ID de la obra: 971

Regresión

Het
NC-17
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2
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planificada Maxi, escritos 72 páginas, 41.644 palabras, 8 capítulos
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Capítulo 4: Mal presagio

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Harry permanecía sentado en la cama de su habitación, cabizbajo ante los regaños de la castaña, quien hacía más de quince minutos que no había dejado de maldecir, algo poco usual en ella. —¡¿Un cajón?, ¿De verdad?! —Logró decir entre dientes, apretando sus puños. —Hermione, te juro que… —Intentó abogar un poco por él, pero de nuevo Hermione se interponía. —De todos los lugares que hay, ¿Se te ocurrió que el más seguro para guardar un giratiempo era un cajón? —Decía mientras se acercaba a él de forma peligrosa; James y Lily, quienes oían a través de la puerta, sonrieron al saber que su plan estaba saliendo a la perfección. —Lo sé, debí guardarlo en una bóveda en Gringotts y… —¡No, debiste destruirlo! —Profirió de forma acusatoria. —¿Ahora cómo arreglaremos esto? —Le preguntó enojada mientras señalaba la puerta, en donde dos de sus hijos los esperaban detrás de ella. —¡No me mires así! —Trató de defenderse Harry. —¿Cómo iba yo a saberlo? —Preguntó preocupado, buscando disipar la molestia de su amiga y ahora, futura madre de sus hijos; Hermione bufó enojada, pasando una mano por su cabello con frustración al tiempo que iba y venía de la habitación como león enjaulado. —Entiendo que estés molesta y… —Quiso tranquilizarla. —¡Claro que no lo entiendes! —Lanzó otra vez. —¡Nuestros hijos están aquí por un descuido tuyo! —Exclamó, tratando de hacerle ver la gravedad del asunto. —¡Lo sé! —Profirió cansado de aceptar parte de la culpa. —A mí tampoco me hace gracia que estén aquí, peor aún si yo fui el responsable. —Agregó esto último en tono bajo. —Sin embargo… —Dijo mientras se incorporaba para después silenciar la habitación con un movimiento rápido de su varita. —Me niego a aceptar que todo sea culpa mía. —Declaró firme, enfrentándose a la mirada colérica de su amiga. —¿Es que quieres que alguien más se haga cargo de tus errores? —Lanzó mordaz mientras se cruzaba de brazos, a la espera de su objeción; ahora fue el turno de Harry de gruñir molesto, ¿Cuál era su maldito problema? Pensó frustrado. Sí, cometió un error, pero echándoselo en cara no solucionaría nada, sus hijos estaban aquí, ¿Qué otra cosa podía hacer?, ¿Regresarlos a su época? No sabían siquiera cómo funcionaba el giratiempo. —Necesito que te calmes y me escuches. —Pidió lo más suave que pudo, no queriendo que ambos se molestaran más; Hermione en ningún momento quitó su mirada dura de él. —Tan solo piénsalo, ¿De verdad me crees tan estúpido como para guardar algo de esa importancia en un cajón? —Le cuestionó, ofendido porque lo creyera un imbécil. —¿Honestamente? —Contestó seria. —Hermione. —Dijo con mesura, sabiendo sus intenciones; la chica soltó un suspiro y se sentó con pesadez sobre la cama. —Ya no sé qué creer, Harry. —Reconoció al tiempo que se pasaba las manos por su rostro con cansancio; fue entonces donde el moreno entendió que por fin su amiga estaba pensando con claridad. —Analízalo un poco. —La animó mientras se sentaba junto a ella. —Supieron llegar perfectamente a mi departamento sin ayuda en otra época y sin dinero, ¿Cómo es posible que se les haya pasado un detalle tan importante del giratiempo? —Preguntó, logrando despertar la curiosidad de su amiga. —¿Qué quieres decir? —Lo miró sin entender a dónde iba. —Algo me dice que hay algo más… no sé exactamente qué, pero pienso que no nos han dicho toda la verdad. —Reconoció con seriedad. —Tal vez tengas razón… —Declaró seria después de meditarlo unos segundos. —James y Lily a mi ver no son tontos. —Pensó al recordar las provocaciones de su hija hacia ella para molestarla. —Sí, sé que son adolescentes y rebeldes, pero… —No son idiotas. —Completó Harry, dándole la razón. —Y ahora que lo pienso, ¿Por qué resaltar lo de “secreto y peligroso” cuando sabían que ya estábamos molestos? —Recordó de pronto con el ceño fruncido al ver piezas que no encajaban. —Normalmente buscarías una manera de aminorar el enojo. —Dijo pensativo su amigo. —O simplemente guardarte ciertos detalles. —Analizó Hermione, pues pese a no ser una hija problema con sus padres, si llegó a tener ciertas discusiones con ellos de adolescente y en ninguna de ellas buscó empeorar su situación, ¿Por qué James y Lily sí? —Sí, hay cosas que no cuadran. —Murmuró pensativo mientras miraba con recelo la puerta, casi como si tuviera rayos equis para ver a sus hijos. —Lo siento, Harry. —Escuchó de pronto con suavidad, llamando su atención. —¿Por qué? —La miró con sorpresa. —Yo fui quien cometió el error. —Le recordó desconcertado. —Porque mientras yo maldecía y te culpaba una y otra vez, tu pensaste con cabeza fría. —Reconoció avergonzada; Harry sonrió con ternura al tiempo que tomaba una de sus manos para depositar un beso en ella. —Bueno, ya sabemos quién será la cabeza de nuestro matrimonio. —Soltó burlesco, sonriendo aún más al verla soltar una risa mientras rodaba los ojos. —Por supuesto. —Se mofó ésta, dándole a entender que no tenía la razón. Mientras tanto, dos adolescentes intentaban escuchar detrás de la puerta lo que sus padres decían, cuidando no pegarse demasiado para no delatarse. —¿Puedes escuchar algo? —Preguntó en un susurro James, pero su hermana negó. —Nada, parece que silenciaron la habitación. —Le comentó en tono bajo. —Eso, o mamá terminó matando a papá. —Comentó con gracia, tratando de no reírse. —¡Cierra la boca! —Le ordenó al tiempo que se alejaban con cuidado de la puerta, regresando a la sala de estar, seguida por James. —¿Ahora qué? —Quiso saber al llegar, cuidando no alzar la voz demasiado. —No lo sé, pero por ahora logramos desviar su atención de nosotros, eso nos servirá para pensar en la segunda parte del plan. —Respondió, segura de que no fallarían y sintiéndose más tranquila. —Entonces tendremos que esperar… otra vez. —Dijo James con desgana mientras se dejaba caer pesadamente sobre el sofá. —Casi lo olvido. —Recordó mientras extraía algo de su chaqueta. —Debemos desarmar el giratiempo, dudo mucho que mamá y papá olviden quitármelo. —Dijo seria, viendo a James asentir. Con cuidado, Lily quitó los dos seguros que se encontraban de extremo a extremo, logrando que el primer soporte con forma de un aro delgado y extrañas letras negras, saliera. —Ya está la primera pieza. —Le aseguró colocándosela sobre su muñeca a modo de brazalete, viendo como James volvía a colocar los seguros. —Ahora vamos por la segunda. —Murmuró serio, sacando su varita de su chaqueta para apuntarla hacia el giratiempo. —Reducio. —Pronunció cuidadosamente y la pieza se encogió. James rápidamente guardó su varita y nuevamente desarmó el giratiempo, tomando el segundo soporte para colocarlo en su dedo medio. —Sólo un par de giros más y estará perfecto. —Decía concentrado, girando la pieza para que encajara perfecto con su dedo de tal forma que pareciera un anillo. Cuando sus padres fabricaron ese giratiempo, se encargaron de dividirlo como una medida de seguridad en caso de que cayera en malas manos, ajustando dos de sus piezas más importantes como simple joyería. Nadie en esa época o en cualquier otra sabía cómo funcionaba a excepción de James, Lily y sus padres del futuro. —Sin las coordenadas el giratiempo no funcionará. —Dijo su hermana, colocando el seguro en lo que quedó de aquel giratiempo. —Nadie podrá descifrarlo. —Le aseguró, guardándolo en su bolsillo de nuevo. —Bien, tenemos una teoría, ¿Qué haremos entonces? —Preguntó Harry mientras caminaba por la habitación pensativo. —Podríamos reprenderlos y obligarlos a decir la verdad. —Sugirió con sencillez, pero Hermione de inmediato negó. —No, no creo que eso sea buena idea. —Meditó. —Fácilmente podrían mentirnos y terminaríamos en la misma situación que hace unos minutos. —Le hizo ver y Harry asintió de acuerdo. —Lo mejor por ahora es fingir que nada de esto pasó y ver qué podemos descubrir más adelante. —Decía mientras se pasaba una mano constantemente por la sien. —Eso puede tardar, ¿No crees? —Insistió un poco inseguro del plan de su amiga. —Tal vez, pero podemos acelerar el proceso. —Dijo al recordar una pequeña clave en todo esto. —¿Cómo? —Preguntó confundido. —Jean. —Respondió segura. —Es una niña, no creo que sea difícil que nos diga la verdad. —Harry la miró sorprendido. —Vaya… y yo que estaba pensando en darles veritaserum. —Reconoció, rascándose la nuca apenado; Hermione lo miró incrédula, mostrando en su expresión un claro “¿Te has vuelto loco?”. —Bueno, era eso o usar la legeremancia. —Agregó como no queriendo. —No harás nada de eso. —Le advirtió con mesura mientras se acercaba a la puerta para dirigirse a la estancia con Harry detrás de ella. Al llegar, la pareja encontró a sus hijos aparentemente tranquilos, admirando la chimenea al tiempo que conversaban; estos al verlos, inmediatamente se pusieron de pie. —Vayan a la habitación continua y prepárense para ir a dormir. —Ordenó su madre con dureza. —Y entréguenme sus varitas y el giratiempo. —Añadió su padre enseguida, empleando el mismo tono que Hermione, ganándose una mirada de desconcierto por parte de James y Lily, ¿Qué diablos era todo eso? Pensaron al verlos tan tranquilos y al parecer, estar de acuerdo con las decisiones del otro, ¿Dónde habían quedado los gritos y los insultos? Se preguntaron molestos al ver distorsionada esa complicidad. —¿Por qué? —Soltó James a la defensiva, cruzándose de brazos en una clara señal de estar en desacuerdo. —Porque somos sus padres. —Enfatizó con seriedad Harry al tiempo que sacaba su varita, no queriendo escuchar una objeción más. —¿Pero qué…? —Soltó el chico con sorpresa al ver como su padre, usando sus habilidades de auror, les quitó sus varitas a ambos en un simple movimiento de la suya. —Como sea. —Escupió la adolescente con disgusto, dispuesta a irse a su habitación, pero siendo detenida por Hermione de inmediato por el brazo. —El giratiempo. —Señaló su madre con seriedad; Lily rodó los ojos y se zafó con brusquedad, sacándolo de uno de los bolsillos de su chaqueta para entregárselo de mala gana. —Asegúrense de no despertar a su hermana. —Fue la última indicación que les dio, antes de escuchar la puerta cerrarse con suavidad, aunque segura de que los dos quisieron azotarla. —¡Es un idiota! —Escupió James enojado tan pronto escuchó que la puerta se cerró. —¡Sh! Vas a despertar a Jean. —Le dijo Lily mientras veía como su pequeña hermana se removía dormida. —Necesitas controlarte. —Le ordenó con severidad al verlo caminar colérico por la habitación. —¿Cómo? Si nos quebramos la cabeza para nada. —Decía entre dientes, molesto al no ver los resultados que esperaba. —Nadie desiste a la primera discusión, James. —Le explicó Lily mientras buscaba en su mochila el pijama de los tres. —Se necesitan más para romper con una relación. —Le recordó, quitándole con cuidado sus medias y el pantalón de mezclilla a su hermana para ponerle el pantalón de dormir. —No sé qué pasó allá adentro que los hizo hacer tregua, pero solo han ganado esta batalla, no la guerra. —Le hizo ver, terminando de colocarle la parte superior de su pijama a Jean, quien aún permanecía dormida. —Por ahora deberías estar agradecido que las cosas nos salieron bien y logramos distraerlos. —Añadió seria, pasándole su ropa a su hermano mayor. —Supongo que tienes razón. —Reconoció malhumorado. —Pero tú también deberías controlarte con mamá. —Le sugirió para después quitarse sus botas. —¿A qué te refieres? —Lo miró desconcertada. —Con tus comentarios parece que quisieras molestarla a propósito. —Le explicó mientras le indicaba con la mano que se girara para ponerse sus pantalones. —Sé que mamá no ha sido la mejor, pero jamás le faltas al respeto, ¿Por qué aquí sí? —Le cuestionó, Lily tragó con dificultad. —Por la misma razón que hicimos este viaje. —Optó por decir, sabiendo que tarde o temprano tendría que hablar de sus razones con James; el chico la observó unos segundos como le daba la espalda, cuestionándose si en verdad eso sería todo. —Ya puedes girarte. —Le avisó, siendo el turno de él para dar media vuelta, permitiéndole a su hermana cambiarse. Una vez Lily terminó, no volvieron a tocar el tema y resignados, tuvieron que aceptar las ordenes de sus padres. Mientras tanto, en la habitación continua, Hermione miraba con curiosidad aquel giratiempo, extrañándole su forma y su tamaño. —¿Habías visto un giratiempo como este antes? —Le cuestionó desde la cama, ya con su pijama puesta, analizando aquella pieza. —Nunca. —Contestó Harry desde la puerta mientras se cepillaba los dientes, vistiendo un simple short azul para dormir y una camisa de tirantes gris. —¿Pudiste encontrar alguna casa en renta? —Preguntó al ver como su amiga ignoraba la laptop que se encontraba sobre sus piernas. —Oh si, encontré una en Gledhow Wood. —Le informó, dejando de lado el giratiempo para volver a tomar su computadora. —La casa ya está amueblada, lo que es una gran ventaja. —Le explicó, leyendo la descripción. —Incluso cuenta con utensilios de cocina. —Suena bien. —Lo escuchó decir desde el lavabo. —¿Está muy lejos? —Quiso saber al salir del baño, pasándose una pequeña toalla por el rostro, limpiando los restos de agua y pasta dental. —Está a una hora y media aproximadamente. —Harry asintió, dejando la toalla de lado sobre un taburete. —Lo suficientemente lejos para que nuestros amigos no logren localizarnos… —Y lo bastante cerca para no levantar sospechas en caso de que nos necesiten. —Completó Hermione. —Ya me puse en contacto con el dueño, —le hizo saber. —tuve suerte de encontrarlo a esta hora, mañana me veré con él para darle el dinero. —Añadió, ignorando como Harry se acercaba a su mesita de noche para tomar su billetera. —Ten, por si la necesitas. —Le dijo sacando su tarjeta de crédito color negra. —La clave es 19-31. —Le indicó al tiempo que apartaba las cobijas de su lado para dormir. —¿19-31? —Frunció el ceño, analizándolo unos segundos. —Tu clave irónicamente coincide con nuestras fechas de cumpleaños, ¿No te parece? —Dijo curiosa, regresándolo a ver. —Es porque lo son. —Le explicó mientras se acomodaba dentro de las cobijas; Hermione alzó las cejas con sorpresa. —Y yo que siempre pensé que pondrías alguna referencia de quidditch. —Sonrió divertida. —Respecto a tu oferta… —Recordó, retomando la seriedad. —Normalmente me negaría a que corras con mis gastos, pero dada la situación… —Sería lo más conveniente y justo. —Terminó por ella. —Son nuestros hijos, parte de la responsabilidad también es mía, aún en estas circunstancias. —Hermione sonrió ligeramente al oírlo, por supuesto que Harry no cometería un error como ese, pensó al ver como su amigo aceptaba esa responsabilidad con madurez cuando aún ni siquiera mantenían una relación. Cerró la laptop con cuidado y luego se incorporó para dejarla sobre aquella cómoda que Harry tenía, seguido de esto ingresó al baño para lavarse los dientes. El moreno, por otro lado, tomó el giratiempo, siendo el turno de él esta vez de echarle un vistazo. —¿Cómo funcionará? —Preguntó de repente en voz alta. La pieza a su ver era bastante extraña y con un diseño original, pues llamaba la atención no solo por su tamaño, el cual era ligeramente más grande que el que usó Hermione en su tercer año en Hogwarts, sino más bien por aquellas nueve piedrecillas redondas que habían venido a sustituir al familiar reloj de arena. Cada piedra se encontraba sobre un aro diferente y más grande gradualmente, siendo atravesada por este, lo que les permitía girar sin problema sobre el aro, el cual también giraba sobre sí mismo; sin embargo, ocho de ellas giraban en conjunto sobre la primera y más grande piedrecilla que tenía un color extraño entre rojizo y naranja. Frunció el ceño con desconcierto, entrecerrando sus ojos para ver mejor los detalles, notando enseguida que había una pieza más que resaltaba por su tamaño y color. La tercera piedra sobre el tercer aro era la segunda más grande y que tenía color, pues a comparación de las otras que eran negras, esta tenía una extraña combinación entre azul y blanco. Por su estructura, a Harry le recordó la representación de un átomo que llegó a ver alguna vez en su escuela muggle de pequeño. —¿Has descubierto algo? —Escuchó preguntar de repente a Hermione, quien se encontraba acomodando su parte de la cama para acostarse. —No, aún no… —Reconoció, no obstante, su atención fue capturada de inmediato al sentir como su amiga colocaba unas almohadas entre ellos, como si quisiera construir una barrera sobre la cama. —¿Qué estás haciendo? —Preguntó desconcertado incorporándose, dejando aquella pieza de lado sobre su mesita de noche. —Prepararme para dormir. —Contestó tranquila, aplastando ligeramente las almohadas para que cupieran más. —¿Y eso implica construir el muro de Berlín entre nosotros con un par de almohadas? —Preguntó burlesco, observándola rodar los ojos. —Es… por si acaso. —Se limitó a decir nerviosa, haciendo reír a Harry. —¿Por si acaso? —Repitió divertido. —No es la primera vez que dormimos juntos, Hermione. —Le recordó con una sonrisa al ver lo extremista que se estaba volviendo su amiga, suponiendo de inmediato que se debía a que formarían una familia juntos en un futuro. —No voy a tener intimidad contigo… aún. —Agregó esto último en un susurro, recibiendo de inmediato un almohadazo en el rostro por parte de Hermione. —¡Cierra la boca! —Lanzó entre dientes con las mejillas rojas, logrando que Harry riera aún más. —De acuerdo, pero te recuerdo que tú eres quien se me acurruca por las noches. —Dijo con fingida seriedad, tratando de ocultar su sonrisa. —¡Solo es en invierno y es porque estás calientito! —Se defendió ésta de inmediato, avergonzada. —Bien, entonces veamos cómo te resistes a mi testosterona durmiendo con los pies fríos esta noche. —Se burló el chico, acostándose relajado con los brazos extendidos sobre su cabeza; Hermione rodó los ojos al tiempo que hacia una mueca imitándolo para después acostarse y apagar las luces de mala gana, siendo cuestión de tiempo para que se quedara dormida. La noche del viernes del mes de diciembre transcurrió tranquila en aquel departamento del joven auror, un nuevo día les dio la bienvenida a través de sus ventanas, dejando entrar unos pocos rayos de sol. Harry y Hermione dormían plácidamente en la habitación del moreno sin percatarse que una pequeña castañita caminaba de puntitas hacia la cama de sus padres. —Papi… —Susurró bajito, cerca del rostro de su padre. —Papi, despierta. —Insistió la menor, sacudiendo su hombro ligeramente, logrando esta vez que Harry moviera un poco la cabeza y abriera los ojos costosamente. —¿Qué…? —Despierta. —Repitió Jean en un susurro. —¿Qué ocurre, nena? —Logró preguntar con voz ronca mientras con un ojo abierto, estiraba su mano y trataba de encontrar sus anteojos sobre su mesita de noche. —Tengo hambre. —Dijo a modo de queja haciendo una mueca; Harry frunció el ceño y tomó su celular viendo que eran exactamente las siete en punto de la mañana, ¡Dios, ¿Qué le pasaba a esta niña?! Pensó haciendo un enorme esfuerzo por levantarse de la cama. —Voy… enseguida. —Le avisó en medio de un bostezo, intentando incorporarse para salir detrás de ella, dejando a Hermione dormir plácidamente, envidiándola por un momento porque Jean no la despertó. —¿Qué quieres desayunar? —Preguntó adormilado al tiempo que se rascaba la cabeza, despeinando aún más su cabello negro. —Pankes con fruta. —Contestó la niña de forma distraída mientras encendía el televisor con el control remoto. Harry soltó un suspiro de cansancio al verla tomar asiento en el sofá para ver sus caricaturas, regresando su vista hacia la nevera para sacar los ingredientes. Alrededor de media hora ninguno despertó de nuevo, solo hasta que el olor de los pankes llegó a Hermione, quien lo buscó desconcertada por encima del muro de almohadas que colocó. —Jean, el desayuno está listo. —Escuchó decir desde la cocina; confundida, Hermione se incorporó y salió de la habitación, no pudiendo evitar poner cara de sorpresa al encontrar a Harry despierto preparando huevos fritos, pankes y tocino. —¡Buenos días pies fríos! —Saludó burlesco su amigo, sirviendo un poco de desayuno en un plato; Hermione borró su expresión anterior y rodó los ojos. —No es divertido. —Soltó la chica malhumorada mientras tomaba asiento en una de las largas sillas que se encontraba junto a la barra. —¿Qué tal dormiste? —Le preguntó, pasándole un poco de café. —Excelente. —Contestó mordaz, tomando su taza para darle un sorbo. —¿Segura? —Inquirió divertido al tiempo que tomaba dos platos con comida. —Te oí quejarte anoche del frío. —Le comentó sonriendo, entregándole su desayuno. —Mas bien me estaba quejando de tus ronquidos. —Lo corrigió, viendo como su amigo trataba de no reírse en medio de su trago de café. —¿Por qué has despertado tan temprano? Normalmente lo haces a las nueve. —Recordó de pronto confundida antes de darle un bocado a su comida. —Cierta personita decidió que el mejor para preparar el desayuno hoy era yo. —Contestó con desgana, señalando a la pequeña castaña con la mirada; Hermione giró levemente, encontrándose a su hija en un pijama color rosa, la cual intentaba quitarse de manera distraída su cabello del rostro al mismo tiempo que quería llevarse un pedazo de panke a la boca sin dejar de ver sus caricaturas. —Al parecer tendrás una nueva y mejor alarma. —Sonrió divertida la chica, regresándolo a ver. —¿James y Lily aún no despiertan? —Quiso saber, viendo como Harry negaba, no sorprendiéndole que ese par de adolescentes siguieran durmiendo. —¿Qué planes tenemos para hoy? —Preguntó Harry después de unos minutos, desayunando tranquilamente. —Bueno, en vista de que los bancos están cerrados… —Decía limpiando su boca con una servilleta. —Consideré en ir a un cajero automático, quedar de verme con el dueño en su casa para darle el dinero, y así aprovechar para que me entregué las llaves. —Le explicó, viendo a Harry asentir de acuerdo. —¿Nos iremos en un solo auto? —Hermione asintió. —De cualquier forma, pienso llevarme el mío aparte con un reducio. —Agregó antes de llevarse un trozo de panke a la boca. —Mientras preparaba el desayuno, me hizo pensar que deberíamos hacer el súper primero antes de irnos. —Sugirió, tomando un pedazo de tocino. —Tienes razón, que la casa esté amueblada no quiere decir que habrá comida. —Aceptó ésta. Estuvieron conversando un poco más alrededor de media hora y el par de adolescentes no dio señal de querer desayunar. —Será mejor que los despertemos o saldremos después del medio día si los esperamos. —Dijo Hermione, mirando que el reloj de pared marcaba las nueve en punto. —Jean, ¿Podrías ir a despertar a tus hermanos? —Pidió con suavidad su madre, pero la niña no dio muestras de haber escuchado, permaneciendo su vista clavada en sus dibujos animados. —¿Jean? —La llamó nuevamente y la respuesta fue la misma. —¿Qué es lo que…? —Descuida, seguro no te escuchó. —Intervino Harry con tranquilidad. —Cariño, ¿Me harías un favor? —Preguntó y esta vez su pequeña lo regresó a ver. —Ve y despierta a tus hermanos. —Le ordenó, viendo como la niña asentía y se dirigía al cuarto donde estaban James y Lily. Hermione al ver esto, no pudo evitar fruncir el ceño con disgusto, ¿Qué había sido eso? Se preguntó al ver como extrañamente fue ignorada por su hija, que estaba segura que la escuchó perfectamente, pues tan pronto su padre le habló, no dudó en girarse de inmediato. Esperaba que esto no fuera a causarle problemas más adelante, pensó seria; afortunadamente se vio obligada a abandonar esos pensamientos al ver ingresar a la estancia a dos adormilados adolescentes. James rascándose la cabeza con sus cabellos castaños revueltos y Lily cubriendo su boca en medio de un bostezo y con el cabello, asombrosamente alborotado. —¡Pero, ¿Qué te ha pasado?! —Preguntó con sorpresa su padre al ver aquella bonita cabellera del día anterior convertirse en algo peor que un trapeador viejo. —Herencia Potter le dicen. —Contestó sarcástica, viéndolo seria. —Oh. —Se limitó a decir avergonzado al comprender. —¿Qué hay para desayunar? —Fue el turno de preguntar de James mientras abría la nevera y sacaba el galón de leche. —Pankes, huevos fritos y… ¡Oye, oye, ¿Qué crees que estás haciendo?! —Lo reprendió de inmediato su madre al ver como su hijo bebía desde el galón. —¿Qué? —Lanzó con brusquedad, disgustado porque lo haya interrumpido, dejando a Hermione con la boca abierta. —¿Cómo que “qué”? ¡Sírvete en un vaso! —Le ordenó molesta al ver sus pocos modales. —Esto seguro lo aprendió de ti. —Le dijo de forma acusatoria a Harry, quien sólo frunció el ceño. —Tienen una hora para desayunar y cambiarse. —Les informó su padre desde la barra, viendo como ambos tomaban un plato. —¿A dónde iremos? —Quiso saber Lily mientras se servía un poco de huevos fritos. —Al banco, al supermercado y… —¡¿Es en serio, James?! —Soltó molesta Lily, interrumpiendo a su padre. —¡El tocino era para los dos! —Le reclamó al ver que su hermano mayor no le dejó nada. —¡Nunca te lo acabas! —Se defendió James, tomando un panke. —Compartir de vez en cuando no te matará de hambre. —Contestó molesta para después agarrar un vaso, dirigirse a la mesa y tomar asiento de mala gana. —¿Cuándo dejarás de ser tan llorona? —Le siguió irritado su hermano detrás de ella. —¿Y tú cuando dejarás de comportarte como un idiota? —¡Suficiente! —Profirió Harry, logrando que ambos guardaran silencio y lo regresaran a ver. —¿Pueden tomar el desayuno sin que se terminen matando entre ustedes? —Dijo serio mientras se cruzaba de brazos; ambos chicos asintieron malhumorados y se limitaron a comer su desayuno en silencio. Tras el regaño de su padre no hubo más contratiempos, Hermione bañó y cambió rápidamente a Jean, mientras que James y Lily lavaron la loza e hicieron sus camas. Harry, por otro lado, preparó sus maletas para después tomar una ducha rápida en el baño continuo. —¿Vas a necesitar llegar a tu departamento? —Le preguntó el auror al tiempo que terminaba de colocarse su playera, aún con el cabello húmedo tras bañarse. —Sí, necesito llegar por ropa y por Crookshanks, no puedo dejarlo solo. —Respondió al recordar a su minino, pasándole sus botas a Jean para que se las colocara. —Tomaré un baño rápido, ¿Lily, puedes peinar a tu hermana? —Preguntó en voz alta mientras buscaba entre los cajones un poco de ropa. —¡En un momento! —Contestó la chica desde la otra habitación. —¿Dónde está James? —Preguntó Harry tras verla ingresar a su habitación en busca de Jean. —Seguía su turno de tomar un baño. —Le informó mientras tomaba un peine y le cepillaba el cabello a su hermana. —¿Cuándo viene el hada de los dientes? —Preguntó de repente la pequeña, esperando paciente a que Lily terminara. —Cuando se te cae un diente, ¿Puedes secarle el cabello? —Le pidió a su padre, pues ni James ni ella podían usar sus varitas; él asintió y con un movimiento de varita el cabello castaño de la pequeña quedó perfectamente seco y con sus rizos definidos. —¿Y cuándo será eso? —Dijo esta vez, frunciendo el ceño levemente, de la misma manera en que su padre solía hacerlo. —No lo sé, pero estoy segura que muy pronto. —Le sonrió cariñosa. —¿Duele mucho? —Volvió a preguntar con aquella voz que a Harry le parecía tierna. —Para nada. —Le aseguró. —Lo mejor de todo es que puedes colocar el diente bajo la almohada por la noche y seguro encontraras dinero al día siguiente. —Le explicó paciente su hermana mientras le colocaba un gorro rosa. —¡¿De verdad?! —No pudo evitar decir sorprendida la niña, haciendo sonreír a su padre. Finalmente, luego de media hora más de lo esperado, pudieron salir los cinco hacia el supermercado, sin embargo, Harry se vio obligado a pararse antes en una tienda para niños, pues la joven madre se negó a que viajaran con Jean sin una silla especial para el auto, logrando perder nuevamente una hora, llegando a su destino casi al medio día. —Y pensar que todavía tenemos que ir al cajero automático y al departamento de mamá. —Comentó con desgana James mientras se bajaba de la camioneta de su padre. —Papi, ¿Qué vamos a comprar aquí? —Preguntó emocionada Jean al tiempo que su padre le quitaba el cinturón de seguridad. —Comida para preparar en casa. —Le explicó este paciente, tomando su mano para ayudarla a bajar de un salto. —Solo ruego que no nos tome más de una hora comprar las cosas. —Mencionó Hermione mientras tomaba su bolso, antes de cerrar la puerta. —¿Honestamente? —Inquirió Lily, viendo hacia el supermercado. —Lo dudo mucho. —Dijo al ver la gran cantidad de gente que entraba y salía del lugar, probablemente haciendo algunas compras de navidad. —James, Lily, ¿Por qué no se adelantan y buscan un carrito? Con suerte encontraremos uno. —Les pidió su madre mientras ajustaba su bolso. —No hay problema. —Aceptó Lily, acelerando el paso. —Genial, ahora tendremos que pelear por un carrito contra enormes señoras que buscan desesperadas comprar una pierna de jamón. —Soltó irritado James, ajustando de mala gana su gorro café, siguiendo a su hermana. —Es igual de quejumbroso que tú. —Comentó de repente Hermione mientras tomaba la mano de su hija y caminaban hacia el lugar. —¿Disculpa? —Soltó con fingida sorpresa, pero marcando su tono divertido. —Eres tú, solo que ocho años más joven y en hombre, ¿No te das cuenta? —Le preguntó burlesco, tomando la mano inconscientemente de Jean, quien apenas sostuvo ambas manos, comenzó a dar saltos largos, ajena a la conversación que estaban teniendo sus padres. Por fortuna al llegar a la entrada, James y Lily los estaban esperando con un carrito. —¿Fue rápido de encontrar? —Preguntó su madre, dejando su bolso dentro del carrito. —Casi. —Respondió el mayor de los Potter. —El viejo calvo de allá casi la gana. —Dijo señalando a un hombre alto y delgado como de unos cincuenta años. —¡Papi, yo quiero uno! —Lanzó de inmediato Jean enérgica, apuntando hacia una máquina expendedora con muñecos de peluche de diferentes colores y tamaños. —Linda, ya tienes a Buckbeak. —Contestó éste al ver que difícilmente lograría atrapar uno, pues sólo unos cuantos corrían con suerte. —¡Por favor! —Suplicó la pequeña, abrazando sus piernas y poniendo ojitos de cordero; Harry la miró dudoso, ¿Cómo podía decirle que no a esa carita? —Está bien, pero será a la salida, ¿De acuerdo? —¡Sí! —Soltó alegre dando saltitos, Harry sonrió al verla, ignorando que Hermione lo miraba en esos momentos con el ceño fruncido, ¿De dónde había sacado él ese lado tan paternal? No pudo evitar cuestionarse al ver la enorme paciencia que su amigo le tenía a su hija pequeña. Entraron al supermercado y el primer departamento al que se dirigieron fue al de frutas y verduras. Lily caminó con cuidado a través de un pequeño pasillo, observando las envolturas de los vegetales, no pudiendo evitar hacer una mueca de disgusto al ver la gran cantidad de plástico que se usaba, tanto en las verduras como en las frutas; la gente de esa época aún no era consciente del gran impacto ambiental que tenía el uso del plástico en el futuro, pensó mientras negaba con desaprobación. —James, toma una bolsa y hecha un par de manzanas. —Le ordenó su padre mientras él escogía los mejores tomates; el chico se limitó a asentir para acercarse y tomar una bolsa, pero se vio interrumpido enseguida por su hermana. —¡No! —Exclamó Lily, llamando la atención de los tres, incluso de la más pequeña. —Nadie usará plástico. —Demandó molesta; James rodó los ojos. —Y aquí vamos de nuevo. —Dijo James mientras se cruzaba de brazos y miraba con fastidio a su hermana, esperando el sermón que les daría acerca de cuidar el planeta. —¿Por qué no? —Quiso saber su madre desconcertada, dejando una bolsa con pimientos en el carrito. —Porque solo generaremos basura innecesaria, ¿Ves esto? —Dijo mientras señalaba un par de plátanos envueltos con plástico. —¿Qué diferencia tiene de este? —Preguntó, señalando la misma fruta que a diferencia de la otra no tenía nada sobre ella. —¿Sabes cuánto tarda el plástico en degradarse? —Seguía diciendo, no importándole a la adolescente dar una clase de ecología en medio del supermercado. —De acuerdo, entendimos el punto. —Habló al fin su padre, incómodo ante las miradas de la gente que pasaba y los escuchaba. —Pero no tenemos tiempo para preocuparnos por estas cosas ahora y… —Piensa en los animalitos, papi. —Intervino la dulce voz de la más pequeña de los Potter. —No es justo que mueran por nuestra culpa. —Agregó preocupada con su pequeño ceño fruncido. James bufó irritado, ¿Para qué molestarse en seguir haciendo las cosas de forma correcta si al final de cuentas vinieron al futuro para borrar su existencia? No entendía la insistencia de Lily de seguir con aquella tontería, pensó fastidiado. —Lily tiene razón. —Declaró con seriedad Hermione, ganándose la atención de los demás. —Debemos ser más responsables. —Decía sacando la bolsa con los pimientos. —Como si dos no fueran suficiente. —Soltó entre dientes James al tiempo que ponía los ojos en blanco, luego de saber que su madre se ponía del lado de sus hermanas; Harry las miró dudoso, rascando su cabeza e intentando pensar qué hacer. —Bien, supongo que son tres contra dos. —Anunció, dándose por vencido. Luego de la pequeña charla de Lily acerca de qué comprar y qué no durante los siguientes quince minutos, Harry y Hermione caminaban solos con el carrito por uno de los pasillos, Jean se había ido con sus hermanos al departamento de electrodomésticos. —¿Una granja?, ¿Dónde diablos vamos a encontrar una granja en Londres en estas épocas? —Alegaba el auror enojado mientras tomaba un par de latas de atún. —Además, solo nos estaríamos retrasando. —Le recordó, dejando las cosas sobre el carrito. —Sólo son un par de cosas, estoy segura que no nos tomará mucho tiempo. —Decía Hermione, tratando de tranquilizarlo al mismo tiempo que tomaba un recipiente de vidrio que contenía una salsa roja. Por otro lado, dos adolescentes y una pequeña recorrían los pasillos del lugar, buscando así perderse de la vista de sus padres y charlar con tranquilidad. —Me siento terrible, papá apenas nos dejó dormir. —Se quejaba Lily mientras caminaba detrás de su hermano con desgana. —¿A dónde crees que nos lleven? —Preguntó curiosa, tomando de la mano a Jean. —No lo sé… —Decía distraído, caminando a prisa entre el pasillo, observando los artículos electrónicos. —Supongo que a algún lugar estúpido que ellos consideren seguro. —Expresó con fastidio. —Cualquiera mientras no sea Grimmauld Place. —Declaró con disgusto al recordar que su padre lo había sugerido y es que, de ninguna manera ella y sus hermanos pondrían un pie en ese lugar, no después de saber que su padre vivía ahí con su nueva esposa. —¿Qué demonios estás buscando? —Soltó molesta al ver que apenas le prestaba atención. —Un reproductor mp3, ¿Puedes creer su tamaño? —Decía con asombro al ver lo diminutos que eran a comparación de los del futuro. —¿Para qué? Dudo mucho que nuestros padres vayan a comprártelo. —Decía seria. —No será necesario, tomé la tarjeta de papá esta mañana de su mesita de noche. —Le explicó al tiempo que le hacía señas a uno de los trabajadores para que abriera la pequeña vitrina y poder tomar uno. —Robar es malo, Jamie. —Dijo ahora Jean, mirándolo con desaprobación. —Aun así, ¿Crees que él no se dará cuenta al ver sus números? —Volvió a decir, ignorando a la menor. —¿Tienes una idea de cuánto dinero tiene papá? Ni siquiera lo notará. —Le aseguró despreocupado; Lily meditó un momento lo que dijo su hermano, ¿Por qué cuidar algo que terminaría dándole a aquella bruja que tendría como esposa? Su padre jugó sucio, ahora era el turno de ellos para así equilibrar la balanza, pensó con determinación. —En ese caso yo también quiero uno. —Agregó, decidida a romper las reglas una vez más, logrando hacer sonreír por primera vez en el día a James, quien no dudó en solicitarle al trabajador un artículo más. —Pero tomar lo que no es nuestro no está bien. La abuela Molly lo dijo, ¿Recuerdan? —Insistió la más pequeña al ver que sus dos hermanos no harían lo correcto. —Puedes tomar algo también si quieres, Jean. —La animó James mientras sacaba la tarjeta de crédito de su padre de su billetera. —No será necesario. —Le aseguró Lily. —Verás pequeña, James y yo a comparación de ti estamos en desventaja. —Le explicó la chica, colocándose a su altura. —Si pedimos algo es muy probable que mamá y papá nos digan que no. En cambio, tú con esos lindos ojitos… —Decía tocando su nariz de forma cariñosa, haciendo reír a su hermanita. —Siempre te dirán que sí, ¿Comprendes? —La niña la miró dudosa unos segundos, pero asintió resignada a que sus hermanos no cambiarían de opinión. —¿Qué más nos hace falta? —Preguntó Harry al mismo tiempo que tomaba dos botellas de vino del departamento de licorería. —A excepción de las verduras y un par de frutas, hum… No lo sé. —Respondió Hermione, observando con cuidado lo que había dentro del carrito. —Tal vez unos artículos de limpieza. —Agregó, viendo como su amigo metía las botellas de vino con las demás cosas. —Excelente, vayamos allá entonces. —Dijo tomando el carrito para empujarlo. —¿No crees que James y Lily ya duraron demasiado? —Recordó, pues de alguna manera le preocupaba que descuidaran a su hermana menor y pudieran perderla en el lugar. —No deben de tardar, ya casi nos vamos. —Contestó mientras caminaba por el pasillo. —Por cierto… —Dijo parándose enfrente de las carnes frescas. —¿De dónde viene esa gran paciencia que tienes con Jean? —Inquirió al tiempo que leía con fingido interés un paquete de salchichas; Harry frunció el ceño, confundido por su pregunta. —¿A qué te refieres? —La miró sin comprender. —Oh vamos… —Se burló, dejando dentro del carrito lo que sea que haya tomado. —Eres débil con la niña. —Decía divertida, colocándose enfrente de él con los brazos cruzados. —Bueno... —Titubeó con las mejillas levemente rojas. —Es solo que… —Tragó nervioso. —Se parece tanto a ti que no puedo evitar imaginarte de cinco años. —Reconoció cabizbajo, avergonzado de que una mini Hermione también tuviera influencia sobre él, como si con la adulta no bastara; Hermione al oírlo no pudo evitar conmoverse. —Oh, Harry. —Dijo con ternura antes de darle un cálido abrazo que el auror recibió con gusto. —¡No puedo creer que tardes tanto escogiendo un shampoo! —Se quejaba James mientras caminaba a prisa por los pasillos con Jean de la mano. —¡Para ti es fácil decirlo porque no heredaste el cabello de papá! —Contestó malhumorada Lily, siguiéndolo. —No es mi culpa que en esta época no manejen el que yo uso. —Agregó, tratando de caminar más rápido sin que sus artículos de higiene personal terminaran en el suelo. —Como sea, hay que encontrar a mamá y papá antes de que… —Pero calló de inmediato apenas dio vuelta en el pasillo continuo, pues la imagen que vio dejó estupefacto a los tres hermanos. Sus padres sonreían en medio de un cariñoso abrazo, pero no era ese tipo de sonrisa amistosa que un par de amigos se regalaba, había algo más… algo que James y Lily no comprendían, pero que de cierta manera los incomodaba. Sin pensarlo dos veces, James tomó con firmeza la bolsa de frituras que tenía en su otra mano y la lanzó hacia ellos con fuerza, logrando que la pareja se separara asustada al sentir el golpe. —¿Pero qué…? —Decía desconcertado Harry, buscando a los culpables. —¡Debes tener más cuidado, Jean! —Soltó rápidamente James a modo de reprimenda, desconcertando a ambas hermanas. —¿Por qué lo hiciste? —Quiso saber su padre, confundido mientras tomaba la bolsa de frituras del suelo. —No debes lanzar las cosas, puedes lastimar a alguien, Jean. —Habló su madre, mirándola con seriedad; por fortuna la pequeña tenía un gran ingenio y supo arreglárselas. —Solo quería atinarle al carrito. —Respondió seria y con los mofletes levemente inflados, mirando a James de reojo, molesta por su mentira. —Está bien, no te preocupes pequeña. —La tranquilizó su padre, tocando cariñosamente su cabeza. —Será mejor que nos demos prisa, las filas para pagar son cada vez más largas. —Indicó Hermione, viendo a su amigo asentir para continuar empujando el carrito. —¿Qué diablos fue eso? —Susurró Lily tan pronto sus progenitores se adelantaron un poco, refiriéndose al abrazo entre ellos, dejando de lado el golpe con la bolsa de frituras. —Eso mismo me pregunto yo, ¿Desde cuándo se abrazan así? —Soltó desconcertado, ignorando como Jean se acercaba hacia él molesta. —¿Crees que se…? ¡Diablos, Jean! —Cortó de inmediato al sentir una fuerte patada en el pie derecho. —¡Mentiroso! —Soltó su hermana menor enojada para después sacarle la lengua y dar media vuelta, caminando hacia sus padres; Lily soltó una carcajada al ver con asombro el golpe que le propinó Jean al chico. —Acéptalo, te lo merecías. —Dijo divertida, viendo como James hacia muecas de dolor. Al llegar a las cajas para pagar, James aprovechó las largas filas y la ayuda de Lily para regresar la tarjeta al bolso de su madre sin que estos se dieran cuenta. Posteriormente, luego de pagar, por fin pudieron salir del supermercado, no sin antes adquirir un par de bolsas de tela que Lily los obligó a comprar, un libro para colorear con sus respectivos colores y un huevito kínder que Jean suplicó, olvidando con esto por completo el peluche que quería al principio. —La próxima vez, busquemos esos supermercados que abren las veinticuatro horas y vayamos a media noche cuando no haya nadie. —Decía Harry cansado mientras encendía el motor de su camioneta. —Recuerda tomar la calle Talgarth. —Le indicó Lily, terminando de colocarse el cinturón de seguridad. —¿Para qué? —Preguntó Harry desconcertado, saliendo del estacionamiento del supermercado. —Hay un mercado de agricultores que se instala cerca de ahí los fines de semana. —Le explicó, viendo como su padre resoplaba cansado, había olvidado que tenían que comprar las frutas y las verduras aparte por un capricho de su hija. Por fortuna, el lugar estaba a tan solo diez minutos del supermercado, algo que agradeció, pues no estaba seguro de querer involucrarse en el tráfico por ir tras un par de tomates y manzanas; sin embargo, no pudo decir lo mismo del lugar, pues pese a que estaba a una corta distancia, la muchedumbre podía verse a lo lejos. —Vaya… Hay muy poca gente. —Comentó con cierta decepción Lily, pues si estuvieran en el futuro ese lugar estaría a reventar. —¿Acaso querías más? —Lanzó incrédulo Harry con Jean tomada de la mano. —¡Mira, papi! —Exclamó la pequeña. —¡Ese tomate esta grandote! —Soltó con asombro mientras lo señalaba, logrando hacer sonreír a sus padres. El mercado a simple vista parecía muy pequeño, pero debía reconocer que había una cantidad considerable de puestos, vendiendo no sólo vegetales o frutas de temporada, sino incluso hierbas para cocinar, panes recién horneados e incluso algunos platillos caseros y uno que otro puesto vendiendo carnes frescas. Definitivamente la calidad de los productos era mucho mejor a comparación del supermercado, tal vez después de todo no había sido mala idea ir, pensó al tiempo que se detenía a ver unos pimientos. —Mamá me había comentado de estos lugares antes, ¿Cómo es que nunca había venido? —Decía emocionada Hermione mientras observaba las frutas preciosas y jugosas que vendían ahí. Posteriormente, tras caminar alrededor de veinte minutos por las calles, la más pequeña de los Potter estaba comenzando a dar señales de estar cansada. —¿Qué sucede, Jean? Estas caminando más lento. —Le preguntó su padre con curiosidad, antes de darle un mordisco una pequeña rebanada de pay de manzana que había comprado al pasar. —Me duelen mis pies. —Reconoció, no pudiendo evitar hacer una mueca; su padre sonrió comprensible y no dudó en cargarla. —¿Mejor? —La niña asintió regalándole una sonrisa. —Para tener cinco años no pesas mucho, ¿Segura que comes bien? —Quiso saber preocupado, ofreciéndole un poco de su trozo; Jean sonrió y asintió, gustosa. —Sí, las tres veces al día. —Le aseguró mientras masticaba con cuidado. —Dobby se asegura de que no me vaya hasta que me termine todo, él cocina rico. —Agregó antes de darle otra mordida; Harry la miró desconcertado y luego volteó hacia Hermione, quien al parecer también había escuchado eso último. —¿Dobby?, ¿Él… él cuida de ti? —Quiso saber, tragando saliva con dificultad, aprovechando que James y Lily se les habían adelantado; Jean asintió. —Supongo que un par de días a la semana y… —Guardó silencio al ver una vez más a la niña negar. —Dobby me cuida todos los días. —Le explicó con sencillez, como si hablaran de un tema cualquiera. —¿Y mamá dónde está? —Indagó serio. —Ella viaja mucho por el trabajo y casi nunca está en casa. —Respondió mientras se relamía los labios, distraída. La joven pareja no pudo evitar mirarse contrariada, no comprendiendo todo aquello; Harry dudo de hacer la siguiente pregunta, temiendo conocer la respuesta. —¿Y qué me dices de mí? Seguro yo… —Intentó decir con una sonrisa, pero al ver aquella negativa nuevamente por parte de su hija, esta se borró. —Tu no vives con nosotros. —Y eso fue suficiente para que un vacío se instalara en su estómago. Ni Harry ni Hermione supieron que decir tras escuchar aquello, ¿Qué era todo eso de que ella casi nunca estaba en casa?, ¿Tan demandante era su trabajo que no tenía tiempo de pasar un momento con sus hijos? Pensó preocupada Hermione. Harry, por otro lado, no podía evitar dejar de cuestionarse, ¿Por qué él no vivía con sus hijos?, ¿Era por el trabajo? O peor, ¿Su matrimonio con Hermione no había funcionado? Se repetía con angustia, ¿Por qué James y Lily no se los habían comentado? Saber aquello por boca de uno de sus hijos le daba un mal presentimiento, ¿Qué estaba pasando en el futuro en realidad? —¿Puedo ir con mis hermanos? —Pidió la menor luego de limpiarse la boca con la manga de su chamarra; Harry asintió, obligándose a sonreír. —Con cuidado y dales la mano. —Le ordenó en tono dulce su madre, viéndola caminar junto con Harry hacia ellos. —¿Escuchaste lo que dijo? —Logró decir Hermione de forma ahogada después de unos segundos. —Cada palabra. —Le aseguró serio sin quitarle la mirada de encima a aquellos tres Potter. —Tal parece que ni tu ni yo formamos parte del futuro de nuestros hijos. —Terminó preocupado.
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