Capítulo 21
24 de octubre de 2025, 12:00
Notas:
Este capitulo es de nuevo desde el punto de vista de Patrick, es un poco corto pero necesario.
PATRICK:
No estoy seguro de por qué acepté esto.
Una reunión social, en nuestra casa, con sus compañeros de trabajo. Técnicamente, también son mis compañeros de trabajo o mas bien mis empleados, espero que no lo vean de esa manera. Siento que aunque me esfuerzo por llevarlo con naturalidad, aún no me siento parte de este mundo. Me cuesta encajar, como si estuviera usando ropa prestada.
Pero Sofía... ella lo pidió. O al menos, Karol lo organizó y Sofía accedió. Y si eso significa verla sonreír entre amigos, entonces vale la pena. Tambien voy a dar de mi parte.
Necesito ir a comprar algunas cosas mas que faltan asi que antes de ir a comprar la carne, enciendo la parrilla y salgo. En parte porque hace falta, y en parte para respirar. A veces, estar tanto tiempo en esta casa con ella y fingir que todo es solo un trato... me cuesta más de lo que debería. No debería gustarme verla en ropa cómoda, cocinando su comida favorita, verla bailar cuando piensa que nadie más la ve. No debería quedarme mirándola como un idiota cuando se ata el cabello. No debería pensar en cómo se le iluminan los ojos cuando habla de sus hermanas o cuando juega con Naga.
Pero lo hago creo que ya no puedo evitarlo.
Una vez regreso con las compras, y justo cuando estoy aparcando en la entrada de la casa todos sus amigos están bajándose de sus respectivos carros.
-Hola Patrick- me dice el chico que creo se llama Luis
-Que tal, llegaron a tiempo- digo mientras me bajo y abro la cajuela para sacar todas las bolsas.
-Vengas te ayudamos – dice Luis.
Todos se acercan y me ayudan con las bolsas. Mas tarde cuando ya estamos ubicados en la terraza veo que Karol esta con su energía de siempre. Luis le da un puñetazo en el aire que apenas entiendo y Sofía me tiene que traducir el gesto: "Choca el puño con Luis". Lo hago, aunque torpemente. Supongo que es parte del aprendizaje intercultural, veo como sonrie y siento que poco a poco me incluyen mas en su grupo sin mucho esfuerzo, de verdad son personas que quieren a Sofi y la quieren ver feliz y siento que porfin puedo ser yo mismo con ellos también.
La tarde se desarrolla con normalidad. La carne huele bien, la música está bien, todos ríen. Y yo, por un momento, puedo relajarme. Puedo fingir que esta vida es real. Que soy un hombre casado con una mujer que me gusta más de lo que debería y somos felices.
Y entonces, llega ella. Angie.
No sé mucho de ella, pero lo poco que Sofía ha dejado entrever no es precisamente positivo. Su presencia es... intrusiva. Se comporta como si esto fuera su casa, como si todo el mundo tuviera que girar a su alrededor. Y lo que es peor: pone su atención en mí.
Me incomoda. Su mirada, sus comentarios, su forma de tocarme. No lo digo, pero lo noto: Sofía también lo nota. Y la incómoda tanto como a mí.
Intento ser cordial. No quiero armar una escena. Pero cuando Angie lanza ese comentario tan vulgar sobre Sofía... el aire cambia. Algo dentro de mí se crispa. Veo a Sofía paralizada, sus mejillas tensas, su mirada fija en ella.
Y entonces lo digo. No como una actuación, no como parte del contrato. Lo digo porque me nace:
"Como yo amo a Sofía."
Siento la tensión estallar en el ambiente. Pero también veo el leve temblor en sus labios, la forma en que por fin me mira. Como si la verdad la hubiera rozado. Como si algo de lo que dije fuera cierto.
Porque lo es.
No sé en qué momento dejé de fingir. Tal vez fue en alguna de nuestras noches viendo películas. O cuando me cuidó enfermo como nadie lo había hecho. O el primer día de la vi en el bar de ese hotel de Nueva York. No sé cuándo pasó. Pero pasó.
Después de que todos se van, me quedo afuera. Necesito tiempo. Recojo platos, muevo sillas. No porque sea mi deber. Sino porque si la miro a los ojos ahora, si le hablo... voy a decir algo que no debería. Quiero evitar hacerla sentir incomoda.
Y entonces, me lo dice. "Gracias por lo que dijiste."
No responde como quien actúa. Responde como quien lo sintió. Como quien lo necesitaba. Y eso... me parte en dos.
Horas más tarde, cuando sé que está en su cuarto, no me resisto asi que la llamo. Solo para saber si está bien. Solo para oír su voz. Y entonces, me lo dice. Me cuenta su verdad. La que nadie más debería haber escuchado. Lo hace sin filtros. Con la calma de quien confía. Y yo, escucho cada palabra como si fuera un regalo. Como si me estuviera dando algo que nadie más ha tenido.
Quiero decirle que no me importa lo que digan los demás. Que me gusta su forma de pensar. Que me atrae su dulzura, su valentía, su honestidad. Pero no puedo hacerlo así, por celular, con la ducha de fondo y los cuartos entre nosotros. No sería suficiente.
"Eres una persona asombrosa. No pierdas tiempo con idiotas." Es lo mas inteligente que puedo decir mientras su voz sale de la vocina de mi ducha.
Se ríe. Y esa risa... me deja sin aire.
No sé cómo terminé aquí, casado con una mujer que aceptó este trato por necesidad. Pero sí sé algo: no quiero que esto termine. No quiero que se acabe cuando venza el contrato. No quiero que se vaya cuando ya no haya más mentiras que sostener.
Solo quiero que se quede. Solo quiero que me elija.
Y no sé cómo decírselo... sin romper todo lo que ya construimos.