ID de la obra: 971

Regresión

Het
NC-17
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2
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planificada Maxi, escritos 72 páginas, 41.644 palabras, 8 capítulos
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Capítulo 5: Hogar roto

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El transcurso a casa de Hermione fue silencioso, luego de la confesión de Jean, Harry y Hermione realizaron las últimas compras intentando aparentar tranquilidad delante de sus hijos, sin embargo, ambos lidiaban con una batalla interna, buscando encontrar una respuesta coherente a las preguntas que no dejaban de darle vuelta a sus cabezas y es que, ¿En serio todo eso era verdad? Quería pensar que quizás se trataba de alguna confusión de su hija, pero ambos sabían que Jean, pese a su edad era bastante inteligente y de ninguna manera era mentirosa, entonces ¿Qué otra opción había? La niña había sido clara cuando él le preguntó. —¿A dónde iremos ahora? —Escuchó preguntar de repente a Lily. —Iremos a mi casa. —Contestó Hermione, llamando la atención de James de inmediato, quien se puso rígido. —¿Te refieres… con los abuelos? —Preguntó Lily, cuidando no sonar nerviosa; su hermano apretó los labios y desvió la mirada, la chica no pudo evitar mirarlo afligida. —No, no los arriesgaría de esa manera. —Le aclaró enseguida su madre con seriedad. —Me refiero a mi departamento. —Especificó y Lily respiró aliviada. No es que no quisiera volver a ver a sus abuelos, pero dadas las circunstancias en que murieron… pensó dudosa observando a su hermano con tristeza. No fue difícil adivinar qué pasaba por la mente de James, hablar de sus abuelos era un tema delicado para ambos, pero especialmente para él. Su muerte lo había perseguido esos últimos cinco años, dejando una cicatriz imborrable y difícil de sanar se dijo al recordar aquel día, sintiendo un escalofrió recorrerla. Antes de llegar al departamento de su madre, hicieron una breve parada en el banco más cercano en busca de un cajero automático, pues necesitaban tener el dinero listo para alquilar la casa con el dueño. Veinte minutos después, finalmente llegaron a la residencia de Hermione, la cual se encontraba ubicada justo al lado de Hyde Park Place. Era un precioso edificio que sobresalía a los demás por su tamaño y diseño, pues a simple vista podía notarse que era más moderno. —¡Mira papi, hay columpios! —Señaló emocionada Jean. —¿Podemos llegar y jugar? —Preguntó, tratando de no perder de vista los juegos del parque. —Lo siento linda. —Se disculpó apenado. —Ya será en otro momento, lo prometo. —Le aseguró, regalándole una pequeña sonrisa al ver que la niña hacía una mueca de inconformidad. —¿Nosotros podemos bajar? —Escucharon preguntar a James. —Claro, pero tendrán que entrar rápido. —Avisó su madre mientras se quitaba el cinturón. —No queremos llamar la atención de mis vecinos. —Agregó al ver su confusión. Por fortuna, el departamento de su madre se encontraba en el segundo piso, lo que les facilitó pasar desapercibido ante las demás personas que habitaban el edificio. —Rápido, entren. —Ordenó Hermione, cerrando la puerta rápidamente. Los tres hermanos miraron con sorpresa el lugar, pues además de acogedor y grande, era por mucho más ordenado que el de su padre, pensaban mientras ingresaban a la sala de estar. —¿Necesitas que te ayude con algo? —Se ofreció Harry. —¿Te importaría buscar la jaula de Crookshanks? —Pidió mientras ingresaba en su habitación y sacaba una maleta del closet. —Claro, ¿Dónde la tienes? —Esta en el cuarto de lavar. —Señaló, colocando la maleta sobre la cama, viendo como Harry asentía y salía de la habitación. —¿Cómo es que puedes pagar este departamento, pero no mis clases de repostería? —Soltó de repente malhumorada Lily, admirando la habitación de brazos cruzados. —Solo tenías seis años, apenas y alcanzabas la encimera. —Le recordó su hermano de forma distraída, tratando de encontrar algo en el departamento. —¿Dónde está Jean? —Inquirió su madre enseguida al no ver a su hermana con ellos. —Está en la sala brincando en el sofá. —Contestó sin darle importancia, frunciendo el ceño al ver que James buscaba algo bajo la cama. —¿Qué haces? —Busco a Crookshanks, debe estar por aquí… —¡James!, ¡Lily! —Gritó de pronto la menor, ingresando deprisa al cuarto de su madre, llamando la atención de los tres. —¡Encontré un gatito! —Lanzó sonriente, tratando de cargar a aquel enorme minino peludo, ignorando que su padre venía detrás de ella con la jaula. —¡Crookshanks! —Soltaron emocionados los dos, acercándose de inmediato a su hermana; Harry y Hermione miraron confundidos la alegría reflejada en el rostro de sus tres hijos. —¡Sigues igual de feo y gordo! —Decía sonriente James mientras lo tomaba en brazos, gustoso de verlo con vida en esa época; Hermione lo vio molesta por la forma tan “cariñosa” de llamar a su mascota y Harry tuvo que morderse los labios para no reírse al ver su expresión. —¡Oh, Crookshanks! No sabes cuánto te echamos de menos. —Le dijo esta vez Lily de forma cariñosa mientras acariciaba su cabeza. —¿Cómo?, ¿Ya lo conocían? —Cuestionó desconcertada Jean y sus hermanos asintieron. —¿Recuerdas cuando te conté que James le quemó la cola al gato de mamá? —Hermione abrió los ojos con horror y Harry pudo ver como los pelos de Crookshanks se erizaban molesto. —Bueno, fue a él. —Señaló al ver a Jean asentir, rascando detrás de las orejas del gato con suavidad. —Lo siento amigo, fue un accidente. —Se disculpó James al escuchar su maullido. —Pobrecito. —Dijo la pequeña con lástima, pasando su manita por su lomo. —¿Por qué lo quemaste, Jamie? —Le reprochó. —Estábamos jugando a los bomberos. —Respondió sonriendo divertido al recordarlo. Harry y Hermione no pudieron evitar mirarlos con cariño, disfrutando de verlos reír despreocupados por primera vez, viendo con mayor claridad el gran parecido que tenían sus hijos a ellos. James, con aquella sonrisa torcida igual a su padre, pero con unos incisivos idénticos a los de Hermione; Lily con la forma tan peculiar de su madre de apretar los labios, intentando ocultar su sonrisa, mostrando en aquellos ojos verdes la misma profundidad que los de Harry; y Jean, tan pequeña y alegre, incapaz de no poder emocionarse ante las cosas nuevas que iba descubriendo, reflejando la perfecta combinación de ambos. Después de esto, James ayudó a su padre a meter a Crookshanks a la jaula, quien se mostró disgustado, aruñando a ambos hombres en una clara muestra de estar en desacuerdo. Posteriormente, ayudaron a Hermione a subir la maleta y la jaula atrás de la camioneta de Harry, mientras que Lily terminaba de colocarle el cinturón a su hermana. —¿Por qué tarda tanto? —Quiso saber James ya dentro del auto, irritado porque su madre no se apresuraba. —Relájate, seguro olvidó algo importante. —Contestó su padre, dirigiéndole una mirada severa a través del retrovisor interior. Esperaron un par de minutos más hasta que por fin vieron salir a Hermione apresurada. —¡Listo! —Soltó de forma agitada una vez estuvo dentro del auto. —¿Qué se te olvidó? —Inquirió curioso Harry mientras encendía la camioneta y la echaba a andar. —Un par de libros. —Optó por decir para no llamar la atención, y es que a decir verdad se había regresado al recordar el viejo baúl que sus padres le llevaron la semana pasada, el cual contenía varios de sus libros favoritos que su padre le leía cuando era niña, segura de que a Jean le encantarían, pensó emocionada al imaginarse la expresión de su hija menor. El transcurso a aquella nueva residencia fue silencioso, James y Lily no parecían interesados en entablar alguna conversación con sus padres, no queriendo generar ningún lazo con ellos o bien, mencionar algo que los pudiera perjudicar; sin embargo, este no fue el caso de Jean, quien no había dejado de admirar los hermosos paisajes por los que pasaban, haciéndole prometer a su padre que algún día la llevaría a pasear por todos ellos. Charló, cantó, se quejó y se comió un paquete de galletas con chispas de chocolate, las cuales después de media hora empezaron a causarle malestar. —¿Qué sucede? —Preguntó su hermana al ver como la niña no dejaba de hacer muecas, además de que de repente había guardado silencio. —No me siento bien. —Reconoció, recargada en su silla, olvidando los paisajes por donde pasaban. —Jean no tiene buena cara. —Escucharon comentar a Lily, quien miraba preocupada el rostro de su hermana. —¿Qué pasa? —Preguntó enseguida su madre, girándose hacia ellas. —¡Quiero vomitar! —Se quejó la pequeña a punto de soltarse a llorar. —Sabía que no era buena idea que te comieras esas galletas. —Decía Hermione preocupada mientras tomaba una botella de agua del portavaso del automóvil para ofrecerle a la niña. —Creo que será mejor que te detengas. —Le sugirió Lily a su padre, no dispuesta a presenciar aquello, mucho menos a soportarlo durante todo el camino, pensó sintiendo de pronto asco; Harry la miró por el retrovisor y agregó: —Porque no intentas tomar un poco de agua y… —¡Détente o seremos dos las que vomiten tu camioneta! —Profirió histérica Lily, sobresaltando a su padre, quien de inmediato se orilló cerca de unos árboles. —¡Rápido, rápido! —Apresuró Lily a su hermano, quien intentaba quitarle el cinturón lo más rápido que podía. —¡Ya! —Soltó tomando a la pequeña en brazos para entregársela a su madre, quien corrió con ella en medio de la nieve hacia unos arbustos acompañada detrás por Harry. —¿Necesitas que te ayu…? ¡Oh, Dios! —Lanzó de repente al escuchar las arcadas de la pequeña y ver como volvía el estómago, no pudiendo evitar llevarse una mano a la boca para no devolver él también el desayuno. —¿Podrías traerme una toalla y la botella de agua? —Solicitó con tranquilidad Hermione, sosteniendo de la cintura a Jean al tiempo que tomaba su cabello para que no se manchara; Harry no dudo en acatar la orden, regresando al auto en busca de aquellos artículos. Cinco minutos después, la pareja regresaba con la menor, quien mostraba un rostro pálido al tiempo que caminaba con desgana. —¿Ya te sientes mejor? —Preguntó James y la niña negó. —Me salió por la nariz. —Dijo con las mejillas ligeramente húmedas a causa de las lágrimas, llevando a su hermano a hacer una mueca de asco mientras su madre se colocaba de cuclillas, pasándole aquella toalla húmeda por su rostro. —¿Porque mejor no te vas atrás con ella? —Sugirió preocupado el auror. —James podría irse enfrente conmigo. —Sí, creo que es lo más conveniente. —Aceptó, ignorando la cara de molestia que ponía su hijo mayor. Disgustado, el chico bajó del auto y se pasó al lado del copiloto de mala gana, rogando porque su padre no intentara entablar conversación con él. Los siguientes minutos Harry tuvo que bajar la velocidad debido a la nieve que cubría parte de la carretera, alargando más el transcurso a Gledhow Wood. Durante el trayecto Hermione procuró hacer sentir cómoda a Jean, quien debido a sus malestares no le importó que fuera su madre, dejándose acariciar sus rizos castaños por primera vez mientras ella sostenía mejor a su peluche de hipogrifo, bostezando de vez en cuando. —Por fin se quedó dormida. —Anunció Hermione mientras abría una botella de agua. —No habrá más comida para ella lo que resta del camino. —Se dijo después de darle un trago, pues todo indicaba que la niña se mareaba en el auto y añadirle algún aperitivo no era buena idea; Harry la observó por el retrovisor interior y sonrió con cariño al verla abrazar su peluche. —¿Siempre lo lleva a todos lados? —Quiso saber, llamando la atención de James y Lily. —Buckbeak. —Les aclaró al ver su confusión. —A cualquier lado, solo le faltaría bañarse con él. —Contestó Lily, regresando a ver a su hermana con una pequeña sonrisa. —Lo que me hace recordar… —Dijo de pronto Hermione, aprovechando que la pequeña estaba dormida. —¿Quién es Ambrose? —Inquirió con seriedad, acomodándose mejor en su asiento; Lily y James se dirigieron una mirada rápida a través del espejo, no pudiendo evitar sentirse nerviosa, mientras que él se ponía tenso. —Un imbécil. —Escupió, sacando su reproductor mp3 de los bolsillos de su chaqueta, colocándose enseguida los audífonos antes de que sus progenitores quisieran hacer otra pregunta estúpida. Sus padres desde luego pudieron sentir la hostilidad en aquel tono, lanzándose una mirada seria; Lily se removió incómoda al notar su molestia y tragó con miedo, rogando porque su hermano no abriera la boca de más. —¿Y eso justifica que le hayas roto el brazo? —Agregó enseguida Hermione, pero demasiado tarde para ser escuchada. —James, contesta lo que te preguntaron. —Pidió con mesura Harry, siendo ignorado por su hijo quien miraba a través de la ventana fingiendo escuchar música, pero con una expresión que mostraba un claro disgusto; Harry gruñó irritado al ver que James no acataría su orden, así que decidido a hacerse respetar, detuvo el auto en una orilla y en un movimiento rápido, tomó los cordones de sus audífonos y los jaló con brusquedad, llevando a que el adolescente lo regresara a ver ofendido. —¡Oye, ¿Cuál es tu proble…?! —¡Respóndele a tu madre! —Demandó airado, consiguiendo una mirada colérica de parte de su hijo. —¿Quieren saber lo que pasó? —Soltó mirando a enfadado a Harry y Hermione. —¡Ese idiota quiso pasarse de listo con Lily y…! —¡James! —Exclamó su hermana con súplica, consiguiendo que el chico la regresara a ver y se quedara callado. Su hermano apretó su mandíbula con impotencia al ver la mirada afligida que le dirigía su hermana, rogando en silencio porque no mencionara aquello, deseando más que nunca tener a ese idiota de frente para partirle la cara de nuevo al ver el dolor en los ojos de Lily. —¿Cómo? —Lanzó enseguida alarmado su padre. —¿Él intentó…? —No papá… —Negó rápidamente Lily, tratando de que algo se le ocurriera. —La llamó sangre sucia. —Agregó el chico con seriedad, desviando la atención de lo que había dicho hace un momento. —James solo trataba de defenderme. —Explicó su hermana, intentando que no se generara una discusión entre él y su padre. —Aun así, ustedes no… —Trató de decir su madre, buscando las palabras adecuadas para decir aquello de forma menos ofensiva. —No somos hijos de muggles, lo sabemos. —Le aclaró serio James. —Pero tú y la abuela Lily sí lo son. —Harry y Hermione se voltearon a ver consternados, ¿Cómo iban a imaginarse que sus hijos lidiarían con los mismos problemas? Se cuestionaron preocupados, pues por un momento pensaron que aquellas viejas ideas por fin se estaban esfumando de Hogwarts, sin embargo, ese tipo de insultos parecía que sobresaldrían con más fuerza en un par de años. Aquel silencio incómodo que se formó les indicó que sus padres habían creído esa versión, aunque después de todo fue una verdad a medias, un intento de desviar la atención de un problema para llevarlo a otro menos importante, pensaron. —Lamento que tengan que pasar por eso. —Declaró Hermione con suavidad, ambos chicos asintieron, tratando de no darle importancia; el auror regresó al volante y antes de ponerlo en marcha nuevamente, le mandó una mirada severa a Hermione en una clara muestra de que hablarían más tarde de eso, pues pese a las confesiones de sus hijos sentía que había algo más. Después de aquella pequeña disputa, ninguno volvió a decir nada, aprovechando la parada para que James regresara al asiento trasero y Hermione al frente, dándole las indicaciones a Harry de cómo llegar. Ingresaron a Gledhow Wood alrededor de las cuatro de la tarde, pues el mal estado en que se encontraba el camino por la nieve no les permitió aumentar la velocidad. —¿Estás segura que es por aquí? —Preguntó Harry, preocupado porque ya comenzaba a oscurecer y aún no daban con la casa. —Estamos cerca. —Aseguró la chica, observando con cuidado los nombres de las calles, tratando de identificar la morada. Lily, por otro lado, no podía evitar sentirse inquieta cada que se acercaban más a su destino, pues pese a que las casas y las calles no eran tan visibles debido a la poca luz que quedaba de la puesta de sol, el lugar por alguna extraña razón le pareció familiar, ¿Qué era ese escalofrió que la recorría? Se preguntó, sintiendo sus manos temblorosas y un vacío en el estómago. —Listo, hemos llegado. —Anunció su padre, parqueando el auto frente a la entrada. Harry y Hermione bajaron enseguida al ver al propietario esperándolos afuera de la casa para cerrar el trato. Lily bajó con cuidado, rogando porque la casa no fuera la que ella estaba pensando; jadeó horrorizada al comprobar que así era. —No…—Susurró con pesar, sintiendo de pronto que el aire le faltaba y sus piernas no le respondían. —Lily. —Dijo James tan pronto se dio cuenta de lo que pasaba, viéndola negar con angustia. —No, esta casa no… —Decía mientras retrocedía, intentando tragar el nudo que comenzaba a formarse en su garganta, ¿Por qué?, ¿Por qué de todos los lugares que existían en Inglaterra tenía que ser esa maldita casa? Se preguntó frustrada, tratando de controlar su ansiedad. —Escúchame. —Pidió su hermano, tratando de tranquilizarla. —Yo también estoy sorprendido como tú. —Le aseguró preocupado, tomándola de los hombros. —¡No pienso entrar ahí! —Agregó, negándose a poner un solo pie en aquella morada, ¿Cómo podría entrar de nuevo al lugar donde empezó todo? Donde alguna vez fueron una familia de verdad. —Tienes que, o de lo contrario mamá y papá comenzarán a sospechar. —Le recordó serio. —Sé que es duro, pero puedes hacerlo. —La animó, sabiendo lo difícil que era para su hermana enfrentar aquella situación, ¿Quién se iba a imaginar que regresarían al lugar donde crecieron? No entendía cómo funcionaba el destino, pero definitivamente era una mala jugada hacia ellos. —¿Cómo? No quiero salir lastimada otra vez… —Respondió con voz temblorosa, sintiendo a su hermano tomar su mano con firmeza. —Esta vez no estarás sola, me tienes a mí. —Afirmó. —Ya una vez las dejé debido a las circunstancias y no pienso permitirme eso de nuevo. —Le decía serio, mirando de vez en cuando a sus padres charlar con el propietario. —Mi deber como su hermano es protegerlas y eso nunca va a cambiar. —Le dijo al tiempo que le pasaba un brazo por sus hombros, buscando brindarle apoyo y seguridad a Lily. Hermione dejó a Harry terminar de hablar con el propietario, dirigiéndose a la camioneta, viendo confundida como su hijo rodeaba a la adolescente, ¿La estaba consolando? Se preguntó extrañada. —¿Sucede algo? —Escucharon de repente a su madre, quien los miraba con el ceño fruncido; los dos adolescentes se separaron enseguida. —No, nada. —Negó el chico, viendo como su padre sacaba a Jean de la camioneta, quien se restregaba sus ojitos con su puño aún adormilada. —¿Aquí viviremos? —Preguntó la niña, observando lo poco que se alcanzaba a ver de la casa debido a la oscuridad. —Así es. —Le hizo saber su padre, regalándole una caricia a su cabello castaño. —James, necesito que bajes a Crookshanks. —Pidió Harry, abriendo la cajuela de su camioneta mientras Hermione abría la puerta principal, encendiendo el primer interruptor que encontró. —¿Podrías ayudarme a bajar el super? —Habló esta vez Hermione dirigiéndose a Lily, quien temblando y con el rostro pálido observaba la puerta principal. Ingresó y un escalofrió la recorrió, era como ver dentro del abismo, verse a sus diez años en medio de aquella casa, sola. —¿Lily? —La llamó al ver que la adolescente no se movía, llamando la atención de Harry y James. —Yo… —Titubeó, intentando con todas sus fuerzas sonar tranquila. —No me siento muy bien. —Reconoció, tragando con fuerza; su padre la miró preocupado. —¿Por qué no te recuestas un rato en el sofá? —Sugirió James en un intento de que sus padres volvieran a lo que estaban haciendo. —James tiene razón. —Asintió Harry. —No creo que… —¡Te acompaño! —Soltó rápidamente, dejando la jaula sobre el suelo junto a Jean, quien de inmediato se dispuso a sacar a Crookshanks de ahí. —Tienes que relajarte. —Susurró James, tomándola del brazo y dirigiéndola a la estancia. —Esto es demasiado, James. —Decía con los ojos vidriosos, mirando con temor cada rincón de la casa. Ignorando la conversación que sus hijos tenían, Harry y Hermione se disponían a bajar lo que quedaba en la camioneta, eso hasta que Jean avisó que necesitaba el baño con urgencia, siendo acompañada por su madre, pues de ninguna manera la niña iría sola, la casa le daba miedo. Una vez Harry acabó, se permitió observar la vivienda a detalle; la casa estaba compuesta por un cuarto principal, el cual era adornado por unos gruesos paneles de madera en tono oscuro que opacaba la poca luz que entraba mientras que todo el suelo estaba cubierto por una madera casi del mismo tono; de frente, las escaleras, también de madera, tenían forma de abanico y llevaban a las habitaciones de arriba, decorada con una fea y vieja alfombra en tonos rojos y grises con extrañas figuras. —¿Hay algo aquí que no sea de madera? —Se preguntó Harry al acercarse a la puerta que se encontraba del lado derecho de las escaleras, la cual evidentemente hacia juego con la decoración; ingresó y no le sorprendió encontrar más paneles oscuros, solo que esta vez la mitad de la pared tenía un tono mucho más claro. Observó la habitación y notó que tenía el aspecto de un estudio, pues además del enorme ventanal que daba una vista al jardín trasero, un precioso escritorio adornaba el lugar mientras que del otro lado se encontraba una chimenea vieja de hierro. Caminó de regreso hacia la cocina, irritándole el sonido que hacía la vieja madera al pisar, ¿Quién podría vivir ahí? Pensó disgustado al ver el aspecto sombrío que tenía la casa. —¿Y tu hermana? —Inquirió al llegar y ver que sólo James estaba ahí. —Fue a instalarse en su habitación. —Se limitó a decir serio al tiempo que sacaba las cosas del super de las bolsas y las ordenaba. —¿Qué la habrá caído mal? —Murmuró preocupado mientras metía un galón de leche a la nevera, James optó por ignorarlo y seguir acomodando las cosas lo más rápido que pudiese para salir de ahí, detestaba estar cerca de su padre, sin embargo, para su fortuna su madre y Jean regresaban de la segunda planta para hacerles compañía. Mientras tanto, Lily salía del baño con el rostro pálido luego de vomitar sobre el retrete; caminó con cuidado sobre aquella fea alfombra amarilla, dirigiéndose a la puerta derecha que sabía fue su habitación cuando era pequeña. Con manos temblorosas tomó la perilla, abrió y un golpe de nostalgia la atacó al ver su antigua recámara; apretó sus labios intentando controlar sus emociones, recorriendo despacio aquella alcoba. Era una habitación bastante amplia con paredes color beige y suelo tapizado; toda la pared derecha prácticamente era una enorme ventana con marcos de madera, en donde se encontraba un pequeño escritorio con un computador que Lily catalogó como feo y viejo, mientras que, en medio sobre un pequeño mueble, estaba un televisor también bastante viejo y grande, de esos que ya se consideraban una reliquia en su época y finalmente, una cómoda de un rosa pálido que hacía juego con la recámara. Miró la cama con aquellas colchas rosas, deseando meterse entre ellas y cerrar los ojos, anhelando que al despertar todo eso fuera un sueño. Escuchó voces provenir de la planta baja, suponiendo que debían de estar preparando la cena, negándose a bajar, ¿Cómo podría estar con todos ellos de nuevo en esa casa? Se preguntó, segura de que tan pronto pusiera un pie en ese lugar se soltaría a llorar; negó con fuerza, optando por esconderse entre las mantas de su cama, encerrándose en esas cuatro paredes que pocas veces le brindó el refugio que necesitaba. Durante los siguientes cuarenta minutos, Harry y Hermione se dispusieron a preparar la cena mientras que James se instalaba en su habitación y Jean coloreaba sobre la mesa a la vista de sus padres. —Mira Crookshanks, este eres tú. —Decía la niña señalando la hoja. —Estás en nuestro jardín jugando con las flores. —Le explicaba mostrándole su dibujo, el cual estaba compuesto por un paisaje verde, un sol, nubes y por supuesto un gato enorme y peludo color canela con largos bigotes y grandes ojos anaranjados; Harry y Hermione sonrieron con cariño al observarla interactuar con el minino como si lo conociera de toda la vida. —Me cuesta creer que ninguno de nosotros pase tiempo con ella. —Comentó de repente el auror mientras fileteaba la carne. —Y aun así mírala… —Apuntó sonriendo. —Tan inteligente y llena de vida. —Admiró Hermione, colocando una pequeña cazuela cuadrada de porcelana sobre la encimera con los vegetales listos. Harry se permitió sonreír al escuchar la perfecta descripción de su pequeña, no pudiendo estar más de acuerdo con su amiga. Sin duda no estaba dispuesto a juntar sus genes con alguien más que no fuera Hermione, pensó al tiempo que la miraba concentrada acomodando la mesa; suspiró al ver el gran parecido que tenía con Jean, sintiéndose orgulloso de las dos. Luego de organizar todo en la mesa para cenar, Harry mandó a la pequeña a hablarle a sus hermanos para que bajaran, pero solo llegó James. —¿Qué pasó con Lily? —Preguntó su madre, colocándole su plato con comida a Jean. —Está dormida, supongo que debido a su malestar. —Contestó sentándose para enseguida tomar un plato y comenzar a servirse un poco de carne y papas; Harry frunció el ceño al ver sus modales en la mesa, pues el chico se llevó una gran cantidad de comida a la boca, algo que desde luego le molestó. —Come con cuidado y quítate ese gorro. —Le ordenó con mesura su padre aun sin probar un bocado de su comida, logrando llamar la atención de los tres; James dejó de masticar y lo miró de forma ácida, quitándose de mala gana el gorro, pero sin apartar en ningún momento los ojos de su progenitor. Hermione observó la mirada hostil que se dirigían, sintiendo de pronto el ambiente tenso, ¿Qué pasaba con ese par?, ¿Por qué el constante roce entre Harry y James? Se preguntó, viendo claramente una rivalidad fuerte entre ambos, definitivamente tendría que hablar con su amigo de esto. El comentario pareció poner de malas al adolescente, pues luego de aquello la cena le supo a nada, comiendo únicamente por educación hacia su madre y su hermana, mirando de mala gana a su padre de vez en cuando. —Ya no quiero. —Anunció de pronto la pequeña, haciendo a un lado su plato, comiendo gran parte de la carne y pan, pero dejando la mayoría de los vegetales. —No has terminado las verduras, Jean. —Le dijo su madre, pero la niña hizo una mueca negando. —No me gustan. —Le hizo saber antes de darle un sorbo a su té de menta. —Es importante que las comas, porque… —Sin embargo, la niña no se detuvo a escucharla, tomando sus plumones y su libro para colorear. —Jean. —La llamó seria al verla dirigirse a la sala en donde hacia rato su padre le había encendido la chimenea. Anteriormente se había preguntado por qué la niña se portaba así con ella, pero luego de escucharla esa tarde y saber que la convivencia con su hija era casi nula, lo entendió. La pequeña no estaba acostumbrada a su presencia y mucho menos a recibir órdenes de ella, no estaba acostumbrada a su madre, sin embargo, ¿Por qué con Harry era diferente? Se cuestionó, pues constantemente lo seguía, resultándole extraño, ya que al parecer ninguno de los dos pasaba tiempo con la niña, ¿Qué más había pasado en el futuro? Se preguntó, tenía un mal presentimiento. —Terminé. —Escuchó decir de pronto a James, sacándola de sus pensamientos, viendo como el chico se incorporaba sin dirigirle la mirada a ninguno, levantando su plato para depositarlo con brusquedad sobre el fregadero, consiguiendo que su madre se sobresaltara y lo regresara a ver ante el choque de la porcelana contra el acero en una clara muestra de estar enfadado; Harry apretó sus puños y su mandíbula al escuchar la forma en como los dejó. —Detesto que sea tan rebelde. —Soltó enojado tan pronto su hijo estuvo lejos. —¿Tú crees? —Respondió sarcástica. —Porque a mí me pareció que tú tienes un problema con él. —Espetó, viendo a Harry fruncir el ceño. —¿Insinúas que yo lo provoco? —Preguntó ofendido. —Escucha el tono con el que se dirige a nosotros. —Agregó molesto, no dispuesto a tolerar esa clase de comportamientos en sus hijos. —Es claro que hay un problema de comunicación entre ambos. —Reconoció solvente. —La diferencia es que tú no conoces sus motivos. —Le explicó. —Sin embargo, no veo que intentes averiguarlo. —Dijo esta vez sin ocultar su molestia antes de incorporarse con su plato; Harry no pudo evitar sorprenderse ante las palabras de su compañera, llevándose ambas manos al rostro con cansancio, ¿Cómo se supone que debía tratar a un adolescente entonces? Se cuestionó al ver su error. —Tienes razón. —Aceptó, incorporándose para acercarse al fregadero junto a ella. Hermione continuó lavando la loza, apretando sus labios ligeramente e indicándole que lo estaba escuchando. —Es solo que… —La tomó del codo para girarla hacia él. —No puedo dejar de pensar en lo que dijo nuestra hija. —Reconoció preocupado. —Me siento culpable y molesto conmigo mismo que… —Inspiró hondo. —Supongo que me desquité con James. —Admitió, viendo como su amiga tomaba una pequeña toalla para secarse las manos. —No eres el único, yo… —Guardó silencio tratando de ignorar aquel nudo en su garganta, dirigiendo su mirada hacia donde su pequeña estaba sentada hace un momento. —Te duele ver que Jean te trate como si no existieras. —Completó, tomando esta vez una de sus manos. —¿Crees que seremos malos padres? —Inquirió preocupada. —Claro que no. —Negó con firmeza. —Si creo que seamos estrictos, pero dentro de nuestros límites. —Aceptó, Hermione lo miró insegura. —Pero jamás abandonaríamos a nuestros hijos. —Enfatizó, viéndola asentir de acuerdo esta vez. —Esto, yo… —Acomodó un mechón de cabello, soltando un suspiro cansada. —Temo que les haya pasado algo malo, ¿Y si fuimos demasiado duros? —Soltó ansiosa. —¿O les dimos demasiada libertad?, ¿Qué tal si…? —Escucha… —Pidió tomándola del rostro con ambas manos. —Eso es imposible. —Le hizo saber, ella lo miró dudosa. —¿No lo ves? —Le cuestionó con una pequeña sonrisa, bajando sus manos hasta sus hombros. —Tu eres la estricta y yo el permisivo. —Le explicó. —No me pareció que fueras permisivo con James hace un momento. —Agregó con el ceño levemente fruncido y él asintió, reconociendo que se equivocó. —Lo que trato de decir es que hay un balance, ninguno de los dos permitiría que fuéramos demasiado lejos. —Le aclaró. —Respecto a James… —Suspiró. —Tal vez tengas razón, pero sí lo fui con Jean. —Reconoció al no llamarle la atención a la pequeña cuando se negó a terminar su platillo; Hermione se cruzó de brazos y lo miró seria, no le había pasado desapercibido. —Necesito que me ayudes con esto. —Le pidió y Harry nuevamente asintió al comprender que era importante para ella que la apoyara. —Lo haré. —Dijo mientras rodeaba su cintura con ambos brazos. —¿Ya intentaste hablar con ella? —Hermione negó. —Con todo esto no he tenido una oportunidad de estar tranquila con ella a solas. —Bueno, la tendrás esta noche al llevarla a dormir. —La animó, viendo como una pequeña sonrisa afligida se formaba en los labios de la castaña. —Prométeme que hablarás con James. —Pidió seria. —Lo intentaré, pero dudo mucho que él vaya a decirme algo. —Dijo inseguro. —Aunque podría intentarlo con Lily. —Sugirió. —Hasta ahora, creo que es la única que no nos ha dado tantos problemas. —Habla por ti. —Agregó mordaz. —Tengo la sospecha de que tampoco soy de su agrado. —El auror arqueó una ceja. —Me siento la villana en esta familia. —Espetó abatida y Harry no dudó en abrazarla. —Tranquila, lo resolveremos. —Le aseguró separándose un poco para verla a los ojos. —Lo prometo. —Murmuró, regalándole un tierno beso a su frente antes de abrazarla de nuevo, hundiendo su rostro en su cuello, dejándose embriagar por el olor de su cabello. —¿Quitarás las almohadas entre nosotros esta noche? —Le cuestionó de repente en un susurro, sintiéndola estremecerse. —¡Ouch! —Soltó separándose al sentir el pellizco en su abdomen. —De ninguna manera. —Negó con fingida seriedad y él sonrió complacido. —Vamos a tener tres hijos cariño, en algún momento tendrás que ceder. —Sigue soñando, Potter. —Respondió divertida y Harry pudo jurar ver un nuevo brillo en sus ojos que le hizo saltar el corazón. —Te conozco desde hace más de diez años, no me importaría esperar un poco más. —Le hizo saber, mostrando una sonrisa de suficiencia. —Entonces esperarás mucho tiempo. —Le informó mientras caminaba hacia el living, dirigiéndole una sutil mirada traviesa que logró ponerle los pelos de punta, ¿Qué era esa sensación? Se preguntó al sentir una alegría rodearlo, ¿Se estaba enamorando? Relamió su labio inferior al tiempo que una suave risa escapaba de él, intentando ocultar el entusiasmo que le provocaba aquello. Luego de terminar de instalarse en la casa y repartirse las habitaciones, Hermione decidió preparar el baño para Jean en un intento por establecer un lazo con la niña. —¿Pero por qué debo bañarme otra vez? —Alegaba la menor mientras era acompañada por su padre al baño. —Porque vomitaste y hueles mal. —Le recordó Harry. —Además de que no has dejado de abrazar y jugar con Crookshanks. —¡Pero él está limpio! —Insistió, viendo a su padre negar nuevamente. —Anda, quítate la ropa y entra a la tina. —Le ordenó, viendo como la niña caminaba resignada hacia su madre. —Mientras terminan yo ordenaré su ropa y de paso veré cómo sigue Lily. —Le avisó, viendo a Hermione asentir de acuerdo antes de cerrar la puerta. —¿Hay algo mas además del baño que no te guste? —Preguntó con suavidad su madre mientras la ayudaba a desvestirse. —No me gustan los doctores. —Respondió, quedando únicamente en calzoncillos. —¿Por las agujas? —Jean asintió. —Y porque son deshonestos. —Agregó seria, logrando que su madre la mirara a los ojos, obligándola a tragar con dificultad, ¿Aquello había sido una indirecta hacia ella por ser sanadora? Se preguntó preocupada; sonrió nerviosa llevando su mano al agua para checar la temperatura, desviando la mirada de aquellos pozos verdes. Jean se quitó el resto de la ropa y entró a la tina con agua, entreteniéndose de inmediato con las burbujas. —¿Por qué piensas eso? —Dijo Hermione después de unos minutos de observarla jugar. —No sé… —Contestó moviendo ligeramente sus hombros. —Lily siempre lo dice, supongo que porque dicen que no te dolerá cuando no es así. —Agregó sin tomarse la molestia de verla a la cara, fingiendo que ella era la única en la habitación. Su madre guardó silencio, no sabiendo que movimiento hacer para acercarse a la niña, ¿Por qué le asustaba tanto saber lo que su hija pensara de ella?, ¿Es que acaso temía enterarse que era una pésima madre? Se cuestionó angustiada, tratando de recordar la charla que había tenido con Harry, pero ¿Cómo creérselo cuando estaba viendo todo lo contrario? Pensó con dolor al ver que los lazos entre sus hijas y ella prácticamente no existían, llegando a cuestionarse si ser sanadora había sido una buena idea. Al terminar, se dirigió con ella a la habitación y la ayudó a cambiarse para enseguida ser mandada por su padre a cepillarse los dientes antes de acostarse. La menor, no oponiéndose a las órdenes de Harry, hizo lo que se le indicó y para cuando terminó no se molestó en despedirse de ninguno, dirigiéndose a la habitación de su hermana, acostándose junto a ella. Al ver que se demoraba, el auror decidió ir a cerciorarse que todo estuviera bien, viendo con sorpresa el baño vacío y la puerta de la habitación de sus hijas ligeramente abierta; se acercó, encontrándose a Jean dormida muy cerca de Lily. —¿Ya terminó? —Preguntó Hermione al ver a Harry entrar mientras ella preparaba su ropa para la ducha; él sonrió apenado. —Bueno, verás… —Dijo como no queriendo. —Ya se durmió. —Le informó, viendo como su amiga lo miraba confundida. —¿Se fue a dormir sola? —Cuestionó sin poder evitar que sus palabras salieran de forma ahogada; Harry suspiró cansado. —Sé que querías charlar con Jean antes de dormir. —Le recordó tomando asiento junto a ella. —No te desanimes, mañana tendrás todo el día para intentarlo. —Decía tratando de animarla y la chica asintió resignada. —Supongo que tienes razón. —Aceptó con desgana. —¿Como siguió Lily? —Preguntó al recordar que la adolescente se sentía enferma. —Ya estaba dormida, igual no me pareció que tuviera fiebre. —Declaró, pues había tocado su frente y sus mejillas sin encontrar algún indicio de enfermedad. —Quizás solo estaba cansada. —Optó por creer, viéndola asentir. Después de esto ambos se turnaron para tomar un baño rápido, deseosos de dormir luego de un largo y ajetreado día, charlaron un poco a través de aquel muro de almohadas de Hermione, hasta que finalmente cayeron rendidos. Alrededor de las dos de la mañana, una adolescente se removía en aquella cama, intentando conciliar un sueño que sabía no iba a llegar. Miró a su izquierda, observando a su hermana menor dormir plácidamente, envidiando esa tranquilidad que la niña tenía. Giró nuevamente y esta vez vio el techo de la habitación, ¿Cuántas veces no lo había visto a esa misma hora?, ¿Cuántas noches en ese primer año no se preguntó qué estaba mal? Una sensación de ahogo la invadió, sintiendo de nuevo que aquel lugar ya no era seguro, necesitaba salir de ahí. Agitada, caminó fuera de la alcoba, dirigiéndose de inmediato a las escaleras, desesperada por encontrar un refugio donde no le recordara nada de lo que había sucedido, sin embargo, todo fue más duro al llegar a la primera planta, ¿A dónde debía ir? Se preguntó angustiada, caminó insegura hacia el despacho de su padre, en donde apenas llegó, un primer recuerdo la acechó. Flash Back 4 de agosto, 2019. Pasaba poco más de la media noche y una pequeña Lily de 10 años bajaba con cuidado las escaleras, tratando de hacer el menor ruido posible. Lily había intentado dormirse esa noche, pero el ruido de las voces de sus padres logró despertarla, sin embargo, no era el hecho de que ambos estuvieran hablando lo que la alertó, sino la fuerte discusión que estaba a punto de presenciar. Llegó al último escalón y se acercó a la puerta entreabierta del despacho de su padre. —Esto tiene que terminar... —Decía Harry, visiblemente molesto; Lily miró con tristeza a su madre al verla llorar nuevamente, sabía que la muerte de sus abuelos estaba siendo difícil para ella y le dolía no saber cómo ayudarla. —He intentado apoyarte, pero solo me estás haciendo las cosas más difíciles. —Agregó entre dientes mientras la miraba con dureza. —¿Crees que es fácil? —Atacó ahora ella en medio de las lágrimas. —¡Mis padres están muertos! —Le recordó con dolor ante su falta de empatía. —Y también estás embarazada, ¿Debo recordártelo? —Dijo molesto, tratando de no alzar la voz demasiado para no despertar a Lily; Hermione negó no comprendiendo su insensibilidad. —Fueron asesinados, Harry. —Logró decir con voz quebrada. —¡Ya lo sé! —Enfatizó airado; Lily se sobresaltó y lo miró asustada, ¿Por qué le hablaba así a su madre? —Todos los días me lo recuerdas, ¿Qué crees que he intentado estos últimos tres meses?, ¡Buscar a los asesinos! —Profirió cansado de que Hermione con sus lloriqueos le recordara lo incompetente que había sido con la investigación. —Diario busco a esos miserables y espero regresar a casa para tomar un descanso, ¿Y qué es lo que recibo? —Escupió con acidez. —¡Tus estúpidos lamentos y un embarazo de alto riesgo! —Exclamó furioso, sin importarle que en esos momentos la madre de sus hijos llorara desconsolada frente a él. Lily miraba alterada y desconcertada toda aquella situación, ¿Qué estaba pasando con su padre?, ¿Por qué estaba reaccionando así?, ¿Acaso no entendía el sufrimiento por el que estaba pasando su madre?, Estaba embarazada y había perdido a sus padres de una forma trágica, ¿Por qué no tenía un poco de consideración con ella?, ¿Por qué le gritaba y le hablaba con tanto… desprecio? Tragó con dificultad el nudo que comenzaba a formarse en su garganta, ¿Por qué su padre estaba siendo cruel? —¡Tienes que dejarlo ir ya, Hermione! —Soltó irritado en medio del despacho; Lily vio a su madre negar, intentando controlar sus sollozos. —Te juro que lo intento, pero... —¡Pues tendrás que esforzarte más! —Añadió con aquella expresión dura que Lily desconocía. —Si algo pasa con el bebé, ¡Tú tendrás la culpa! —Fue lo último que dijo antes de salir del despacho furioso. Y esa fue la primera noche que su padre durmió en otra habitación. Fin del Flash Back Miró con dolor el lugar casi vacío y poco iluminado al tiempo que una gruesa lágrima bajaba por su mejilla, así había empezado todo, pequeñas discusiones y distanciamientos que poco a poco se fueron haciendo más grande, actitudes frías que lentamente fueron rompiendo su corazón hasta dejar un vacío desolador. Su padre comenzó a pasar más tiempo fuera de casa, llegaba a altas horas de la noche y por la mañana se iba temprano sin despedirse de nadie. Tragó con fuerza, ¿Por qué?, ¿Por qué habían regresado de nuevo a aquella casa? Se preguntó intentando suprimir su llanto al tiempo que retrocedía asfixiada de aquel lugar; giró y se detuvo en seco al toparse con la estancia, negándose a revivir otro recuerdo. Flash Back 7 de septiembre, 2019. Lily se acercó nuevamente a la ventana, tratando de visualizar el auto de su padre, pero solo vio un par de hojas perderse entre el viento. Regresó su vista a la chimenea y la respuesta fue la misma, ¿Dónde estaba? Se preguntó con tristeza, observando que el reloj de pared ya marcaba pasada de las tres de la tarde, cuando su padre había quedado de ir por ella a la una. La pequeña había caminado durante ese tiempo de la chimenea a la ventana, viendo por horas a través de ella, esperando ilusionada recibir a su progenitor para ir juntos al callejón Diagon y comer un helado en Florean Fortescue. —Dobby cree que el señor Harry Potter ya no vendrá. —Escuchó decir al elfo con pena, pero Lily negó sin apartar su mirada del enorme ventanal. —Lo hará, él lo prometió… —Respondió con esperanzas. —Papá nunca rompe sus promesas. —Aseguró con firmeza, viendo a lo lejos a una lechuza marrón acercarse, portando en sus patas una carta. Sin dudarlo, Lily abrió la ventana, tomando la carta enseguida al reconocer la caligrafía de su padre. Dobby esperó paciente a que la menor terminara de leer, asustándose al ver el rostro de desilusión en la cara de la niña. —Señorita… —Dijo preocupado, acercándose a ella con cautela; Lily levantó el rostro y miró a la criatura. —Tenías razón… —Murmuró con labios temblorosos. —Papá no vendrá. —Repitió y una lágrima cayó de sus ojos verdes, sin imaginarse que eso solo sería el principio. Fin del Flash Back Mordió sus labios barriendo con brusquedad las lágrimas de su rostro, ¿Cuantas tardes no lo esperó ilusionada cerca de aquella ventana? Viendo como las horas pasaban y su padre nunca llegaba, recibiendo únicamente dolor y decepción, alegando que tenía mucho trabajo y poco tiempo, una justificación para cada día, prometiendo una próxima vez que nunca llegaba, cuando lo único que se quedaba era su ausencia. Retrocedió sintiendo una opresión en su pecho y esta vez fue el comedor lo que observó, sintiendo de nueva cuenta que los recuerdos la abrumaban. Flash Back 12 de noviembre, 2019. —Firmen aquí y aquí. —Escuchó decir al abogado, quien señalaba un par de pergaminos. Lily observaba desde la estancia como sus padres tomaban un bolígrafo en aquella mesa y firmaban en silencio, mientras ella en el suelo, abrazaba a Crookshanks tratando de tragarse sus ganas de llorar, ¿Que pasaría con ellos después de esto? Se preguntó angustiada y desconsolada, no sabiendo como manejar aquella situación, pues era un cúmulo de emociones que no tardarían en explotar. —Tengo miedo Crookshanks. —Le confesó en un susurro con los ojos llorosos, el minino maulló y Lily pudo jurar ver algo de compasión en esos ojos anaranjados. Siempre se preguntó si la separación era dolorosa para una pareja, sin embargo, desechó esa idea al ver a sus padres, ¿Cómo podían actuar como si nada pasara? Pensó, mordiendo sus labios para ocultar sus sollozos. Era como si ellos nunca se hubieran querido, ¿A dónde se había ido el amor incondicional que juraron tenerles? Pues hasta ahora los únicos afectados eran ella y sus hermanos, no entendiendo el egoísmo de sus padres. Nadie le daba una razón de lo que estaba pasando, ninguno de los dos le preguntaba qué pensaba, qué sentía... cuando en el fondo se estaba desmoronando, cayendo a un abismo en donde no veía salida. —Es todo señores, oficialmente están divorciados. —Anunció aquel hombre, y Lily sintió que algo se rompió dentro de ella. Fin del Flash Back Cerró los ojos y un débil sollozo se le escapó, sintiéndose de nuevo como aquella niña de diez años que anhelaba el consuelo en un abrazo familiar, ¡Cuanta falta le hacían sus abuelos! Pensó con lamento, sabiendo que ellos serían los únicos capaz de brindarles esa calidez que les arrebataron, las únicas personas que sin importar las circunstancias estarían ahí para ella y sus hermanos, el único escape que pudieron haber tenido de aquella asquerosa realidad y la cual les arrebataron de la manera más vil y cruel. Abrió los ojos y dirigió su mirada a la cocina, sintiendo su barbilla temblar al recordar su cumpleaños. Flash Back 17 de diciembre, 2019. Era su cumpleaños número once y Lily observaba en silencio a todos los Weasley cantarle a coro “cumpleaños feliz”, buscando brindarle un poco de calor familiar, algo que desde luego se le fue negado en los últimos meses. —¡Feliz cumpleaños! —Soltó Ginny sonriendo, acercándole el pastel para que le soplara las velas; Lily miró seria la flama que salía de aquel par de números de cera, no mostrando ninguna alegría en su expresión, solo una desilusión y tristeza que se reflejaba en sus ojos verdes. —Pide un deseo linda. —Escuchó decir a su tío Ron, quien pese a sus esfuerzos intentaba sonreír con naturalidad. Pasó su mirada por los presentes, viendo claramente la ausencia de sus padres, extrañando más que nunca a sus abuelos Hugh y Jean, y por supuesto a su hermano, ¿Que deseo podría pedir si incluso le habían arrebatado la ilusión?, ¿A su padre de vuelta? Se cuestionó, sintiendo de pronto un coraje que la recorría. Él no estuvo en el nacimiento de su hermana, ni en navidad, mucho menos estaría en su cumpleaños; entonces, si él no la quería, ella tampoco rogaría por su cariño. Todos los días durante esos últimos años, contaba los meses para su cumpleaños, anhelando recibir la tan esperada carta de Hogwarts diciéndole que fue admitida en el colegio, deseosa de tener en sus manos su varita... pero no así, pensó con dolor, deteniéndose en la mecedora que se encontraba sobre la barra junto a ella. Su barbilla tembló al ver a su hermana, quien pese a tener solo dos meses, era lo único que le quedaba de su familia en esa casa. Quería a sus tíos, pero a pesar de sus esfuerzos nunca lograrían llenar el vacío que había en ella, ese que se creó en el momento en que fallecieron sus abuelos y que con la separación de sus padres se fue haciendo más grande. —Cariño... —Habló Luna, observándola con preocupación al ver que los ojos de Lily se cristalizaban. Miró las velas nuevamente, notando como la forma de aquel número se iba perdiendo a causa del calor, la cera bajando despacio esperando el soplo con un deseo en mente. —Lily... —Susurró Ginny con tristeza al ver como sus labios y su barbilla temblaban, notando como se esforzaba por no soltarse a llorar delante de ellos. Sopló las velas sin ganas para enseguida incorporarse de su silla, saliendo enseguida de aquel lugar, dejando a los presentes callados al verla subir a prisa las escaleras hacia su habitación. Fin del Flash Back Se llevó una mano a su boca, tratando de acallar otro sollozo que brotó de sus labios, ella había sido la única que presenció como el matrimonio de sus padres se fue acabando, la única capaz de recordar cada detalle, la única que tuvo que vivir con ellos, agradeciendo en el fondo que su hermano estuviera en Hogwarts y que Jean era lo suficientemente pequeña para no notarlo y recordar. No quería que ninguno de sus hermanos pasara por lo que ella pasó, sin embargo, pese a que estuvieron separados, James también tuvo que lidiar con sus propias batallas solo; ambos compartían el mismo dolor, aunque en circunstancias diferentes. Caminó desconsolada de regreso a las escaleras, deteniéndose frente a la puerta principal en medio de aquella estancia. Habían sido días difíciles, pero ninguno se comparaba con aquella tarde de diciembre. Flash Back 6 de diciembre, 2019. —La señorita Hermione dejó esto para usted. —Escuchó decir a Dobby, mientras ella veía sentada en las escaleras como el elfo señalaba un par de maletas que se encontraban en la habitación. —Gracias, Dobby. —Respondió su padre, tomando con cuidado las manijas de la maleta. —¿No puedes quedarte un poco más? —Pidió de forma ahogada Lily, sin poder contener sus lágrimas; Harry se colocó de cuclillas frente a ella. —Me temo que no, pero descuida… —Trató de animarla. —Vendré a verte pronto, lo prometo. —Y ella supo que eso no pasaría, ¿Cuántas veces no le había dicho lo mismo en esos últimos meses? —Por favor… —Suplicó con los labios temblorosos, rogando porque su papá reaccionara. —Lily, ya hablamos de esto. —Le recordó serio, viéndola negar. —¿Qué pasará con nosotros? —Soltó asustada. —¿Qué pasará con Jean? —Lo miró desesperada al recordar a su hermana; el auror apretó su mandíbula, observándola con mesura. —Ella estará bien, ni siquiera se dará cuenta que no estoy. —Le explicó y Lily volvió a llorar. —¿Y yo? —Murmuró con la barbilla temblorosa; Harry soltó un suspiro de cansancio para enseguida sentir como su hija rodeaba su cuello con fuerza. —¡Por favor no te vayas! —Le suplicó llorando sin querer soltarlo. —Es suficiente, Lily. —Manifestó molesto apartándola, parándose al instante antes de que la menor intentara otra cosa. —¡No quiero estar sola papá! —Le dijo desde el suelo sin poder contener sus lloriqueos; su padre tomó de nuevo su maleta, ignorándola para después dar media vuelta al tiempo que sacaba su varita. —¡PAPÁ! —Gritó desesperada viendo como su progenitor desaparecía de la estancia sin dar marcha atrás, dejándola sola en medio de aquella estancia con sus lamentos. Fin del Flash Back Y ahí estaba de nuevo, llorando afligida a los pies de aquella puerta, reviviendo recuerdos dolorosos de aquel lugar donde una vez fue feliz, donde pasaba grandiosos fines de semana al lado de su familia, de sus abuelos… Memorias que fueron sustituidas por recuerdos amargos gracias a sus padres; sollozó con dolor, ¿Cómo es que terminaron así? En otra época, años después, buscando borrar un presente doloroso, sin imaginarse que estarían parados de nuevo sobre aquel hogar roto. —Lily… —Escuchó decir de pronto al tiempo que unos brazos la arropaban. —No lo soporto… —Dijo en medio del llanto, sabiendo que era James quien la rodeaba. —Jamás me hubiera prestado a esto de saber que este sería el precio a pagar. —Decía negando, apoyándose en el hombro de su hermano. —Valdrá la pena si libramos a Jean de esto. —Le recordó en un susurro, tratando al mismo tiempo de ser fuerte por Lily, aunque en el fondo se sentía tan lastimado como ella. Apretó su mandíbula con impotencia al ver sufrir a su hermana, él había jurado protegerlas de todo y de todos, pero ¿Cómo hacia eso con un recuerdo? Tal vez si él hubiera estado ahí Lily habría sabido sobrellevar las cosas, pero no fue así… pensó cabizbajo, sosteniendo con fuerza a su hermana. No estuvo con Lily cuando más lo necesitó y de ninguna manera permitiría que Jean viviera el infierno que ellos, no después de que su padre tendría otro hijo. —Yo estoy contigo, recuérdalo. —Murmuró y ella asintió, siendo ayudada por él para incorporarse, sin imaginarse que Harry los observaba en silencio desde las escaleras, escondido bajo la capa de invisibilidad con la angustia grabada en sus ojos verdes, aterrado al no comprender lo que estaba pasando. Ambos adolescentes se acercaron de nuevo a las escaleras, tomando asiento en uno de ellos. Guardaron silencio en medio de la habitación, observando pese a la luz tenue los rincones de la casa. —Ojalá los buenos recuerdos jamás se hubieran ido. —Habló Lily después de unos minutos, limpiando las nuevas lágrimas que salían de sus ojos. —Me habría gustado que Jean formara parte de ellos. —Agregó con una sonrisa triste; James tomó su mano con firmeza. —Al menos le ahorramos toda esta mierda. —Murmuró con firmeza, tragándose el nudo de su garganta. —La decepción y vergüenza hacia papá. —Escupió y Harry pudo sentir el rencor hacia él en esas palabras, ¿Qué fue lo que hizo para haber dañado tanto a sus hijos? Pensó con dolor; Lily soltó una risa floja. —No tanto como la de mamá. —Manifestó con amargura, llevando a su hermano a negar. —Dudo mucho que exista alguien peor que él. —Declaró con acidez, viendo como su hermana lo regresaba a ver seria, llevándolo a fruncir el ceño con desconcierto. —¿Por qué lo dices? —Lanzó de inmediato al leer en su mirada que Lily hablaba en serio, ¿Qué podría haber hecho su madre para estar por encima de su padre? Lily se incorporó del escalón y caminó despacio hacia la puerta, pasándose las manos por sus hombros al tiempo que un suspiro escapaba de sus labios, era hora de hablar con James, pensó decidida. —Tú me preguntaste porque le faltaba el respeto a mamá. —Le comentó mientras le daba la espalda. —Sí. —Asintió incorporándose. —¿Qué hay con eso? —Quiso saber, acercándose a ella con expresión seria; Harry los miró atentos, sintiendo su corazón latir con fuerza contra su pecho, ¿Qué estaba pasando? Se cuestionó preocupado. —Yo… descubrí algo… —Comenzó, intentando que su voz no sonara temblorosa. —Dilo, Lily ¿Qué es? —Pidió tomándola del codo para girarla, viendo en su mirada esmeralda la tristeza. —Aquel día que tomé los galeones de su oficina, noté algo… —Contó con el rostro cabizbajo. —Dentro de la caja fuerte encontré cartas… cartas que comprometían a mamá. —Dijo dolida, sintiendo de nuevo sus ojos escocerle. —¿Cómo… cómo que la comprometían? —Titubeó James, no le gustaba el rumbo que estaba tomando esa conversación y desde luego que a su padre tampoco. —Mamá está saliendo con alguien más. —Confesó cabizbaja, James apretó sus puños y Harry sintió un vacío en el estómago. —¿Con quién? —Logró preguntar entre dientes. —Es… el padre de Ambrose. —Inspiró hondo y levantó el rostro. —El señor McLaggen. —Declaró y Harry sintió que caía en un abismo.
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