaoran. –Sí, supongo. –dijo Sakura. –A pesar de que estás muy guapa. –dijo Shaoran. –Sí, supongo. –bromeó Sakura. Entonces tocó el hombro de Shaoran al verlo callado. –¿Qué? Sólo pensaba que nunca me cansaré de tus supongos. –¿No te molestan? ¿En serio? –preguntó Sakura. –No me cansaré en toda mi vida de estar contigo. –dijo Shaoran. Entonces Sakura se paró de repente. Al notar que Sakura detuvo su paso, el chico se giró. –¿Qué pasa? –¿Eso que acabas de decir ha sido una proposición de matrimonio? –preguntó Sakura. –¿Qué? –preguntó Shaoran una octava más aguda. –No, pero… –Eso me parecía. Mi corazón dio un salto. –dijo Sakura, y siguió caminando, dejando a Shaoran ahí parado. –Te dice eso pero después le quita importancia como si nada. –dijo Shaoran para sí.

00000000

Tomoyo y Eriol estaban en el apartamento de la morena sentados a la mesa en completo silencio, esperando que el agua para el té se calentara. Eriol le había dicho a Tomoyo que tenía que hablar con ella y decidieron quedar en el apartamento de ella para hablar con tranquilidad. Como el de gafas parecía no decidirse, la morena rompió el silencio. –Ya has tomado una decisión ¿verdad? –dijo Tomoyo. –¿Qué? –preguntó Eriol, que no esperaba la pregunta. –Que ya has tomado una decisión. ¿Por eso querías hablar conmigo? –explicó Tomoyo, al intuir que de lo que quería hablar era sobre la decisión que había tomado con respecto a la oferta que recibió el joven. –Me gustaría ir. –dijo ERiol. –Sinceramente, cuando mi jefe me propuso ir al Tíbet mi corazón se aceleró. He pensado que no estaría mal dejarme llevar por el viento que se ha cruzado en mi camino e intentar volar. ¿Qué piensas? –Yo no puedo ir contigo. –Eriol se quedó extrañado de que ella hubiera considerado ir con él. –Pero creo que sería bueno para ti. –¿En serio? –Sí. –dijo Tomoyo haciendo feliz a Eriol. –Pero… –¿Pero…? –preguntó Eriol mientras Tomoyo se levantaba a por la tetera, que ya estaba pitando haciendo saber que el agua ya estaba caliente. –Supongo que nos hemos conocido demasiado tarde. –dijo Tomoyo mientras le apagaba el fuego a la tetera. –¿Por qué? Es sólo el principio. –dijo él. –¿Lo es? –Sí. Y no es como si no fuera a volver. Volveré de vez en cuando. –dijo acercándose a Tomoyo. –Sí. Y es el Tíbet, así que supongo que sólo me podrías engañar con búfalos de agua. –dijo Tomoyo animándose ella misma mientras cogía un par de tazas. –¿Búfalos de agua? –preguntó Eriol. –Mi corazón estará más tranquilo sabiendo que le echas fotos a ellos, en vez de a mujeres. –confesó Tomoyo. –Si me dices cosas como esas, te engañaré con un búfalo de agua. –dijo Eriol mientras la abrazaba por detrás.

00000000

Tras salir del campus, Sakura y Shaoran fueron a una tienda de cedés de música y películas. Sakura se había despistado de Shaoran para ir a buscar una película. Cuando encontró lo que buscaba, la tomó y fue por la tienda buscando a su novio. Parecía que se había despistado demasiado porque no lo encontraba. Entonces vio como una pareja sostenía un auricular entre ellos escuchando una canción. A Sakura le dio envidia. Era algo que nunca podría hacer con Shaoran. Como no quería mortificarse más, siguió buscándolo por la tienda hasta que lo encontró de espaldas escuchando música con unos auriculares. Sakura se acercó a él y le apretó con los dedos por los costados. Shaoran se dio la vuelta y se quitó los auriculares. Sakura le mostró la película que había cogido. –Me alegro de que la hayas encontrado. –dijo Shaoran saliendo de la tienda y sacando la película y el CD que había comprado él y que había estado escuchando previamente en la tienda. –No puedo esperar para verla juntos. –¿Qué tipo de canción era la que escuchabas? –preguntó Sakura. –Mmmm. ¿Cómo te lo digo? –pensó Shaoran mientras miraba la carátula. –Quiero saber qué tipo de canciones te gustan. –dijo Sakura. –No sé muy bien cómo explicarlo. –dijo Shaoran. –Tenía una melodía que sonaba agridulce. –Agridulce. –repitió Sakura seria antes de continuar andando, dejando a Shaoran preocupado. Fueron paseando hasta llegar a un parque. Ya en el parque, Sakura se sentó en una banca frente a un estanque mientras Shaoran se fue a por unos refrescos. En el parque había bastante gente como unos padres jugando con su pequeña hija con una pelota de béisbol y jóvenes practicando todo tipo de deportes. La niña gritaba cosas alegremente. Mientras, Sakura miraba a la gente disfrutar del parque mientras se preguntaba qué estaría diciendo la niña. –Aquí tienes. –dijo Shaoran entregándole su bebida y sentándose a su lado. –Gracias. –dijo Sakura dándole un trago a su bebida. –Oye, ¿estás bien? –preguntó Shaoran preocupado por si había vuelto a tener más pérdida de audición como le ocurrió con la bicicleta o en el concurso de piano. –Estoy bien. –dijo Sakura. –Mi audición empeora, pero ya sabes que me han dicho que haga vida normal. –Entiendo. –dijo Shaoran antes de darle un trago a su bebida. Sakura se le quedó mirando. Sabía que su novio se preocupaba mucho por ella. Entonces le tocó para decirle algo. –¿Sí? –Nada, no importa. –dijo Sakura arrepintiéndose. –¿Qué es? –preguntó Shaoran. –Venga, dilo. Ante la negativa de Sakura y la insistencia de él, Sakura le pegó con la mano en el brazo y el chico la agarró. Ella intentaba deshacerse de su agarre y estuvieron forcejeando, acabando ella casi encima de él y riendo. Más tarde, Shaoran acompañó a Sakura a su casa y después él se dirigió a su apartamento. Una vez allí, puso el CD que había comprado. –¿Qué tipo de canción es? –se preguntó para intentar poder dar una respuesta a Sakura. Mientras escuchaba, cogió un cuaderno y un lápiz y empezó a dibujar.

00000000

Al día siguiente, Sakura se encontraba en una mesa del campus leyendo un libro mientras esperaba al resto de miembros de la Sociedad Naranja. Sería la última reunión del grupo antes de que Eriol se marchara al Tíbet. –Pensé que sería el primero en llegar. –dijo Eriol haciendo acto de presencia. Sakura hizo un gesto golpeando su puño contra la otra mano. –Sé qué significa eso. Significa mala suerte, ¿verdad? –¡Bingo! –contestó Sakura. –Debería haber aprendido más lengua de signos. –lamentó Eriol, pero ante el gesto de Sakura que lo hizo saber que no entendía, Eriol le tuvo que volver a explicar lo que dijo. –Decía que lamento no haber aprendido más lengua de signos porque así podría haber hablado más contigo. –Gracias. –agradeció Sakura. Realmente apreciaba el esfuerzo de todos por aprender lengua de signos para poder comunicarse con ella y que no se sintiera excluida en ningún momento. –¡Hey! –dijo Yamazaki que llegaba trotando seguida de Tomoyo. –Lo sentimos. ¿Habéis esperado mucho? –preguntó Tomoyo. –Acabamos de llegar. –Sólo falta Shaoran. –dijo Yamazaki intentando recuperar el aliento. –¿Qué pasará con tu graduación? –preguntó Sakura a Eriol. –¿Qué? –preguntó Eriol, que no había entendido lo que signó Sakura. –Pregunta si podrás graduarte. –tradujo Tomoyo. –Sí, no habrá problema. Hasta entonces, supongo que le tengo que decir adiós a la universidad. –¡Lo siento, chicos! –se disculpaba Shaoran mientras corría hacía ellos. –¿Habéis esperado mucho? –Llegas tarde. –le riñó Eriol, como si hubiera esperado durante horas. –Acabamos de llegar. –dijo Tomoyo contradiciendo a Eriol. –¿Vamos? –propuso Yamazaki. –Sí. –dijo Tomoyo. –Por cierto, he olvidado mi cartera. –dijo Shaoran mientras los demás cargaban sus mochilas y bolsos al hombro. –¿Bromeas? –preguntó Tomoyo. Entonces Sakura se puso delante de todos ellos mientras caminaban. –Está será la última vez que estemos juntos, ¿verdad? –preguntó Sakura. –Ya sabéis, diciéndonos unos a otros acabo de llegar y todo eso. –Dice que será la última vez nos reunamos así. –tradujo Tomoyo a Eriol, que tenía dificultad para comprender la velocidad de Sakura. –¡Venga! No os deprimáis. Al fin y al cabo es una fiesta de despedida para Eriol y para divertirnos. –intervino Yamazaki no muy convencido mientras se paraba. –Creo que voy a llorar. –¡Venga!¡No seas exagerado! –dijo Eriol. –No exagero. –Wow, la puesta de sol es preciosa. –dijo Sakura. –Sí, lo es. –dijo Eriol. –Vamos a pedir un deseo a la puesta de sol. –sugirió Sakura. –Elegid vuestros deseos. –¿Sobre qué? –preguntó Tomoyo. –Sobre cualquier cosa. –respondió Sakura. –Algo como quiero convertirme en esto o quiero quedarme así. –¿Qué? –preguntó Yamazaki que no entendió muy bien. –Dice que pidamos un deseo uno por uno, como recuerdo. –tradujo Shaoran. –No, no hagamos ese tipo de cosas. Terminaré llorando. –dijo Yamazaki. –Paso, me da vergüenza. –dijo Eriol. –Yo creo que es una buena idea. –dijo Tomoyo. –¿Qué os parece si lo hacemos todos en lengua de signos? Así no lo tendremos que decir en voz alta. –¡Buena idea! –dijo Sakura. –De acuerdo. –aceptó Eriol resignado, aunque en el fondo le gustaba la idea. –Estamos indefensos ante estas chicas. –comentó Yamazaki. Entonces, se pusieron uno junto al otro mirando la puesta de sol. –Empezaré yo. –se ofreció Sakura. –Yo espero poder ser siempre sincera conmigo misma. –Yo espero poder ser fuerte siempre. –dijo Shaoran. –Yo espero poder ser siempre amable. –fue el turno de Yamazaki. –Espero que pueda continuar siendo alguien que comprenda los sentimientos de los demás. –deseó Tomoyo. Cuando llegó el turno de Eriol, fue hacia Shaoran. –Oye, Shaoran, ¿proteger es así? –preguntó haciendo unos gestos. –Sí. –respondió Shaoran. –Gracias. –dijo Eriol y volvió a su sitio. –Espero que pueda proteger a la persona más importante para mí. –Tras acabar de expresar todos los deseos, Yamazaki gritó de emoción. –¡Para! –dijo Shaoran riendo. –¿Por qué no decidimos quién invita a quién con piedra, papel, tijera? –sugirió Tomoyo. –¿Y si pierdo yo? –preguntó Shaoran, que había olvidado la cartera. –No te preocupes, eso no va a pasar. –dijo Tomoyo convencida. Empezaron a jugar y, evidentemente perdió Shaoran. Los demás dieron saltos de alegría. Esa tarde, lo pasaron muy bien comiendo y brindando. Unos días después, se reunieron en la puerta del apartamento de Eriol para despedirlo. Se montó en el taxi mientras Nakuru y la Sociedad Naranja le decían adiós. POV de Shaoran: Lo que deseábamos para el futuro frente a la puesta de sol eran cosas simples que todos pudimos expresar en lengua de signos. Pero cuanto más crecíamos, más rápido nos dábamos cuenta de lo difícil que era de cumplir. En ese momento, esos deseos que pedimos a la puesta de sol continuaron dándonos fuerza y apoyo en los años venideros. Incluso después de entrar en la sociedad y de ser adultos ocupados con el trabajo que necesitábamos para sobrevivir. Cuando pensábamos en aquel momento, una pequeña luz iluminaba nuestros corazones, y con algo de vergüenza, también nos reconfortaba y nos daba valor para seguir adelante.

00000000

Sakura, con su pijama puesto, entró a la sala de su casa. Su madre se había quedado dormida con la cabeza apoyada en la mesa, donde había un montón de papeles. Sakura les echó un vistazo. Por lo visto su madre había caído rendida mientras investigaba sobre su dolencia y sobre la operación a la que podría someterse. Mientras Sakura ojeaba los papeles, entró Yukito. –Buenos días. –saludó Yukito. –Tu madre ha estado trabajando día y noche buscando un buen hospital. –No lo sabía. –reconoció Sakura. –Creo que quería ser sensible con tus sentimientos, por eso no te ha dicho nada. Ya se ha puesto en contacto con un médico alemán. –le dijo Yukito dándole un papel con las referencias del médico. Sakura vio también unas cartillas del banco. –¿Mamá ha estado ahorrando todo este dinero desde que perdí la audición? –preguntó Sakura con la cartilla de ahorros en la mano. –Pensó que quizás podrías necesitarlo. –explicó Yukito. Sakura miró a su madre, que seguía durmiendo. Desde que Nadeshiko le habló de la posibilidad de ir a Alemania, Sakura no había dejado de debatirse sobre qué hacer. Por un lado, no quería ser la causante de que el sueño de su madre no pudiera cumplirse, mientras que por otro, estaba Shaoran. Pero tarde o temprano debía desequilibrar la balanza.

00000000

–¿Alemania? –preguntó Tomoyo a Sakura mientras caminaban por el campus universitario. –El sueño de mi madre se hará realidad. –dijo Sakura. –¿Conoces la Escuela Internacional de Música Klaus? –Sí, pero ¿y si vas a operarte allí y después vuelves aquí tu sola? –preguntó Tomoyo. –No será tan fácil. –dijo Sakura. –¿Por qué? –preguntó Tomoyo. –No creo que mi madre me deje volver tan fácilmente. –dijo Sakura. –Se preocupa demasiado por mí. Desde que enfermé sólo le he causado preocupaciones. Tanto si la operación sale bien como si no, esta vez tengo que hacerlo por mi madre. Además, tengo que admitir que si mi oído mejora o lo pierdo completamente no me sentiría segura estando yo sola. –No estarías sola. Yo estoy aquí. –dijo Tomoyo. –Yo estaré en Tokio y te ayudaré. Incluso podríamos vivir juntas. –Gracias. Lo aprecio mucho. –agradeció Sakura. –¿Se lo has dicho a Shaoran? –preguntó Tomoyo. –Todavía no. –Ya veo. –respondió Tomoyo, consciente de que aquello podría ser crucial en la relación de su mejor amiga con Shaoran.

00000000

Shaoran comía algo mientras escribía y escuchaba música con unos auriculares durante el descanso de su trabajo. –¿Qué escribes? –le preguntó su supervisor que apareció sorprendiendo a Shaoran. Éste guardó el folio dentro de su carpeta rápidamente y se quitó los auriculares. –¿Piensas examinarte para entrar en la escuela de terapia ocupacional, verdad? –Sí. –dijo Shaoran. –Debe ser duro. –dijo el supervisor. –Seguirás siendo un alumno durante tres años más. –Todo acabará antes de darme cuenta. –dijo Shaoran optimista. Una vez que salió del trabajo, el castaño se reunió con Sakura en su apartamento. Ésta se abrió una lata de cerveza mientras Shaoran volvía de la cocina con la cena. –La cena ya está lista. –entró Shaoran dejado un plato en la mesa. –Es de mala educación ponerte a beber sola. –Lo siento. Tenía mucha sed. –dijo Sakura. –Eres muy gamberra, yendo a la casas de la gente, abriendo el frigorífico sin permiso y bebiéndote sus cervezas. –bromeó él. –Lo sé. Buen provecho. –dijo Sakura cogiendo los palillos y empezando a cenar. Mientras, Shaoran se sentó frente a ella y se abrió su lata de cerveza. –¡Delicioso! –¿Por qué no vemos la película que compramos el otro día? –sugirió Shaoran. Entonces se levantó para preparar la película. Como la tele estaba justo detrás de Sakura, sólo se tuvo que girar para llamar la atención de su novio. –Espera un momento. Tengo que hablar contigo. –¿Hablar? –preguntó Shaoran. El chico dejó la película y volvió a sentarse frente a Sakura. Ésta empezó a signar para contarle lo que pasaba. –¿Te vas a Alemania con tu madre? –preguntó Shaoran. –¿Vas a operarte allí? –Sakura asintió y siguió signando. –¿Y te quedarás allí después de la operación? –Sí. –dijo Sakura. –Quizás, si mi oído mejora pueda entrar en un Instituto Alemán de música. –¿Te quedarás a vivir en Alemania? –preguntó Shaoran. –Sí. –Entiendo. Lo entiendo pero, ¿qué pasa con nosotros? –Sakura hizo un gesto. –¿El final? ¿Se ha acabado? –A Shaoran se le vino el mundo encima. –Lo nuestro es un amor de universidad. Es como suelen funcionar las cosas. No se piensa en un futuro juntos. ¿No es así como funciona? –¿Eso crees? –preguntó Shaoran dolido, que no daba crédito a lo que decía Sakura. –Por supuesto. Nos queda mucha vida por delante, no como adolescentes, sino como adultos. –explicó Sakura. –Cuando entremos en la sociedad como adultos, no podremos estar juntos sólo porque nos gustemos. –¿Qué quieres decir? ¿Me estás diciendo que te sientes insegura conmigo? –preguntó Shaoran empezando a alterarse. –Digo que me siento insegura con lo nuestro. –dijo Sakura. –Desde el principio hemos vivido en mundos diferentes. –¿Qué quieres decir con eso? –preguntó Shaoran. –Yo no puedo oír. Tú sí. Ni siquiera podemos escuchar música juntos. –dijo Sakura, recordando a la pareja que vio en la tienda de música. –No lo entiendo. –Acabarás olvidándome. Sólo tienes 22 años. “Cuando era joven, tuve muchas experiencias. Tuve varias relaciones Entre ellas, estaba esa chica sorda que era bastante interesante”. Es lo que dirás cuando tengas 35. Yo sólo seré una más de tus amores pasados. Después de hablar de mí, beberás un vaso de agua y arroparás a tus hijos. Y después seguirás hablando del amor que tuviste a los 23. –¿Por qué dices eso? ¿Cómo puedes decir algo tan cruel? –preguntaba Shaoran con impotencia. –Lo que has tenido conmigo es sólo una parte de tu juventud. No tienes que llevarlo como una carga toda tu vida. –dijo Sakura intentando no llorar. –Si lo que dices es cierto, mis historias de amores pasados terminarán aquí. Acabarán con 22 años. No habrá nada al margen de eso. Repetiré una y otra vez la historia de cómo conocí a una chica sorda con 22 años. Como la historia que se repite eternamente. –decía Shaoran con los ojos vidriosos. –Decir cosas que me hagan llorar va contra las normas. –le reprochó Sakura, también con los ojos vidriosos, consciente de que le estaba rompiendo el corazón. –Tengo que irme con mi madre. Ya he tomado una decisión. Mi madre es muy importante para mí.

00000000

–¿Qué?¿Y eso es mi culpa? –preguntó Yamazaki, sentado en un tronco del campus. –No, no es tu culpa, pero ayúdame a hacer algo. –pidió Tomoyo sentándose en el tronco de al lado para estar a su altura. –¿Hacer algo? Pero, entiendo cómo debe de sentirse Sakura. –dijo él levantándose. –¿Qué? –preguntó Tomoyo siguiéndole con la mirada. –Se va a Alemania con sólo 22 años. Yo tampoco me sentiría demasiado bien si tuviera que dominar el futuro de otra persona. –Es verdad, pero… –¿Sabes lo que creo? –preguntó Yamazaki interrumpiendo a Tomoyo. –Creo que hay periodos de tiempo en los que las parejas deben estar separadas. Es distinto de la familia o los amigos. La distancia y el tiempo debilitan las relaciones de pareja. –¿Cómo puedes decir algo tan mezquino? ¡¿Cómo puedes decir esas cosas?! –preguntó Tomoyo gritándole. –Por casualidad, ¿has recibido alguna carta de Eriol? –preguntó para confirmar su teoría. –¡Olvídalo! –gritó Tomoyo empujándolo y marchándose. –Supongo que he dado en el clavo. –dijo Yamazaki. –¡Espera Tomoyo! –dijo cogiendo su mochila y corriendo tras ella. Continuará…
0 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)