ID de la obra: 952

The One I Love

Gen
G
Finalizada
1
Fandom:
Tamaño:
162 páginas, 74.061 palabras, 11 capítulos
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
1 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

9. Querida mamá

Ajustes de texto
Los niños ensayaban la canción que le querían regalar a Yamato, acompañados al piano por Sora y bajo la atenta mirada del doctor Kido. –El valor de la vida no se mide en cuán larga es; se mide en momentos. Debemos poner todos nuestros esfuerzos en ayudar y apoyar a Gabu. –decía Jou a Sora tras el ensayo. –Sí. –¡Doctora Takenouchi! –llamó Shin acercándose a ellos con unos papeles en la mano que entregó a Sora. –Esto es de la dirección general. Tu residencia en el departamento de pediatría termina este mes. Para la semana que viene quieren que solicites tus peticiones para el próximo departamento. –Entiendo. –dijo Sora. Eso significaba que pronto debería dejar a los niños.

00000000

Yamato estaba sentado en el sofá de su casa. Maki se sentó a su lado dejando una taza de té en la mesa. –¿Cómo está tu vista? –preguntó Maki. –Siento haberte causado problemas. –dijo Yamato, que había vuelto a recuperar la visión después de la gran crisis que había tenido. –¿Problemas? Ya sabes que no tienes que preocuparte por mí. –dijo Maki restándole importancia y cogiéndole las manos al rubio. Entonces sonó el timbre de la puerta. Maki se levantó a abrir. Era el padre de Maki.

00000000

–Se llaman prácticas médicas selectivas. –decía Sora a Mimí en la recepción de las consultas pediátricas. Había acudido con Pal para ver la evolución de la niña tras la apendicitis. –Tenemos que decidir en qué campo específico queremos trabajar. –Mírate. Cuando empezaste decías que no serías capaz de sobrevivir en pediatría. –comentaba Mimí. –Es cierto. –reconoció Sora. –Si sigues tu carrera no podrás ayudar más a Yamato. –dijo Mimí, haciendo recordar a Sora que debía tomar una decisión.

00000000

Natsuko entró a la consulta del doctor Izumi. Había viajado hasta Tokio preocupada por su hijo y había preferido acudir directamente para obtener información de primera mano sobre el estado real de su hijo. –Soy Natsuko Ishida. Hablé con usted por teléfono. –dijo Natsuko. –Siéntese. –dijo Koushiro. –La estaba esperando. –Gracias por atender a mi hijo durante todo este tiempo. –dijo Natsuko.

00000000

–Lo cierto es que estoy sorprendido. –dijo el padre de Maki, el señor Himekawa. –Esta hija malcriada mía, que nunca ha tenido dificultades en la vida, me dijo que estaba dispuesta a apoyarte el resto de su vida. Se lo he preguntado una y otra vez y su decisión es firme. –Mi padre opina lo mismo que yo. –dijo Maki. –Nos gustaría que te convirtieras en un miembro más de nuestra familia. –dijo el señor Himekawa ante la mirada de Yamato. –Aunque no puedas trabajar más, yo me haré cargo del aspecto económico, así que no tienes de qué preocuparte. –Muchas gracias. –dijo Yamato. –¡Genial! –dijo el señor Himekawa ante la sonrisa de su hija. –Entonces debemos ir haciendo los preparativos de la boda… –Sus intenciones son suficientes para mí. –interrumpió Yamato. A padre e hija les cambió el semblante. –Bueno, tampoco hay prisa. –dijo el señor Himekawa. –Estoy seguro de que todavía tienes muchos planes en este momento. Pero piénsalo bien y danos una respuesta. Yamato miró su angelito con alas, aureola y corazón azul, que estaba en una repisa.

00000000

–Doctora Sora, ¿te irás pronto? –preguntó Koro, que iba de la mano de Sora y acompañada también por Hikari. Venían de hacerle unas pruebas a la niña. –El doctor Yoshimura dejó de venir cuando acabó sus prácticas y están preocupados de que hagas lo mismo. –explicó Hikari. –¿Estarás siempre con nosotros, verdad? –preguntó la niña. Ante la pregunta, Sora se detuvo sin saber qué contestar. Entonces, vio bajar a Natsuko por la escalera mecánica, vestida con uno de sus kimonos tradicionales. La mujer venía de oftalmología e iba cargada con un bolso y una bolsa. Sin saberlo Natsuko, le había librado de una pregunta bastante incómoda. –¡Señora Ishida! –llamó Sora cuando la mujer se dirigía hacia las puertas de salida. –Sora. –se giró la mujer mientras Sora la alcanzaba. Sora acompañó a Natsuko al área de descanso para poder hablar más tranquilas. –¿Ha llegado hoy a Tokio? –preguntó Sora. –Este chico no quiere preocuparme y siempre me dice que está bien, pero quería oírlo de primera mano, así que he venido directamente desde el aeropuerto. –explicó Natsuko. –Entiendo. –Parece que está bastante mal. –dijo Natsuko, haciendo entristecer a Sora. Natsuko, intentó que la pelirroja no se pusiera triste. –La ropa de médico te sienta muy bien. La pediatría es dura, ¿verdad? –Eh, sí. –dijo Sora. –Yamato me dijo que siempre estaría en deuda contigo por todo lo que haces por él. –dijo Natsuko. –No tienes que explotarte. –Mi madre murió por una hemorragia cerebral. –empezó a decir Sora. –Así que mi idea inicial era ser neurocirujana, pero ahora creo que quiero especializarme en pediatría. –¿Te gustan los niños? –Sí. He llegado a quererlos. –dijo Sora. –A Yamato también le encantan los niños, así que estoy segura de que se alegrará de que seas pediatra. –entonces Natsuko hizo una pausa. –En realidad he venido a llevarme a Yamato a Nagasaki. Sora no se esperaba aquello.

00000000

–¡No, no! Eso es demasiada salsa de soja. –se quejó Sora cuando vio a su padre echando salsa a uno de sus platos durante la cena. Desde que estuvo enfermo Sora vigilaba mucho más la alimentación de su padre. –No es tanta. –dijo Haruhiko. –Déjale que coma menos sano. –dijo Daisuke a su hermana. –Si no al final vivirá más que nosotros. –¡He dicho que no! Tienes los niveles de sodio demasiado altos y ya colapsaste el otro día. También debes dejar el alcohol. –dijo Sora. –Sin alcohol moriré. –dijo Haruhiko. –¡Oh! No había pensado en esa forma. –dijo Daisuke en tono de broma. –Así te debilitaré. Después de cenar con la vuelta de los tiras y aflojas entre padre e hijos, Taichi y Sora se pusieron a fregar los platos. –Están demasiado encima de mí. –se quejó Haruhiko desde la sala. –Se siente mal porque te ha causado preocupaciones. –dijo Mimí. –Si Yamato y Sora rompen será por tu culpa. –dijo Daisuke. –Cállate. –dijo Haruhiko levantándose. –Es por ser así que nos preocupa. –dijo Daisuke. –¿Sabes? Él también se siente inseguro pero está intentando resolver las cosas. –dijo Mimí refiriéndose a Haruhiko. –¿Eso crees?

00000000

–Eres demasiado impulsiva. –dijo Yamato mientras cenaba con su madre. El chico no se esperaba que su madre se hubiera subido a un avión para presentarse en Tokio por sorpresa. –Eso lo he sacado de ti. –dijo Natsuko. –Nunca había oído que un padre heredara los genes de su hijo. –dijo Yamato haciendo sonreír a su madre. –Cuando le pregunté al médico parecía no saber qué decir. –dijo Natsuko. –¿Qué le preguntaste? –Oh, también vi a Sora. –dijo Natsuko cambiando de tema para así evitar la pregunta. –¿En serio? –¿Qué piensa el padre de Sora sobre vosotros dos? –preguntó Natsuko. –Sé que le hemos causado muchas preocupaciones. –¿De verdad no tienes intenciones de volver a Nagasaki? –preguntó Natsuko con temor. –¿Qué? –Puedes depender de tu familia tanto como lo necesites. –dijo Natsuko. –Pero con Sora… Entonces sonó el teléfono, cortando así a Natsuko. La mujer aprovechó para llevar platos a la cocina mientras su hijo contestaba al teléfono. –¿Diga? –¿Yamato? –Ah, hola tía. –dijo Yamato reconociendo la voz de su tía. –¿Sabes a qué ha ido tu madre a Tokio? –preguntó la tía de Yamato. –¿A qué? –Fue al médico a preguntarle… Unas horas antes, en la consulta del doctor Koushiro Izumi. –Si le dono mis ojos, ¿la vista de mi hijo se restablecería? –preguntó Natsuko a Koushiro. En la actualidad. Yamato miró a su madre con sorpresa mientras la mujer seguía limpiando los platos de la cena. No podía creer que su madre se hubiera ofrecido voluntaria para realizar un trasplante. –No importa lo que le dijéramos. No quiso escucharnos. Está decidida a donar sus ojos. –seguía explicando su tía. –Desde que se enteró de lo de tu enfermedad ha estado tan preocupada que no ha podido dormir bien durante semanas. Vuelve a Nagasaki por ella.

00000000

En el hospital todos los niños estaban ya dormidos. Jou le abrió la puerta de la sala de los niños a Haruhiko. –¿Estos niños son pacientes de Sora? –preguntó Haruhiko en voz baja. –Como doctora los cuida muy bien, e incluso veces, también como una madre. –dijo Jou. –¿Cómo una madre? ¿Sora? –Jou sólo asintió con la cabeza. –Pero si ella también es una niña. –el comentario hizo reír a Jou. –Está haciendo un gran trabajo. –Bueno, supongo que está en una edad en la que no es extraño que ella tuviera un hijo. –reflexionó Haruhiko. –Recuerdo que hace un tiempo me preguntó si un hospital sólo era un lugar de sufrimiento. Ella misma respondió que también se encuentran sonrisas. No ve a estos niños con pena o como seres infelices. No trata con ellos cada día como pacientes, sino como seres humanos. Creo que le pasa lo mismo con lo que siente por el señor Ishida. Cuando piensa en él, lo que probablemente le venga primero a la cabeza no sea la enfermedad de Behçet. Puede que sea algo totalmente diferente y que no esté relacionado con eso. Respeto eso de su hija.

00000000

Sora se encontraba en el escritorio de su cuarto frente a la solicitud para elegir el departamento en el que debía continuar con sus prácticas. En su mano tenía el ángel de Nagasaki que Yamato le regaló en el aeropuerto antes de volver a Tokio. Se debatía entre seguir con su carrera o abandonarlo todo por el fotógrafo.

00000000

–¡Adiós! –se despidió Pal de su madre y Taichi cuando la dejaron en el colegio. –¡Cuídate! –dijo Taichi sonriendo. –¡Adiós! –se despidió Mimí también sonriendo. –El cumpleaños de Pal será pronto, ¿verdad? –preguntó Taichi cuando volvían. –Sí, pero no creo que pueda hacer nada especial. –dijo Mimí. –¿Por qué no vamos a un parque de atracciones? –sugirió Taichi. –¿En serio? ¿Qué puedo ponerme? –dijo Mimí preocupada por el modelito que podría ponerse. –Espera un momento. Se trata de Pal, no de ti. –dijo Taichi intentando imponer algo de cordura. –No entiendes nada, Taichi. –le recriminó Mimí. –¿De qué? –Todos los días voy del colegio a la tienda y a casa. Así que una salida como esa es rara para mí. –Lo que tú digas. –dijo Taichi, que no estaba convencido por la explicación. –¿Qué te pasa? ¿Acaso a una madre no le puede gustar alguien? –preguntó Mimí indignada. –Por supuesto. Mientras esté soltera. –¿No lo pillas, no? –preguntó Mimí enfadándose y poniendo una mirada inquisidora sobre él. –¿Qué te pasa? Últimamente no haces más que decir cosas así. Mimí se giró enfadada y se adelantó. –¡Lo pillo! –gritó Taichi–¿Acaso me tienes pena? ¿Por haber sido rechazado por Sora pensabas que podías fingir que te gusto? –¡Cállate! –dijo Mimí levantó la mano. Como acto reflejo, Taichi se cubrió la cabeza con su mochila para protegerse. Parecía que Taichi no lo había pillado después de todo. Tras una pausa, Mimí bajó la mano. –¿Qué? –preguntó Taichi. Mimí se acercó a él y lo besó en los labios, ante la mirada atónita de él. Cuando se separó del castaño, se le cayó la mochila. –No puedo fingir que me guste nadie. –dijo Mimí molesta. Tras decir eso, se alejó, dejando a Taichi petrificado.

00000000

A Sora le habían dicho que le esperaba alguien en la zona de descanso. En cuanto sus obligaciones se lo permitieron, bajó al área de descanso. Allí se encontró con Maki Himekawa. Sora se sentó frente a ella. –Gracias por cuidarle hasta ahora. –dijo Maki con los brazos y las piernas cruzadas. –No hay problema. –dijo Sora. –Sé que debe ser difícil, pero no es necesario que te preocupes más. –dijo Maki. –De ahora en adelante, seré yo quien esté a su lado. Ya sabes lo amable que es; siente que no puede venir hacia mí por sentirse en deuda contigo. A pesar de saber en el fondo de su corazón quién puede hacerle feliz. Por él, haré lo que sea. No me importa que me tenga que convertir en una mujer horrible en el camino. Maki había hecho toda una declaración de intenciones que la había descolocado a más no poder. Tras esa inesperada y desgraciada visita, Sora volvió a su puesto. Antes de entrar en la sala, escuchó la voz de Yamato, que seguía yendo a hacer fotos a los niños. –Una más. –dijo Yamato. Cuando entró, allí en una cama estaban todos los niños además de Shin y Miyako posando, hasta que disparó. –Ha estado genial. Sora siguió adentrándose en la sala. –¿Ocurre algo? –preguntó Yamato al verle la cara a Sora. –Parece que las cosas se han calmado. –dijo Sora, refiriéndose al cuarto. –Sí. Oye, ¿a qué hora acabas el turno? –preguntó Yamato. –Tengo turno de noche, así que saldré por la mañana temprano. –dijo Sora. –Hay algo que quiero enseñarte. –dijo Yamato sonriéndole. A la mañana siguiente, Yamato fue a recoger a Sora en un taxi. La chica, tras acabar el turno de noche, se pasó todo el viaje durmiendo apoyada en el hombro de Yamato. –Sora, ya hemos llegado. –dijo Yamato agitándola suavemente del hombro para despertarla. –¿Dónde estamos? –preguntó Sora todavía un poco desubicada. Parecía que se encontraban en un puerto. –Vamos. –dijo Yamato bajando del taxi. –¿Qué es esto? –preguntó Sora al ver a su novio entrar en una nave. Se trataba de un almacén de la antigua empresa de Yamato. Por suerte, se la habían prestado. Estaba llena de palés y cajas. En muchas de las cajas había fotos en blanco y negro. –Vaya, parecen muy felices. Sora vio una foto en la que aparecían Koro, Biyo y Meiko posando con la típica pose japonesa con los dedos en uve; también vio otra de Pata, otra de Tento y de Agu con la cámara que le regaló Yamato. Parecía que Yamato le había montado una pequeña exposición a Sora. –Si la gente viera sus caras jamás dirían que están en un hospital. –dijo Sora. –Pero lo están. –dijo Yamato. Entonces Sora vio una foto de Gabu, con su gorro azul, con una sonrisa de oreja a oreja y sus dedos formando una uve. A Sora le cambió la cara, porque sabía que la condición de Gabu era peor de la que el niño mostraba. –Haré una selección y haré el álbum para los niños. –dijo Yamato. –Sí. –dijo Sora sonriendo de nuevo. –Me gustaría hacer una exposición como esta. –dijo Yamato mirando a su alrededor. –¿Una exposición de fotos? –Sí, una cerca del hospital para que los niños fueran a verla. –Eso sería maravilloso. No puedo esperar. –dijo Sora siguiendo viendo las fotos.

00000000

Natsuko estaba en casa de su hijo viendo con nostalgia una antigua foto de su hijo cuando era pequeño, cuando escuchó el timbre de la puerta. La mujer se levantó a abrir. –¿Yamato? –preguntó antes de abrir. Pero no era su hijo. Se encontró con un hombre que llevaba una botella de alguna bebida alcohólica. Tras las presentaciones, Natsuko invitó a Haruhiko a tomar un té. –Aquí tiene. –dijo Natsuko poniendo una taza frente al hombre, que estaba sentado en el sofá. –Gracias. –Estoy tan agradecida por lo que Sora ha hecho por mi hijo que no me salen las palabras. –dijo Natsuko. –No tiene nada que agradecerme. –Yamato le ha causado muchos problemas a Sora debido a su enfermedad. –dijo Natsuko. –También debe haberle causado muchos problemas a usted. Me disculpo por ello. –No importa. –le restó importancia Haruhiko. –Si su vista empeora, trataré de llevarlo a Nagasaki conmigo. –dijo la mujer. –También le pediré que no vuelva a ver a Sora. –¿Qué? –preguntó Haruhiko, que no se esperaba esa declaración de intenciones por parte de la madre de Yamato.

00000000

Después de ver las fotos de los niños, Yamato y Sora volvían dando un paseo. –¿Qué? –preguntó Sora a ver que Yamato no le quitaba los ojos de encima. –Si perdiera la vista ahora mismo… –¿Qué? –interrumpió Sora. –Pienso mucho en ello últimamente. En lo que querría ver en el último instante antes de perder la vista. –¿Qué querrías ver por última vez? –La última vez que tuve una crisis fui incapaz de ver durante horas y lo último que vi fue a mi feo asistente de fotografía. –dijo medio riendo. –Pensé que era algo demasiado triste. Lo que dijo el rubio provocó la risa de Sora. –¿Y qué te gustaría ver? –Mmm. Si tú fueras yo, ¿qué te gustaría ver? –Pues… –dijo Sora pensativa. –Si perdiera la vista ahora mismo, lo último que me gustaría ver serías tú –dijo Yamato sin dejarle contestar. Entre ellos hubo un silencio que Yamato decidió romper. –Olvidé que decidimos no preocuparnos por el futuro.

00000000

–Señora Ishida, para serle sincero, cuando me enteré que Sora quería casarse con Yamato estaba tan confuso que incluso me opuse. –dijo Haruhiko. –Es comprensible. –dijo Natsuko. –Pero si Sora hubiera hecho cualquier ademán por abandonarle, la habría puesto en su sitio. Es difícil de explicar pero, supongo que soy un hipócrita. Lo siento mucho. Debería ser yo quien me disculpara. –Por favor, no, señor Takenouchi. Mientras se disculpaba, el hombre vio una foto sobresalir de un pequeño monedero. –¿Qué es eso? –preguntó el hombre cogiéndolo. –¿Una foto? –La estaba mirando antes. –dijo Natsuko mostrándosela. –¿Es Yamato? –Sí. –Takeru y él se parecen mucho. Yo también llevo fotos de mis hijos. –dijo Haruhiko sacando cartera del bolsillo trasero del pantalón. –Sora. –dijo Natsuko viendo una foto de bebé sentada mientras se llevaba una galleta a la boca. –Sí. –dijo Haruhiko con una sonrisa orgullosa. –Era una bebé adorable. Los sigue siendo. Supongo que todos los padres somos iguales. –dijo la mujer. –Me preguntó qué podemos hacer los padres por nuestros hijos. –dijo Haruhiko mientas seguía mirando la foto de Yamato. –Es realmente difícil. –dijo la mujer. Entonces se escuchó cómo se abría la puerta de la calle. –Parece que ya está en casa. Los padres guardaron las fotos con rapidez, como si estuvieran haciendo algo malo. –Ya estoy en casa. –dijo Yamato, que venía seguido de Sora. –¡¿Papá?! –dijo Sora, que no esperaba encontrarse allí con su padre. –Oh, Yamato, siento haberme ido la otra vez. –se disculpó Haruhiko refiriéndose al día al que fueron juntos al bar. –No se preocupe. –Tenía algo que hablar contigo. –continuó Haruhiko mostrándole una botella. –Hemos tenido una bonita charla. –dijo Natsuko. –¿Ha dicho algo raro? –preguntó Sora preocupada por las animaladas que podría haber dicho su padre, especialmente si estaba bajo los efectos del alcohol. –Fue amor a primera vista. –dijo Haruhiko sonriendo. –¡Papá! –haciendo que todos rieran. Después de pasar un rato los cuatro juntos, llegó la hora de marcharse. –Gracias por todo. –dijo Sora saliendo por la puerta tras su padre. Entonces, Haruhiko extendió la mano hacia Yamato y el chico la cogió. –Muchas gracias por todo. –dijo Haruhiko antes de marcharse.

00000000

–Conociéndote estoy seguro de que ya has tomado una decisión. –dijo Haruhiko mientras comía un helado. Antes de seguir hacia casa habían decidido sentarse en un terraplén cerca de la orilla del río. –Creo que Yamato y yo no seremos felices en la forma en la que te imaginas. –dijo Sora. –Pero la felicidad tiene muchas formas. Para mí es… vivir sin mentiras. –¿Incluso si eso significa dejar tu carrera? –preguntó Haruhiko. –Sí. –admitió Sora. –Sé que fui a la facultad de medicina con el dinero del seguro de mamá. Lo siento. –Supongo que está bien. –dijo Haruhiko tras una pausa. Su hija le miró sin esperar esa reacción de su padre. –Si lo piensas, todo tiene sentido cuando pensaba tu nombre… –¿Qué? Espera. –dijo Sora viendo a su padre levantarse. –¿Fuiste tú quien me puso el nombre? –Sí, por supuesto. –dijo Haruhiko. –Pensaba que me lo puso mamá. No es como la clase de nombre que pondrías. –¿Qué insinúas? El arroz lo plantas en primavera, crece durante el verano, recoges la cosecha en otoño y preparas la tierra en invierno. Es gracias a las cuatro estaciones que el arroz se puede cultivar siempre bajo la atenta mirada del cielo. –Entiendo. –dijo Sora, al comprender que era cierto que su padre le podría haber puesto su nombre. Eso sí, siempre relacionándolo con la pasión que tenía el hombre por el arroz. Fue capaz de relacionar el cielo con el arroz. –Las personas somos iguales. Con las estaciones crecemos lentamente y florecemos. Ha llegado la estación en la que debes alejarte. Sora, vive como quieras. –concluyó Haruhiko. –Pero con una condición: que seas feliz. –Papá. –dijo Sora. –Con el tiempo, tendrás a tus propios hijos. –dijo Haruhiko volviendo a sentarse junto a su hija. –Serás madre y formarás tu propia familia. Al final, esos hijos encontrarán a alguien que amen y se alejarán de ti. Bueno, para entonces puede que ni siquiera esté vivo. Pero esa será la temporada en la que recogerás tu cosecha. –Sí. –dijo Sora comprendiendo con lágrimas en los ojos. –Tonta, no llores. –dijo Haruhiko pasando un brazo por el hombro de su hija. –Sí. –dijo Sora, aunque era más fácil decirlo que hacerlo. –Ahora me siento mucho más aliviado. –dijo Haruhiko. –Has crecido tanto.

00000000

Al día siguiente, frente a la mirada de Shin, Sora, Hikari y los padres de Gabu, Jou inyectaba medicación por la vía que le habían puesto al pequeño paciente. Su condición había empeorado. En la sala había un silencio sepulcral. Aunque no se hicieran notar, los niños estaban muy atentos a lo que ocurría con Gabu. –Gabu, ¿te cuesta respirar? –preguntó Jou al niño. Éste simplemente asintió con la cabeza. –Con esta dosis, pronto te será más sencillo. El niño cerró los ojos. Se encontraba bastante débil. –Prepara oxígeno y los cuidados paliativos. –ordenó Jou a Shin. –Entendido. –dijo Shin antes de salir de la sala. –Sus pulmones se están deteriorando. –informó Jou a los padres de Gabu. –Debería de estabilizarse pronto, pero para prevenir vamos a llevarle a la Unidad de Cuidados Intensivos. –Entiendo. –dijo el padre de Gabu. –Doctor Kido. –dijo Gabu débilmente. –Dime, ¿qué pasa? –preguntó Jou girándose hacia el niño. –Quiero… quedarme aquí… con todos. –dijo Gabu. –No te preocupes. Volverás muy pronto. –dijo Jou. –Tus padres y yo estaremos siempre allí para que no estés solo. –No es eso. –dijo Gabu. –Tengo que ensayar la canción. –Por favor, doctor, haga lo que dice. –pidió el padre de Gabu. –Pero… –Por favor. –se sumó su madre. –Está bien. De momento te quedarás aquí y ensaya cuando te sientas mejor. –accedió Jou. Gabu sonrió contento y enseguida volvió a cerrar los ojos. –Doctor Kido. –llamó Sora al médico cuando salió de la sala. –¿Qué pasa? –¿Puedo volver a hacerme cargo del caso de Gabu? –preguntó Sora. –¿Qué quiere…? –Dejaré el hospital. –interrumpió Sora. –He decidido que después de mi residencia, voy a dejar el hospital temporalmente. –Entiendo. –Lo siento. Sé que se ha esforzado mucho por enseñarme. –se disculpó Sora. –No importa. Es una decisión voluntaria. –dijo Jou. –Dile a Shin que te ponga al día y que te enseñe los informes de Gabu. –¿De verdad le parece bien? –preguntó Sora. –Estas tres semanas de residencia que te quedan, esfuérzate y da lo mejor de ti misma para que no tengas remordimientos. –Sí, señor. Muchas gracias. –dijo Sora. Jou empezó a alejarse. –Algún día, espero volver a ver la sonrisa de estos niños. Jou, sonrió y se marchó. Ajenos a esta escena, se encontraba Yamato en la otra parte del pasillo, que había escuchado todo. Sora estaba dispuesta a dejarlo todo por él. Así que tomó una decisión. Ya en la salida, miró el edificio hospitalario por última vez.

00000000

–Sora va a dejar el hospital. –informó Haruhiko mientras cenaban. –¿Qué? –preguntaron Daisuke y Taichi. –¿Significa que has elegido a Yamato? –preguntó Mimí. Sora le dijo que así era con la mirada. –¿Te parece bien? –preguntó Daisuke a su padre. –¿Qué quieres decir? He estado de su parte desde el principio. –respondió Haruhiko. –Sí, claro. –dijo Daisuke riendo con ironía. –No te gustaba, no mientas. –¿De qué hablas? –dijo Haruhiko haciéndose el tonto. Sora no podía evitar sonreír. –Es genial, hermanita. –dijo Daisuke. –Sí, es maravilloso, Sora. –se unió Mimí. Taichi permanecía serio. –Bueno, ¿y qué pasa contigo? –preguntó Haruhiko mirando a Taichi, ya que era el único que faltaba por opinar. –¿Qué? –preguntó Taichi al ver que el hombre se dirigía a él. –Taichi, te estoy hablando. –dijo Haruhiko. –Taichi, yo… –empezó a decir Sora. –¡Buena suerte! –dijo Taichi cambiando su semblante a uno más alegre. –Si alguna vez necesitas ayuda, sólo pídemela. –En realidad, tu corazón está roto por dentro. –dijo Mimí. –Cállate. –dijo Taichi. –Bueno, ¿brindamos? –¡Sí, sí! –celebró Haruhiko al saber que eso significaba beber y fue a llenar su vaso de bebida. –Tú primero, Sora. –dijo Daisuke. –En realidad tengo que volver al hospital. Hay un niño que está grave. –Oh, vaya. –se lamentó Haruhiko. –Estoy seguro que a partir de ahora habrán muchos obstáculos por el camino. Pero no lo olvides, pase lo que pase, todos los que estamos en esta mesa estaremos siempre a tu lado. –Sí, los cinco. –dijo Daisuke, que incluyó a Pal mientras la niña asentía con la cabeza fuertemente. –¡Te equivocas, los seis! –dijo Haruhiko mirando la foto de Toshiko. –Lo sé. –dijo Sora. Tal y como dijo, Sora volvió al hospital. Estaba más oscuro al ser el turno de noche y no había tantas luces encendidas. Sora revisaba sus papeles desde que entró, como por ejemplo, cuando se anotó lo de hablar con los niños sobre las fotos. Aprovechó para llamar a Yamato, pero sólo escuchaba que el número marcado estaba apagado o fuera de cobertura. Entonces recordó la última visita que le hizo Maki Himekawa y sus palabras. Flashback. –Ya sabes lo amable que es; siente que no puede venir hacia mí por sentirse en deuda contigo. Fin del flashback.

00000000

–Desde que era pequeño solía mirar a la amabilidad de la gente con escepticismo. Pero después de conocerla a ella, siento que he cambiado. –dijo Yamato a su madre. –Incluso cuando estaba roto de dolor me animaba con la mejor de sus sonrisas. –dijo recordando cuando apareció cargada con un montón de flores en su casa de Nagasaki. –Cuando por las noches el miedo no me dejaba dormir, era capaz una vez que sentía su mano. –dijo recordando la noche que pasaron junto tras hacer el amor. –Es tan sencillo coger su mano incluso sabiendo que soy un obstáculo para ella. –dijo el rubio recordando cuando la guió cuando volvían del centro especializado en Behçet. –No puedo estrechar su camino de esta manera. –Yamato. –dijo su madre preocupada por su hijo. –¿Qué flores han florecido en casa? –preguntó Yamato intentando cambiar de tema. –El otro día había lavanda, con pequeñas florecitas moradas. Estaban preciosas. –dijo Natsuko. –Lavanda. –dijo Yamato pensativo. –Me gustaría verlas.

00000000

Por la mañana, en la salita, Mimí le hacía unos moñitos a su hija cuando Daisuke bajó bostezando de su habitación. –¿Vais a algún sitio? –preguntó el chico. –Sí. –¿Preparadas? –dijo Taichi entrando desde la tienda. –¿Qué? –preguntó Daisuke desconcertado. –¿Tenéis una cita? –No es eso. –dijo Mimí. –Sólo quiere llevar a Pal a jugar. –Sí, eso es todo. –dijo Taichi. –Pero puede intentar algo contigo. –dijo Daisuke a Mimí. –En realidad soy yo la que lo está intentado con él. –recoció Mimí con toda la naturalidad del mundo ante la mirada de Taichi, que no sabía dónde meterse. –¡¿Qué?! –gritó Haruhiko entrando en la salita y agarrando a Taichi, mientras que Daisuke intentaba separarlos. –¡¿Qué significa eso?! ¡Eres un hombre! ¡¿Cómo es que no eres tú el que toma la iniciativa?! Por lo visto, Haruhiko era demasiado clásico y no concebía que fuera la chica quien tomara la iniciativa en una relación. –¡Diles algo! –pidió Taichi cuando logró zafarse del agarre de Haruhiko, mientras la chica seguía peinando a Pal como si no pasara nada. –También fui yo quien le besó primero. –dijo Mimí para empeorar la situación de Taichi. –¡¿Lo besaste?! –gritaron padre e hijo a la vez escandalizados. A pesar de todo, Daisuke logró llevar a su padre hasta la cocina. –Bueno Pal, ¿dónde quieres ir? –preguntó una vez que terminó de hacerle los moñitos. –¿Puedo elegir cualquier sitio? –preguntó la niña. –Claro. –Entonces quiero ir al hospital. –dijo Pal. Taichi y Mimí cumplieron los deseos de la niña y fueron al hospital a visitar a los amigos que hizo la niña allí mientras estuvo ingresada. Los niños estaban en la sala ensayando la canción con Sora al piano. –Perdona por esta visita repentina. –se disculpó Mimí. –No hay problema. –dijo Sora. –Pal, ¿quieres cantar con los demás? –¡Sí! A mí también me gusta el señor fotógrafo. –dijo la niña haciéndole saber a Sora su opinión. Después de todo, la canción era un regalo para él. –Gracias. El ensayo continuó. Gabu también se encontraba entre los niños, aunque apenas era capaz de seguir el ritmo de la canción y prácticamente no le salía ni la voz. Sora lo miró justo cuando el niño se desplomaba. En seguida se levantó para socorrerlo. El doctor Kido, que entraba en ese momento también corrió hacia el niño. Rápidamente, con los refuerzos de Hikari y Shin lo acostaron sin su gorro en una camilla y le pusieron oxígeno mientras lo llevaban rápidamente a la Unidad de Cuidados Intensivos.

00000000

Yamato se encontraba en su casa realizando una selección de fotos para realizar el álbum. Pensó que la que salía Gabu tan contento debía incluirla. Justo en ese momento, su vista empezó a fallarle. Cuando se llevó las manos a la cara, movió todas las fotos que tenía desplegadas al apoyar los codos en la mesa, haciendo caer al suelo el ángel azul.

00000000

Después de un rato, Sora se sentó en unos asientos del pasillo. Jou salió de la Unidad de Cuidados Intensivos pediátrica. –Le he inyectado morfina. –dijo Jou. –Dormirá durante un buen rato. –Doctor. –dijo Sora muy afligida. –¿Qué debo hacer? –He visto muchas veces cómo bebés recién nacidos son llevados a la Unidad de Cuidados Intensivos sólo para morir antes si quiera de ponerlos en los brazos de sus madres; o niños que deben soportar el dolor de agresivos tratamientos médicos para vivir una corta vida de sólo medio año. Quizás esos niños habrían sido más felices si no hubieran nacido. Muchas veces he querido huir. Gabu dijo que quería cantar para Ishida, ¿verdad? –Sora asintió. –A pesar de saber que su tiempo escasea, es capaz de pensar en los demás. Quizás no haya nada más que podamos hacer, pero quiero hacerle pensar que debe de estar orgulloso de haber nacido. Tras conversar con Jou, Sora se dirigió al control de enfermería. –Ahora está estable. Vete a casa a descansar. –le dijo Shin mientras cogía material médico. –De ahora en adelante probablemente tengas que estar mucho más cerca de él y si no descansas no podrás hacer nada por él. –Sí. –dijo Sora. Antes de marcharse, Sora decidió volver a llamar a Yamato, pero le volvió a salir la operadora diciéndole lo mismo que la última vez. Es como si Yamato se hubiera esfumado. Así que, en lugar de marcharse directamente a su casa, se fue al apartamento de su novio. Cuando estuvo delante de la puerta, llamó al timbre. Como nadie parecía abrir, justo cuando iba a llamar por segunda vez, Maki abrió. –¿Quién es? –escuchó Sora la voz de Yamato. Sora, desde la puerta, vio a Yamato sentado en el sofá. A pesar de tener la cabeza girada hacia la puerta, no parecía que viera nada. Por lo visto, estaba en medio de una de sus crisis.

00000000

Haruhiko estaba en la mesa de la trastienda en la que llevaba las cuentas. –¡Disculpe! –escuchó el hombre que una voz de mujer le llamaba desde la tienda. –¡Ya voy! –dijo Haruhiko desde la trastienda. Cuando llegó a la tienda, se encontró con Natsuko. –¡Oh, qué sorpresa! ¡Por favor, pase! ¿Ocurre algo? –viendo que la mujer no se movió ni un ápice. –Gracias por todo. –dijo Natsuko haciendo una inclinación.

00000000

–¿Estarás bien? –preguntó Maki a Yamato, que todavía no se había recuperado de la crisis. –Sí. –dijo Yamato. –Estoy segura de que tenéis cosas que aclarar, así que me voy por esta noche. –dijo Maki. –Gracias. –dijo Yamato. Cuando Maki fue a coger su bolso, Sora se fijó en que volvía a llevar el anillo de compromiso que Yamato le compró cuando Maki y él eran novios. –¿Cómo estás? –preguntó Sora una vez que se fue Maki. –El doctor Izumi debe de estar todavía en el hospital, podríamos llamarle…Perdona por haberme presentado de repente en tu casa. –Después de conocerte, mi enfermedad dio la cara. –dijo Yamato. –Sólo te he causado preocupación y pienso que todos los recuerdos que tienes conmigo son dolorosos. –Eso no es cierto. –Pero esto es lo mejor. –dijo Yamato refiriéndose a Maki. –De esta forma podrás olvidarme más fácilmente. Voy a casarme con Maki. Su padre me ha prometido que me mantendrá económicamente. Me siento realmente agradecido por todo lo que has hecho por mí, pero… me he sentido inseguro todo el tiempo. Incluso cuando estaba contigo, no era capaz de ver el mañana. No podía ver nada. Gracias. Gracias por todo. Sora lo miraba sin saber qué decir. La mirada de Yamato estaba vacía. El rubio se sentó a la mesa donde estaban todas las fotos que había sacado en el hospital. En el suelo, Sora pudo ver que el angelito azul que guardaba Yamato de Nagasaki estaba en el suelo, roto por un ala. Gracias. Esas fueron las palabras con las que se despidió de mí. Continuará…
1 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)