Capítulo 2: Negación
19 de septiembre de 2025, 5:05
—Somos tus hijos… —Terminó Lily. Los siguientes diez segundos aquellos dos hermanos guardaron silencio, esperando la reacción de su padre. Harry pasó su mirada verde de forma seria de James a Lily, preguntándose más bien, ¿Cómo diablos habían entrado?
—No preguntaré de nuevo, ¿Quiénes son ustedes? —Repitió esta vez comenzando a molestarse, pero sin bajar la guardia. James apretó su mandíbula y miró sin inmutarse aquella varita, luego regresó a ver a su padre de forma retadora, ¿Se atrevía a amenazarlos después de todo lo que tuvieron que pasar por su culpa? Pensó indignado.
—¿De verdad sólo eso te importa, papá? —Le cuestionó ofendido. Harry en cambio soltó una risa al escuchar cómo lo había llamado.
—¿Papá? —Repitió en tono burlesco; ambos chicos fruncieron el ceño. —Esto es ridículo, a menos que me haya acostado con una mujer a los 7 años. —Decía sin poder evitar reír.
—¿Te parece que estamos bromeando? —Le cuestionó con seriedad Lily de brazos cruzados. Por alguna extraña razón, la forma en que habló aquella jovencita lo obligó a borrar su sonrisa.
—Déjense de estupideces. —Dijo al tiempo que bajaba y guardaba la varita una vez estuvo seguro que no representaban una amenaza, sólo eran un par de adolescentes confundidos que creían que él era su padre.
—¡No son estupideces! —Soltó Lily, irritada.
—¿Ah no? Entonces dame una buena razón para creerles. —Solicitó con calma y de brazos cruzados.
—Regresamos veinte años en el tiempo. —Le aclaró la adolescente, esperando poder iluminar a su padre y hacerlo entender que no era una broma. Harry rodó los ojos con fastidio, no estaba de humor para lidiar con ese par de jovencitos que sabrá Merlín de dónde habrán salido y qué querían.
—De modo que viajaron al pasado y asumen que yo soy su padre, ¿No? —Soltó sarcástico sin creer una sola palabra; ahora fue el turno de Lily de fruncir el ceño.
—Por supuesto papá, a menos que creas que somos un holograma o que nacimos del espíritu santo. —Espetó mordaz, molestándole la actitud que estaba tomando su padre de esa época; Harry la miró sorprendido por su comentario.
—Créeme que tiene más sentido que todo esto. —Decía señalándolos. —De cualquier modo, ¿Por qué debería creerles? —Agregó restándole importancia mientras se quitaba su chaqueta y se dirigía a la cocina; Lily rodó los ojos, su padre era un idiota.
—Debí suponer que esto pasaría. —Gruñó enfadado James.
—De lo único que estoy seguro es que no son muggles. —Decía de forma tranquila mientras abría su nevera y sacaba una botella. —Ya en serio, ¿Quiénes son sus padres? —Repitió antes de darle un trago a su cerveza.
—¡Tú! —Profirió Lily, molesta; Harry soltó un suspiro de cansancio. Al parecer su descanso se iría al carajo, pensó irritado al saber que tendría que llevar a esos chicos al ministerio y que ellos se encargaran de encontrar a sus padres.
—De acuerdo, es suficiente. —Agregó borrando todo rastro de diversión. —Entréguenme sus varitas. —Ordenó con mesura.
—¿Por qué asumes que las traemos? —Preguntó nerviosa Lily al tiempo que se acomodaba un mechón de cabello negro tras la oreja.
—Porque no hay forma de entrar a mi departamento a menos de que sea con magia. —Le explicó sencillamente, luego extendió su mano.
—Tal vez sea buena idea. —Dijo de pronto James mientras su hermana lo regresaba a ver confundida.
—¿A qué te refieres? —Quiso saber sin entender de qué hablaba.
—A esto. —Respondió mientras la sacaba de su chamarra y se la extendía a su padre, quien no pudo evitar poner una expresión de sorpresa al verla, conocía esa varita. —¿Qué?, ¿Me dirás ahora que no la reconoces? —Le preguntó serio su hijo, esperando a que la tomara.
Harry tragó saliva de forma nerviosa y regresó a verlo desconcertado, planteándose la idea de que todo aquello podría ser verdad. Ya que, en primer lugar, ¿Cómo era posible que el chico tuviera la varita de su padre? Él la tenía guardada en un pequeño cofre en su bóveda de Gringotts. Era imposible que la hubieran robado.
—La varita del abuelo James. —Comprendió al fin Lily, luego miró a su padre quien hasta ahora no había logrado decir nada.
—¿Por qué la tienes? —Inquirió, dejando su cerveza sobre la encimera para luego tomar la varita con cuidado, verificando que no fuera una réplica.
—Porque soy un Potter. —Contestó serio, viéndolo negar. —¿Qué más pruebas necesitas? —Soltó irritado.
—¡Basta! —Intervino Lily, cansada. —Si quieres pruebas, de acuerdo, que así sea. —Aceptó. —Pero siempre y cuando mamá este aquí también. —Le aclaró, llevando a Harry a fruncir el ceño nuevamente por lo que acababa de decir.
—¿Y cómo diablos voy a saber yo quién es su madre? —Preguntó incrédulo y al mismo tiempo molesto por la petición absurda de la joven.
—Lily, tengo hambre. —Se escuchó la voz de una niña a través del pasillo. Harry dirigió inmediatamente su mirada a aquella pequeña personita que se acercaba a los dos adolescentes, no creyendo lo que estaba mirando. Sorprendido, parpadeó un par de veces, tratando de asimilar lo que sus ojos estaban mirando.
“Es igual a…”
—¿Ella es…? —Intentó decir de forma ahogada, tragando saliva con dificultad.
—Es Jean, nuestra hermana menor. —Contestó James, pasándole una mano por sus cabellos de forma cariñosa. Harry respiró hondo, aún aturdido sin poder quitarle la mirada de encima a la pequeña.
—¿Su-su madre es…?
—Hermione Granger. —Soltó sin más, viendo como el rostro de su padre se volvía pálido.
—¿Qué le pasa a papi? —Preguntó Jean mirando con desconfianza a su padre, escondida detrás de James.
Harry, sintiendo sus piernas temblorosas y un vacío en el estómago, caminó con cuidado hacia uno de los sofás y tomó asiento, comenzando a marearse, ¿Cómo es que…?, ¡Dios, ni siquiera sabía cómo formular aquello!, pero maldita sea, ¡Era igual a su amiga! Pensó preocupado y aún en shock, sin poder desviar la mirada de aquellos pozos esmeralda que lo miraban como si le hubiera salido un tercer ojo.
—¿Crees que debí ser un poco más suave? —Preguntó dudoso el mayor de los Potter al ver el rostro de su padre, cuidando que sólo su hermana lo escuchara.
—Dale algo de tiempo. —Sugirió. —Aunque creo que le vendría bien un poco de té. —Añadió esta vez dirigiéndose a la cocina para buscar la tetera. Alrededor de media hora Harry no pudo articular ni una sola palabra, su mirada se encontraba perdida y miles de preguntas pasaban por su cabeza, ni siquiera se había tomado la molestia de probar el té que le había preparado Lily.
—¿Y si llamamos a mamá? —Propuso James desde la barra junto a Lily.
—Tiene que hacerlo él. —Le recordó, viendo ambos como su hermana menor se acercaba a Harry.
—¿Atrapaste muchos malos hoy? —Preguntó de repente la pequeña, sentándose en la mesa de centro que tenía su padre en el living; éste al escuchar su pregunta parpadeó un par de veces, regresando al presente.
—Eh… no, en realidad no. —Contestó confundido, tragando fuerte.
—¿Estás enfermo? —Él negó sin dejar de observarla, admirando el gran parecido que tenía con Hermione, desde su cabello castaño y rizado, aunque menos esponjado, hasta su respingada nariz y labios, excepto por el color de sus ojos que eran tan verdes como los de él. —La abuela Molly siempre dice que el chocolate te hace sentir mejor. —Comentó mientras columpiaba sus piecitos arriba de la mesa de centro. Harry no pudo evitar formar una pequeña sonrisa al escucharla, ¿De verdad era su hija? Se preguntó, sintiendo por alguna extraña razón una calidez en su pecho.
—¿A ti te ha funcionado? —La niña asintió entusiasmada, logrando ensanchar la sonrisa de su padre. El color estaba volviendo a sus mejillas poco a poco.
—Veo que ya te sientes mejor. —Comentó James al acercarse, Harry se obligó a borrar su sonrisa y regresó a aquella expresión seria.
—Un poco, —reconoció. —pero aún tengo un par de dudas. —Le recordó con mesura.
—De acuerdo. —Asintió James para luego acercarse a uno de los muebles que se encontraba cerca y tomar el teléfono de casa. —Ya sabes que hacer primero. —Insistió al regresar, pasándole el aparato; Harry soltó un suspiro de cansancio.
—Hermione. —Ambos chicos asintieron; resignado, marcó el número de su amiga.
Alrededor de las ocho de la noche, una joven castaña se dirigía a Huddleston Road tras recibir una llamada del auror, solicitándole que fuera a su departamento urgente. Intentó saber por teléfono qué pasaba, pero su amigo se negó a hablar, alegando que era mejor que ella lo viera con sus propios ojos porque tal vez no le iba a creer, lo que de inmediato despertó su curiosidad.
—Mas vale que tengas una buena razón Harry Potter. —Murmuró seria mientras manejaba por las calles de Londres, ya faltaba poco para llegar.
Mientras tanto, un Harry impaciente caminaba de un lado para otro en aquel departamento, mordiendo de vez en cuando la uña de su pulgar. Si todo esto era verdad, ¿Qué se supone que haría? Se preguntó preocupado viendo a aquel par de adolescentes prepararse unos emparedados.
—Si continúas dando vueltas harás que vomite mi sándwich. —Le hizo saber fastidiado James mientras masticaba con desgana su comida.
—Aquí tienes, Jean. —Decía Lily mientras le pasaba uno a su hermana. —Recuerda comer con cuidado. —Le recordó seria, viéndola asentir para luego dirigirse a la habitación, en donde la esperaba una película animada que Harry logró encontrar en televisión para distraerla un momento. —¿A qué hora llegará mamá? —Preguntó Lily antes de darle un trago a su refresco.
—Pronto. —Se limitó a decir serio, observándolos con cuidado, estudiando sus gestos. Desde que Jean apareció en la estancia y le sorprendió el gran parecido con Hermione no pudo evitar ver con mayor detalle a James y Lily, encontrando cierto parecido en ellos; por ejemplo, James tenía el cabello castaño, el cual parecía ser manejable mientras que sus ojos tenían tonalidades entre verde y marrón, sin olvidar que su perfil era muy parecido al de su amiga; Lily, por otro lado, tenía rasgos más parecidos a él, siendo sus ojos y su cabello negro los que destacaran más, además del tono de su piel.
James frunció el ceño molesto al ver la mirada que les dirigía Harry, sin embargo, el sonido de la puerta alertó a todos en aquella habitación. —Quédense aquí. —Ordenó con mesura, verificando primero si se trataba de la castaña.
—¡Harry, ¿Estás ahí?! —Habló la voz Hermione del otro lado de la puerta, y él no dudó en abrir y dejarla pasar. —¿Qué sucede? Te escuchabas bastante nervioso por teléfono. —Dijo con expresión preocupada para luego quitarse la estorbosa bufanda roja del cuello. Harry guardó silencio no sabiendo como abordar el tema, sintiéndose nervioso de nuevo, pues sus manos comenzaron a transpirar. Y es que, ¿Cómo demonios le iba a decir que dos adolescentes que estaban en la estancia aseguraban ser sus hijos? —¿Y bien? —Insistió al verlo abrir y cerrar la boca, ¿Estaba nervioso? Se cuestionó al verlo sudar frío, así que conociendo a Harry inmediatamente sacó dos teorías; una, de verdad se trataba de algo muy serio o dos, era una tontería. —¿No vas a decir nada? —Agregó desconcertada, viéndolo limpiar el sudor de su frente con manos temblorosas, ¿Qué diablos le estaba pasando?
—Sé- sé que… va a sonar muy estúpido, —logró decir de forma ahogada. —pero… tienes que prometerme que vas a ayudarme a resolver esto. —Le pidió tratando de sonar lo más calmado posible, quería pensar que no se había vuelto loco.
—Estás comenzando a asustarme, ¿De qué se trata? —Inquirió mirándolo de forma preocupada.
—Vaya, ya era hora. —Comentó irritada Lily, llamando la atención de Hermione, quien rápidamente frunció el ceño, regresando a ver a Harry desconcertada.
—De esto quería hablarte. —Señaló su amigo, sin poder verla a los ojos. Hermione miró a la chica seria, desconociéndola, ¿Qué hacía una jovencita de su edad a esa hora en el departamento de Harry? Pasó su mirada de su amigo a la chica y su cerebro inmediatamente comenzó a trabajar, sacando como única conclusión que el moreno estaba teniendo una aventura con la joven. Tragó nerviosa, esto era algo muy serio.
—Harry… —Dijo su amiga en un susurro, visiblemente alterada. —Dime que no te metiste con ella, ¡Es una adolescente! —Enfatizó escandalizada.
—¿Qué? —Soltaron al unisonó Harry y Lily, estupefactos.
—¡NO! —Exclamó horrorizado él.
—¡Que asco! —Lanzó Lily haciendo una mueca al tiempo que sacudía la cabeza, perturbada.
—¡Diablos, Hermione ¿Por quién me tomas?! —Profirió ofendido, Harry. —¡No soy un pervertido! —Agregó, sintiendo escalofríos de solo imaginarse esa idea.
—Necesitaré terapia después de esto. —Decía la chica, estremeciéndose.
—Gracias a Dios. —Soltó aliviada, ignorando las miradas ofendidas que le lanzaban Harry y Lily. —Pero si no es eso, entonces ¿Cuál es…?
—¡Son nuestros hijos! —Soltó Harry sin más, antes de que se le ocurriera alguna otra estúpida teoría de ellos dos, sin embargo, tan pronto lo dijo cerró los ojos al darse cuenta del error que cometió. Así no había planeado decírselo. De nuevo aquel familiar silencio de esa tarde con su padre volvió, pero esta vez con Hermione. La castaña no dijo nada unos segundos, esperando a que alguno de los dos soltara alguna risa y dijera que era una broma, pero eso nunca llegó.
—Esto… —Intentó decir, aún sin entender qué estaba pasando.
—Y aquí vamos de nuevo. —Murmuró la adolescente, rodando los ojos con fastidio.
—Lily, ¿Ya no hay mas jamón? —Se escuchó una voz cerca de la cocina. Los tres volvieron sus miradas al ver a un chico alto y castaño salir a la estancia con un vaso de refresco en sus manos. —Oh… —Se detuvo al reconocer a su madre, luego frunció el ceño al ver su rostro. —¿Le acaban de decir? —Harry y Lily asintieron.
—¿Qué…? —Tragó aturdida. —Esto es una broma, ¿Cierto? —Inquirió viendo a Harry, pero sin ningún rastro de diversión en el rostro.
—Pensé que tu tendrías una mejor respuesta, por que ciertamente, yo no entiendo nada. —Declaró serio. Hermione regresó su mirada hacia los chicos, visiblemente sorprendida por lo que acababa de escuchar.
—¿Has dicho que son...?
—Nuestros hijos. —Repitió Harry más para sí mismo, pues no sabía qué le sorprendía más, saber que sus hijos estaban ahí o el hecho de que él y Hermione hayan formado una familia.
—¿Y les creíste? —Soltó de repente seria; los tres la regresaron a ver desconcertados.
—¿Disculpa? —Dijo Lily molesta, ¿Es que no era obvio? Pensó irritada.
—¿En serio crees que ellos son nuestros hijos cuando ni siquiera hemos…?
—¡Demonios, ¿Podrías dejar de insinuar la palabra sexo, mamá?! —Pidió ofuscada Lily. —Ya suficiente tengo con que hayas pensado que papá y yo… —Negó, tratando de borrar aquellos pensamientos.
—Espera, ¿Qué…? —La miró sorprendido su hermano.
—Créeme, no querrás saberlo. —Le aseguró seria.
—Esto es una tontería. —Logró decir Hermione al tiempo que negaba.
—Venimos del futuro... Madre. —Le aclaró James serio, haciendo un claro énfasis al final.
—Están mintiendo. —Negó.
—Podemos probarlo. —Le aseguró Lily de brazos cruzados y con altanería; Hermione la miró molesta.
—Quiero ver el giratiempo. —Ordenó seria mientras extendía la mano, pero Lily negó.
—¿Y arriesgarme a que me lo quites? Ya me se ese truco mamá. —Contestó mofándose; Harry pudo jurar ver en el rostro de Hermione una molestia que antes no había visto. Hermione inspiró hondo, si esos chicos de verdad eran sus hijos y se atrevieron a jugar con el tiempo, ¡Que Merlín se apiadara de ellos! Porque no sabía cómo sería capaz de reprenderlos, pensó enojada. Lamentablemente para los chicos, su madre no estaba dispuesta a ceder.
—En ese caso, será a mi modo. —Dijo con mesura, mirando de forma retadora a Lily. Harry pasó su mirada de una a la otra, por alguna extraña razón sentía que nada bueno saldría de todo aquello. La adolescente caminó tranquilamente al sofá y tomó asiento.
—Te escucho. —Contestó mientras cruzaba una de sus piernas, pero sin quitar aquella sonrisa burlesca. Hermione le sonrió de forma forzada, luego giró hacia su amigo.
—Necesito hablar contigo… en privado. —Enfatizó seria, borrando su sonrisa. El auror al leer su enojo, asintió sin cuestionarla, temiendo por lo que le pudiera pasar a él también.
—Claro. —Aceptó. —Vayamos a la cocina. —Sugirió, lanzándole una mirada de advertencia a los chicos, quienes asintieron, viendo sin más como sus padres se perdían en la cocina.
—Cinco galeones a que mamá gana. —Apostó James al tiempo que se sentada al lado de su hermana; Lily sonrió.
—Cinco a que mamá gana y dos más a que papá se disculpa. —James frunció el ceño.
—Pero si papá no hizo nada, ¿Por qué iba a disculparse? —Le cuestionó sin entender.
—Exacto. —Sonrió.
Tan pronto llegaron a la cocina, Harry dejó de respirar al imaginarse lo que se le vendría encima.
—Me quieres explicar, ¿Qué diablos es toda esa estupidez de que son nuestros hijos? —Preguntó su amiga con los brazos en jarra, visiblemente molesta.
—¡No lo sé! —Se defendió. —Yo llegué esta tarde y los encontré aquí jurando que son nuestros hijos. —Le explicó desesperado, también queriendo entender todo aquello.
—Y lo peor de todo es que les creíste. —Agregó irritada mientras se pasaba una mano por el cabello. —Tienes suerte de que llegara o de lo contrario estarías poniendo todos tus bienes a su nombre. —Añadió, cuidando que ninguno de los chicos se acercara para escucharlos.
—Hermione, escucha. Sé que parece una locura, pero antes necesito que…
—Como sea, te ayudaré a arreglar este desastre. —Lo interrumpió, tratando de pensar qué hacer.
—Y agradezco que te comprometas con esto, pero es importante que veas…
—Este es el plan. —Lo interrumpió nuevamente. —Yo tomaré un cabello de ella cuando se distraiga y tu harás lo mismo con él, ¿De acuerdo? —Harry frunció el ceño.
—¿Para qué quieres un cabello de ellos?
—Haré una prueba de ADN en vista de que no nos mostrarán el giratiempo, el cual puedo jurar que es una mentira. —Le aclaró, segura de que no estaba equivocada.
—Hermione, no creo que esto sea… —Trataba de decirle, pero su amiga lo ignoró, empujándolo hacia la estancia. Al verlos salir con una sonrisa fingida, James volteó a ver a su hermana de forma triunfal.
—No me mires así. Esto aún no termina, no lo olvides. —Le recordó seria, segura de que ella ganaría.
—¿Y bien? —Quiso saber James al verlos parados frente a ellos; Harry miró de reojo a Hermione, esperando su primer movimiento.
—Harry y yo estuvimos hablando y llegamos a un acuerdo. —Respondió sonriendo mientras lentamente le daba vuelta al sofá en donde el par de hermanos permanecían sentados. —Decidimos que… —Acarició sus cabezas de forma cariñosa. —Después de todo, tal vez tengan razón. —Lily arqueó su ceja, algo no andaba bien.
—Espera, ¿Porqué tal vez…? —Pero antes de que formulara la pregunta, ambos jóvenes sintieron un tirón de cabello. —¡Ay!
—¡Oye!
—¿Por qué hiciste eso? —Soltó molesta Lily mientras se sobaba la cabeza.
—Bueno, ¿Recuerdan que dije que sería a mi modo? A esto me refería. —Les explicó, mostrándole ambos cabellos con una sonrisa de suficiencia. —Un cabello será más que suficiente para una prueba de ADN. —Dijo triunfal.
—¡Pero si me arrancaste más de uno! —Protestó enojada Lily al recordar el dolor.
—Considéralo un empate. —Respondió Hermione con una sonrisa de altanería, justo la misma que la joven había puesto cuando la retó.
—No era necesario hacer eso, si querías un cabello solo debiste pedirlo. —Se quejó James, irritado.
—Da igual, —le restó importancia, dirigiéndose esta vez a su amigo. —¿Aún tienes aquel cofre con pociones que te regalé? —Harry asintió.
—Sí, la tengo en el baño, ¿Porqué...?
—Acompáñame. —Le pidió, no sin antes tomar el vaso de vidrio de refresco que James había dejado sobre la mesita de centro.
—Espera, eso es mío. —Le hizo saber.
—¡Ya no! —Dijo desde el pasillo, dejando frustrado al chico.
—¿Qué fue todo eso? Creí que yo tomaría el cabello de James. —Le recordó al entrar al baño, viendo como su amiga tiraba el refresco por el lavabo para después enjuagarlo con un poco de agua y finalmente, secarlo con una de las toallas.
—Supuse que serías demasiado obvio, así que tomé ventaja dada la posición en la que estaban. —Le hizo saber, llenando nuevamente el vaso con agua.
—¿Qué es lo que harás? —Preguntó curioso mientras Hermione sacaba el pequeño cofre de uno de los muebles del baño.
—La prueba, ¿Lo olvidaste? —Decía concentrada, leyendo las etiquetas que venían en las botellas.
—Sobre eso, creo que necesitas ver primero a...
—¡Aquí está! —Sonrió aliviada, vertiendo un par de gotas de aquella poción verde sobre el vaso con agua; Harry comenzaba a molestarse.
—¿Podrías escucharme un momento? Trato de decirte que... ¡Ouch! —Soltó al verse interrumpido por su amiga tras arrancarle un cabello. —¡Pudiste pedirlo, Hermione! —Renegó al verla ahora a ella arrancarse un cabello castaño.
—Con esto será suficiente. —Murmuró al tiempo que metía con cuidado el cabello de Harry y de ella en el agua.
—Oye, sé que esto es una locura, ¡Pero necesito que me prestes atención! —Reclamó enojado, ignorando como Hermione sacaba su varita y murmuraba algo cerca del vaso.
—Dame un minuto. —Pidió mientras metía los dos cabellos de James y Lily.
—¡No! —Bramó con el rostro rojo, logrando finalmente capturar la atención de su amiga. —Esto… es importante. —Titubeó al ver la expresión de molestia que le dirigía Hermione.
—Bien, te escucho. —Dijo de brazos cruzados antes de soltar un suspiro; Harry apretó su mandíbula.
—No uses ese tono conmigo, Hermione. —Le advirtió enojado, le irritaba que en ocasiones Hermione mostrara esa clase de superioridad con él cuando ni siquiera le daba oportunidad de defenderse.
—De acuerdo, lo siento. —Se disculpó al tiempo que acomodaba un mechón de cabello tras su oreja. —¿Qué ibas a...?
—Son tres. —Lanzó antes de que lo interrumpiera y dada la balanza, consideraba justo que ahora él interviniera primero.
—¿Qué?
—Que son tres, pasaste por alto a Jean. —Le aclaró serio.
—Un momento... —Sacudió la cabeza tratando de asimilar aquello. —¿Me estás diciendo que son más? —Harry asintió.
—Esos que viste son James y Lily. —Le explicó. —Jean es la más pequeña. —Respiró hondo al recordar el gran parecido que tenía con Hermione. —Si te digo la verdad, yo estaba seguro que mentían, pero luego vi a la niña y…
—¡¿Y por qué me lo dices hasta ahora?! —Preguntó sin dejarlo terminar, molesta porque haya omitido tan importante información; Harry abrió la boca, indignado.
—¿Por qué?, ¡Porque no cerrabas la maldita boca!, ¡Llevo diez minutos intentando decírtelo! —Dijo colérico.
—¡Estaba intentando solucionar tu problema!
—¿Mi problema? —Repitió incrédulo. —¡Nuestro problema! —Enfatizó. —¿O ya olvidaste que, según ellos, tu eres su madre?
—¡Claro que lo recuerdo! Pero, ¿Has pensado en los problemas en que nos veremos involucrados si todo esto es verdad? —Le recordó enojada.
—¡Por supuesto que lo he pensado! —Se defendió. —Aunque no puedo decir lo mismo de ti. Digo, estabas más ocupada, ¡Imaginando una relación incestuosa entre mi hija y yo!
—¡Ya me disculpé por eso! —Lo atacó ahora ella. —Además, vi tu cara y, ¿Qué otra cosa podría pensar?
—No sabes lo reconfortante que resulta saber que, aparte de pervertido, me tengas en un concepto de mujeriego. —Contestó esta vez en tono sarcástico mientras se apoyaba en la puerta de brazos cruzados. Hermione respiró hondo, discutiendo no llegarían a ningún lado.
—Porque mejor no nos calmamos y nos concentramos en esto. —Sugirió, tratando de recobrar la compostura.
—Yo estaba calmado, ¡Pero tú me alteraste! —Le acusó.
—¡Suficiente! —Profirió cansada. —Discúlpate. —Demandó.
—¿Qué? —La miró incrédulo.
—Que te disculpes. —Repitió, esta vez de brazos cruzados.
—¿Disculparme?, ¿Por qué? Tu eres la que…
—Por levantarme la voz. —Le aclaró seria; Harry la miró sin creer lo que estaba escuchando, ¿Disculparse?, ¡De ninguna manera!
—¡Pero si tu también me alzaste la voz!
—Pero tu comenzaste.
—¡Por todos los cielos! —Soltó irritado, pasándose ambas manos por el rostro. —Está bien, está bien. Lo siento, ¿Ya? —Dijo fastidiado, queriendo ya acabar con todo aquello y concentrarse en lo que estaba pasando.
—Mucho mejor. —Sonrió satisfecha mientras se apoyaba en la puerta cerca de él.
—Tú también debiste disculparte. —Murmuró Harry malhumorado después de permanecer callado unos minutos; Hermione rodó los ojos.
—Tal vez cuando te dejes de meter en tantos problemas. —Contestó, regresando a verlo.
—Sabes que yo no busqué esto. —Gruñó.
—Como sea, debemos encontrar una solución. —Le recordó, volviendo a su expresión seria.
—¿Y qué sugieres? —Preguntó arisco.
—Esperar a que la poción haga efecto, dependiendo del resultado, pensaremos qué hacer. —Harry asintió de acuerdo.
—¿Cómo funciona? —Quiso saber al ver un extraño color en el vaso con agua.
—Al cabo de unos minutos el color del agua cambia. Si es negativo el agua se vuelve roja y si es positivo se vuelve azul...
—Hermione. —La llamó en un murmullo, pasando saliva. La castaña frunció el ceño al reconocer esa preocupación. —El agua cambió de color. —Señaló e inmediatamente Hermione regresó su vista al vaso.
—Dio positivo. —Dijo sin aliento al reconocer el color azul; tragó con dificultad.
—¿Eso significa que...? —La miró asustado.
—Ellos no mintieron. —Susurró. —Son nuestros hijos.