Capítulo 22
29 de octubre de 2025, 17:25
Notas:
Creo que el amor de hermanas es algo que debemos apreciar y valorar si lo tenemos. Asi que este capitulo esta dedicado a los hermanos.
—¿Ya te despertaste? —pregunta Elena al otro lado del la video llamada, con voz alegre.
—Sí, hace rato —respondo mientras me sirvo café en la cocina. Patrick ya se fue a trabajar, como siempre, sin decir demasiado. Después de la llamada de hace algunas noches… no lo he vuelto a ver a la hora del desayuno lo veo de vez en cuando en la oficina, pero no hemos hablado desde ese día. Siento que siempre hace lo mismo, cuando algo emocionante pasa solo desaparece o hace como si no hubiera pasado nada. No lo entiendo como no esta confundido o como solo actua de una manera tan normal.
—¿Y entonces? ¿Cómo va tu matrimonio ficticio? —agrega con tono burlón.
—No es ficticio, es legal —le recuerdo, intentando sonar firme, aunque ni yo me lo creo del todo.
—Sí, sí… legalmente real, emocionalmente en pausa —interviene Melissa, que estaba en llamada grupal y yo no me había dado cuenta.
—Ay no, ¿ustedes dos estaban en plan emboscada o qué?
—Un poquito —ríe Elena—. Queremos saber cómo estás. Nos tienes en suspenso con esta historia de telenovela irlandesa-costarricense. Hace tiempo no nos cuentas nada y eso siempre significa algo.
—Estoy bien —respondo, aunque siento que mi voz no convence a nadie, tomo mi taza mi celular y salgo a la terraza a poder apreciar la vista del valle —. Solo… no sé. Últimamente, algo cambió.
Silencio. Melissa y Elena son expertas en leer mis emociones incluso a través de la pantalla.
—¿Cambió cómo? —pregunta Melissa, y su tono se vuelve más serio.
—No sé —repito, pero esta vez más bajito—. Es solo que... Patrick y yo estamos empezando a llevarnos demasiado bien. Hace algunas noches hablamos por celular.Ya se, ya se vivimos juntos pero me llamo a mitad de la noche asi que... bueno no importa se notaba que estaba genuinamente interesado en mí, no solo como un amigo si no como interesado de verdad. Y dijo cosas que… me hicieron sentir especial. Y yo… me sentí feliz.
MIro sus expreciones y se que tienen mucho que decir.
—¡Ay, no! —exclama Melissa de inmediato—. Sofí, no me digas que estás empezando a sentir algo por él. ¡Te lo advertí!
—¡Melissa! —la regaña Elena —. Déjala hablar. No es tan sencillo.
—Es que justo por eso no estaba de acuerdo desde el principio —sigue Melissa—. Ya sabía yo que esto se iba a complicar. “Un contrato nomás”, dijiste. Pero están viviendo juntos, conviviendo, y ahora se están conociendo… ¡y claro que te vas a confundir!
—No estoy confundida… —miento.
—Sí lo estás —replica Melissa, sin piedad—. Porque tú no eres así. No te enamoras fácil. No sueltas emociones con cualquiera. Y ese hombre tiene todo para que pierdas el control: es atento, guapo, inteligente y encima te cuida. ¡Te está haciendo sentir cosas que nadie te había hecho sentir!
Me quedo callada. Porque tiene razón. Como puede ser que este dejando que todo esto pase. Siento que estoy conspirando contra yo misma.
—¿Y qué pasa si sí estoy empezando a sentir algo? —pregunto al fin, bajando la voz como si alguien pudiera oírme—. ¿Y si él también está sintiendo algo? A veces lo miro y siento que quiere acercarse, pero se frena. Como si estuviera peleando contra sí mismo.
—Tal vez también le gustas —dice Elena, suave, comprensiva—. Pero tiene miedo de romper el trato. O tal vez siente que no puede darte lo que tú de verdad mereces. ¿Y tú sabes qué es lo que quieres?
<<¿Que es lo que quiero? ¿Lo quiero a él? ¿ O solo me gusta que estoy acompañada? >>
—No. O sea… sí. Pero no sé si está bien quererlo. No sé si me estoy dejando llevar. No sé si esto es real o solo es el resultado de convivir tanto tiempo con alguien. Pero cuando estoy con él me siento tan... segura, tan yo misma.
—Eso es amor, hermana —dice Elena con voz cálida—. Y no tiene que ser perfecto ni lógico.
—No —interviene Melissa, más cortante—. Eso es química cerebral, cariño. Costumbre. Están jugando a ser una pareja. ¡Y claro que se van a confundir! Es inevitable. Pero eso no significa que sea amor de verdad.
—¿Y qué sería “de verdad”, entonces? —pregunto, un poco dolida.
—Que él te elija sin necesidad de un contrato —dice Melissa con firmeza—. Que te ame libre, sin condiciones, sin papeles de por medio. Que te diga “te quiero” sin tener que firmar nada.
Tiene razón, Patrick nunca se hubiera fijado en mi si no fuera por que soy una empleada facil de manipular. Él es un hombre de negocios, todo para él es un negocio, ¿por que me estoy dejando cautivar por alguien que no le interesa?
Pero cuando dice que no quiere fingir, siento que es demaciado no es falso lo que siento por él, lo se. Lo siento
—O tal vez… tal vez ya me eligió —respondo con un nudo en la garganta—. Tal vez nadie lo obligó, Melissa. Tal vez solo necesitaba un empujón.
Del otro lado de la pantalla, se hace un silencio pesado. Como si las tres intentáramos procesar lo mismo al mismo tiempo.
—Bueno… —suspira Elena, con esa calma suya que a veces me hace querer llorar—. Sea lo que sea, lo que tú sientas es válido. Solo asegúrate de no dejarte a ti misma para el final. No te pongas en último lugar en tu propia historia.
—Exacto —añade Melissa, ahora con una voz más suave—. No te rompas por encajar en la vida de alguien que quizás no entiende del todo lo que significas.
—No me ve así —susurro—. No me trata como un trámite. Lo sé.
—Entonces háblale —dice Elena —. Pero háblale como Sofía. No como la esposa del contrato, ni como la mujer que lo ayuda con los papeles. Como tú. La mujer real. La que merece un amor libre y sin condiciones.
Respiro hondo. Sé que tienen razón. Sé que debo hablar con él, decirle cómo me siento… pero me da miedo. Miedo de que no entienda. Miedo de que se aleje. Miedo de quedarme con el corazón abierto… y sin nadie a quien abrazar si él se va.
—Gracias —les digo al fin, con los ojos vidriosos—. Sé que deben pensar que estoy loca por seguir con esto, pero de verdad… no podría hacerlo sin ustedes. Gracias por escucharme.
—Ay, qué difícil —dice Melissa, poniendo los ojos en blanco con una sonrisa—. No me imagino tener que vivir con ese hombre.
Le saco la lengua, y ambas se echan a reír. Es increíble cómo, incluso cuando no están de acuerdo conmigo, sé que siempre van a estar ahí. Mi red, mi hogar, incluso a kilómetros de distancia.